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Orientación Universidad
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carta de medea a jason, Apuntes de Literatura Clásica

libro eroidas mitologia clasica

Tipo: Apuntes

2018/2019

Subido el 05/06/2019

Luuciagsm
Luuciagsm 🇪🇸

4

(5)

15 documentos

Vista previa parcial del texto

¡Descarga carta de medea a jason y más Apuntes en PDF de Literatura Clásica solo en Docsity! EPÍSTOLA DUODÉCIMA. MEDEA Á JASÓN. Acuerdóme que en Coicos reina siendo, Desocupada y pronta me tuviste Para cosas que ibas emprendiendo. También me acuerdo cuando me pediste Que diera á tus intentos comenzados Ayuda coa mi ciencia, y la obtuviste. Entonces las hermanas que los hados Dispensan, á los hilos de mi vida Debieran detenerlos devanados. Muriera muerte á quien yo soy debida, Y no viviera un corazón mezquino Vida de pena y celos combatida. ¡Ay! ¿por qué más á Coicos nave vino De juveniles brazos arrojada, En busca del precioso Vellocino? 184 OVIDIO. ¿Por qué más á vosotros fué otorgada La suerte de mirar con ojos tristes Los Argonautas, y á su nave osada? ¿Por qué, Griegos, decid, os atrevistes Pisar mis campos y beber en ellos Las Fasíacas aguas que bebistes? ¿Por qué más de lo justo tus cabellos Me agradaron, y tu hablar fingido, Y tus ojos tan falsos como bellos? Mas á lo menos, ya que había venido Peregrino navio á mi ribera, Y temeraria gente había traído, ¿Por qué no permití que Jasón fuera, No prevenido con mi industria y arte, Al resollado fuego, do muriera; Y que embestido de una y otra parte, Sin poderle valer su gran pujanza, Le mataran los toros del dios Marte; Y después de sembrar con esperanza, Naciera el escuadrón bravo enemigo, Y el labrador cayera en su labranza? ¡Cuánta crueldad, oh mi Jasóni ¿qué digo? Jasón cruel, si entonces acabaras, Se pudiera acabar allí contigo. Muchas muertes, muriendo tú, evitaras, Y de la miserable de Medea Muchos males gravísimos quitaras. LAS HEROIBAS. 185 Y aunque al ilustre pecho es cosa fea Traer á la memoria el biea que ha hecho, No lo es cuando al ingrato se le afea. Y así este corto gusto á tu despecho Quiero gozar, pues solo regalado Con tan breve contento lo es mi pecho. Jasón ingrato, siéndote mandado A Coicos, tu camino enderezaste, Digo, el bajel del mundo celebrado. En los reinos amplíficos entraste De la dichosa patria de esta rea, -Que como aleve y pérfido engañaste» Allí en Coicos, entonces yo Medea Era lo que es aquí tu nueva esposa, Ni menos regalada, ni más íea. Si el Rey su padre es rico, la abundosa Corte del rey mi padre, que aquí pinto, Fué tan amplia, tan rica y poderosa. Se te manifestó por más terrible. 188 OVIDIO. Y era el adormecer al monstruo extraño Del Vellocino, guarda vigilante, Y defraudarlo con algún engaño. Esto te dijo el Rey, y en ese instante Os levantasteis todos de la mesa Tristes, confusos y con mal semblante. ¡Cuan lejos de ti estaba en esta empresa Y en este punto el dote de Creusa, Ei reino de Creonte y su Princesa! De allí te fuiste, yo quedé confusa, Siguiendo tu persona con mirarte, Como entre amantes se acostumbra y usa. Y ya que no podía acompañarte, Dije entre dientes por guardar mi fama: Mi querido Jasón, con Dios te parte. Mas después que abrasada con la llama De amor, y recogida en mi aposento, Por contemplarte me acosté en la cama; Allí fué tan copioso mi lamento, Mi llanto tan prolijo, grave y largo, Cuan grande fué la noche y mi tormento. Ante mi vista en este punto amargo Se me representaron en quimera Los riesgos que tomabas á tu cargo. Los toros, la nefanda sementera, La serpiente que siempre en vela estaba Por ser cosa imposible que durmiera. LAS HER01DAS. Amor por una parte me obligaba. Poníame el temor por otra freno; Mas el miedo al amor acrecentaba. Ya el alba bella del amado seno Salía de su amante y viejo esposo, Mostrando el rostro candido y sereno, Cuando entró en mi aposento tenebroso Una mi hermana, y me halló acostada, Vuelto á un rincón mi rostro lagrimoso. Vióme no bien compuesta y desgreñada, Y como al lecho á me cubrir llegase, Halló la ropa en lágrimas bañada. Rogóme que mis artes emplease En provecho de Grecia, y quiere el cielo Que buscando tu bien mi mal hallase. Fué su ruego á mi gusto, y otorgúelo, Y al mozo Esonio, que de Grecia vino. Me puse á dar favor por mi consuelo. Hay un bosque tenido por divino, A cuyo sitio hace eterna sombra La haya, el acebuche, el roble, el pino. Es tan espeso, que su vista asombra, Y el sol apenas lo visita y muestra, Cubierto el suelo con granímea alfombra. El templo de Diana, diosa nuestra, Aquí se ve, y en él su imagen de oro Hecha de mano artífice v maestra. 190 OVIDIO. No sé si de este templo y su tesoro Corno de mí te hallas olvidado, Pues yo me acuerdo y su memoria lloro. Llegamos, pues, á aquel lugar sagrado, Y tú con esa lengua cautelosa Dijiste así, mostrándote humillado: «Mi estrella y mi fortuna, dama hermosa, Te ha dado (como á quien está rendida) El fin de mi salud y empresa honrosa* ¿En esa bella mano está mi vida; Mi muerte, mi deshonra y mi despecho Está en tu mano, donde amor se anida. »Bástale á un noble y generoso pecho Poder dar muerte sin ejecutalla, Porque no siga á la potencia el hecho. »Mas si á mi vida gustas conservalla, Más gloria te será que si me dieras Muerte cruel pudiendo reservalla. »Muévante mis plegarias tan sinceras; Por los peligros de esta mi jornada, Que puedes evitar como tú quieras; »Por la deidad excelsa y venerada De tu abuelo, que alumbra el hemisferio, Y ve toda esta máquina criada; »Por los tres rostros y obras de misterio De la Diosa que vive castamente, Y si otros Dioses tienen vuestro imperio, LAS HEROIDAS, »Te ruego, oh virgen ínclita, clemente, Que siendo tu virtud sola instrumento, Tengas de mí piedad y de mi gente. »Oblígame con tal merecimiento Que en todo tiempo y toda coyuntura Obedezca Jasón tu mandamiento. »Y si no te agraviares, por ventura, De dar á un Griego indigno de tal suerte, Con fe de esposa, aquesa tu hermosura, »Antes me venga arrebatada muerte Por seguir te. dejé mi madre amada Y una mi hermana de ella tan querida, Cuanto es de mi la muerte deseada. Mas ¡ay hermano! en esta mi huida No te dejé. La lengua en este estrecho Desfallece quedando enmudecida. La mano que animosa fué en el hecho No se atreve á escribillo. Bien debiera Mi cuerpo con el tuyo ser deshecho. 13 194 OVIDIO. Ni temí (mas ;ay triste! ¿qué temiera Después del fratricidio?) ir navegando, Mujer ya matadora y carnicera, ¿Dónde están las deidades? ¿dónde el bando De tanto Dios, de entrambos ofendido, Que aquí nos estuvieran anegando? Pagáramos los dos el cometido Delito: tu pecado y mis excesos, Tú en engañarme, yo en ti haber creído. Plugiera á Dios, pues todos los sucesos Dispone, las Simplégades juntara, Deshaciendo mis huesos con tus huesos. O que Cila cruel nos entregara A sus perros por pasto, y fuera justo Que Cila á los ingratos castigara. Y que aquella que sorbe por su gusto Las mesmas ondas por furor insano, Que al cielo escupe con furor robusto, Nos sumergiera, á ti como á tirano Y á raí como á imprudente y necia amante, En el furioso mar Siciliano. Volviste vivo en fin, rico y triunfante En Tesalia, á tus Dioses ofreciendo El áureo Vellocino rutilante. ¿Para qué contar he el caso estupendo De las hijas de Pellas, donde ha sido El intento piadoso, el hecho horrendo; LAS HEROIDAS. Ni aquel paterno cuerpo dividido iEn pedazos ¿oh cosa lastimera! Por las manos que de él han procedido? Cuando me culpen otros, justo fuera T ú me alabaras, pues por tu contento Tantas veces he sido cruda y fiera. Pero has tenido tanto atrevimiento (Mas ¡ay! que las palabras han faltado A mi justo dolor y sentimiento); Tuviste atrevimiento mal mirado De me decir al fin de mi jornada: «Sal de mi casa, vuélvete á tu Estado.» De tu casa salí por ser mandada De mis dos hijos que á mis pechos crío, Y de tu amor inmenso acompañada. Mas de improviso un miedo helado y frío Me ocupó, cuando oí de tu himeneo El canto, el alboroto y desvarío. Luego resplandecer las hachas veo, Y que al son de la flauta y chirimías, Mil versos os cantaba un nuevo Orfeo. Aquellos instrumentos de alegrías, Ser trompa funeral se me antojaba, Tocada en el remate de mis días. Ni con ver esta fiesta imaginaba Que haber pudiese crimen tan infando, Mas en mi pecho un miedo oculto estaba» 196 OVIDIO. Ya la gente plebeya iba pasando, En cuyos labios Himeneo resuena, El nombre de Himeneo frecuentando. Y cuanto más propincua esta voz suena,. Tanto mis sobresaltos más crecían, Y tanto era mayor mi acerba pena. Lloraban todos cuantos me servían, Y por no me decir el caso fiero Sus lágrimas y llanto me encubrían. ¿Qué pecho tan osado, tan entero Hubiera entre mis siervos, que quisiese De nueva tan atroz ser mensajero? Mejor me era ignorar qué cosa fuese; Pero estaba mi pecho tan turbado Como si viera el mar que me viniese. Mi menor hijo entonces, que enviado A ver aquellas fiestas había sido, Entró por el zaguán alborotado. El umbral de la cuadra no ha podido Subir, y desde allí me dijo: «Madre, Salga; verá lo que mujer no vido. »Sa!ga, verá la pompa de mi padre Jasón, y los caballos de su carro Cubiertos de oro, porque más le cuadre.» Oyendo al niño, con furor desgarro Mis ricas y preciosas vestiduras, Y rompo el pecho candido y bizarro. LAS HEROIDAS. 197 Ni mis mejillas libres ni seguras Tiempo vendrá que llore, y abrasada Será del fuego en que ardo, ella testigo, Y aun vencerá á mi ardor siendo quemada. Cuando el hierro y el fuego que aquí digo Y el veneno llegare de Medea, No ha de quedar contrario sin castigo. Pero si se enternece v se recrea Aquese corazón de acero hecho Con las plegarias justas de esta rea, Escucha por mi amor y tu provecho Los ruegos y palabras de una triste, Harto menores que mi altivo pecho. Vesme aquí humilde como un tiempo fuiste: Vesme te ruego como me rogaste; Lo mesmo pido aquí que me pediste. Y si de todo punto me olvidaste, Si te soy vil, infame y asquerosa, Ten piedad de los hijos que engendraste* 200 OVIDIO. ;Qué cruda, qué intratable, qué rabiosa Su madrastra ha de ser á mis infantes! Mas no permita Júpiter tai cosa. Son mis niños á tí muy semejantes, Y viéndote á tí en ellos se enternece Esta alma, que no es hecha de diamantes. Cada vez que los miro, me parece Tu rostro miro, y por memorias tales Con lágrimas mi rostro se humedece. Por los Dioses te ruego celestiales, Por la radiante llama de mi abuelo Que da su lumbre á todos los mortales, Por cuanto mereció mi justo celo, Por nuestros hijos prenda de la vida Que en este tu desdén me dan consuelo, Que te vuelvas á mí; restituida Tu fe me vuelve; á cuya causa -ay loca! Dejé mi imperio y patria tan querida. Tu fe me vuelve si mi amor te toca, Fe que ponga firmeza en tus palabras, Fe que te vuelva firme como roca. Aunque el alma y honor me descalabras, No pido que por toros atrevido, Ni por serpientes los caminos abras. Lo que pido es á tí, solo á tí pido; A tí, pues te me diste por esposo, A tí, pues sola yo te he merecido. LAS HEROIDAS. A tí, de quien el fruto venturoso Tengo de dos infantes, siendo hecha Madre por quien me es falso y alevoso. Mas si tanta humildad no me aprovecha, Y la dote pidieres que te he dado, Ya tu sed de oro tengo satisfecha. Allí la di en el campo de contado, Que romper con la reja te convino, Para ganar la piel que has conquistado. Es mi dote el hermoso Vellocino De oro, que es tal, que cuando le pidiese, No me le volverías de mezquino. Tu vida que guardé no pereciese; La salud de tus Griegos es mi dote: ¿Qué pude darte yo que no te diese? Traidor, cruel, y de mi honor azote, Ve agora, el reino coge, el oro aplica De Sísifo, anda, ve, no me alborote. Lo que vives, la esposa nueva y rica, El rico suegro y todo aquello cuanto De ingratitud tu pecho multiplica, Es mío.,,. ¿Por qué espero y sufro tanto? Yo les haré... Mas ¿de qué sirve agora Anunciarles su pena y su quebranto? Este rencor que en mis entrañas mora, Brota amenazas fieras, infernales; Yo seguiré esta furia vengadora. 202 OTIDIO. En vosotros haré castigos tales; Que me pese 7 del hecho me arrepienta; Contempla, pues, despacio en estos males.- También me ha de pesar en esta afrenta De haber dado favor á quien me ofende, A un falso esposo que mi daño intenta. Aquel airado Dios que así me enciende Y abrasa el corazón, me sea testigo De esto, que la alma airada comprehende. La cual está rumiando allá consigo No sé qué grande máquina de mengua, No sé qué traza ó modo de castigo Que no puede explicarse con la lengua.
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