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Bernárdez, Apuntes de Lingüística

Asignatura: Lingüistica, Profesor: , Carrera: Lenguas y Literaturas Modernas, Universidad: USC

Tipo: Apuntes

2013/2014

Subido el 11/12/2014

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¡Descarga Bernárdez y más Apuntes en PDF de Lingüística solo en Docsity! AN FILOLOGÍA Y LINGUÍSTICA ENSAYO EL LIBRO UNIVERSITARIO R.J25. 276 ENRIQUE BERNÁRDEZ ¿QUÉ SON LAS LENGUAS? (5) Alianza Editorial —— e O TA Esta obra ha sido publicada con la ayuda de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Educación y Cultura. Primera edición: 1999 (agosto) Primera reimpresión: 1999 (noviembre) Reservados rodos los derechos. El contenido de esca obra sstá protegida por la Ley, que ésrablecs penas de prisión y!o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjui- Gos. para quienes reprodujeron, plagiaren, disibuyeren o comunicaren públicamente, en tado o ia, artística o cientifica, o su transformación, interpretación o ejecución úipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la pro» ceptiva autorización. en parte, una obra liverari artística fijada en cualqui (9) Enrique Bernárdez, 1999 6 Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1999 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid; teléf. 91 393 88 83 ISBN: 84-206-2934-0 Depósito Legal: M. 43.583-1999 Fotocomposición e impresión EFCA, $. A. 28850 Torrejón de Ardoz (Madrid) _¿QUÉSON LAS LENGUAS? bien sencillo y banal: «El rey Fulanito mató a siete» se convierte en 8, 16,32 o muchos más versos de compleja métrica y de sin- taxis y vocabulario aún más complicados. Lo que importaba no era el qué se decía, que era ya conocido por todo el mundo, sino el cómo se decía: el lenguaje por sí mismo. Pero piense en nues- tra poesía lírica, donde tampoco se nos informa de nada real- mente. En otras culturas, una conversación tiene que comenzar con cosas poco importantes. Por ejemplo, nos sentamos con un jefe indio americano y tras un larguísimo rato de silencio empezamos a hablar del tiempo, de por dónde andan las manadas de bison- tes y de muchas otras cosas. Sólo entonces entramos en el tema. ¿Que le suena exótico y a película del oeste? Veamos. Una de las dificultades para los comerciantes y empresarios occidentales que van a Japón es el lenguaje; no tanto expresarse en japonés como saber «cuándo hay que hablar de qué». Mucho tiempo que a los occidentales parece perdido, porque se mantiene un (para los oc- cidentales) pesadísimo silencio, se dedica a conocer al interlocu- tor y a prepararse para tratar con él (perdón: o ella). Desgraciadamente para nosotros, las culturas occidentales po- nen demasiado énfasis en la transmisión de información nueva y demasiado poco en la comunicación: «El lenguaje está para decir cosas y no simplemente para charla». Hay incluso personas que llevan esto al extremo: «eso ya lo has contado; eso ya lo sé» sirven normalmente para impedir y frustar la comunicación. Hubo un experimento muy famoso. Se pidió a estudiantes (de sociología, porque a ellos se les estaba explicando la ernogra- fía de la comunicación) que hablaran en sus casas de la manera más informativa posible, explicando todos los detalles. Los estu- diantes llegaban a sus casas y decían cosas como ésta: Vengo de la universidad, donde curso segundo año de sociolo- gía. Al bajar del autobús de la línea 17 en que me desplazo a casa desde mi centro de estudios, me encontré con Emiliano Usmpiérrez, a quien conozco desde la infancia pero a quien no vela desde mucho tiempo atrás porque se había ido a la ¿PARA QUÉ SIRVE EL LENGUAJE? Legión. Estuvimos charlando sobre las circunstancias de mues- tra vida desde que dejamos de vernos hace cuatro años. El profesor se vio: obligado a redactar cenificados para evitar divorcios, expulsiones del hogar paterno y cosas semejantes. Los alumnos estaban informando a sus familiares pero no se estaban comunicando con ellos. De manera que, claramente, in- formación + comunicación. El lenguaje sirve para la comunica- ción pero ésta no se limita a la transmisión de información nue- “ya. No todo lo que decimos es para instruir a los demás. Las funciones del lenguaje Para simplificar, vamos a reducirlas a tres que podemos conside- rar básicas, aunque hay otras como enseguida veremos: el lengua- jesirve (se usa): (1). para mantener las relaciones interpersonales, la identi- dad y cohcrencia del grupo, etcétera: la llamaremos función ¿n- rerpersonal, (2) para comunicar a-otras personas informaciones sobre la 1ealidad, incluida la puramente mental: función comunicariva, (3) para representar la realidad o, en otros términos, para organizar coherentemente lo que percibimos, conceptualizamos imaginamos: función representativa. Para Chomsky, la función representativa es la fundamental del lenguaje, la que caracteriza realmente a éste: nos podemos 'omunicar de muchas maneras, con medios visuales, auditivos 0 lingñísticos, gestuales, etcétera; las relaciones interpersonales las podemos mantener también en formas muy variadas: achu- Ones, arrumacos, Írotes de nariz, apretones de manos, miradas compasivas, etc., etc., etc. Pero sin el lenguaje no podemos re- presentarnos la realidad de forma organizada, y es esa representa ¡ón la que, precisamente, nos va a permitir comunicar sobre la 1calidad, tomar contacto unos con otros y demás cosas a las que irven las funciones interpersonal y comunicativa. o _¿QUÉ SON LAS LENGUAS? La función representativa Nuestros sentidos nos permiten acceder a la realidad externa. Ésta no nos llega íntegta sino mediada por las características mis- mas de nuestros órganos de la percepción. El ojo y el oído (del tacto, el gusto y el olfato sabemos menos) preparan el camino analizando las ondas lumínicas y sonoras en entidades discretas: no vemos solamente manchas variadas y en cambio continuo sino rectas, curvas y movimiento; igualmente, oímos sonidos ya sepa- tados unos de otros, no nos limitamos a percibir un continuo de ruidos sin solución de continuidad. Eso nos facilita mucho la vida, de manera que podemos apañárnoslas para ir por el inundo sin chocar con las cosas constantemente. La habituación permite mayor precisión; por ejemplo, reco- nocer un depredador o una presa, incluso varios tipos distintos de depredadores (como los monos vervet de América), distinguir E un terreno de otro, etcétera. Podemos tomar unos términos que ¡ desde luego no usan los formalistas ni casi ningún lingúista: la percepción primaria nos permite identificar los elementos salien- tes, los que por algún motivo destacan del resto. También existe la percepción de los elementos pregnantes, aquellos que tienen una significación biológica para el propio organismo. Por ejemplo, una rana percibe un punto pequeño y más o menos esférico en movimiento sobre un fondo relativamente in- móvil (ese punto es saliente); lo considera una presa (es pregnan- trate de una mosca sabrosísima, no será pregnante para su limita- do sistema perceptivo, y la dejará tranquila. Un león reconoce también muchas cosas en su entorno (saliencia) pero es capaz de lanzarse a la caza de una gacela aunque ésta no se mueva: la preg- nancía es mucho más amplia que en las ranas. Y un chimpancé hace atún más cosas: no sólo distingue unas cosas de otras (salien- cia) e identifica las que pueden resultarle útiles o peligrosas (pregnancia), sino que el número de seres y objeros dotados de pregnancia es muchísimo mayor: puede identificar un monito como una posible presa (pregnancia), esté quieto o en movi- te) y se lo come. Si el punto no está en movimiento, aunque se * - LENGUAJE? o miento, en una rama baja o en una alta, solo o acompañado; pero si el mono está en una posición relativamente accesible y además solo, la pregnancia será mayor aún y el chimpancé, por decirlo así, sentirá más ganas de cazarlo y comérselo. Pero un chimpancé también puede considerar pregnante en un momento determinado un palo que le puede servir de martillo para abrir nueces. De modo que según subimos por la escala evolutiva los seres dotados de preguancia se van haciendo más y más numero- sos y variados y la pregnancia puede hacerse indirecta: el palo no es pregnante por sí mismo para el chimpancé, sino por su rela- ción con el proceso de abrir nueces que conduce a la pregnancia básica del alimento. Todo esto es básico, pero el lenguaje permite mu sas. Por ejemplo, saber que determinado animal no es simple- mente un posible depredador, una fuente de peligro, sino que cs un Icopardo que no conviene confundir con un león ni una hie- na, porque sólo el leopardo sabe subirse a las ramas altas de los árboles. O que tal cosa que vemos y que nos impulsa a subirnos - encima es un árbol, y que árboles son otras muchas cosas aunque no siempre nos animen a la ascensión. O que una cosa es un «palo, distinto de una vara y de una rama. Más aún: cl lenguaje nos permite ver un proceso de la si- “guiente manera: «el niño se subió al árbol aunque su padre se lo tenía prohibido». Aquí, el lenguaje distingue una serie de ele- mentos, objetos o individuos, que participan en determinadas relaciones unos con otros: nibo-árbol, padre-niño, etcétera; esas re- [aciones, además, no están simplemente amontonadas sino que = tienen un orden, por ejemplo temporal: la frase de antes nos per- mite saber que la prohibición es anterior a la subida al árbol. Si = decimos «la séptima teja de abajo del lado derecho del tejado del cobertizo está a punto de caerse», estamos identificando espacial- mente un objeto muy concreto y lo estamos poniendo en rela- ción con un suceso que consideramos más que posible en un iempo inmediatamente posterior al actual. ¡Nada menos! El lenguaje, en consecuencia, nos permite organizar la expe- iencia de una forma en que no puede hacerlo ningún sistema _ ¿PARA QUE SIRVE El has más co- 279 _ ¿QUÉ SON LAS LENGUAS? - perceptivo. Para los formalistas como Chomsky, esto es el len- guaje, y todo lo demás es secundario. Si hablamos en términos de saliencias y pregnancias, diremos que el lenguaje permite la transmisión ¡limitada de pregnancias. La frasecita de la teja susti- tuye de manera lejanísima la pregnancia de una teja cayendo del tejado y rompiéndonos la cabeza. René Thom, el matemático francés que tomé estos términos de la biología para aplicarlos al lenguaje, propone una «ley de reducción de la pregnancia»: cuanto más alejados estemos del objeto pregnante en sí, menor será la pregnancia trasmitida. Es obvio: al oír lo de la teja no nos raparemos la cabeza con las manos ni daremos el salto que moti- varía seguramente la visión de una teja cayendo justo encima de nosotros. Pero si la frase está en presente, intentaremos evitar el accidente aunque no lleguemos a ver la dichosa teja (es decir: transmite pregnancia). Lo cierto es que el lenguaje nos permite representarnos la rea- lidad y, por así decir, mancjarta indirectamente; o en otros térmi- nos: nos permite sustituir las pregnancias de la realidad por otras que podemos llamar simbólicas. No es de extrañar que ante esta prueba de la enorme capacidad y utilidad del lenguaje (¡nada menos que representarnos la realidad misma al deralle!) muchos lingúúistas piensen que lo demás es accesorio. Sin embargo, aunque la función representativa es fundamen- ral, no es la única. El lenguaje tiene esas tres funciones indisolu- blemente unidas desde sus orígenes y limitarnos a la que para muchos pueda resultar la más atractiva, no en último término porque parece la más fácil de estudiar, no es sino un empobreci- miento de nuestro estudio del lenguaje. Las funciones comunicativa e interpersonal También hay otros que afirman sin dudar que la comunicativa es la función principal del lenguaje, si no la única: transmitir cosas de unos a otros. Ya hemos visto cómo usamos el lenguaje mu- chas veces sin comunicarnos nada. Menos del 30 por ciento del 280 -— _— ¿PARA QUÉ SIRVE EL LENGUAJE? tiempo que dedicamos a hablar estamos comunicando cn ese sentido, el 70 por ciento restante lo dedicamos a la función in- rerpersonal, Naturalmente esto cambia según las circunstancias: un profesor dedica mucho más del 30 por ciento de las horas de clase a comunicar cosas, un grupo de amigos íntimos puede de- dicar una reunión casi en su integridad a la pura relación inter- personal. Una diferencia entre estas funciones y la representativa es que == sólo aquéllas precisan de más de una persona; para la representa- tiva nos bastamos cada uno individualmente. Otra es que el len- guaje incluye elementos específicos para señalar que se está co- municando algo o que se establece una relación interpersonal «Si no te importa, TE VOY A CONTAR lo que me pasó ayero y «¡SA- BES la última ocurrencia del ministro?» indican claramente, con Jos elementos indicados en mayúsculas, que se va a producir un acto de comunicación. «Hola, buenos días, me alegro de verle, ¿qué tal la familia? Hace mucho que no nos velamos, claro, con esta vida tan complicada que llevamos todos», o los ejemplos que veíamos al principio del capítulo, no comunican realmente nada, e intro- ducciones como los saludos marcan claramente el carácter pura- mente interpersonal de la conversación; tado en esta frase es es- tereotipado, forma parte de los hábitos del trato social: y el lenguaje tiene elementos que lo señalan así claramente. La función representativa, en cambio, no necesita, en realidad siquiera permite, que el lenguaje señale que está realizando esa función, otra muestra de que tiene características especiales; aun- que ser especial no quiere decir ser único. Pero ya vimos, al imaginar para qué servía el lenguaje en sus primeros tiempos, y para qué sirve aún hoy para muchos pue- blos, que la función comunicativa puede ser secundaria. Para los indios norteamericanos, por ejemplo: la expresión, más que la comunicación, suele ser de la máxima im- “portancia. En los Yeibichai de los navajos, por ejemplo, los cantantes salmodian en el lenguaje excrañio y urgente de los espírirus de las montañas, un lenguaje ininteligible a los mortales. Aunque carece 281
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