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Intermedialidad y ascenso y caída en 'El lado oscuro del corazón' y 'Nocturno de San Idelf, Apuntes de Poesía

IntermedialidadCine y LiteraturaPoesíaLiteratura Comparada

Este documento analiza la interconexión entre las películas 'El lado oscuro del corazón' de Subiela y el poema 'Nocturno de San Idelfonso' de Octavio Paz, con especial énfasis en la presencia de versos de tres poetas argentinos consagrados y cómo influyen en el discurso cinematográfico. Se explora la temática de ascenso y caída en ambas obras y cómo se reflejan en la búsqueda de Oliverio Fernández por el tiempo y la muerte.

Qué aprenderás

  • ¿Cómo influyen los versos de los poetas argentinos consagrados en las películas?
  • ¿Cómo se refleja la temática de ascenso y caída en las obras de Subiela y Paz?

Tipo: Apuntes

2021/2022

Subido el 10/10/2022

sombradelviento
sombradelviento 🇪🇸

4.6

(8)

74 documentos

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¡Descarga Intermedialidad y ascenso y caída en 'El lado oscuro del corazón' y 'Nocturno de San Idelf y más Apuntes en PDF de Poesía solo en Docsity! 57 57 Un ejercicio de “intermedialidad”: “ascenso y caída” en las películas El lado oscuro del corazón y el poema “Nocturno de San Idelfonso” de Octavio Paz Richard K. Curry Claudia Hernández-Olmos Texas A & M University The fact that intermediality has by now become a field of study in literature, performance and the visual arts shows that these mediatic developments have to some extent been incorporated into academic research. One of the most promising aspects in of this field is without doubt the study of the shifting status and disciplinary frontiers of literature and of the arts…Only interdisciplinary research can give a complete picture of a genre or a cultural period, be it contemporary drama, Italian across the grain poetry of the twentieth century, the Spanish novel in the nineteenth century or contemporary postmodernism. R.M. de Rooij, Intermediality and avant-garde Dentro de la mitología de casi todas las culturas, la caída y el ascenso son algo inherente en la experiencia del ser humano desde su creación. Sin duda, al ser humano el ascenso en su parte esencial, de forma sarcástica, lo consolida, lo trasciende o lo deja caer condenándolo eternamente. Desde la antigüedad clásica hasta la posmodernidad, la filosofía advierte la caída en la muerte o en pequeñas muertes metafóricas (fin de un amor, la caída de World Trade Center, caída de un imperio, la caída en la conciencia del tiempo, etc.), siempre que el ser humano se suponía en la cima del poder. La caída y el ascenso son dos acontecimientos que han marcado y marcan sin duda la vida de la humanidad, ya sea de manera colectiva o individual. Como algunos ejemplos que notablemente podemos apreciar, el comienzo de la humanidad es una caída (desde un supuesto de un estado ascendido). Tal acontecimiento lo podemos encontrar en la religión cristiana, la expulsión del edén hacía lo mundano. En otras de las culturas más prominentes la religión presenta un mero ejemplo como acontecimientos de la orgánica humana en una caída. En el continente americano, el imperio azteca desde su nacimiento hasta la caída del mismo sirve de modelo de ascenso y caída, y el surgimiento de una nueva cultura inaugura el proceso cíclico de nuevo. Culturas ancestrales con una sabiduría inconmensurable (ascenso) fueron devastadas vigorosamente hasta su extinción (caída). Las culturas mesoamericanas, las culturas más antiguas, la cultura griega, todas dejan vestigios de su esplendor y de la hecatombe de su periodo. De igual manera ocurrió con las culturas antiguas del occidente, las cuales ascendieron y cayeron, dando lugar al surgimiento de nuevas. De modo que tales extremos oscilan vacilantes entre los ascensos y las caídas siempre del equilibrio. Extremos opuestos pero necesarios, descubren la profundidad más orgánica de todo ser humano. 58 58 Al nacer el humano está abocado a la caída, aunque su más íntimo deseo es el de ser inmortal, eterno. Su inteligencia le revela que ese deseo choca con la realidad. Es el paso del mundo de las esencias al mundo de la existencia, el que esta sujeta a las leyes del tiempo. Si las caídas están presentes en las mitologías de las culturas, están también presentes en los productos culturales de las mismas. Unos “productos” que se van a analizar en el presente ensayo son las dos películas El lado oscuro del corazón (Eliseo Subiela, 1992) y El lado oscuro del corazón 2 (Eliseo Subiela, 2001). En un ejercicio de “intermedialidad”, se van a confrontar estas dos películas con un poema de Octavio Paz, “Nocturno de San Idelfonso”. El análisis intermedial de estos dos textos cinematográficos es justificado por varias razones. Con la “intermedialidad” se borran las fronteras tradicionalmente asociadas con los géneros formales al incorporar o encontrar la presencia de un medio dentro del espacio de otro. La intermedialidad puede operar al nivel individual del artista como medio que usa su cuerpo, su voz o su mente para crear en relación con otros medios y, más importantemente para este ensayo, la intermedialidad puede operar en la recepción/percepción del receptor/lector/crítico que interpreta el escenario intermedial. De esta manera, la intermedialidad, a través de la interacción entre medios (literatura, cine, video, internet, música, pintura, etc.), ofrece nuevas posibilidades de experimentación que también crean un nuevo discurso. La primera razón que justifica el análisis poético de las dos películas de Subiela es la presencia en ellas de tres poetas argentinos consagrados: Mario Benedetti (éste hasta tiene un cameo recitando poesía en alemán), Juan Gelman y Oliverio Girando. Sus versos forman parte del guión y, en varios momentos claves de las dos películas, unos versos de estos tres poetas son puestos en la boca de los protagonistas (principal, pero no exclusivamente, en la boca de Oliverio) y determinan el monólogo interior o el diálogo entre ellos. Tan importante es la presencia de este material subtextual poético que hasta se podría argumentar que es un sistema modelante responsable por la estructuración del discurso fílmico 1 . La segunda, y quizás más importante, justificación del presente análisis poético de unas películas es la cualidad poética de los mismos textos fílmicos. Aunque logran contar una(s) historia(s), estas dos películas, sobre todo la primera, distan mucho del típico discurso narrativo. Al contrario, se destacan por su alta cualidad lírica. Y el lirismo de estos dos textos fílmicos no descansa solamente sobre el hecho de que temáticamente cursan sobre una gama de emociones y preocupaciones posmodernas. Se debe también, e importantemente, a algunas cualidades técnicas, propias del género cinematográfico en sí. Aquí se refiere, por ejemplo a la cinematografía o fotografía. La película en su primera parte muestra fuertes contrastes de sombra y luz, de blanco y negro para mostrar estados caídos y estados en el ascenso. Visualmente se acentúa el mar como fuerza amatoria, símbolo tradicional en la poesía. El vacío y la desolación se expresan con constantes tomas del personaje principal caminando solo por las calles desiertas (muestra de su estado caído). Mientras que en la segunda parte la presencia del color vislumbra la posibilidad de ascenso, otras técnicas no son tan sutiles, pero no por eso dejen de contribuir al lirismo. Vemos, por ejemplo, la metáfora de la montaña rusa con los gemidos de la banda sonora con las subidas y bajadas que representan el acto amoroso; o la cama especial que deja caer a los posibles amores, dando fin a sus frustraciones como el mejor verso final de cualquier estrofa poética. 61 61 La poesía, puente colgante entre historia y verdad, no es camino hacia esto o aquello; es ver la quietud en el movimiento, el tránsito en la quietud. (637) Para Oliverio la poesía le ofrece la posibilidad de triunfar sobre el tiempo. Los versos son una memoria permanente de su existencia. Para contrastar con ese ideal no sólo su ex- mujer y la Anguila le sugieren un trabajo de publicista, hasta su amigo le consigue trabajo en su empresa haciendo publicidad. Oliverio, inmaduro que es, sale de una reunión en la empresa con una escena “olorosa” (echando gases y los sonidos), expresando su desprecio por el compromiso, por el estado caído de la lengua publicitaria. El mismo escepticismo frente al uso comprometido de la lengua comercial se encuentra en el poema de Paz. “Nocturno de San Idelfonso” también contrasta esta idea con el valor ascendido que se atribuye al lenguaje creativo, al lenguaje que transfigura: Queda el tiempo hecho cuerpo repartido: lenguaje. En la ventana, simulacro guerrero, se enciende y se apaga el cielo comercial de los anuncios. (637-638) Algo que sin duda proyecta la trama al espectador es un aturdimiento existencial en el ser humano que está reflejado en las masas (entre ellas, Oliverio y Ana) que caminan por la calles con las cabezas caídas. Se podría especular que las cabezas caídas son también el resultado del peso de una historia traumática, pero lo cierto es que Oliverio está viviendo caído. Curiosamente, esa angustia se veía en la primera parte en un protagonista que andaba sólo en las calles, mientras en la segunda se ve acompañado por las masas y su compañera, Ana con la que ha caído. Como se indicó anteriormente, lo que estos dos textos (uno poético y otro cinematográfico) tienen en común es la angustia existencial producto de una “caída”. El yo poético de “Nocturno de San Idelfonso” y Oliverio Fernández chocan con la realidad del tiempo que los lleva inexorablemente hacia la muerte. Oliverio busca ascender, volar, no crecer, sobreponerse (o demorar) al tiempo, sobreponerse a la angustia existencial. Como buscando alivio de su angustia, Oliverio va a un tienda de juguetes donde compra un tren. Vuelve a su apartamento donde juega a ser niño mirando al tren dar vueltas y pasar bajo un túnel. Este soñarse niño puede verse como un intento de volver a un estado no caído, el del 62 62 niño que no tiene conciencia del paso inexorable del tiempo. No obstante, interrumpe este sueño la Muerte recordándole a Oliverio su mortalidad y de su inexorable fin. Mas, con sus versos, Oliverio logra ahuyentar a la Muerte, quien por fin se escapa por un túnel llevándose sus muertos. La Muerte es un instrumento para su caída pero es incapaz de llevarse a Oliverio porque mientras siga pronunciando ciertas palabras (creación) se impide que se lo lleve (caída). Estas imágenes recuerdan unos versos de Octavio Paz en su “Nocturno de San Idelfonso”. En ese poema Paz escribe, Estoy a la entrada de un túnel. Estas frases perforan el tiempo. Tal vez soy ese que espera al final del túnel. (630) Y en estos versos también se releja la ansiedad que siente Oliverio ante su propia mortalidad y su afán de salvar su existencia mediante la poesía cuya permanencia puede ofrecer un triunfo sobre el tiempo. En esa escena reveladora, recordemos, el poeta bonaerense usa la poesía para ahuyentar a la Muerte, quien sale del escenario por ese túnel. Por no lograr volar, sus frecuentes encuentros amorosos acaban en caída. Y, ¡con la caída aparece la Muerte! Sí, Oliverio habla con la Muerte y ella sarcásticamente le reprocha “sólo trato que seas sensato; ¿cuándo vas a dejar de ser un niño?”. Es decir, la Muerte lo invita a un estado más caído, caerse de esa inocencia infantil a un estado más cerca de ella. En otros momentos “caídos” la aparición de sus alter ego y el diálogo con ellos le recuerdan su estado existencial, el de caído. En el texto cinematográfico, la presencia de los personajes alegóricos (la Muerte, el Muerte, el Tiempo, La Anguila, los alter ego) también encuentra su paralelo en el poema de Paz, donde leemos: Apariciones, El tiempo se abre: Un taconeo lúgubre lascivo Bajo un cielo de hollín En llamarada de una falda (631) Aquí el poema de Paz ayuda a elucidar el significado de aquellos personajes que irrumpen en el discurso fílmico. Son aperturas en el tiempo que le ofrecen a Oliverio un espacio para cuestionar y profundizar en sus ansiedades y darse cuenta de su estado caído. Sus alter ego no sólo le recuerdan su estado existencial, sino que lo animan a buscar el ascenso en otro continente (viaja a Barcelona). Antes, había vencido a la Muerte, aunque temporalmente, al volar/enamorarse de la prostituta, Ana. Esta relación transformó a Oliverio y le iluminó “el lado oscuro del corazón” (el camino de alguna forma para ascender en el amor). Ahora con la ilusión de re-encontrar ese estado de ascenso, cruza el Atlántico y se encuentra con 63 63 un personaje nuevo y misterioso, el Tiempo, el cual le hace un inventario de su vida. Oliverio y Ana no vuelan más, el Tiempo le recuerda a Oliverio que no puede vivir del pasado. Este encuentro con la realidad acaba en “la caída” de los dos por la “cama especial”. Cuando va en busca de Ana, lo que intenta Oliverio es sobreponerse al tiempo recuperando un tiempo perdido. Intenta revivir unos momentos de su pasado. Confunde fantasía con la realidad y cuando se acaba la magia, se da cuenta de la realidad (se da cuenta que Ana ya no es la prostituta de antes, es una dependiente de una tienda). Al retomarse el hilo de la búsqueda de Oliverio El lado oscuro del corazón 2, no podemos menos que recordar otros versos de Octavio Paz. En esta segunda parte, Oli repite los mismos versos para ligar con mujeres, frecuenta el mismo bar, camina solitario por las mismas calles, vive en el mismo apartamento, sostiene las mismas conversaciones con los mismos personajes alegóricos. Es así en “Nocturno de San Idelfonso”: Andamos por galerías de ecos, entre imágenes rotas: nuestra historia. (632) En ambos textos se subrayan la angustia existencial y la repetividad de una vida que parece no ofrecer respuestas a las preguntas más trascendentales. También ambos textos subrayan la posibilidad de promesa/ascenso en la imagen del horizonte. Oliverio en su búsqueda se encuentra a su paso con un cartel de Alejandra, una equilibrista que vuela, constantes flashes de colores que enmarcan el vislumbrar de un horizonte de posibilidades con esta mujer. De la misma manera el poema de Paz presenta una imagen de flash ante un futuro prometedor (ascenso), La noche está a punto de desbordarse. Clarea. El horizonte se ha vuelto acuático. (639) En fin, la existencia de este poeta bonaerense, Oliverio Fernández, se representa en la imagen de ese tren que se compra y con el que se juega a ser niño. Parece no avanzar, sino andar en círculos, sosteniendo las mismas conversaciones, haciendo el amor sin el amor, discutiendo con la Muerte, con el Tiempo. Así también lo vemos en “Nocturno de San Idelfonso” Conversaciones, retractaciones, excomuniones, reconciliaciones, apostasías, abjuraciones, zig-zag de demonolatrías y androlatrías, los embrujamientos y las desviaciones: mi historia, ¿son las historias de un error?
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