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VIDA Y PERSONALIDAD DE CERVANTES. EL ESCRITOR Y SU TIEMPO
TEMA 1
LA VIDA DE CERVANTES EN SU CONTEXTO HISTÓRICO. SU TALANTE
PERSONAL. SU PEREGRINAJE VITAL: VALLADOLID, SEVILLA, MADRID;
LEPANTO, ITALIA, ARGEL.
Cervantes y su época
Población y economía
La población española tenía a finales del Siglo XVI nueve millones de
habitantes. La ciudad más importante de la península será Sevilla. Se produce
el crecimiento de las grandes ciudades de la meseta, aunque con menos fuerza
y, por lo que se refiere a la corona de Aragón, la ciudad más importante será
Valencia, seguida por Barcelona... En el Siglo XVII asistimos a una regresión
demográfica debida a la expulsión de los moriscos, el continuo reclutamiento de
hombres para las guerras y las malas cosechas, y las epidemias.
Durante la primera mitad del Siglo XVI la demanda americana va a actuar
como estímulo para la economía española pero los mecanismos de producción
españoles no van a poder adaptarse a la demanda, y el resultado será una
subida espectacular de los precios, que empezará en España y se extenderá
por toda Europa occidental. El oro y la plata que llegaban a España servían
para saldar deudas con banqueros europeos. Sevilla se convierte en el centro
del comercio con América.
A partir del Siglo XVIl se produce una crisis económica de grandes
proporciones al confluir una serie de causas: malas cosechas, abandono de la
agricultura en la meseta, decadencia de las ciudades comerciales e
industriales, disminución enorme de la cantidad de oro y plata que vienen de
América...
La sociedad
Entre la nobleza había personas de muy diferentes niveles económicos. Así el
grupo más prestigioso y que ocupaba el nivel superior era la aristocracia que
eran dueños de extensas tierras y recibían por ellas grandes rentas. Los
aristócratas en estos siglos, irán abandonando su antigua función militar, y se
instalarán en la corte, donde acapararán los principales cargos de la
administración. En los escalones más bajos de la nobleza, se van a encontrar
los hidalgos y los caballeros. Hay una preocupación enfermiza por la limpieza
de sangre.
El estamento eclesiástico también va a presentar diferencias y existirán
desde grandes prelados hasta humildes párrocos de aldeas. Las duras
condiciones de vida van a provocar una avalancha de aspirantes que querrán
acceder a los privilegios de este estamento.
La burguesía la formaban poderosas familias relacionadas con el comercio
internacional y con la banca. Pero la desfavorable evolución de la economía va
a afectar a sus negocios.
La inmensa mayoría de la población (90%) era campesina. Este sector es el
que más acusó la crisis económica de finales del Siglo XVI, pues desde
entonces muchos pequeños propietarios de tierras se arruinarán y tendrán que
vender sus tierras. También dentro de las clases populares había soldados,
mendigos y pícaros, que van a sobrevivir con dificultad.
Reforma y Contrarreforma
La reforma viene a romper la unidad religiosa que presidió la Europa
medieval. Alemania, Inglaterra, Países Bajos y Suiza se apartarán de la
ortodoxia católica. El principal impulsor de esta reforma será Martín Lutero
(1483-1546), que propondrá la Biblia como única fuente de la Fe y desconfiará
El 15 de septiembre de 1569 se hizo público un mandamiento judicial, en
nombre del rey, en el que se decía que Miguel de Cervantes había herido en la
corte a Antonio de Sigura y por lo tanto era condenado a que le fuese cortado la
mano derecha y desterrado durante 10 años de España. Cervantes narrará
episodios inspirados en este lance de juventud como la historia de Timbrio en
La Galatea y la del “bárbaro español” Antonio en el Persiles.
El 22 de diciembre, Cervantes estaba en Roma, donde no podía ser
ejecutada la sentencia dictada contra él. Pidió a su padre el certificado de
hidalguía, que éste había pedido anteriormente en Madrid al Teniente de
Corregidor de la Villa y Corte, que le libraaría, si volvía a España, de la pena
que le amenazaban.
Es probable que en Roma el escritor recibiera la protección de su pariente
monseñor Gaspar de Cervantes y Gaete, quien tal vez lo presentó a monseñor
Giulio Acquaviva, al que Cervantes sirvió como camarero por muy breve
tiempo. En 1585, 16 años después, Cervantes dedicó al cardenal Ascanio
Colonia su primer libro, La Galatea. Esto sitúa a nuestro escritor en uno de los
más elevados y cultos ambientes de la Roma pontificia y en contacto con altas
personalidades de las letras, la política y la Iglesia.
Cervantes soldado
Miguel de Cervantes abandonó el oficio de camarero de un gran señor en
Roma y se dedicó a la profesión de soldado. Sabemos con certeza que fue
arcabucero en la compañía del capitán don Diego de Urbina. Cervantes fue
encuadrado en esta compañía en Nápoles. El 25 de agosto las naves llegaron
a Mesina, de donde zarparon el 16 de septiembre, tras hacer aguada en Corfú
y detenerse en una ensenada albanesa, la armada por el canal de Cefalonia,
ganó el golfo de Lepanto, donde el 7 de octubre de 1571 obtuvo la gran victoria
sobre los turcos.
Disponemos de noticias muy precisas sobre la actitud y participación de
Cervantes en esta batalla, que toda la vida recordará con orgullo como “la más
alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los
venideros” (Quijote, !!, prólogo). Sabemos que Cervantes participó activamente
en la batalla de Lepanto y en ella le quedó la mano izquierda inhábil a
consecuencia de un arcabuzazo.
Tenía entonces Cervantes 24 años, y había leído mucho. Los libros de
caballerías y las novelas caballerescas habían sido sus lecturas predilectas
Con frecuencia aparece en los libros de caballerías españoles un tema que
refleja un ideal común: la defensa de Constantinopla contra los turcos y la
derrota de éstos, hazaña llevada a cabo por el héroe y sus huestes. Los
moralistas y los autores graves y los escritores erasmistas repetían desde
principios del siglo XVI, que los libros de caballerías eran un depósito de
mentiras y vanidades, y que las hazañas y hechos que narraban carecían de
verosimilitud. El joven Cervantes creía poder comprobar en sí mismo que no
era cierto. Él había luchado contra los turcos y había contribuido a derrotarlos
en una batalla que podía compararse con las grandes empresas de los libros
de caballerías, en los que, se sueña con la derrota de los turcos y la conquista
de Constantinopla. Don Juan de Austria, nuevo Amadís, convence a los de su
generación, entre ellos Cervantes, de que no es todo tan inverosímil ni fabuloso
en los libros de caballerías.
Tras la batalla de Lepanto Cervantes fue hospitalizado en Mesina hasta
marzo de 1572. En abril se incorporó como “soldado aventajado” a la compañía
de don Manuel Ponce de León en la que intervino en más andanzas militares.
Éstas permitieron a Cervantes conocer más a fondo Italia, sobre todo Mesina,
Palermo y Nápoles.
Cervantes cautivo
En septiembre de 1575 Cervantes y su hermano Rodrigo, también soldado,
se embarcaron en Nápoles rumbo a España. Cervantes traía sus credenciales
como soldado valiente que podía ayudarle a alcanzar un buen oficio en
España. Pero su galera fue cautivada por los turcos frente a las costas de
España el 26 de septiembre de 1575 y fueron hechos prisioneros. Llevados a
Argel, Cervantes fue adjudicado como esclavo a Dali Mamí, corsario de origen
griego. Cinco años estuvo Cervantes prisionero en Argel, fue una dura etapa de
su vida, que conocemos con cierto detalle por algunos relatos de cierto
autobiografismo que Cervantes insertó en La Galatea, el Quijote y en el
Persiles, y en sus comedias El trato de Argel y Los baños de Argel, versiones
literarias de su cautiverio que son una fiel captación del ambiente argelino y del
espíritu de los españoles cautivos.
Al hallar en poder de Cervantes las cartas de recomendación creyeron los
turcos que nuestro escritor era persona importante y por lo que podían obtener
un cuantioso rescate, y ello contribuyó a hacer su liberación más difícil.
Cervantes se intentó fugar de Argel cuatro veces, pero todas sus tentativas
fracasaron.
Cervantes en su cautiverio seguía escribiendo. Y en este sentido hay que
notar que se fecharía en 1577 la famosa epístola a “Mateo Vázquez”, secretario
de Felipe ll, escrita en tercetos no exentos de personalidad y belleza, describe
su intervención en Lepanto, su apresamiento y cautiverio.
Los padres de Cervantes hacían cuanto podían para rescatar a sus dos hijos,
lograron reunir algún dinero pero como era poco sólo pudieron rescatar a
Rodrigo ya que Cervantes así lo quiso. Éste intentó escapar de nuevo, pero
ninguna de sus fugas tuvo éxito. Incluso en los momentos más duros de su
cautiverio Cervantes no dejó de escribir y cultivó sobre todo la poesía. Quedó
libre el 19 de septiembre de 1580, gracias a la diligencia de fray Juan Gil que
consiguió reunir 500 escudos para pagar su rescate.
Cervantes en España. Su boda. “La Galatea”
Treinta y tres años tenía Cervantes cuando tras once de ausencia y cinco de
cautiverio, pisó España, en Denia, el 27 de octubre de 1580. Se trasladó a
Madrid, donde el 18 de diciembre pidió información sobre su conducta en Argel.
En Madrid se reunió con su familia que se encontraba en una triste situación
económica.
Miguel de Cervantes tenía que rehacer su vida y empezar de nuevo. No
volvió a la milicia, tal vez el cautiverio le había hecho mudar de parecer, y su
Cervantes, en estos años de comisiones, no dejaba de cultivar la poesía, más
bien de forma ocasional y para encomiar libros de amigos.
En su calidad de comisario Cervantes tuvo que viajar por parte de España y
visitar las más alejadas aldeas y se puso en contacto íntimo y directo con el
pueblo: con palurdos ignorantes, con ricachones avaros, con mujeres
hacendosas y hembras de rompe y rasga, con curas de aldea, etc. Tuvo que
hacer noche en ventas ruines e incómodas, en las que paraban toda suerte de
caminantes, desde el noble señor y la dama principal, hasta el tramposo
titiritero o el más vil castrador de puercos. Mundo variado y confuso que
aparecerá maravillosamente retratado en el Quijote hasta en sus matices más
sutiles y con sus notas más características.
Con el pretexto de que, ejerciendo su comisaría, había vendido trescientas
fanegas de trigo sin autorización, un corregidor de Écija encarceló a Cervantes
en Castro del Río el 19 de septiembre de 1592. Cervantes apeló y fue liberado.
En 1594 obtuvo la comisión de cobrar atrasos de alcabalas y otros impuestos
en el reino de Granada, y depositó lo recaudado en una casa de banco de
Sevilla. Pero el banquero quebró, y Cervantes, que se vio imposibilitado de
hacer efectivas las sumas recogidas, fue internado en la cárcel de Sevilla,
donde pasó unos tres meses en 1597. A ella se refiere Cervantes cuando dice
que el Quijote fue engendrado en un cárcel. Allí debió de convivir con toda
clase de maleantes y de gente fuera de ley, que retratará en el famoso patio de
Monipodio del Rinconete y Cortadillo. En julio de 1596, con motivo del saqueo
de Cádiz por los ingleses, Cervantes escribió un soneto mordaz y satírico “
Vimos en julio otra Semana Santa” con una actitud crítica y hasta cierto punto
irónica ante las desgracias de la Monarquía, distinta de aquel patriotismo
exuberante que hasta ahora han proclamado los versos de Cervantes.
En el verano de 1600 Cervantes se documenta por última vez en Sevilla. Ha
dejado de ejercer de comisario y decide abandonar la vida solitaria y
reintegrarse a su hogar y su familia.
Cervantes en Valladolid: La publicación del Quijote y el asunto Ezpeleta
A partir de 1603 Cervantes reside de nuevo en Valladolid, donde se ha
establecido la corte, lo que ha hecho populosa y movida la ciudad castellana.
La primera parte del Quijote debería estar adelantada cuando Cervantes se
instaló en Valladolid, y allí sin duda la acabó. El ambiente familiar en que se
escribieron los postreros capítulos de la novela y se le dieron los últimos
retoques es deprimente y hasta vergonzoso, y el hogar del escritor dista mucho
de ser un modelo de honor y de dignidad.
En el verano de 1604 Cervantes ya tenía acabado el Quijote, que no tardaría
en publicarse. Fiel a la costumbre de la época, debió de buscar por Valladolid y
por Madrid quien escribiera poesías en elogio de su libro para imprimirlas en
sus primeras páginas. Por entonces Cervantes no era un escritor famoso en
aquel ambiente de lleno de poetas celebérrimos. Lo que más debió sorprender
fueron las singulares características de este libro, el Quijote no era un libro de
versos, ni un poema heroico, ni una novela pastoril ni picaresca, géneros
entonces en boga, sino una especie de remedo burlesco de los libros de
caballerías que tantos detestaban y que tenía como tema las locuras de un
demente.
Cervantes no consiguió poesías laudatorias para su libro, y la noticia de esta
inútil búsqueda llegó a Lope de Vega que comentó con malicia que nadie ha
querido escribir poemas en elogio del raro y singular libro. Pero las palabras de
Lope de Vega llegaron a oídos de Cervantes. Dolido e indignado, nuestro
escritor se propuso responder a las ofensivas palabras, y escribió un
notabilísimo prólogo a su novela, en el cual abundan las alusiones despectivas
a Lope. Cervantes puso al frente se su Quijote poesías humorísticas escritas
por él mismo y cómicamente atribuidas a personajes de libros de caballerías.
La más antigua edición conocida de la primera parte del Quijote es la
publicada por Juan de la Cuesta en Madrid, en 1605, que lleva privilegio real a
favor de Cervantes, firmado el 26 de septiembre de 1604. Esta primera edición
tuvo un rapidísimo e insólito éxito y consta que gran número de ejemplares se
enviaron, por Sevilla, a América. Pocas semanas después se hizo una nueva
edición de la obra, que también lleva fecha de 1605. En el mismo 1605 se
publicaron dos ediciones furtivas del Quijote en Lisboa, y otras dos
debidamente autorizadas en Valencia. Se trata de un gran éxito de público,
Circulaba entonces de manos en mano un insultante soneto contra Lope de
Vega “Hermano Lope, bórrame el sone-", tal vez escrito por Góngora, pero
muchos, entre ellos Lope, creyeron que era obra de Cervantes. Lope, que se
creyó insultado por Cervantes respondió con un soneto esencialmente
despechado e insultante. Lope de Vega envió este soneto a Cervantes a
Valladolid, y a ello hace referencia nuestro escritor, en la Adjunta al Parnaso.
En junio de 1605 se celebraron en Valladolid Solemnes fiestas con motivo del
nacimiento del príncipe don Felipe. Lo más popular de aquellos festejos fue la
corrida de toros del día 10 de junio. En esta corrida de toros corrió los toros el
caballero navarro don Gaspar de Ezpeleta, hombre de largo historial militar y
aventurero, famoso por sus lances y vida disipada. Dos semanas después, a
las once de la noche del 27 de junio de 1605, don Gaspar de Ezpeleta caía
herido ante la puerta de la casa en que habitaba Cervantes. Este sanguinario
suceso tenía explicación: don Gaspar de Ezpeleta era el amante de la esposa
de un escribano real, cosa que era públicamente conocida. Aquella noche
después de cenar con unos amigos, don Gaspar se despidió de ellos, y cuando
pasaba solo por el Rastro de los Carneros, cerca de la casa de Cervantes, fue
acuchillado por un desconocido que se dio a la fuga. Al oír los gritos del herido
bajaron a la puerta de la vivienda Cervantes y sus vecinos y lo recogieron, lo
llevaron a casa de los vecinos de Cervantes y lo confiaron a los cuidados de
Magdalena, hermana de nuestro escritor. Llamada inmediatamente la justicia,
se personó el alcalde, que nada en claro pudo sacar de las declaraciones del
herido, aunque bien debió de imaginar quién era el impulsor del acto criminal.
El 29 de julio murió don Gaspar de Ezpeleta. Ese mismo día el alcalde hizo
encarcelar a varios miembros de la familia de Cervantes, incluido él. En las
declaraciones del proceso que se abrió, sobre todo en la prestada por una
chismosa vecina, el hogar de Cervantes aparece sórdido y equívoco. Los
testigos declararon que en la vivienda de Cervantes recibían visitas de noche y
de día de caballeros. El primero de julio Cervantes y su familia salieron de la
Comedias y Entremeses
En 1615 publicó Cervantes un tomo titulado Ocho comedias y ocho
entremeses nuevos, nunca representados. El éxito del Quijote permitía a
nuestro escritor dar al público estas obras dramáticas que había compuesto en
diferentes épocas de su vida literaria.
Las comedias son las siguientes: El gallardo español; La casa de los celos;
Los baños de Argel; El rufián dichoso; La gran sultana doña Catalina de
Oviedo; El laberinto de amor, La entretenida y Pedro de Urdemalas.
Los entremeses son; El juez de los divorciados; El rufian viudo llamado
Irampagos: La elección de los alcaldes de Daganzo; La guarda cuidadosa; El
vizcaíno fingido; El retablo de las maravillas; La cueva de Salamanca y El viejo
celoso.
Muerte de Cervantes. El “Persiles y Sigismunda”
En diciembre de 1615 se publicó la segunda parte del Quijote, dedicada al
conde de Lemos. Aquel mismo año se imprimió una canción de Cervantes a los
éxtasis de Teresa de Jesús, en una relación de la fiesta de su beatificación.
El 19 de abril de 1616, gravemente enfermo, de diabetes o tal vez de cirrosis
hepática, y ya extremaunciado, Miguel de Cervantes, que sabe que muy pronto
volverá a España su protector el conde de Lemos, le dedica su novela Los.
trabajos de Persiles y Sigismunda.
Miguel de Cervantes murió el 22 de abril de 1616 en su casa de la calle del
León de Madrid.
Los Trabajos de Persiles y Sigismunda fueron publicados con privilegio a
favor de la viuda de Cervantes, doña Catalina de Salazar, en 1617.
BIBLIOGRAFÍA: Para leer a Cervantes, Martín de Riquer.
TEMA 2
EL PENSAMIENTO DE CERVANTES. SENEQUISMO, ERASMISMO,
RELIGIOSIDAD.
Ofrece bastante dificultad reducir a cierto orden la actitud de Cervantes con
respecto a la religión. Inquisidor para unos, liberal progresista para otros, pero
fácilmente nos perdemos al tratar de dar una fórmula estricta.
Cervantes no se propuso conscientemente exponer un sistema de ideas
favorables o adversas a la teología católica; en los pensamientos revelados hay
contradicciones, asimismo al expresar su pensamiento acerca de esos graves
problemas, se deja guiar de esos graves problemas de fines de siglo, mezcla
extraña de adhesión a la iglesia y de cristicismo nacionalista.
Cervantes era un gran disimulador, que recubrió de ironía y habilidad
opiniones e ideas contrarias a las usuales. Así, en el Viaje del Parnaso,
encontramos la siguiente cita: “ Yo, socarrón; yo, poetón ya viejo”.
Contrarreforma
Hacia mediados del siglo XVI se inicia el gran repliegue defensivo de la
iglesia católica. En España la reacción fue violenta, y la persecución del ideal
erasmista, su más dramático episodio. En España no encontró Roma
prácticamente el menor obstáculo, por ser escasos y débiles los núcleos de
pensamiento antipopular. Durante la época erasmista pareció posible ir hacia
un cristianismo romano, y al mismo tiempo de carácter crítico y, por tanto,
antipopular. Pero esto fue una ilusión mantenida por Manrique y sus amigos, en
una época que no estaban suficientemente claras las actitudes. Erasmo estaba
sostenido por Roma, por el emperador y por la Inquisición.
A finales del siglo XVI el catolicismo era antes materia de estado que de
conciencia. Así como hoy un católico actúa a menudo en la vida social y
procede en su conducta sin tener presente aquellas normas que confiesa en el
terreno íntimo, de la misma forma algunos espíritus selectos durante la
contrarreforma aspiraban a salvar la independencia del propio pensar como
particulares. Sería un error suponer necesaria congruencia entre Cervantes que
glosa una redondilla en alabanza de San Jacinto para las justas que en su
honor celebran los padres predicadores de Zaragoza y el Cervantes que
ejercita la crítica, la sátira o construye una moral, sin ánimo de que esto afecte
a su catolicismo ni, sobre todo, trascienda al dominio de lo públicamente
sermones, reliquias, santos, milagrería supersticiosa, ceremonias religiosas,
conducta antievangélicas de frailes, ermitaños y eclesiásticos, todo ello da lugar
a ataques más o menos penetrantes.
En esta zona viva de la conducta del pensamiento cervantino no olvida
tampoco su ley fundamental, que es la de la armonía y la “composibilidad”; y en
virtud de tal principio, las realidades morales se nos muestran condicionadas y
limitadas. Los estímulos morales, sancionados por la religión, hallan su límite
en otros impulsos vitales basados en la naturaleza.
Entre las virtudes cristianas, las que más destacan, las que sin duda pone
Cervantes en primer plano, por entender que son la base de la armonía de
amor predicada en el Evangelio, son la humildad y la caridad.
La ideología renacentista está obsesionada por el retorno a los orígenes de
las formas de cultura, de la moral, de la justicia, de la religión. En el terreno
religioso, cristiano, el problema consistía en volver a las Escrituras, al
Evangelio, a la soñada pureza de los primeros tiempos, al texto hebreo mejor
que al latino. Erasmo es el máximo representante de esa inquietud; por eso
repugnará las soluciones dogmáticas, tanto las de los teólogos católicos como
las de los protestantes. Y ha dejado a lo largo del siglo, a la vez que mística
emoción, una estela de cristicismo y de insatisfecha inquietud; de exigencia
racional y de espíritu de protesta. Sin Erasmo, Cervantes no habría sido como
fue.
BIBLIOGRAFÍA: El pensamiento de Cervantes, Americo Castro.
TEMAS
EL ESCRITOR. IDEAL DEL CABALLERO, EL SOLDADO Y EL ARTISTA.
LAS ARMAS Y LAS LETRAS.
Cervantes y los libros de caballerías
Con pie en los hidalgos españoles de su tiempo, el genio de Cervantes
prototipiza en Don Quijote la figura ideal del caballero hispánico. Su
generosidad, su cortesía, su seriedad y buena fe, su religiosidad interior y
respetuosa, le configuran como un señor caballero.
Cervantes realmente parece detestar los libros de caballería, tan de moda en
la época, y por ello, para combatir la figura del héroe, tan ideal, que estos
muestran, nos presenta al antihéroe, y utilizando como arma la parodia, libra un
combate del que sale victorioso.
Deshacer la autoridad de los libros de caballería. Este es el principal
propósito de Cervantes al escribir el prólogo y el Quijote mismo.
El autor repite mil veces que es un libro que se propone hacer una parodia de
las novelas caballerescas. Desde el prólogo hasta la última frase, Cervantes
insiste en su intención paródica; parece evidente que se propuso crear una
obra de humor a costa de burlarse de los libros de caballerías. La obra
cervantina está llena de alusiones y remedos de situaciones propias de ese tipo
de libros.
Hauser relaciona esta ridiculización con la biografía de Cervantes y con el
fracaso español frente a las naciones burguesas, Holanda e Inglaterra. Juan
Valera cree que Cervantes erró en la realización de su propósito de ridiculizar
Cervantes había experimentado en su propia vida esas dos sendas mayores
que la época ofrecía y que él valoraba a su modo. La guerra era el sueño
heroico.
Cervantes tenía un dualismo esencial: fantasía épico heroica, razón, crítica
reflexiva. En un momento de su discurso, Don Quijote exclama: * Pero dejemos
esto aparte, que es laberinto de muy dificultosa salida”. Del mismo modo sería
también para nosotros laberinto dificultoso tratar de razonar la preferencia de
Cervantes por una u otra de esas formas de actividad humana. El vértice de su
alma, en el que se cortan ambos planos (fantasía heroica y esfuerzo racional),
pertenece a uno y otro. Y así vive en él este tema, de índole primariamente
formal, pero molde para las preocupaciones sociológicas del Renacimiento. A
veces nos parece percibir en aquel debate, a través del simétrico paralelismo
de sus razones, un eco lejano de las polémicas entre el clérigo y el caballero o
el alma y el cuerpo.
BIBLIOGRAFÍA: Manual de literatura española, Felipe Pedraza y El
pensamiento de Cervantes, Américo Castro.
TEMA 4
LA CULTURA DEL ESCRITOR. FUENTES ERUDITAS, LITERARÍA Y
ARTÍSTICAS.
La cultura literaria de Cervantes, tema que fue tratado por Marcelino
Menéndez Pelayo en una conferencia magistral de 1905, y posteriormente por
Américo Castro, Marcel Bataillon, Armando Cotarelo, Arturo Marasso, Agustín
G. de Amezúa y Mayo, Edward C. Riley, Alban Forcione, Francisco Márquez
Villanueva, Maxime Chevalier y, de un modo u otro, por cuantos han
investigado las deudas de Cervantes con el pensamiento «ilustrado» del siglo
XVI, condenado a la clandestinidad por la ortodoxia predominante. A pesar de
no haber cursado estudios universitarios, circunstancia que explica el habérsele
puesto en vida la etiqueta de ingenio lego (es decir, persona sin conocimiento
de las lenguas y disciplinas doctas), Cervantes fue alumno destacado del
Estudio de la Villa de Madrid, regentado por el maestro López de Hoyos, quien,
en un libro compuesto para conmemorar la muerte y exequias de la tercera
esposa de Felipe 11, le califica de «nuestro caro y amado discípulo».
Desconocemos el programa de estudios preuniversitarios que se impartían en
esa institución o en otras escuelas a las que Cervantes asistiera antes. Pero
cabría suponer que no difería mucho de la ratio studiorum de los jesuitas, cuya
escuela sevillana es calurosamente elogiada en el Coloquio de los perros. El
programa incluía el estudio intensivo de la gramática latina, prolongado durante
años, junto al examen de autores y textos: las cartas de Cicerón, las comedias
de Terencio, las églogas de Virgilio, las Epistolae ex Ponto y los Tristia de
Ovidio, fragmentos de Séneca y de Salustio. El último año se dedicaba a la
enseñanza de la composición latina, la poética y la retórica, basada en el De
copia y De conscribendis epistolis de Erasmo, el Ars poetica de Horacio, las
oraciones y las Tusculanae disputationes de Cicerón, la Retorica ad Herennium
y partes de la Institutio oratoria de Quintiliano. El aprendizaje de Cervantes en
las lenguas clásicas no sería desaprovechado posteriormente: se manifiesta en
el sesgo académico de su teoría literaria y en su gusto por el estilo
característico de los prosistas más destacados de la segunda mitad del siglo
XVI, con la tendencia a reproducir la ampulosidad, sonoridad y simetría de la
oratoria ciceroniana. Tal estilo es típico sobre todo de La Galatea y de la
Primera parte del Quijote (discurso de las armas y las letras, de la Edad de Oro,
etc.). Aunque tanto Menéndez Pelayo como Marasso adjudican a Cervantes un
dominio razonable del latín, hay que añadir que también estaría familiarizado
con las traducciones de los textos antiguos que más directamente influyeron
sobre su obra: la Eneida, recordada con frecuencia en el Quijote y traducida por
Hernández de Velasco; la Odisea y la Historia etiópica de Heliodoro, modelos
del Persiles, en las traducciones, respectivamente, de Gonzalo Pérez y
Fernando de Mena; las sátiras de Luciano (de las que existían numerosas
versiones latinas), el Asno de oro de Apuleyo (fue muy leída la traducción de
Diego López de Cortegana) y las fábulas de Esopo (cuya primera edición
vernácula data de 1488), que han dejado su huella en el Coloquio de los
perros.
Cervantes y la crítica
La poca o ninguna originalidad de quienes se han ocupado en la obra de
Cervantes, proviene, en gran parte, al decir de Américo Castro, de una sensible
falta de meditación y reflexión. Generalmente se estudia o comenta la obra
cervantina de acuerdo con tópicos por completo desprovistos de los
fundamentos de una crítica científica y severa.
Cuantas veces Menéndez Pelayo se ocupó de Cervantes —lo hizo en contadas
y ocasionales circunstancias—, se limitó a repetir los juicios emitidos por la
crítica europea del siglo XIX. Otro tanto puede decirse de nuestro compatriota
el señor Caro, cuyo estudio sobre el Quijote ha sido objeto de frecuentes
encarecimientos, pero de ningún análisis que valga la pena de ser tenido en
cuenta. En ambos privó el juicio tradicional sobre lo reflexiblemente científico.
Sólo Canalejas, en el siglo pasado, se apartó un tanto de los cánones de la
crítica ortodoxa, y con un criterio esotérico pidió que se acometiera el estudio
del ambiente filosófico de la época en que vivió Cervantes y de los problemas
vitales implícitos en su obra.
Fernández Navarrete fue quien revivió las palabras de don Tomás Tamayo de
Vargas, tomadas de un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid,
intitulado Junta de libros, la mayor que España ha visto en su lengua, hasta
1624. Según el dicho de Tamayo, fue «Miguel de Cervantes Saavedra, ingenio,
aunque lego, el más festivo de España». Menéndez Pelayo, Francisco de Icaza
y Américo Castro interpretan la expresión «ingenio lego» en el sentido de no
haber recibido Cervantes título universitario alguno. Hatzfeld, al contrario,
continúa en la creencia de que la idea de lego supone una persona sin cultivo
intelectual.
La primera de las descalificaciones, no respetar las llamadas unidades, es explicada por
el cura con referencias concretas. También critica Cervantes que se falte al decoro, es
decir, que no se respete la condición social, física y moral del personaje tratado. Por
boca del cura censura Cervantes a los daramaturgos que, sin respetar la verdad histórica,
incurren en patentes anacronismos. También aconseja el clérigo quijotesco que se elijan
para representar únicamente las buenas comedias, calificando así a las que se ciñen a las
normas de la preceptiva literaria clásica.
Acierta de pleno Cervantes al calificar la comedia de mercadería vendible, de objeto de
consumo, cualidad que había adquirido el texto teatral gracias a la sencilla fórmula
dramática de Lope basada en la intensificación sistemática de la trama amorosa.
Efectivamente la comedia nueva se centraba en una historia amorosa cuya dosificación
se acoplaba, en cada caso, a la acción y al argumento, cualquiera que fuera el tema,
basándose siempre en unos personajes clave: dama-galán y sus contrapuestos crida-
gracioso. Planteada la fábula, se desarrolla el asunto con estas figuras de carácter
opuesto y complementario a la vez, contrastando lo cómico y lo serio en duplicidad de
planos escénicos reflejo de la realidad contemporánea sin llegar a crear, en general,
grandes personajes símbolo sino personajes tipo muy reiterdos: toda clase de sujetos
mitológicos, históricos, religiosos, coetáneos... son tratados de igual manera en dos
acciones, una principal y otra paralela secundaria, que permitían incorporar al teatro
numerosísimos temas con la particularidad de que suelen acabar en dobles bodas.
Además, Cervantes, formado en los postulados del humanismo, cree que, por su
trascendencia, todo arte, y más el teatro, debe ser moral con todas sus connotaciones y
por eso censura que se haya convertido en imágenes de lascivia, posible alusión a los
entremeses y, especialmente, a los bailes y zarabandas que se incluían en la
representación. También pensaba Cervantes que el teatro era exponente de la cultura y
civilización de un país y de aquí que tenga en cuenta la opinión de los extranjeros sobre
las comedias. Por boca del cura, todavía desconcierta más Cervantes cuando propone
que un censor prohíba aquellas obras que no se ajustan a la preceptiva.
Cervantes y Lope, dos talantes diferentes y dos obras paralelas.
La incansable experimentación, tendencia evidente en todas las obras de Cervantes,
tienen en su teatro un poderoso estimulo particular en la rivalidad con Lope. Viéndose
abandonado por el público teatral, Cervantes culpaba a la ignorancia y volubilidad de
éste, al "necio vulgo", y, claro está, a los que lo embrutecían con esa diversión fácil,
sensacionalista y disparatada.
La realidad era que con el triunfo de Lope, Cervantes ya no tenía posibilidad alguna de
sujetar sus comedias al juicio del vulgo. Pese a sus proclamaciones de
imperturbabilidad y distanciamiento intelectual, a Cervantes le dolía, en lo hondo de su
corazón, que el "desvanecido vulgo" no gustase de sus comedias y a esto no pudo
resignarse por mucho tiempo. Para que sus comedias gustaran al público tenía que
reorientarse, efectuar modificaciones de acuerdo con las comedias al uso, establecidas
por Lope. Lo que al fin hizo que se sirviese de elementos dramáticos lopescos fue su
firme determinación de que en sus propias obras saldrían mejorados.
La influencia de Lope en las comedias cervantinas es, pues, incuestionable, pero su
sentido es a veces muy diferente del que se piensa. Hasta esos cambios que
supuestamente demuestran de manera irrebatible la incondicional sumisión del drama
"clásico" cervantino a la fórmula lopesca encubren un proceso de transformación muy
complejo.
Las innovaciones lopescas que Cervantes efectuó en su teatro no afectaban su visión
fundamental del arte y de la vida, porque siempre era reacia a lo que con ella no se
armonizaba. Cervantes no pudo menos que reconocer los grandes méridtos del teatro de
Lope, pero este representaba un modo de vida y de arte por completo antitético al suyo
propio: "La enemistad entre ambos que surgió episódicamente, anecdóticamente, fue
uno de tantos síntomas de aquellas dos almas que nacieron y latieron diametralmente
opuestas y que no se comprendieron mutuamente ni se hubieran comprendido jamás”,
dice Entrambasaguas. Ni en la vida ni en el arte, habría que añadir.
Como resultado de esta oposición frontal, las relaciones entre Cervantes y Lope de Vega
siempre fueron tensas. Reviste un interés muy particular para dar luz sobre este tema el
capítulo XLVIII de la primera parte del Ouijote. Enla conversación que tiene lugar
entre el cura y el canónigo, ya aludida, se comentan largamente los defectos de la nueva
fórmula teatral. Se critica la escasa verosimilitud de los lances y caracteres, la
acumulación de sucesos y el cambio súbito de escenario.
Por su parte, Lope respondió con desprecio y agresividad a la actitud de Cervantes; en
Los esclavos de Argel introduce un personaje de conducta turbia y poco heroica que se
llama Saavedra. El Quijote apócrifo se viene considerando como una réplica salida del
circulo de Lope.
Pero a la postre a Cervantes no le quedó más remedio que pasar por el aro y acatar la
nueva dramaturgia. No obstante, a pesar de sus esfuerzos de adaptación, no puede
competir con la genialidad del Fénix y con el entusiasmo que despierta en el público la
recién nacida comedia española.
2) Concepto y originalidad del teatro de Cervantes. Clasificación de sus obras
dramáticas. Caracteres, variedad y estructura de su teatro.
Valoración
Contrastan la asiduidad y entrega con la que Cervantes se consagró al arte escénico y el
escaso éxito que en él obtuvo. Esta sensación de fracaso aflora repetidamente en sus
obras. Cervantes, a pesar de la escasa acogida que tuvo su teatro, no estaba descontento
con él.
Ala hora de valorar el teatro cervantino, no podemos ser demasiado entusiastas. La
ironía y el juego de perspectivas que enriquecen sus novelas no cabían en las
formulaciones del teatro contemporáneo. De ahí que tengamos en una misma persona
acompañamiento de versos de tipo largo -suelto, tercertos, octavas-, en La Numancia
dominan éstas últimas, hasta ocupar las tres cuaras partes de la obra. En las Ocho
comedias se utiliza, en cambio, el romance, aunque en variable proporción, nunca muy
crecida
Caracteres, variedad y estructura de su teatro
La impresión general que se desprende del teatro de Cervantes es la de una
extraordinaria diversidad tras la cual se afirma, a pesar de todo, una profunda unidad.
La riqueza de los diferentes elementos - autobiográficos, históricos, literarios,
folklóricos- aprovechados por este teatro queda plasmada en una ficción cuya verdad
resulta irreductible a la de sus referencias. La multiplicidad de las formas que vienen a
configurar esta ficción revela, más allá de los avatares de una técnica y un lenguaje, la
elaboración progresiva de una dramaturgia experimental. Su significado abarca una
pluralidad de sentidos que se complementan. Tales características, vistas en conjunto,
aclaran la importancia histórica de esta producción.
La preocupación, nunca extinguida, de Cervantes por el teatro y su íntimo
convencimiento de haber fracasado en él se convierten en tema casi obsesivo, que
aparece una y otra vez en la mayoría de sus obras. Del conjunto de las ideas expuestas
por Cervantes en todos estos pasajes, los comentaristas cervantinos extraen dos
conclusiones básicas: primera, la escasa consistencia o densidad del pensamiento
teórico de Cervantes, pensamiento dictado más por su resentimiento de autor fracasado
contra su triunfador rival, Lope de Vega, que por un coherente sistema de principios;
segunda, la falta de adecuación entre sus palabras y sus obras, puesto que en sus propias
comedias se sirve muchas veces de los mismos recursos que censuraba en los demás.
Cierto que Cervantes no era, a pesar de todo, un escrito teatral de "argumentos": no le
importaba apenas la trama, es decir, el hilo anecdótico que es lo que suele encadenar el
interés del público gregario, principal devorador del entretenimiento escénico. Sus obras
lo son esencialmente de caracteres, de vida directamente observada, de pasiones con
calor de verdad. Cierto, también, que Cervantes se había educado en los principios de la
comedia y la tragedia clásica y en el respeto a las famosas unidades que muchos
acataban como dogmas. Pero se exagera cuando se supone a Cervantes beatamente
preocupado por la letra de estos principios, que él nunca invoca pidiendo que se
respeten de este modo. A Cervantes, el más humano de nuestros escritores, le interesaba
por encima de todo la "verosimilitud esencial” de los hechos que se llevaban a escena.
Ni siquiera le escandlizaban las inverosimilitudes de detalle, incluso con novelerías "a
la italiana”, y tampoco los cambios de lugar o los saltos de tiempo. Tan sólo creía,
simplemente, que ciertas trabas escénicas eran indispensables para contener las
tentaciones de la facilidad y atar la fantasia del escritor a la vida real que debía ser
reflejada. Adviértase además que las obras de Lope que provocaron las despectivas
palabras de Cervantes en el Ouijote eran las de la época primera, cuando la mayoría de
la comedias del Fénix se desbocaban en un torbellino de sucesos, reñidos muchas veces
con una minima exigencia de verdad. Cervantes, hombre de teatro al fin, aceptó la
incontrastable realidad, que no era problema de unidades y demás normas, sino de
divertir o de aburrir al espectador.
Esto puede explicar muchos rasgos de sus comedias de la "segunda época”, cuando da
entrada en ellas al influjo del teatro de Lope. La concesión a las exigencias del
espectador es harto transparente. Había otro problema. El teatro clásico, por ceñirse a
las unidades, había tenido que concentrarse en dos o tres momentos culminantes y
referir o aludir a todo lo que no podía llevarse a escena. Pero después que el espectador
vio producirse ante sus ojos los hechos que antes le habían sido simplemente narrados,
no podía privarse ya de aquella emoción del hecho directamente presenciado. Para
seguir la peripecia dramática en toda su viveza había que mudar forzosamente de lugar.
Cervantes, que había querido que las comedias fuesen "espejo de la vida humana,
ejemplo de costumbres e imagen de la verdad", admitía el hecho de que el teatro no era
exactamente la verdad, sino "teatro", es decir, algo con leyes y exigencias propias que
tomaba pie en la realidad, mas para manipularla libremente y dar de ella sólo fogonazos
aislados que encendían y mantenían el interés del espectador.
Asi se explica que Cervantes en el teatro de su segunda época, a la zaga de la fórmula
de Lope, tan contraria a su peculiar mentalidad, cargada de un exceso de ironía y de
crítica, se sirviera de complicaciones y enredos para hacer más entretenida y atrayente
la gravedad de fondo de su obra; combinación en que muy fácilmente le fallaba la
medida, porque escribía así con intima repugnancia: por lo que hería su más entrañable
concepto del teatro, y porque carecía de la genial despreocupación de Lope para
saltarse, sin ningún género de escúpulos, todos los obstáculos que dificultasen el logro
del teatro puro, es decir, de la acción en toda su libertad.
Estas que hemos admitido como "claudicaciones” de Cervantes deben también ser
aceptadas con la debida matización. Toda la obra de Cervantes es un portentoso
derroche imaginativo, tan grande como su misma entrega a la realidad. No le asustaban
las inverosimilitudes por sí mismas, pues sembró numerosas por todos sus escritos; al
usarlas, no se atenía a su magnitud absoluta, sino a las proporciones con el retablo en
que iban a encajar. Lo que le hería en los "disparates” de la comedia de su tiempo era un
problema de proporción y de medida, de simple "gusto" si se quiere, que no dependía de
rigurosas preceptivas ni de exactas fórmulas, sino de problemáticos criterios de
sensibilidad personal. Esto, sin duda, debe llamarse clasicisomo; pero es un clasicismo
no de letra, sino de espíritu; y así era el de Cervantes.
La obsesión por Lope torció probablemente la vocación dramática de Cervantes y
frustró la posibilidad de que nos diera una obra de teatro lograda, dentro de moldes
racionales, antivulgares, trascendentalmente irónicos. Y, sin embargo, no se piense que
su teatro, tomado en conjunto, sea un episodio perdido en la historia de nuestras letras.
Aparte sus numerosos aciertos y logros de detalle, la dramática de Cervantes representa
un eslabón irrenunciable en la evolución del teatro de su tiempo, etapa de transición, de
inevitables tanteos, desconciertos y rectificaciones. El interés por las comedias
cervantinas no consiste en que sean del autor del Ouijote, sino en representar un
progreso respecto del teatro anterior a él.
Cervantes se inspira en fuentes históricas, sobre todo en la Primera Crónica General,
que desarrolla el episodio. Naturalmente, se reserva el derecho a introducir todas
aquellas modificaciones qe siempre son lícitas al creador.
Las comedias de la segunda época.
Rasgos generales y clasificación
En la Ocho comedias publicadas en 1615, Cervantes va acatando más o menos las leyes
de la estética lopesca, aunque siguen presentes en ellas temas, técnicas y motivos que le
son muy característicos. Cultiva, por ejemplo, la comedia de cautivos, que no se
presenta con tanta frecuencia en las obras del ciclo de Lope.
Las Ocho comedias pueden clasificarse fácilmente atendiendo a su contenido. Tres son
de cautivos: El gallardo español, Los baños de Argel y La gran sultana, con notas
procedentes de la experiencia de Cervantes como cautivo; dos, caballerescas o
novelescas: La casa de los celos y selvas de Ardenia y El laberinto de amor (inspiradas
en los Orlandos de Boiardo y de Ariosto); una, de capa y espada: La entretenida, una de
santos: El rufián dichoso; y una, picaresca: Pedro de Urdemalas.
Los baños de Argel
Es, con mucho, la mejor de las comedias moriscas de la segunda época. Supone un
notable avance técnico respecto a El trato de Argel, a pesar de que ésta nos habla de un
pasado inmediato y Los baños es una recreación de los hechos cuando ya ha
transcurrido mucho tiempo, logra imprimirle una mayor autenticidad y patetismo. La
trama se centra también en la problemática del cautiverio, pero la realización es muy
superior a todas las demás versiones, incluida la Novela del cautivo del Quijote, con la
que guarda evidentes paralelismos.
Cervantes ha aprendido de Lope. La diversidad de motivos se unifican más en torno a la
vida del cautiverio. La complejidad dramática es mayor que en El trato de Argel. Se
repite una situación idéntica: los cristianos Fernando y Constanza, cautivos de los
turcos, pasan al servicio personal de dos grandes señores: el capitán Caurali y su esposa
Halima, respectivamente. Cada uno de ellos, enamorado del cristiano o cristiana, según
el caso, utiliza a su siervo de tercero para conseguir su amor. Se produce, pues, una
situación embarazosa que los enamorados aprovechan en beneficio propio, aunque los
atormentan los celos.
Hay otra pareja de amantes, don Lope y Zahara, mora que luego se hace cristiana y
adopta el nombre de María. Ella se las ingenia para enviar a su enamorado misivas y
dinero por medio de una caña, mientras él está en la cárcel. Las peripecias de esta pareja
recuerdan en grado sumo a la historia del cautivo, el tipo sicológico del personae
novelesco coincide totalmente con el de don Lope. De nuevo encontramos un gracioso
interesante, el Sacristán. Por otra parte, hay algunas cancioncillas deliciosas, aunque el
verso de Cervantes no logra ni la plasticidad ni la flexibilidad que el de Lope. Hay
algunas escenas trágicas, cuyo patetismo pudiera recordar el de la Numancia.
El rufián dichoso
Es una comedia de santos, la única que escribió Cervantes y aun la única pieza de tema
religioso, si exceptuamos el auto sacramental La soberana Virgen de Guadalupe, cuya
atribución es más que dudosa.
Su protagonista, Cristóbal de Lugo, pasa de ser un rufián pendenciero en Sevilla a
convertirse en un santo dominico en tierra mejicanas. El primer acto de la obra
cervantina, el mejor, con mucho, de los tres, nos retrata de forma ágil y amena el hampa
sevillana. Nos sumergimos aquí en un ambiente que puramente picaresco que no tiene
nada que envidiar a Rinconete y Cortadillo. La variedad de tipos que desfilan por él nos
trae a la memoria los mejores entremeses de Cervantes.
El primer acto se cierra con un largo monólogo en el que se produce la conversión de
Cristóbal. No convence la motivación sicológica de esta escena. Aunque en sus tiempos
dorados el protagonista ya demostraba tener buenas inclinaciones (daba limosna, rezaba
a menudo...), el cambio es demasiado brusco y pudiera parecer gratuito.
Los dos actos que siguen se desarrollarán en Méjico. Cervantes justifica el cambio de
lugar mediante un diálogo entre la Comedia y la Curiosidad, en que explica su
aceptación de las nuevas normas impuestas por Lope. Una vez en Méjico, asistimos a
los milagros y visiones de Fray Cristóbal de la Cruz. El autor se encarga de señalarnos
en las acotaciones la verdad de estos hechos.
La acción del acto segundo tiene su punto culminante en el milagro que hace el santo
para salvar el alma de doña Ana de Treviño. Promete al cielo cargar con los pecados de
ella a cambio de que Dios conceda a la pecadora la voluntad necesaria para la
confesión. La divinidad acepta el ofrecimiento y, al morir doña Ana, el cuerdo de
Cristóbal se cubre de lepra. Así termina el acto segundo.
En el tercero, vemos al héroe llagado y sobrellevando resignadamente su destino. Los
demonios intentan perderle, pero son derrotados. Es nombrado prior y más tarde
provincial de su orden. Finalmente muere en olor de santidad y milagrosamente
desaparece la lepra de su cuerpo.
Una interesante contrafigura del santo es Lagartija, más tarde fray Antonio, especie de
gracioso antiidealista que, aun cuando lleva los hábitos, sigue sin olvidar sus años de
rufián y comportándose de una manera tan simpática como poco ejemplar.
Pedro de Urdemalas
Es la comedia más sugestiva y animada de Cervantes. La trama tiene cierto parecido
con la de La gitanilla. Pedro de Urdemalas, un personaje con evidentes raices
folclóricas, que aparece en otras obras de Andrés Laguna, Lope de Vega, Tirso de
Molina y Quevedo, entre otros, se va a vivir, tras pasar por otros oficios, con una tropa
de gitanos, movido por su amor a Belica. La comedia recoge, de acuerdo con el
ambiente, tradiciones populares, supersticiones, bailes y cantos gitanos...