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Apuntes literatura siglo XVII (Tema 1), Apuntes de Filología

Tema 1: Literatura Siglo XVII LOPE DE VEGA Y LA PROSA DEL SIGLO XVII Los Sueños, Quevedo y el conceptismo

Tipo: Apuntes

2020/2021

Subido el 08/06/2021

DADRESCNCH
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4.5

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¡Descarga Apuntes literatura siglo XVII (Tema 1) y más Apuntes en PDF de Filología solo en Docsity! 1. LOPE DE VEGA Y LA PROSA DEL SIGLO XVII Lope (1562-1635), Góngora y Quevedo son escritores contemporáneos del barroco, aunque este último pertenecería a una generación posterior (1580). Lope y Góngora se educan todavía en el siglo XVI. Autor de cinco obras en prosa que corresponden, sobre todo las tres primeras, a orientaciones características del siglo XVI y XVII. Nos detendremos en la última, La Dorotea, que es la más original. · Su primera novela, La Arcadia (1598), es pastoril (género muy característico del XVI) y relativamente juvenil, Lope tiene poco más de 25 años cuando la escribe. · La segunda, El peregrino en su patria (1604), es una novela bizantina heredera de la novela griega, caracterizada por el movimiento de los personajes; los enamorados se ven separados por la fatalidad y se cuenta cómo se van reencontrando (también característico del XVI y primera mitad del XVII). Son como novelas de aventuras o peregrinas. · Con la tercera, Los pastores de Belén (1612), vuelve a la novela pastoril en clave religiosa, en este caso, una novela pastoril a lo divino. Hacia 1612 sufre una crisis psicológica y religiosa y orienta su prosa hacia lo religioso, de hecho se ordena sacerdote. · La cuarta obra, Novelas a Marcia Leonarda (una recogida en La Filomena, 1621; las otras tres en La Circe, 1624), es un conjunto de 4 novelas cortas de aprox. 60/70 páginas, que Lope nunca publico juntas, el título es póstumo. Están dirigidas a Marcia Leonarda, una de sus amantes (esto se deduce del prólogo). · Y, finalmente, La Dorotea que se publica en 1632, tres años antes de su muerte con ya 70 años. Según Lope la obra se encuentra escrita desde 1588 pero nada nos hace pensar que sea así, además algunos rasgos de estilos o referencias indican que la obra fue escrita hacia 1630. Es una obra extremadamente original en su propia presentación formal, es una acción puramente dialogada (modelo de La Celestina) y se pone en duda la teatralidad de la misma por su gran extensión. Además, las obras teatrales del XVII se escriben siempre en verso, La Dorotea está escrita en prosa; consideramos pues La Dorotea una acción en prosa. Lo que ocurre y el lugar de la acción debemos deducirlo de lo que dicen los personajes. Argumento: Un joven poeta, Fernando, lleno de talento pero pobre y Dorotea, una joven de conducta un tanto ligera, están enamorados, llevan 5 años de relaciones. La madre la convence de que Fernando no es un buen partido (es pobre) y la invita a tener relaciones con Don Bela, un indiano acaudalado. La hija, aun enamorada de Fernando, accede a las relaciones con este. Fernando no lo soporta y decide irse a Sevilla pero como no tiene dinero recurre a una antigua amante, Marfisa, que sigue enamorada de él. Fernando se inventa por qué debe irse y Marfisa le presta el dinero. Mientras tanto en Madrid, Dorotea va manteniendo relaciones con don Bela pero sigue enamorada de Fernando e intenta incluso suicidarse tragándose un diamante. El intento fracasa y sigue manteniendo relaciones con el otro. Fernando no se olvida de ella, vuelve a Madrid y reanudan sus relaciones pero sin terminar la otra. Llega un momento que Fernando decide que eso es insostenible y rompe la relación. El final de la obra es trágico porque Dorotea desesperada se mete en un convento al morir don Bela. Y Fernando se centra en su relación con Marfisa. Los personajes son de enorme complejidad: son contradictorios y ambiguos, en ellos se juntan tendencias psicológicas que en principio parecerían incompatibles. - Dorotea: apasionadamente enamorada de Fernando, no desdeña tener relaciones con don Bela e, incluso, romper con Fernando. DOROTEA. […] ¿Qué puedo querer sino quererte? ¿En qué puedo emplear mis años sino en servirte? ¿Qué puedo yo desear como agradarte? ¿Qué riqueza como oírte? ¿Qué tiempo más bien empleado que en tus brazos? Menos falta me puede hacer la vida que tus ojos. ¿Quién me consolará de no verte, después de tantos años de gozarte? (p. 113) Esto le dice poco antes de romper con él, le está indicando la ruptura. En medio de sus contradicciones, traiciones… es muy elegante, nunca trata mal a don Bela ni lo critica. Mantienen una relación puramente monetaria pero que, sin embargo, se establece en términos de respeto. Como la obra es tan ambigua y la psicología de los personajes tan contradictoria, algunos críticos han visto en esta relación algo más que un simple respeto, han querido intuir un apoyo psicológico en don Bela que representaría una cierta estabilidad emocional. Idea del desengaño por parte de todos los personajes: por ejemplo, Dorotea amargada por la ruptura de don Fernando le dice a la alcahueta lo siguiente: DOROTEA. ¡Ay, Gerarda! Si hablamos de veras, ¿qué viene a ser esta vida sino un breve camino para la muerte? Si don Bela quiere, tú verás estos pies que celebrabas trocar las zapatillas de ámbar en groseras sandalias de cordeles; estos rizos, cortados; y estas colores y guarniciones de oro en sayal pardo. ¿Quién que sepa si ha de anochecer la mañana que se levanta? Toda la vida es un día: ayer fuiste moza, hoy no te atreves a tomar el espejo por no ser la primera que te aborrezcas: más justo es agradecer los desengaños que la hermosura. Todo llega, todo cansa, todo se acaba. (p. 475) Dorotea empieza a contemplar la idea de retirarse a un convento, desengañada de su amor por Fernando. Desengaño: vivimos de ilusiones y el desengaño nos muestra el mundo tal y como es, típico del barroco. El desengaño es la lección final de los personajes de esta obra. - don Fernando: amante apasionado y, por otra parte, se aprovecha de su antigua amante para pedirle el dinero, acepta la relación con Dorotea a sabiendas de su otra relación e incluso recibe dinero de Dorotea que en última instancia proviene de don Bela, su rival amoroso. Llega un momento, sin embargo, en el que su honor no le permite seguir con esta situación. DON FERNANDO. Un día, César, estaba mi honra considerando la bajeza de mi pensamiento en hablar y querer a Dorotea como los hombres viles que, por aprovecharse del interés de las mujeres, sufren la posesión de los otros, ocupando aquel tiempo que las dejan y guardándose de que no los conozcan; y fue tanto el corrimiento [vergüenza], que me pareció que todos me miraban, y que todos me tenían en poco, como acontece al que ha hecho algún delito secretamente, que siempre imagina que hablan de él aunque sea diferente la materia; y afrentado [avergonzado] de mí mismo (que el que es hombre de bien no necesita que le digan lo que hace mal para que le salgan los colores, cuando esté más solo), determiné dos cosas: tomar venganza de la libertad de Dorotea, y curarme en salud para que no me hallase el mal desapercibido; todo lo cual ejecuté fácilmente. CÉSAR. ¡Fácilmente, cosa tan difícil! […] DON FERNANDO. Yo, César, después de lo referido, como el arte se hace de muchas experiencias, y la tenía tan grande, por cinco cursos en la Universidad de amor peregrino estudiante, hice resolución de amar a Marfisa sin dejar a Dorotea, hasta que con el trato y favor de mi buen deseo convaleciese de todo punto. CÉSAR. ¡Extraña industria para mitigar el amor repartiendo el gusto! […] ¿Y continuáis en el amor de Marfisa? Aun con todo, la obra sigue de cerca el estilo de la Celestina, se ve fuertemente influenciada por ella; de hecho, aparece una alcahueta, que obviamente no toma el mismo protagonismo o fuerza que Celestina, pero está ahí. Las novelas largas de Lope obedecen a géneros consagrados del XVII sin que aporte grandes novedades, pero hay siempre una proyección autobiográfica. En este sentido la novela pastoril era con frecuencia una novela enclave, los pastores eran proyecciones de personajes reales. De hecho, en La Arcadia aparecen miembros de la corte del duque de Alba y Belardo es él mismo, lo usa en bastantes obras teatrales. Además, para dar a conocer a un grupo más amplio sus composiciones poéticas las incluye en La Arcadia… En cambio, sí es original lo que hace en Novelas a Marcia Leonarda con el género de la novela corta que tiene su origen en Italia con el Decamerón. ¿Quién introdujo la novela corta en España? Si bien Cervantes introduce la novela corta, es a Lope a quien debe su fama; hay diferencias y semejanzas entre ellos. Heles dado el nombre de ejemplares, y si bien lo miras, no hay ninguna de quien no se pueda sacar algún ejemplo provechoso; y si no fuera por no alargar este sujeto, quizá te mostrara el sabroso y honesto fruto que se podría sacar, así de todas juntas, como de cada una de por sí. Mi intento ha sido poner en la plaza de nuestra república una mesa de trucos, donde cada uno pueda llegar a entretenerse, sin daño de barras; digo sin daño del alma ni del cuerpo, porque los ejercicios honestos y agradables, antes aprovechan que dañan. Sí, que no siempre se está en los templos; no siempre se ocupan los oratorios; no siempre se asiste a los negocios, por calificados que sean. Horas hay de recreación donde el afligido espíritu descanse. Para esta efeto se plantan las alamedas, se buscan las fuentes, se allanan las cuestas y se cultivan con curiosidad los jardines. […] A esto se aplicó mi ingenio, por aquí me lleva mi inclinación, y más que me doy a entender, y es así, que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana, que las muchas novelas que en ella andan impresas, todas son traducidas de lenguas extranjeras, y estas son mías propias, no imitadas ni hurtadas; mi ingenio las engendró, y las parió mi pluma, y van creciendo en los brazos de la estampa. (Novelas ejemplares, pp. 63-65) dice que sus Novelas ejemplares tienen un sentido moral, se ha discutido mucho sobre esto puesto que parece que de algunas no se puede sacar un ejemplo provechoso; y, por otro lado, da importancia al entretenimiento como objetivo. Además, proclama su originalidad al ser el primer introductor/escritor de la novela corta castellana. Lope, en cambio, se dirige directamente a Marcia Leonarda (Marta de Nevares) y no… No he dejado de obedecer a vuestra merced por ingratitud, sino por temor de no acertar a servirla; porque mandarme que escriba una novela ha sido novedad para mí, que aunque en el Arcadia y Peregrino hay alguna parte de este género y estilo, más usado de italianos y franceses que de españoles, con todo eso es grande la diferencia y más humilde el modo. En tiempo menos discretos que el de agora, aunque de más hombres sabios, llamaban a las novelas cuentos. Estos se sabían de memoria y nunca, que yo me acuerde, los vi escritos, porque se reducían sus fábulas a una manera de libros que parecían historia y se llamaban en el lenguaje puro castellano caballerías, como si dijésemos “hechos grandes de caballeros valerosos”. Fueron en esto los españoles ingeniosísimos, porque en la invención ninguna nación del mundo les ha hecho ventaja, como se ve en tantos Esplandianes, Febos, Palmerines, Lisuartes, Florambelos, Esferamundos, y el celebrado Amadís, padre de toda esta máquina que compuso una dama portuguesa. El Boyardo, el Ariosto y otros siguieron este género, si bien en verso; y aunque en España también se intenta, por no dejar de intentarlo todo, también hay libros de novelas, de ellas traducidas de italianos y de ellas propias, en que no le faltó gracia y estilo a Miguel de Cervantes. Confieso que son libros de grande entretenimiento y que podrían ser ejemplares, como algunas de las Historias trágicas de Bandello, pero habrían de escribirlos hombres científicos, o por lo menos grandes cortesanos, gente que halla en los desengaños notables sentencias y aforismos. Yo, que nunca pensé que el novelar entrara en mi pensamiento, me veo embarazado entre su gusto de vuestra merced y mi obediencia; pero por no faltar a la obligación y porque no parezca negligencia, habiendo hallado tantas invenciones para mil comedias, con su buena licencia de los que las escriben, serviré a vuestra merced con ésta, que por lo menos yo sé que no la ha oído, ni es traducida de otra lengua […]. (Novelas a Marcia Leonarda, pp. 103-107) … y no al lector que le pide que escriba este género. Pone la novela pastoril y la bizantina (tienen antecedentes clásicos) por encima de la novela corta (jerarquía de los géneros). Los franceses también cultivaron la novela corta. “sí, cervantes ha introducido la novela corta pero no ha conseguido que tengan la enseñanza moral que él quería”, dice Lope, más o menos. Lope se da cuenta de que novela corta y comedia tienen cosas en común: son géneros de ambientación urbana que buscan la sorpresa narrativa. Una de las cultivadoras más importante de la novela corta es María de Zayas. Señala su conciencia de escritora y escribe dos colecciones Novelas amorosas y ejemplares, deuda con Cervantes, y Parte segunda del Sarao. Habría que considerar el segundo volumen como continuación del primero. Estas novelas tienen una característica relativamente frecuente en otros escritores menores; no se presentan caóticamente sino con un marco argumental que las une (como en el Decamerón). Una muchacha está enferma, la van a visitar unos amigos y para entretenerla cuentan historias; en este caso, hay un vínculo muy estrecho entre el marco y las novelitas. La enferma tiene intención de casarse y después de escuchar las novelas no quiere; las novelas aquí influyen. Esta tendencia a colocar las novelas una detrás de otra sin marco, como en Lope o Cervantes, no se observa en María de Zayas. Defiende algunos aspectos de la condición y educación femenina. Interesan las declaraciones de la propia autora en prólogos y comentarios de sus protagonistas; no solo reivindica sus derechos sino los de las mujeres en general y la inferioridad que no se explica por su naturaleza sino por su educación. Además, suma a esto la idea de dotar a las mujeres de armas y entrenarlas físicamente para poder defenderse de ataques… María de Zayas quiere venganza individual no que la tomen los varones de la familia. Los Sueños, Quevedo y el conceptismo. Se trata de cinco sueños en prosa que escribió en su juventud, hacia 1605/1610. En 1627 los publicó pero la edición tuvo problemas de manera que Quevedo corrigió el texto para que resultara más aceptable para la censura (1631), cambia incluso los títulos El alguacil endemoniado > El alguacil alguacilado, Sueño del juicio final > Sueño de las calaveras, Sueño del Infierno > Zahúrdas de Plutón. Se trata de una primera persona escasamente narrativa, el yo narrador interviene muy poco, es un desfile de personajes o situaciones a las que Quevedo asiste como espectador (en ocasiones dialoga con las personas pero prácticamente casi nunca interviene). En otros casos recurre al artificio del diálogo, como en el Alguacil endemoniado. Siempre se dan situaciones fantasiosas o imposibles, solo posibles en el universo del sueño o la inverosimilitud. En otra ocasión se encuentra con el Desengaño (abstracción personificada, personaje alegórico) que le enseña la verdad del mundo como en El mundo por de dentro. Son textos de extensión media que no pueden considerarse novela (no hay narración estricta) con sucesión de cuadros o personajes. ¿Qué intención tiene Quevedo con Los Sueños? Mostrar ingenio y hacer reír, son una obra burlesca donde se juega con distintos mecanismos para conseguir el efecto de la risa. Mecanismos como la caricatura o la exageración, no hay intento de profundización psicológica. La técnica usada es la técnica del expresionismo alemán (en términos modernos) deformación de las caras o los objetos. Otro artificio muy característico de Quevedo es la degradación del cuerpo humano que se concibe como un agregado de elementos heterogéneos; para Quevedo el cuerpo humano no es una unidad, es un agregado de elementos. Pareciome, pues, que veía un mancebo que discurriendo por el aire daba voz de su aliento a una trompeta, afeando con su fuerza en parte su hermosura. Halló el son obediencia en los mármoles y oído en los muertos, y así al punto comenzó a moverse toda la tierra y a dar licencia a los güesos, que andaban ya unos en busca de otros […]. A cuál faltaba un brazo, a cuál un ojo, y diome risa ver la diversidad de figuras y admirome la Providencia de Dios en que estando barajados unos con otros, nadie por yerro de cuenta se ponía las piernas ni los miembros de sus vecinos. Solo en un cementerio me pareció que andaban destrocando cabezas y que veía un escribano que no le venía bien el alma por descartarse de ella. (Juicio, pp. 93-96) se mueve la tierra porque los muertos están intentando salir de la tumba, los huesos se recomponen… Quevedo ejerce su poder de deformación (imagen grotesca, humor
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