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Orientación Universidad
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Arquitectura moderna, Apuntes de Construcción

Asignatura: Historia de la construcción, Profesor: , Carrera: Arquitectura Técnica, Universidad: UPM

Tipo: Apuntes

2013/2014

Subido el 28/04/2014

teia-1
teia-1 🇪🇸

3.9

(19)

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¡Descarga Arquitectura moderna y más Apuntes en PDF de Construcción solo en Docsity! ÍNDICE: Introducción: Los parámetros de la arquitectura moderna..............................pág.1• Arquitectura Finlandesa: Características generales........................................pág.3• Alvar Aalto−Villa Mairea (1937−1939):• 1.−Naturaleza Vs. Arquitectura...................................................................pág.6 2.−Hombre Vs. Racionalismo.....................................................................pág.11 3.−Tradición Vs. Modernidad......................................................................pág.15 Conclusión.......................................................................................................pág.19• Planta de Villa Mairea......................................................................................pág.20• Bibliografía.......................................................................................................pág.21• INTRODUCCIÓN: LOS NUEVOS PARÁMETROS DE LA ARQUITECTURA MODERNA. A principios de los años 20 las experiencias artísticas empezaron a ser aplicadas y traducidas al mundo de la arquitectura, naciendo así un audaz sistema constructivo basado en formas elementales, asimétricas y abiertas, negando cualquier monumentalismo e historicismo pasados. Esta oleada se difundió por toda Europa a lo largo de los años 30 desarrollando visiones y conceptos desconocidos entorno a la naturaleza misma de la arquitectura y sus componentes. Durante el periodo de entreguerras se inició un proceso de regeneración de los ideales artísticos tradicionales que se da a conocer como movimiento moderno y concretamente el nacimiento de un nuevo estilo arquitectónico: el estilo internacional. Aprovechando las innovaciones técnicas del siglo XIX: acero, vidrio y posteriormente hormigón armado, la arquitectura se decantó por estructuras donde la base portante fuese independiente de las paredes de cerramiento, creando así una fluidez espacial y continua que difumina la franja, hasta entonces claramente marcada, entre interior y exterior. Del mismo modo propugnó un uso honesto y natural de los materiales huyendo de revestimientos que oculten su apariencia y esencialidad. Ahora la frontera entre el interior y el exterior queda anulada con un contacto absoluto de ambos espacios donde las paredes divisorias ya no responden a funciones estáticas ni estructurales, sino que pasan a ser elementos con total versatilidad y maleabilidad. Esta indelimitación conecta ambientes con una elasticidad espacial de múltiples combinaciones de división del espacio, rompiendo con la rigidez y compartimentación que caracteriza la arquitectura decimonónica; ahora el espacio se rige por la continuidad fluida de un recorrido sin delimitaciones bruscas. Desde un punto de vista ideológico−funcional observamos también un giro que buscó la renovación social a través de la arquitectura de manera que esta ofreciera unas mejores condiciones de vida, no solo en el ámbito físico sino también un entorno que propiciara el desarrollo mental humano. Una arquitectura al servicio del hombre, concebida desde y para el individuo. Es importante también como se exponen nuevos caracteres de comprensión del espacio y su ordenación. El 1 problema esencial de la arquitectura en este momento es la casa familiar obrera que gracias a inéditos procedimientos constructivos brinda la posibilidad de crear delgados esqueletos estructurales basados en la planta libre, premisa fundamental de la concepción moderna del espacio. Por otro lado, el problema de la vivienda obrera tiene su repercusión en el urbanismo que condujo a la arquitectura a un debate entre criterios cuantitativos y cualitativos. Los funcionalistas optaron por la casa mínima y la estandarización de la construcción resolviendo dificultades de cantidad; no obstante la arquitectura orgánica se decantó por estructuras en las que la dignidad humana y el mensaje espiritual fueran el eje de su concepción. Ambas alternativas no son, exclusivamente, diferentes expresiones de gusto sino que la concepción de nuevos espacios, así como la representación del tipo de vida que en ellos se lleva. La arquitectura se concibe ya no solo como visión artística, sino que tiene un planteamiento social en el centro del cual se encuentra el ser humano en su dualidad cuerpo−alma como leif motiv de la creación. Este aspecto tiene una carga importante en la poética de Aalto, donde esta calidad de vida en el ámbito urbano y arquitectónico se vincula estrechamente con la naturaleza, traduciéndose en una amplia y particular idea de cultura, donde el sujeto es el máximo exponente de la creación. En lo relativo a la composición formal y paralelamente con las vanguardias artísticas, el estilo internacional se opuso al historicismo decimonónico y al decorativismo aplicado, apostando por volúmenes nítidos de superficies tersas y espacios diáfanos, continuos, sin delimitar ni cerrar. Inclinándose hacia geometrías simples y articuladas que contraponen lo recto a lo curvo, en una comunión de contrarios perfectamente armónica. Practica asimismo una riqueza expresiva individual, donde cada elemento tiene su propia autonomía e idiosincrasia, aún estando integrado en un conjunto de principios unificadores. Se adopta una ornamentación que inserta materiales diversos y en contraste, con un fresco sentido del color, que llevan a un conocimiento psicológico del hombre. Observamos dos vías formales: una de rasgos geométrico−racionales y otra más orgánica y humanizada. Comenzando el siglo XXI es fácil olvidar que nació una arquitectura que ahora nos es tan familiar, pero ese cambio supuso en su momento un giró sorprendente respecto la tradición. En todo el mundo y, por lo que aquí nos concierne, los países nórdicos tomaron un impulso que capturaba los valores de la industrialización, pero también otros supuestamente eternos: claridad en la forma, proporciones elegantes y poca ornamentación. ARQUITECTURA FINLANDESA: CARACTERÍSTICAS GENERALES. Finlandia es una región de gran extensión, de lo contrario es un territorio escasamente poblado debido a que un alto porcentaje de su territorio está cubierto de lagos, pantanos y bosques. La capa cultural construida es en vastas regiones sólo una delgada película sobre la superficie de una naturaleza imperturbable, con un papel destacado y central en cualquier de las facetas del país. Es un ejemplo excepcional de la coexistencia entre la naturaleza, el hombre y el progreso. En cierto modo es lógico, que la arquitectura sea el primer y más importante arte en Finlandia, ya que así lo imponen las coyunturas climáticas. No obstante la arquitectura se sitúa en una relación silenciosa y respetuosa con su entorno; admirando la realidad natural, entendida como beneficio indiscutible del bienestar humano. Es una arquitectura pensada para el hombre; eje de toda concepción constructiva y urbanística. Esto ha dado lugar a un proceder concreto en sus edificaciones en las que siempre ha prevalecido el contacto directo con el mundo natural, en una integración armoniosa entre paisaje y arquitectura, naturaleza y técnica, vínculos que han sido de doble sentido. En la arquitectura finlandesa es fundamental la unión exterior−interior; una relación sin mediación alguna que entorpezca una fusión en la que el uno se integra en el otro en un sentido correlativo, creando un organismo único con partes claramente diferenciadas, pero vinculadas entre si con un mismo objetivo: componer un todo. Arquitectura y naturaleza interactúan de manera que la una penetra en la otra en un parentesco próximo, 2 natural? Parece indiscutible que la arquitectura es un acto artificial, es violenta con el paisaje, no debe negar su carácter de no−naturalidad ni de urgencia para la vida humana, pero no por ello su actitud debe ser tan aniquiladora; creemos pues que es fundamental un replanteamiento de los parámetros que evalúan la arquitectura; ello no implica la perdida de condicionantes de cualquier otra índole, que son también de gran relevancia en la arquitectura local y exclusiva de cada zona. Hoy es urgente afrontar esa escisión inevitable entre lo natural y lo artificial en busca de una conciliación de las necesidades de la sociedad con el resto de especies del planeta. El siglo XX es el mejor ejemplo de esta dualidad de la arquitectura, ya que estas cuestiones entorno a la presencia de lo artificial en la realidad natural se plasman de manera muy evidente debido a un auge urbanístico in crescendo. La ciudad es el símbolo de la victoria destructiva del hombre sobre la naturaleza, es el signo de una exaltación tecnológica. Sin embargo, como asentamiento urbano en el que la industria y la máquina han intervenido decisivamente, acusa sus efectos en el ámbito urbanístico, arquitectónico y visual. La metrópolis se erige como una nueva imagen, un emblema de la nueva modernidad principalmente representada por el rascacielos. Siguiendo las premisas cartesianas, la ciudad como problema, se descompone por zonas, funcionando como una máquina productiva; el delirio máximo del racionalismo lleva al intento de planificar la inmensa complejidad de una ciudad mediante la descomposición de estructural formales y funcionales simples. Obviamente esto tuvo una fuerte repercusión en la organización de los medios urbanos y, ante la tendencia cada vez más asfixiante de centros sociales que cumplían las tareas antes domésticas, se observa una reducción del espacio privado del hogar. Esto se acusa no solo en la arquitectura sino también en el urbanismo y las relaciones sociales. A partir de los años 40, desde la propia arquitectura hubo una contestación a esta confianza desmedida en la razón y ese utopicismo se vuelve en distopia. El racionalismo entra en crisis y nace así, una arquitectura más naturalista, más humana, más empirista; lo que conocemos como arquitectura orgánica; es en este momento donde encontramos a Alvar Aalto; un pionero en este nuevo pensamiento que plasma no solo a través de sus obras sino también de sus escritos. Y Villa Mairea es el primer paso, el primer indicio de esta nueva mentalidad. Aalto era un optimista del progreso, no obstante no parecía tener demasiada fe en ese progreso tan venerado a principios del siglo XX, por lo que presenta una teoría humanizada de la ciencia, en la que la ciencia es un instrumento para el individuo y no a la inversa. Esta visión menos violenta nos sentaría perfectamente a este nuevo siglo que hemos iniciado, por lo que debemos ensalzar la capacidad visionaria de un hombre que supo ver los temores de un mundo en constante movimiento, pero que había cometido el tremendo error de olvidar que el hombre es el dueño de la máquina y no su esclavo. Se esmeró siempre por poner la tecnología al servicio del individuo, y no por ello suprimirlo. Junto a la naturaleza adaptó la arquitectura, sin desaparecer en ella, sino contraponiéndose y articulándose de forma mutua. La tecnología para Alvar no tiene sentido sin un carácter humano que la rija y por ello niega que la arquitectura sea una técnica, la arquitectura es una forma de creación supra−técnica, ya que en ella se aglutinan muchos otros factores, es una tarea de combinación de miles de vitales funciones humanas. Suponemos que Aalto temía de la deshumanización de la arquitectura, a la que le otorgaba una misión que abarcaba mucho más de lo meramente constructivo; le exigía una coherencia urbanística y social, una comprensión de la sociedad, las ciudades y sus costumbres. Esa es la doble vertiente de la arquitectura, no puede liberarse de las contingencias humanas (...), sino que al contrario, debe aproximarse a la Naturaleza, (...) la expresión arquitectónica debe desarrollarse con la misma libertad que las bellas artes, pero 5 permaneciendo ligada al hombre y sus exigencias. Plantea una relación orgánica entre el edificio y la naturaleza incluyendo en ella al hombre como ser central de este triple enlace. La naturaleza es para Aalto el origen y máximo símbolo de la libertad, de este modo debe ser el soporte de nuestros proyectos proporcionando una amplia riqueza de combinaciones formales en crecimiento orgánico que si pueden ser el modelo de una posible estandarización arquitectónica. Es lo que Giedion denomina un irracionalismo−orgánico a lo que Dorfles ha contrapuesto como organicismo−racionalizado; en definitiva una relación armónica entre la razón y un sentimiento más próximo al mundo natural. Situada en el claro de un bosque de pinos, encontramos esta seductora villa, cuya manifestación en el entorno es discreta y tímida sin espectacularidades aparentes. En este edificio es evidente la constante reflexión sobre el hecho arquitectónico a la hora de concebir su estructura y localización, es tan importante la estructura como el espacio donde se encuentra. La arquitectura es comprendida como un entramado biológico, con sus células y su núcleo donde todo tiene sus conexiones en función de un todo. En general, se observa la idea de tratar la arquitectura y su interior como metáfora y analogía de la naturaleza. La arquitectura −explicaba Aalto− debe ofrecer en todo momento los medios para posibilitar una relación orgánica entre edificio y naturaleza. La naturaleza es, en el fondo, un símbolo de libertad. Villa Mairea trasmite esta libertad; una casa que en su máxima esencia está el ser vivida y también contemplada, ya que la contemplación es inherente a la vivencia y no a la crítica distante. Mairea es un ejercicio de horizontalidad a ras de suelo, donde las diferentes estructuras se combinan como un amalgama celular único y unitario compuesto por naturaleza y arquitectura, donde la linde entre uno y otro es casi imperceptible. La naturaleza se convierte en parte activa del edificio. Aalto es capaz de combinar con maestría masas anchas horizontales y superficies verticales como una abstracción del paisaje finlandés. La articulación espacial del edificio tiene un doble juego; en relación con su entorno pero también sobre si mismo y su propio interior; posee una doble personalidad que le otorga una relación directa y estrecha con lo natural pero a la vez le permite cierto distanciamiento. Plantea una distribución orgánica equivalente a las estructuras biológicas de la naturaleza y la arquitectura interpreta el mismo papel que cualquier otro elemento del mundo natural. De forma supeditada también incluye la naturaleza en su lenguaje arquitectónico, mediante una agrupación orgánica de habitaciones, formas libres, no geométricas y la interacción entre la edificación y el entorno natural. La forma curva es la clave de un proyecto esencialmente orgánico donde el estudio de los recorridos exteriores permite una ordenación del edificio, que nos lleva de lo natural a lo artificial sin una transición brusca. Se sumerge en una naturaleza virgen con itinerarios sinuosos, evitando la rigidez y el contacto demasiado directo con la arquitectura, la organización de la planta en su espacio se presenta de modo tangencial, evitando enfrentamientos frontales. La metáfora de la naturaleza bajo la apariencia de la línea curva es clara, mas se opone de manera armoniosa al racionalismo de la arquitectura; es la equilibrada combinación entre lo emocional y lo racional. La planta se erige como un elemento artificial dentro de lo natural, es pues, el paso de la naturaleza a la arquitectura; su estructura semi−cerrada crea una unidad circunscrita, integrada en la naturaleza de la que parece protegerse, preservando su independencia. Se sitúa en el espacio como un elemento independiente y autónomo, sin embargo se deja empapar por el exterior participando de lo natural. La forma de herradura de caballo de la planta se abre hacia el centro vacío del bosque, sumergiéndose en lo natural creando serpenteantes caminos, la naturaleza es el organizador del conjunto. La estructura establece diferentes grados de relación con lo natural; desde un absoluto aislamiento respecto de la naturaleza, pasando por una convivencia entre ambos para pasar a una anulación de lo arquitectónico para fundirse en la naturaleza. Son tres fases de un trayecto que pauta una transición de lo artificial a lo natural sin 6 rupturas forzosas. Un ejemplo de ello es el camino transcurrido desde la estructura del edificio a la piscina nos explica la transición de lo artificial a lo natural, hasta llegar a la sauna, el primer contacto directo entre lo típicamente finlandés y la naturaleza, donde la madera, el agua y el vapor se funden en el cuerpo del hombre; es un espacio de libertad y reposo personal; finalmente es la piscina la que establece esa unión directa con la naturaleza; su perímetro nos remite directamente el lago finlandés y a la importante presencia de lo vegetal, el agua y la roca en la tradición constructiva de Finlandia. En su arquitectura, los materiales y sus texturas son fundamentales, pero igual de importantes son la tierra, el agua, el viento y el sol; un contacto directo con la naturaleza viviente que pretende preservar el bienestar físico y mental; para ello siempre fue factible la facilidad de acceso a los bosques a través de espaciosas terrazas. Esto permite la mudanza de un ámbito al otro. Aalto muestra cómo la arquitectura nace de la naturaleza y a la inversa; una disolución donde ambos componentes se realimentan en el proceso de creación y dan lugar al conjunto. De este modo Aalto otorga al arte un valor indiscutible, una esencia semejante a la de la naturaleza, son dos mundos naturales autónomos, con una idiosincrasia y unidad biológica propia con una influencia recíproca que permite una profusión de formas exuberantes que da resultado a millones de combinaciones flexibles donde no cabe lo estereotipado Esta aproximación delicada al mundo natural lleva a Aalto a un uso congruente de los materiales que la misma riqueza local ofrece, y es en Mairea donde esta actitud se hizo universal en la carrera de Alvar, con un absoluto aprecio por los elementos simples y directos; desde la madera, al cristal, al cuero... como texturas que matizan el espacio vacío y luminoso que propone la arquitectura moderna. Conoce bien las posibilidades de los materiales y sistemas constructivos nacionales, aunque renovará sus usos dándoles un aire nuevo. La naturaleza le propone a Alvar una amplia gama de medios materiales, que con gran sutileza manipula respetando siempre su uso y su propio vocabulario formal. Mairea es el prototipo aaltiano del naturalismo, no exclusivamente por la relación espacial con la naturaleza, sino que es también comprendido por el uso de sus recursos materiales. En ella se combinan de forma yuxtapuesta, y eso sea quizás el gran mérito, el hormigón más tecnológico con la madera más pura; se puede apreciar tanto en el interior como en las fachadas. La madera, en diferentes variantes, es el elemento de mayor importancia en la villa, brota espontáneamente en delgadas y esbeltas planchas verticales que integran el bosque en la casa, la habitan; es la máxima expresión de la integración de lo natural en la arquitectura. Muchos son los detalles en los que vive este naturalismo de raíz oriental, con un carácter casi espiritual, que hace de la naturaleza un ser todopoderoso; sin embargo lo más destacado es esa cohabitación espacial entre lo natural y lo artificial que Aalto consigue de manera majestuosa. Una amplia capacidad de enlazar actitudes tan contrarias en una síntesis de solución no solo bella, sino nacida desde el intelecto para ser funcional pero también tranquilamente apasionante. 2.− Hombre Vs. Racionalismo: Hasta cerca de los años setenta, la producción científica y tecnológica no era cuestionada, es decir, la ciencia era el conocimiento verdadero y todo cuanto desarrollaba era considerado como bueno para la sociedad y para el hombre. Nadie que no estuviese introducido en este mundo era capaz de criticar o poner en cuestión los avances científicos o tecnológicos, esto era el progreso, la única solución para avanzar la humanidad en todas sus vertientes: militar, económica, y social. Hablamos aquí de saber científico, como definición general, marcado por una razón dogmática y rígida que a principios del siglo XX nace de forma efervescente entroncando principalmente con la razón analítica, aquella que se basa en procesos lógicos y matemáticos que tienden a la abstracción. Es un momento culminante en la búsqueda por la utilidad, con la premisa de que la forma es un resultado de la función. Wittgenstein escribió el significado es el uso. Este uso genérico del concepto de ciencia aludiría de manera más acotada al fenómeno 7 elemento que da paso a un tercer concepto, es la deconstrucción de contrarios a favor de nueva idea que englobe a los dos. Mairea nos consagra una visión naturalista de la arquitectura, aún también con un orden cartesiano al estilo constructivista que se identifica con la idea de progreso tamizada por la visualidad humanista de Aalto. 3.− Tradición Vs. Modernidad: A lo largo de toda la Historia del Arte el paso de un estilo artístico a otro se ha caracterizado por su ruptura con la moda inmediatamente anterior y de este modo se han ido sucediendo los periodos artísticos en una negación del pasado y la afirmación del nuevo presente. Sin embrago, el paso de una tendencia a la otra implica la creación de una ideología que nace fundamentada en una recuperación de unos nuevos valores que provienen de la reinterpretación de lo antiguo. Es este contacto permanente entre presente y pasado lo que hace extender el conocimiento, es siempre un redescubrimiento y ampliación de la tradición cultural. Baudelaire ya lo decía: La modernidad es lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, la mitad del arte, cuya otra mitad es lo terno y lo inmutable En 1900, con el inicio del nuevo siglo, nació una novedosa cultura: la vanguardia, surgida desde las clases sociales burguesas. Se construyó como un sistema libre y diferenciado respecto todo lo anterior, centrada en valores científico−técnicos con un fuerte antagonismo por la cultura tradicional, oponiéndose a cualquier historicismo; quisieron crear una cultura del presente dirigida al futuro, surgida a partir de una sociedad todavía en edad infantil. Vitoreaba un fresco sistema que desbancara todo aquello pasado e instaurado, pero su discurso acabó por convertirse en un programa tedioso y conservador. Esa férrea autoafirmación, infundamentada y ausente de tradición ha hecho que se perdiera toda su energía y sustancia radical. Igualmente su intención integradora entre el arte y la vida fue un deterioro insistente que llevó a un gran nihilismo cultural de la sociedad moderna. Es este vació de contenidos lo que mejor a definido el sueño utópico de un programa cultural moderno que cayó en decadencia debido a la suma de diversos factores que hicieron que la vanguardia dejara de tener razón de ser. Braque ya anunciaba que el provenir es la proyección del pasado condicionado por el presente En las primeras décadas del siglo XX, con la aparición estelar del movimiento moderno, parece olvidarse de la tradición del siglo XIX cuando muchas de las innovaciones de aquel siglo se deben a una recuperación redefinida de las aportaciones del pasado. Aalto, sin embargo es consciente de sus fuentes y orígenes; parece no perder el horizonte ante el hechizo de lo moderno. La fascinación a nivel mundial, y concretamente de los Gullichsen, producida por la Fallingwater de Wright (1936), así como su nuevo planteamiento y presencia en la naturaleza pesó sobre el encargo de Aalto. Sin embargo, pronto emergió una nueva síntesis que hizo modificar el proyecto inicial. Aalto consiguió una arquitectura que combina lo racional y lo emocional, con antiguos recursos reformados que dan lugar a una amplia gama de posibilidades expresivas para la arquitectura. Villa Mairea está impregnada de una revolución consciente contra los motivos constructivos y funcionales que el racionalismo precoz cultivaba hasta el extremo. Critica la obsesión del Movimiento Moderno por el mundo de las formas, cayendo en excentricidades infundamentadas, cuando tendría que ocuparse de indagar en dar un aspecto más alegre y personal a la arquitectura. Aalto fue participe directo en la revolución arquitectónica; sin embargo posteriormente pareció distanciarse de la nueva arquitectura por abandonar su tarea investigadora en favor de una dictadura formal. Aalto plantea aquí una deconstrucción, al puro estilo de Derrida, de las pautas modernas donde por encima de todo el de−construir no es un acto destructivo o de negación, sino que posee un sentido creativo que implica una nueva alternativa. De este modo se ponen en tela de juicio las posiciones estilísticas y de articulación 10 arquitectónica de la modernidad enriqueciéndola con una novedosa actitud hacia los materiales y con un concepto distinto del lujo. En este aspecto radica la gran aportación y modernidad de Villa Mairea, en polemizar entorno del presente con una inédita actitud hacia el futuro, sin olvidar el pasado y la cultura autóctona. En Mairea se ha buscado una forma completa y consistente, no surgida de una exacerbada ansia de originalidad, dice él textualmente: Sólo cuando se llega a la forma al mismo tiempo que al contenido o en estrecha combinación con él, podemos hablar de un paso adelante, pero entonces la forma como elemento separado ya no nos interesa De este modo exige una razón solidaria de los diversos elementos y solo esa correspondencia se alcanza a través del arte; es lo que da valor a los aspectos técnicos. La forma es un misterio que elude la definición pero que hace sentirse bien al hombre a diferencia de la mera ayuda social. La forma es el fin, no el origen, de un proceso extenso y complejo en el que principalmente ha de existir la presencia humana por encima de cualquier otra cosa. Aalto afirma que los problemas más difíciles no están en la búsqueda de una forma para la vida actual, sino más bien del intento de crear formas que estén basadas sobre verdaderos valores humanos El empleo de cualquier condicionante formal es para Alvar un impedimento para la arquitectura ya que degrada su esencial significado y eficacia en su participación plena con la naturaleza. Por lo que podemos inscribir perfectamente a Aalto en la poética de Adolf Loos por la cual el ornamento produce cierta decadencia cultural, no obstante en el caso de Villa Mairea esta afirmación tendría ciertos matices. En Villa Mairea nos atreveríamos a decir que es el punto de inflexión en la carrera de Alvar, ya que en ella podemos entrever ciertos rasgos que podríamos clasificar como modernistas por su declarada asociación con la naturaleza de la que hasta entonces permanecía más distante. Mairea presenta el rupturismo y provocación de las vanguardias con rasgos propios del funcionalismo, pero también del cubismo francés o del esencialismo formal de Brancusi, Arp o Klee, es una mezcolanza pertinente y argumentada. La sensualidad de las formas nos remiten a la vez al perfil del lago finlandés, así como la figura femenina o la guitarra, un elemento reiterado en los collages cubistas, tan afines al matrimonio Gullichsen. Vemos esa dualidad entre lo antiguo y lo moderno integrado con absoluta elegancia, que no pierde la validez del pasado por la búsqueda de una extravagancia sorprendente, sino que existe una investigación entorno al pasado enfocado hacia el futuro. Para Aalto el pasado no es solo una referencia cultural sino que es una fuente constante de conocimiento, que debemos contemplar sin prejuicios pero manteniéndonos fieles a nosotros mismos, y bajo la interpretación personal nos conducirá a la modernidad inconsciente y no a una singularidad fingida. Ser diferente no es contradictorio con lo anterior. Al contrario, sólo un contexto en el que los elementos inorgánicos y obsoletos hayan sido eliminados puede hablarse de personalidad Niega el tradicionalismo que radica de manera exclusiva en la forma y potencia una tradición genuina basándose en la larga y rica tradición de las artes aplicadas como fuente destacada de estudio. Lo pasado nunca renace. Pero tampoco desaparece por completo. Y lo que ha existido alguna vez siempre reaparece bajo una nueva forma. El error está en el desconocimiento de las leyes que relacionan la tradición con la labor creativa presente porque los vínculos entre uno y otro son en ciertos casos bastante evidentes. En Villa Mairea esto se ve agudizado por la proximidad al mundo artístico de los propios clientes. Del mismo modo Aalto muestra su arraigo a la tierra a través de los ingredientes locales y toscos de su Finlandia natal que justificados con gran refinamiento han dado lugar a un lenguaje formal coherente pero innovador, que demuestran un agudo entendimiento de las particularidades de cada lugar. En Mairea, la forma esta elaborada partiendo no solo de las nuevas corrientes sino basada también en la tradición local, por lo que hay una ausencia de voluntad de una ruptura polémica con el pasado finés, estableciendo lazos con la cultura popular autóctona; con un movimiento nacional consciente de las diferentes 11 poblaciones, economías, geografía y sociedades del país. Lo natural y lo artesanal propio de Finlandia prevalece por encima del industrialismo universal, llevándolo a la categoría de exquisitez, donde la tradición romántica finlandesa y la personal noción de la estética nipona llevan a Aalto a una particular apariencia arquitectónica. Lo finlandés y lo japonés parecen fundir sus similitudes ideológicas entorno a la admiración de la naturaleza creciendo de tal modo que la distancia que las separa sea imperceptible. Esta síntesis se puede evidenciar en Mairea donde la aspiración a lo oriental en techos, caminos y jardines nos remite a la filosofía zen y la ascensión espiritual en busca de la sencillez, una diferente visión del lema de Mies Van der Rohe: Menos es más, que Aalto aprobó aún con ciertas reticencias. Es una lucha constante, pero pacífica, entre lo moderno y lo antiguo, una combinación difícil de llevar a término con tanta claridad y lógica. CONCLUSIÓN: El superficial acercamiento que hemos hecho sobre Villa Mairea nos permite destacar la prodigiosa mentalidad de Alvar Aalto y su reflexión, nunca superflua, sobre los pilares de la teoría arquitectónica y de una característica concepción de la cultura que abarca el conjunto de la vida: desde los pueblos a las grandes ciudades, la naturaleza y la tecnología, y en ella la arquitectura como espacio fundamental en diálogo con el hombre; todo ello, y más, conforma la vivencia humana. La relación de todo ello muestra un verdadero signo de desarrollo cultural. En particular Villa Mairea funde orgánicamente todos los temas más queridos por Aalto: la renovación de la expresión formal, del espacio y la toma de conciencia de la psicología del futuro habitante, sin olvidar la riqueza arquitectónica del pasado tanto de sus lenguajes como de los materiales siempre con un alto refinamiento. Mairea es rigurosamente moderna como organismo articulador del espacio pero también con importantes referencias de texturas naturales, metálicas o de hormigón adoptando formas aleatorias y orgánicas. Vemos como Aalto es una figura, quizás, menos destacada y publicada en los manuales de arquitectura, pero no por ello de reducida importancia. Queremos ensalzar aquí su obra y textos por su visionaria actitud frente al hecho arquitectónico que en muchos casos es de capital relevancia, equiparable a Gaudí o Wright. Igualamos a estos grandes personajes la carrera de Aalto por su apuesta arriesgada y en debate continuo. Su mayor proeza es la capacidad de aproximar los contrarios de manera tan justa: romántico−racional, moderno−popular, nuevo−tradicional, natural−artificial, libertad−geometría y todo de tal forma que desequilibra la ortodoxia arquitectónica en favor de un mensaje poético y progresista. Todo programa arquitectónico de Alvar Aalto, y visualizado a través de Villa Mairea, nos plantea las grandes preguntas de la arquitectura, esos interrogantes que jamás acaban de ser cerrados por su amplitud, que tampoco hemos osado a determinar con una línea argumental concreta, pero que hemos querido resaltar por su transcendencia en la reflexión del hecho arquitectónico, pero que añaden pequeños datos para una mayor comprensión de lo que supone la arquitectura en el entorno y en la habitabilidad del ser humano. BIBLIOGRAFIA: Aalto, A.− La humanización de la Arquitectura, Ed. Tusquets, Barcelona, 1977.• Biurrun, F.J., Closa, M., Linares, A.− El Sanatorio de Paimo, 1929−1933, Alvar Aalto, Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la UPC, Servei de Publicacions de la UPC, Barcelona, 1991. • Gutheim, F.− Alvar Aalto, Ed. Bruguera, S.A., Barcelona, 1961.• Isasi, J. F. Et al.− Historia de tres casas: Maison de Verre, Villa Mairea, Eames House publicado en Arquitectura Viva, nº 31 Julio−Agosto, 1993, pág. 17−23. • Nikula, R.− Construir con el paisaje, Breve historia de la arquitectura finlandesa, Ed. Otava, S.A., Helsinki (Finlandia), 1998. • 12
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