Actos de habla y funciones del lenguaje, Ejercicios de Lenguaje Audiovisual

¡Descarga Actos de habla y funciones del lenguaje y más Ejercicios en PDF de Lenguaje Audiovisual solo en Docsity! SUMARUGA (El Relojero) Siempre es lindo escuchar anécdotas referidas a personajes que han sido conocidos en otras épocas. Mi amigo el Dr. Roberto Luís Martínez Grossi, reconocido escritor de Curuzú Cuatiá, me contó que a sus 85 años aún recuerda a un personaje que vivió en la ciudad en los años 40´, un relojero de apellido Sumaruga. Él tenía su relojería en Av. Mitre al 1100, a mitad de cuadra del lado sur. “Un buen día cae un paisano con una bombilla, con virolas de oro, para que el relojero Sumaruga la destapara. Al volver a su casa el paisano se da cuenta que la parte de oro había sido reemplazada por una aleación de cobre; sin esperar ni un segundo, saca su facón y se dirige como un rayo a buscarlo al relojero estafador. Sumaruga, el relojero, estaba muy tranquilo en su negocio cuando lo ve acercarse enfurecido a su cliente;antes de mediar una sola palabra salió a correr. Al llegar al cruce de Av. Mitre y Pueyrredón se encuentra con un grupo de changarines que molestaban su paso y les gritó; - “NO ATAQUEN QUE HAY CARERA”. (No atajen que hay carrera). Poco a poco la gente que se iba enterando que no podía pronunciar la “J” y para reírse de él, le preguntaba; ¿Cómo se llama tu hija? Ah! MI HICA ES LA CULIA DORA, ES LA CAQUERA DE CULITO, LE HACE LA CACA CHICA AL CULITO… (Ah! Mi hija es la Julia Dora, es la cajera de Julito, le hace la caja chica al Julito). EL AGENTE SOLÍS El agente Solís es uno de los personajes más recordados por los memoriosos del pueblo. Ellos cuentan que antiguamente no era extraño encontrarse con un agente de policía analfabeto. El más letrado tenía apenas segundo o tercer grado. Dicen que el agente Solís era una persona “extremadamente bruta” y que tal fama hizo que se convierta en el centro de atracción de todos los bromistas del pueblo. A principio del año 1940 se había producido un robo en un almacén de ramos generales ubicado en las cercanías del Barrio Alberdi, fueron testigos de este particular hecho dos vecinos del pueblo; Ramón Moreyra y Manuel Torales. Moreyra y Torales eran trabajadores que nunca habían tenido problemas con la ley. En este caso no estaban involucrados como autores materiales sino, tan sólo, como testigos. El comisario, quien debía realizar una serie de preguntas a los testigos, llama al