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Orientación Universidad
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Archivos, Apuntes de Filología hispánica

Asignatura: Historia del español I, Profesor: ana romera, Carrera: Filología hispánica, Universidad: US

Tipo: Apuntes

2017/2018

Subido el 15/01/2018

ezi-365
ezi-365 🇪🇸

3.1

(10)

5 documentos

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¡Descarga Archivos y más Apuntes en PDF de Filología hispánica solo en Docsity! 256 HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA Bibliografía ÁLvarez Bore, Ignacio (2003): La Plena Edad Media. Siglos xn-x1m, Madrid: Sintesis, «His- toria de España 3% milenio». Barrios García, Ángel (1985): «Ropoblación de la zona meridional del Duero. Fases de ocu- pación, procedencias y distribución espacial de los grupos repobladores». Studia Histori- | ca (Salamanca), Historia Medieval, II, 3 García DB Cortázar, José Ángel et. al. (1985): Organización social del espacio en la Espa- ña medieval. La Corona de Castilla en los siglos vi a xv, Barcelona: Ariel. TranieL, Paulino; MORETA, Salust SARASA, Esteban (1989): Historia medieval de la Es- ÍTULO paña cristiana, Madrid: Cátedra. Carl 10 TsLA FREZ, Amancio (2002): La Alta Edad Media. Siglos viu-x1, Madrid: Síntesis, «Historia de A Espaíta 3% milenio». LA ESCISIÓN LATÍN-ROMANCE. EL NACIMIENTO MArTOSO, José (1985): Identificagao de um país. Ensain sobre as origens de Portugal 1096- . 1325, Lisboa: Imprensa Nacional, 2 vols. DE LAS LENGUAS ROMANCES: EL CASTELLANO Barcelona. Universidad Complutense de Madrid VV. AA. (1994): El Camino de Santiago y la articulación del espacio hispánico, Pamplona: Gobierno de Navarra, | Microprocesos y macroprocesos lingilísticos | 1.1. Los CAMBIOS LINGUÍSTICOS Pertenece a la naturaleza histórica de las lenguas que estas se hallen en cambio constante. En ese proceso de evolución contima hay perfodos de dinamización de los cambios y otros, en cambio, de desaceleración, Por ello se pueden fijar elapas en la evo- Jución de ma lengua. Menéndez Pidal considera la historia lingiística como na parte | de la historia general porque los cambios lingiísticos, aunque se expliquen por razones internas a la propia lengua, están asociados con los grandes cambios que se producen en la comunidad social. Por eso, €l distinguió entre origen del cambio y su propagación. El primero está motivado por factores intemos, pero para que se produzca su generaliza- ción, es decir, su adopción por la comunidad idiomática, son necesarias circunstancias | sociales y culturales determinadas. De este modo, los grandes cambios lingúfsticos sue- len coincidir con grandes cambios sociales y culrurales. Rafa] Lapesa (19812), en su co- | nocida Bistoria de la lengua española, estableció distintas ctapas en función de los grandes movimientos cutturales. Sin embargo, el asunto de la periodización de la histo- ra lingilística permanece abierto, porque la distinción de sus distintas etapas depende de | los criterios de segmentación diacrónica que se utilicen (Eberenz 1991). | En la evolución de las lenguas existen, pues, dos tipos de causas, internas y ex- | ternas. Las causas internas derivan del hecho de que una lengua no es un sistema ce- | rrado de signos donde «tado se relaciona», como dijo Saussure, sino que se trata de | un sistema abierto. En el plano léxico es patente la necesidad de este carácter abier- | 1o, pues, en caso contrario, no se podrían satisfacer las necesidades de nominalización derivadas del constante cambio de la realidad referida. El cambio léxico no se pro- | | duce únicamente por la incorporación de nuevas unidades (neologismos) o por la de- saparición de palabras que designan realidades caídas en desuso, sino también por 258 HISTORIA DB LA LENGUA ESPAÑOLA otras muchas causas. Por ejemplo, la palabra domus no ha dejado resto en ninguna lengua románica; ello revela que su sustitución por mansione y casa se produjo en el propio latín hablado, como consecuencia de una nueva concepción de la vivienda fa- miliar. Los cambios ideológicos también son grandes impulsores del cambio léxico y semántico, como demuestra la profunda transformación que sufrió el latín debido a la irrupción del cristianismo en la vida social y oficial del mundo romano, sustituyendo la cultura clásica y pagana por otra que obedecía a concepciones muy diferentes. Tampoco son establos los demás componentes lingtíísticos. En realidad, el siste- ma de una lengua está constituido por un conjunto de subsistemas que pueden con- tender entre sí. El sistema fonológico no está: constituido por un conjunto único de unidades, ordenadas simétricamente respecto de otras. Los subconjuntos que llama- mos haces de correlación no ofrecen una simetría absoluta. Por eso Martinet (1976) advirtió de la existencia de franjas de ruptura en el sistema, término con el que de- sigua aquellas correlaciones que se configuran asimétricamente con otras, lo que ori- gina una tendencia hacia la reestructuración, produciendo así una dinámica de cam- bio que no acaba de alcanzar un equilibrio estable. A veces, ocurre que un subsiste- ma se impone sobre otros coexistentes en el uso social y en el prestigio normativo, lo cual no significa que estos últimos desaparezcan. Es lo que ocurrió, por ejemplo, cuando las consonantes velares latinas, en contacto con vocal palatal, iniciaron un. desplazamiento articulatorio hasta configurar un nuevo haz de correlación, basado en la palatalidad y no en la velaridad. También en el sistema gramatical se producen cambios, tanto en el plano mor- fológico como en el sintáctico, En este último caso, afectan a las categorías y a sus funciones. La categoría gramatical que denominamos artículo no existía en latín clá- sico. Sin embargo, sí es propio de todas las lenguas románicas, lo cual significa que el proceso que condujo a su creación comenzó en el propio latín. Su consolidación como categoría específicamente actualizadora, transformó el valor del sistema de ac- tualizadores que existía en latín, fenómeno asociado a profundas transformaciones morfológicas y sintácticas en el sistema defctico latino (Lapesa 2000: 360-87)? Los cambios gramaticales son decisivos en la transformación de-una lengua en otra u otras. Con frecuencia, los cambios sou el resultado de la interacción evolutiva de los tres componentes: fonemático, morfosintáctico y léxico-semántico. 1.2, MICROPROCTSOS Y MACROPROCESOS Cuando los cambios afectan a sectores parciales del sistema lingilístico, las len- guas evolucionan sin perder su naturaleza intrínseca, es decir, sin que desaparezca el conjunto de relaciones básicas en que se fundamenta el sistema y, por tanto, sin que perturde la mutua inteligibilidad entre sus hablantes, cualquiera que sea el subsistema. que utilicen o las variantes que prefieran. En estos casos hablamos de microprocesos lingúifsticos. Por el contrario, cuando los cambios se producen en cadena y afectan de 1. "Todos los trabajos sobre sintaxis y morfología históricas del profesor Lapesa se citan por la edi- ción a cargo de Rafael Cano y Maria Teresa Echenique, Estudios de morfosintaxis histérica del español, Madrid: Gredos, 2000, LA CONSTITUCIÓN DE LOS ROMANCES PENINSULARES 259 forma asociada a todos los planos del sistema, se inicia un proceso de desmembra- ción de la lengua originaria que conduce a la formación de nuevas lenguas. Por ejem- plo, la pérdida de la distinción de cantidad en el sistema vocálico latino pradujo una serie de cambios en cadena que afectó a las distinciones morfológicas de caso y, aso- ciadamente, a las distinciones funcionales que éstos aportaban ? La formación de una lengua o varias lenguas a partir de otra originaria que se desmembra, es el macro- proceso más extenso y complejo, ya que resulta de la interacción de fenómenos evo- lutivos de distinta naturaleza que transforman rasgos tipolópicos fundamentales. Para que este macroproceso llegue a su fin y, por tanto, suponga la desaparición de la Jen- gua originaria, tiene que producirse wna serie de circunstancias históricas que tras- cienden los hechos puramente lingúifsticos. Ninguna colectividad social decide unáni- me y simultáneamente abandonar una lengua en beneficio de otra, proceda o no de aquélla. Se trata de un proceso lento y gradual que se manifiesta desigualmente en el plano social y en el territorial, Además, el uso de la lengua varía de acuerdo con una cierta estratificación social, La imposición de unas variantes sobre otras, proceso por medio del cual se produce ta consumación de un cambio, depende de factores sotia- les? Como se describe en el capítulo HI de este volumen, la romanización de la Pe- nínsula Ibérica se inició en los albores del siglo 1 a. C. y no concluyó hasta siglos más tarde. En sus diferentes etapas conoció diferencias territoriales (la Bética y la Cartaginense se latinizaron con relativa rapidez), mientras que la penetración hacia el interior y, sobre todo, hacia el norte fue más lenta e incompleta* Del mismo modo, la adopción del latín y el abandono de la lengua vernácula no consiste en una mera sustitución de lenguas, El cambio va asociado siempre a un proceso de transcultura- ción, es decir, a cambios que afectaron a todos los órdenes de la vida social. Por eso, las clases más cultas y poderosas económica y políticamente se adhirieron con cierta rapidez a la nueva cultura y a la nueva lengua no sólo por la superioridad de estas so- bre las propias, sino también para preservar su estatus social, En cambio, las gentes del campo, más alejadas de los centros de poder y de la administración, se resistieron durante siglos a ser asimilados. Esto explica la pervivencia de sustratos lingúfsticos que actuarían, siglos más tarde, como agentes causantes de determinadas evoluciones del latín aprendido. 2. No entramos aquí en scusiones sobre la forma en que se produjo este macroproceso lin- gúíístico y cuél £us el elemento inicial determinante del proceso. Los estudios, desde el punto de vista del español, sobre los casos latinos de Lapasa (2000: 73-122), de Santiago (1992), López García (2000) y de otros han puesto de manifiesto la complejidad de este macroproceso. 3. Esto ya fue puesto de manifiesto por Menéndez Pidal en Orígenes del español. La sociolin- glística moderna ha precisado y formalizado el sodo en que se produce esta interscción de cambio Linglístico y estructura social tras el conocido artículo de Weiarich, Lebov y Herzog de 1968 (Lehman y Málkiel 1963) y los posteriores trabajos de Labov (1994). También Lloyd (1987) recogió esta pers- pectiva advirtiendo de su plena compatibilidad con las ideas de Menéndez Pidal sobre el cambio lin- gllstico. Vid. también F. Gimeno (1995) 4. Caracteristicas especiales tiene la romanización del País Vasco, que está ligada a la difusión del Cristianismo en aquella región de Hispania a partir del siglo tv. 5. El concepto de sustrato y el modo en que actúa sobre una lengua en el momento de su evolución ha sido objeto de muchas interpretaciones. No es este el lugar para dilucidar este asunto. Baste con recor- dar que su acción es fundarnental en la teoría de Menéndez Pidal sobre el cambio lingiístico y en el mo- ¿elo que se deriva de su consideración sobre et estado latente de algunas cansas de los cambios fonéticos. HISTORIA DE LA JENGUA ESPAÑOLA expresar las relaciones básicas de causa, consecuencia, finalidad, concesividad, condi- cionalidad, contrariedad, etc. Sólo pervivieron algunos nexos, como QUIA > ca, Sí, y los nexos relativos QUANDO, QUOMODO, etc. Las lenguas románicas reconstruyeron un nuevo sistema, bien a partir del latín, dotando a algunas formas de nuevas funciones (polisemia de que con valor causal, consecutivo, concesivo, ete., por ejemplo), bien creando formas muevas a partir del propio romance (porque, aunque, con gue, etc). 2.3.5. La desaparición de nexos como uz, capaz de adquirir valores funcionales di- ferentes en relación con su variabilidad combinatoria (ur completivo, UY final, UT consecutivo, els.) y otros (SICUT, QUOMAM ele.) provocó una completa reestructura- cion de la oración compuesta y de la «consecutio temporum». Importante fue la re- organización de la relación estructural entre prótasis y apódosis en oraciones como las condicionales (hipátesis real frente a hipótesis irreal en presente y en pasado), las causales (causa real o causa supuesta), las consecutivas, las adversativas, las finales, cto. Lás lenguas romances tardarían mucho tiempo en consolidar estructoras estables en oraciones de este tipo. 2.4. EL PLANO LÉXICO-SEMÁNTICO El vocabulario de las lenguas romances procede básicamente del léxico latino. Tas palabras transmitidas por vía oral que sufrieron la erosión fomética correspon- diente a las tendencias evolutivas gencrales en cada lengua romance forman el voca- bulario patrimonial. Las voces transmitidas por la escritura, muchas de las cvales pa- saron en época posterior a la lengua hablada, que conservaron total o parcialmente su estructura fonemática latina constituyen el conjunto de palabras que Hamamos cultis- mos o semicultismos, según los casos. Un dato muy importante para describir la presencia de la oralidad en la escritu- ra es la documentación de voces patrimoniales en textos aparentemente escritos en la- tín. Se trata, en estos casos, de la primera huella del romance en época muy primiti- va. En la transmisión del vocabulario latino se produjeron muchos fenómenos de cambio, cuyo origen es muy diverso. El léxico refleja muy directamente el universo nocional vigente en cada época. Los profundos cambios producidos en el mundo ro- mano desde el siglo Tm, con la irrupción del cristianismo y la progresiva sustitución de la cultura pagana determinaron la incorporación de numerosos neologismos, mu- chos de ellos de origen griego. También se produjeron sustituciones de voces que estabán connotádas negativamente por razones religiosas. Esto explica que en los pri- meros tiempos romances no existieran derivados de palabras como TEMPLUM, SACER- pos, etc. En el propio latín habían sido sustituidas por ECCCLESIA y CLERICUS, Tespec- tivamente, que carecían de referencias al paganismo. El cambio de costambres y las nuevas realidades sociales explican la desaparición de muchos términos (DOMUS, LU- DUS, GLADIUS, EQUUS, CAPUT, etc.), sustituidos por casa/mansione, jocus, caballms, 8. Más adelante (epígrafe 6), se trata de este asunto a propósito de las relaciones entre romance es: erito y romance hablado. LA CONSTITUCIÓN DE LOS ROMANCES PENINSULARES 265 capitialtesta, ete? También la irrupción de los pueblos germánicos determinó la in- corporación de numerosos germanismos. Otros cambios se debieron a movimientos internos en el propio latín, lo que ori- ginó transformaciones en algunas serios etimológicas. Así, desapareció la oposición entre CANDIDUS Y ALRUS; este último étimo permaneció en la lengua hablada, como atestigua la toponimia con derivados en la forma evolucionada ovo (Overa) y en la la- tina albo (Montalvo), aunque ambas quedarían, a la postre, arrinconadas por la adop- ción del germanismo blank “blanco” que no distingue entre el “blanco brillante” y cl “blanco mate*, al que respondía la oposición léxica en latín.% A, todos estos factores hay que añadir uno de particular importancia: la desmembración del Imperio Roma- no facilitó el triunfo de mumerosos dialectalismos en el latín hablado en cada wma de las provincias del imperio. Algunos de ellos procedían de antiguos sustratos prerro- manos; otros eran arcafsmos o neologismos conservados residualmente y que ahora se generalizan en determinadas áreas; otros, en fin, corresponden a préstamos léxicos del pueblo invasor (francos en Francia, visigodos en España, ostrogodos en líalia, eto.). Este es el origen de algunas diferencias léxicas entre las lenguas romances. Bl conjunto de rasgos fonemáticos, gramaticales y léxico-semánticos parece su- ficiente para dar cuenta del proceso de escisión que condujo del latín a las lenguas romances. Todas ellas parten de una misma base, el románico común, pero esto no significa que hubiera una completa unidad lingúfstica prerromance. Ni el latín era uniforme hacia el fin de la romanidad (siglos VI-VA), ni el sustrato lingúifstico cra el mismo en todas sus áreas. Elto determinó que la escisión del latín fuera múltiple, dan- do lugar al nacimiento de varios grupos de lenguas, en el caso de Hispania a las len- guas iberorrománicas. 3. El origen de las lenguas romances 3.1.” EL ORIGEN LATINO Como se ha dicho más arriba, el macroproceso que condujo a la desmembra- ción del latín fue el resultado de la interacción evolutiva que afectó a todos los com- ponentes del sistema originario (Varvaro 1991): Tradicionalmente se ha considerado que el inicio de todo cambio se halla en el plano fonético (Walsh 1991). Por eso, la filología románica se ocupó inicialmente de describir las tendencias fonéticas evolu- tivas que fueron diferenciando a las lenguas romances del latín. Algunas de esas ten- dencias aparecieron ya en la lengua originaria, pero estaban refrenadas por una sóli- 9. Se remite al capítulo IV de este volumen'en +! que se encontearán aumerosos ejemplos de vo- ces que adquirierox ín postclásico y el latín hablado. 10. Los cambios léxicos y semánticos del latín escrito clásico al latín hablado fueron frecuentes. De ali proceden innumerables diferencias stimológicas entre las lenguas romances y el latín, y entre las wismas lenguas romances. 11. El vocabulario de los primeros documentos de lus lenguas romances es esencial para conocer cufl fue el mundo nocional que sirvió de base a la formación de las nuevas lenguas. Muy recienternente se ha publicado el vocabulario de orígenes del español, que convenientemente depurado servirá para co- nocer mejor este período de la historia de la lengua (Lapesa ez al, 2003) 266 HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA. da base normativa, Sin embargo, no siempre es posible establecer una solución de continuidad entre los fenómenos testimoniados en latín'? y el estadio primitivo de las lenguas románicas. Así ocurre, por ejemplo, con la pérdida de las vocales intertóni- cas, testimoniada en el Appendix Probi, que, además de no tener carácter general, pa- rece obedecer a requisitos combinatorios que no actuaron en romance. Recientemente se ha foruulado vna teoría (López García 2000), según la cual el inicio de la formación de las lenguas romances se halla en la evolución sintáctica. La conversión del latín en español (esto valdría también para las restantes lenguas to- 'mances) habría que situarla en el siglo 1v y su representación documental sería la Vie- gata de San Jerónimo y otras traducciones biblicas (Verus latina), que «es el embrión de la sintaxis protorromance». Se basa para ello en la valoración de los siguientes pa- 1ámetros: a) el cambio de orden de palabras en la oración (paso de SOV a SYO); o lo que él llama »bipartición de la escena oracional» entre el sintagma nominal y el sintagma verbal; b) la reestructuración del sistema de casos y la extensión del régi- men preposicional; c) cambios en el régimen y la naturaleza de los verbos (verbos in- transitivos que pasan a transitivos y a la inversa, verbos deponentes que se hacen ac- tivos, eto.); d) la reestructuración del sistema deíctico (la seríe HIC, ISTE, ILLE sufrió cambios importantes); e) transformaciones importantes en el paradigma verbal debi- das a confusiones, cada vez más abundantes, entre el valor de tiempo y el de aspec- to, y £) la profunda mutilación del sistema de conjunciones. En resumen, la tesis de Ángel López se basa en los cambios sintácticos observables en los textos latino-cris- tianos, debidos principalmente al influjo del hebreo, forjados en la transformación de una sintaxis de construcción a una sintaxis de rección. En una etapa ya románica, las fonciones ya dependen del semantismo verbal. Como consecuencia, se pasó de un or- den SOV al bíblico SVO, al protorromance VSO que, por fin, cedería el paso a SVO, es decir, al mismo del latín poscristiano. Estos fenómenos están documentados, efectivamente, en la lengua de la baja la- tinidad, pero es difícil aceptar que sean esos cambios los que señalan el comienzo de las lenguas romances. Su generalización no debió de consumarse hasta la época pro- torromance. Más difícil todavía es admitir que la morfonologización de tales cambios no se produzca hasta los siglos vIExL* 3.2, FL PROTORROMANCE Y LA ÉPOCA VISIGÓTICA La época visigótica no fue de depanperación cultural como se ha repetido en al- gunas ocasiones. Tras la crisis subsiguiente a las diferentes oleadas germánicas, el rei- no visigodo se estabilizó. Toledo y Sevilla fueron importantes centros de creación 12. Las fuentes para el estudio del latín vulgar hun sido analizadas en el capítulo IV de este volu- nen. Sin embargo, el conjunto de datos stestiguados no es suficiente para asegurar que los fenómenos de evolución fonética testimoniados en textos como el Apperulix Probi, ta Peregrinatio ad loca sancta, 10, senn en todos los casos el origen de la gren transformación que condujo del latín a los lenguas romances, 13. Un buen análisis de la aportación positiva sobre el origen de las lenguas romances y las im- portantes objeciones que plantea su difícil y, en ocasiones, imposible comprobación empírica, se halla en la reseña de Cano Aguilar (2002) al libro de Ángel López. También Hernández, Alonso (2903). LA CONSTITUCIÓN DE LOS ROMANCES PENINSULARES 267 cultural. La época de san Isidoro representa el momento de máximo esplendor. La do- cumentación en pizarra atestigna que existía una buena parte de la población espaz de leer y, algunos, de escribir. El desarrollo de los escritorios monásticos en los siglos xx y x recogió la abundante producción escitural de la época visigótica. El latín de esta época ha sido estudiado en el capítulo VJ de este volumen. Pocos datos existen acerca de la lengua hablada. Nada atestigua que esta no fue- ra el latín. Quilis Merín (1999: 262) afirma que «lo más destacable de las pizarras, en su conjunto, en lo que tienen de continuadores en la tradición de la lengua escrita, es que no se apartan demasiado de esta norma, que tiene un peso fundamental en su con- fección y que responde a un grado de instrucción al que los que escriben se esfuer- zan por atenerse, dando lugar a que sean pocos los rasgos de la lengua hablada que se presentan, ya que tales escribas tienen en su conjunto bastante conocimiento de la lengua escrita...». Algunos pocos fenómenos evolutivos atestiguados no son suficientes para descri- bir la existencia de un macroproocso de cambio. La situación lingúística para la época visigótica sólo puede establecerse en términos de hipótesis, basada más en la evo- lución testimoniada para la época de orígenes, Es el procedimiento seguido por los Tomanistas y, para la Península Ibérica, por Menéndez Pidal. Llamamos protorrorman- ce al conjunto de tendencias evolutivas cuya existencia es preciso suponer para expli- car su generalización cn la época de orígenes en las distintas lenguas romances penin- sulares, que se describen en el epígrafe 5. Más difícil es determinar las posibles variaciones dialectales que pudieran exis- tir en la Hispania visigótica. Menéndez Pidal (1950, en prensa) indica que, sobre wma base común, ya comenzaban a aparecer diferencias previas a la dialectalización de la Península Ibérica, que sería posteriormente barrida con la transformación política y territorial que supuso la conquista de la Península por los árabes.* Aunque la des- cripción de Menéndez Pidal está basada en indicios y los datos son escasos, la situa- ción Uingitística de lo que Hamamos época protorromance debió de ser muy parecida a ella. De la relativa uniformidad de la lengua escrita hay pruebas suficientes, ya que la mayor parte de los códices litúrgicos y jurídicos, algunos de ellos glosados a par- tir del siglo x, son de origen visigótico. En cambio, la incipiente variedad lingúística, 14. Menéndez Pidal (en prensa) lo describo así: «Los varios romances peninsulares de entonces [la época visigótica] estaban distribuidos en forma may diversa de lo que después estuvieron en el xuapa an- tiguo esos dos extremos (el portugués con el leonés de un lado, y el aragonés con cl catalán de otro). No sólo se acercaban más por el Norte, sino que se unían por el Sur mediante los dialectos del centro, aná- Jogos a los de los dos extremos. Desde la ciudad regía (Toledo) comenzaba a formarse un romance co- mún, y esa habla toledana, usada en la corte del rey Rodrigo, so pareeía mucho más al asturiano y al ara- gonés que al castellano, más que nada se parecía al asturiano, aun al asturiano occidental, pues los mo- zárabes toledanos todavía en el siglo xIn seguían pronunciado el diptongo [ei)». Y añade: «la Bética, con Hispalis, Corduba, Mlibersi y demás ciudades episcopales, y toda la costa levantina de la Cartaginense y Ja Tarraconense, tientas todas ellas de la más antigua romanidad, y cultura urbana más desarrollada, se destecarían, sín duda, en la España visigótica como áreas refractarías a ciertos neologismos de promun- ciación, como la diptongación de las vocales, e, o abiertas, surgida para extremar su diferenciación res- pecto de e, o cerradas que el reino de Toledo practicaba. También se iniciaron las singularidades liogils- ticas de los núcleos Bracarense y Tarraconense, y, asimismo, debieron de formarse multitud de varicda- des dialectales en las zonas montañosas más aisladas de influjos uniformadores, en algunes de ellas ni siguiera se había completado la romanización de los pueblos autóctonos». 268 HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA forjada probablemente en esta época, fue acruinada por las conmociones políticas ocurridas desde principios del siglo vin y siguientes: invasión musulmana, formación de la Marca Hispánica (Barcelona fue conquistada por Carlomagno en 801), inicia- ción de los primitivos núcleos reconquistadores, decadencia de la mozacabía a partir del siglo xr, etc. Ello llevó consigo grandes movimientos de población, Se formaron así lo que Menéndez Pidal llama los «pueblos indoctos del Norte», aunque ineJuso cántabros y vascones estuvieran parcialmente romanizados desde la época visigótica. Existieron dos ctapas arcaicas en el proceso de escisión latino-romance. La pri- mera corresponde al período visigótico, es decir, a la lengua hablada en la época en que todavía se conservaba la unidad idiomática en torno al reino visigodo toledano. Mientras que la lengua escrita se mantenía básicamente uniforme (el modelo podría ser el latín isidoriano), la toponimia y los datos de lá evolución fonética posterior per- miten vistombrar lo que debió de ser el mapa lingúística en época visigoda. La se- gunda clapa comespondería ya al desarrollo pleno de los procesos evolutivos en la época de orígenes, Hay que poner de relieve que el latín escrito se mantenía con to- das sus características tipológicas básicas. No puede pensarse que hubiera una inte- srupción en la tradición escrita hasta finales del siglo x1. Por tauto, sí podemos hablar de la existencia de un latín medieval anterior a la llegada de los cluniacenses. El ro- mance quedaba reducido a su uso hablado, lo que supone la existencia de una fuerte estratificación que iría desde un mínimo de cambio respecto del modelo latino entes los doctos, hasta una generalización de los primeros fenómenos evolutivos, aprecia- ble en las gentes indoctas. 4. Los primeros testimonios en lengua romance 4.1. LA SITuAciÓN ROMÁNICA La evolución del latín hacia la formación de las nuevas lenguas romances arran- ca de la situación fingúfstica que hemos denominado protorromance, que llega hasta el siglo vi. A partir de este momento se produjo en toda la Romania un movimien- to generalizado de transformación de las estructuras fonemáticas, morfológicas y sin- tácticas de tal naturaleza que constituyó un macroproceso de desmembración de la lengua original en otras derivadas de ella. Para que esto ocurriera fue preciso no sólo una dimanización de los procesos evolutivos latentes desde el período anterior (cau- sas internas), sino también una profunda conmoción en la historia de los pueblos ro- mánicos, que afectó a todos los planos de la vida colectiva y, de modo especialmen- te intenso, a Ja vida cultural, a la organización social y política y a los movimientos demográficos. La situación en toda la Romania no era homogénea. Algunas zonas periféricas quedarqn pronto incomunicadas. Es el caso de las áreas donde surgieron el sardo (isla de Cerdeña) y el rumano (antigua Dacia). En Halía, en cambio, la Jatinidad se con- servó con mayor fuerza. En Francia, Carlomagno había conseguido reconstrnir, en el umbral del siglo 1x, wa buena parte del antiguo Imperio Romano de Occidente. En Hispania, la conmoción histórica que produjo la invasión musnlmana rompió la rela- tiva unidad heredada del periodo visigótico y, salvo Cataluña, creación carolingia, LA CONSTITUCIÓN DE LOS ROMANCES PENINSULARES 269 quedó relativamente aislada de Buropa hasta que se configuró el primer camino de Santiago, a partir del siglo 1%, por la difícil ruta cantábrica. . «Enel proyecto político de Carlomagno ocupaba un lugar importante la restaura- ción de la latinidad cultural y lingilística. Alcuino fue el principal artífice de este pro- yecto. Propició la restauración del latín escrito, que sustituyó al latín parcialmente de- gradado de la época anterior. El resultado fue la creación de una lengua artificiosa, impregnada de muchos elementos retóricos, y ya definitivamente alejada de la lengua espontáneamente aprendida, (el protorromance). Ese latín fue el empleado a partir de entonces en la Administración cancilleresca y en las obras de cultura, Era una lengua aprendida en las escuelas. La mayor parte de los latinistas ha creído que el latín me- dieval era la continuación natural del latín ico del bajo latín. R. Wright (1988a [1982)) piensa que este latín no procedía del latín clásico, sino que correspondía a un nuevo modo de pronunciación Según él, el nuevo sistema ortográfico fue creado por “monjes anglosajones para resolver el problema de que su fonética era muy distinta a la latina. Esto exigió crear una escritura fonografemática, que es la que adoptaría Al- cuino.5 Esta ortografía pasaría en seguida a Italia y, muy posteriormente a España. Precisamente, esto último es uno de los fenómenos más controvertidos, como se dirá más adelante (véase epígrafe 5). 4.2. Los PRIMEROS TESTIMONIOS ESCRITOS EN ROMANCB A partir del siglo 1x comenzaron a aparecer los primeros testimonios escritos en lengua romance. Del año 800 puede ser el Indovinello Veronese; son Únicamente dos renglones, en los que se describe una adivinanza, incluidos en un oracional visigótico de fines del siglo vu o principios del vau. Los Serments de Strasbourg (Juramentos de Estrasburgo), famoso documento en el que se pacta el destino del Imperio carolingio, es del año 842, La famosa Séquence de Sainte-Eutalie (la Prosa de santa Eulalia) qui- 7Á sea del año 881. En Italia, durante el siglo 1x encontramos varios documentos: de Ta primera mitad de ese siglo os la Jscrizione della catocomba di Commodella y algo posterior es la Jscriozione di San Clemente. Del siglo Xx son el Sermon de Valencien- nes (938), la Vie de Saint Léger (primera mitad del siglo x), la Passion de Clermont Ferrand, Algo más tardíos, ya al siglo x1, pertenecen la Vie de saint Alexis (1040), los Deux serments Géodux y otros textos (B. Frank y J. Harman, 1993). Junto a estos testimonios directos de las muevas lenguas romances existen otros indirectos. El famoso Concilio de Tours prescribió en el año 813 que las homilías fue- ran traducidas a la lengua vulgar o al alemán porque los fieles no letrados no enten- dan ya el latín. Ello revela dos hechos importantes; 1) que la evolución de la lengua 15. Esta tesis, sobre la que se volverá más adelante (véase epígrafe 5) ha sido aceptada por algunos rumanistas actuales y duramente criticada por otros. De entre las numerosas reseñas al libro de Wright, xo- ferentes 1 este y a otros aspectos que después se tratarán, algunas como la de M, Torreblanca (1983), fu sido especialmente críticas: «Todo esto es pura fantasía pur parte de R. Weight. Alguien cristianizó a anglosajones (los monjes irlandeses seguramente); alguien les dio los textos Jitírgicos escritos en lasín; al- guien les enseñó su significado y cómo “debían leerlo en Jas ceremonias religiosas. Alcuino no inventó nin- guoa prononcieción latina. La tesis de Rogor Wright es errénea en su punto básico,» (pá9. 143), 774 HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA En efecto, los primeros textos parecen ofrecer muchos elementos comunes con la len- Ea provenzal Las Sermones de Organo, a los que so ha aludido cn el epígrafe 4 <on un testo Intino, que contiene seis sermones, acompañado de una traducción y un comentario cm catalán. Otros textos primitivos pudieron estar escritos em. el sur de Fencia La her nfuencia de a poesía tsovadoresca de origen provenzal ep Catas lua desde files de seo a y pacos del xam prolongó esta fuerte relación en- * E evolución dela lengua hablado 5 produjo, sn embargo de mana fuertemente diferenciado de la que sigló la tengua de oo en el su de Francia Durante mucho tiempo se ha discutido la filiación genética del catalán; unos la han entroncado den to de las lenguas galorronínicas; oros, en cambio, han subrayado ss troncalidad Ioromománia ya que ma parte de los procesos de evolución fonética en catalán es- o cos. una u otra forma, con tendencias semejantes en los restantes dia- Wei (1988a [1982J) advierto acerca de la peculiaridad del catalán cn lo refe- sento a la representación gráfica de la lengua. Según Ella reform carolingia llegó a Cataluña muy tempranamente y ello motivó que la escritua del Jato y de la lengua vernáculo se distinguioan muy pronto. No deja de sosprender, sin embargo. que ello mo supasiera una mayor amtigiledad delos tetos escos catalán, que proceden del Siglo xr, costíneos o más tardíos que los que aparecen en Castilla y Aragón. Eu todo caso, el verso y la prosa catalanas adquiriron un pronto desarrollo. Ello permitió a Jaime 1 declrar la prosa caalana como prost aduinistativa (lo que toy llmaríanos Jengua oficial) en el eino de Aragón. Como se advestirá, existe un fuerte paralei mo con lo ovurrido en Castilla cn el sigo xa. No parese que los origenes carl s del dominio catalán, que, según Wrighs, ocasionaron su peculiaridad respeto de Jas restantes lenguas ¡beroscománicas, hayan supuesto wna evolución, como Jengua de Cultura, significativamente diferente de la del castellano? : 522. Aúnensufaso inicia, 1 Reconquista dio lugar a numerosos movimieatos de población tal como nos cuentan ya Jas Csónicas asturianas y nos aosigcan topóni- ños derivados de populare: Pola, Pobla, Puebla, Poblaciones, La Poble. Paros as so balla distribuidos por amplios zonas norieñas (Menéndez Pidal 1960: XXX-LVIM) Ta den de la reconquista de la Hispania perdida fue constante desde los siglos VIE y Alfonso Ley asturiano, devastó la ctenca del Dueso, evíndoso Jucia nome a "umerosos hispanos, Por eso, Menéndez Pidal distingue entre las regiones roosgan- adas durante los siglos x y XI, y las que lo fueron después. En esas zonas reorganiza- das en un perodo que comprendo desde os siglos ix al. es dond surgieron los primitivos núclos linglíticos que son el origen delas onguas berorrománicas. Sur- ejecon así, ls cinco grandes franjas lmgústicas, ls dos extremas, a las que ya se ha hecho referencia, y las tres centrales: el leonés al oeste, el castellano en el centro y el aragonés al este. Si embungo, e una época primitiva ls lies no eran nítidos ans también un navarro muy primitivo (Gonzslez Ollé 1970, 2003 Ciérbide 1970, 23. Para diferencias léxico-etimol6gicas, véase G. Colón (2005). LA CONSTITUCIÓN DE LOS ROMANCES PENINSULARES 2003: Saralegui 1977; Líbano 1977), que acabaría tondiéndose con el aragonés. Bn- de €] aragonés y el castellano, el iojano fve dialesio de transición y de contacto con SN vascuence (Alvar 1976). En la Vascomia primitiva también susgió un vasco-1omá- Fico que no habría de cuajar en una lengua histórica (Echenique 1987; Echenique y formaron dis- os micteos lingúísticos. En primer lugar, el núcleo asturiano, en tomo al primitivo "eino ovetense y, después, con la expansión hacia el sur hasta la conquis Alronso TIT (866-909) realizó wma gran labor de repoblación desde el norte de Portu- ¿al (Exaga, Viseo), Sur de León (Toro, Zamora Simancas) y Castilla (Burgos, Ubitr- é*. Cardeña). Estas repoblaciones se hacían con gentes de diversa procedencia: ga- Jlegos, bercianos, mozárabes, como nos prueba la toponimia. Menéndez Pidal (1950) sostiene que estas repoblaciones no significan que los nuevos territorios e estuvieran vacíos, sino que se procedía a su reorganización administrativa, política y económica con el refuerzo de los puevos pobladores. Todo ell es relevante desde el punto de vista linglfstico porque la fusión “e pobladores de distinto origen facilitó la Eermación de una kolué liogtística, que es la base de formación del romance. Alfon- so II llevó el límite fronterizo al valle del Duezo y Uy hijo Ordoño 11 (914-924) es- Cobleció la capital del reino en León y adoptó el título de imperator legionensis, Con Mo se elevaba en consideración sobre los restantes reinos peninsulares. Di eo ino en la política de su vecinos, ayudando al rey de Navarra en Nájera. En 951 se Quilis 1999) En el centro de la Península y en las áreas colaterales se fundó el condado de Castilla, como dominio del rey leonés. "En el lado osiental, los dialectos primitivos llegaron pronto al valle del Ebro. El aragonés surgió en el alto curso del río Aragón y fue extendiéndose hacia al sur a me- dida que avanzaba la Reconquista. En les Glosas Emilianensos están docurnentados numerosos rasgos lingúlísticos de lo que era <A romance aragonés primitivo, que se es- tabilizará posteriormente en el aragonés escrito. La rica literatura dialectal de los si glos XIM y XIV NOS atestigua que estas franjas lingiísticas laterales al castellano goza” ron de un completo desarrollo como lenguas autóctonas, perfectamente distinguibles del castellano. Por el este, el aragonés estaba en contacto con el catalán; sus límites seguían cusi exactamente, de morte a Sur, eL curso de los ríos pirensicos. Entre el Se- ere y el Cinca quedó wna franja de poblamiento catalán que todavía conserva esta len- gua, aunque administrativamente la zona pertenezca a la región aragonesa. Entre el leonés y el aragonés, la Vardulia, solar de la primitiva Castilla (Eche- nique y Muro 1993, Echenique 1998), era una zona que quedó muy aislada entre los siglos vin y IX. Ya se ha dicho antes que "Alfonso TI! pobló el norte burgalés. En el alto valle del Ebro, el tenritorio de las merindades constituía una. comarca aislada de la meseta, pero psóxima a la zona occidental de la actual Vizcaya. Era, por tanto, una zona mal romanizada en contacto con los vascos y con los cántabros. Geográfica- mente estaba formada por pequeños pueblos y aldeas, con un microclima que favo- recía una cierta autarquía económica, Esto explica su débil latinización y también la pronta formación de microdialectos "locales, en los que se hallaba presente un fuerte istrato ibérico. La expansión hacia el sur, por Jos páramos de la Lora y la Bureba, hizo de Burgos, caprs Castellae, un centro Ae uniformación de las Variantes locales y, al mismo tiempo, un foco de jisadiación lingiística a medida que so extendió su te- rritorio hacia la meseta del Duero. Su creación como condado independiente, su ane- ta de León. -onguistados le hecho, in- 276 HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA. xión a Navarra con Sancho el Mayor (1000-1035) y. por fin, su conversión en reino con Fernando 1 (1035-1065), transformaron el primitivo solar castellano en el centro de la expansión política peninsular, extendiendo su dominio hacia el sur durante todo el siglo xr y asimilando zonas antiguamente leonesas por su flanco occidental, Es lo que, muy ucertadamente, Menéndez Pidal (1950), describió como avance en cuña del castellano. La anexión de La Rioja en 1076, en el reinado de Alfonso VI, expandió también hacia el este no sólo su dominio político, sino también su influjo lingdístico. 5.2.3. Esta sucinta descripción de la distribución Jingiiística peninsular hasta el si- glo xr sigue en sus líneas generales la descrita por Menéndez Pidal. Él supone una pronta fragmentación dialectal, que comenzaría tímidamente en los siglos VI y 1X, para desarrollarse ampliamente durante los siglos X y XI, en que aparecen los prime- ros testimonios escritos de las nuevas lenguas romances. En los últimos años se han ruanifestado reservas en unos casos, claras discrepancias en otros, acerca de la citada Tragmentación del latín en diversas lenguas románicas. Wright (1988) prefiere pensar en la existencia de un protorromance o romance hispánico común hasta finales del si- glo x1. Según él, únicamente después de la reforma de la escritura realizada por los eluniacenses a partir de 1080, se atestiguan las diferencias dialectales. Él mismo (Wright 1983), y otros después (Penny 2003b), han llegado todavía más lejos al afir- mar que el dialecto leonés no existió nunca. Se basan para ello, entre otras razones, en el hecho de que es imposible señalar una o varias isoglosas que delimiten el do- winio leonés y el castellano. También niegan entidad al leonés porque no cumple algunos de los requisitos exigidos para la formación de nna lengua mueva y antócto- na, entre ellos el de carecer de un centro urbano con suficiente poder político, cconó- mico y cultural para imponer una cierta norma uniforme a la espontánea diversifica- ción dialectal. Las tesis sostenidas por Wright, que constituyen un aspecto parcial al servicio de su teoría sobre la inexistencia de latín medieval antes del siglo XI1 (véase epígrafe 6), y por Penny plantean interrogantes difíciles de resolver. No es fácil pensar que la evolución del latín durante los «siglos oscuros», y especialmente durante el muy des- conocido siglo vin, fuera uniforme en todo el tercio norte peninsular (con la excep- ción, ya explicada, de Cataluña), Más difícil se hace admitir que esa evolución fuera la misma que la de los primitivos dialectos locales castellanos, aistados inicialmente de León, en contacto con pueblos diferentes y con un fuerte sustrato ibérico, que no existió en la zona occidental de la Península Thérica, Lo mismo podría decirse, pero con más razoucs, respecto del primitivo dialecto navarro, del riojano y del aragonés. Aceptar, por tanto, un solo dialecto románico en el tercio norte peninsular no deja de ser mera hipótesis inverificable. Por el contrario, la eclosión de los diferentes dialec- tos en la escritura, documentada por escrito desde finales del siglo x1, a existencia de una literatura oral perdida muy anterior al Cantar de Mio Cid y el desarrollo de las literaturas dialectales, como sc ha dicho antes, exigco la lenta formación de dominios lingúíísticos diferenciados desde época muy primitiva. Es cierto que la incomunica- ción no justifica por sí sola la formación de dialectos diferentes, Esa incomunicación fue sólo relativa (ya se ha hecho mención de las relaciones entre León y Navarra). Más relevantes fueron el diferente grado de latinización de las comarcas originarias LA CONSTITUCIÓN DE LOS ROMANCES PENINSULARES 217 respectivas y el distinto sustrato lingústico sobre el que se apoyaban, además de las muy diversas condiciones de vida. Mientras que en el occidente peninsular el desa- rrollo político, económico y cultural fue cada vez más pujante en época muy primiti- va (siglos-1x y x), la Castilla de los siglos VEL IX y X apenas había salido de su me- dio rural. Respecto del leonés, es cierto que, en lugar de mua isoglosu que delimite los es- pacios lingúiísticos, lo que existe es una zona de transición, con límites borrosos en- tre leonés y castellano. Pero es consecuencia de la geografía (no existen límites oro- gráficos o fluviales que separen nítidamente ambas regiones) y de la historia. La for- ración del condado de Castilla, momento en que el territorio adquiere consistencia física y poblamiento urbano con un mínimo de densidad, es muy posterior al auge del dominio astur-leonés. Por eso, sólo podemos llamar castellano al resultado de la koi- né lingúística que se produce con su primera expansión haciá el sur (Echenique 1995, 1998). "Tampoco es cierto que el romance leonés careciera de un foco urbano de nor- malización y de irradiación. León lo fue durante los siglos x y xt. La vida monástica fue espléndida desde muy pronto y la propia ciudad, heredera de la antigua Legio Ge- mini, conservó siempre un notable prestigio político y cultural. Al final del milenio, la ciudad de León era un centro urbano de capital importancia en todos los Órdenes de la vida medieval (Sánchez Albornoz 1966). También la vida monástica fue rica e intensa. En la región astur leonesa se hallan los cenobios más antiguos, visigóticos, mozárabes y románicos primitivos. Posteriormente, el monasterio de Sahagún, desde su fundación en 904, fue un importante foco de creación y de irradiación cultural. Frente a los advenedizos castellanos, los leoneses fueron siempre conscientes de re- presentar la legitimidad de la antigua monarquía visigótica. Por tanto, la objeción de Penny en este sentido queda descartada. El reino de León tenía suficiente entidad para generar un romance autóctono con diferencias no sólo fonéticas, sino también léxicas (Frago 2003). Otra cosa es que, a partir del siglo XI, con las anexiones de territorio leonés que realizan Sancho el Mayor de Navarra y su hijo Fernando 1 de Castilla, co- menzara la expansión lateral del castellano sobre el dominio leonés. 5:24. Los rasgos internos de la evolución del tronco romance común iberorrománi- <o revelan que la fragmentación dislectal comenzó en los siglos oscuros de la alta Edad Media. Menéndez Pidal (1950) ha descrito con precisión cuáles fueron los fe- nómenos evolutivos que caracterizan esta división dialectal, sin que esta descripción haya sufrido modificaciones sustanciales con el paso del tiempo, Es cierto que actual- mente poseemos una documentación mucho más amplia que la utilizada por Menén- dez Pidal, que no siempre pudo disponer de los textos originales, sino de copias, como ha indicado Máximo Torreblanca (1989). Sin duda, ello permitirá formular algunas precisiones en torno a fenómenos concretos, como, por ejemplo, ciertas mag- nitudes estadísticas sobre la frecuencia de las formas [ai, ei], sobre la forma [wó] para la diptongación en leonés (Pascual y Santiago 2003), etc., pero esto no significa ob- jeción de importancia a la tesis de la pronta fragmentación dialectal de los romances hispánicos. Como señaló Menéndez Pidal, ciertos fenómenos evolutivos indican la posición central del castellauo. Rafael Lapesa (19819: 163-169) ha resumido muy bien los ele- 278 HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA mentos comunes y diferenciales que existieron entre el custellano y los dialectos ve- cinos. Algunos cambios, como la palatalización del grupo consonante + L, indican una transición desde la zona oriental (catalán), en la que no palatalizan, hasta el no- roeste peninsular, donde el gallega portugués ofrece un máximo de palatalización, El castellano elige la situación intermedia [$]. Con los dialectos orientales tiende a la asimilación del grupo M3 > m, aunque no con la misma seguridad que en aquellos. En otros casos, en cambio, el castellano elige la solución más avanzada. Tal es la mo- noptongación del diptongo latino [ai], que queda en la situación intermedia [ei] en aragonés y leonés, y de [au] de distinta procedencia latina ([4u], [AL + consonante], etc.) que monoptonga siempre en castellano, frente a su conservación en la forma [ou en los dialectos occidentales. La vocalización y palatalización de la consonante si- guiente en grupos como CT, ULT, la deslaterización de [1] procedente de LY, C'L, G'L, y, sobre todo, la aspiración y pérdida de F- inicial latina, que constituye el rasgo fo- nético más individualizador del castellano frente"a las demás lenguas romances Este carácter central ha sido puesto en duda respecto de algunos fenómenos evoluti- vos, basándose en nuevos recuentos de la documentación de Sahagún (Pascual y San- tiago 2003). Además, se han docomentado casos en los que las variantes obedecerían ala existencia de normas gráficas diferentes y no a diferencias lingúísticas (Pascual 1996-1997), Estas precisiones y rectificaciones no modifican sustancialmente la des- cripción de Menéndez Pidal. ¡Hasta qué punto los hablantes fueron conscientes de esas diferencias dialecta- les? Es esta una pregunta de difícil respuesta. Es evidente que, en una época primiti- va, las diferencias no impedían la mutua inteligibilidad entre hablantes de distinta procedencia y, par tanto, no podía existir, ni en los siglos x-XI, ni en los siguientes, una conciencia de diferenciación idiomática. Eso lo demuestra la existencia de pri- meros textos literarios, ya del siglo x1, tales como la Razón feyta de Amor, en los que se mezclan rasgos de unos y otros dialectos. Ni las fronteras Iingúísticas eran tan ní- tidas que produjeran incomunicación, ni la evolución en marcha había llegado, en to- dos los casos, a resultados plenamente diferenciados. Además, lo que percibirían los hablantes sería la diferencia cada vez mayor que separaba a la lengua oral de la len- gua escrita. Es decir, el romance constituiría nna cierta unidad desde el plano de la conciencia lingitística o de la percepción de sus diferencias respecto de la lengua es- crita, que era el latín en sus diferentes grados de normalización. Ahora bien, el con- cepto de conciencia lingúlística no puede ser interpretado como la percepción que um hablante tiene respecto de su instrumento de comunicación en un momento dotermi- nado. Tal concepto es de naturaleza histórica, como se ha precisado en otro lugar (Bustos Tovar 1995). Está referido al modo en que se manifiesta la voluntad colecti- 24. No es este el lugar para trazar un esquema general de la evalución fonética del castellano en relación con las restantes lenguas peninsulares. Se trata sólo de advertir acerca de la peculiaridad del cas- teilano, bién de la entidad propia que poseyeron los restantes romances peninsulares desde la época primitiva que hemos llamado siglos oscuros o época de orfgenes. Algunos de los fenómenos alu- idos han dado lugar a fuertes discrepancias en la interpretación de sus causas y de las etapas que es pre- ciso distinguir en su propagación, 25. Esta afirmación se halla, claro está, en flagrante oposición a la vesis de Wright (1988), de las que se tratará en el epígrafe siguiente LA CONSTITUCIÓN DE LOS ROMANCES PENINSULARES 279 va en la elección que se realiza históricamente respecto de la suerte de los fenóme- nos de cambio. Desde este punto de vista, parece claro que la evolación posterior de los diferentes dominios lingiiísticos de la Península Ibérica muestra una voluntad di- ferenciada de cambio, que plasma, con el curso del tiempo, en romances diferentes. El propio castellano primitivo es el resultado de una koiné de hablas locales que se fundieron a medida que el dialecto fue extendiéndose hacia el sur (Alarcos 1982; Echenique 1995). En este sentido, seguramente hay que precisar y graduar la afirmación, muy re- petida, de que el castellano es un romance «revolucionario» frente a sus vecinos y con una firme y certera decisión acerca de las yacilaciones soluciones alternantes que es propia de todo fenómeno evolutivo. Lo es, efectivamente, respecto de algunos fenó- menos, tales como la pérdida de F- inicial latina, ya aludida, pero lo es mucho menos respecto de otros, como la acción de la yod sobre la vocal tónica, la suerte de las vo- cales finales (la alternancia entre conservación y pérdida de —s final estuvo vigente durante siglos), las palatalizaciones de los grupos consonantes PL-, CL-, FL-, ya men- cionados, etc. Lo que sí tuvo el castellano primitivo fue una notable capacidad de pe- netración hacia sus dialectos vecinos, haciendo retroceder al leonés, castellanizando toda la zona limítsofe con el aragonés e, incluso, penetrando en zonas de antiguo do- minio vascuence. 6. Lengua hablada y lengua escrita 6.1. Dos LENGUAS O DOS NORMAS: LATÍN Y ROMANCE La relación que pudiera existir en la época primitiva entre lengua hablada y len- gua escrita es difícil de establecer, Menéndez Pidal (1950, 1960) interpretó que, casi siempre, las variaciones gráficas eran un indicio muy consistente de variaciones fo- néticas, sobre todo cuando tales indicios se repetían en diferentes documentos de dis- tinta procedencia. Sobre esta base elaboró sus Orígenes del español. Ello le permitió establecer diferencias entre los documentos escritos en latín por redactores doctos: textos litúrgicos y eclesiásticos, las primeras crónicas en latín, tales como la Cronica Adefonsi Imperatoris, la Cronica Silense, la Cronica Albeldense, la Cronica Najeren- se, la Historia Compostellana, los primeros fueros redactados en latín como el Forurs Conchae, que fue modelo de otros (Gutiérrez Cuadrado 2003), etc.,% y los redactá- dos por escribas que o bien tenían una deficiente formación latina y, por tanto, co- metían errores al escribir, por medio de los cuales podemos conocer rasgos de la len- gua hablada, o bien, que escribían, debido al carácter del documento, en un /atín arro- manzado, es decir, en un tipo de lengua en la que se imbricaban numerosos rasgos de la oralidad. Esta base documental constituye un precioso testimonio de la situación Engitística en los siglos oscuros. Menéndez Pidal llegó a caracterizar un tipo de len- gua, el latín notarial leonés, con rasgos específicos: romancismos, ultracorrecciones, 26. Aun en estos textos podrían encontrarse huellas de la lengua hablada (Falque Rey 2003). Tan- ta era la presión de la oralidad sobro la escritura. 234 HISTORIA DE La LENGUA ESPAÑOLA lor morfológico de la distinción de género. En cambio, la suerte de la —e final no se decidió hasta mucho más tarde, seguramente por causas externas (la influencia fran- cesa) e internas (la situación de los grupos consonánticos no resueltos todavía).6 En el sistema consonántico se habían consumado los fenómenos más primiti- vos, tales como la sonorización de las consonantes sordas intervocálicas (lo que na impide que puedan encontrarse ciertas regresiones ortográficas), la degeminación de las consonantes dobles, la palatalización de los grupos consonánticos iniciales, etc. Seguramente, el rasgo más característico durante este período es la formación de gru- pos consonánticos nuevos, originados por la pérdida de vocales intertónicas. Mientras que los grupos consonúnticos de origen latino, tales como CT, Cs, ofrecían yu resulta- dós seguros, los procedentes de la evolución interna del castellano podían presentar tanto su conservación como au resultado definitivo. Por ejemplo omne < HOMINE, nomne < NOMINE podía escribirse con conservación del grupo consonántico, omme (uamne en las Glosas Emilisnenses), nomne, con asimilación consonántica, ome, nome, e, incluso (aunque afloran pocos casos a la escritura primitiva) coo la disimi- lación que dio origen a la forma modera, hombre, nombre) o con la palatalización de las consonantes nasales (dueño < DOMINU). Lo mismo ocurría con otros grupos consonánticos más complejos (C'L, T'L, M'L, etc.). Los comienzos de la creación literaria a lo largo del siglo xn (aunque seguramente existiera una tradición épica desde el xi) contribuyeron a ir fijando, lenta y progresiva- mente, en la ortografía los resultados de la evolución fonética. Por el contrario, la sin- taxis cambiaba muy lentamente. La estructura sintáctica de la lengua hablada tiende a La formulación de frases u oraciones sin nexualización. Su traslado a la escritura reque- ría de cambios muy profundos que afectaban no sólo a la sintaxis oracional sino tam- bién a la sintaxis supraoracional o discursiva. Mientras que los textos en verso tenían la poderosa ayuda del ritmo para establecer la coherencia gramatical, la prosa se organi- zaba con una penosa repetición de la coordinación. Los catecismos político-morales de finales del siglo xIL y principios del xn, las primeras traducciones bíblicas y los textos jurídicos, especialmente los fueros, dan buena prueba de este proceso, que no comen- zará a progresar definitivamente hasta el siglo xu1 (Cano 1999). 7.2. - LA BXPANSIÓN DBL CASTELLANO Menéndez Pidal (1950) ha explicado que, desde el siglo X1, el castellano avanza en forma de cuña, extendiéndose hacia el sur, a medida que avanza la reconquista, y hacia las áreas laterales en virtud de la influencia cultural y política que Castilla ejer- ce sobre ellas, desde el reinado de Sancho el Mayor de Navarra y de su hijo Fernan- do, primer rey de Castilla. A principios del siglo x1 se había consolidado la frontera del Duero, tras la derrota de Almanzor (1002), y se había llegado a la extremadura soriana por el oeste, en contacto directo ya con el dominio aragonés por el sur, En 1076 Alfonso VI incorporó La Rioja, que se castellanizó con cierta rapides diendo zonas de influencia aragonesa, navarra y vasca, aunque todavía quedaran rio- 36. Se prescinde aquí de nma explicación más extensa y pormenorizada de este y de atros Jenóme= nos fonéticos, cuestión que correspondería a una gramática histórica. LA CONSTITUCIÓN DE LOS ROMANCES PENINSULARES 285 janismos abundantes cn el siglo xm (Alvar 1976). Bl ducado de Nájera cambió su orientación hacia Castilla en detrimento del influjo político y cultural vavarro. Álava, romanizada desde antiguo en la mayor parte de su territorio, Vizcaya y parte de Gui- púzcoa se incorporaron al reino de Castilla, con lo que cobró nuevo impulso el viejo contacto entre castellano y vascuence, Hacia el sur, se traspasa la frontera del Duero y se llega al valle del Tajo con la conquista de Toledo por Alfonso VI, que sufre las arremetidas de los pueblos procedentes del norte de África. A pesar del desastre de Alarcos (1183), las órdenes religiosas (San Juan, Suntiago, Calatrava), a las que se había encomendado el poblamiento y defensa de la mesera sur, van estabilizando el dominio castellano en esta región. 7.3. Los CAMBIOS CULTURALES Dos hechos históricos tuvieron una gran influencia en la transformación del ro- smance en lengua de cultura. En primer lugar, la apertura del «camino de Santiago» al sur de la Cordillera Cantábrica, una vez desaparecido el peligro ruusulmán, en tiem- pos de Sancho el Mayor de Navarra. Se facilitó así la comunicación con Buropa, Un rosario de monasterios fue creándose a lo Jargo de la ruta, desde los Pirineos hasta Santiago, Los antiguos cenobios de Navarra, La Rioja, Castilla, León y Galicia ad- quirieron mayor importancia y se intensificaron las relaciones con la vida monástica europea, al mismo tiempo que adquirió notable relieve la inmigración franca. El in- fujo lingúíístico occitano se advierte en los textos jurídicos y en los primeros textos literarios (Lapesa 1981; Alvar 1973, 1989). En el reinado de Alfonso VI se intensifi- £6 el influjo francés, sobre todo tras la llegada de los cluniacenses en 1080. Desde el monasterio de esta orden en San Juan de la Peñía se marcó un cambio de rumbo cul- tural, La reforma cluniacense extinguió el rito mozárabe y restauró la latinidad más pura. Aunque los documentos notariales del siglo xu siguen mostrando la mixtura en- tre latín y romance, todavía los redactores se resisten a incorporar a este último corno lengua instrumental. Con todo, el fenómeno cultural más importante fue la creación de los primeros textos literarios en lengua romance, La poesía épica, que conocemos por copias y pro- sificaciones posteriores, hunde sus raíces cn los siglos x1 y Xm. Al final de esta cen- turia aparecieron los primeros textos cultos. La cohesión interna del castellano, tanto por su evolución interna como por influjo de los modelos literarios, se hizo más só- lída. Al mismo tiempo, contribuyó a la eliminación de variantes dialectales internas y, sobre todo, lo dotó dle un prestigio que facilitó su expansión hacía las áreas laterales.” La separación entre latín y romance se consumó en la lengua escrita cuando los textos jurídicos y notariales adoptaron plenamente el romance como forma de expre- sión. Ello ocurrió a lo largo del siglo xn y culminó a principios del xm. Para enton- ces se había producido la eclosión de la literatura romance: Cantar de Mio Cid, Ra- z6n Jeyta de Amor, primeros catecismos político-morales, etc. y se iniciaban las pri- meras truducciones bíblicas (Fazienda de Ultramar). 37. 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