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La pregunta por el sentido y la apertura a la Trascendencia: un camino gradual hacia Dios, Apuntes de Ciencias de la Vida

El autor explora la relación entre la pregunta por el sentido y la apertura a la Trascendencia, argumentando que ambas surgen de la profundidad de nuestra apertura a la realidad. El texto presenta un camino gradual hacia la comprensión de la Trascendencia como apertura a la realidad, lo absoluto y el misterio de Dios, y ofrece claves para nutrir esta apertura.

Tipo: Apuntes

2019/2020

Subido el 09/01/2022

marlon-perez-8
marlon-perez-8 🇪🇨

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¡Descarga La pregunta por el sentido y la apertura a la Trascendencia: un camino gradual hacia Dios y más Apuntes en PDF de Ciencias de la Vida solo en Docsity! LA PREGUNTA POR EL SENTIDO COMO APERTURA A LA TRASCENDENCIA Miguel Ángel Calavia Miguel Ángel Calavia es Director y Profesor de Teología Pastoral en el Institut Superior de Ciéncies Religioses Don Bosco (Barcelona). SÍNTESIS DEL ARTÍCULO Desde la convicción de que tanto la pregunta por el sentido como la apertura a la Trascendencia surgen y se viven en la vida y en la cultura, el autor orienta la pregunta por el sentido desde los tres caminos que se abren a todo ser humano: la relación consigo mismo, con los otros y con los acontecimientos; y perfila una apertura gradual a la Trascendencia hasta llegar al Dios de Jesús. Desde aquí propone algunas claves para educar esta necesaria apertura. PARTE 1 Quisiera comenzar con una afirmación que enmarca mi reflexión y el desarrollo de las páginas que siguen: tanto la pregunta por el sentido, como la apertura a la Trascendencia surgen y se viven en la entraña de la vida y de la cultura; y la orientación de dicha pregunta y apertura depende en gran parte de la profundidad que tiene nuestra apertura a la realidad. Creemos con frecuencia que poseemos ya una visión completa de todo; y, sin embargo, no hay tal. No pasamos de vivir de sensaciones, impresiones y experiencias más o menos superficiales, sin percatarnos de los ejes subterráneos que las organizan; ejes que se enraízan en la dimensión más específicamente humana que es la apertura: hacia uno mismo, los otros y el mundo natural. Enumeramos dos de estos ejes o dinamismos: Vivimos buscando. Vivir significa buscar. Todo en la vida humana está en función del proceso establecido entre necesidad-tener, buscar- encontrar, conocido-por conocer, desear-satisfacer... Está búsqueda nos ayuda también a comprender lo que es relativo o absoluto. En efecto, el hacernos preguntas evidencia que no podemos pretender la posesión de la verdad definitiva, y en ese sentido hemos de aceptar nuestra indigencia y provisionalidad. Y el obtener respuestas nos sitúa en un horizonte de «absoluto», que nos lanza a buscar más allá; lo cual «relativiza» los pequeños hallazgos de cada día, y nos abre el camino a una respuesta más satisfactoria. La vida humana entre la pregunta y la respuesta Expresión de la vida como búsqueda es el proceso de preguntas y respuestas, presente tanto la propia biografía como en la historia. En toda pregunta expresamos la necesidad radical que hay en nosotros. Y recibimos una respuesta cuando personalizamos las necesidades y deseos ya satisfechos. Pero hay un trasfondo en este binomio pregunta-respuesta no fácilmente detectable. Muchas veces se absolutiza la respuesta (por ejemplo, cuando se concibe y ofrece la educación como mero trasvase de conocimientos; o el camino de la fe se identifica con el simple ejercicio de memorización de fórmulas, práctica de unos ritos, o sometimiento a una autoridad...), olvidando que donde no hay una pregunta no cabe proponer una respuesta. Y si la misma pregunta es impuesta, olvidamos la capacidad de preguntarse que tiene toda persona. No habrá auténtica respuesta porque nunca nació de una pregunta previa. Pero también se puede absolutizar la pregunta olvidando la necesidad de respuestas para vivir. Necesitamos saber para vivir. Y no se recibe la respuesta porque la pregunta continua le cerró el paso (por ejemplo, cuando educación se reduce a mera discusión; la Biblia a comentario de textos; la oración a meditación trascendental o sesión terapéutica; y el cristianismo a mero humanismo...). La pregunta por el sentido en los tres caminos de la apertura humana Esta capacidad de preguntarse y buscar se desarrolla en los tres caminos que se abren delante de toda persona, apenas es consciente de lo que le rodea: La relación consigo mismo/a: hasta lograr una identidad madura; la relación con los otros y los acontecimientos: contribuyendo al logro de una sociedad y cultura más humanas; y la relación con el mundo natural: para hacer de él una morada digna y habitable de la humanidad. En este triple camino, con visos de auténtica aventura, no partimos de cero. Nos ayudan: - El conjunto de saberes, patrimonio de la humanidad. Saberes de todo tipo: (científicos, tecnológicos, humanísticos, lingúísticos, religiosos, estéticos, simbólicos),. todos ellos al servicio de la vida y de su verdad. Todas las personas han de tener el derecho y la oportunidad de analizarlos y asimilarlos... - Y el conjunto de valores que los hombres y mujeres han creado y vivido en la historia. Todas las personas están llamadas a elegir y vivenciar un cuadro de valores que favorezca el propio crecimiento y el del entorno; y dejar a un lado todo aquello que impida este proceso. Pero todos somos conscientes de que los saberes y valores no son suficientes, necesitamos algo más. Necesitamos una perspectiva y un horizonte donde situar unos y otros para que contribuyan al éxito en la triple aventura antes mencionada. Y es aquí donde aparece la búsqueda de sentido, es decir, aquello por lo que una persona vive, ama, se relaciona, lucha, trabaja...Cada persona es libre y autónomo, es responsable de la propia búsqueda; por eso existen diversidad de sentidos: humanista, materialista, hedonista, inmanente, trascendente, cristiano; sentidos a corto, medio o largo plazo, parcial o global, temporal o definitivo. Es aquí, en la pregunta y la búsqueda de sentido, donde se enraíza y se inicia la apertura a la Trascendencia. La Trascendencia: una realidad poliédrica El tema de la Trascendencia está de moda. A alguno le puede chocar semejante afirmación, sobre todo si se piensa en los altos porcentajes de indiferencia religiosa, agnosticismo y secularismo en países tradicionalmente católicos como el nuestro. Pero es cierto que el término (trascendencia, trascendente, trascendental...) aparece por doquier, y en torno a las situaciones y ámbitos más dispares, tanto en su acepción laica como religiosa. Algo querrá decir...En cualquier caso, un signo de que el ser humano no se resigna a quedar encerrado en el estrecho marco de lo inmanente y cotidiano, y aspira a “Algo más” o a “Alguien” que está en la raíz o en el horizonte de sus deseos más profundos. La palabra “trascendencia”, desde el punto de vista etimológico, expresa un “movimiento” de travesía (trans) y de subida (scandere), un cambio de lugar o un cambio de nivel. “Ir de un lugar a otro, atravesando o traspasando cierto limite” [1]. Este significado espacial no aparece normalmente en nuestras conversaciones ordinarias. Aparece más frecuentemente para identificar realidades, valores, actitudes y situaciones que “sobre-pasan” los límites normales de lo ordinario o cotidiano de la vida; realidades que son importantes porque apuntan a “algo más”. Desde esta acepción, es normal escuchar frases como: Esto es trascendental para mi vida...para mi carrera... para mi trabajo. Estamos ante un hecho trascendental para la vida de nuestro país... Sentido trascendente de la vida...Educar para la Trascendencia... Dejando al margen el significado “espacial” de la palabra trascendencia, partimos de la acepción “vital” del término, más común en nuestras conversaciones, e intentamos un camino gradual de apertura a la Trascendencia, que nos permita identificarla, desde sus perfiles y significados más laicos o profanos, hasta llegar al Dios de Jesús, en quien creemos los cristianos. Se trata de un camino gradual y pedagógico, en el que, como en la pintura de cuadro cuyos trazos se hacen cada vez más nítidos gracias al trabajo del artista, o en el revelado de una fotografía, se van dibujando poco a poco los siguientes perfiles: - La trascendencia como “apertura” del hombre a la realidad (Yo, los otros, el mundo) - La trascendencia identificada con “lo Absoluto”, horizonte de todo crecimiento humano. - La Trascendencia identificada con el “Misterio de Dios” y sus distintas manifestaciones en la vida y cultura humanas. - La Trascendencia identificada con el Dios, desvelado en la vida y mensaje de Jesús, el Cristo. En este camino presentamos también claves que hacen “razonable” la apertura de la persona a la Trascendencia, junto a algunos valores, actitudes o experiencias que nutren esta apertura. religioso capta la presencia del Misterio de Dios. Según Eliade «todo lo que el hombre ha manejado, sentido o amado, pudo convertirse en hierofanías». Vale la pena enumerar algunas, pues nos ofrecen ámbitos significativos de apertura a la Trascendencia. - En primer lugar, la naturaleza: tanto en su dimensión más estática (montes, ríos, grutas, mares, astros, fenómenos atmosféricos, etc.), como en su dinamismo biológico (vida vegetal, árboles, fecundidad de la tierra, ritmo de las estaciones, vida animal, etc.). - En segundo lugar, la historia y los acontecimientos humanos. Por ejemplo: grandes acontecimientos de la vida (nacimiento, matrimonio, muerte); gestos cotidianos (levantarse, andar, dormir), trabajos (caza, pesca, agricultura); actos fisiológicos (alimentación, vida sexual). Y también la historia de la propia nación, con todo lo que sucede en ella. Es el caso de Israel, y su original experiencia de Dios y de su presencia salvadora, como principio y fin de su historia. - Finalmente, las hierofanías personales, como es el caso de los grandes personajes religiosos de la historia. Para nosotros cristianos, el hombre Jesús de Nazaret. Jesucristo es la revelación de Dios en la historia y camino para encontrarnos con Dios. Lo veremos más adelante. Misterio de Dios, vivido como experiencia de descentramiento y de salvación Para que el Misterio de Dios se muestre en la vida del hombre, éste debe dejar de ser centro de sí mismo, debe descentrarse, salir de sí mismo, y dejar que Dios ocupe el centro de la propia vida. Solamente cuando se da este descentramiento por parte del hombre, aparece la Trascendencia; y no tanto en sentido espacial, sino en sentido dinámico y existencial; por eso, se puede afirmar que la cerrazón en sí mismo es sinónimo de inmanencia. Pero el Misterio de Dios no solamente opera en la persona del creyente un descentramiento de sí mismo; hace presente también la salvación. es decir, la realización total, última y definitiva de todas sus posibilidades como persona humana; de lo contrario no tendría sentido dejarle entrar. Este proceso de plenitud del hombre se identifica con una situación nueva, inesperadamente nueva; que para el creyente cristiano es experimentar la salvación de Dios, mostrada en Cristo, por la fuerza del Espíritu. Metamorfosis o transformación de Misterio de Dios y de sus manifestaciones en formas inmanentes o pseudoreligiosas. La cultura actual asiste a una transformación del ámbito y manifestación de lo sagrado, y en consecuencia de Misterio como realidad que lo hace posible. El carácter trascendente y personal del Misterio de Dios, vivido tradicionalmente por el creyente como dimensión esencial de su experiencia religiosa, aparece hoy mezclado con formas inmanentes o laicas, pseudo o para religiosas, en las que se opera también una cierta experiencia de descentramiento y de salvación. Formas que hay que tener en cuenta a la hora de discernir qué apertura a la Trascendencia se le puede llamar religiosa o no. Pensemos, por ejemplo, en la New Age. Destacamos algunas de estas formas, que englobarían la llamada Trascendencia de “baja intensidad” (J. HABERMAS), por la dificultad que entraña instalarse en ella de cara a una apertura a la Trascendencia identificada con el Misterio de Dios: - Ciertas formas de ecología como una forma de panteísmo, en la que la persona se une afectivamente con la diosa madre tierra. - Formas pararreligiosas, entre la magia y la sacralidad, en las que con más o menos intensidad, se reconoce un “más allá” del hombre, y un futuro que se quiere controlar en beneficio propio (la astrología, los horóscopos, la quiromancia, la ufología, el ocultismo, espiritismo, etc.) - Una religión laica, como búsqueda de una trascendencia horizontal, expresada en múltiples manifestaciones: . La exaltación de un cierto fraternalismo como sacralización de la vida y del respeto al otro; en el que los derechos humanos cumplen el rol que tiene el decálogo bíblico o los cinco pilares del Islam. La mitificación en el ámbito de la música, el deporte, el cine, o el fetichismo de algunos objetos de consumo (moto, coche, vestido...), que introducen por unos instantes en un mundo nuevo de sensaciones y realidades identificadas como “salvación”... . Formas y prácticas ascéticas y místicas de la cultura oriental (Zen, Yoga, Meditación trascendental, etc), que buscan apaciguar los nervios y las prisas de occidente, sumergiéndose en un confuso panteísmo de unión y fusión íntimas con el Cosmos. - Finalmente, todos los movimientos neorreligiosos y sectas, en donde los adeptos viven una cierta mística, vaga y genérica, como crítica de la religión institucional, de su dogmática y moral, e incluso como forma de presión ambiental contra el sistema establecido NOTAS: [1] Cfr. J. FERRATER MORA, “Trascendencia” en Diccionario de Filosofía, Tomo Il, Barcelona: EDHASA, p. 826. [2] Cfr. MARCUSE, H., El hombre unidimensional, Seix Barral, Barcelona 1970. [8] En esta línea van las valiosas aportaciones de M. BUBER, Yo y Tú, Buenos Aires: Nueva Visión 1974; E. LEVINAS, Totalidad e Infinito, Salamanca: Sígueme 1977. y últimamente, J. HABERMAS, La inclusión del otro, Barcelona: Piados 1999. [4] Cf. Lo Santo. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios, Madrid: Alianza 1980 [5] Cf. Introducción a la Fenomenología de la Religión, Madrid: Cristiandad 1993, pp. 112-122 [6] Es conocida la reflexión de P. BERGER en esta línea. Cf. Rumor de ángeles. La sociedad moderna y el descubrimiento de lo sobrenatural, Barcelona: Herder 1975; Una gloria lejana. La búsqueda de la fe en época de credulidad, Barcelona: Herder 1994. Más reciente: E. SALMANN, La palabra partida. Cristianismo y cultura postmoderna, Madrid: PPC 1999; J. HABERMAS, Israel o Atenas. Ensayos sobre religión, teología y racionalidad, Madrid: Trotta 2001;
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