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Orientación Universidad
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apuntes de logica y argumentacion, Resúmenes de Lógica

material de uso que les va brindar la informacion necesaria

Tipo: Resúmenes

2019/2020

Subido el 05/05/2020

GIGIBONI
GIGIBONI 🇦🇷

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¡Descarga apuntes de logica y argumentacion y más Resúmenes en PDF de Lógica solo en Docsity! Esta obra está bajo licencia 2.5 de Creative Commons Argentina. Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Documento disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE) de la Universidad Nacional de La Plata. Gestionado por Bibhuma, biblioteca de la FaHCE. Para más información consulte los sitios: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar Palau, Gladys Lógica formal y argumentación como disciplinas complementarias CITA SUGERIDA: Palau, G. (2014). Lógica formal y argumentación como disciplinas complementarias [en línea]. La Plata : Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.359/pm.359.pdf Biblioteca Humanidades LÓGICA FORMAL Y ARGUMENTACIÓN COMO DISCIPLINAS COMPLEMENTARIAS Gladys Palau Noa le A lil VU Ad ed cc US O E FAHCE Universidad Nacional de La Plata a p Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Pes Universidad Nacional de La Plata Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Decano Dr. Aníbal Viguera Vicedecano Dr. Mauricio Chama Secretaria de Asuntos Académicos Prof. Ana Julia Ramírez Secretario de Posgrado Dr. Fabio Espósito Secretaria de Investigación Dra. Susana Ortale Secretario de Extensión Universitaria Mg. Jerónimo Pinedo – 5 – ÍNDICE PREFACIO ........................................................................................... INTRODUCCIÓN Lógica y argumentación: una breve reseña histórica ............................. CAPÍTULO 1 La lógica natural .................................................................................. 1.1. Una posible caracterización 1.2. La primera propuesta de formalización de la lógica natural 1.3. La lógica natural como obstáculo epistemológico 1.4. La lógica natural y la psicología experimental CAPÍTULO 2 Las primeras extensiones de la lógica clásica ........................................ 2.1. La teoría referencial del significado 2.2. La semántica de Kripke 2.3. Consecuencias lógico-filosóficas de la concepción kripkeana 2.4. El concepto de necesidad en la lógica natural CAPÍTULO 3 Otras lógicas ........................................................................................ 3.1. Lógicas divergentes 3.2. El test de Ramsey 3.3. Condicionales contrafácticos y mundos posibles 3.4. Los condicionales de la lógica de sentido común 3.5. La lógica de normas y derrotabilidad CAPÍTULO 4 Nociones de consecuencia lógica ........................................................... 4.1. La noción de consecuencia de la lógica clásica 8 10 15 29 36 49 – 6 – 4.2. La “intuición” de K. Hempel 4.3. El intermezzo: La noción de consecuencia de la lógica condicional 4.4. La noción de consecuencia de los argumentos de sentido común CAPÍTULO 5 Lógica y argumentación ........................................................................ 5.1. Consecuencia lógica y clasificación de los argumentos 5.2. El esquema de análisis propuesto por S.Toulmin 5.3. La propuesta de D. Walton CAPÍTULO 6 Reflexiones finales ................................................................................ Bibliografía ......................................................................................... 58 72 84 – 9 – clasificación de los argumentos de sentido común según sea la noción de consecuencia lógica de los mismos que modifica la conocida clasi- ficación de Peter Flach. Luego presentamos las propuesta de Stephen Toulmin y de Douglas Walton para el análisis de los argumentos pero reformulando esta última en términos de la noción de consecuencia lógica no monótona. Finalmente, la problemática expuesta nos con- dujo a culminar este trabajo reflexionando acerca de qué debe enten- derse por “lógica”, porqué hay que enseñarla y cómo hacerlo. Buenos Aires, julio de 2013 – 10 – INTRODUCCIÓN Lógica y argumentación: una breve reseña histórica Por ser una disciplina de estricto origen filosófico pero luego in- corporada a otros saberes como la matemática, la lingüística y otros tantos, la lógica en tanto ciencia puede ser concebida desde distintas perspectivas filosóficas que condicionan sus contenidos y la forma de presentarlos y analizarlos. Por ello, comenzaremos por hacer una breve reseña de su historia a los efectos de que ella nos ayude a res- ponder a la pregunta sobre qué tipo de ciencia es la lógica y sobre su relación con la teoría de la argumentación. La lógica clásica, tal como fue iniciada por Aristóteles y enriqueci- da tanto por los estoicos y megáricos como por los lógicos medievales perduró sin crítica alguna hasta el surgimiento del llamado psicolo- gismo, plasmado en el libro de A. Arnauld y P. Nicole La Logique et L’art de penser, aparecido en el año 1662 y vigente hasta 1870. En él se proponía como objeto de la lógica en tanto ciencia o arte la des- cripción de cómo pensaba la gente.1 Esta propuesta sorprende por- que Aristóteles ya había concebido argumentos no deductivos en sus obras Retórica y Tópicos. Opinan sus comentadores que Aristóteles llamaba “topos” a los argumentos usados por los sofistas y de ahí que muchos hayan propuesto llamarlos “puntos de vista”2 coherentemen- te con su concepción de la dialéctica, la cual -a diferencia de Platón- 1 G.Palau, Lógica y Psicología, en Filosofía de la Lógica, Enciclopedia Ibe- roamericana de Filosofía. Ed. Trotta, 2004. Tomo 27. 2 Walton et al, Argumentation Schemes, Cambridge 2008.cap. The History of schemes. – 11 – Aristóteles la concebía como método para encontrar argumentos a través de distintos puntos de vista (topoi), o sea como el método para buscar conclusiones probables a partir de las opiniones aceptadas en común (o endoxa). Esta corriente de la lógica en tanto dialéctica, si bien se continúa en Cicerón y Boecio, y en Abelardo en el siglo XIII, renace recién en el siglo XVII con la obra de Arnauld y Nicole ya mencionada, aunque con un sentido algo diferente de los topoi aristotélicos porque ya no fueron considerados herramientas para lograr inferencias entimemá- ticas sino que se convirtieron en herramientas clasificatorias de los argumentos. Esta vertiente de pensamiento se consolida en el llama- do psicologismo de W. Wundt, C. Stewart y T. Lipps entre otros y se extiende hasta principios del siglo XX. Es casi una paradoja histórico-filosófica que el Ars combinatoria de Leibniz, escrita en 1664, o sea dos años después que la Logique de Port Royal, haya pasado desapercibida para los interesados en la ciencia de la lógica, y que el Calculus Ratiocinator de Leibniz se pu- blicara recién en el siglo XIX, precisamente en el momento del surgi- miento de una ciencia no filosófica conocida hoy como álgebra de la lógica de Boole (1848), y que la lógica clásica se consolidara recién en la obra de Frege Begriffsschrit (Notación conceptual) de 1879 y final- mente tomara la versión tradicional en The Principles of Mathematics de Bertand Russell de 1903, y en Principia Mathematica de Russell y Whitehead de 1920 a las que necesariamente deben agregarse al menos las escritas entre 1900 y 1920 por los lógicos polacos Luka- siewicz, Lesniewski y Jaskowski.3 Finalmente, es posible afirmar que, aunque con visiones distintas acerca de la naturaleza de la lógica, la una poniendo el acento en la verdad lógica y la otra en el proceso de deducción, los Grundlagen der Mathematik de Hilbert y Bernays, escrita entre los años 1934 y 1939 y el libro de G. Gentzen, Investigations into logical deduction (Untersuchungen über das Logische Schlissen) constituyen las obras cumbre de este glorioso periodo de la lógica matemática o si se prefie- re, lógica simbólica, hoy generalmente denominada lógica clásica. De 3 Para una lista casi completa de las producciones en lógica matemáti- ca desde Leibniz hasta 1935, ver A Bibliography of Symbolic Logic de Alonzo Church en The Journal of symbolic logic, vo. I, Nª 4,12/1936. – 14 – lugar al surgimiento de los llamados sofistas, de quienes se afirma que elaboraron sus discursos con los fines prácticos de defender los reclamos del pueblo. De ahí que, a diferencia de la lógica, la cual cuenta con una historia casi unificada en los textos filosóficos, la retórica ofrece distintas miradas según se siga fielmente o bien la caracterización de Aristóteles de ella como la ciencia de “convencer” o bien como la de “ persuadir”. Sin embargo, la presentación de esta disciplina en Aristóteles es más compleja. En efecto, en la Retórica o “arte de argumentar”, Aristóteles distingue tres dimensiones: la del logos, la del ethos y la del pathos. Sin duda alguna al logos le corre- sponde la coherencia lógica de un argumento, el ethos hace referencia a la confianza en aquello que el orador sostiene y el pathos al impac- to emocional que el orador puede despertar en los oyentes. Hoy en día varios comentaristas y estudiosos de su obra sostienen que aun en Aristóteles la aceptación o rechazo “definitivo” de un argumento debería basarse solamente en el logos, plano en el cual Aristóteles sitúa la ciencia de la lógica y en el cual se la estudia desde la lógica medieval hasta el presente. Pese a ello, los otros enfoques de la lógica no han sido olvidados en la filosofía contemporánea ya que la retóri- ca ha sido retomada por la llamada nueva retórica de C. Perelman y casi simultáneamente en Inglaterra por S. Toulmin en su libro de The uses of argument y en el cual se expone un método de análisis argu- mentativo que, dada su relación con la lógica, será el que tomaremos como base en este texto para el análisis de los argumentos, pero con la novedad de relacionarlo con las nuevas lógicas supraclásicas sur- gidas recientemente. Dado que los argumentos están formulados en el lenguaje natural el cual a su vez involucra la lógica natural de los sujetos, en el prim- er capítulo de este libro trataremos de caracterizar lo que en general se entiende por lógica natural. – 15 – CAPÍTULO 1 La lógica natural 1.1. Una posible caracterización Debemos primero aclarar que cuando hablemos de la ciencia denominada lógica nos referiremos a una ciencia formal que abarca tanto los problemas de formalización de los lenguajes naturales como de los métodos para determinar la validez de las inferencias. Hoy en día se acepta que la lógica simbólica o matemática no refleja exact- amente la lógica natural involucrada en el lenguaje ordinario, sino que ella representa solamente a los procesos deductivos empleados primordialmente en la matemática y en fragmentos muy acotados del lenguaje natural. En la mayoría de las restantes ciencias y primor- dialmente en los más diversos tipos de argumentaciones del lenguaje natural empleado en la vida cotidiana, se emplea lo que se ha dado en llamar “lógica del lenguaje ordinario” o en línea piagetiana “lógica natural”, denominaciones éstas que nosotros usaremos indistinta- mente. Fundamentamos este uso indistinto en el hecho de que, aun- que en los primeros años de vida según J. Piaget, la lógica natural se constituya en tanto lógica de las acciones, simultáneamente con la paulatina adquisición del lenguaje, el sujeto va construyendo la lla- mada lógica natural, que es precisamente la que estoy usando cuando escribo en este mismo momento. En sintonía con esta idea pero desde otra vertiente epistemológica, en un artículo de 1982, el lógico sudamericano F. Miró Quesada1, afirmó: (...) hay una lógica que es la que usamos cuando pensamos racio- nalmente de manera espontánea y ella es el fundamento en torno 1 “Nuestra lógica”, Revista Sudamericana de Filosofía, III,1,pp. 3-13 – 16 – del cual se constituyen todas las lógicas, es la base sin la que ninguna lógica formal, por más aberrante que sea, tiene sentido. Aunque sus límites sean imprecisos y su definición no sea ri- gurosa, proponemos esta caracterización como equivalente a lo que comúnmente hoy en día se entiende como lógica del sentido común o lógica natural o lógica folk2 en los textos de enseñanza de la lógica, y que además es la que se usa aún cuando se escriben los libros de lógica o sobre lógica como el presente. Es también “natural” que la llamada lógica natural sea concebida como previa a toda construcción teórica sobre la ciencia de la lógica, aun desde una perspectiva histórica. Ya lo han hecho notar W. y M. Kneale en su obra The Development of Logic (1962), en la cual sostie- nen que para poder haber reflexionado sobre los principios de la vali- dez, Aristóteles debió seguramente contar con una suma considerable de material proporcionado fundamentalmente por los razonamientos empleados en las demostraciones matemáticas, las argumentaciones jurídicas, los discursos de índole práctica -de los que parece extrajo los sofismas-, y por la argumentación dialéctica con fines metafísi- cos, expuesta principalmente en los diálogos de Platón, de los cuales Aristóteles parece haber extraído precisamente el llamado argumento refutatorio, llamado luego Modus Tollens, y la Reductio ad impossibile empleada antes por Zenón. En la literatura sobre el tema se han propuesto varias caracteri- zaciones de la lógica natural, y en cualesquiera que se tomen de refe- rencia las siguientes propiedades aparecen como esenciales: 1) La lógica natural, tal como se manifiesta en los lenguajes natu- rales, no instrumenta, desde la sintaxis, cadenas de inferencias tan complejas como la que se dan en los sistemas de lógica formal. Los argumentos o inferencias de la lógica natural son más dificultosos de analizar desde una perspectiva tanto sintáctica como semántica ya que ellos involucran una dimensión pragmática no contemplada por ninguna presentación de la lógica en tanto ciencia. 2 Esta denominación se le debe al filósofo argentino E. Rabossi, que la ha propuesto en paralelismo con la llamada psicología folk. – 19 – tarea consistirá entonces en elucidar lo mejor posible el concepto mis- mo de implicación significante propuesto por Piaget y García.4 En la Introducción del libro ya citado, los autores expresan que el objetivo del mismo es construir una lógica de las significaciones a fin de dotar de un sentido intensional a las conectivas proposicionales, en espe- cial encontrar un sentido intensional para la implicación que evite las conocidas paradojas del condicional material. Por ello, proponen una nueva conectiva, llamada implicación significante (p®sq) que es caracterizada de la siguiente forma: p ®sq si y sólo si una significación s de q está englobada en la de p y si esta significación común s es transitiva. Aclaran a continuación que los englobamientos entre significa- ciones son entidades en comprensión (o intensión) y proponen leerlos como inherencias, las cuales corresponden a inclusiones en extensión (“imbricaciones” en la traducción), o sea un cierto tipo de tablas de verdad, pero parciales y determinadas por las significaciones. Dejare- mos de lado el análisis y posible crítica de esta caracterización dado que ello nos conduciría a un tratamiento técnico fuera del alcance de este libro y porque en realidad tampoco queda aclarada suficientemen- te en el texto mismo. Por estas razones, nos referiremos solamente a las peculiaridades de la definición propuesta para la implicación signi- ficante, p ®sq, la cual debe leerse como p implica significativamente a q, o si se prefiere, Si p entonces significativamente q. Ellas son: (i) La caracterización intenta claramente dar cuenta de enuncia- dos condicionales que guarden una relación significativa entre ante- cedente y consecuente, tal como efectivamente ocurre en el lenguaje natural o lenguaje ordinario, tal como es denominado en la literatura lógica corriente. Esta relación está garantizada si se exige que (al me- nos) una de las significaciones s del consecuente esté englobada en el antecedente, y (ii) a la relación de inherencia entre conjuntos intensionales se le 4 En el desarrollo del presente trabajo se verá que el problema planteado por los autores supera el marco de la epistemología genética ya que alude di- rectamente a los límites de las semánticas formales. – 20 – hace corresponder una relación de inclusión entre extensiones. La característica (i) se aclara plenamente cuando los mismos au- tores declaran que la lógica de las significaciones no debe aplicarse solamente a proposiciones sino también a acciones y operaciones, ya que estas involucran también significaciones. Por ello, las letras proposicionales deben entenderse como designando conjuntos de sig- nificaciones, i.e, conjuntos intensionales, lo cual no apareja ningún conflicto lógico a nivel sintáctico. Tampoco ofrece problemas la ca- racterística (ii), ya que prima facie a toda expresión y relación inten- sional se le puede hacer corresponder como referencia una entidad extensional, i.e., un conjunto. Damos por sentado que cualquier formalismo que se proponga como modelo de la implicación significante debería dar cuenta de los siguientes enunciados condicionales, indudablemente significativos en el lenguaje natural, a saber: (i) Si Juan es soltero entonces no es casado. (ii) Si la varilla es de plomo, entonces es maleable . (iii) Si Juan está sentado delante de Pedro, entonces Pedro está sentado detrás de Juan. (iv) Si Juan no hubiera roto el jarrón, entonces no habría sido castigado. (v) Si Juan invita a Pedro a la fiesta entonces Pedro irá a la fiesta. Los ejemplos (i)-(iii) son claros ejemplos de implicación signifi- cante puesto que por definición soltero significa no casado; ser ma- leable también es un predicado inherente del plomo y x está sentado delante de y es significativamente equivalente a y está sentado detrás de x. Sin embargo no lo son ni (iv) ni (v) ya que no hay ninguna re- lación significativa entre antecedente y consecuente, aunque (iv) nos informe indirectamente que Juan rompió el jarrón. En particular, los condicionales de este tipo reciben el nombre de condicionales sub- juntivos o contrafácticos y han originado sistemas específicos para ellos que trataremos en 3.3. Finalmente, el caso (v) es un caso típico de condicional material el cual no exige relación significativa alguna entre antecedente o consecuente sino que solamente toma en cuenta los valores de verdad del antecedente y del consecuente. Dada la alusión que se hace en la definición de implicación rele- – 21 – vante de García y Piaget a la existencia de al menos una significación común entre la expresión antecedente y la consecuente, no extraña que la Lógica de la Relevancia de A. Ross Anderson y N. Belnap de 1975 (de ahora en más A&B) haya sido seleccionada por ellos como la primera fuente de inspiración para la construcción de una lógica de las significaciones. Nuestra exposición intentará mostrar el fracaso de tal enorme empresa. En primer lugar hacemos notar que la implicación relevante pro- puesta por A&B, simbolizada por ®R, tiene como objetivo reflejar en el lenguaje objeto del sistema de lógica de la relevancia R la relación de deducibilidad relevante postulada en el metalenguaje. Se argumenta en contra de la adecuación de la noción de deducibilidad clásica por- que esta sólo involucra al concepto de necesidad en la derivación de la conclusión a partir de las premisas y es por lo tanto la responsable de la aceptación de ciertas inferencias como válidas cuando, en opinión de estos autores, son anti intuitivas precisamente por no guardar ninguna relación “significativa” entre las premisas y la conclusión. De ahí que el objetivo de la lógica de la relevancia R no consista en resolver proble- mas que provengan del significado de determinadas expresiones sino en determinar la relevancia en una deducción, a saber: la deducción de la fórmula B a partir de la premisa A será relevante (i.e., admitida) en R si y sólo si la premisa A es usada en la deducción de B, exigencia esta que recibe el nombre de Principio de la Relevancia (PR). Este principio -llamado también Principio de la comunidad de variables- afirma: Si A es un teorema de R ® , entonces toda variable que ocurre en A, ocurre al menos una vez en su parte antecedente y al menos una vez en su parte consecuente. De la caracterización propuesta se sigue necesariamente que la regla de D. Scoto (o ex contradictione quodlibet) (AÙ¬A) ├ B es un claro ejemplo de irrelevancia dado que la fórmula B no aparece en ninguna premisa y por ello no será regla de R. Aún cuando hubiéramos elegido cualquier otra de las tres formulaciones que de PR hacen sus auto- res, habríamos observado que se aplica sólo a fórmulas de R que son teoremas, i.e., cuya forma condicional está asociada a una inferencia válida en R (según el Teorema de la Deducción particular de R) y que por lo tanto contiene solamente fórmulas que lo satisfacen. Surge na- turalmente entonces que, además de eliminarse todas las inferencias – 24 – Sr«x((x=r)®Sx) Asimismo, un predicado poliádico o relación relevante se repre- sentaría simbólicamente así: ( (ρxyAxy)ab =df xy((x=a)®((y=b)®Axy)) De todas formas, esta ampliación del formalismo propuesto no constituye un criterio para decidir cuándo un predicado es relevante respecto de un individuo, sino que permite expresarlo formalmente, en el caso de que la inferencia necesite de tal afirmación. Por ello creemos que estas definiciones permiten introducir en una inferencia la información de que se trata de una predicación relevante a modo de requerimiento pragmático sólo para preservar la relevancia de una inferencia, en forma similar a los postulados de significación de Car- nap. Luego, tomando como caso el ejemplo (ii) bastaría con introducir un postulado de significación que afirmara que ser de plomo y ser maleable constituyen predicaciones relevantes de la varilla. Aunque de forma más dificultosa se podrían también representar las relacio- nes estar sentado delante de y estar sentado atrás de respecto del par <Juan,Pedro> en el ejemplo (iii). Sin embargo no hemos encontrado una forma adecuada para representar el ejemplo (iv) ya que pese a tener pleno sentido en el lenguaje natural no hay ningún componente en común entre el antecedente y consecuente que pudiera explicitar- se en un postulado de significación. De lo expresado hasta aquí puede seguirse que dadas las dificul- tades presentadas en el proceso de formalización del lenguaje natu- ral, éste se presente como un obstáculo de tipo cognitivo, tal como lo pasaremos a comentar en el próximo parágrafo. 1. 3. La lógica natural como obstáculo epistemológico G. Brousseau (1988) en su Teoría de las situaciones didácticas -escrita para la enseñanza de la matemática-, modificando en parte la idea bachelariana de ruptura, denomina “ruptura cognitiva” al cam- bio en los conocimientos de un sujeto en virtud de la toma de conciencia de los conflictos generados por conocimientos anteriores y de la necesi- dad de abandonarlos o modificarlos. A diferencia de la concepción de – 25 – Bachelard, si bien las rupturas se vinculan con las discontinuidades propias del proceso de aprendizaje, éstas no son radicales ya que hay integración de los conocimientos nuevos con los anteriores, los cuales deben ser modificados y resignificados. Dado que el “conocimiento obstáculo” se resistirá a su modificación, le corresponde a la didác- tica construir situaciones suficientemente numerosas y novedosas que conlleven a superarlo mediante la construcción de una situación didáctica que posibilite la superación de los mismos mediante una reorganización del conocimiento. Así, la noción bachelardiana de obs- táculo epistemológico queda caracterizada de la siguiente forma: (i) Un obstáculo no es una dificultad o falta de conocimiento sino un conocimiento previo o una concepción que el sujeto tiene sobre algo en un contexto determinado y en el cual produce respuestas adaptadas, teniendo por ello validez y eficacia. (ii) En otros contextos genera respuestas equivocadas. (iii) El conocimiento previo no resiste las contradicciones a las que se enfrenta en el nuevo contexto y al establecimiento de un conoci- miento superador. (iv) Los obstáculos no desaparecen repentinamente, sino que si- guen manifestándose mucho después de haber sido conscientemen- te rechazados. Por su parte, Brousseau distingue tres tipos de obstáculos se- gún su naturaleza: (a) ontogenéticos, i.e., aquellos que son internos al sujeto epistémico; (b) didácticos, o sea aquellos derivados de la práctica pedagógica, y (c) epistemológicos, o sea aquellos de los que no se puede y no se debe escapar dado su rol constitutivo en el cono- cimiento buscado. Nuestra tesis -hoy en día compartida por muchos- consiste en sostener que las características señaladas de la lógica natural fun- cionan como auténticos obstáculos epistemológicos en el proceso de “enseñanza-aprendizaje” de la lógica clásica ya que la lógica de sen- tido común involucrada en el lenguaje ordinario es el único conoci- miento “previo” que se posee cuando se comienza a “aprender” lógica. Por ejemplo, hay buenas razones para sostener que el concepto de razonamiento válido del sentido común, en tanto razonamiento com- – 26 – puesto por premisas y conclusión que se aceptan como verdaderas, constituye un obstáculo epistemológico y que posiblemente devenga en obstáculo didáctico, en el momento de comprender el concepto for- mal de validez, dado que contrariamente al sentido común, permite obtener conclusiones verdaderas a partir de premisas falsas. El uso de las oraciones condicionales en el lenguaje natural tam- bién obra como un auténtico obstáculo para aceptar el condicional material como verdadero cuando su antecedente es falso, puesto que el partir de afirmaciones que se aprecian como verdaderas es consti- tutivo de la lógica natural. Esto hace que también se resista la acep- tación de la llamada falacia positiva de la implicación material según la cual una proposición verdadera se sigue de cualquier proposición: A®(B®A). Este tipo de dificultades aumenta cuando traducimos del lengua- je natural al lenguaje de la lógica de predicados, ya que en ésta, a las dificultades que provienen de la estructura del lenguaje natural originadas en el sustancialismo aristotélico, debemos agregar las que provienen de los análisis de la gramática tradicional, tales como las distinciones entre sujeto y predicado y entre sustantivos y adjetivos, que en el análisis lógico es necesario eliminar, aún cuando existan otras que se hace necesario mantener o retomar, tales como la distin- ción entre los distintos tipos de complementos. Sostenemos que el proceso recién descripto constituye un pro- ceso paradójico en el siguiente sentido: por un lado la competencia lógica o lógica natural es la génesis de la ciencia de la lógica, y por el otro, la constitución de la lógica como ciencia conlleva ciertas rup- turas con la primera. En síntesis, los conceptos y procedimientos ló- gicos (o metalógicos) no son adquiridos por generalización de habi- lidades de la lógica natural, sino que para su construcción el sujeto está compelido a realizar ciertas “rupturas” con los procesos lógicos naturales. Más aún, sin estas rupturas sería imposible la resignifica- ción de los mismos en la ciencia de la lógica. 1.4. La lógica natural y la psicología experimental En este parágrafo creo necesario agregar que se ha llegado a si- milares resultados desde el campo de la psicología experimental. En efecto, ya Wason, en 1966, con su experiencia sobre el condicional – 29 – CAPÍTULO 2 Las primeras extensiones de la lógica clásica 2.1. La teoría referencial del significado Dado que la teoría referencial del significado es la que subyace a la lógica clásica, se hace necesario comenzar este capítulo esbozando sus características fundamentales a fin de presentar luego las cono- cidas como Semánticas de Kripke. Un modelo para el lenguaje de la lógica clásica estándar (i.e., ló- gica de orden uno sin identidad) es una dupla <U,Á>, en la que U es un conjunto cualquiera no vacío de elementos y Á una función que asigna (o refiere) a cada letra enunciativa un valor de verdad, a cada constante individual un elemento de U, a cada letra de predicado mo- nádica un subconjunto de U y a cada letra de predicado n-ádica un subconjunto de n-tuplas ordenadas de elementos de U. La función Á asigna un significado (meaning) a cada símbolo descriptivo consisten- te en su referencia y de esta forma el significado se identifica con la referencia. Desde Frege en sus Begriffsschrift (1879), se acepta que este tipo de semántica satisface su Principio de Composicionalidad se- mántica, según el cual toda sentencia compleja es el resultado de un proceso recursivo de construcción sintáctica cuyas fórmulas compo- nentes admiten siempre una interpretación semántica. En este prin- cipio se funda el llamado Principio de Extensionalidad que vale tanto para la lógica proposicional como para la de predicados, a saber: Si A«B entonces F « [B/A]F Si x (Fx«Gx) entonces F « [G/F]F Estos intuitivamente nos dicen que si dos proposiciones o dos predicados son (extensionalmente) equivalentes, entonces son inter- – 30 – cambiables entre sí salva veritate. De donde se sigue que (i) La refe- rencia de una expresión compuesta es una función de la referencia de sus partes y (ii) Si dos expresiones tienen la misma referencia, entonces son intercambiables salva veritate. Es sabido que en el dominio de la matemática y de otros extensio- nalmente equivalentes, la semántica estándar y la subyacente teoría de la referencia no ha planteado dificultades no superables. Sin em- bargo, la identificación del significado de una expresión lógica con su referencia ha conducido en determinados contextos a diversos tipos de dificultosos problemas como por ejemplo los generados por la sus- titución de una expresión por otra cuando a pesar de tener la misma referencia tienen distinto sentido, tal como lo explicita Frege en Sobre el sentido y la denotación), a saber: La estrella matutina es la estrella matutina y La estrella matutina es la estrella vespertina. Juan cree que Cervantes es Cervantes y Juan cree que Cervantes es el autor del Quijote. Estos ejemplos revelan claramente que en los contextos oblicuos o intensionales no se admite la intercambiabilidad salva veritate, lo cual conllevó necesariamente a la creación de un nuevo tipo de semánticas, conocidas hoy como semánticas intensionales. Ya en Meaning and Necessity (1947) Carnap había intentado un método para distinguir entre intensión y extensión de un término. Pese a ello, recién en la década de 1970 se logran construir semánticas prima facie aplicable al análisis de los lenguajes naturales. En de parágrafo siguiente expondremos las semánticas de Kripke ya que son éstas las que más influencia tuvieron para la interpretación de determinados enunciados del lenguaje natural, tal como los llama- dos condicionales contrafácticos. 2.2. La semántica de Kripke A partir de 1963, con los trabajos de S.A. Kripke, se inaugura un nuevo tipo de semántica no sólo para los sistemas de C.I. Lewis, sino para cualquier sistema modal. En este tipo de semántica se comienza por definir un modelo de Kripke como una terna <M,Â,V>, en la que M es un conjunto de mundos posibles, m1,m2,m3 , son los elementos (o mundos) de M,  es una relación llamada de accesibilidad entre – 31 – mundos (entre los elementos de M) y V una función valuación de fórmulas relativa a cada mundo mi. Puesto que  es una relación de orden entre mundos, las distintas propiedades de  generarán distintos tipos de órdenes entre los mundos. En otras palabras, las propiedades de  determinan el conjunto de mundos que son acce- sibles respecto de un mundo seleccionado mi (el cual no tiene porqué ser el mundo actual). Para determinar si un enunciado A es necesario en un mundo mi habrá que determinar si A es verdadero en todos los mundos mj accesibles a mi. De lo hasta aquí expresado se sigue, por un lado, que los mundos posibles ya no están todos a la par respecto de su accesibilidad lógica, como lo postulaba Leibniz, y que la necesidad lógica de una proposi- ción se da en términos de su verdad en los mundos accesibles. Así se llega a la siguiente definición de proposición necesaria: A es necesaria en mi sii es verdadera en todo mundo mj accesible a mi. Sin embargo, pese a que esta condición de verdad para A es común a los sistemas T, S4 y S5, la diferencia entre ellos radica en el conjunto de mundos accesibles a un mundo dado. En otras palabras, los mundos accesi- bles respecto de un mundo es un subconjunto del conjunto de todos los mundos y será diferente según sean las propiedades de la relación  de accesibilidad. Así, en el sistema T, el conjunto de mundos ac- cesibles a mi, puesto que  es reflexiva, está formado por los mundos que son accesibles a sí mismos. Dado que en S4,  es reflexiva y transitiva, el conjunto de mundos accesibles a mi está formado por los mundos que satisfacen tal propiedad de la relación. Finalmente, como en S5, la relación de accesibilidad  es reflexiva, simétrica y transitiva, entonces todos los mundos son accesibles entre sí. De lo dicho no es difícil inferir: (i) Que cada sistema modal define una necesidad lógica distinta y que los sistemas T-S5 pueden ordenarse según la necesidad lógica que en cada uno pueda expresarse, y (ii) Que el sistema S5 es el que mejor parece representar la idea leibniziana de necesidad lógica, ya que en S5 todos los mundos están a la par respecto de la relación de accesibilidad. Sin embargo no es difícil entender porqué S5 no refleja comple- – 34 – sencillo mostrar que esta semántica hace verdaderos los axiomas ca- racterísticos del sistema S5 de C.I Lewis y que una proposición p es necesaria (o lógicamente verdadera) en una descripción de estado mi, si y solo si para toda descripción de estado mj, p es verdadera en mj. Creemos interesante hacer notar en primer lugar la coincidencia entre Leibniz y Carnap respecto de que los mundos posibles a tener en cuenta para validar una proposición necesaria deben ser todos y sin restricciones de ningún tipo, a excepción de la consistencia; y en segundo lugar que es el sistema modal de Carnap el que articula por primera vez el desarrollo sintáctico de los sistemas de C.I. Lewis con la noción de mundo posible de Leibniz. Seguramente Carnap ni siquiera alcanzó a sospechar que con tal articulación se iniciaba el camino que haría abandonar para siempre la sentencia Wittgenste- niana: la verdad necesaria es una sola. Sin embargo, tal como lo señala Quine (Orayen, 1995) la presenta- ción carnapiana de necesidad lógica vincula a ésta última con el clásico concepto de analiticidad y por ello no resuelve en forma satisfactoria el problema de la caracterización de la necesidad lógica. Este problema halla una respuesta satisfactoria recién con las semánticas propuestas por S. Kripke (1972, 1980) ya aludidas de las cuales debe recordarse que ellas hacen referencia a conceptos de necesidad metafísica que se diferencian entre sí por satisfacer propiedades distintas.2A pesar de la importancia lógica y filosófica de distinguir entre diversos tipos de ne- cesidad lógica según el concepto de necesidad metafísica que cada una involucra y dado que en los trabajos de la psicología experimental ellas no han sido tomadas en cuenta, a nuestro propósito alcanza con la ca- racterización de proposición necesaria más débil expuesta por Kripke en el sistema T como aquella que es verdadera en el mundo actual y en todo otro mundo posible accesible al mundo actual. 2.4 El concepto de necesidad en la lógica natural De los artículos de R. Ricco, Necessity and the Logic of Entailment y el de F. Murray The conversión of Truth into Necessity, (1990) hemos extraído algunos resultados respecto de la constitución en la lógica 2 Una versión sencilla de las semánticas de mundos posibles puede con- sultarse en el capítulo “Condicionales y mundos posibles” del libro de G.Palau y col., Lógicas condicionales y razonamiento de sentido común, pp.47-74. – 35 – natural de los operadores modales de Necesidad y Posibilidad lógica, los cuales ya hemos caracterizado en términos lógicos mediante los axiomas correspondientes de T, S4 y S5 en el parágrafo anterior. Como el título del trabajo mencionado lo sugiere, para Ricco, el concepto de necesidad se genera en el niño a partir del concepto ver- dad, en el sentido de que, tanto los niños como los adultos pasan un momento en el cual perciben que ciertas formas cognitivas que han adquirido no pueden ser nunca falsas sino que siempre serán verda- deras. Por ejemplo, hay un momento en que el niño se da cuenta que 2+5 es igual a 7 y que no puede ser de otra manera y que tampoco puede darse que si A es igual a B y B es igual a C, que A no sea igual a C. De ahí que el lazo entre las operaciones formales y la noción de necesidad quede virtualmente garantizado a partir de la competencia lógica que se logra en la adolescencia respecto de las operaciones formales deductivas, tal como queda evidenciado en el proceso de la enseñanza/aprendizaje del silogismo categórico aristotélico, el cual constituye el mejor instrumento para comprender que la validez de un argumento depende necesariamente de su forma lógica y que su invalidez se prueba únicamente encontrando un contraejemplo de la misma forma silogística que tenga premisas verdaderas y conclusión falsa. En otras palabras, que refutar un argumento significa encon- trar un contraejemplo. Finalmente, si nos preguntáramos cuál de los conceptos de necesidad lógica mencionados de los sistemas T-S5 co- rresponde al resultado de la experiencia relatada responderíamos que es el concepto de necesidad del sistema T. Sin embargo, a medida que aumenta la capacidad de abstracción de un adulto éste puede imaginar una gran variedad de mundos posibles, aún con distintos individuos y distintas propiedades. Pese a ello, nuestra experiencia docente nos ha mostrado que aún a los adultos les cuesta concebir un mundo contradictorio o aunque sí alcanzan a concebir un mundo absurdo, pero con un concepto muy distinto del absurdo de la lógica. Dedicaremos los próximos capítulos a mostrar y analizar distin- tas clases de lógicas que a partir de la lógica clásica misma se desa- rrollaron con la finalidad de ampliar su aplicación a otros contextos de lenguaje, y/o para dar cuenta de la lógica natural involucrada en los argumentos que los hablantes esgrimen cotidianamente, llamados generalmente argumentos de sentido común. – 36 – CAPÍTULO 3 Otras lógicas 3.1. Lógicas divergentes La lógica de la Relevancia creada en los años 1950 y a la que ya hemos hecho referencia en 1.2. no fue la única que intentó brindar una caracterización más adecuada de la lógica involucrada en el len- guaje natural, pero tal como lo mostramos resultó insuficiente. Apa- recieron luego otras lógicas con el objetivo de ampliar la formalización del lenguaje natural tales como la lógica trivalente del lógico polaco Lukasiewicz; la lógica sin sentido de Boschvar; las tetravalentes de Kleene, la lógica difusa; las lógicas paraconsistentes; las lógicas híbri- das; las multivalentes; las lógicas subestructurales, todas ellas con la finalidad de dar cuenta de los aspectos del lenguaje para los cuales la lógica clásica resultaba ineficiente o inadecuada. Dado que está fuera de nuestro alcance y de nuestro propósito dedicarnos a todas ellas, nos limitaremos a brindar una clasificación de las mismas según sus propiedades más representativas. En primer lugar debemos mencionar las llamadas extensiones1 de la lógica clásica, las cuales se caracterizan por agregar a la lógica clásica nuevo vocabulario y nuevas reglas de inferencia para los nue- vos operadores lógicos de tal forma que el conjunto de las fórmulas e inferencias válidas, de ahora en más “(fbf/iivv)” de la lógica clásica queda propiamente incluido en el (fbf/iivv) de la lógica complemen- taria o suplementaria. Ejemplo de éstas -entre muchas otras- son la 1 Para una explicación más detallada en español del criterio para clasifi- car las distintas lógicas llamado generalmente “criterio de divergencia lógica” se recomienda el texto de G.Palau, Introducción filosófica a las lógicas no clási- cas, Gedisa, 2002, Barcelona. – 39 – Chisholm a una nota que apareció al pie de la página 247 del artículo de Ramsey, General Proposition and Causality, la que originó el hoy conocido como Test de Ramsey (TR), el cual reza: Si dos personas están discutiendo acerca de “Si p entonces q” y ambas están en duda frente a “p”, entonces están añadiendo hipotéti- camente “p” a su conjunto de conocimiento y argumentando sobre esa base acerca de “q”; de tal forma que, en un sentido, “Si p, q” y “Si p, ¬ q”, son contradictorios. Podemos decir que ellas están ajustando sus grados de creencia en q dado p. Si p resulta ser falso, estos grados de creencia se vuelven nulos. (...) (1931, p. 247, nota a pie) A continuación completa su idea afirmando (...) En general pode- mos afirmar junto con Mill, que la afirmación “Si p entonces q” significa “q es inferible a partir de p”, es, por supuesto, a partir de p junto con ciertos hechos y leyes no afirmados pero de cierta forma indicados por el contexto. Esto significa que p®q se sigue de estos hechos y leyes (...) (1931, p.248) De los párrafos citados, según nuestra opinión, se infieren al me- nos, las siguientes dos condiciones esenciales: (i) La evaluación de un enunciado condicional debe darse en tér- minos del grado de creencia en el consecuente, dado el antecedente. (ii) La expresión si p entonces q debe entenderse como significan- do q se deduce de p en conjunción con un conjunto G de creencias (hechos o leyes) fijado por el contexto. La condición (i) especialmente reafirma el carácter epistemológico sostenido por Ramsey en Truth and Probability acerca de que la lógica del pensamiento humano no es la lógica formal clásica, sino que inclu- so puede llegar a diferenciarse de ella. En otras palabras, Para Ramsey la lógica de sentido común no es un conjunto de verdades necesarias sino que ella debe ocuparse de los conocimientos probables o creencias de los hablantes y por lo tanto no es analizable por la lógica clásica. 3.3. Condicionales contrafácticos y mundos posibles Previamente a reseñar las semánticas para los condicionales con- trafácticos basadas en la noción de mundo posible, creemos impor- tante esbozar la propuesta de Chisholm, en The Contrary to fact – 40 – Conditionals y Goodman en The Problem of Counterfactual Conditio- nals conocida hoy como Teoría de la Derivabilidad. En ellas se esta- blecen las condiciones de verdad para un condicional contrafáctico de la siguiente manera: un enunciado condicional A es verdadero si y solo si el antecedente en unión con un conjunto de leyes y condiciones iniciales G implican lógicamente al consecuente, pero exigiendo ade- más que entre los enunciados de Gno haya ninguno que derrote al consecuente. O sea: A entonces B es verdadero si y sólo si B es derivable a partir de A junto con el conjunto de todas las leyes físicas y todas las proposicio- nes verdaderas cosostenibles con A. Obviamente el problema que esta estrategia presenta es cómo se- leccionar el conjunto de todas las proposiciones verdaderas que sean cosostenibles en conjunción con el antecedente A de forma tal que ninguna de ellas implique contrafácticamente la negación de A. A fin de solucionar este problema R. Stalnaker en su trabajo A Theory of Conditionals (1968) construye otra teoría para los enuncia- dos condicionales a partir de una sugerencia de Ramsey, el ya men- cionado TR, que reza: Primero, agregue (hipotéticamente) el antecedente a su stock de creencias; segundo, realice los ajustes requeridos para conservar la consistencia (sin modificar la creencia hipotética en el antecedente); finalmente, considere si el consecuente resulta verdadero o no. A partir de la estrategia involucrada en el Test de Ramsey y transformando las condiciones de creencia en condiciones de verdad Stalnaker crea el sistema C2 en tanto extensión de la lógica modal clásica, y en el cual introduce una nueva conectiva condicional “>” para representar cualquier tipo de condicional no clásico, en especial los condicionales contrafácticos. Las semánticas de estos sistemas se basan en la semántica de Kripke pero reemplazando el concepto de mundo posible por el de stock de creencias hipotéticas y la relación entre mundos posibles es representada como una relación de “acce- sibilidad” entre mundos, lo cual posibilita reformular las condiciones de verdad para los enunciados condicionales de la siguiente forma: A>B es V en ki si B es V en ¦(A, ki ) y A>B es F en ki si B es falsa en ¦(A, ki) – 41 – Donde “f” representa la función que selecciona en el dominio de to- dos los mundos posibles aquellos en los que el antecedente es verdadero. Lo que a nuestro propósito interesa destacar es que la conectiva “>” es caracterizada formalmente como intermedia entre el condicio- nal estricto de la lógica modal y el condicional material, de forma que cuando el antecedente A del enunciado A>B es verdadero en el mundo actual ki, el condicional se reduce a un condicional mate- rial y, cuando el antecedente es falso en el mundo actual ki, puede darse o bien que el consecuente del condicional resulte verdadero en el mundo seleccionado kj, en cuyo caso el enunciado condicional A>B es verdadero en el mundo actual ki; o bien que el consecuente del enunciado condicional sea falso en el mundo seleccionado kj y el enunciado A>B sea falso en el mundo actual ki.. El lector ya se habrá dado cuenta de las dificultades que plantea la función de selección ya que ésta debe seleccionar el mundo más parecido al actual entre todos los mundos accesibles en los que el antecedente es verdadero, problemática ésta que reproduce de forma distinta la objeción que se le hiciera a la teoría de N. Goodman. A fin de construir una semántica más adecuada, David Lewis en su libro Counterfactuals de 1953 propone otro sistema conocido hoy como VC y cuya semántica parece prima facie más adecuada para el análisis de los condicionales contrafácticos. Esta también se basa en la noción de mundo posible y en el conjunto de todos los mundos posibles accesibles a ese mundo, los cuales conforman para cada mundo posible una esfera de accesibilidad conformada por todos los mundos que son accesibles a él. Dado que no es nuestro propósito describir aquí su complejo sistema, al lector interesado lo remitimos al parágrafo 3.2.2 del libro Lógicas condicionales y razonamiento de sentido común de G. Palau y colaboradores (2004). Desde la sintaxis estimamos que el trabajo fundamental realizado para el ordenamiento de los sistemas de lógica condicional es el es- crito por H. Arló Costa y S. Shapiro titulado Maps between nonmono- tonic and Conditioals Logic del cual pasaremos a brindar los aspectos imprescindibles para la comprensión de este tema. Siguiendo a esos autores en la actualidad las lógicas condicio- nales “normales” poseen las siguientes propiedades: 1) Satisfacen el llamado Modus Ponens Condicional , i.e., (A > B) ® (A®B) y 2) la rela- – 44 – des de la órbita de Urano. (ii) Si la órbita de Marte hubiera sido circular, Kepler no habría encontrado una diferencia entre sus cálculos y las observaciones. Es obvio que tanto el ejemplo (i) como el (ii) son contrafácticos con antecedentes físicamente imposibles, ya que ambos antecedentes niegan lo que una ley física afirma. Sin embargo (i) es decididamente falso dado que Neptuno fue descubierto precisamente a partir de irre- gularidades en la órbita de Urano. Por el contrario (ii) es verdadero, puesto que Kepler encontró la diferencia entre observación y cálculos sólo porque la órbita no era circular ya que si hubiera sido circular, tal diferencia no habría existido. Aún hoy se encuentra en debate el problema de a qué condiciones de verdad deberían responder los contrafácticos cuyo antecedente está formado por la negación de una ley natural, los cuales, paradójicamente, resultan ser los “más con- trafácticos de todos”. 3.4. Los condicionales de la lógica de sentido común Puede parecer extraño pero la problemática acerca de cuáles son las propiedades esenciales que caracterizan a los enunciados usa- dos en el lenguaje natural o en el llamado “conocimiento de sentido común” no surgió del seno de la lógica misma sino de una que po- dríamos llamar “prima hermana”, es decir de la hoy conocida con el nombre de Inteligencia Artificial (IA) la cual surgió con la idea de poder incorporar a un robot instrumentos para que de alguna manera pu- diera “pensar” como un ser humano, es decir con formas de razona- miento similares a las del “sentido común” que usan cotidianamente los seres humanos. Daremos a continuación el ejemplo típico que se da en la literatura a fin de centrar el problema. Supongamos que José tiene vacaciones a partir del primer día del mes de Enero y desea pasarlas en México pero quiere viajar a ese país recién el 4 del mismo mes obviamente en avión. Para ello consulta la base de datos que contiene los vuelos hacia México ese día y se encuentra que no hay ningún vuelo directo en esa fecha en ninguna compañía. Dado que supone que la base de datos que con- tiene los vuelos hacia ese país es completa, concluye que no hay un vuelo hacia México ese día. El lector se dará cuenta de que la vera- – 45 – cidad de la conclusión de José depende de que la base de datos que contiene los vuelos a México sea completa, i.e., que en ella figuran todos los vuelos hacia la ciudad de México del día determinado. La inferencia realizada por José es por ello no monótona, dado que bien podría suceder que la base de datos fuera incompleta, es decir que no incluyera todos los vuelos de ese día para México. En la literatura sobre el tema esta teoría es conocida bajo el nombre de Hipótesis del mundo cerrado y fue propuesta por primera vez por R. Reiter en 1978. El lector habrá seguramente advertido que la conclusión de José se debió a una ausencia de información en contrario y por ello pudo concluir “derrotablemente” que el vuelo que buscaba no existía. Re- iter soluciona este tipo de argumentaciones introduciendo las reglas conocidas bajo el nombre de reglas por defecto de las que nosotros no nos ocuparemos aquí. Posteriormente y siempre dentro del ámbito de la IA se agregaron otros formalismos para tratar este tipo de condicio- nales derrotables, entre las que se destaca el formalismo denominado por McCarthy en 1980, conocido por el nombre de Circunscripción 4. A nuestro propósito, interesa destacar que en 1987, Yoav Shoham construye el primer marco teórico unificado para dar cuenta de es- tos formalismos no monótonos convirtiéndose de esta manera en el puntapié inicial para el desarrollo de la lógica no monótona, i.e., una lógica que permitiera dar cuenta de los condicionales derrotables, i.e., que no satisficieran la regla RA. Retomaremos esa noción de consecuencia en el capítulo siguien- te, ya que en el próximo parágrafo mostraremos cómo la lógica de los condicionales derrotables permitió abordar desde el plano de la lógica el análisis de ciertas normas jurídicas que antes eran inabordables. 3.5. La Lógica de normas y derrotabilidad Carlos Alchourrón en sus trabajos de 1994 y 1996 presenta un sistema lógico para dar cuenta de las normas jurídicas condicionales, nombrado por la sigla DFT. (DF por defeasible y T por ser este sistema una extensión del sistema modal T de C.I. Lewis. A tal fin, siguiendo estrategias de Stalnaker, Hanson y Åqvist y tomando como base el 4 Nuevamente para una exposición de estas teorías remitimos al lector al capítulo 4 del libro ya citado Lógicas condicionales y razonamiento de sentido común. – 46 – sistema modal S5 de C.I Lewis, introduce en el lenguaje lógico como constante propia un operador de función ¦, que le permite definir al condicional derrotable A>B mediante un condicional estricto restrin- gido, a saber: A>B =def (¦A ÞB) El operador ¦ se lee “A y sus supuestos” y refleja en el lenguaje objeto del sistema DFT la función “choice” o “elección” del metalen- guaje que selecciona los supuestos (o condiciones contribuyentes) del antecedente, las que, conjuntamente con el antecedente A, implican estrictamente al consecuente B. Un modelo DFT es una terna <W,R R,Cha> en la que W es un conjunto de circunstancias (mundos) y no necesariamente el conjun- to de todas las circunstancias; R es una función valuación para las sentencias de DFT y Cha es una función selección que hace corres- ponder a cada sentencia A del lenguaje el subconjunto de W llama- do Cha(A), el cual está formado por el conjunto de circunstancias en las cuales el enunciado A y sus supuestos es verdadero respecto del agente a. Dado que es teorema en DFT la fórmula A>B Û(¦A ÞB), resulta que por definición del condicional estricto Þ, será también teorema A>B Û ð(¦A ®B), el cual muestra claramente que en la lógi- ca de Alchourrón, la definición del condicional derrotable involucra algún tipo de necesidad representada por el ð. Más aún, en forma similar a D. Lewis define (1994) la noción de enunciado necesario en términos de un condicional derrotable:ð=def (¬A > ^). Sin embargo, tal como lo mostraremos en el parágrafo siguiente, ðA no representa la modalidad clásica de necesidad. Por último, resulta interesante hacer notar que, aún con semánticas distintas y tal como lo afirma el mismo Alchourrón (1994), el sistema DFT coincide con uno de los V-sistemas de Lewis, en particular el VTA caracterizado por el hecho de no poseer al Modus Ponens como regla de inferencia, propiedad que según Alchourrón diferencia los condicionales derrotables de los condicionales contrafácticos. Ya hemos visto de qué forma es posible definir la noción de ðA en términos del condicional contrafáctico would en la lógica de David Lewis y en términos del condicional derrotable en la lógica de C. Al- – 49 – CAPÍTULO 4 Nociones de consecuancia lógica 4.1. La noción de consecuencia de la lógica clásica Es posible sostener que ya en Aristóteles se encontraba al me- nos en germen el concepto de inferencia válida. Ya en otro momento sostuvimos que el análisis aristotélico de silogismo como ejemplo pa- radigmático de inferencia válida, y la construcción misma de la silo- gística en tanto teoría deductiva permiten conjeturar que Aristóteles poseía una idea de validez y de deducción pensadas siempre desde el plano semántico, no explicitada, pero que coincide con las caracteri- zación de validez dada por la lógica actual, y que por ello puede ser considerada como génesis histórica de las nociones contemporáneas de deducibilidad y consecuencia lógica semántica, la cual es sabido fue elucidada por los lógicos medievales pero sin haber logrado una clara distinción entre el hoy llamado condicional material y la noción de consequentiae, distinción ésta que se aclara definitivamente con el surgimiento de la lógica moderna. En efecto, en la literatura lógica actual se acepta que el condi- cional material ® refleja en el lenguaje objeto las propiedades de la noción metalingüística de consecuencia lógica tanto en sus aspectos sintácticos como semánticos. Así, si una fórmula B es una conse- cuencia lógica de otra fórmula A, o sea A⊦B, entonces en el lenguaje objeto la fórmula A®B será una verdad lógica, i.e., ⊦A®B, y vicever- sa. De la misma forma, si una fórmula B se deduce de otra fórmula A, o sea A⊦B, entonces en el lenguaje objeto la fórmula A®B será un teorema, i.e., ⊦A®B, y viceversa. De ahí que las propiedades del condicional material reflejen a su vez las propiedades de la relación de consecuencia lógica. En particular, es sabido que el condicional material también satisface las propiedades de Refuerzo del Antece- – 50 – dente (A®B)®((AÙC)®B), Contraposición (A®¬B)®(B®¬A) y Transitivi- dad (A®B)Ù(B®C))®(A®C), las cuales, reflejadas en el metalenguaje nos brindan las propiedades de la noción de consecuencia semántica (Tarski, 1936) a saber: 1) Si A Î X entonces X⊦ A Reflexividad Generalizada 2) X⊦ A entonces X, B ⊦ A Monotonía 3) X⊦ B y X, B ⊦ A entonces X⊦A Corte Propiedades éstas que en el lenguaje objeto se reflejan en las si- guientes reglas lógicas: 1) A⊦ A ID (Reflexividad o Identidad) 2) A⊦ B entonces A Ù C ⊦ B RA (Refuerzo del Antecedente) 3) A⊦ B y B⊦ C entonces A⊦ C TR (Transitividad) En lógica clásica corresponde anexar la regla: Si ⊦ A entonces ⊦ S b1…b2/ d1…dn A , denominada Sustitución Unifor- me y que intuitivamente afirma que si A es un teorema, i.e., es una consecuencia del conjunto vacío, entonces el resultado de sustituir uniformemente las letras proposicionales por una fórmula cualquie- ra, también resulta constituir un teorema. Si bien esta caracterización de la noción de consecuencia lógica es la apropiada para distinguir entre lógicas monónotonas y no-mo- nótonas, deseamos aclarar que ella es insuficiente para clasificar las diversas lógicas monótonas existentes en la literatura tales como la lógica paraconsistente, la lógica de la relevancia y las lógicas pluriva- lentes entre otras. Tal vez el análisis de la lógica involucrada en el modelo de Hempel de la explicación científica sea lo más adecuado para introducir en este momento de nuestra exposición ya que a nuestro entender éste oficia como un “intermezzo” entre la lógica clásica y las lógicas no monótonas o de sentido común, dado que, a fin de obtener una buena explicación científica para un determinado fenómeno, la ley universal debe ser “complementada” o “reforzada” con las condiciones iniciales del fenómeno que se desea explicar, tal como después mostraremos también sucede en los llamados razonamientos de sentido común. – 51 – 4.2. La “intuición” de K. Hempel Karl Hempel (1965) fue el primer filósofo de la ciencia que, al tratar de explicitar el esquema de argumentación involucrado en la investigación científica estableció que a fin de que las leyes científicas permitieran brindar una explicación satisfactoria de los fenómenos naturales, éstas deberían reforzarse con las condiciones iniciales en la que el fenómeno se daba. Esta posición fue luego reforzada por Popper (1974) y desde ese entonces se acepta en general que el es- quema de una explicación científica es un esquema deductivo de la siguiente forma: U (Enunciado nomológico o ley) I (Condiciones iniciales) E (Conclusión) Además, para que esta explicación sea satisfactoria, se exige que las condiciones iniciales (I) en conjunción con los enunciados nomo- lógicos (U), sean específicas y adecuadas y que de ellas se derive lógi- camente la conclusión (E). Pero ¿cómo determinar el conjunto I para que sus elementos sean los específicos y adecuados para E? Pese a que a primera vista la pregunta pareciera indicar que la determinación del conjunto I es similar a la del conjunto G de la teo- ría de la cosostenibilidad de Chilshom para las lógicas condicionales (1964), no se trata del mismo problema. Esto es así porque el con- junto U está formado por leyes ceteris paribus, en el sentido de que afirman regularidades que suponen que “todo lo demás es o sigue igual”, por lo cual en el conjunto U no habrá condiciones que derroten la conclusión. De ahí que la cláusula ceteris paribus pueda enten- derse como una restricción que desde el metalenguaje restringe el conjunto I en función de U y E. Si la ley presupuesta se considera una ley ceteris paribus, o sea que el resto de las condiciones se mantiene igual, entonces será una conclusión válida inferir que un fósforo se enciende si es raspado. De ahí que el conjunto G no podría contener la proposición que afirme que el fósforo está húmedo, porque se violaría la cláusula ceteris paribus. De lo expresado se sigue que la cláusula ceteris paribus implícita en las leyes debe ser aceptada como cláusula restrictiva en el metalenguaje de cualquier teoría empírica. En reali- – 54 – no cumplir con todas las leyes lógicas del condicional material y no satisfacer el Principio de Extensionalidad de Frege, se lo considera una conectiva intensional, cuya definición ya hemos dado anterior- mente, pero que conviene reiterar: AÞB=df,ÿ(A®B)). Desde otra perspectiva, i.e., desde las lógicas condicionales no modales, en particular las lógicas contrafácticas, están construidas sobre la base del lenguaje de la lógica proposicional clásica más un nuevo símbolo para representar al operador condicional intensional frecuentemente simbolizado por el signo “>”. A fin de clasificar las dis- tintas lógicas modales construidas sobre la base de este operador se han creado distintos sistemas lógicos que constituyen una especie de intermezzo entre la noción de consecuencia lógica clásica y la noción de consecuencia no monótona. B. Chellas (1975) propone como refe- rencia para tal clasificación un conjunto de reglas de inferencia las cuales no todo sistema condicional debe satisfacer en su totalidad. A nuestro propósito actual interesa solamente exponer la noción de consecuencia no monótona, formulada por vez primera por Dov. M. Gabbay en 1985, cuya versión más acabada conjuntamente con todas las implicancias que ella provoca, se encuentra a nuestro juicio en la exposición del lógico D. Makinson en su libro Bridges from Clas- sical to Nonmonotonic Logic de 2005. De todas formas y a manera de digresión histórica, debemos aclarar que hoy en día se coincide en que fue D. M. Gabbay quien, en 1985, estableció por primera vez las pro- piedades generales del razonamiento no-monótono. Luego, en 1990, aparece el trabajo Theoretical foundations for non-monotonic reasoning in expert systems, de obligada referencia en esta problemática, de S. Krauss. D. Lehmann y M. Magidor, titulado Nonmonotonic Reasoning, Preferential Models and Cumulative Logics, y finalmente, en 1994, se publica la más acabada versión de los trabajos sobre este tema, Gene- ral Patterns in Nonmonotonic Reasoning de David Makinson. 4.4. La noción de consecuencia de los argumentos de sentido común La repetición de esta problemática en todos los análisis formales sobre los condicionales contrafácticos, llevó a S. O. Hansson a titular su artículo destinado a esta problemática “The Emperors New Clothes, Some recurring problems in the formalanalysis of counterfactuals”. – 55 – Sorprende que haya venido del campo de la IA el haber reparado que en la mayoría de los condicionales indicativos del lenguaje natural se presentaba la misma dificultad y que, por ello, la implicación material no servía para analizar adecuadamente a tales condicionales. Hoy se coincide en que la operación de consecuencia no monótona de los lenguajes naturales satisface las siguientes propiedades: Reflexividad A|~A Corte o Transitividad Cumulativa: A|~B, AÙB |~C / A|~C Monotonía cautelosa o cumulativa: A|~B, A|~C / AÙB |~C En líneas generales, las diferentes semánticas propuestas para estos sistemas no monótonos tratan de rescatar la idea de McCarthy de dominios mínimos o extensiones mínimas de predicados. De ahí que, en lugar de todos los modelos, tal como se hace en los sistemas modales clásicos, se tome en cuenta solamente un tipo particular de modelos, según el tipo de semántica que se elija. Si se tiene en cuenta el orden de preferencia entre estados, se tomarán los modelos preferenciales o, si se hace referencia a la normalidad, los modelos normales, lo cual pone de manifiesto el carácter contexto dependiente de los sistemas no monótonos análogamente a lo que sucede en los sistemas de lógica condicional contrafáctica. Pese a ello, David Ma- kinson (2005)1, muestra que no todos los formalismos no monótonos de la IA, o sea, no todos los argumentos de sentido común satisfacen las mismas reglas de inferencia no monótona, lo cual da lugar a in- finitas consecuencias no monótonas, según las reglas no monótonas que se satisfagan. A diferencia del criterio seguido para considerar cuándo una regla de inferencia es una regla clásica, el criterio involucrado en las reglas no monótonas es no perder en la conclusión la información dada en las premisas. Las siguientes son las reglas no monótonas básicas: Identidad: A|~A (donde |~ debe leerse como se deduce no monó- tonamente de) Corte o Transitividad Cumulativa: A|~ B, AÙB |~ C / A|~ C 1 Bridges from Classical to Nonmonotoic Logic, Text in Computing, Cap. 5., 2005. – 56 – Monotonía Cautelosa o Cumulativa: A |~ B, A|~ C / A Ù B |~ C Más aún, la relación de consecuencia no monótona tiene dos si- guientes propiedades “negativas” a señalar: (i) |~ generalmente no satisface Compacidad y (ii) |~ no es cerrada bajo la regla de Sustitución Uniforme. En el libro mencionado D. Makinson muestra que hay infinitas reglas no monótonas. Citaremos algunas de las más comunes a título de ejemplo interpretadas luego en el lenguaje natural: ⊦ A«B A |~ C Equivalencia lógica izquierda B |~ C Ejemplo: Estoy bien de salud si y solo si me siento perfectamente. Si estoy bien de salud plausiblemente realice un largo viaje. Luego si me siento perfectamente, es plausible que realice un largo viaje. A |~ B B ⊦ C Atenuación a derecha A |~ C Ejemplo: Si estudio bastante plausiblemente apruebe el examen final. Si apruebo el examen final seguramente me recibo. Luego, si estudio bastante plausiblemente me reciba. A |~ B A | ~ C Conjunción a derecha A |~ B Ù C Ejemplo: Si tomo la medicación indicada plausiblemente el dolor disminuya. Si tomo la medicación plausiblemente aumente de peso. Luego si tomo la medicación entonces plausiblemente el dolor disminu- ya pero aumente de peso. De acuerdo a la caracterización de consecuencia no monótona y a los ejemplos dados pareciera inferirse la conclusión paradojal de que, si bien las lógicas derrotables o no monótonas parecen caracterizar más adecuadamente los razonamientos del lenguaje natural, lo hacen – 59 – Argumentos No- Derrotables Derrotables Deductivos Casi deductivos A-deductivos Contrafácticos Plausibles Inductivos Abductivos A nuestro entender y de acuerdo a lo que hemos venido sos- teniendo, los únicos argumentos preservativos de la verdad son los argumentos deductivos cuya noción de consecuencia es la clásica y por ello no son derrotables. Además, estimamos que los condicio- nales contrafácticos no pueden se considerados derrotables puesto que gracias a las semánticas de Kripke su noción de consecuencia lógica sigue siendo monótona ya que en ellos sigue valiendo la Regla de Refuerzo del Antecedente. De ahí que los únicos argumentos de- rrotables son los que hemos denominado argumentos no monótonos. O sea que si un argumento es casi deductivo no es no monótono ya que agregando al cuasi deductivo la información faltante se torna de- ductivo, lo cual no puede suceder en los argumentos no monótonos, a menos que se pueda agregar la totalidad de la información faltante. De ahí que la lógica de los argumentos no monótonos posea infinitas reglas, problema que ya plateamos en el parágrafo anterior. En síntesis y en base a afirmaciones sostenidas anteriormente, la clasificación de Flach es inadecuada porque: (i) en ella se confunde la propiedad de derrotabilidad del condicional en el lenguaje objeto con la propiedad de no monotonía de la operación de consecuencia lógica dada en el metalenguaje lo cual lo lleva a incluir a los argu- mentos contrafácticos dentro de los argumentos derrotables y (ii) No distingue entre los argumentos denominados por defecto (by default) y los argumentos basados en información incompleta, en los cuales el agregado de nueva información puede derrotar o tornar falsa la con- clusión o también tornarla verdadera. En nuestra crítica a la clasifi- cación propuesta dejaremos de lado los argumentos a-deductivos por cuanto al día de hoy no hay una versión “lógica” totalmente aceptada de lo que se entiende por abducción. – 60 – Sin embargo debe reconocerse que la clasificación de las distintas lógicas existentes no es una tarea sencilla ya que ella involucra la pre- gunta acerca de qué es lo que diferencia una lógica de otra. Nosotros nos hemos inclinado por apoyar la tesis de que una lógica queda de- finida por su noción de consecuencia lógica y la noción clásica queda así definida como aquella que satisface las reglas de Reflexividad, Mo- notonía y Corte, estas dos últimas conocidas en el lenguaje objeto bajo el nombre de Refuerzo del Antecedente y Transitividad. De ahí que las denominadas comúnmente lógicas modales, tales como las lógicas de las modalidades aléticas, epistémicos, multivaluadas y temporales sean consideradas extensiones de la lógica clásica puesto que agre- gan vocabulario nuevo y las reglas de deducción correspondientes. A todas estas lógicas se las denomina generalmente extensiones de la lógica clásica. Pero, ¿cómo clasificar las lógicas subclásicas o divergentes? Es- tas, agreguen o no nuevo vocabulario, rechazan ciertas reglas que la lógica clásica acepta, como por ejemplo, la lógica de la Relevancia rechaza el principio clásico de Adición, la lógica Paraconsistente de la escuela brasileña de Newton Da Costa rechaza el principio clásico de No contradicción; las lógicas trivalentes de Lukasiewicz rechazan el principio de Tercero Excluido, la lógica intuicionista rechaza una parte del principio clásico de Doble Negación, i.e., en esta lógica no es válido ØØA┝A. Sin embargo la noción de consecuencia es Monótona porque en el lenguaje objeto tanto en ella como en la lógica de la Relevancia y la Paraconsistente vale la regla Refuerzo del antecedente, tal como lo hemos mostrado en nuestra tesis doctoral siguiendo en lo esencial el excelente libro de R. Wojciki (1988).1 Sin embargo, hay sistemas lógicos a los cuales ya hemos hecho referencia en el capítulo anterior que difieren de la noción de conse- cuencia clásica de forma radical puesto que ellas no cumplen con la propiedad de Monotonía, esencial para la lógica clásica. Este tipo de argumentos abarca obviamente a aquellos argumentos basados en información incompleta y en los cuales, el agregado de una nueva in- formación puede derrotar la conclusión. Otro tipo de argumentos que 1 Esta temática también se analiza en mi tesis doctoral Consecuencia lógi- ca y Rivalidad de sistemas lógicos, publicada en http://sites.google.com/site/ enthimemasite. – 61 – tampoco contienen una noción de consecuencia clásica son aquellos argumentos que parten de premisas plausibles, i.e., que afirman hechos que se dan comúnmente o “en el curso normal de las cosas”, pero que, por no tomar en cuenta las excepciones, su conclusión puede resultar falsa. Finalmente, el último grupo abarcaría aquellos argumentos cuyas premisas constituyen creencias injustificadas de un hablante basadas en supuestos o suposiciones e inclusive pre- juicios, que son tomados como si fueran generalizaciones verdade- ras, y por lo cual también caen dentro de la no monotonía. Como toda taxonomía, la presentada puede resultar incompleta, pero a los efectos de lograr la clasificación de los argumentos que hemos analizado en este libro nos resulta suficiente, dado que las reglas no monótonas, pese a no garantizar preservación de la verdad son igualmente tomadas como garantía de racionalidad, ya que satisfa- cen las reglas antes mencionadas de Identidad, Corte o Transitividad Cumulativa y Monotonía Cautelosa. Se debe recordar que la relación de consecuencia no monóto- na se refleja en el lenguaje en la propiedad de derrotabilidad, es decir en no satisfacer la regla clásica conocida como refuerzo del antecedente, a saber: A®B ┝ (AÙC) ® B. En síntesis, mientras la derrotabilidad es una propiedad de los enunciados condicionales del lenguaje objeto, la no monotonía es una propiedad de la noción de consecuencia de los enunciados derrotables. Pero de ello no se sigue que la noción de consecuencia de los enunciados derrotables sea no monótona, pues hay sistemas como los de lógica condicional en las cuales no se satisface RA y que sin embargo su operación de consecuencia es monótona. Por ello es posible que para muchos lec- tores resulte más clara una clasificación de las lógicas basada en el concepto de derrotabilidad de los enunciados en el lenguaje objeto pero bajo la condición de que se los relacione con la noción de con- secuencia lógica involucrada. (i) Lógicas no derrotables: o sea aquellas que satisfacen en el len- guaje objeto la Regla de Refuerzo del Antecedente (RA) y satisfacen Monotonía en el metalenguaje. En este grupo, además de la lógica clásica y todas sus extensiones, se deben también incluir las lógi- cas modales, las subclásicas, tales como la lógica de la Relevancia, – 64 – E1 D So C (por ello) Since (puesto que) W Donde D designa los datos (data), W las garantías o razones (warrants) y C la conclusión. Este esquema se puede seguir comple- tando según la complejidad del argumento, por ejemplo: E2 D C por ello (presumiblemente) Puesto que W a menos que R (Excepciones) E A cuenta de Toulmin da el siguiente ejemplo para ilustrar su esquema de ar- gumentación: Sean: D: Harry ha nacido en Bermuda; C: Harry es británico; W: Un hombre nacido en Bermudas será generalmente británico; R: Am- bos padres sean extranjeros /sean americanos naturalizados; E: Los estatutos y provisiones legales correspondientes Redactado como argumento el ejemplo diría: Si Harry nació en Bermudas y de acuerdo a las provisiones legales los nacidos en Ber- mudas son generalmente ciudadanos británicos, entonces, a menos que sus padres fueran extranjeros y no naturalizados americanos, Ha- rry será( presumiblemente) americano. Ahora bien, es sabido que en lógica clásica mediante el método del condicional asociado, se puede demostrar que un argumento es válido si y solo si el condicional asociado es tautológico ya que su tau- tologicidad refleja en el lenguaje objeto la propiedad de deducibilidad de las premisas a la conclusión de un argumento. El fundamento ló- gico de este procedimiento se debe a la noción de consecuencia lógica clásica subyacente, la cual no se satisface en el ejemplo de Toulmin – 65 – porque hay un caso que lo demuestra, a saber: si Harry hubiera naci- do en Bermudas (D) y sus padres no fueran ciudadanos británicos (Ø R) entonces no se daría que Harry fuera un ciudadano británico(C), en acuerdo con las disposiciones legales (E). O sea: D Ù ØR ï~ C ÙE. De ahí que la noción de consecuencia que subyace al esquema de Toulmin, por no satisfacer la regla Refuerzo del Antecedente (o Ate- nuación) de la consecuencia clásica, constituya una noción de con- secuencia lógica distinta, en particular, una noción de consecuencia rebatible (defeasible) o no monótona propia de la mayoría de los argu- mentos del lenguaje natural3 y que ya hemos analizado. Nótese que el ejemplo de Toulmin tampoco satisface la propiedad de Transitividad de la consecuencia clásica, ya que de si Harry nació en Bermudas y entonces plausiblemente sus padres serían británicos naturalizados y en ese caso Harry sería ciudadano británico, no se si- guen que si Harry nació en Bermudas entonces Harry sería ciudadano británico. Sin embargo, lo que sí parece valer es la llamada Transitividad Cumulativa, (A ®B) Ù (B®C) / (A Ù B ) ® C, ya que de las dos premisas se sigue que si Harry nació en Bermudas y sus padres son británicos naturalizados entonces plausiblemente Harry sería ciudadano británico. Debemos ahora recordar que la noción de consecuencia no monó- tona cuenta con infinitas reglas entre las que se cuenta la siguiente: A |~ B A no│~ ¬ C Monotonía Racional (MR) AÙC |~B Podemos constatar entonces, que el ejemplo de Toulmin satisface MR, ya que si Harry ha nacido en Bermudas entonces plausible- mente sea un ciudadano británico y de que Harry haya nacido en Bermudas no se sigue que sus padres no sean americanos natura- lizados, luego de que Harry haya nacido en Bermudas y sus padres sean americanos naturalizados, se sigue que plausiblemente Harry sea ciudadano británico. 3 La noción de consecuencia no monótona no abarca a los argumentos inductivos y abductivos. – 66 – De lo expuesto es posible presumir que, si bien Toulmin rechazó todo tipo de formalismo para el análisis de los argumentos del lengua- je natural, de haber conocido la actual teoría sobre los condicionales derrotables conjuntamente con la asociada noción de consecuencia no monótona, tal vez la habría utilizado, tal como lo ha intentado Douglas Walton, cuya posición pasaremos a reseñar. 5.3. La propuesta de D. Walton Otro tratamiento actual para los argumentos del lenguaje natu- ral, y en particular dedicado a las reformulaciones de las falacias proviene de Douglas Walton. Su trabajo en este campo es muy abun- dante en cuanto a libros producidos y entre ellos cabe destacar el titulado Argumentation Schemes for Presumptive Reasoning de 1996 y el escrito conjuntamente con Chris Reed y Fabrizio Macagno, titulado Argumentation Schemes de 2008. El propósito principal del primer libro consiste en elucidar el esquema formal de argumentación que subyace bajo las distintas formas de argumentación del lenguaje na- tural, ya que, según su opinión, no existen intentos sistemáticos al respecto, más allá de los iniciados por Aristóteles en Tópicos. En este libro, sitúa la argumentación en el nivel dialógico y considera que las llamadas falacias no formales no siempre son tales, sino que la mayo- ría de los casos se trata de argumentos que pueden considerarse co- rrectos. Comenzaremos la presentación de su método con el análisis de dos de sus ejemplos paradigmáticos. (1) El prisionero confesó el crimen. Luego, el prisionero es culpable. (2) El sombrero de Juan no está en el perchero Luego, Juan ha salido. Obviamente (1) podría ser un argumento válido en el caso de que el prisionero no haya sido forzado a confesar o amenazado, pues de lo contrario la conclusión podría resultar falsa. Si representamos por A “El prisionero confesó el crimen”, por B “El prisionero confesó el crimen bajo ninguna amenaza” y por C, “El prisionero es culpable”, entonces vemos que este ejemplo también puede analizarse más pro- fundamente bajo la noción de consecuencia no monótona ya que sa- tisface Transitividad Cumulativa, o sea: “Si el prisionero confesó el crimen entonces presumiblemente lo ejecutó sin amenazas y si eje- – 69 – debe practicarlo más para mejorar el estado de su salud. Si se lo reformula como inferencia derrotable, adquiere la siguien- te forma: (4’) Puesto que en condiciones normales montar a caballo es un ejercicio saludable y Juan no tiene ninguna prescripción médica en contrario, debe practicarlo más para que plausiblemente mejore su es- tado de su salud. Puede constatarse fácilmente que éste constituye un claro ejem- plo de razonamiento derrotable y que puede ser formalizado en la lógica por defecto de Reiter. de a es el prerrequisito de la regla por de- fecto, bi la justificación, M es un operador “metalógico” que se agrega al lenguaje de la lógica de primer orden y que debe ser leído como “es consistente suponer”, o, más laxamente, en “condiciones normales”; w es su consecuente. En nuestro ejemplo 4) el prerrequisito es que no exista predicción médica en contrario. O sea: Si no existe predicción médica en contrario (a), en condiciones normales (M) montar a caballo es bueno para la salud (b1 ) entonces Juan debe practicarlo (w). En síntesis: pese a que hay casos de argumentos que según D. Walton se corresponden a los entimemas aristotélicos, estos se trans- forman en inferencias clásicas solo en el caso de que se conozca y se agregue la/s premisa faltantes, y que esta/s completen la infor- mación y solo en ese caso su noción de consecuencia coincidirá con la noción de consecuencia clásica. Caso contrario, la noción de con- secuencia no es la noción clásica sino una noción de consecuencia rebatible o no monótona (i.e. supraclásica). Modificando solamente la redacción de los ejemplos 1-3 dados puede constatarse que ellos cumplen algunas de estas reglas no monótonas. En efecto, el ejemplo (1) satisface Transitividad Cumulativa, ya que si el prisionero confesó el crimen (A) entonces lo hizo sin amenazas (B) y si confesó el crimen y lo hizo sin amenazas (AÙB) entonces es culpable (C) Luego, si el prisionero confesó el crimen entonces es culpable. Puesto que no hay una sola noción de consecuencia no monótona, sino “indefinidamente muchas”4 para cada ejemplo de los dados en los argumentos estu- 4 D.Makinson, Bridges from Classical to Nonmonotonic Logic, King’s Col- lege London, Texts in Computing,2005,p.13 – 70 – diados por la llamada lógica informal o teoría de la argumentación, habrá un formalismo no monótono en el cual se exprese la respectiva noción de consecuencia derrotable. Debe reconocerse que los formalismos no monótonos han sido exitosos en el sentido de que constituyen una valiosa herramienta para el análisis de los argumentos del lenguaje natural o de sentido común. Sin embargo, desde la filosofía de la lógica, debemos pre- guntarnos si realmente constituyen lo que hasta hoy se considera la ciencia de la lógica. Ahora bien desde que se formulara la noción de consecuencia lógica clásica, una propiedad indispensable de la misma y a la que hasta el momento no hemos aludido, es la llamada Sustitución Uniforme, la cual intuitivamente nos dice que si en una tautología/ fórmula universalmente válida se sustituye una fórmula bien formada (fbf) por otra fbf, se sigue obteniendo una tautología/ fórmula universalmente válida. En otras palabras que el conjunto de las tautologías/fórmulas universalmente válidas es cerrado bajo la re- gla de Sustitución Uniforme (SU). Pues bien, esta regla no es una regla válida en las lógicas no monótonas. Más aún, el teorema 1.15 del libro de D. Makinson ya citado antes, afirma que no hay ninguna relación de consecuencia supraclásica cerrada bajo SU que no sea la relación clásica “├”. De ahí que se presente el siguiente dilema: las llamadas lógicas no monótonas (o de sentido común) o bien no son auténticas ló- gicas porque no satisfacen SU o bien se abandona SU como condición necesaria para que un formalismo sea una lógica y por lo tanto este principio sea un “hábito a suspender”, al decir de D. Makinson. Cualquiera sea la respuesta que se dé a ese dilema esperamos que lo expuesto constituya una razón suficiente para fundamentar la posición que venimos sosteniendo en este libro, i) que las lógicas su- praclásicas constituyen una excelente herramienta para analizar las formas argumentativas del sentido común, (ii) que para un riguroso manejo de ellas se requiere dominar con precisión los conceptos esen- ciales de la lógica clásica, hecho por el cual su enseñanza resulta im- prescindible aún en el ámbito de la teoría de la argumentación y (iii) que pese a todos los sistemas lógicos que integran el andamiaje lógico del cual hoy se dispone, los aspectos estrictamente intensionales del 5 Cap. 1.3,p.15. – 71 – lenguaje natural y de la argumentación seguirán siendo inabordables por cualquier formalismo. Es probable que el lector después de la ne- gatividad de la conclusión a la que hemos arribado, retome la pregun- ta filosófica acerca de qué realmente se debe entender por la ciencia de la lógica y porqué es un índice de “buena salud mental” pensar de acuerdo a ciertos parámetros lógicos según sea el dominio de conoci- miento en el cual se apliquen y que en los capítulos anteriores hemos visto que ellos están dados por el conjunto de reglas y/o inferencias válidas que los caracterizan, ya que éstas aseguran la preservación de la verdad de acuerdo al significado dado a las constantes lógicas. Sin embargo, todavía resta responder la pregunta acerca de qué se entiende precisamente por “constante lógica”, cuestión álgida para la filosofía de la lógica, ya que dicha noción es la base para responder no solamente a lo que se entiende por lógica sino también para aceptar o rechazar la unicidad de la lógica clásica. En el próximo capítulo fi- nal trataremos dentro de nuestras posibilidades dar alguna respuesta plausible a esta problemática. – 74 – idea de Reichembach consistió en asociar a la teoría física newtonia- na, a la Teoría Especial y a la Teoría General de la Relatividad un res- pectivo grupo invariante de transformaciones, donde cada uno repre- senta un rango de posibles descripciones de la naturaleza o marcos admisibles de referencia en concordancia con cada teoría. Así, a la teoría física de Newton le corresponde el grupo galileano de transfor- maciones (i.e., que las leyes de la mecánica newtoniana son invarian- tes respecto de las transformaciones galileanas); a la Teoría Especial de la Relatividad, el llamado grupo de Lorenz y a la teoría general de la Relatividad el grupo de las transformaciones unívocas (one to one) diferenciales. Reichembach se pregunta sobre la relación entre cada una de estas teorías y el grupo de transformaciones correspondientes y a fin de obtener una respuesta parte de distinguir dos aspectos del concepto de a priori kantiano. Por un lado, las formas a priori de Kant son necesarias y no revisables y, por el otro, son constitutivas, en el sentido de que son las condiciones de posibilidad del conocimiento en general y, en particular, del conocimiento científico. Luego pasa a sostener que cada uno de los grupos de transformaciones considera- dos conforman una estructura a priori que es constitutiva respecto de cada teoría: así, el espacio newtoniano es a priori y constitutivo de la física newtoniana; el espacio de Minkowski es la estructura a priori correspondiente a la Teoría Especial de la Relatividad y las es- tructuras topológicas lo son para la Teoría General de la Relatividad. La consecuencia filosófica principal reside en la pérdida del concepto de a priori kantiano en tanto necesario, pero guardando el carácter de constitutivo en tanto condición de posibilidad. A nuestro interés, debemos observar que el carácter a priori de determinados elementos en cada teoría ha quedado relativizado al grupo de transformaciones asociado.1 Por ejemplo, el espacio newtoniano junto a la métrica eu- clidiana correspondiente es la estructura constitutiva que estable- ce la condición de posibilidad de la Física de Newton, pero no lo es respecto de la Teoría General de la Relatividad. De esta forma, pre- guntarse si la geometría euclidiana es verdadera en sentido absoluto carece de sentido ya que ésta resulta verdadera en relación con la física newtoniana, pero, dentro de la Teoría General de la Relatividad es empíricamente falsa. Ahora bien, en el campo de la lógica el concepto de invariancia o – 75 – invariante no es nuevo y es común presentarlo asociado al concep- to semántico de verdad lógica. Debe recordarse que ya Carnap en Meaning and Necessity (1946), inspirándose en la noción de mun- do posible y verdad necesaria de Leibniz, utilizó en forma indirecta el concepto de invariante al definir verdad lógica o analítica como aquella que es verdadera en toda descripción de estado, lo cual es similar a afirmar que su verdad permanece invariante bajo cualquier descripción de estado. También es posible caracterizar una tautología (o una contradicción) como una fórmula cuya valuación es invariante respecto del grupo de transformaciones valuativas. También J. Piaget en su Traité de logique, Essai de logique operatoire (1949) hace un uso explícito de la noción de grupo de transformaciones de Klein, para explicar la forma de la estructura operatoria (o cognitiva) que da cuenta de las 16 conectivas binarias de la lógica clásica conocido bajo el nombre de Grupo INRC de las transformaciones proposicionales. Estas transformaciones son cuatro, a saber, la transformación por identidad (I), por inversión (N), por reciprocidad (R), por correlatividad (C) 2 y su mayor poder explicativo consistió en dar cuenta de las ope- raciones que estaban implícitas en las definiciones de cada conectiva proposicional en términos de las restantes y que tales transformacio- nes podían ser descriptas bajo la forma de un grupo de transforma- ciones análogo al de Klein. Sin embargo, fue A. Tarski quien, recién en 1986, en su artículo What are logical notions? retoma en forma expresa la idea de grupo de transformaciones de Klein para responder a la pregunta acerca de qué es una noción lógica. En efecto, Tarski sugiere llamar a una noción “lógica” si ella es invariante bajo todas las transformaciones unívocas (uno a uno) posibles del mundo sobre sí mismo o universo entero del discurso. Y, a la pregunta de si todas las nociones defi- nidas en el Principia Matemática son nociones lógicas en el sentido así definido, responde Sí. De inmediato pasa a dar ejemplos de las categorías o tipos semánticos. Por ejemplo, a nivel de los objetos de más bajo nivel, i.e., los individuos, no hay nociones lógicas en ese sentido, ya que puede haber transformaciones del mundo sobre sí mismo donde un individuo se transforme en otro pero sí encuentra las primeras en el nivel siguiente, i.e., en el de las clases de individuo, en la que las nociones lógicas son la clase universal y la clase vacía. Y – 76 – de esta forma sigue su análisis hasta mostrar que la noción de mem- bresía de la teoría de conjuntos puede ser o no ser considerada una noción lógica según se la adopte o no como noción primitiva. Debe observarse que la afirmación de que si una noción es lógica entonces debe ser invariante bajo toda transformación sobre algún dominio, se sigue del resultado demostrado por Lindenbaum y el mismo Tarski para todo sistema LS de lógica superior que incluya teoría de tipos, a saber: siempre que una relación entre individuos puede expresarse por una fórmula de LS, esa relación permanece invariante bajo toda permutación R de los individuos y tal invariante tiene prueba en LS. El problema aparece con la afirmación conversa, o sea, si la petición de invariancia es condición suficiente para que una noción sea conside- rada lógica. V. Mc Gee en su artículo titulado Logical Operations (1996), re- tomando la crítica que de esta misma caracterización hace G. Sher, se encarga de mostrar que la invariancia bajo todas las transforma- ciones, aún cuando se tome en cuenta la especificación de G. Sher respecto de que deben ser transformaciones biyectivas entre los do- minios, no puede ser condición suficiente para que una noción sea una noción lógica. A los efectos de claridad el mismo Mc Gee toma las conectivas proposicionales como nociones lógicas y se pregunta si la caracterización de Tarski sirve para decidir si una conectiva es una noción lógica o no. En tanto operación lógica, coincide en que si una noción es una conectiva lógica entonces necesariamente será inva- riante en todo dominio adecuado. Sin embargo podría suceder que la propiedad de invariancia no sea suficiente para distinguir una noción lógica de otra que no lo es, y para mostrarlo introduce una conectiva llamada negación unicornio, la cual es definida de la siguiente manera: U f =df (¬f T no hay unicornios) Mc Gee muestra que esta nueva conectiva se comporta como la negación clásica pero, como ella contiene la afirmación concreta de que no hay unicornios, nadie podría considerarla una noción lógica. Este ejemplo resulta sofisticado y está pensado para mostrar la inade- cuación de la definición tarskiana aún dentro de la lógica clásica. Sin embargo, nosotros entendemos que la negación concreta propuesta por la lógica paraconsistente de Newton da Costa para el sistema LD o la negación de Priest para el sistema LP se avienen también al caso. – 79 – king, en acuerdo con Kripke, Putnam y Dummet, el lenguaje natural (en su caso el inglés), no es ni clásico ni intuicionista y por ello la lógica clásica, la intuicionista o cualquier otra son construcciones realizadas por los lógicos a partir de abstracciones construidas sobre fragmentos específicos del lenguaje declarativo y que por lo tanto sus leyes o reglas serán invariantes dentro de las transformaciones de ese fragmento de lenguaje. Sin embargo, esto no excluye la primacía de la lógica clásica, ya que las lógicas de tales fragmentos se analizan des- de un metalenguaje que responde a la noción de consecuencia de la lógica clásica, razón fundamental por la cual en capítulos anteriores nos hemos dedicado a analizar prioritariamente la noción de conse- cuencia clásica y luego otras no tan clásicas. 6.2. Porqué y cómo enseñar lógica En lo que sigue nos basaremos esencialmente en el trabajo de E. Dubinsky titulado “Reflexive abstraction in advanced mathematical thinking”(1991)3 el cual fue escrito dentro de la tradición de Brous- seau, la cual a su vez se inscribe en la tradición de la teoría de la Transposición Didáctica de Ives Chevallard4 y en la cual el pasaje del “saber del sabio al saber enseñado” es concebido como un proceso de transformación en tanto construcción por parte del alumno del objeto de enseñanza. Dubinsky comienza diferenciando tres clases de abstracción en tanto procesos cognitivos, inspirándose en la teoría piagetiana5. La primera clase la constituye la abstracción empírica la cual consiste en abstraer las propiedades comunes de una cantidad de objetos ob- servados. Si bien los objetos son externos al sujeto, la construcción de las propiedades comunes es el resultado de una operación interna del sujeto que ha consistido en “abstraer” la propiedad común de los 3 En Advanced Mathematical Thinking, Ed. David Tall, Mathematics Edu- cationh Library, Kluwer Academic Publishers. La Trasnposición didáctica. Del saber del sabio al saber enseñado, La penseé Sauvage, 1991. 4 La Trasnposición didáctica. Del saber del sabio al saber enseñado, La penseé Sauvage, 1991. 5 Para una primera comprensión de la teoría de la equilibración de la escuela de Piaget, remitimos al texto De C.Castorina y G.Palau: Introducción a la lógica operatoria de Piaget, Paidós, Barcelona 1981. – 80 – objetos observados. La abstracción llamada por Dubinsky “abstrac- ción pseudoempírica” o “abstracción reflexisante” hace referencia al proceso cognitivo de abstraccción que se hace con o frente a objetos, como por ejemplo cuando se hace establecer a los alumnos una co- rrespondencia uno a uno entre los elementos de dos conjuntos denu- merables. Obviamente, comprender la correspondencia uno a uno es una construcción realizada por el sujeto. Por último la “abstracción reflexiva” es producto de una coordinación de las acciones cognitivas del sujeto en un nivel superior de generalización, por ejemplo la cons- trucción del concepto de número entero. A su vez, en la abstracción reflexiva pueden operar otros proce- sos cognitivos, a saber: 1) la interiorización, 2) la coordinación de dos procesos en uno nuevo, 3) la encapsulación y 4) la generalización. Por ejemplo, cuando un niño pasa de sumar dos números naturales dados a sumar cualquier cantidad de números, se dice que ha “inte- riorizado” la operación de suma y cuando ha aprendido a multiplicar es porque ha coordinado las acciones anteriores de sumar n veces en una nueva operación que consiste en multiplicar. La encapsulación es un proceso cognitivo más complicado ya que consiste en “englobar” bajo una estructura las operaciones que ha venido haciendo gene- rando una nueva operación, en términos más comunes formando un nuevo concepto. En otras palabras, cuando el sujeto logra englobar en una estructura las estructuras anteriores, es porque éstas han sido encapsuladas. La inclusión entre conjuntos es un ejemplo sen- cillo: un niño puede afirmar que los perros son animales porque ha “encapsulado” el conjunto de los perros y el de los animales, lo cual le ha permitido inferir que el conjunto de los perros está incluido en el conjunto de los animales. Finalmente, la operación de generalización se da cuando un sujeto puede extender la aplicación de un concepto a otros que son similares, es decir, cuando puede determinar su ex- tensión. Finalmente, un sujeto ha logrado completar una operación cuando sin enseñársele logra construir la inversa, operación ésta que recibe el nombre de reversibilidad operatoria, la cual es usada como test para determinar si el alumno ha encapsulado la primera opera- ción. Así, los docentes de matemática presentan la resta a la espera de que los alumnos la construyan como la inversa de la suma y la división como la inversa de la multiplicación. De lo dicho se infiere – 81 – que toda acción cognitiva se descompone en otras que le son previas. En su trabajo Dubinsky aplica este método genético a la enseñanza del principio de inducción completa a partir investigar los conceptos o “saberes previos” o “acciones cognitivas” que debe haber realizado el alumno. Para el caso que nos ocupa estos son : (i) el concepto de función (en tanto “función sucesor”) cuya conceptualización viene del aprendizaje de la matemática, pero genéticamente el sujeto ha cons- truido desde sus primeros años de vida, (ii) la implicación material en tanto función veritativa y (iii) el Modus Ponens. En nuestros términos diríamos que estos son los saberes previos que necesita un alumno para entender o “construir” la forma de demostración conocida como Principio de Inducción Completa. En síntesis, para introducir un co- nocimiento nuevo, el sujeto debe tener internalizados o encapsulados en tanto acciones cognitivas los conocimientos que se presuponen constitutivos del conocimiento nuevo. He aquí entonces la pregunta para todos los lectores ¿qué conoci- mientos previos presupone la enseñanza de la lógica, ya que lo único que poseen los alumnos es su lógica natural, la cual ya hemos visto que más que un conocimiento muchas veces constituye un obstá- culo? El criterio para su selección consiste entonces en descubrir la secuencia de conceptos que deben construirse para llegar a construir el conocimiento buscado, sin desconocer que en esa secuencia los conocimientos previos se van reorganizando o reestructurando, o si se quiere, acomodando o revisándose para incorporar el conocimiento nuevo en tanto acción cognitiva y de esa forma reorganizado los co- nocimientos previos. Daremos ahora y solo a título de ilustración un bosquejo de si- tuación didáctica que habría que desarrollar a fin de hacer compren- der el concepto de razonamiento válido. Objetivo: que el alumno “interiorice” o “incorpore en tanto ope- ración cognitiva” o “encapsule” el concepto de razonamiento válido, fundamental para la lógica clásica. A fin de que el alumno interiorice el concepto de razonamiento o argumento válido previamente debe haber incorporado el concepto de razonamiento o argumento. Es posible también introducir a esta al- tura la idea de que hay varios tipos de argumentos (los inductivos, los analógicos, etc.) de los cuales no se habrá de ocupar la lógica deducti- – 84 – Bibliografía Adler, E. & Rips, L. (2008). Reasoning. Studies of human inference and its foundations. Cambridge University Press. Antonelli, A. (2002). Non-Monotonic Logic, en Stanford Encyclopedia of Philosophy, publicación on line, web. sit. plato. stanford.edu/ entries/logic-nonmonotonic. Antoniou, G. 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NOTA: Para consultar bibliografía más especializada ver las bibliografías incluidas en los libros de G. Palau citados en este texto.
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