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Ariel, José Enrique Rodo - Literatura del Siglo XX - Resumen, Resúmenes de Literatura Contemporánea

José Enrique Rodó Contextualización del Autor: Datos biográficos y bibliográficos Nació en Montevideo el 15 de Julio de 1871. Fue un hombre de su ambiente y de su tiempo, a quien nada de lo humano le fue diferente. Vivió la infancia y la adolescencia propias de los que proceden de hogares de mediano pasar. Fue, substancialmente, un hombre de letras. A los 5 años conoce las primeras letras y aprende a leer en los libros antiguos de la biblioteca de su padre, don José Rodó y Janer. Tiene nueve año

Tipo: Resúmenes

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¡Descarga Ariel, José Enrique Rodo - Literatura del Siglo XX - Resumen y más Resúmenes en PDF de Literatura Contemporánea solo en Docsity! Ariel José Enrique Rodó Contextualización del Autor: Datos biográficos y bibliográficos Nació en Montevideo el 15 de Julio de 1871. Fue un hombre de su ambiente y de su tiempo, a quien nada de lo humano le fue diferente. Vivió la infancia y la adolescencia propias de los que proceden de hogares de mediano pasar. Fue, substancialmente, un hombre de letras. A los 5 años conoce las primeras letras y aprende a leer en los libros antiguos de la biblioteca de su padre, don José Rodó y Janer. Tiene nueve años cuando ingresa a la Escuela Ilbio Fernández. En este período infantil, comienza Rodó su actividad periodística: manuscribe una publicación escolar llamada El Plata. Luego, éste se transforma en Lo cierto y nada más, pero más adelante este periódico se convierte en Libertad. Esta rúbrica se transforma nuevamente en La coalición y, cuando el niño tiene once años, ya está como periodista escolar redactando una revista quincenal que titula Los primeros albores. Aprovechando ratos libres, inicia los estudios secundarios del viejo bachillerato universitario. Abandonados los cursos universitarios, comienza su paciente labor autodidacta. Sabe seleccionar con jerarquía el núcleo de sus amigos. Busca en el leer fecundo, la palabra viva y vitalizadora de los escritores que desea tener más cerca de su corazón. En el período que va desde el año 1875, hasta la publicación de Ariel en 1900, transcurren la infancia, la adolescencia y la juventud de Rodó. Rodó, desde la infancia, sintió y cumplió esta especie de determinismo telúrico. Coincide dicho tiempo con la presencia activa de los más presclaros hombres de acción político−social y de pensamiento que ha tenido el Uruguay. Al llegar a los 24 años concretó el propósito de publicar un periódico donde exteriorizar las insobornables inquietudes de su espíritu. El grupo acaudillado por Rodó se proponía ir más lejos: pretendía fundar una Academia, rectora del idioma; pero, decidió limitar su ambición y publicar un periódico literario quincenal. Éste fue la Revista Nacional de literatura y ciencias sociales, que apareció el 5 de marzo de 1895. La misión de esta Revista es la de `'contribuir a la unidad espiritual de la gran patria a que españoles y americanos pertenecemos''. En coincidencia con la preocupación por el logro de la paz pública, deja de aparecer la Revista Nacional de literatura y ciencias sociales. Contemporáneamente, ingresa Rodó al profesorado de Literatura en la Universidad. Ocupa la vacante producida por el retiro del doctor Samuel Blixen. Rodó pasó sin gloria y sin mucho entusiasmo por el profesorado. Cuando cumplió 26 años, era ya un escritor de noble estilo. En el primero de los tres opúsculos que constituyen la serie que titula La vida nueva esta expuesta su posición. Dicho folleto reúne dos ensayos publicados en la Revista Nacional: los titulados El que vendrá y La novela nueva. Rodó alcanza mayor altura, al publicar, en 1898, el análisis crítico−literario de Prosas Profanas de Rubén Darío. Cuando Rodó había afirmado que Darío no era el poeta de América, se promueve un hecho insólito: la guerra de Cuba. Como secuela de la victoria norteamericana, se presienten peligros que se magnifican ante lo fulminante de los acontecimientos ocurridos. En tales instantes y con tal estado de ánimo, compone ARIEL, que es `'idealidad y orden en la vida, noble inspiración en el pensamiento, desinterés en moral, buen gusto en arte, heroísmos en la acción, delicadeza en las costumbres''. Transcurren los meses y Rodó trabaja, con tesón optimista, en la forja de Motivos de Proteo. Simultáneamente, cumple tareas periodísticas y actúa en política partidaria ocupando una banca en la Cámara de Representantes. Tres años después comienza a escribir en Diario del Plata. Preside el Circulo de la Prensa 1 de Montevideo y edita El mirador de Próspero. Cuando la vida, en la máxima plenitud de sus posibilidades le ofrecía, sin duda, la ocasión para la soñada victoria final, murió a las 10:15 del 1ro. de Mayo de 1917, en Palermo (Italia), dos meses y medio antes de cumplir 46 años., en soledad extranjera, sin haber tenido tiempo para darnos el fruto maduro de su pensamiento. Pero lo que ha quedado de su morosa actividad literario−filosófica es lo suficientemente importante como para salvar su nombre del olvido. DE Emilio Frugoni: Rodó soñaba con una civilización en la que la vida adquiriese un amplio sentido humano y el espíritu, libertado de las rudas y vulgares ligaduras que hoy lo atan a las absorbentes preocupaciones de orden material, pudiera desplegar sus alas remontándose plácida y gallardamente en la luz. Este es el pensamiento que inspira su Ariel, exhortación lírica a defender la libertad interior ante las opresiones del medio externo y a salvar las alas íntimas del ideal, de las inexorables tijeras del utilitarismo. Análisis−Síntesis de Ariel El libro de Ariel está estructurado en seis capítulos, y cada capítulo plantea un problema diferente. A continuación le hablaré de cada capítulo, con su respectiva tesis y argumentos sobre el problema que narra. Es necesario que cada generación entre a la vida activa con un programa propio.• La juventud, que así significa en el alma de los individuos y generaciones, luz, amor, energía, serán siempre la fecundidad, la fuerza, el dominio del porvenir. Grecia hizo grandes cosas porque tuvo, de la juventud, la alegría, que es el ambiente de la acción, y el entusiasmo, que es la palanca omnipotente. Rodó nos manda a ser conscientes poseedores de la fuerza bendita que llevamos dentro de nosotros mismos. También nos dice que entremos a la Vida, que nos abre sus hondos horizontes, con la noble ambición de hacer sentir nuestra presencia en ella desde el momento en que la afrontamos con la altiva mirada del conquistador. Quizá universalmente, hoy, la acción y la influencia de la juventud son en la marcha de las sociedades humanas menos efectivas e intensas de lo que debieran ser. La fe en el porvenir, la confianza en la eficacia del esfuerzo humano, son el antecedente necesario de toda acción enérgica y de todo propósito fecundo. Rodó cree ver expresada en todas partes la necesidad de una activa revelación de fuerzas nuevas; cree que América necesita grandemente de su juventud. La energía de nuestra palabra y nuestro ejemplo puede llegar hasta incorporar las fuerzas vivas del pasado a la obra del futuro. El hombre no debe desarrollar una sola faz de su espíritu, sino su naturaleza entera.• Guyau había sostenido que hay una profesión universal que es la del hombre. Rodó utiliza tal pensamiento para aconsejar que hay que desarrollar, dentro de lo posible, no un solo aspecto, sino la plenitud del ser. Muestra el peligro de las civilizaciones avanzadas y destaca que la hermosura de la vida de Atenas depende de que supo producir el concierto de todas las facultades humanas, en la libre y acordada expansión de todas las energías capaces de contribuir a la gloria y al poder de los hombres. Atenas supo engrandecer la razón y el instinto, las fuerzas del espíritu y las del cuerpo; cinceló las cuatro fases del alma. El fin de la criatura humana no puede ser exclusivamente saber, ni sentir, ni imaginar, sino ser real y enteramente humana, define el ideal de perfección a que ella debe encaminar sus energías como la posibilidad de ofrecer en un tipo individual un cuadro abreviado de la especie. Rodó nos insta a desarrollar en lo posible, no un solo aspecto, sino la plenitud de nuestro ser. El autor nos ruega que nos defendamos, en la milicia de la vida, contra la mutilación de nuestro espíritu por la tiranía de un objeto único e interesado. No entreguemos nunca a la utilidad o a la pasión, sino una parte de nosotros. Aun dentro de la esclavitud material existe la posibilidad de salvar la libertad interior: la de la razón y el sentimiento. No tratemos, pues de justificar, por la absorción del trabajo o el combate, la esclavitud de nuestro espíritu''. El principio fundamental de nuestro desenvolvimiento, nuestro lema en la 2
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