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El Humanismo en España: Desde Petrarca a Nebrija y Mena - Prof. González Soriano, Apuntes de Literatura Española

Historia de la Literatura EspañolaLiteratura Española del RenacimientoHumanismo en España

El desarrollo del humanismo en España durante los últimos años del siglo XV. Se destaca la importancia de Petrarca y la adopción del método literario de imitatio. Se mencionan los humanistas españoles Elio Antonio de Nebrija y Juan de Mena, y se analiza su contribución a la literatura y la lengua castellana. Además, se discute la influencia de humanistas italianos, como Dante Alighieri, y la evolución de la literatura española hacia obras como 'La Celestina' de Juan de Mena.

Qué aprenderás

  • ¿Cómo se adoptó el método literario de imitatio en España?
  • ¿Cómo se relacionan las obras de humanistas italianos, como Dante Alighieri, con el desarrollo del humanismo en España?
  • ¿Qué fue la contribución de Elio Antonio de Nebrija a la literatura y la lengua castellana?
  • ¿Qué papel desempeñó Petrarca en el movimiento humanístico?
  • ¿Qué significa la obra 'La Celestina' de Juan de Mena en el contexto del humanismo español?

Tipo: Apuntes

2020/2021

Subido el 21/02/2022

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¡Descarga El Humanismo en España: Desde Petrarca a Nebrija y Mena - Prof. González Soriano y más Apuntes en PDF de Literatura Española solo en Docsity! 1 María Paula Durán Bolívar TEMA 4: LOS HUMANISTAS EL GRUPO DE LOS HUMANISTAS. HUMANISMO Y LITERATURA RENACENTISTA: DE LA FORMA, AL PENSAMIENTO Y LA VIDA. DE NERBIJA Y VIVES A LA CELESTINA Y EL LAZARILLO. EL “HUMANISMO” DE LOS NOVECENTISTAS (EUGENI D’ORS, GREGORIO MARAÑÓN). ÍNDICE 4.1. El Humanismo ....................................................................................................................................... 1 4.1.1. Francisco Petrarca .......................................................................................................................... 2 4.2. El Renacimiento .................................................................................................................................... 2 4.3. Elio Antonio De Nebrija ......................................................................................................................... 3 4.4. Juan De Mena ........................................................................................................................................ 3 4.5. Fernando De Rojas ................................................................................................................................ 4 La Celestina ................................................................................................................................................... 4 4.6. Juan Luis Vives ...................................................................................................................................... 7 4.7. La novela picaresca ............................................................................................................................... 7 El Lazarillo de Tormes .................................................................................................................................. 8 4.8. El “Humanismo” de los novecentistas .................................................................................................. 10 4.8.1. El ensayo ...................................................................................................................................... 10 4.8.2. Eugeni D’Ors ................................................................................................................................ 11 4.8.3. Gregorio Marañón ........................................................................................................................ 11 4.1. EL HUMANISMO En los años finales del siglo XV se desarrolla en España el humanismo. Llamamos así a un movimiento cultural, de origen italiano, que se difunde por toda Europa y cuyo máximo impulsor había sido, en la centuria anterior, Francesco Petrarca. Lejos ya de la visión teocéntrica propia de la Edad Media, los humanistas tienen al hombre por centro de sus preocupaciones. Se revaloriza el culto de las letras (los llamados studia humanitatis) y las bellas artes, se vuelven los ojos hacia la Antigüedad clásica grecolatina, y se escribe tanto en latín como en las diversas lenguas vernáculas. En su apogeo, el movimiento humanístico se vio enormemente favorecido por el desarrollo de la imprenta, extendiéndose en los siglos XVI y XVII. El movimiento humanista nace, según Francisco Rico (El sueño del humanismo. De Petrarca a Erasmo, Barcelona, crítica, 2014), “alrededor de 1300 en los comuni (comunas o municipios) italianos, en cuya vida urbana valían tan poco los silogismos -argumento que consta de tres Clase 19/04/2021 2 preposiciones, la última de las cuales se deduce necesariamente de las otras dos- de la escolástica cuanto interesaba un saber abierto a más amplias experiencias personales y colectivas”. El humanismo instaura una actitud que, sin cuestionar -en general- lo religioso, impone el reconocimiento de los derechos terrenales de los humanos. Los humanistas hablan de la dignidad del hombre, independizan la filosofía de la teología y desean que la razón actúe en zonas antes reservadas a la fe revelada. Creen los humanistas que ese ideal antropocéntrico lo había vivido la Antigüedad grecorromana, y que el cristianismo medieval lo había sustituido por un teocentrismo absoluto. Emprenden por ello la restauración de los ideales clásicos, mediante la recuperación y estudio de los textos griegos y romanos olvidados y a su difusión en libros impresos. Sucesivamente serán también muy estimados y apreciados los propios grandes humanistas -a la cabeza, Petrarca- y escritores italianos en lengua romance, en quienes se ve una encarnación de los genios de la antigua Roma. “Es un llamativo número de casos -asegura Francisco Rico-, la sucesión directa de maestros y discípulos puede seguirse durante cerca de dos siglos desde la edad de Petrarca (…). De suerte que ni siquiera sería exagerado afirmar que el humanismo fue en muchos puntos el proceso de transmisión, desarrollo o revisión de las grandes lecciones de Petrarca”. 4.1.1. FRANCISCO PETRARCA Francisco Petrarca (1304-1374) fue impulsor y difusor de los ideales humanistas. Quiso restituir a Italia -fragmentada políticamente- su antiguo esplendor, proponiéndole el modelo de la Roma clásica. Escribió en latín y en italiano. Sus obras latinas, sobre todo las de filo sofía moral, fueron leidísimas en el siglo XV e influyeron mucho -por ejemplo- en Fernando de Rojas, el autor de La Celestina. Pero, en el siglo XVI, fue mayor la repercusión de su obra italiana, sobre todo del Canzionere (Cancionero), impresionante conjunto de poemas de amor inspirados por la vida y la muerte de su amada Laura. La influencia de Petrarca y de sus seguidores, tanto en temas como en métrica, que reciben los poetas españoles (Garcilaso de la Vega), franceses, ingleses y portugueses, dará lugar a toda una corriente literaria (el petrarquismo) y marca la aparición del Renacimiento de estos países. 4.2. EL RENACIMIENTO Del humanismo surgirá el Renacimiento, movimiento que, a lo largo del XVI, aplicará los ideales difundidos por los humanistas a todas las actividades culturales, e incluso políticas. En todas ellas, se adoptan modelos clásicos (la cultura clásica renace), adaptándolos a los nuevos tiempos. Y el ejemplo de los grandes modelos impulsa también una fuerte creatividad original. El método literario adoptado por los escritores europeos del Renacimiento, recomendado por Petrarca y los humanistas, consiste en la imitatio, leer a los antiguos y también a los italianos -la primera obra italiana que tuvo gran repercusión en España fue la Divina Comedia, de Dante Alighieri- reteniendo en la memoria las acuñaciones verbales que más gusten y cuanto llame la atención. Y después, al escribir, echar mano de aquel recuerdo para enriquecer la escritura propia. El escritor -como tantas veces se afirmó entonces- debe parecerse a la abeja que, libando de flor en flor, elabora con el polen su propia miel. Quien solo se limite a acarrear recuerdos, sin convertirlos en obra propia, se parecerá a la hormiga: será mal poeta, plagiario. De ahí que los 5 ciudades con un nuevo título, Tragicomedia de Calisto y Melibea, y con importantes novedades: 5 nuevos actos, diversas modificaciones y supresiones y un prólogo en el que Rojas justifica tales cambios. Este es el texto definitivo que ha pasado a la historia con el título de La Celestina, nombre del personaje más significativo de la obra. El éxito de la Tragicomedia será inmenso y las ediciones se sucederán desde entonces. ▪ Género: La Celestina es una obra de difícil adscripción a un género literario concreto. Está totalmente escrita en forma dialogada; esto ha hecho que para unos se trate de una obra de teatro, mientras que otros piensan que estamos ante una novela dialogada. Aunque se le llamó comedia y tragicomedia, no es representable debido a su considerable extensión (aunque se representa en versiones convenientemente reducidas) y a los cambios espacio- temporales. La obra se podría adscribir a un subgénero característicamente medieval, creado por Petrarca –cuya huella es abundante en La Celestina a partir del segundo acto– en el siglo XIV, llamado comedia humanística, que alcanzó gran difusión en Italia, entre cuyos rasgos figuran: la sencillez argumental y la lentitud expositiva –está destinada a la lectura–, el interés por lo contemporáneo, personajes selectos y vulgares, mezcla del estilo oratorio y sentencioso con el popular y hasta obsceno, con abundancia asimismo de erudición clásica, para lo cual se utilizaba el latín; Rojas mostró que era posible hacerlo, y magistralmente, en español. ▪ Argumento: Calisto, joven de linaje noble, encuentra a Melibea, de «serenísima sangre», y queda súbitamente enamorado. Ella lo rechaza, y un criado suyo, Sempronio, le recomienda los servicios de una vieja alcahueta, Celestina, en cuyo prostíbulo tiene él un amante. La vieja logra con sus artes doblegar la voluntad de la doncella y propiciar los encuentros amorosos de la pareja, confabulándose con Sempronio y otro criado de Calisto, Pármeno, para explotar la loca pasión de su amo. Tras reclamar a Celestina parte de la recompensa con que Calisto la había gratificado, ambos matarán a la vieja cuando esta se niegue a repartir sus ganancias con ellos. Prendidos por la justicia, serán ejecutados. El galán, visitando una noche en el huerto a su amada oye ruidos en la calle y, temiendo una celada, va a saltar, como acostumbra, por la tapia; pero cae y muere. Melibea, al conocer el fin de su amado y, tras descubrir a su padre, Pleberio, sus amores secretos con Calisto, se suicida arrojándose desde lo alto de una torre. La obra acaba con un largo parlamento paterno en forma de llanto. ▪ Personajes: por primera vez en la literatura mundial, Fernando de Rojas hace que personajes de muy distinta condición convivan en una misma obra. Por un lado, están Celestina y sus criados: pragmáticos, materialistas, codiciosos, movidos por intereses rufianescos; y por otro, el mundo de Calisto y Melibea, más refinado o idealista, pero también con sus propias flaquezas: hipocresía, egoísmo, ostentación…Los dos mundos retratados solo se diferencian en las formas; su diferencia es más de calidad social que humana. La lujuria y la falta de conciencia moral es común a ambos, todos están sujetos a grandes pasiones que buscan calmar a cualquier precio, hasta provocar la tragedia. Si Celestina es hipócrita e interesada, si Elicia, Areúsa y los criados velan, sobre todo, por su provecho y por satisfacer sus apetitos, los protagonistas nobles no son ejemplos de virtud ni de altura moral: así, el egoísmo de Calisto o las artimañas de la propia Melibea. Los padres de esta, mientras tanto, están sujetos en buena parte a los convencionalismos de clase y de época. 6 ▪ Lenguaje y estilo: coinciden en la obra la lengua culta y erudita y la lengua popular, planos lingüísticos que se corresponden con los dos grupos de personajes que integran la obra: los de elevada clase social y los de las clases bajas. Rojas introduce la importante novedad de que, en general, los personajes hablan de una forma u otra con arreglo a su condición social (en la literatura anterior, los personajes, con pocas excepciones, hablaban todos con un mismo estilo, el que el adoptaba su autor), aunque algunos de ellos, como la vieja Celestina, pueden cambiar de registro según el interlocutor o la situación en la que se encuentren. La lengua culta abunda en latinismos, frases largas, verbos al final de la oración, utilización de sentencias cultas o citas de la Antigüedad clásica. La lengua popular, por el contrario, viva y rápida, con numerosos refranes (convención literaria para caracterizar a los personajes incultos, que utilizó el Arcipreste de Hita y que prologará Cervantes a través de Sancho Panza), frases cortas, expresiones coloquiales, chistes, insultos… Ambas lenguas quedan a veces enfrentadas explícitamente cuando los criados se burlan del lenguaje retórico y vacuo de los señores. ▪ Temas e ideología: amor, muerte, codicia, egoísmo, lucha de clases son temas centrales de La Celestina: amor, que es ciega pasión o puro interés, entre los protagonistas nobles y también en las personas de baja condición social (lo cual es muy novedoso en la literatura culta); muerte, en gran parte de los personajes; codicia, en los criados y la vieja alcahueta, pero también en figuras como Pleberio, que ha dedicado su vida a atesorar bienes y cuyo amor paternal aparece cosificado igualmente por los nuevos valores burgueses: Melibea es ante todo la heredera perdida; egoísmo, en Calisto y Melibea y en todos en general; lucha de clases, en fin, desde la primera página de la obra hasta la última. La Celestina cerraría, de modo brillante y revelador, la literatura castellana medieval, mostrando abiertamente el conflicto entre los viejos valores y los nuevos de una sociedad competitiva y groseramente materialista. Hemos visto en temas anteriores cómo es característica del mundo medieval la mezcla confusa de lo natural con lo sobrenatural (así, Berceo, el Arcipreste de Hita, las Cantigas de Alfonso X…). El Renacimiento, ya a las puertas, impuso un trazado neto entre ambos orbes. La Celestina es obra de transición: por un lado, sus peripecias se desarrollan, y bien descarnadamente, en un plano estrictamente humano; pero, por otro, todos los personajes pagan al final su demencia o su maldad, como si la mano de Dios anduviera haciendo justicia en los asuntos mundanos. Y así, aunque la obra hunde sus raíces en la Edad Media, aparece instalada ya en las fronteras del Renacimiento. Clase 26/04/2021 Si Francesco Petrarca había sido el máximo impulsor del movimiento humanístico, el humanista del siglo XVI más influyente fue el holandés Erasmo de Rotterdam. Dotado de una gran capacidad satírica (así, su Elogio de la locura), contribuyó a la difusión de los clásicos, como el gran satírico griego Luciano de Samosata; y fue a la vez fustigador de las malas costumbres eclesiásticas. Propugnó una espiritualidad cristiana auténtica, y su fuerza argumentativa lo hizo sospechoso de contactos con el protestantismo; no se incorporó, sin embargo, a la Reforma. 7 4.6. JUAN LUIS VIVES Según Menéndez Pelayo, Juan Luis Vives fue “el genio más universal y sintético que produjo el siglo XVI en España”. Judío converso (se sabe que su padre fue condenado en un auto de fe y quemado vivo en 1524), Vives salió de España a los veinte años de edad y nunca regresó a su país. Profesor en la Uni versidad de Lovaina, su obra, escrita íntegramente en latín, abarca diversas disciplinas pero especialmente la pedagogía y la psicología, siendo considerado por De anima et vitae (1538) como precursor de esta última: “No hay conocimiento de cosa alguna más importante que el del alma (…) y que tenga mayor utilidad para las materias más altas”. Vives fue autor también del primer diálogo español de filiación lucianesca, De Europae dissidiis et bello túrcico, donde refiere la historia reciente de Europa junto a reflexiones sobre la corrupción moral y religiosa de la cristiandad. Vives conoció a Erasmo en persona y el erasmismo tuvo gran influencia en su obra. 4.7. LA NOVELA PICARESCA Junto al diálogo, será la novela la que alcance en España un gran desarrollo durante el Renacimiento, que culminará con la aparición de las obras de Cervantes. Durante la primera mitad del XVI, el género novelesco predominante fue el de los libros de caballerías, surgiendo con posterioridad otros subgéneros que se disputan el gusto de los lectores, como la novela pastoril (deudora de la bucólica clásica de Virgilio y de los autores italianos renacentistas que la recrean -La Diana, de Jorge de Montemayor-), la novela morisca (donde se presenta la figura Esta expansión del humanismo propiciará que las obras en prosa redactas en lengua vernácula sean cada vez más frecuentes, aunque siguen siendo muy numerosas las escritas en latín. Durante el siglo XVI se cultiva un tipo de prosa didáctica que resucita géneros de origen grecorromano como el diálogo, en el que destacarán los erasmistas conquenses Juan y Alfonso Valdés. Aquel escribió el famoso Diálogo de la lengua, donde expone el ideal renacentista de la lengua sencilla pero cuidada. Su hermano Alfonso es autor de dos importantes obras: Diálogo de las cosas ocurridas en Roma y Diálogo de Mercurio y Carón. La primera es una apasionada defensa de la política imperial de Carlos I y un violento ataque contra las actitudes del Papado, al tiempo que una sátira demoledora de las costumbres eclesiásticas; en la segunda obra expone el ideal erasmista de un Estado universal fuerte y pacífico, y sus deseos de reformas religiosas. Morisco: moro convertido al catolicismo en territorio cristiano. Mudéjar: musulmán que vive en territorio cristiano. Mozárabe: cristiano que vivían en territorio musulmán. Muladíes: cristianos convertidos al islam en territorios musulmanes. Las ideas morales y religiosas de Erasmo penetraron profundamente en ciertos escritores españoles, dando origen al erasmismo español, en permanente conflicto con las fuerzas que se le oponían por parte de la Contrarreforma. Este pensamiento impregnará una parte considerable de nuestra literatura. 10 4.8. EL “HUMANISMO” DE LOS NOVECENTISTAS En el campo del arte y la cultura, el primer tercio del siglo XX fue particularmente fértil. Frente al apogeo industrial y el “malestar de la civilización” del que tanto se hablará tras la Gran Guerra, se produjo una verdadera explosión creativa en unos años de cambio vertiginoso en Europa, tanto a nivel tecnológico como científico y social. Reflejo en nuestras letras de esas nuevas orientaciones ideológicas y estéticas será la aparición de una generación de escritores cuyo marcado carácter intelectual, su tendencia a la reflexión y la abundancia entre ellos de críticos, filósofos, historiadores, eruditos, profesores, etc., hacen que el género del ensayo sea una de sus formas de expresión preferidas junto con la novela, alcanzando así una gran notoriedad la obra de varios de los ensayistas de aquella generación. En general, son todos escritores con una gran formación intelectual, reflejada tanto en la profundidad y sistematización de sus ideas como en la propia creación literaria. También se aprecia en ellos -a veces- cierto elitismo minoritario. Gustan, asimismo, de una obra reflexiva y bien hecha, preocupada por la construcción, el arte y la pulcritud formal. Se conoce así como novecentismo al movimiento cultural que, en la segunda década española del XX, utilizando como nombre y bandera el nuevo siglo y con el Renacimiento humanista como referente, se opone a cuanto se considera propio del ochocientos. En el campo literario, se tienen por decimonónicos no solo el romanticismo y el realismo, sino la literatura finisecular que, de forma genérica, se denomina “modernista” dentro del ámbito hispánico. El término “novecentismo” -o su equivalente catalán noucentisme- fue usado ya en 1906 por Eugeni D’Ors para designar aquellas tendencias que se despegaban rotundamente de las formas artísticas y literarias heredadas del siglo XIX. Lo significativo de la fecha de 1914, cuando comienza la I Guerra Mundial y con ella concluye, social y políticamente, el siglo XIX, ha hecho que los novecentistas se les denomine también generación del “14”. También “Generación de Ortega” se ha llamado alguna vez a dicho grupo novecentista o del “14”: ello indica el puesto central que ocupa el insigne pensador. En efecto, Ortega y Gasset preside la misma y es su figura más universal. Cima de la filosofía española contemporánea, es un lúcido espectador de la vida y la cultura, además de un gran prosista. Junto a él, destacarán sutiles pensadores de diferentes temas humanos, históricos o culturales, como Manuel Azaña, protagonista dentro de la política en la II República además de escritor; el catalán Egueni D’Ors, autor de los famosos Glosari; Ramón Pérez de Ayala (de quien se decía que era un escritor “helénico”, por la pulcritud de su estilo y su dominio de las lenguas clásicas) o el doctor Gregorio Marañón. En diversos campos sobresaldrán asimismo Américo Castro, filólogo, crítico e historiador, así como su oponente Claudio Sánchez Albornoz; Salvador de Madariaga, historiador y ensayista liberal; etc. 4.8.1. EL ENSAYO Considerado como un género literario desde finales del siglo XVI, con la aparición de las obras Essais (1580) y Essays (1597) de Michel de Montaigne y Francis Bacon, respectivamente - si bien existían diversos antecedentes no ficcionales en la tradición literaria oriental y occidental-, actualmente el ensayo es definido por el DRAE como “escrito en prosa en el cual un autor desarrolla sus ideas sobre un tema determinado con carácter y estilo personales”. En España, los antecedentes literarios del género ensayístico surgen en el Renacimiento, entre los siglos XV-XVI, desarrollándose mediante formas “afines o asociadas al ensayo aunque no sean 11 tales”: epístolas, diálogos, anotaciones, misceláneas, discursos, memorias…, unos subgéneros clásicos protoensayísticos “que legitimaban el recurso argumental a la primera persona (…). De todo ello conserva su huella el ensayo y todas estas formas se han aducido como antecedentes obligados del yo ensayístico” (José-Carlos Mainer, “Prólogo general” en Jesús Gómez (ed.), El ensayo español. 1. Los orígenes: siglos XV a XVII, Crítica, 1996). 4.8.2. EUGENI D’ORS Agudo meditador sobre arte y cultura, se caracterizó por un temperamento clásico y, a la vez, muy abierto a las novedades intelectuales y estéticas. Aparte de alguna interesante novela escrita en catalán y de la miscelánea Oceanografía del tedio (1916), tal vez la cima de su prosa, son muy característicos de su quehacer las “glosas”, breves e ingeniosos comentarios sobre temas diversos recogidos en los varios tomos de su Glosari, iniciado en catalán en 1906 y continuado luego en español, a partir de 1917, cuando se separó del catalanismo. En ellas defendió la vuelta al clasicismo humanista, mayor rigor en la creación artística, un estilo elegante y una actitud vital optimista, con lo que se oponía directamente al modernismo decadente. De hecho, fue D’Ors quien acuñó el vocablo noucentisme, equivalente al “Novecentismo” castellano. Otros títulos ensayísticos, como Tres horas en el Museo del Prado (1923) o Lo barroco (1935) le dieron una autoridad mundial como crítico de arte. Destaca en él la capacidad de observación y su estilo cuidado y de gran plasticidad. Otro de sus ensayos que puede resultar interesante: Introducción a la vida angélica. 4.8.3. GREGORIO MARAÑÓN Médico eminente y humanista liberal, aunaría como ninguno la condición científica con la de hombre de letras. El éxito de monografías como Amor, conveniencia y eugenesia supuso un punto de inflexión en el pensamiento de la época. En ella se acercaba a un tema social, el matrimonio, que enlazaba con sus preocupaciones sobre educación sexual, que le llevaría a fundar, en 1932, la sección española de la Liga Mundial para la Reforma Sexual. Igualmente, Marañón estudiaría biográficamente a figuras del pasado (El Conde Duque de Olivares: la pasión de mandar; Tiberio: historia de un resentimiento; etc.) ahondando en sus rasgos fisiológicos y psicológicos; y dedicó ensayos a personajes literarios (Don Juan) y a temas políticos, sociales, morales o artísticos. En sus obras destacan la ecuanimidad en el enfoque, la vocación de educador de la conveniencia nacional y la elegancia de estilo. (el profe tiene un artículo sobre esto).
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