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Autores Clásicos Griegos, Apuntes de Historia de la Grecia Antigua

Apuntes sobre los principales autores de la literatura griega: características y obras.

Tipo: Apuntes

2018/2019

Subido el 04/01/2019

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¡Descarga Autores Clásicos Griegos y más Apuntes en PDF de Historia de la Grecia Antigua solo en Docsity! AUTORES CLÁSICOS GRIEGOS Aristófanes Dramaturgo ateniense que nació aproximadamente en el año 444 a.C. y murió en el 385 a.C. Vivió durante la Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.) en la que se enfrentaron Esparta y Atenas, la primera gobernada por una oligarquía y la segunda por un gobierno democrático. La batalla finalizó con la victoria de Esparta que impuso su hegemonía en toda Grecia, imponiendo en Atenas el gobierno de los 30 Tiranos. No obstante, Aristófanes también fue coetáneo del resurgimiento de la hegemonía de Atenas en el S.IV a.C. Cuando era joven, presentó su primera comedia a un certamen con otro nombre, ya que por su edad no se permitía la participación en este tipo de actos. La obra fue presentada hacia el año 427 a.C. y se titulaba “Los Convidados”, desaparecida en la actualidad. Aristófanes estuvo implicado en la política ateniense de la época. Luchó a favor del partido aristocrático criticando la manera de gobernar de los demócratas. Además, criticó los efectos de la Guerra del Peloponeso y sus repercusiones como la miseria que afectaba a los campesinos de Ática. Es conocido su rechazo hacia Sócrates, criticado en la comedia Las nubes al presentarlo como un demagogo que educa de manera insensata a los jóvenes de la época. En la misma obra es criticado el filósofo Platón. También adopta una posición crítica en cuanto al teatro de Eurípides que lo considera inferior y degradante para el teatro clásico. Estilo Sus obras son un reflejo de las agitaciones ideológicas que afectaban al pensamiento político, filosófico, económico y literario de la época. Su pensamiento conservador y estilo poco innovador se revela a la hora en sus comedias y en las críticas que realiza a los trabajos de otros autores. También se opone a cualquier doctrina filosófica y se erige en defensa de la validez de los mitos tradicionales. En sus once comedias conservadas, combina constantemente diálogo y canto a través de un lenguaje incisivo y sarcástico haciendo uso de situaciones cotidianas y tribiales. Obra Se conservan once obras suyas de las cuarenta que escribió: Los acarnienses Los caballeros Las nubes Las avispas La paz Las aves Lisístrata Las Tesmoforias Las ranas Las asambleístas Pluto Aristóteles Nació el 384 a.C. en Estagira (Macedonia) y su padre Nicómaco era el médico de cabecera del rey de Macedonia, Amintas. Cuando tenía diecisiete años (368 a.C.), el joven filósofo acudió a la ciudad de Atenas para entrar en la Academia de Platón, permaneciendo allí como discípulo y colaborador de éste hasta su muerte en el 347 a. C. Después Aristóteles abandonó la ciudad para realizar una serie de viajes que le llevarían por varias ciudades de Asia Menor hasta el 343 a.C., cuando el nuevo rey macedonio, Filipo II, solicitó sus servicios para educar a su heredero Alejandro, quien sería conocido por la historia como Alejandro Magno, el fundador de un vasto imperio que llegaría desde las tierras helenas hasta el Indo y que consiguió doblegar bajo su dominio al legendario enemigo de Grecia, el Imperio Persa. Antes de esto, tras abandonar la Academia se dirigió a Aso (Misia) en la costa jonia, junto con otros discípulos de Platón, como Clístenes, Teofrasto o Jenócrates. Allí hizo amistad con el gobernador de la región, Hermias, quien les cedió un terreno para que se dedicasen allí a sus estudios y la mano de su sobrina Pitíade, que sería la primera mujer del filósofo. Cuando Hermias fue crucificado por conspirar contra los persas, Aristóteles le dedicó un himno funerario. Después partió a Mitilene, en la mítica isla de Lesbos, en donde continuaría sus investigaciones en compañía de Teofrasto, quien también fue con él cuando partió a Macedonia a educar al joven Alejandro. De esta relacción entre Aristóteles y su real discípulo se ha • Refutaciones sofísticas Filosofía natural • Física • Sobre el cielo • Sobre la generación y la corrupción • Meteorologia • Sobre el alma • Parva naturalia: • Sobre la sensación • Sobre la memoria y la reminiscencia • Sobre el sueño y la vigilia, sobre los sueños • Sobre la adivinación por el sueño • Sobre la vida larga y breve • Sobre la juventud y la vejez • Sobre la vida y la muerte • Sobre la respiración • Historia de los animales • Sobre las partes de los animales • Sobre el movimiento de los animales • Sobre la generación de los animales Otros • Metafísica • Ética a Nicómaco • Política • Poética • Retórica • Constitución de Atenas Heródoto (485-425 a.C.) Nació hacia el 485 a.C.en la costa de Asia Menor, en la ciudad de Halicarnaso. Era hijo de una familia aristocrática, probablemente de origen indígena, como nos hace suponer el nombre de su padre, Lixes, de resonancias carias. Halicarnaso era una ciudad fundada por los colonos dorios de Trecén, un auténtico crisol de culturas, lenguas y etnias que influyó en el joven Herodoto, despertando el interés por la diversidad cultural que más adelante se plasmaría en sus estudios historiográficos. En el 499 estalla una revuelta jonia contra el tirano local, Lígdanis, en la que participa el futuro historiador, así como el poeta Paniasis, de quien se sabe que escribió una obra llamada Heracles y que fue una persona cercana a Heródoto, probablemente era tío suyo. Al ser sofocada la insurrección, Paniasis fue ejecutado y su sobrino tuvo que huír a Samos. Sabemos poco de su estancia allí, pero no debió ser demasiado prolongada ya que pronto comenzó a realizar largos viajes, que le proporcionarían los datos necesarios para la ulterior elaboración de sus Historias. Demostró un especial interés por las costumbres de los lugares a los que se trasladaba, su religión, su geografía y arquitectura. Regresó a su patria en el 454, fecha en la que el tirano fue expulsado. Sabemos que llegó muy lejos hacia el norte, llegando a la región de Escitia, cerca de la actual Rusia, y al sur, visitando Siria, Babilonia y Palestina. Permaneció al menos cuatro meses en Egipto, remontó el Nilo hasta Tebas y vió las pirámides, recogiendo información sobre el lugar y sus habitantes. También llegó a la Cirenaica, la Magna Grecia y Sicilia, siempre tomando buena nota de cuanto veía y de lo que le contaban las personas que encontraba en sus travesías. Cabe suponer que estuvo en diversos puntos del Egeo, pues en su obra demuestra poseer un conocimiento directo de los pueblos helenos. Se ha aventurado que el motivo de estos viajes, además de la investigación erudita, podría tener algo que ver con intereses comerciales, aunque no está demasiado claro, pues Heródoto no da muchos datos sobre su vida personal en sus escritos y las anécdotas de su vida que nos cuentan autores posteriores no resultan demasiado fiables. Sabemos que vivió durante algún tiempo en Atenas, que junto con Esparta era una de las principales potencias griegas. Todos estos viajes fueron posibles gracias a una distensión en las guerras que enfrentaron a griegos y persas, las llamadas Guerras Médicas, que coinciden con la vida de nuestro autor y fueron el tema principal de su obra. Siendo ya un hombre maduro, aproximadamente con cuarenta años, Heródoto participó en la fundación de la colonia ateniense de Turios, antes Síbaris, en el sur de Italia. Se trataba de una iniciativa de Pericles para extender la cultura ática por la Magna Grecia, y el historiador recibió la ciudadanía, asentándose allí para completar su obra. Algunas fuentes aseguran que la tumba del historiador se encuentra en aquella ciudad. Las Historias, en las que se condensan la amplia experiencia viajera del autor junto con el relato del enfrentamiento contra los medas, fueron publicadas en los primeros años de la Guerra del Peloponeso, aunque era ya conocida anteriormente en Atenas. Estilo Este autor fue denominado por Cicerón "el padre de la historiografía", aludiendo a su carácter pionero en esta disciplina. Su concepción de la historia es una investigación general del pasado por medio de las costumbres de los pueblos, con un tratamiento detallado de lo anecdótico, en cierto sentido similar en su método al reportaje periodístico moderno. Heródoto transcribe testimonios diversos de origen oral, como las tradiciones, sobre los que emite juicios de valor. A veces el propio autor duda de la veracidad de algunos testimonios, aunque no por ello deja de registrarlos, ya que considera que una de las funciones principales de su trabajo es la conservación de datos que pudieran resultar de utilidad a las generaciones futuras. El otro propósito de la historiografía para Heródoto es la exaltación de los grandes hechos, en la que podemos advertir la influencia de Homero. Leónidas y Temístocles, como figuras capitales de su época, se asimilan a la personalidad heroica de Áyax o Ulises en la epopeya antigua, contribuyendo así a dar un tono más elevado a los sucesos del presente. De ahí el uso frecuente de discursos épicos pronunciados por estos reyes y generales. Las fuentes que emplea Heródoto, recogidas en el transcurso de sus largos viajes, se las proporcionan informadores cuya credibilidad se deriva de su posición en la sociedad a la que pertenecen, preferentemente sacerdotes y aristócratas. Las influencias del autor son variadas. En primer lugar, la tradición historiográfica que le sirve de punto inicial es la de los geógrafos antiguos, cuyo mayor exponente es Hecateo de Mileto con su obra Genealogías. Hecateo no se limita a trazar mapas costeros para la navegación, sino que se comporta como el explorador de una expedición científica, tomando nota de las costumbres, flora, fauna y rasgos etnográficos de los grupos humanos, de modo que a la vez que geógrafo es etnólogo, antropólogo y biólogo. A este modelo se suma el influjo de la tragedia, que determina el comportamiento de los personajes históricos y el desarrollo de la trama en numerosos episodios de las Historias. Heródoto conoció personalmente a Sófocles y a Esquilo, por lo que es de suponer que admirase el género dramático en la misma medida que sus contemporáneos. Ello se refleja además en el empleo de determinados artificios propios de la tragedia, como la intervención del oráculo y en la interpretación religiosa de lo histórico. El origen de los acontecimientos es doble, divino y humano, siendo el hombre en este último caso responsable de sus propios actos, igual que en el argumento trágico. La obra de Esquilo Los Persas condicionó en gran medida la presentación que hace Heródoto de las Guerras Médicas, en la que el castigo divino por pecados cometidos en la esfera mortal es lo que desencadena la masacre. Este historiador presta especial atención a los mitos y usos Hesíodo es el cantor del trabajo y de los orígenes del mundo. Además de los Erga y la Teogonía existen dos obras cuya autoría se le atribuye sin demasiada seguridad, el Escudo de Heracles y el Catálogo de mujeres. Encontramos algunos puntos en común con la forma de escribir homérica, son también hexámetros dactílicos escritos en dialecto jónico y emplea expresiones propias del lenguaje épico convencional, fórmulas y vocabulario que indican su origen oral, aunque ahí acaban las similitudes. Las frases de Hesíodo son breves, rígidas y formales, rasgos todos ellos que contribuyen a darle a su poesía un carácter arcaico. Además el desarrollo es más asociativo que lógico, proliferan las digresiones y repeticiones sin un hilo conductor claro. Otro punto que lo separa del narrador de la Ilíada es la frecuencia con que habla de sí mismo, relatando sus experiencias personales como parte del discurso poético, reclamando su individualidad como autor. Debido a su experiencia en la vida campesina ofrece una visión del mundo nada idealizada, es consciente de que la vida es esfuerzo y trabajos continuos y por ello ofrece consejos prácticos para el hombre de campo y además una explicación sobre por qué es tan dura la existencia. Obra Erga (Los trabajos y los días) Teogonía El escudo de Heracles De las siguientes obras solo se conservan algunos fragmentos: • Catálogo de mujeres (supuesta continuación de Teogonía). • Consejos de Quirón o Grandes Eeas • Boda de Ceix • Melampodia • Descenso de Pirítoo • Dáctilos ideos • Grandes Trabajos • Egimio • Los Alfareros • Ornitomancia • Astronomía Homero La cuestión homérica Con el nombre de Homero se han transmitido dos grandes poemas épicos, la Ilíada y la Odisea, así como una colección de himnos. Esta última es claramente posterior y se acepta generalmente su carácter apócrifo. Desde época muy temprana comenzaron a circular biografías del primer poeta griego, pero según la crítica moderna, sólo reflejan la ficción de un poeta legendario que supuestamente escribió los dos primeros poemas de la tradición literaria occidental. Actualmente se considera más probable que las obras que se le atribuyen, la Ilíada y la Odisea, son el producto de una larga tradición oral y no de un único autor. El primero en plantear esta hipótesis fue el abate de Aubignac, François Hédelin, en tiempos de Luis XIV, que observó incongruencias en el estilo de ambas epopeyas, lo que le hizo inferir que la autoría no se debía a un solo hombre, sino que más bien eran recopilaciones de varios poemas hechas con mayor o menor acierto. A finales del siglo XVIII (1795) el erudito alemán A. Wolf da un impulso decisivo al problema filológico de la autoría. Así queda abierta la llamada "cuestión homérica", que a partir de entonces originará dos corrientes interpretativas, los unitarios, partidarios de la existencia de un único autor, y los analistas que propugnaban una creación compleja, llevada a cabo a través de los siglos con la contribución de sucesivos poetas. Pero es en el siglo XX cuando se produce la aportación más esclarecedora con respecto a este tema, de la mano de Millman Parry*. Este filólogo, cuyo trabajo continuaría A. B. Lord, partiendo de la comparación de la cultura de los aedos griegos con la de los cantores del este de Europa, particularmente en los Balcanes, propuso que ambos poemas eran exclusivamente el producto de la tradición oral. Un análisis concienzudo de la Odisea y la Ilíada revelaba aspectos comunes entre ambas formas de creación, aunque los cantos eslavos nunca se pusieron por escrito. Debemos tener en cuenta que la difusión del alfabeto en Grecia durante los siglos IX al VIII a.C. es más o menos contemporánea a la de la puesta por escrito de las grandes epopeyas, lo cual significa que antes no existía cultura literaria escrita, solamente había trovadores que debían recitar largos poemas (algunos de los cuales podían durar días casi sin interrupciones) ante una audiencia exigente, frecuentemente en cortes de nobles y reyes. Para poder memorizar tal cantidad de versos, el aedo se veía obligado a usar una serie de "trucos", idénticos a los que usaban los cantores eslavos para relatar sus gestas. Fundamentalmente, el poeta contaba con un tema fijo, una historia que conocía bien, y sobre éste introducía variaciones en función de los deseos de su auditorio. Para dar homogeneidad al relato, contaba con un ritmo y un número de fórmulas fijas que podían consistir en epítetos para nombrar al héroe o en descripciones de actividades, ya fueran bélicas, relativas a la cría del ganado o a la fletadura de un barco. Estas fórmulas siempre iguales, podían ocupar medio verso, aunque lo frecuente es que su extensión llenase uno entero o incluso varios. De este modo el cantor reducía al mínimo la improvisación y podía mantener el ritmo y la rima. Sin embargo, esto no significa que el aedo fuera un mero repetidor de fórmulas memorizadas previamente. La excelencia de un determinado bardo residía en la riqueza de fórmulas que conociese para denominar varios aspectos de la vida y en su pericia para combinarlas, labor nada sencilla. Así en su tesis L'épithète traditionelle dans Homère (París, 1928) , Parry daba una explicación satisfactoria a la abundancia de párrafos idénticos o similares en la obra homérica, su génesis oral. La investigación ha mostrado posteriormente que: • (a) el modelo de Parry compara de manera impropia dos sociedades de un grado de complejidad diverso y productos culturales que se dirigen a públicos distintos, confundiendo las expresiones del arte popular balcánico con los complejos códigos imperantes en la nobleza micénica, • (b) las supuestas fórmulas son mucho menos frecuentes y habituales de lo que Parry supone, tal como lo muestran los estudios con ordenadores y • (c) los poemas tienen un grado de unidad y una técnica literaria mucho más compleja que las que exige la hipótesis de la lengua anglosajona. Características de la épica homérica Para los griegos, Homero es más que un simple recopilador de canciones antiguas. Aristóteles ensalza en la Poética la Ilíada y la Odisea por su unidad. Homero fue el educador de las generaciones jóvenes que debían aprender largos párrafos de la Ilíada y la Odisea, que no eran consideradas simples creaciones literarias, sino una auténtica plantilla moral y práctica sobre la que se sustentaba la paideia la educación práctica y moral del hombre griego. Sus versos no sólo relatan luchas y aventuras, sino que dan instrucciones concretas de cómo comportarse con honor en diversas situaciones, cómo vestir a un guerrero, aparejar un caballo o trabajar la tierra. Sus cantos eran una suerte de enciclopedia, un cúmulo de todo el conocimiento útil para la vida, además de un inmejorable tratado de ética. Existe un cierto consenso en que la fijación escrita de la épica homérica se produjo en el siglo VIII a. C. No obstante, la acción dramática se desarrolla aproximadamente medio milenio antes, en una época que había adquirido caracteres míticos para la audiencia. Es por ello que la figura del héroe tiene tal importancia en la épica, denominada por esto mismo "heroica". La facultad principal de estos héroes, además de su fabulosa constitución física, es su temperamento, la areté o virtud guerrera, que durante la ilustración ateniense (s. V a. C.) pasaría a ser virtud cívica, debidamente adaptada a los nuevos tiempos. Este concepto de areté podría resultar extraño hoy en día, ya que no entraba en contradicción con comportamientos tales como tomar botines de guerra, apresar y esclavizar a las mujeres del enemigo o engañarlo con estratagemas. a la vida contemplativa y comenzó a escribir parte de su prolífica obra. En el 371 tuvo lugar la batalla de Leuctra, tras la cual los eolios recuperaron los territorios que les habían sido arrebatados por Esparta y Jenofonte tuvo que trasladarse a Corinto, donde residió hasta que le fue conmutada la sentencia de destierro, gracias a una nueva alianza espartano-ateniense contra Tebas. De vuelta a su ciudad natal, completaría el resto de sus escritos. Estilo Como hemos podido comprobar, este autor estuvo treinta años fuera de su patria en diversas campañas militares, lo que le permitió adquirir una gran experiencia en el campo militar, convirtiéndose en un hombre de mundo. La obra de Jenofonte es muy amplia tanto en sentido cuantitativo como en cuanto a la multiplicidad de temas que trata. Se ocupa fundamentalmente de la historia, pero también de la filosofía, la política, la economía e incluso escribió tratados sobre la práctica de la hípica y la caza. Su contacto con Sócrates, coincidiendo con la época en que éste fue juzgado, nos permite acceder a una visión del filósofo distinta de la que nos ofrece Platón, claramente desfigurado por intereses ajenos a la historiografía. Platón se sirve de la figura de Sócrates para apuntalar su propia filosofía, mientras que Jenofonte nos plantea un punto de vista relativamente más sincero. También éste estuvo junto al famoso filósofo en el momento de su muerte, y fruto de aquella relación son varias de sus obras: la Defensa de Sócrates, los Recuerdos de Sócrates y el Banquete, obra homónima a la de Platón y que trata el mismo episodio, la cena en la que Sócrates, rodeado de su círculo de allegados, discute sobre la naturaleza del amor. La obra de Jenofonte tiene dos grandes virtudes: nos proporciona una amplia cantidad de información sobre aspectos variados de la vida de sus contemporáneos y constituye un excelente conjunto de textos para quien se introduce por primera vez en el estudio de la lengua griega, debido a su sencillez. Como contrapunto, la crítica moderna ha mostrado de manera casi unánime un cierto desprecio hacia el valor histórico y literario de sus escritos. Se le acusa de parcialidad, de omitir numerosos datos importantes y falta de un espíritu realmente científico y riguroso. Ciertamente, aunque no podemos asegurar que llegase a falsear los hechos que relata, es evidente que en su relato de las guerras hay huecos, digresiones y saltos en el tiempo, además de no realizar un auténtico análisis sobre las causas de los acontecimientos, limitándose a describirlos. Su intención era continuar la línea de Tucídides; de hecho la Anábasis pretende ser la continuación de la Historia de la Guerra del Peloponeso. También se han resaltado los conocimientos precisos que tenía Jenofonte sobre estrategia militar, que afectarían positivamente a la descripción de batallas, sin olvidar cierta habilidad para crear un ambiente dramático y la profundización psicológica que lleva a cabo en algunos de los personajes más cercanos a él, como Ciro o Agesilao. Obra Sus obras se pueden clasificar en tres grupos: Históricas Didácticas Socráticas Luciano (120-190 d.C) Nació en Samosata, una ciudad aramea cercana al Éufrates, y su carrera de sofista le llevó a realizar constantes viajes por la zona de Jonia, Antioquia, Italia, la Galia, Acaya, Macedonia y Tracia, aunque pasó la mayor parte de su vida en Atenas. También visitó Roma. Aunque su idioma materno era el arameo, aprendió el griego hasta conseguir dominarlo. Durante su infancia trabajó en el taller de un escultor, hasta que un accidente le hizo cambiar su vocación, eligiendo entonces un trabajo menos peligroso, el de orador. Viajó junto con su familia y su padre a Amestris durante las guerras partas. Esta forma de vida ambulante tiene su explicación en el tipo de servicios que ofrecía: como retórico, compositor de sátiras y divertidos relatos, practicaba su oficio allí donde era requerido, cortes de nobles y teatros principalmente. Así llegó a conocer a personajes importantes de su época y se rodeó de un círculo de aduladores. Antes del 165 d.C. asistió a tres festivales olímpicos, siendo testigo de la muerte del cínico Peregrino, quien se autoinmoló en público, uno de los acontecimientos más comentados del momento. Durante su estancia en Roma, hacia el 159 d.C, conoció al filósofo Nigrino, momento en el que abandona la retórica para dedicarse a escribir diálogos, si bien su acercamiento a la filosofía no pasó de ser un coqueteo. Luciano representa el escepticismo radical y el declive de la cultura ática, incapaz de insertarse completamente en ningún sistema filosófico. Ya en la vejez, obtuvo un puesto en la cancillería del prefecto en Egipto, del 171 al 175. No tenemos datos ciertos acerca de su muerte, que debió ser hacia el 190 d.C., pero una mención en el texto bizantino conocido como la Suda se nos dice que murió devorado por perros y que su destino final fue arder por toda la eternidad en las llamas del infierno por haber hecho escarnio del nombre de Jesucristo. Este último dato, aunque no inspira demasiada confianza en cuanto a su credibilidad, nos da una idea de hasta qué punto fue polémica la figura de Luciano, un hombre siempre dispuesto a ejercitar su ingenio mediante el sarcasmo y la burla. Estilo Autor satírico poseedor de un gran ingenio y una visión irreverente de la sociedad y la religión, Luciano comienza en la línea de la retórica aticista, de la que se va distanciando paulatinamente. Muestra un particular interés por la figura del filósofo cínico, que en algunos de sus diálogos se encara con las divinidades para recriminarles sus debilidades e incluso, en un alarde de ingenio literario, cuestionar su existencia y su poder real sobre los hombres. Ridiculiza las convenciones de los clásicos, llegando a hacer blanco de su humor el lenguaje altisonante de Homero, trata sin tapujos la conducta homosexual y pone de relieve las debilidades de tiranos y filósofos por igual. El estilo retórico que emplea se acerca más a la vertiente epidíctica, es decir, un formato literario en el que se da mayor relevancia al estilo que al contenido. Así por ejemplo, en su Elogio de la mosca despliega sus dotes argumentativas tomando un objeto tan vanal como este insecto. Habitualmente se divide la creación literaria de Luciano en dos estadios, uno inicial, retórico, en el que se ceñiría a lo aprendido en las escuelas de sofística, y un segundo momento, a partir de los cuarenta años, en que comienza a escribir diálogos. Otra característica fundamental de nuestro autor es la fantasía desbordante que demuestra en la creación de escenarios y personajes: Babilonia, el Olimpo y el Hades son empleados como telón de fondo de sus diálogos satíricos, con una perspectiva plástica que denota gran libertad creativa. Luciano es ante todo un contador de historias, cuyo propósito es siempre un alegato contra la injusticia social, pero también cumple el objetivo de divertir y entretener a su público, a la manera de la farsa en la ópera moderna, renueva el género del diálogo y parodia con agudeza los defectos humanos. Su influencia en la literatura humanística es innegable, pero también aparece con cierta frecuencia en autores del Siglo de Oro español, e incluso es citado por Erasmo de Rotterdam. Hay en su léxico cierta variedad de elementos dialectales, especialmente beocios, pero unificados bajo la lengua dórica. El epinicio es una composición laudatoria, que puede ser de ofrecimiento, si es corto y se consagra al atleta vencedor de unos juegos, o bien formal, en cuyo caso estaba dedicado al tirano o algún aristócrata de la ciudad y tiene una duración mayor. Como educador moral, Píndaro busca la armonía cósmica, el orden en el que se unifican lo político, lo moral y lo estético, y se sirve de sentencias en las que expresa los valores comunes compartidos con su auditorio, que se materializan en la figura del atleta o el guerrero. a menudo se ha señalado que la función principal de este poeta fue la exaltación de los ideales de la clase aristocrática, a la que pertenecía, una suerte de apología. Obra Las 45 odas compiladas en los cuatro libros de epinicios (cantos dedicados al honor de los vencedores de los Juegos Panhelénicos), han llegado a nuestros días a través de papiros fechados entre el siglo II a.C. y el II d.C. Además, se conservan una serie de fragmentos que contienen himnos, peanes (cantos en honor a Apolo, de carácter guerrero), cantos al vino, trenos (cantos fúnebres), etc. Platón PLATÓN: UN COLOSO ENTRE RUINAS* No cabe duda de que Platón es uno de los pensadores más influyentes en la historia del pensamiento occidental. En los últimos dos siglos su influencia no ha hecho sino aumentar, hasta el punto de que su filosofía en general y su teoría política en particular se han encontrado en el centro de enconados debates a partir de los años treinta del pasado siglo. Probablemente no sea ajeno a esta situación el hecho de que la obra de Platón sea el primer testimonio de la filosofía griega que ha llegado hasta nosotros. La conservación de todas sus obras y de numerosos escritos apócrifos están directamente relacionados con la importancia que tuvo su pensamiento en la Antigüedad. Esto es así porque la filosofía de Platón tuvo en todo momento una finalidad eminentemente práctica, contrariamente a lo que la imagen del filósofo que se ha impuesto en las últimas décadas podría llevar a suponer. LA BIOGRAFÍA DE PLATÓN: ENTRE MITO Y REALIDAD Poco es lo que se sabe de manera fehaciente de la vida de Platón. Las biografías que nos ha legado la Antigüedad tejen de manera arbitraria la realidad y la ficción. Todas subrayan el carácter supuestamente extraordinario del aristócrata ateniense y destacan las pruebas a las que lo sometió su azaroso destino. Todas ellas tienen, quizás, una intención común: mostrar la importancia del conocimiento filosófico para afrontar los avatares de la vida. La creación de un mito Platón se vislumbra ya en la misma fecha de nacimento que se ha transmitido. Sin duda, el siete del mes de targelión (mayo), en el que algunas fuentes colocan el día de su nacimiento y de su muerte, ha sido fraguado para hacerlo coincidir con el aniversario del nacimiento de Apolo en el calendario religioso de Atenas. El año ha sido posiblemente el 429 a. C. y su muerte se produjo aproximadamente en el 348/347 a.C. Es muy difícil establecer fechas exactas, puesto que todas ellas han sido retocadas para acentuar el carácter providencial de la figura del filósofo. Lo más correcto sería afirmar que vivió entre los primeros años de la guerra del Peloponeso y la década anterior a la caída de los estados griegos en la esfera de influencia de Macedonia en la batalla de Queronea. Platón nació en el seno de una familia aristocrática y conservadora que tenía vínculos estrechos con los treinta tiranos que en 404/403 a. C. instauraron un régimen oligárquico en Atenas. De su formación se posee la noticia, conservada por Aristóteles en el primer libro de la Metafísica (987a32 ss.), según la cual fue alumno del filósofo heracliteano Crátilo antes de pertenecer al círculo de Sócrates, al que se unió cuando había superado apenas los veinte años (408 a. C. aproximadamente). Sócrates tuvo, sin lugar a dudas, una influencia decisiva en su pensamiento. La condena a muerte del maestro por la democracia restaurada (399 a.C.) empuja al exilio a Platón, que se refugia en Megara, donde lo acogen Euclides y Terpsión, antiguos alumnos de Sócrates mencionados en el Fedón (59c) y fundadores de la escuela megárica. En los años que siguen es más difícil desentrañar la relación entre mito y realidad en su biografía. Lo único que parece ser cierto es que emprendió largos viajes que lo pueden haber llevado hasta Egipto y que, con seguridad, lo hicieron llegar a la Magna Grecia (Sur de Italia y Sicilia). Es un período en el que es verosímil que alcanzara los conocimientos que le permitieron madurar su formación filosófica: se familiariza con las doctrinas de los megáricos, los cirenaicos y los pitagóricos. Si es verdad que estuvo en Egipto, es probable que también haya alcanzado algún conocimiento, aunque superficial, de la ciencia de ese pueblo. Su amistad con el pitagórico Arquitas de Tarento le permitió profundizar en la filosofía de la escuela pitagórica. Su periplo finaliza en Siracusa, adonde va desde Tarento, invitado por el tirano Dionisio I. Llega a Sicilia cuando frisaba los cuarenta años (390/388 a.C.). El cuñado del tirano, Dion, proyectaba instaurar en Siracusa un gobierno filosófico, para lo cual habvía solicitado el apoyo de Platón. Estos planes encuentran rápidamente la oposición del tirano que apresa a su huésped y, según cuenta la historia, lo entrega para que sea vendido como esclavo en el mercado de Egina, ciudad que se encontraba en guerra con los atenienses. Reconocido por un rico ciudadano de Cirene, es rescatado y devuelto a Atenas (entre el 388 y el 385 a. C. ). Tenía entre cuarenta y cuarenta y cinco años. Es difícil comprobar la veracidad de esta parte de la biografía de Platón, en especial porque no parece haber influido de manera determinante en su idea de reformar la polis y en la posibilidad de convencer a un tirano. Al poco tiempo de retornar a Atenas funda la Academia. La Academia, más que una escuela, es una comunidad con principios inspirados en los pitagóricos y con una fuerte vertiente religiosa: legalmente era una comunidad cultual dedicada a las Musas y en la que se practicaban la investigación y la educación filosóficas. Poco es lo que realmente se sabe acerca de la forma en que funcionaba este centro. Puede ser que haya contado con una colección de obras filosóficas, científicas y jurídicas. En ella había diferentes maestros, además del cabeza de la escuela. No se sabe realmente qué se enseñaba ni cómo se impartían los contenidos, aunque no es inverosímil que existiera un estricto ordenamiento jerárquico en el que tanto los maestros como los alumnos se encontraran organizados según su capacidad y su grado de iniciación. Tras la muerte de Dionisio I, Platón regresa a Siracusa invitado por su sucesor Dionisio II (366 a.C.). Su vuelta coincide con el aumento de la influencia de Dion en la corte siracusana. El nuevo intento de poner en práctica sus ideas políticofilosóficas termina también en un fracaso. Dionisio II le permite retornar a Atenas bajo la promesa de volver a Siracusa cuando el tirano se lo solicitase. Esto sucede en el 361 a. C., fecha del último viaje a Sicila. Una vez en la isla, Dionisio se niega a cumplir sus promesas y Platón es encerrado. La mediación de Arquitas de Tarento logra su libertad. En el 360 retorna a su ciudad natal. La posición de Platón y su aliado Dion puede despertar razonables suspicacias. De hecho, este último organiza una expedición en el 357 de la que participan miembros de la Academia y que termina con el derrocamiento de Dionisio II. No obstante, tres años después, Dion es asesinado por uno de los alumnos de Platón que habían tomado parte en la expedición y la situación en Siracusa desemboca en el caos. Platón se limita a aconsejar a los partidarios de Dion cuando recuperan el poder en la ciudad. Sus últimos años • Teeteto (iii) • El Sofista • El Político • Timeo • Critias • Filebo • Leyes Dudosos (?) • Hipias mayor • Alcibíades I • Clitofón • Epínomis Plutarco (Queronea, ca. 46-50 d.C. – s.l., ca. 120 d.C.) Plutarco -o en griego Ploutarchos- es uno de los polígrafos griegos más famosos de la antigüedad clásica. Nació en el seno de una familia acomodada de Queronea (Beocia), ya bajo el domino romano, probablemente durante el gobierno de Claudio. A lo largo de su vida recorrió el Mediterráneo, visitando en una ocasión Egipto y en dos Roma, donde vivió temporalmente. Se formó en la Academia platónica de Atenas -ca.67 d.C.- donde obtuvo una gran formación en historia, filosofía, literatura y ciencia. Fue sacerdote mayor de Apolo en el Oráculo de Delfos cerca del año 100 d.C. Su vida social y cívica fue muy activa. Estableció amistad con personajes influyentes como Soscius, Senecio o Fundano. Conoció y se relacionó con los integrantes de las corrientes filosóficas del momento como son el estoicismo, el epicureismo y el perípato aristotélico. Ostentó numerosos cargos en diferentes misiones políticas bajo el mandato de distintos emperadores, llegando a ser nombrado procurator de Grecia por Adriano. Estilo El trabajo de Plutarco se puede distinguir en biografías y una recopilación de obras que recogen multitud de temas. En sus biografías, donde habla de personajes como Heracles, Alejandro el Magno y Filipo II de Macedonia, no intenta narrar historias, sino explorar la influencia que posee el carácter sobre la vida de los personajes famosos y su moral. En el resto de obras trata temas tan diversos como política, ética, zoología, epicureísmo, pedagogía, costumbres romanas, etc. Obra Obras Morales y de costumbres o Moralia Las Obras Morales y de costumbres o Moralia fueron escritas entre los años 68 y 17 d.C. Se trata del resto de su trabajo hallado y agrupado en esta obra de asuntos variados donde entrelaza los siguientes temas: • Didácticos: De audiendo, Commentarii in Hesiodum, De Herodoti malignitate... • Éticos: De virtute morali, De laude ipsius, Amatorius, De fraterno amore... • Históricos: De Alexandre Magni fortuna aut virtute, De fortuna Romanorum, De gloria Atheniensium, Quaestiones Conviviales...). • Filosóficos y científicos: Platonicae quaestiones, De anima, De primo frigido, De latenter... • Políticos: donde se trata la superioridad intelectual de los griegos y la superioridad de organización política de los romanos (Preacepta gerendae rei publicae, Ad principem indoctum, An seni res publica gerenda sit). • Religiosos: De Phythiae oraculis, De Iside et Osiride... Vidas paralelas Escritas entre los años 96 y 117 d.C., han llegado a nuestros días veintitrés pares de biografías. En esta obra realiza descripciones biográficas de una relación de personajes ilustres griegos y romanos como Teseo, Rómulo, Cimón, Lúculo, el rey romano Numa Pompilius, etc. Esta estructurada de manera que va analizando las virtudes y defectos que comparten un romano y un griego famosos, es decir, que va analizando sus características por parejas. Una de sus biografías más importantes es la dedicada a Alejandro Magno, ya que es una de las pocas fuentes que completan la vida del conquistador. En ella se narran anécdotas y sucesos del personaje no reflejadas en ninguna otra fuente. Cuestiones Son dos obras de Plutarco agrupadas bajo el nombre de “Cuestiones”. En la primera se habla de algunos oscuros detalles de las tradiciones en el culto romano y en la segunda se trata el mismo tema pero en la civilización griega. Tucídides (460-400 a.C) Nacido en la ciudad de Atenas, Tucídides pertenecía a la familia de los Filaidas, lo que le hace descendiente con figuras famosas de la vida política de la ciudad como Cimón, célebre detractor de Pericles, o Milcíades, vencedor de la batalla de Maratón. El nombre de su padre Óloro, nos hace pensar que procedía de la Tracia. La fecha de su nacimiento no es segura, pero suele fijarse en torno al 454 o 460 a.C. Su vida abarca prácticamente el periodo de las guerras del Peloponeso (431-421 a.C.), que enfrentaron a espartanos y atenienses y en las que se centra toda su obra. Cayó enfermo en la epidemia de peste que desencadenó en la ciudad y comenzó a escribir su Historias al comienzo del conflicto, en el que tomó parte de forma activa bajo el cargo de estratego a los treinta años. La explicación de que se le concediera un puesto tan importante a una edad tan temprana puede tener que ver con el hecho de que fuera responsable de la explotación de unas minas de oro en Tracia, dato que respalda también su supuesto origen tracio. Debido a un desafortunado incidente durante la batalla de Anfípolis (424 a.C.) fue condenado al exilio durante veinte años. Encargado de defender los puertos marítimos del ataque del comandante espartano Brásidas, llegó tarde con su armada y solo fue capaz de salvar el puerto de Eyón. No sabemos a ciencia cierta dónde pasó aquellos veinte años, pero es de suponer que su distanciamiento del conflicto le permitiese adquirir la relativa imparcialidad que se plasma en su obra. Además se mantuvo bien informado de los movimientos de ambos bandos. Su de haber revelado algunos de los secretos del culto. Sabemos que tuvo relaciones personales con el poeta Píndaro, a quien también se relaciona con los ritos eleusinos. Su vida transcurre ligada a los hechos más importantes de la ciudad de Atenas: siendo niño presenció los cambios que introdujo Clístenes en la constitución y ya siendo adolescente participó en la batalla de Maratón, donde perdería a su hermano Cinegiro. En el 472 partió hacia Sicilia, llamado por Hierón de Siracusa a su corte, adonde regresa en el 468, retirándose a Gela tras la caída de los tiranos sicilianos para pasar allí el resto de sus días. Muere hacia el 456-455. Como autor trágico resulta precoz, habiéndose presentado a su primera competición en el año 449. Alcanzó 13 triunfos, 28 si contamos con las representaciones póstumas de sus obras. Se trataba de un honor poco frecuente continuar presentando a concurso la obra de un autor, una vez muerto este. En el 468 fue derrotado por Sófocles. Estilo Esquilo es el más antiguo de los tres dramaturgos clásicos, y su obra ha sido calificada de "barroca" por el fuerte contenido emocional que consigue provocar en el espectador mediante un lenguaje grandioso, fuertes golpes de efecto y espectaculares puestas en escena. Por otro lado, tanto la creación de los personajes como los diálogos adolecen de cierta rigidez arcaica que les da un aspecto hierático, poco flexible. La importancia del coro en todas sus obras es fundamental, siendo normal que este asuma el papel protagonista, mientras que no existe prólogo, o tiene una importancia mínima. El número tres domina la estructuración de las tragedias, aparece en el canto coral (dividido en estrofa, antistrofa y épodo), en la partición de los actos e incluso sus obras tenían forma de trilogía, que giran en torno a un mismo tema. La única que conservamos íntegra es la Orestía, que relata el drama del héroe mitológico Orestes, quien regresa a casa para descubrir que su padre Agamenón ha sido asesinado por su propia madre, Clitemnestra, y su amante Egisto. Esta tendencia al número tres se ha interpretado como un influjo de simbología esotérica. Mucho se ha escrito sobre la interpretación religiosa de este autor, diferente de la tradicional y defensora del panteón olímpico frente a los antiguos cultos. En su empleo del lenguaje advertimos también un tono religioso-ritual muy adecuado a la dignidad de sus personajes.Pero el tema de sus obras no es sólo de índole religiosa, también se refleja el acontecimientos políticos más importantes del momento, las Guerras Médicas. Con ocasión de la victoria ateniense contra los persas en Maratón y Salamina Esquilo compone Los Persas, cuyo coro lo componen los combatientes medos vencidos. También actúa como justificador del nuevo orden político y racional impuesto en Atenas a raíz de las reformas de Clístenes, por ejemplo en las Euménides, la última parte de la trilogía dedicada a Orestes. Las antiguas divinidades de la venganza se transforman, merced a la intervención del poder olímpico patriarcal representado por la diosa Atenea, en diosas benefactoras de la ciudad de Atenas, sujetas a la justicia humana. Se rompe pues la cadena de sangre que persigue a los miembros de una familia generación tras generación, haciendo recaer sobre los hijos la maldición de sus mayores. Esta ruptura en la dinámica tradicional del relato mítico constituye uno de los elementos más innovadores de Esquilo y da entrada a los nuevos valores de la ilustración ateniense. Los recursos formales de su estilo combinan la expresión noble y grandiosa con algunos giros coloquiales en personajes de extracción social inferior, la comparación paratáctica, el uso de frases con resonancias arcanas y de origen homérico. Obra Los Persas Tragedia griega escrita en el año 472 a.C. por Esquilo contextualizada en la Batalla de Salamina (una de las batallas desarrolladas en las Guerras Médicas). Compone la segunda parte de cuatro obras y es la única que se conserva. La primera parte se titulaba “Fineo”, la tercera “Glauco Potnieo” y la cuarta se refería probablemente al personaje de Prometeo. La obra se ambienta en Susa (capital de Persia) y comienza con una intervención del coro y con la reina Atosa, madre del rey Jerjes que espera noticias de su hijo que se encuentra luchando contra los griegos. En este momento hace su aparición un mensajero que informa acerca de la derrota del ejército persa y detalla los nombres de los soldados muertos. Jerjes, no obstante, consiguió huir. Posteriormente, Atosa acude a la tumba de su esposo fallecido Darío I y éste hace una aparición en forma de fantasma. Darío rebela a su esposa que la derrota de Jerjes se debía a su orgullo y las diferentes provocaciones que había hecho a los dioses. Jerjes no aparece hasta el final de la obra. Cuando interviene se niega a admitir que su derrota haya sido provocada por el orgullo. Sin embargo, al final acaba ganando honra al admitir que ha sido vencido. Los Siete contra Tebas Tragedia de Esquilo escrita en el año 467 a.C. y la única conservada de una tetralogía. Edipo, padre de Eteocles y Polinices, lanzó una maldición a sus dos hijos por no haberle apoyado en su castigo por las faltas cometidas. Cuando Edipo es desterrado, Eteocles y Polinices deciden reinar cada uno un año. Pero cuando llega el momento de que Eteocles ceda el poder a su hermano, se niega a hacerlo. Es entonces cuando Polinices reúne a siete héroes argivos para hacerse con el poder de Tebas. Cuando el ejército formado por siete caudillos llega a las puertas de Tebas, Polinices pide enfrentarse cara a cara con su hermano. A pesar de los intentos de las doncellas de que Eteocles cambie de opinión, ambos hermanos se enfrentan en un combate en el que acaban pereciendo los dos. Las Suplicantes Primera pieza y única conservada de una tetralogía que podría constar de títulos como “Los egipcios”, “Las Danaides” y “Amimone”. Las cincuenta Danaides, hijas de Dánao, huyen de los cincuenta hijos de Egipto y se refugian en Argos, lugar donde se hacen suplicantes de Zeus para evitar ser dañadas. Una vez allí, hacen un llamamiento a su derecho de disponer de su propio cuerpo frente a los varones. Pelasgo, rey de Argos, las acoge y baraja la posibilidad de asilo preguntando al pueblo si les conviene que la ciudad proteja a las Danaides (referencia a la democracia al tener el pueblo la posibilidad de tomar decisiones). Los ciudadanos de Argos deciden protegerlas a pesar de la amenaza de Egipto de atacar Argos. Orestíada: Agamenón, Coéforos y Euménides Trilogía compuesta de “Agamenón”, “Las coéforas” y “Las euménides”, que vio la luz en el año 458 a.C. En “Agamenón” se narra el retorno de este rey de Mecenas tras la Guerra de Troya. Ya en su hogar, es asesinado por deseo de su esposa Clitemnestra a modo de venganza por haber sacrificado a la hija de ambos en la Guerra (Ifigenia). Egisto es el encargado de asesinar al rey, primo de Agamenón que mantiene un amorío con Clitemnestra y que no podía llegar al trono. Por ello hace todo lo posible por hacerse con el poder tras los diez años de ausencia del rey. “Las coéforas” narran la venganza de los hermanos Electra y Orestes por la muerte de su padre, Agamenón. Ambos estaban separados y se reconocen en los funerales de su padre. Se ponen de acuerdo para vengarse y asesinar a Egisto (es Orestes el encargado de darle muerte). Pero como castigo por matar a Egisto, las furias hacen que Orestes enloquezca. Por último, en “Las euménides” se realiza un juicio a Orestes para decidir si merece el tormento inflingido por las furias. Finalmente, gracias a la ayuda de Apolo es encontrado inocente y es liberado de su locura. Prometeo encadenado La autoría de esta primera parte de una trilogía (“Prometeo encadenado”, “Prometeo liberado” y “Prometeo portador del fuego”) es dudosa pero normalmente se le suele atribuir a Esquilo. Narra el mito del titán Prometeo encadenado por los dioses por dar un trato preferente a los humanos en vez de al culto de las deidades. los individuos se traicionan a sí mismos, revelando su equivocación antes siquiera de conocerla ellos mismos, para lo que Sófocles se sirve de la ambigüedad inherente al idioma. Estos elementos, el tabú del incesto y los lapsus del lenguaje, le resultarían de gran utilidad a Freud para la elaboración de su teoría psicoanalítica. Otro elemento fundamental es el tiempo, que trae consigo la mutabilidad de todas las cosas ante la que la persona trata de resistir inútilmente intentando mantenerse inmutable en su esencia, algo que sólo les está permitido a los dioses inmortales. Electra se desespera al verse envejecer en la casa de su padre, asesinado por su propia madre y el amante de ésta, y comprende que en semejante situación nunca podrá casarse y tener hijos: está condenada a vivir en la ignominia. Sin embargo el personaje trágico no trata de huir, pues su destino lo alcanzará siempre, tiene que permanecer y afrontar su perdición. El mensaje salvador, la orden de revocar la condena llegan siempre demasiado tarde. Incluso aunque se conozca el futuro por medio de un oráculo, éste solo es comprendido en su verdadero sentido cuando ya no se puede hacer nada. Todo este sufrimiento inmerecido escapa a la mente del mortal, el castigo por un delito no cometido (o cometido inconscientemente) no tiene su origen en la perversidad de los dioses, que están más allá de la lógica humana, sino en la inevitable fragilidad del hombre. En cuanto a la técnica teatral, Sófocles introduce algunas variaciones dentro del esquema heredado de Esquilo, aumenta el número de actores a tres y el del coro, que pasa de estar formado por doce personas a quince. Se libera también de la costumbre de escribir las tres tragedias prescritas para la participación en el certamen siguiendo un mismo tema, como hacía su predecesor. La maestría de Sófocles en el retrato de los caracteres es uno de los puntos fuertes de sus tragedias, los personajes alcanzan un alto grado de comunicación entre sí, interaccionan sin rigidez, se influyen mutuamente cambiando su discurso en función del otro. Incluso los objetos adquieren un valor inédito, ampliando la capacidad teatral de una prenda, un cofre o una espada, que se convierten en símbolos dotados de valor propio. Obra Serie de Edipo: Edipo rey, Edipo en Colono, Antígona Áyax • Las Traquínias • Electra • Filoctetes Eurípides (485/84-406) Nació en Salamina, su padre, Mesarco, era un terrateniente ateniense, y su madre Clito una mujer de noble linaje. Según cuentan vino al mundo el mismo día de la famosa batalla de Salamina, y su padre, impresionado con el auspicio, decidió encaminarlo al boxeo (pugilato y pancracio) aunque el chico se mostró finalmente más inclinado por la poesía, la música y la pintura. Se casó dos veces, y de su segunda esposa Quérila tuvo tres hijos, uno de los cuales se llamaba igual que el padre y obtuvo algunos éxitos estrenando las obras del progenitor de manera póstuma. Las fuentes biográficas con que contamos están muy influidos por las críticas de Aristófanes en sus comedias, en las que nos presenta a Eurípides como un personaje ridículo, misógino, irrespetuoso con los dioses y crítico con la Ley y el Estado. Sin embargo, es una de las figuras más "progresistas" de la llamada Ilustración Ateniense. Aunque se mantuvo siempre al margen de la política pública y vivía apartado en su finca de Salamina, introduce concepciones nuevas en la tragedia, por ejemplo dándole una prominencia y una dignidad inusitadas a los esclavos en sus papeles teatrales. También puso de relieve el aspecto más absurdo, estúpido y cruel de la guerra en obras como las Troyanas. Reunió en torno a sí un pequeño círculo de amigos ilustrados y consiguió hacerse con una considerable biblioteca, algo bastante raro en la Grecia del s.V. Fue a él a quien encargaron la inscripción en el epitafio de los muertos en Siracusa (413 a.C.), y su propia tumba se encuentra en Pela, en Macedonia, a donde acudió aceptando la invitación del rey Arquelao. Allí conoció al famoso pintor griego Zeuxis. Irónicamente, se dice que la muerte del tragediógrafo en el 406 se debió a que fue devorado por los perros del monarca. Este relato tampoco merece una credibilidad absoluta. Sabemos que también se le dedicó un cenotafio en la ciudad donde cosechó la mayoría de sus éxitos, en Atenas. Estilo Sus influencias literarias y filosóficas fueron de lo más variado, pues vivió una época en la que florecieron grandes talentos, Aristófanes fue discípulo de Anaxágoras, Pródico y Protágoras, todos extranjeros en Atenas, conoció a Sócrates y a los sofistas muy bien y también la tradición de los presocráticos como Jenófanes, Heráclito , Empédocles y Demócrito, y por otro lado la herencia literaria de Homero, Píndaro, Solón, Teognis, Hesíodo. Eurípides lleva a cabo un tratamiento innovador de los mitos, alterándolos y mezclándolos entre sí con el objeto de reinterpretarlos partiendo de la idea del hombre como medida de todas las cosas. Los personajes mortales de sus tragedias están mucho más próximos a los hombres modernos de la época de Eurípides que los de las tragedias precedentes, manifiestan sentimientos humanos como la duda o el miedo y se dejan arrastrar por sus pasiones, con consecuencias frecuentemente funestas. Poseen una coherencia interna compleja desde el punto de vista psicológico, y más aún en el caso de los personajes protagonistas. En el caso de caracteres secundarios, encontramos multitud de perfiles que pasarán a la Comedia Nueva de Menandro: la madrastra desalmada, los niños huérfanos, los ancianos decrépitos y ridículos, la heroína, el marido débil. Los humanos desconfían de los dioses, cuyas intervenciones son impredecibles. El Orestes de Esquilo se encomienda a la protección de Apolo con una entrega absoluta, mientras que el de Eurípides mantiene sus reservas respecto a la divinidad. En muchos casos el dios convierte el desastre en dicha y se manifiesta como la justificación de un final inesperado, el llamado "deus ex machina", que Aristóteles analizaba como un recurso dramático en su Poética. Para hacer más espectaculares las intervenciones divinas (epifanía o teofanía) se empleaban en las representaciones artilugios mecánicos y grúas, para suspender a los actores en el aire. La anagnórisis o reconocimiento suele tomar la forma del reencuentro entre dos familiares separados durante largo tiempo. Pero ante todo, la postura de Eurípides ante la religión tradicional es crítica, anteponiendo el deber político al religioso. La pasión erótica y todos los tabúes relacionados con ella (incesto, adulterio, poligamia.) ocupan un lugar muy importante en la tragedia euripídea, tratados desde múltiples ángulos, con una profundidad casi psicoanalítica. En cuanto a la estructura de las obras, sigue una cuidadosa secuencia cronológica, y la historia está precedida por un prólogo en el que se traslada el presente inmediato, lo que estaba sucediendo en Atenas en el momento del estreno, a una acción mítica. Este prólogo, que debe en principio orientar al espectador adelantando acontecimientos, consigue a veces el efecto contrario, despistándolo con respecto al desenlace. El coro, más que representar el juicio moral de la comunidad, que es la función que le estaba reservada anteriormente, acerca al auditorio a aspectos cotidianos más próximos, vinculándolo emocionalmente al personaje mítico. La fuerza dramática del coro es desviada hacia los actores, que comienzan a entonar dúos y monodias cantadas, que expresan a la perfección sentimientos arrasadores: odio, locura,
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