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La Sociedad Vigilante: Una Mirada a la Sociedad Contemporánea como Sociedad Obsesionada, Apuntes de Ciencia Política

Este documento analiza la sociedad contemporánea como una sociedad vigilante, cuyos orígenes se remontan al siglo xiii en europa occidental. Roiz examina cómo la vida continua guerra, el conocimiento es poder, la historia siempre avanza, se busca la solución final de los problemas, se degrada el juicio democrático y se recurre al uso de ídolos como instrumentos de ingeniería política. Además, se discute la privatización del mundo interno de los hombres y la afirmación absoluta del principio de identidad, trabajados por tomás de aquino y thomas hobbes. El documento también aborda la vigilancia y la letargia, el estado y la nueva ciencia, la tradición gótica y sefardí, y la recuperación de la retórica.

Tipo: Apuntes

2013/2014

Subido el 23/01/2014

sofia1993nh
sofia1993nh 🇪🇸

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¡Descarga La Sociedad Vigilante: Una Mirada a la Sociedad Contemporánea como Sociedad Obsesionada y más Apuntes en PDF de Ciencia Política solo en Docsity! La sociedad vigilante Roiz estudia la sociedad contemporánea como una sociedad vigilante cuyos orígenes sitúa en el siglo trece de la Europa occidental. Una sociedad de ciudadanos que, como el propio arte gótico, se origina en la Borgoña y se extiende principalmente a Inglaterra, la península ibérica y la cuenca del Rin, profundizando en Italia sólo hasta Milán.2 Para los ciudadanos de la sociedad vigilante (i) la vida es una guerra continua, (ii) el conocimiento es poder (Scientia potestas est, knowledge is power, Francis Bacon [1561-1626]), (iii) la historia va siempre hacia delante de forma imparable, (iv) se busca siempre la solución final de los problemas, (v) se degrada el juicio democrático, confundiendo juicio con discriminación y la figura del juez con la del árbitro,3 y (vi) se recurre al uso de ídolos como instrumentos de ingeniería política.4 Un mundo en el que se busca la neutralidad científica mediante la identificación de actividad mental con pensamiento. Se ignora, como señala Roiz, que las obsesiones y las fobias, a pesar de lo activas que resultan, no sólo no son pensamiento sino que impiden pensar.5 Roiz fija su atención en un aristotelismo esenciado y dogmático que se afirmó en Europa en el siglo dieciséis. La cultura cristiana del barroco consolidará en el siglo diecisiete dos grandes dogmas del aristotelismo: (i) la privatización del mundo interno de los hombres y (ii) la afirmación absoluta del principio de identidad.6Estos son puntos en los que Tomás de Aquino (c. 1225-1274) y Thomas Hobbes (1588-1679)7 trabajan con resultados coincidentes. Vigilancia y letargia Roiz entiende el Estado como una franquicia occidental, la de más éxito en la historia de Europa. Un diseño de gobierno que surge como producto gótico.8 El ciudadano vigilante se distingue porque purga las horas de letargia, hasta casi eliminarlas de su vida. A efectos científicos y morales el tiempo de vigilia goza de un predominio absoluto. Letargia se asociará a anestesia, a una condición del hombre parecida a la de la muerte, a incapacidad para pensar o actuar con inteligencia; en definitiva a tiempo perdido o casi inútil. Ésta es una tradición cristiana medieval que se fortalece tanto en el campo romano (Ramon de Penyafort [1232-1316], Tomasso d’Aquino) como en el calvinista (Petrus Ramus [1515-1572], Thomas Hobbes). Quedarán así anulados los espacios públicos internos.9Espacios que sí quedan registrados en el lenguaje coloquial en español y en francés en expresiones como mi fuero interno o mon for interieur.10 Roiz piensa que, para levantar el Estado, hubo que neutralizar antes esa retórica que atendía la contingencia de la vida pública. Como resultado se originó una dialéctica sin retórica, algo hasta entonces impensable. Una vez traspasada la inventio retórica a la dialéctica, en Europa se afianza la idea del conocimiento como actividad dialéctica, un planteamiento que ya dominaba en los colegios y escuelas medievales debido a la imposición metodológica del ars disputatrix de la escolástica en el siglo trece. La retórica quedará identificada con el mero adorno del discurso (ornatus) o con las técnicas de engaño o seducción (ars fallendi) La nueva ciencia El teatro es expulsado de la universidad en el siglo dieciséis (Petrus Ramus)12 y se establece un método purgado de ambigüedades y caprichos, blindado contra laturpidity13 de pasiones e intereses humanos, que abre aparentemente el camino a la ciencia de la política. Un saber definitivo que pretende comenzar una nueva época, ahora ya liberada por fin de lo escolástico. Roiz, por el contrario, considera que la escolástica sigue hoy presente y fortísima.14 En contraste, lee obras maestras de la literatura europea que ponen a salvo las cualidades de la vida democrática que la sociedad vigilante descompone. Para él son obras protectoras de la tradición democrática en Europa. Es el caso deHamlet (1599/1601), de William Shakespeare,15 en donde Horatio (personaje alusivo al orare retórico) sobrevive.16 O de Don Quijote de la Mancha (1605) que, frente a la tradición visual aristotélica, se enamora de oídas de su Dulcinea.17 Sin obviar El Proceso de Frank Kafka (1883-1924), en donde el protagonista Joseph K. teme más a la muerte psíquica (la locura) que a la muerte física.18 La tradición gótica segrega al hombre en cuerpo y alma. En el mundo interno del hombre no rige la lex humana ya que es un espacio opaco a la visión. Allí solo rige la lex divina de la que sólo entienden los eclesiásticos. La rebelión laica posterior contra ello rechaza el concepto de alma como espacio público y reivindica los cuerpos y el escenario corpóreo de la vida como único material político. Los militantes modernos de la revolución acabarán por proclamar el absolutismo de los cuerpos como única realidad. Claro que son los cuerpos sin letargia de los ciudadanos vigilantes.19 Roiz recuerda que también Maimónides antepone en importancia el cuerpo al alma.20 La diferencia es que en su caso se está refiriendo a cuerpos humanos
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