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Orientación Universidad
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Cartagena en la Modernidad, Resúmenes de Humanidades y Ciencias Sociales

Resumen de la situación de Cartagena

Tipo: Resúmenes

2020/2021

Subido el 04/11/2021

joshua-alessandro-hincapie-llorente
joshua-alessandro-hincapie-llorente 🇨🇴

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¡Descarga Cartagena en la Modernidad y más Resúmenes en PDF de Humanidades y Ciencias Sociales solo en Docsity! Cartagena en la Modernidad: Educación, Salud, Economía, Política. Grado: 9C Integrantes: Joshua Alessandro Hincapié Llorente Gladys Judith Arrieta Moreno José Ángel Vallejo Reales María José Bolívar Barreto Valentina Castellar Rodríguez Carlos Andres Manjarres Molina Educación En los últimos años la ciudad ha gozado de fuertes inversiones en educación que ascienden a varios cientos de miles de millones de pesos. También ha habido fuertes cambios en el diseño y desarrollo de políticas educativas locales y en la cobertura e infraestructura, todo apuntando a la configuración de una educación de calidad, en términos de educación superior, Cartagena cuenta con más de una treintena de universidades. A la fecha más de cien mil personas se encuentran matriculadas en los diferentes centros de formación universitarios de Cartagena, con un promedio de edad entre los 17 y los 21 años. Aunque esto es solo en la teoría, ya que esta gran inversión en la práctica no ha representado una mejora en las condiciones educativas. Pero en cambio hace siglos la Iglesia administraba cualquier tipo de formación académica contando con la aprobación de los poderes terrenales de turno. La educación en la colonia tenía unas características particulares; dominicos y jesuitas se encargaban de la misma impartiendo nociones de aritmética, castellano, alguna que otra cosa de ciencias naturales y, eso sí, mucho latín. Dicho sea de paso, esta era una educación que buscaba fomentar a rajatabla el control y la subordinación hacia la Corona y el poder clerical, por lo cual el componente moral y religioso no se descuidaba ni un centímetro. Las mujeres, los nativos y los más desfavorecidos no tenían acceso a la línea del conocimiento grueso. Sin embargo, con el fin de la Colonia y la llegada de la era republicana, algunas cosas empiezan a cambiar en Colombia y Cartagena respectivamente. En conclusión, hoy en día Cartagena goza de una educación laica que mantiene una tendencia progresista, aunque su descuido puede poner en peligro su calidad y rendimiento. Pero no siempre fue así. Salud Los indicadores de salud de Cartagena no son muy alentadores, si se comparan con otras ciudades del país o con la media nacional. En el caso de la cobertura, en los primeros años del siglo XXI Cartagena tenía un indicador por encima de la media de Colombia, pero significativamente inferior a ciudades como Bucaramanga o Bogotá. Por su parte, el indicador de número de camas por cada 1.000 habitantes resultó crítico para la ciudad. La tasa de mortalidad infantil es crítica para Cartagena, si se compara con la media nacional. Las muertes infantiles por causas infecciosas dejan ver fallas en los programas de prevención, destinados a disminuir la morbilidad y mortalidad. Además, presenta graves casos de negligencia médica, como el caso de la joven Kiara en el barrio el Pozón que falleció tras ser mal diagnosticada por una doctora. Con respecto a las finanzas públicas se encontró que el presupuesto destinado al sector de la salud en Cartagena fue creciente en la última década. Lo preocupante es que las transferencias per cápita recibidas por Cartagena han sido inferiores a la media nacional a partir de 1998. Indicadores de salud en Cartagena La mesa de trabajo se inició con la presentación de CCV, la cual hizo referencia a indicadores de salud pública que reflejan el acceso de la población más vulnerable al sistema de salud y la calidad de los servicios. En resumen, los indicadores de la salud en Cartagena a 2005 son los siguientes: + 39.2% de la población nivel 1 y 2 del Sisben en Cartagena afiliada al régimen subsidiado de salud, frente a un promedio nacional de 68%; meta del Plan de Desarrollo Distrital a 2007, llegar al 50%. + Aumento de la Tasa de Mortalidad Materna en 2005 frente a 2004, a 45.5 casos por cada 100 mil nacidos vivos; meta del Plan de Desarrollo a 2007, reducirla a menos de 22,8 por cada 100 mil nacidos vivos. + Disminución entre 2004 y 2005 de las tasas de mortalidad en menores de 5 años por EDA (diarreas) y por IRA (infecciones respiratorias), pero alta vulnerabilidad en la población menor de 1 año y tasas muy superiores a las de Bogotá, Cali y Medellín. Economía El siglo XIX representó para Cartagena el periodo de crisis más prominente que ha vivido la ciudad, tanto su economía como su población decayeron. El número de habitantes según los censos poblacionales pasó de 25.000 habitantes en 1810 a sólo 9.803 en el año de 1870. Las casas quedaron deshabitadas y fueron pocas las personas que se quedaron para ayudar a reactivar la economía de la ciudad. La clase empresarial, las redes familiares, las políticas implementadas por el Ex presidente Rafael Núñez, la reactivación del puerto marítimo, la construcción del ferrocarril Calamar-Cartagena, la recuperación del canal del Dique, fueron los factores que incidieron de manera directa en el crecimiento económico de la ciudad. En la parte empresarial, Cartagena experimentó un crecimiento en la creación formal de empresas. En todo el periodo de estudio se constituyeron 335 empresas; 102 de 1880 a 1914; y 233 de 1915 a 1930. Con un crecimiento de un periodo a otro de 128%. El total de disoluciones presentadas fue de 92; 25 en el primer periodo y 67 en el último, y su crecimiento fue del 168%. El 91% de las empresas operaban en la ciudad, y el 9% restante se encontraban en ciudades diferentes, como barranquilla, Montería, Bogotá, la intendencia del Chocó entre otros municipios del departamento de Bolívar. La penetración de grandes familias en todas las instancias de la vida política, económica y social contempló el inicio oficial para ejecutar las obras. En el Emisario Submarino y en Transcaribe las demoras e ineficiencias incrementaron los costos. Cartagena de Indias, situada en el Caribe colombiano y capital del departamento de Bolívar, actualmente está atravesando por un momento decisivo de su historia económica. Dos de sus sectores claves están emprendiendo proyectos de gran envergadura: la ampliación y modernización de la refinería y la expansión del puerto marítimo, calificado como el mejor del Caribe colombiano. No obstante, la situación social de la ciudad presenta avances menos notables que su actividad económica. Este trabajo presenta una caracterización de ese desarrollo industrial y portuario de Cartagena, así como algunos de sus indicadores sociales. Se muestra que la ciudad se ha especializado en el sector petroquímicoplástico y, a su vez, se ha posicionado como una de las ciudades colombianas con mayor crecimiento de sus ingresos tributarios en los últimos años. Pese a esto, la pobreza y desigualdad social siguen siendo persistentemente altas. Uno de los indicadores sociales más alentadores es la participación laboral, aunque se trata principalmente de empleos temporales. Política La crisis política y de gobernabilidad de Cartagena no puede esperar más, desde hace tiempo no ha tenido una buena representación política local, entonces es muy difícil esperar que la tenga a nivel nacional, ha perdido su liderazgo político. Su alcaldía y gobierno se ha caracterizado por su informalidad e intermitencia plagada por la corrupción, teniendo dirigentes y funcionarios que incluso han sido encarcelados por actividades ilícitas en el poder de la ciudad de Cartagena, como es el caso de Manuel Duque y de su hermano de crianza, José Julián Vásquez quien funcionaba como burgomaestre en la sombra; de la contralora distrital, Nubia Fontalvo, y de dos concejales por haber hecho un pacto para elegirla y repartirse la burocracia. La ciudad necesita, como nunca antes, fortalecer sus instituciones y renovar su liderazgo político. La crisis de la administración pública ha colocado al Distrito como uno de los ejemplos más relevantes de corrupción nacional, caracterizada además por una carencia de liderazgo ciudadano y desarticulación de la participación ciudadana entorno a la solución de los problemas que afronta la ciudad en este período. Esta situación no es nueva en la ciudad. Podemos recordar al respecto la descripción de los cartageneros realizada a mediados de siglo por el presbítero Enrique Pérez Arbelaez, en uno de los planes reguladores del desarrollo cuando decía: “el cartagenero es alegre, sencillo y espontáneo, comunicativo, de gran inteligencia y agudeza mental, pero negligente, descuidado y pasivo ante los problemas sociales que afronta su ciudad.” La mayor preocupación recae en el campo político. Desde el año 2008, cuando Judith Pinedo dejó la Alcaldía, Cartagena cayó de nuevo en una montaña rusa en la que los alcaldes o no terminan o no pueden gobernar porque tienen en contra al Concejo o a la clase política tradicional. La crisis institucional ya completa varios años en los que pareciese que nos sumamos en una montaña rusa de alcaldes, pero ninguno de buena calidad, como se evidencia en su poca duración en el poder. caracterizada por la inestabilidad del cargo y otras instituciones, involucradas incluso en procesos penales. Se ha perdido nuestra soberanía y los ideales liberales, independentistas y republicanos, mancillando la ciudad con la corrupción que se viene presentando es sus instituciones. Ya sus gobernantes en vez de pensar en lo que van a hacer piensan en que van a ganar o que beneficio le pueden sacar a la ciudad. El cartagenero Bruce Mac Master, presidente de la Andi, le dijo a SEMANA hace unos meses que “no hay una clase dirigente ni política genuinamente interesada en la ciudad. Por el contrario, una parte se la ha robado varias veces”. Con problemas graves de desigualdad y pobreza, y en un momento clave para su futuro, la política importa mucho. Tanto, que si no se endereza puede echar por la borda sus grandes oportunidades económicas. Los cartageneros nos tenemos que quitar la máscara y ver la ciudad como es: una que va más allá de sus monumentos y playas. Hay una alta desigualdad social y mucha pobreza; tenemos que ver la debilidad institucional y la fragmentación social. La ciudad está mediada por intereses políticos y ese ha sido el mayor impedimento para su desarrollo y crecimiento, porque es una política concebida para usarla como banco, no solo electoral. La falta de iniciativa de los funcionarios es increíble y muy pocas acciones son realizadas para aumentar la calidad de vida de la gente del país. Pero en el fondo, ¿por qué cambiar eso? Los funcionarios creen que si la calidad de vida de los pobres aumenta, entonces podrían perder la suya o bajar su calidad de vida. En realidad, deben crear inconscientemente una divergencia mayor entre los pobres y los ricos con el fin de demostrar su gran clase y conservar la manipulación sobre los más pobres. Raros, muy raros, son los visitantes que se aventuran a recorrer los barrios marginales, por alguna extraña razón nadie habla de ellos, no los mencionan, apenas escasamente se ocupan de esas zonas donde prevalece la miseria, la enfermedad y la violencia doméstica, el comercio sexual y las diversas modalidades del vicio a la carta. El turista es llevado desde el aeropuerto a los hoteles sin ver a su paso a los seres que viven hacinados en los tugurios, las excursiones que ofrecen al viajero los evitan cuidadosamente y advierten del peligro de incursionar por las partes deprimidas. Se entiende que esa situación social en la que impera la marginalidad, la miseria y el abandono, no la muestren al turista. Lo que no se explica es que los políticos locales la ignoren. Existen dos Cartagenas, la opulenta y la olvidada a su suerte. La mayor parte de la inversión se va a la zona más rica y es poco lo que llega en ayuda humanitaria a los más pobres, que tienen la desgracia de contarse entre los que más enfermedades endémicas padecen, fuera de que, por la promiscuidad de los servicios sexuales a la carta, el Sida se extiende peligrosamente. Por la misma miseria y olvido en que transcurren sus vidas, la política se centra en épocas electorales en la compra de votos y el “regalo” de material de construcción, mercados y bebidas. Se contratan músicos que amenizan los encuentros proselitistas. En raras ocasiones alguno de los aspirantes a la Alcaldía asoma por allí con brigadas de salud y vacunación o leche para los menores, a lo que se suman toda clase de promesas, que por lo general se incumplen. Es como si Cartagena se hubiera convertido en un laboratorio experimental de las tendencias políticas del momento: la agresividad que se gastan cada día más los políticos y las alianzas de los partidos perdedores, la política de Cartagena se ha convertido en un drama desde pactos secretos como el de Ana Belén Castejón con PP y Cs para ser nombrada alcaldesa de Cartagena, hasta la misma traición de estos pactos Como en la mayoría de las historias reales, en la política de Cartagena no hay ni buenos ni malos, sino una amplia gama de intereses personales, ambición política, ideologías contrapuestas -o, todo lo contrario, falta de ideas- y traiciones. Si Shakespeare fuera testigo de lo que allí pasa lo mismo escribiría un drama existencial. El autor de una ponencia sobre historiografía de Cartagena en el siglo XX, denominada Un Siglo de Ausencia, dice: “Todo parece indicar que durante buena parte del siglo XX el imaginario colectivo cartagenero careció de propósitos comunes que reunieran a todos los sectores sociales en pos de su consecución, de manera que las añoranzas de la grandeza siempre se remitieron al pasado. No existe una representación mental colectiva que permitiera a todas las personas, sin distinción social, sentirse parte de un proyecto colectivo y, por tanto, actores históricos”. A las puertas del nuevo milenio, Cartagena sigue sobrellevando una crisis que tiene su mayor explicación en la falta de liderazgo sobre la ciudad y en la carencia de un proyecto colectivo. De allí que el mensaje final de este taller es una motivación para iniciar un proceso que, a partir del conocimiento, permita emprender actuaciones de consenso, con mayores niveles de identificación, pertenencia social y compromiso, orientadas a asumir con la participación de todos los sectores ciudadanos la reconstrucción de Cartagena de Indias a partir de la construcción de una nueva sociedad, donde prevalezca el interés colectivo sobre los intereses particulares.
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