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Orientación Universidad
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CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia , Apuntes de Psicología

Asignatura: Psicologia de la atención, Profesor: , Carrera: Psicología, Universidad: UNED

Tipo: Apuntes

2015/2016

Subido el 16/10/2016

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4.7

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¡Descarga CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia y más Apuntes en PDF de Psicología solo en Docsity! CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia 1. Atención y consciencia (pág. 332) Este libro hemos analizado la atención selectiva, el desplazamiento y la localización de la atención, la atención a objetos, la selección para la acción, la atención dividida, la destreza, la automaticidad y el control, entre otros aspectos. Hemos encontrado teorías diseñadas para explicar todas estas tarcas “atencionales”. Llegamos al final del libro nos vemos inmersos en un debate sobre la naturaleza y la función de la consciencia. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Bien, cuando citamos a William James (1890) al principio del primer capítulo, sólo vimos una parte de lo que dijo: “Todo el mundo sabe lo que es la atención” Sin embargo, James continuó diciendo lo siguiente: “Consiste en que la mente toma posesión, de manera clara y lúcida, de uno de los varios objetos o cadenas de pensamiento que aparecen simultáneamente. La Idealización y la concentración de la consciencia constituyen su esencia. Implica dejar a un lado algunas cosas con el fin de abordar otras eficazmente”. 2. Evidencias procedentes de sujetos normales (pág. 333) Cap. 7 una distinción entre procesos que parecen o no requerir atención, entre procesamiento controlado y automático. Una de las principales diferencias que existen entre procesamiento automático y controlado, considera que los controlados está, por definición, abierto a un control estratégico consciente, mientras que el automático se produce fuera de la consciencia. Estamos introduciendo la consciencia en las explicaciones del procesamiento atencional . Somos conscientes del resultado de los procesos automáticos, pero incapaces de inspeccionar conscientemente el discurrir de este tipo de procesamiento para alcanzar dicho resultado. Parece como si la diferencia entre procesamiento consciente e inconsciente estuviera muy próxima a la distinción entre procesamiento controlado y automático. Hay que tener en cuenta que los términos “consciente” o “consciencia” pueden tener más de un significado o interpretación. A pesar del problema que supone decidir lo que significa en realidad procesamiento consciente e inconsciente, existe amplia bibliografía sobre el destino de la información inatendida, textos en los cuales los investigadores suelen utilizar el término “inatendido” para referirse a aquello de lo que “no se es consciente” o “carece de identificación consciente”. En nuestro debate temprano-tardío del cap. 2 vimos que la capacidad de la información inatendida para sesgar las respuestas dadas ante la información atendida se consideraba evidencia de un procesamiento preatencional de gran alcance (automático, inconsciente). Antes de llegar al estadio selectivo atencional en el que la información está disponible conscientemente, el procesamiento de la información inconsciente producía efectos de priming semántico subliminal . Estos resultados se consideraron evidencias a favor de la selección “tardía”. A lo largo de los años debate continuo acerca de la validez de los experimentos que en principio demostraban la Activación Semántica Sin Identificación Consciente (SAWCI1, en inglés). La controversia ha girado en torno a qué método es el idóneo, a los criterios que deben tenerse en cuenta para examinar la consciencia o el conocimiento consciente del sujeto y a las técnicas más adecuadas para establecer umbrales de consciencia. Se han llevado a cabo estudios sobre SAWCI y percepción inconsciente empleando diversos paradigmas experimentales, pero dado que, por definición, lo no consciente no se puede comunicar, todos estos paradigmas se reducen a buscar evidencias indirectas del procesamiento inconsciente. 2.1.Tareas de escucha dicótica (pág. 334) En este paradigma a los sujetos se les presentan dos mensajes, uno en cada oído. Se les indica, p.e., que repitan o “sombreen” un mensaje e ignoren el otro. Tomemos uno de los experimentos expuestos en el cap. 2 como ejemplo. Corteen y Wood (1972) condicionaron a sus participantes para que esperaran una descarga eléctrica asociada a palabras concretas relacionadas con “la ciudad”. A continuación realizaban un experimento de escucha dicótica, de manera que mientras los sujetos sombreaban el mensaje atendido se les presentaban algunas de las palabras asociadas a la descarga en el canal inatendido. Aunque los participantes decían no haber sido conscientes de nada de lo que se les presentó en el canal inatendido, mostraron una respuesta electrodermal clara no sólo ante las palabras asociadas a la descarga, sino también a otras relacionadas semánticamente con ellas. Este hallazgo pareció demostrar que, aunque no se fuera consciente del mensaje inatendido, éste se procesaba en un nivel semántico. Este estudio no fue sencillo de replicar. Por ejemplo, Wardlaw y Kroll (1976) repitieron exactamente el mismo experimento según el método empleado por Corteen y Wood, pero no lograron detectar el mismo efecto. Así pues, sugirieron que los participantes en el experimento de Corteen y Wood podían haber sido conscientes, aunque brevemente, del mensaje inatendido. En conclusión, a menos que podamos asegurarnos plenamente de que los sujetos nunca llegan a ser conscientes del canal inatendido, la tarea de escucha dicótica no permitirá realizar experimentos suficientemente controlados para respaldar argumentos del procesamiento inconsciente. 2.2.Experimentos sobre visión parafoveal (pág. 335) Otra manera de controlar la experiencia consciente de los estímulos visuales consiste en manipular el foco de la atención visual. La atención focal se dirija hacia un estímulo éste no estará disponible conscientemente. Los experimentos en los que se utilizan estímulos presentados en la parafóvea son conceptualmente similares a los de escucha dicótica. Se indica al sujeto que focalice la atención en un estímulo visual central y que ignore cualquier otro estímulo que se te presente hacia la parafóvea. Veamos un ejemplo. Underwood (1976) creyó haber demostrado el procesamiento semántico inconsciente y automático de palabras inatendidas que flanqueaban a un target. Cada palabra target iba flanqueada 1 Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia 360 psicología de la atención 1 Nota técnica: Semantic Activation Without Conscious Identification. de otras que, aunque el participante fuera incapaz de decirlas explícitamente, sesgaron la interpretación semántica de la palabra atendida. P.e., un target ambiguo como “palma” podía relacionarse con árboles o con manos en función del significado de las palabras no atendidas, como prueba de que la información semántica de los estímulos inatendidos se procesaba fuera de la experiencia consciente. Otros investigadores demostraron que el significado de palabras inatendidas situadas en la periferia podía influir en el procesamiento de las atendidas en ausencia de movimientos oculares. Lambert, Beard y Thompson (1988), y Lambert y Voot (1993) observaron que cuando aparecía repentinamente un distractor durante 30 ms en la periferia, la respuesta al target se ralentizaba en presencia de un distractor relacionado semánticamente. 3. Experimentos de enmascaramiento visual (pág. 336) De los ejemplos más curiosos del procesamiento aparentemente “inconsciente” del significado de las palabras provienen de estudios en los que se ha utilizado enmascaramiento visual retroactivo. Se muestra al participante una palabra seguida inmediatamente por una máscara y se le pregunta de qué palabra se trata, tal como sucedió en el experimento de Allport (1977). Este autor encontró que aunque los sujetos no pudieran decir cuál era el significado de la palabra, en ocasiones cometían interesantes errores cuando se les obligaba a responder aunque no estuvieran seguros. Ante la palabra “jazz” podían responder “blues”, lo que indicaba que, a pesar de que carecían de una percepción consciente del estímulo, sí habían accedido a su semántica. El sujeto se mostraba incapaz de determinar exactamente cuál de los significados activados semánticamente correspondía a la palabra-estímulo, porque el enmascaramiento le impidió integrar las características físicas episódicas del estímulo con el significado (memoria icónica del cap. 2). El sujeto no era consciente de que se le había presentado el estímulo, y sólo le quedaba una activación semántica sobre la que basar una suposición. No tenía ninguna sensación de seguridad, pero la suposición resultó ser una “paralexia semántica”2. Los pacientes con dislexia profunda cometen errores similares. Si no poseemos experiencia consciente de un estímulo, es poco probable que tratemos de actuar de acuerdo con él. Tanto Allport (1977) como Coltheart (1980a) sugirieron que es el hecho de integrar la información física con la semántica lo que da lugar a la experiencia consciente y permite responder con seguridad. Cap. 4, donde vimos cómo la información acerca del “qué” y del “dónde” de un estímulo parece disociarse en los experimentos de memoria icónica. Los experimentos de enmascaramiento visual utilizados para investigar el fenómeno SAWCI son en cierto modo versiones extremas de tos experimentos que estudian la memoria icónica. En los experimentos clásicos sobre memoria icónica, al sujeto se le muestra brevemente una matriz estimular (supraliminal) con enmascaramiento retroactivo y se experimenta con los límites del informe. En los experimentos sobre SAWCI, el procedimiento es exactamente idéntico, salvo en que la duración del estímulo es tan breve que es subliminal. Si la duración del estímulo es tal que no da tiempo a que se produzca la integración perceptiva, no habrá posibilidad de que el sujeto emita un informe seguro. Aunque pueda existir activación semántica de “qué” era el estímulo, cualquier información acerca de “dónde” se encontraba, se verá afectada por la máscara. Puede haber activación semántica sin identificación consciente. Umilta (1988) sugiere que el papel que desempeña la consciencia es permitir la organización voluntaria de operaciones no conscientes que se están produciendo en nuestra mente. Propone que “el control voluntario de los procesos cognitivos depende de la experiencia fenoménica de ser consciente". Sin esta experiencia fenoménica no seríamos capaces de actuar según procesos de otro modo inconscientes. Existen diversos síndromes neurológicos que ilustran esta cuestión. P.e., los pacientes aquejados de visión ciega, heminegligencia visual y amnesia proporcionan evidencias de que existe información disponible dentro del sistema de procesamiento, se encuentra por debajo del nivel de la experiencia consciente del sujeto. Esta información es capaz de influir en la conducta. SÍ existe una activación semántica ocasionada por estímulos que los que no se es capaz de informar, entonces deberíamos poder estudiar el efecto de esa activación sobre una tarea posterior. Experimentos han intentado utilizar la activación semántica de palabras irreportables para estudiar efectos de priming sobre los estímulos siguientes. En estos experimentos, el primer estímulo (prime) se presenta muy rápidamente, generalmente mediante un taquistoscopio, y seguido de inmediato por una máscara. El intervalo temporal entre prime y máscara se puede manipular de manera que el sujeto no sea capaz de decir si se le ha llegado a presentar una palabra como prime, y ni mucho menos cuál era ésta. La presentación posterior de otra palabra (el target) en un nivel supraliminal suele utilizarse para investigar los efectos de la primera palabra sobre la segunda. Este paradigma de priming ha dado lugar a algunos de los experimentos más controvertidos de la bibliografía sobre SAWCI. En estas condiciones no parece haber muchas posibilidades de que el sujeto pueda prestar alguna atención consciente al prime por más que lo intente, cualquier efecto observado se deberá a un procesamiento inconsciente. Problema: determinar qué es lo que entendemos exactamente por “inconsciente” y la dificultad de establecer el intervalo prime-máscara de manera que podamos aseguramos de que el sujeto realmente “no era consciente”. Marcel (1980, 1983) aportó datos controvertidos sobre el procesamiento de información de alto nivel por debajo de la experiencia consciente. Utilizando un paradigma de priming basado en el de Meyer y Shavaneveldt (1971), presentó a sus sujetos un prime enmascarado y después midió cuánto tiempo tardaron los sujetos en adoptar una decisión léxica. La tarea de decisión léxica consistió en pedir a los sujetos que dijeran lo más rápidamente posible si la cadena de letras que veían (target) era una palabra o no. En condiciones supraliminales normales, un prime como PAN facilitará la decisión 2 Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia 2 2 Nota técnica: Fenómeno por el que una palabra se sustituye por otra con la que guarda una relación semántica. 2. 3. 3.2.Priming por debajo del umbral objetivo (pág.343) En opinión de Cheesman y Merikle (1985), en el umbral objetivo y por debajo no existe posibilidad de encontrar efectos de priming semántico, porque no hay registros perceptivos en los que pueda basarse. Kemp-Wheeler y Hill (1988) coincidieron en la importancia de distinguir entre umbral objetivo y subjetivo , pero sugirieron que los resultados de Cheesman y Merikle no proporcionaban suficientes pruebas para demostrar la inexistencia de priming semántico por debajo del umbral objetivo. Recopilando y modificando diversos problemas metodológicos del trabajo de Cheesman y Merikle, Kemp-Wheeler y Hill (1988) lograron demostrar que se podían encontrar efectos de priming semántico al presentar primes con enmascaramiento por patrón un 10% por debajo del umbral de detección objetivo. Kemp- Wheeler y Hill (1988) criticaron el procedimiento de discriminación de identidades de cuatro opciones que utilizaron Cheesman y Merikle en el que los sujetos tenían que decir cuál de cuatro palabras de color enmascaradas se les había presentado. En su opinión, la discriminación de identidades no evalúa el umbral de detección; tener en cuenta las fuertes preferencias de colores que manifiestan las personas cuando se les pide que digan nombres de colores en tareas de asociación libre. Simón (1971) observó que el 52% de los hombres universitarios a los que estudió decían “azul”, el 11% “rojo”, el 10% “verde”, el 8,5% “marrón”, el 5,5% “morado” y el 3% “amarillo”. Este sesgo a la hora de emitir respuestas podría haber dado lugar a que cuando Cheesman y Merikle establecían umbrales y los sujetos se hallaban en un estado de gran incertidumbre a medida que se aproximaban al umbral “objetivo”, la SOA se hubiera reducido más de lo necesario. A pesar de que Cheesman y Merikle dijeron a los sujetos que los cuatro colores eran igualmente probables, Trueman (1979) encontró que aunque se hablara a los sujetos sobre las preferencias de colores, no desaparecía el sesgo en la respuesta. Además de sus críticas al trabajo de Cheesman y Merikle, Kemp-Wheeler y Hill coincidieron en las que se habían realizado sobre otros estudios, como el de Marcel. Así, sugirieron que para encontrar evidencias realmente sólidas de priming en el umbral objetivo era necesario: • Emplear la detección en lugar de la discriminación de identidades para determinar los umbrales. • Demostrar las respuestas no discriminativas en el umbral según los criterios de Merikle (1982). • Demostrar que la magnitud de cualquier efecto de priming no guarda una relación significativa con cl rendimiento en la detección. Los criterios de Merikle (1982) constituyen directrices estadísticas acerca del uso de intervalos de confianza para asegurarse de que la distribución de las respuestas no difiere aleatoriamente y de que se van a utilizar todos los tipos de categorías de respuesta. Kemp-Wheeler y Hill midieron el criterio objetivo de forma individual y minuciosa, y situaron la SOA de la máscara del prime un 10% por debajo de ese nivel. Para ello utilizaron la medida d' de la teoría de detección de señales4 con el fin de establecer una correlación con los efectos de priming de análisis estadísticos complejos hallados. Utilizaron una presentación dicóptica y binocular y tuvieron cuidado de mantener las mismas condiciones de iluminación durante el establecimiento del umbral y durante el experimento para evitar que la adaptación a la luz fuera diferente entre ambas situaciones (Purcell, Stewart y Stanovitch, 1983 ). En suma, consideraron que podían demostrar (en condiciones muy estrictas, atendiendo en la medida de lo posible a cualquier crítica que se les pudiera hacer) la existencia de priming semántico por debajo del umbral objetivo. Más recientemente, Dagenbach, Carr y Wilhelinsen (1989), y Greenwald, Klinger y Liu (1989) comunicaron la aparición de priming subliminal siempre que se cumplieran determinadas condiciones (por lo general, diferentes). 4. Ceguera inatencional (pág. 345) Los investigadores han investigado si existe alguna evidencia de procesamiento de dichos estímulos sin ser conscientes de ellos. Otros experimentos en los que ni se dice a los participantes que lo ignoren todo ni tampoco se establecen condiciones especiales -como enmascaramiento o determinaciones de umbral- para asegurarse de que los estímulos críticos sean “inatendidos”. Los estímulos aparentemente no se “ven”. Ejemplos de capítulos anteriores son el Parpadeo Atencional (PA) y la Ceguera para la Repetición (CR). Los participantes traían en ambos casos de realizar las tareas, no tienen conocimiento de los estímulos debido a las limitaciones temporales de la atención. Mack y Rock (1998) estudiaron otro fenómeno denominado “ceguera inatencional5”. Manipularon la atención al pedir a los participantes que atendieran a una parte de una presentación visual. No se les dijo que ignoraran nada, pero la prueba consistía en descubrir si un estímulo inatendido e inesperado se procesaba fuera del foco atencional. La tarea experimental requería que los participantes decidieran qué brazo de una cruz era el más largo. La secuencia 5 Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia 362 PSICOLOGÍA DE LA ATENCIÓN 4 Nota técnica: En cl campo de la psicofísica, la Teoría de Detección de Señales (TDS) ha sido desarrollada para analizar la cuantifícación sensorial. Una tarea típica de TDS consiste en detectar señales que aparecen imprevisiblemente sobre un fondo de ruido. La TDS maneja dos parámetros relacionados que pueden afectar a la detección: la sensibilidad (d’) que tiene que ver con ia capacidad sensorial para detectar las señales (intensidad de la señal, nivel de ruido, detectabilidad del estímulo...) y cl criterio de decisión (p) o riesgo que asume el sujeto en condiciones de incertidumbre y que depende de las expectativas de que aparezca la señal o del sistema de ganancias-pérdidas asociado a respuestas acertadas/erróneas. 5 Nota técnica: Incapacidad para percibir un estímulo que aparece en cl campo visual observado porque no se le dedica atención. consistía en un punto de fijación expuesto durante 1500 ms al que seguía una presentación durante 200 ms de una gran cruz en un cuadrante del campo de la presentación, seguida de un campo en blanco durante 500 ms. Esta secuencia se repitió en dos ensayos, pero en el tercero, además de la gran cruz aparecía una palabra en el centro del campo de la presentación . Al preguntarles si habían visto algo distinto de la cruz, el 60% de los participantes mostraron “ceguera” al hecho de que hubiera habido allí una palabra o de que esa presentación hubiera diferido de las demás en algún aspecto. Para descubrir si la palabra ante la que los participantes parecían ciegos había sido objeto de algún tipo de procesamiento , Mack y Rock investigaron posibles efectos de priming utilizando tareas de reconocimiento con elección forzada y otras de completar fragmentos de palabras6. Ambas mediciones de priming mostraron evidencias de que la palabra que no se podía “ver” influía en el rendimiento de los participantes. En comparación con el grupo de control, al que no se había mostrado ninguna palabra y que la eligió en un 4% de los ensayos por casualidad, el 47% de los participantes eligió la palabra a la que habían estado “ciegos” en la tarea de elección forzada, mientras que el 36% la utilizaron para finalizar el fragmento que se les dio. Este resultado aporta evidencia favorable a la activación semántica de palabras aunque éstas no se puedan comunicar conscientemente; demuestra también que sin atención visual estímulos tales como las palabras no alcanzan una forma de representación que se pueda comunicar Rees, Russell, Frith y Driver (1999) utilizaron imágenes obtenidas por resonancia magnética funcional (RMf) para determinar el grado de procesamiento que alcanzaban las palabras no atendidas en un experimento de ceguera inatencional. La cuestión que Rees y sus colaboradores querían dilucidar era sí las palabras no se percibían (ceguera inatencional genuina) o sí se percibían pero rápidamente se olvidaban (amnesia inatencional). Sabemos sobre atención dividida que las palabras presentadas en el canal inatendido no se recuerdan (p.e, Cherry, 1983), también en algunos casos una palabra “inatendida” puede producir priming, como en el experimento de Lewis (1970), cap. 2. Hemos visto también que existen criticas como las de Holender (1986) a los procedimientos empleados para evitar que se preste atención a los denominados ítems “inatendidos”. En los experimentos de ceguera inatencional, los participantes pueden hallarse en situaciones en las que realmente se les muestre una palabra en el punto de fijación y aún así parezca no ser atendida. Rees y cois. (1999) utilizaron un procedimiento de PRSV para mostrar a sus participantes una secuencia rápida de letras superpuestas sobre imágenes. Se pidió a los participantes que atendieran a las letras, que eran verdes, o a las imágenes, que eran rojas, y que detectaran la existencia de repeticiones . Rees y cois, consideraron que si la tarea de seleccionar la secuencia target (letras o imágenes) era suficientemente exigente, la atención estaría ocupada íntegramente en examinarla, de manera que no quedaría atención disponible para procesar la secuencia no target irrelevante. Basándose en estudios previos con neuroimágenes que habían identificado redes en el hemisferio izquierdo encargadas del procesamiento de palabras, midieron la actividad cerebral en respuesta a secuencias de letras cuando éstas constituían la serie inatendida. Los resultados mostraron que cuando la atención se dedicaba plenamente a buscar una repetición en la serie de imágenes, no existía actividad en las regiones del hemisferio izquierdo que normalmente se activan al procesar palabras, y que el hecho de que dichas secuencias de palabras fueran familiares o carecieran de sentido no suponía diferencia alguna en cuanto a actividad cerebral. De este resultado se desprende que cuando la atención está plenamente ocupada lo que se produce es ceguera inatencional, no amnesia inatencional, y que incluso cuando se presentan palabras familiares en la zona de fijación ocular, si no se les presta atención no se reconocen ni siquiera palabras significativas. Rees y cois. (1999) no sugirieron que sus participantes mostraran ceguera a la presencia de las letras al examinar la serie de imágenes, sino que mostraban ceguera a la diferencia entre series de palabras y series aleatorias. Comunicaron que la “experiencia fenoménica” al realizar la tarea era que estaban presentes a la vez tanto imágenes rojas como letras verdes, pero sólo existía un conocimiento consciente de las identidades de los ítems de la serie atendida. Podemos tener experiencia consciente de un subconjunto de propiedades de un objeto, como las características que distinguen las letras de las imágenes y el color, pero sin atención, el significado no se procesa en absoluto. Esto recuerda los hallazgos de algunos de los primeros experimentos que vimos, donde se demostró que sin atención lo que estaba disponible era la información física, no la semántica. Lo novedoso ahora es que la RMf nos permite observar lo que está haciendo realmente cerebro, y por tanto no existe discusión posible sobre el nivel de procesamiento que alcanza el estímulo inatendido. 5. Ceguera para el cambio (pág. 348) En el fenómeno de la ceguera para el cambio, a menudo las personas no detectan cambios bastante importantes en un objeto o escena si dicho cambio se produce tras un breve intervalo en blanco o cuando se distrae la atención. Blackmore (2001) señaló: “El fenómeno de la ceguera para el cambio cuestiona el propio mundo que creemos experimentar” , explicó que, cuando contemplamos una escena, p.e, al mirar por una ventana, tenemos la impresión de percibir y tener conocimiento de la mayoría de los detalles presentes, como los árboles, el cielo, las flores, etcétera. Creemos que nos daríamos cuenta si se produjera algún cambio en la escena. Pero, existen llamativos ejemplos de cómo las personas son incapaces de detectar cambios importantes en el entorno . Blackmore, Belstaff, Nelson y Troscianko (1995) demostraron que cuando a los participantes se les 6 Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia 6 6 Nota técnica: En una prueba de reconocimiento de elección forzada se presentan múltiples alternativas para que el sujeto seleccione la correcta. En una prueba de completar fragmentos se presentan secuencias de palabras con objeto de que sean rellenadas por el sujeto (por ejemplo, C_ST_ _LO). En ambas pruebas, se trata de comprobar si el estímulo aparentemente inatendido (y que actúa como prime) ha sido procesado, tal que ejerza influencia durante la elección forzada o cl completado de palabras. muestra una imagen que después cambia durante un breve intervalo en blanco o durante un corte de la película, les resulta difícil detectar la diferencia. Parecen mostrar ceguera para el cambio. Más chocante sea quizá el resultado de un experimento realizado por Simons y Levin (1998), que involucraron a los participantes en una conversación con una persona y después, durante un breve periodo de distracción, cambiaron a la persona inicial por otra distinta. La mitad de los participantes no se dieron cuenta de que había cambiado la misma persona con la que estaban hablando. En determinadas situaciones de la vida real, esta incapacidad para detectar cambios puede resultar catastrófica, p.e., en el control del tráfico aéreo, donde los cambios son frecuentes y a menudo hay que desviar la atención de un tráfico a otro en la pantalla de radar. Da Vita, Obermayer, Nugent y Linville (2004) demostraron ceguera para el cambio en operadores que tenían que gestionar situaciones críticas en presentaciones visuales de combate y que requerían atender a cambios entre sólo ocho ítems, obteniendo un rendimiento en un 15% de los ensayos equivalente a la emisión de respuestas al azar. Rensink (2002), en su revisión del fenómeno, analizó cinco aspectos de la detección de cambios visuales: lo que se entiende por cambio, los planteamientos metodológicos, el papel de la atención focalizada en la ceguera para el cambio, cómo la ceguera para el cambio ayuda a comprender la percepción visual, y los límites actuales para estudiar la detección de cambios. En su opinión, el concepto de lo que entendemos por cambio requiere una cuidadosa definición. El cambio se refiere a la transformación de una única estructura a lo largo del tiempo, mientras que la diferencia se aplica a la falta de semejanza entre dos estructuras . Más aún, es importante distinguir entre una estructura externa, la propia escena, y la representación interna de dicha escena. Al llevar a la práctica estas definiciones se observa que no todos los experimentos que dicen investigar la ceguera para el cambio lo hacen realmente. Rensink examinó igualmente los planteamientos metodológicos. Los estudios antes descritos de Blackmore y cois. (1995) y de Simons y Levin (1998) se pueden considerar experimentos de “una sola tacada”, dado que el cambio se realiza sólo una vez en cada ensayo y se minimiza el papel de los movimientos oculares y de la memoria a largo plazo. Además, metodológicamente se aproximan bastante a la vida real. Para Rensink, dado que la ceguera para el cambio se puede encontrar en muy diversas situaciones, es posible que el mecanismo subyacente a ella sea fundamental para explicar cómo percibimos el mundo que nos rodea, y este mecanismo fundamental es la atención focalizada. La ceguera para el cambio sólo se produce cuando se desvía momentáneamente la atención del estímulo original. Normalmente, un cambio brusco en una escena visual atraería nuestra atención del mismo modo que una señal periférica en los experimentos de orientación de Posner (1980). Sin embargo, si el cambio no controla exógenamente la atención focalizada, pasará desapercibido. Rensink, en lugar de que la atención focal explique la ceguera para el cambio, es ésta última la que nos puede ayudar a entender en qué consiste y qué hace la atención focalizada del tipo propuesto por Treisman y Gelade (1980). Después de revisar las evidencias, Rensink sugirió que la atención focal no sirve para construir una representación de propósito general de la totalidad de la escena, sino para elaborar una representación más específica relevante para la tarea en curso. De este modo, la atención focalizada produce una representación estable sólo de un objeto cada vez, según sea necesario. Sin embargo, Smilek, Eastwood y Merikle (2000) propusieron que la atención ante una escena no sólo se guía por la focalización atencional, que es lenta y en serie, sino también por cambios inatendidos que se producen en la misma. Los participantes de su trabajo tenían que detectar cambios que afectaban a un número grande o pequeño de características en presentaciones que contenían 4 o 16 ítems. Se consideró que si los procesos preatencionales entraban en juego al guiar el foco atencional hacia el lugar que había cambiado, deberían acelerar la respuesta, y que la pendiente de búsqueda del TR con respecto al tamaño de la presentación sería más plana que si la búsqueda fuera estrictamente serial basada exclusivamente en la atención focal. Las previsiones se confirmaron, y Smilek y cois. (2000) concluyeron que los cambios inatendidos podían controlar la focalización de la atención. Sean cuales sean los mecanismos subyacentes a la ceguera para el cambio, la impresión subjetiva es que todos los objetos de una escena están disponibles a la vez, pero no es así. Blackmore (2001) opina que esto nos induce a error, porque si necesitamos saber algo de otro objeto de la escena volveremos a mirar para comprobarlo. Así, nos parece que tenemos a nuestra disposición toda la escena, simplemente porque ésta actúa en sí misma como una memoria externa dándonos la ilusión de que estamos viendo la escena completa. Según Rensink (2000): “La idea de una imagen estable de propósito general encaja bien con la experiencia subjetiva, pero no tanto con los hechos objetivos”. Las personas no muestran sólo ceguera para los cambios de una escena, sino también sordera ante los cambios auditivos. Vitevitch (2003) demostró que los participantes que realizaban tareas de sombreado no detectaban cambios en la voz atendida. Ntra. experiencia consciente del mundo que nos rodea no encaja con los resultados de los experimentos sobre detección de cambios. 6. Diferencias entre procesamiento consciente e inconsciente (pág. 350) Chalmers (1996) propone que cuando se es consciente de un estímulo se puede utilizar su información para controlar la acción, pero la información procesada inconscientemente sólo da lugar a reacciones automáticas que no se pueden controlar conscientemente. Esta distinción sugiere que deben de existir diferencias cualitativas entre el resultado de la información percibida de forma consciente y no consciente. Ha surgido un planteamiento alternativo y novedoso para comprender el procesamiento consciente e inconsciente analizando las diferentes consecuencias que ocasionan los estímulos procesados de una u otra forma. Merikle y Daneman (2000) argumentan intenta demostrar la 7 Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia 362 PSICOLOGÍA DE LA ATENCIÓN como una sección del lado derecho del córtex calcarino. No es de extrañar que DB presentara una hemianopsia10 postquirúrgica que afectaba a la mayor parte del campo visual izquierdo; con el tiempo, esta región ciega se contrajo hasta ocupar sólo el cuadrante inferior izquierdo. Se observó que DB podía señalar o desplazar la mirada hacia el objeto que decía que no era capaz de ver. El paciente creía que adivinaba las respuestas, pero en realidad resultó ser sorprendentemente preciso. Estos pueden discriminar estímulos en el campo “ciego” en función de diversos atributos, como horizontal/vertical, formas sencillas, movimiento/inmovilidad, “X” u “O”. La mayoría de los pacientes son capaces de detectar y localizar fuentes de luz, y algunos detectan formas, dirección del movimiento, parpadeo luminoso y orientación de líneas. Ocasionalmente se conserva la visión cromática. Estos autores examinaron la sensibilidad de los pacientes con visión ciega a la luz de distintas longitudes de onda. Se descubrió que la función de sensibilidad espectral de los pacientes tenía la misma forma que la de los sujetos normales, el umbral de detección era más elevado. Podían discriminar colores aunque no tuvieran conocimiento fenoménico de ellos. Estudios más recientes realizados por Marzi, Tassarini, Aglioti y Lutzemberger (1986) mostraron efectos de priming de respuesta, al igual que los sujetos normales, los pacientes con visión ciega respondían más rápidamente a dos estímulos que a uno solo, aunque uno de dichos estímulos se encontrara en el campo ciego. Estos pacientes conservan su competencia psicológica para procesar y discriminar estímulos ambientales, pero han perdido la capacidad de “saber” sobre ellos y por tanto de realizar acciones voluntarias en respuesta a dichos estímulos. Esta falta de conocimiento resulta muy incapacitante , porque la información que se encuentra en el cerebro no está accesible para el conocimiento consciente del paciente. Los estímulos se procesan, pero no llegan a la consciencia. El sujeto carece de confianza en sus suposiciones y de conocimiento fenoménico sobre los estímulos presentados. Weiskrantz (1993) considera que resulta difícil hablar del fenómeno de la visión ciega sin utilizar el término “inconsciente”. ¿Se asemeja el paciente con visión ciega al sujeto normal al que se muestra un estímulo enmascarado muy breve que no reconoce, pero que no obstante demuestra procesar? Weiskrantz cree que no. Existen condiciones en las que DB, por ejemplo, puede detectar mejor la presencia de un estímulo en el campo ciego que en el bueno. Sin embargo, en la misma región visual se detecta mejor la forma en el campo bueno que en el ciego, por lo que la visión normal y la visión ciega no se pueden considerar lo mismo. 3. Heminegligencia visual (pág. 358) Analizamos la heminegligencia visual, la extinción visual y la simultanagnosia en el cap. 3. El procesamiento inconsciente de los estímulos extinguidos se descubrió en estudios como los de Volpc, LeDoux y Gazzaniga (1979) o los de Berti y cois. (1992), investigaciones se observó que los estímulos extinguidos alcanzaban un elevado nivel de procesamiento, los pacientes no eran conscientes de los resultados de dicho procesamiento, no podían informar abiertamente de dichos estímulos. Farah (1994) propuso que la extinción se producía debido a que las representaciones obtenidas en el campo lesionado no eran suficientemente fuertes para integrarse debidamente con la información del campo bueno en un “nuevo” estado cerebral integrado y predominaba la representación obtenida en el campo bueno. Supuestamente, cuando no existe una representación competitiva en el campo bueno, la representación débil puede dar lugar a un estado cerebral estable y así permitir un conocimiento consciente. Otras explicaciones teóricas sobre la atención visual normal, la heminegligencia, la simultanagnosia o la extinción implican también la idea de que la conducta atencional es consecuencia de un estado cerebral integrado. P.e, Duncan (1999) propuso una visión distribuida de las funciones atencionales en la que”por lo general, se considera la atención como un estado ampliamente distribuido en el que convergen diversos sistemas cerebrales que operan en función de las distintas propiedades del objeto seleccionado”. La hipótesis es que las múltiples fuentes de información que activan los distintos sistemas cerebrales en respuesta al input visual son objeto de un procesamiento competitivo. Al priorizar una fuente de información se inhibe otra, el patrón más activo adquiere dominancia o control. Tras examinar estudios en pacientes con daños cerebrales, Duncan propuso que el sesgo atencional observado en la heminegligencia y en el fenómeno de la extinción se podía explicar en términos de regiones lesionadas que perdían la competición por dominar el procesamiento. Para este autor, el sesgo lateral exhibido es una consecuencia general de una lesión cerebral lateralizada, y las lesiones en el parietal derecho no constituyen el único predictor de sesgo en la heminegligencia, la simultanagnosia y la extinción. Otro enfoque para explicar la heminegligencia, relacionado con deficiencias atencionales más generales y no lateralizadas, es el propuesto por Robertson y Manly (1999), existen evidencias que sugieren que el hemisferio derecho es más importante para mantener la atención que para cambiarla , y que la heminegligencia, la extinción y la simultanagnosia pueden intensificarse debido a un efecto más general de arousal, trastorno de la atención espacial y disminución de la capacidad atencional. 4. Prosopagnosia (pág. 359) Los pacientes presentan una deficiencia que les impide reconocer abiertamente rostros familiares . Ninguna cara les resulta familiar. Ni siquiera pueden poner nombre a los rostros de sus familiares y amistades o al suyo propio ante un espejo. Pero, pueden identificar a la persona al oír su 10 Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia 10 10 Nota técnica: Pérdida parcial de la visión que afecta a una de las mitades del campo visual. voz o al indicársele sus detalles biográficos. Estas personas procesan de forma inconsciente las caras que son incapaces de reconocer abiertamente. P.e, se aprecian cambios en la respuesta electrodermal cuando el paciente contempla un rostro familiar. De Haan, Young y Newcombe (1987a; 1987b) estudios con un paciente que presentaba prosopagnosia, PH. Aunque PH no podía reconocer a las personas al ver su cara, sí podía hacerlo a partir de sus nombres. De Haan y cois, trataron de descubrir si se produciría alguna interferencia entre nombres escritos y rostros. En la condición “ igual” se les presentaba la cara de una personalidad junto con el nombre por escrito de dicha persona. En la condición “relacionada” el nombre era distinto de la cara pero tanto uno como otra pertenecían a la misma categoría (p.e, políticos). Finalmente, en la condición “ no relacionada” se utilizaba un rostro de una categoría (p.e., un político) y un nombre perteneciente a otra (p.e, un personaje televisivo). Se pidió a PH que juzgara con la mayor rapidez posible si cada nombre pertenecía a un político o a un personaje televisivo. La mayor interferencia se produjo en la condición no relacionada, cuando se presentaba el rostro de un político junto con el nombre de un personaje televisivo. Las personas normales muestran el mismo patrón de interferencia, porque tanto el rostro como el nombre acceden automáticamente a la semántica. Dado que se observa el mismo patrón de interferencia en personas que no son capaces de poner nombre abiertamente a un rostro, dicho rostro debe de acceder a su representación semántica, lo que interfiere al poner nombre a la palabra escrita incongruente. A pesar de su incapacidad para reconocer caras abiertamente, los pacientes con prosopagnosia muestran evidencias de que las reconocen de forma encubierta e inconsciente. Este déficit de “acceso a la consciencia”, tal como lo denominan Young y Block (1996), es muy selectivo. Algunos pacientes con prosopagnosia son capaces de reconocer caras abiertamente en determinadas circunstancias. De Haan, Young y Newcombe (1991) demostraron que, si se le proporcionaba suficiente activación semántica a través de múltiples ejemplos de la categoría semántica, PH era capaz en ocasiones de reconocer un rostro abiertamente. Este resultado es coherente con la idea de que el reconocimiento consciente abierto exige activación para superar cierto umbral. La activación por debajo del umbral es suficiente para que se produzca priming o interferencia , pero no para que el sujeto pueda reconocer abiertamente. Una vez superado el umbral, se alcanza dicho reconocimiento. Así pues, tal como sugirió Farah (1994), parece como si la consciencia fuera una propiedad gradual, y sus efectos pueden simularse (y se han simulado) fácilmente en redes neuronales artificiales. 5. Amnesia (pág. 361) Se considera que los pacientes con amnesia han perdido la capacidad para aprender información nueva11, podríamos decir que constituye una simplificación excesiva de los hechos. Uno de los pacientes con amnesia más famosos es FIM, estudiado por Milner (1966). Aunque HM sólo fue capaz de aprender seis palabras nuevas después de la intervención quirúrgica a la que fue sometido, logró mejorar en tareas como la del rotor de persecución12, que requiere coordinación visomanual, a pesar de que no recordaba haberla realizado antes. El lector encontrará una revisión sobre numerosos estudios con pacientes amnésicos en Parkin (1996). La diferencia entre aprender palabras y habilidades puede explicarse en términos de memoria declarativa y procedimental, conceptos que vimos al examinar el modelo ACT* en el cap. 7. Squire (1987) propuso que los amnésicos presentaban una pérdida selectiva de memoria declarativa, que es donde se almacenan los recuerdos episódicos y semánticos. Existen dificultades para aprender palabras nuevas (tarea semántica) o para recordar que ya se ha hecho una prueba antes (aspecto que depende de la memoria episódica), pero el desempeño y el aprendizaje de una tarea procedimental, como el rotor de persecución, no se ven afectados. Schacter (1987) consideró que la distinción entre procedimental y declarativo no era satisfactoria, no se podía medir de forma independiente si una tarea hacía uso de la memoria procedimental o de la declarativa, salvo experimentando con el paciente y viendo si podía realizar la tarea o no. Schacter sugirió que las tareas mnésicas debían definirse en función de si requerían acceso a la memoria explícita o implícita para un desempeño preciso. La memoria explícita es necesaria para cualquier tarea que exija un recuerdo intencionado, deliberado y consciente de la experiencia anterior de aprendizaje, p.e., una experiencia personal o una palabra. Las tareas de memoria implícita no requieren recordar explícitamente la experiencia previa de aprendizaje ; en tareas como el rotor de persecución y otras habilidades, simplemente no es posible describir explícitamente lo que se está “haciendo”, ya se trate de personas normales como de pacientes amnésicos. Esta información es inconsciente y no puede convertirse en consciente. Las personas aquejadas de amnesia conservan habilidades como la coordinación visomanual, se descubren otros efectos que tampoco dependen del acceso consciente a la información almacenada. Los amnésicos demuestran priming de repetición y semántico producido por estímulos que no son capaces de recordar. Cuando hablamos de los sujetos normales debatimos sobre las dificultades que existían para demostrar que se había producido priming por debajo del nivel de la experiencia consciente, pero con los amnésicos esto resulta sencillo, dado que nunca pueden recordar el estímulo prime. A pesar de su incapacidad para recordar conscientemente el prime, la respuesta a los estímulos siguientes se ve influida por la 11 Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia 362 PSICOLOGÍA DE LA ATENCIÓN 11 Nota técnica: Se refiere a la amnesia anterógrada, que es un cuadro clínico caracterizado por dificultades en la retención inmediata de la información presentada, aunque el recuerdo de hechos pasados se mantiene relativamente intacto, 12 Nota técnica: Es un aparato que explora la coordinación viso-motora. El desplazamiento de un punto de luz debe ser seguido con un puntero que el sujeto sostiene en su mano. relación que tienen con el prime, proporcionando evidencias de procesamiento inconsciente que genera o modifica acciones abiertas posteriores. En cierto sentido, el sistema de procesamiento “recuerda” información presentada previamente, pero dicha información no accede a la consciencia . Esta clase de efecto es semejante al observado en los experimentos con prosopagnósicos, donde hemos visto que los rostros que no se podían reconocer abiertamente influían a la hora de denominar palabras. 6. Agnosia visual (pág. 362) Milner y Goodale (1995) comunicaron el caso de la paciente DF, que presentaba lesiones en ambos lados del córtex occipital. DF no era capaz de decir con precisión la localización de los objetos en el espacio, de discriminar entre distintos objetos o de describir propiedades de éstos, como su forma, tamaño u orientación. A pesar de que carecía de toda experiencia consciente de percibir objetos en el espacio, DF no sólo alcanzaba objetos con precisión, sino que adaptaba su mano a la forma adecuada para coger el objeto, aunque no al tamaño. Así, a pesar de no tener aparentemente capacidad para describir la forma de los objetos, DF interactuaba con ellos como si tuviera acceso a dicho conocimiento. En el cap. 4 vimos que Milner y Goodale (1995) sugirieron dos vías corticales para el procesamiento de la información visual: una ventral que participa en el análisis de “qué” son los objetos, y otra dorsal que interviene para guiar las acciones o “cómo” actuar sobre un objeto en el espacio . Una posible explicación para la disociación entre lo que DF puede decir conscientemente y cómo actúa es que la experiencia consciente está mediada por la vía ventral “qué”, pero en la acción cualificada participa la vía dorsal, y ésta puede actuar independientemente. En personas neurológicamente intactas, la vía ventral permite la formación de representaciones conscientes que después se pueden utilizar para guiar acciones visomotoras, como alcanzar o coger. 7. ¿El mejor truco de la mente? (pág. 363) Wegner (2003) sugiere que aunque nuestra experiencia subjetiva es la de tener control consciente sobre nuestras acciones, esto tal vez pudiera ser una ilusión, podría surgir si tanto el pensamiento, o intención de actuar, como la propia acción tuvieran su origen en los mismos procesos subyacentes. Aunque habitualmente el pensamiento y la acción son contingentes -es decir, que primero pensamos y después actuamos-, no implica que el pensamiento sea causa de la acción. Wegner propuso que manifestamos una voluntad consciente cuando inferimos que nuestro pensamiento causa una acción. La figura 9.1 muestra el concepto de Wegner sobre la relación entre las vías causales aparente y real en la experiencia de la voluntad consciente. Sugirió que “si la voluntad consciente fuera un añadido ilusorio a la acción, podríamos explicar todos los casos inusuales en los que la voluntad consciente y la acción no coinciden”. En el caso de DF, parece que la acción puede discurrir con bastante independencia del control consciente. Otras acciones que se producen fuera del control consciente son las observadas en pacientes con cerebro dividido13 que presentan síndrome de la mano ajena14 asociado. Parkin y Barry (1991) comunicaron el caso de MP, una paciente que, tras una lesión en la parte anterior del cuerpo calloso (conexión entre ambos hemisferios cerebrales), frecuentemente experimentaba el problema de que su mano izquierda alcanzaba y hacia cosas opuestas a lo que ella deseaba. P.e, la mano izquierda desabrochaba los botones que acababa de abrochar la mano derecha. Tardaba mucho tiempo en hacer la maleta porque con la misma rapidez con que la mano derecha la llenaba, la izquierda la iba vaciando. Es como si esa mano ajena tuviera mente propia y realizara acciones voluntarias sin que la paciente tuviera experiencia alguna de control intencionado o consciente sobre ella. Libet (1985) pidió a personas que extendieran el brazo ante sí y que después, cuando quisieran, flexionaran la muñeca. Si el lector intenta hacerlo tendrá la impresión de que existe una intención consciente y después flexiona la muñeca. Sin embargo, al colocar electrodos en el cuero cabelludo sobre la región motora15 para registrar la actividad eléctrica en el córtex motor, Libet observó que la actividad correspondiente a la disposición al movimiento en el córtex motor precedía a éste en unos 500 ms. Igualmente, cuando se pedía a los participantes que recordaran la posición de un punto sobre un reloj en el momento en que tenían conocimiento de su intención de realizar el movimiento, este conocimiento tenía lugar entre 300 y 400 ms después del potencial de disposición. Aunque 12 Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia 12 13 Nota técnica: El fenómeno de “cerebro dividido” se ocasiona tras practicar una comisurotomía. Los dos hemisferios se desconectan mediante la sección del cuerpo calloso. Como resultado de la intervención, ambos hemisferios funcionan relativamente de forma autónoma, aunque sigue existiendo cierta comunicación entre ellos. Es una intervención de gran calibre que se aplica fundamentalmente como tratamiento de casos graves de epilepsia. 14 Nota técnica: El síndrome de la mano ajena o mano extraña es una alteración caracterizada por no tener un control sobre el movimiento de una de las manos, aunque se preserva la sensación táctil. 15 Nota técnica: En este experimento clásico de Libet (1985) se tomaron medidas sobre tres variables: I) el inicio del movimiento de la muñeca (mediante electrodos dispuestos en la muñeca); 2) El inicio del potencial de disposición a realizar el movimiento (mediante electrodos dispuestos en el córtex motor); y 3) La decisión para ejecutar el movimiento (los sujetos indicaron la posición que marcaba un punto sobre un circulo a modo de reloj cuando conscientemente decidieron ejecutar el movimiento de la muñeca). Figura 9.1. La experiencia de la voluntad consciente según Wegner (2003). La persona infiere una vía causal aparente desde el pensamiento hacia la acción, pero las vías causales reales no están presentes en la consciencia de la persona. generalmente piden realizar tareas que se sustentan en un informe basado en un percepto consciente: “Pulse un botón cuando vea una luz roja”, “¿Oye un sonido agudo o grave?”, etcétera. Marcel, los datos han derivado en experimentos basados en la experiencia fenoménica. A menos que el sujeto posea una experiencia consciente del estímulo, no estará dispuesto a emitir una respuesta. De nuevo vemos aquí la importancia de que el sujeto tenga confianza en su experiencia para poder realizar una acción voluntaria. Shallice (1988a) coincide con Marcel en que la consciencia es importante porque confiamos en la experiencia fenoménica de los participantes, y porque dichos experimentos también dependen de que los sujetos comprendan las instrucciones de la tarea. Al tratar a los sujetos como si fueran “agentes conscientes responsables" estamos reconociendo algo acerca de lo que significa ser consciente . Este autor, tratar de establecer un vínculo entre el procesamiento de la información de diversos eventos y las explicaciones experienciales de los mismos. La versión del modelo de Shallice (1988a) del flujo de información entre sistemas de control incluía dos módulos más que el modelo de Norman y Shallice (1986): un sistema lingüístico y una memoria episódica. En este modelo surge el problema de qué corresponde exactamente a la consciencia. Shallice señaló cinco niveles dentro del modelo que podrían ser candidatos: el input del sistema lingüístico, el procesamiento que lleva a cabo el SAS, la selección de esquemas, las operaciones de algún componente concreto del sistema o el módulo de memoria episódica. No resulta sencillo decidir qué parte del sistema puede corresponder a la consciencia. Primero, porque aún no se ha elaborado una definición de consciencia (Shallice enumera catorce variedades posibles en su trabajo); en segundo lugar porque los modelos de procesamiento de la información son demasiado abstractos; por último, en el procesamiento de la información intervienen numerosos subsistemas, resulta difícil saber cuáles son críticos para generar conocimiento consciente. Shallice sugiere que sería erróneo tratar de buscar una correspondencia individual entre cualquier componente del sistema de procesamiento de la información y la consciencia . Al contrario, el control podría realizarse de forma compartida entre subsistemas y, dado que las estructuras de control operarían sobre la información a partir de los mismos esquemas, “existiría un patrón coherente de control a lo largo de todos los subsistemas que sería común a los sistemas de control activos. ¿Tal vez podría este control común sentar las bases para la ‘consciencia'?". Al inicio de nuestro debate sobre la consciencia hemos visto la idea de que la coherencia entre subsistemas podría ser importante para la experiencia consciente. Al igual que pueden diferir los patrones de coherencia, puede suceder lo mismo con la experiencia consciente. 9. La distinción consciente / inconsciente (pág. 372) Umilta (1988) debatió, que la distinción entre consciente/inconsciente se corresponde con la que existe entre lo controlado/automático, además de otras cuatro propuestas sobre el carácter controvertido de la consciencia . Al igual que el concepto de atención, los de “consciencia”, “conocimiento” o la combinación “conocimiento consciente” han demostrado ser difíciles de definir y, muy difíciles de investigar experimentalmente. Argumentos: En primer lugar, propone que la consciencia es equivalente a nuestra experiencia fenoménica de lo que está sucediendo en el “procesador central” de capacidad limitada (p.e., el sistema atencional supervisor propuesto por Norman y Shallice, 1986 , o el ejecutivo central de Baddeley, 1986). Recordemos que el procesador central se dice que está controlando la asignación de atención y dirimiendo conflictos entre otros procesos inconscientes. Como hemos dicho en otros capítulos, esta idea es prácticamente igual a la de la doctrina del homúnculo y, no nos permite aclarar mucho las cosas. En segundo lugar, debate sobre la propuesta de que aunque el procesamiento controlado se halla bajo el control del procesador central, el automático discurre sin dicho control. Existen evidencias de que el procesador central influye también en los procesos “automáticos”, pueden producirse como consecuencia de estados de metas activadas conscientemente. En tercer lugar, reflexiona acerca de si la atención y la consciencia son sinónimos. Aunque las propiedades de la atención y de la consciencia parezcan similares en el hecho de que se dice de ambas, que son procesos lentos, en serie y de capacidad limitada, en realidad son conceptualmente diferentes. Crucial la idea de que la consciencia utiliza a la atención para controlar “procesos cognitivos de orden inferior” (Umilta, 1988). Podemos tener la intención de atender a algo, de manera que, dado que la intención precede a la asignación de atención, ambas cosas no pueden ser lo mismo. Por último, reflexiona sobre lo que es la autoconsciencia17. Opina que esta clase de consciencia nos proporciona la sensación de que controlamos nuestra mente. 8.2.¿Puede ser consciente una máquina? (pág. 373) Johnson-Laird (1983, 1988) la capacidad de autoconsciencia es crucial para la formación de intenciones. Las intenciones se basan en modelos de “cómo sería el mundo” si hiciéramos esto y aquello. Sin cierto conocimiento de las posibles consecuencias, la planificación de acciones y la toma de decisiones se verían gravemente obstaculizadas. La autoconsciencia permite conocer lo que sabemos, la metacognición18. Si le preguntaran por el nombre del quinto rey de Noruega, probablemente “sabría” de inmediato que no posee ese conocimiento. Por el contrario, si le preguntaran el nombre del quinto rey de España, tal vez piense que puede saber la respuesta y empezará a buscar en su memoria. Decir el nombre del quinto día de la semana es trivial: sabrá de inmediato que 15 Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia 362 PSICOLOGÍA DE LA ATENCIÓN 17 Nota técnica: La autoconsciencia (self-awareness) se refiere a la capacidad de reflexionar sobre uno mismo, sobre nuestra propia identidad, nuestros actos y conocimientos. 18 Nota técnica: De forma genérica, la metacognición se refiere al conocimiento sobre el conocimiento. Es una especie de capacidad reflexiva sobre nuestros propios pensamientos que nos ayuda a planificar acciones y adoptar decisiones. posee ese conocimiento. Saber lo que sabemos depende de si tenemos acceso a las funciones del sistema. En su análisis computacional de la consciencia, Johnson-Laird argumenta que una manera de resolver el problema de qué puede ser la consciencia pasaría por considerar lo que sería necesario para crear un ordenador que tuviera un modelo de alto nivel o conocimiento consciente de sus propias operaciones. Johnson-Laird considera que “la consciencia es una cuestión computacional que depende de cómo lleva a cabo el cerebro ciertos cálculos, no de su constitución física”. Dado que la constitución física es irrelevante para la explicación, cualquier ser dotado de consciencia podría explicarse en estos términos. Según explica Marr (1982), aquí lo único que nos interesa es el nivel computacional , es decir, describir “qué” hay que calcular, no el hardware físico que realmente “efectúa” el cálculo. Según Johnson-Laird, existen cuatro problemas que cualquier teoría de la consciencia debe resolver. 1. tenemos el problema del conocimiento consciente: toda teoría debe explicar la diferencia entre la información que puede tener acceso a la consciencia y la que no, es decir, la diferencia entre lo consciente y lo inconsciente. 2. problema sería el del control: Johnson-Laird esto equivale a la fuerza de voluntad y difiere de un individuo a otro. 3. y 4. los hemos debatido con anterioridad: el conocimiento de uno mismo y la intención. El conocimiento de uno mismo, la metacognición y las intenciones dependen todos de un mismo mecanismo computacional. El mecanismo computacional que propone Johnson-Laird se asemeja al cerebro en el sentido de que funciona de modo jerárquico y en paralelo. En el nivel superior de la jerarquía se encuentra el sistema operativo -o memoria operativa-, relativa autonomía pero no posee un control pleno de todos los demás procesos. El contenido del sistema operativo/memoria operativa es consciente, los demás niveles de la jerarquía no lo son. El sistema operativo tiene que ser consciente para poder construir un modelo mental de sí mismo y de cómo funciona. Johnson-Laird adapta el ejemplo de la percepción visual. El sistema visual envía datos sobre la localización y las identidades de un objeto, y después el sistema operativo utiliza otros procedimientos para elaborar un modelo de sí mismo percibiendo el mundo. Así, la memoria operativa dispone de un modelo incluido dentro de otro modelo. Dicha “inclusión” de modelos podría en principio continuar hasta el infinito: podemos tener conocimiento de que tenemos conocimiento de que tenemos conocimiento, etc. Una vez que un sistema computacional es capaz de representarse a sí mismo y lo que sabe, puede disponer de autoconsciencia o ser “consciente”, hacer planes y exhibir una conducta intencional. No tenemos idea de cómo sería una máquina que tuviera un modelo de si misma de alto nivel. El sistema operativo sigue sonando bastante a homúnculo, aunque con una descripción más clara de lo que tiene que hacer. Norman (1986) dedica profundas reflexiones al problema del control en redes de ordenadores con procesamiento distribuido en paralelo (PDP). Phaf, Mul y Wolters (1994) estudiaron qué tipo de sistema podría generar una experiencia consciente a partir de activación inconsciente, y sugirieron que el procesamiento consciente debía añadirse a las capacidades generales de los modelos de PDP. Al final del cap. 4, donde se analizó cómo se combinaba la información sobre los distintos atributos de un objeto, describimos algunos modelos conexionistas de la atención. Phaf y cois, propusieron que para que emergiera una experiencia consciente debería tener lugar un proceso explícito de construcción basado en un mecanismo de razonamiento recursivo y en la unión temporal de las representaciones activas en la MO. Aunque el bucle articulatorio de la MO podría ser un candidato idóneo para ejecutar este proceso, el problema es que en los modelos de PDP no se suele mencionar la MO; por su parte, la memoria a largo plazo equivale a los pesos que cambian lentamente dentro de la red, y la memoria a corto plazo a la activación actual que decae progresivamente (Grossberg, 1980). Phaf y cois. (1994) describieron una ampliación de su modelo CALM19. Éste posee una red recurrente secuencial -o bucle recursivo externo- que retroalimenta con activaciones localizadas —o chunks- a nodos inconexos del módulo de input, tal que los chunks no se interfieren entre sí. Este modelo es capaz de simular los efectos de las curvas de posición serial en memoria a corto plazo, así como los efectos de primacía y de recencia20. Estos investigadores afirman que en los modelos conexionistas son descubribles todos los requisitos de la consciencia, aunque, ¡por supuesto, jamás se podrá averiguar si su modelo tiene consciencia o no! El bucle recursivo externo es sólo un módulo de su modelo, y la activación de otros módulos debe ser transformada si se pretende que acceda al bucle. Las activaciones que no llegan al bucle no logran intervenir en el proceso de construcción que participa en la experiencia consciente. Así, un módulo disociable de la experiencia consciente podría explicar cómo puede el procesamiento discurrir en una parte del sistema sin conocimiento consciente. No obstante, parece poco 16 Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia 16 19Nota técnica: CAtegorizing and Learning Module, 20 Nota técnica: Cuando se requiere el aprendizaje de un conjunto de ítems y se solicita su recuerdo inmediato, la curva de posición serial indica la probabilidad de recuerdo de un ítem dependiendo del orden de presentación. Por norma general, los que aparecen en primeras posiciones y en últimas posiciones se recuerdan mejor (efectos de primacía y de recencia, respectivamente) que los que figuran en posiciones intermedias. Este efecto es debido a que los primeros ítems se recuperan de la MLP y los últimos se mantienen en la MO. probable que el bucle rccursivo externo pueda explicar por sí solo la experiencia consciente, especialmente si se equipara con el componente del bucle articulatorio de la MO. Cuando dicho bucle articulatorio está totalmente ocupado, por ejemplo, con una tarea de amplitud de memoria de dígitos, los sujetos siguen siendo capaces de efectuar razonamientos lógicos (Hitch y Baddeley, 1976), y son conscientes de que lo hacen. En conclusión, de todo el debate precedente se desprende que podrían existir numerosas variedades de consciencia. Sin embargo, debemos permanecer alerta ante el problema que supone utilizar el término “consciencia” en cualquiera de sus acepciones para explicar otro fenómeno, a menos que podamos explicar el fenómeno de la consciencia en si mismo. Resumen Los experimentos que afuman haber demostrado Activación Semántica sin Identificación Consciente (SAWCI) han sido criticados por Holender. Las tareas de escucha dicótica y de visión parafoveal son inadecuadas porque dan por hecho que el sujeto hace lo que se le dice, es decir, ignorar ciertos estímulos que realmente podrían ser accesibles si fueran atendidos. Los experimentos con estímulos visuales y enmascaramiento retroactivo por patrón, como los de Marcel (1980, 1983), son más fiables porque en ellos no hay que ignorar ningún estímulo. Sin embargo, aquí el problema es que es necesario configurar los parámetros del experimento de manera que el sujeto no pueda informar conscientemente de los primes presentados visualmente. Un aspecto importante del debate se ha centrado en cómo determinar mejor si el sujeto tiene conocimiento consciente y qué significa en realidad esto último. Cheesman y Merikle (1984) propusieron la existencia de dos umbrales: subjetivo y objetivo. Argumentaron que la mayoría de los experimentos sobre SAWCI utilizaban el umbral subjetivo, y que por debajo de él, en el umbral objetivo, no se encontrarían efectos semánticos. Algunos estudios han mostrado la presencia de SAWCI en o por debajo del umbral objetivo (Kemp- Wheeler y Hill, 1988). En condiciones en las que las personas deberían ser perfectamente capaces de “ver” los estímulos, se producen una serie de fenómenos que ilustran la dificultad de codificar y ser consciente de los cambios ambientales. Por ejemplo, los sujetos de Mack y Rock (1988) fueron aparentemente “ciegos” a los estímulos situados fuera del foco atencional, mientras que Rees y cois. (1999) observaron que las letras ante las que los participantes estaban “ciegos” no activaban regiones cerebrales implicadas en la codificación semántica, aunque tuvieran experiencia fenoménica de las propiedades físicas de las mismas, como el color. Por su parte, la ceguera para el cambio (Rensink, 2000) consiste en la incapacidad de detectar cambios importantes en el entorno. Sugiere que la atención sólo construye la escena ambiental sobre lo que es estrictamente necesario para la tarea en curso, por lo que si se desvía la atención y se produce un cambio éste no se detectará debido a que la escena en ningún momento está plenamente representada. Blackmore (2001) considera que nos vemos inducidos erróneamente a creer que estamos viendo una representación estable del espacio visual, pero sólo se trata de una ilusión; la ceguera para el cambio revela que nuestra experiencia consciente no coincide con los datos. Wegner (2003) sugiere que la experiencia subjetiva del control consciente es también una ilusión. Quizás la evidencia más convincente de procesamiento sin experiencia consciente y de disociaciones de la consciencia provenga del estudio con pacientes aquejados de alteraciones neuropsicotógicas. Al revisar las evidencias existentes sobre visión ciega, negligencia visual, prosopagnosia y amnesia, encontramos un número sorprendente de disociaciones selectivas entre procesamiento perceptivo y conocimiento consciente, así como pruebas sólidas de activación semántica y de aprendizaje ajeno a la consciencia. Otra cuestión es el problema de lo que entendemos por consciencia y de si los psicólogos deben abordarlo. Cada persona considera que la consciencia posee determinadas propiedades, aspectos y funciones. Resulta difícil elaborar un resumen coherente porque, en realidad, no hay ninguno. Sin embargo, diversos autores (por ejemplo, Marcel, 1988; Shallice, 1988a, 1988b) han señalado que, aunque resulte difícil definir la “consciencia”, ésta debe ocupar un lugar en la psicología, porque utilizamos datos de sujetos que disponen de “conocimiento consciente”. La idea de que existe una especie de estado cerebral estable en el que surge la consciencia fenoménica parece contar con diversos respaldos, como indican las propuestas de Shallice sobre la coherencia entre los subsistemas de control, la sugerencia de Allport sobre la integración conductual y la teoría de Crick y Koch de la sincronización neuronal. Baars (1997) sugiere que la consciencia es un espacio de trabajo en el que está disponible la información atendida. 17 Psicología de la Atención: CAPÍTULO 9 Naturaleza y función de la consciencia 362 PSICOLOGÍA DE LA ATENCIÓN
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