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Narrativa Española del Primer Tercerio del Siglo XX: Temas, Innovaciones y Autores, Apuntes de Lengua y Literatura

Una introducción al contexto histórico y literario de los novelistas españoles del primer tercio del siglo xx, quienes se movieron en el contexto de una crisis política, económica y moral. Se analizan las reacciones a esta situación, las temáticas principales y las innovaciones literarias de esta época. Se mencionan a autores como pío baroja, azorín, miguel de unamuno, valle-inclán y otros.

Tipo: Apuntes

2021/2022

Subido el 03/10/2022

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¡Descarga Narrativa Española del Primer Tercerio del Siglo XX: Temas, Innovaciones y Autores y más Apuntes en PDF de Lengua y Literatura solo en Docsity! Lengua castellana y Literatura 2º BN TEMA 1. LA NARRATIVA ESPAÑOLA EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX Los novelistas de principios del siglo XX se mueven en el contexto de crisis política, económica y moral que se vivía a finales del XIX, agudizado por la pérdida de las últimas colonias españolas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898 (el llamado desastre del 98). Además, viven el agotamiento de los temas y las formas de la narrativa realista y naturalista del siglo anterior. En este panorama encontramos dos reacciones: la evasión modernista, visible en las primeras novelas de Valle-Inclán, y la narrativa del 98, comprometida con su época y representada por Unamuno, Azorín y Baroja. A todos ellos se suman en el primer tercio de siglo las aportaciones de los novecentistas y de los novelistas de vanguardia. Temas Los intelectuales del 98 reflejan la situación que viven de forma muy crítica en sus escritos, aunque sus posturas evolucionan en el tiempo. Si al principio se adhieren a planteamientos políticos revolucionarios como el marxismo o el anarquismo y denuncian las lacras que vive el país (atraso, caciquismo, analfabetismo, desigualdades sociales), poco a poco se desengañan y muestran una actitud más contemplativa y filosófica. Esta fase es la más productiva literariamente y gira en torno a dos grandes temas: la preocupación por España y lo existencial. El tema de España está reflejado desde perspectivas muy diversas, unas más reformistas y otras más escépticas y pesimistas; sin embargo, todos buscan descubrir el alma y la esencia del país en su paisaje, especialmente en el de Castilla. Además, incluyen lo que Unamuno llamó la intrahistoria, esto es, la historia del hombre anónimo y su vida cotidiana. Muy relacionado con la preocupación por España está el interés por su literatura, con el rescate de autores medievales y de los grandes clásicos, muy especialmente de Cervantes y el Quijote. El tema existencial engloba actitudes como la preocupación por el sentido de la vida, los conflictos psicológicos o los problemas de religiosidad como, por ejemplo, la obsesión de Unamuno por la inmortalidad. Innovaciones Los escritores del 98 cultivan fundamentalmente el ensayo y la novela y renuevan esta última, de forma que hacen desaparecen muchos rasgos de la narrativa anterior. La historia pierde relevancia y la novela se centra en el mundo interior del protagonista, que suele ser un personaje inadaptado, antiburgués, rebelde, fracasado. Otra de las características de estas narraciones es su fragmentarismo: se seleccionan los momentos significativos para el protagonista, por lo que son frecuentes las escenas, las elipsis y las pausas descriptivas y reflexivas. Además, el diálogo, el discurso indirecto y el monólogo cobran fuerza y diluyen la presencia del narrador omnisciente, tan habitual en las novelas realistas. Los diálogos tienen especial relevancia, ya que reflejan el conflicto interior del protagonista. En el lenguaje literario se observa un rechazo de la retórica anterior a favor de la sobriedad y la claridad. Además, estos autores contribuyen a enriquecer el castellano buscando en las raíces populares y recuperando palabras tradicionales y terruñeras. Autores Pío Baroja es el gran narrador del 98. Fue un hombre solitario y de talante pesimista, en cuya obra se observa la influencia del filósofo alemán Schopenhauer, con su visión desengañada del mundo. Su concepción de la novela es la de un género multiforme y abierto en el que cabe todo, desde la reflexión filosófica o psicológica a la aventura, la crítica y el humor. Sus obras presentan el proceso de aprendizaje de la vida de los protagonistas a partir de la experiencia. Su interés por la acción determina la preferencia por temas de aventuras. Los protagonistas, por lo general seres inadaptados, suelen fracasar en su lucha vital. Las novelas son Lengua castellana y Literatura 2º BN estructuralmente simples, con una trama única. Además de diálogos sencillos y verosímiles, destaca su ideal de claridad y precisión en la prosa. En la extensa producción novelística de Baroja destacan varias trilogías como La lucha por la vida (formada por La busca, Mala hierba y Aurora roja), Tierra vasca (La casa de Aizgorri, El mayorazgo de Labraz y Zalacaín el aventurero) y La raza (formada por La dama errante, La ciudad de la niebla y El árbol de la ciencia). Azorín firmó con su nombre, José Martínez Ruiz, sus primeras obras. Azorín comenzó siendo el apellido de uno de sus personajes, hasta que a partir de 1904 lo adoptó como seudónimo. Fue él quien inventó la etiqueta de Generación del 98, con la que pretendía agrupar a aquellos escritores de su época que consideraba preocupados por España y hondamente afectados por la crisis de los valores tradicionales. Las novelas de Azorín tienen poca acción y reflejan más bien la preocupación del autor por el paso del tiempo, su gusto por los paisajes y su evocación nostálgica de la infancia. La narración se fragmenta en cuadros “impresionistas” que anulan el movimiento y el tiempo, por lo que a sus obras se las ha denominado novelas líricas. Entre ellas destacan La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo (trilogía llena de elementos autobiográficos), sin olvidar otras en las que refleja sus inquietudes a través de personajes míticos de nuestra literatura, como Don Juan y Doña Inés. Miguel de Unamuno fue un escritor prolífico: compuso ensayos, novelas, dramas y poemas. En todas sus obras, como él mismo dijo, no hay “más que un solo y mismo problema fundamental”, el de qué aguarda al hombre detrás de la muerte. Junto a este tema, está siempre presente su preocupación por España. La renovación de la técnica narrativa que lleva a cabo Unamuno da origen a sus nivolas (nombre que el propio autor elige para contestar a la crítica que señala que sus novelas, cargadas de elementos filosóficos, no son verdaderas novelas). Sus primeras novelas son Paz en la guerra y Amor y pedagogía. Esta última marca la transición a su nueva forma de novelar. Ya como nivola publica Niebla, obra en la que el personaje, Augusto, termina enfrentándose con el autor, quien le recuerda que tan solo es un ente de ficción. En esta obra se recoge la técnica de la nivola: renunciar a cualquier tipo de preparación previa, eliminar las descripciones, presentar al personaje en su lucha existencial y dar al diálogo un puesto de máxima importancia. Otras novelas suyas son Abel Sánchez, novela sobre el cainismo hispánico, La tía Tula y San Manuel Bueno, mártir. Esta última, para muchos su obra maestra, plantea la pérdida de fe de un cura rural y puede considerarse el testamento espiritual de Unamuno. También Valle-Inclán introduce progresivamente innovaciones en su técnica novelística hasta culminar en su creación máxima, el esperpento. Entre sus novelas destacan las Sonatas (Sonata de primavera, Sonata de estío, Sonata de otoño, Sonata de invierno), narraciones modernistas en forma de memorias del marqués de Bradomín –su protagonista-, un don Juan “feo, católico y sentimental”. Escribió además, entre otras obras, la novela “de dictador” Tirano Banderas, en la que ya se aprecia la técnica del esperpento -la deformación sistemática de la realidad-, que aparece igualmente en las novelas de El ruedo ibérico. Cercano a los presupuestos ideológicos del grupo del 98 está el novelista extremeño Felipe Trigo (1864-1916), que absorbe el naturalismo propio de las grandes obras del siglo anterior y denuncia la situación social de su época, en especial la vida rural extremeña. Es autor de El médico rural y Jarrapellejos. En cuanto a los narradores del Novecentismo, los más destacados son Ramón Pérez de Ayala, autor de Belarmino y Apolonio, y Gabriel Miró, cuyas novelas se caracterizan por la
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