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Análisis Macbeth - juan varo, Apuntes de Literatura inglesa

analisis del libro Macbeth de Shakespeare

Tipo: Apuntes

2018/2019

Subido el 13/05/2019

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¡Descarga Análisis Macbeth - juan varo y más Apuntes en PDF de Literatura inglesa solo en Docsity! Escena III (Acto I) La escena III comienza con la aparición de estos personajes sobrenaturales. Ya en la primera escena habían mostrado su discurso ambiguo, en el medio del páramo. Habían demostrado que no pertenecían al mundo humano: “¿Cuándo nos volveremos a ver? ¿En el trueno, en la lluvia, en la tormenta?”; o también el lenguaje misterioso, ambiguo que usaban, tales como “lo bello es feo y lo feo hermoso” o cuando “haya derrota y victoria”. Ese lenguaje oscuro también lo empleará Mácbeth en el primer parlamento que utilice, dando a entender que realmente él comprenderá el lenguaje de las brujas, ya que ellas hablarán de lo que nadie más que él y su esposa sabían hasta el momento. Mácbeth es presentado indirectamente, pasan tres escenas antes de que realmente él aparezca. Primero es mencionado por las brujas, luego en la escena II por su victoria que es comunicada al rey quien decide darle el título de Señor Cawdor, ya que el Señor de Cawdor era un traidor y por tal motivo será sacrificado. Es interesante ver que las ropas con las que vestirán a Mácbeth son las ropas de un traidor, siendo luego él también uno. Pero Duncan confía plenamente en su pariente, y no sospecha que de él vendrá la traición. Todo esto va preparando el terreno para la aparición de Mácbeth y para mostrar en la trampa que cae. El lenguaje de las brujas suena incoherente al oído humano, y es su musicalidad lo que nos permite descubrir el poder del conjuro. Su fuerza será la de la palabra, al menos en Mácbeth. Ellas se muestran vengativas, y juguetonas con una mujer que ha rechazado sus poderes, y entonces han hecho que su marido no pueda dormir jamás: “no podrá entregarse al sueño/ ni de noche ni de día;/ su vida será maldita./ En pena un mes y otro mes,/ ha de menguar y caer;/ y aunque el barco no se pierda, / lo batirán las tormentas”. Esto que las brujas han pronosticado para el esposo de aquella que rechazó sus poderes, será precisamente lo que vivirá Mácbeth, quien en la obra se dirá que ha matado el sueño, y cuyo futuro será no poder dormir nunca dominado por el miedo a perder el poder, a ser descubierto, y las tormentas de su interior lo destruirán. Por lo tanto esta pequeña historia que antecede a la aparición de Mácbeth no es otra cosa que un anticipo de su tragedia. Él aceptará los dichos de las brujas, pero igual terminará como este hombre. Además de esta historia que antecede y anticipa la caída del protagonista, el dramaturgo pone una acotación importante en la obra, ya que las obras de Shakespeare carecen de ellas, dado que como las obras las escribía y dirigía la misma persona, no eran necesarias. Sin embargo, esta es importante porque lo que se quiere mostrar es la grandeza del personaje que entra en escena. Es el protagonista, y su ambición es el poder, así que la acotación que dice “tambor dentro” es crucial para anunciar esa llegada con pomposidad. Este tambor también le anuncia a las Hermanas Fatídicas la llegada de Mácbeth, así se preparan para realizar un hechizo antes de que éste aparezca. El primer parlamento de Mácbeth ya lo pone en conexión con estas fuerzas del mal: “un día bello y feo”, es esta antítesis la que también han usado las brujas. Es un día bello porque vienen victoriosos de la batalla, y feo porque está gris y lloviendo. Lo mismo ha sucedido con aquel extraño parlamento en que las brujas predijeron “cuando haya derrota y victoria”, porque Mácbeth vendrá victorioso, pero su derrota empezará con la aparición de estas Hermanas Fatídicas. Es importante aclarar que la expresión “fatídica” viene de “fatalidad”, así que estas hermanas representarían el destino de Mácbeth, lo que lo transforma en un héroe trágico, dado que es imposible que pueda luchar contra su destino. Sin embargo, en algún momento Banquo le dice que a veces estas apariciones nos anuncian trampas, en la que él no cae. Por lo cual cabe la pregunta de si el hombre es capaz de elegir su destino en el mundo de Shakespeare. Cuando Banquo ve a las brujas, en seguida las describe, dando a entender que no parecen seres de este mundo, no parecen humanas, pero comprenden lo que dicen, le hacen un gesto silencio, no parecen mujeres ni hombres, no hay nada en ellas normal, sin embargo Banquo no se amedrenta, habla, aunque le hayan mandado callar. Esta actitud del personaje lo va a definir, ya que a él también le van a dar alguna predicción, pero él no la tomará en serio, a diferencia de Mácbeth que desde el primer momento que las vio, quedó callado y no pudo hablar, porque él intuía qué significaba esa aparición. Recién después que Banquo termina su larga descripción, Macbeth habla, escueto, con miedo, pero no de ellas, sino de lo que ellas saben de él. Por eso las increpa a hablar. Las brujas presentan su trampa, habían dado tres vueltas antes de que Macbeth apareciera, y tres van a ser los títulos que le den. El primero es “Barón de Glamis”, el segundo “Barón de Cadwor”, y el último el de Rey. La trampa radica en que el primero es cierto, y él lo sabe, con lo cual ya es extraño que ellas lo llamen por sus títulos cuando en realidad él nunca las vio. El segundo él no lo sabe, pero en la escena anterior, el espectador había visto que ese título ya se lo habían dado a él, y que los mensajeros del Rey venían en camino para anunciárselo. Esto provocará una gran conmoción en él cuando descubra que lo que le dijeron las brujas se cumpliría, pero el tercero no sucedió ni va a suceder si él no hace algo. Cuando él descubra que el segundo es cierto, se planteará la posibilidad de acelerar el tercero, porque sabe que los manejos políticos del Rey no le permitirán serlo fácilmente, además Duncan, el Rey, aún goza de buena salud. hubieran llegado al trono el uno sin el otro. La carta terminada con esta frase deja entrever las intenciones de Macbeth. Con la expresión “ardía en deseos de preguntarles algo más” se muestra la gran curiosidad alentada por la ambición del personaje, otro no hubiera hecho tanto caso. Lo cierto es que Macbeth se conoce a sí mismo y conoce a su esposa, su “compañera de grandezas”, él tiene la ambició.n pero necesita de ella para lograr su objetivo, pues solo no se animaría. Sabe que su esposa le dará el coraje que le falta. La respuesta de ella es inmediata, está totalmente dispuesta a contrarrestar la humana bondad de su esposo. El “camino inmediato” es para ella claramente el asesinato de Duncan. La profecía de las brujas es convertida en el principal móvil de su accionar. Hay una gran comunicación y conocimiento mutuos, ella comprende el porqué de la carta, las intenciones de su marido, y sabe que él no tiene la determinación que tiene ella, necesaria para llevar a cabo el crimen. El monólogo de ella caracteriza a Macbeth con una serie de antítesis. Tiene la ambición, pero no el mal que debe acompañarla, no quiere jugar sucio, pero quiere ganancias sucias. Vemos aquí la concepción barroca del hombre, Macbeth es un hombre lleno de contradicciones, en quien el bien y el mal se debaten fuertemente. Es conflictivo, el típico hombre barroco. Lady Macbeth ya verá como urgente la concreción del hecho. “apúrate a venir para que yo pueda derramar mi coraje en tus oídos y anular con el valor de mi lengua…” ella ya se asume como la incitadora. Con la metonimia se sintetizan el valor, la audacia y la ambición que caracterizan al personaje al principio de la obra. Vemos que en su discurso las palabras “ambición”, “grande”, “altamente” y “mal” son términos de elogio, mientras que “santamente” y “humana bondad” son términos de censura. La moral no existe en ella, o está invertida. Lo bueno y lo malo se determinan en función de su ambición. Ella conoce la debilidad de su esposo, sabe cómo siente escrúpulos que le impiden actuar y se resuelve sin dudar y sin ningún conflicto a contrarrestar esta debilidad. Al contrario que su marido parece mantener imaginación, sentimiento y conciencia reprimidos. No hay en ella separación entre deseo y acción. Sin embargo, podemos percibir en ella cierta resistencia. “Todo lo que te aparta de la dorada corona con la que el destino y la ayuda sobrenatural parecen coronarte” Se da una visión muy particular del destino, que es diferente a la grecolatina. Macbeth es perfectamente libre en lo que respecta a las profecías, él no es inocente, y la profecía revela eso que está dentro suyo ya, la ambición y los pensamientos criminales, la idea de cumplir la profecía con un crimen es enteramente suya y no sale de las brujas, a pesar que ellas evidentemente lo conocen y saben cómo va a reaccionar. El destino es tomado aquí como un aliado y por lo tanto seguido, pero cuando parezca estar en contra de nuestros héroes no dudarán en buscar contrarrestarlo. En cuanto al segundo monólogo de Lady, tiene una crudeza propia de Shakespeare, y muy coherente con lo que se dice. Vemos al principio la evocación al cuervo, ser cuyo graznido era considerado anuncio de muerte próxima en una casa. Si no tuviera ninguna debilidad no sería necesaria la invocación a los espíritus para que le quiten el sexo y la llenen de crueldad, si no tuviera escrúpulos, no sería necesario pedir que se detenga el pasaje al remordimiento. Se hace una doble referencia al sexo femenino como el sexo débil. Ella quiere dejar de ser mujer para dejar de ser débil. Se transforma en una mujer híbrida, dura y cruel, más que su marido hombre. Se alude a la femineidad también desde la perspectiva de la maternidad, la leche que se da a los hijos en un extremo acto de amor es para ella un estorbo, un obstáculo en el camino de lo que desea convertirse. Se evoca finalmente a la noche, con lo que el parlamento termina de infundir terror en el espectador. LM está evocando a la más extrema maldad y pidiendo que se apodere de ella para que ni el cielo sea capaz de detenerla. Se presenta aquí la posibilidad de ver a Lady como una cuarta bruja, por su llamado a lo sobrenatural, por la negación de su propia femineidad y también en su rol de incentivo a Macbeth, de todos los pensamientos e impulsos criminales que ya tiene, al igual que lo fueron las otras brujas. El saludo a su marido es un resultado del proceso que viene viviendo, no es un saludo amoroso, sino que olvida todos los peligros que ha vivido su esposo, y la gloria que ha ganado y va directo al grano del tema que la ocupa, su ambición y el crimen, manifestando que ya no está en el presente sino que está en el futuro, tiempo en el que se concreta el deseo. Macbeth, por otro lado, presenta afecto por ella, diciéndole “mi querido amor”. Estas dulces palabras confirman que el amor los une. Lady Macbeth toma decisivamente una posición superior y asume la dirección del asunto, queriendo conducir a su marido, inmediatamente comienza a hacer lo que había planeado. Aparece el tema de apariencia y realidad, que es un tópico que atraviesa toda la obra, y que es muy propio del Barroco. Le dice que debe aparentar ser como los demás, ser como los demás en su aspecto exterior, parecer algo que no es. Ademá, lo anima pintando el hecho como algo heroico, haciéndolo parecer algo que no es, “el gran negocio”, obviando el aspecto de la crueldad y la traición. Apariencia también es lo que muestra ella, que por un lado y a solas demuestra la necesidad de recibir ayuda sobrenatural, pero ante Macbeth se muestra absolutamente determinada y firme, sin rasgo de duda, ni necesidad de ayuda. Escena VII Esta escena muestra al principio un monólogo de Macbeth, en el que se nos confirma lo que ya sabíamos de él gracias a Lady Macbeth. Está presente en él la duda, y la preocupación, tiene la ambición pero no quiere las consecuencias del crimen, tal y como lo había dicho su esposa. Manifiesta que si el asesinato no tuviera consecuencias lo haría rápidamente, pero sí las tiene, los crímenes son acciones que se vuelven contra su creador. “Somos juzgados aquí ... imparcial justicia” La noción shakesperiana es que los crímenes se expían en la tierra. A continuación Macbeth enumera todos los agravantes del delito que desea cometer, es pariente y vasallo de Duncan. También es su anfitrión, lo que lo obliga a cuidarlo de posibles asesinos, mucho menos serlo él. Además Duncan es un buen rey y muy virtuoso en su tarea. La crónica en la que se basa Shakespeare no indica esto, sino que dice que el Duncan histórico era débil e indolente, por lo que los nobles lo sacaron del trono. El dramaturgo se toma sus libertades respecto de esto, para acentuar más la gravedad del crimen de Macbeth. Vale la pena mencionar que Dante colocó en el último círculo del Infierno a los traidores y los dividió en cuatro tipos, traidores a la patria, a la familia, a los benefactores y a los huéspedes, Macbeth estaría incurriendo entonces en todos esos tipos de traición. Contra todos estos argumentos en contra Macbeth sólo tiene su ambición como incentivo para perpetrar el crimen, lo que nos indica que está cambiando de opinión. Al llegar ella se nos confirma que esto es verdad, él le dice que no puede llevar a cabo el crimen contra quien le ha dado tan importante reconocimiento por sus acciones heroicas, dice que debe apreciar este honor, en vez de buscar inmediatamente otro mayor, por la vía del crimen. Lady Macbeth entonces responderá de la manera que ya sabemos, cuestiona entonces qué pasó con la esperanza que antes tenía, si la misma se tiñó de miedo (los colores verde y blanco en Shakespeare aluden justamente al miedo). Apela también a lo afectivo, diciendo que si tan rápidamente cambia de opinión, igual de poco confiable debe ser su amor. Conociéndolo sabe que debe apelar a lo emocional y a la cobardía para persuadirlo, y evita mencionar lo moral, pues sabe que no es eso lo que lo detiene, y resume esta duda diciendo que puede en él más el miedo que la voluntad. Macbeth le responde que él no puede hacer nada que exceda su naturaleza humana, y el crimen es inhumano. Para ella esto no es algo negativo, ya habíamos visto que ella desea librarse de parte de su humanidad para poder cumplir con su cometido, ella ve la humanidad como un estorbo, argumenta entonces que el crimen lo pondría por encima de los hombres. Le cuestiona entonces qué lo llevó a desear cometer el homicidio, y le dice que lo quería cometer aunque la situación no se prestara, pero cambia de opinión ahora que la situación es ideal. Finalmente cuestiona ella su honor al decir que está faltando a su juramento, y nos da una imagen sumamente siniestra, nuevamente se alude a su leche materna, diciendo que por un juramento sería capaz de arrancar a un hijo del pezón y estrellar su cabeza, posiblemente de los crímenes más crueles que pueden imaginarse. Ella sigue negando los aspectos de la ternura y el amor que acompañan a la maternidad y a la femineidad, y sigue aparentando ante Macbeth la seguridad, crueldad y determinación total, que a él le faltan, pero a ella también. Después de todo, ella se manifestará incapaz de perpetrar el crimen pues el rey dormido le hace acordar a su padre, y será Macbeth quien finalmente lo haga. Macbeth luego le plantea su duda real, su preocupación por el fracaso. La respuesta de ella es muy clara, el plan es tan infalible que es imposible que fracasen. Describe entonces el plan de emborrachar a los guardias del rey, para luego incriminarlos. Maravillado ante lo urdido por su esposa Macbeth le dice que sólo de luz a hombres, con lo que se relaciona nuevamente lo masculino al valor y a la fortaleza. Su marido está reconociendo en ella esas características masculinas que ella antes buscaba. Se continúa el juego de apariencia y realidad, usando sus puñales y manchándolos de sangre podrán inculpar a los guardias, y nadie lo dudará si actúan afligidos por la muerte. Macbeth alude a esto directamente hablando de que darán “el más bello espectáculo”. Finalmente se convence y se decide a perpetrar el crimen y a montar el teatro posterior. Escena IV (Acto II) Escena I (Acto III) Cuando Macbeth habla con el sirviente y éste último sale Escena I (Acto IV) A partir de la intervención de la segunda bruja, cuando entra Macbeth Escena V (Acto V)
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