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Comentario de Los milagros de Nuestra Señora, Guías, Proyectos, Investigaciones de Literatura Medieval

Contiene el comentario de uno de los milagros de la obra Los Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo. Incluye también información sobre el mester de clerecía y la literatura medieval del siglo XIII

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2019/2020
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Subido el 20/05/2020

Carla-Azu138
Carla-Azu138 🇪🇸

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¡Descarga Comentario de Los milagros de Nuestra Señora y más Guías, Proyectos, Investigaciones en PDF de Literatura Medieval solo en Docsity! Los milagros de Nuestra Señora El sacristán fornicario Los Milagros de Nuestra Señora es una obra escrita por Gonzalo de Berceo. Consta de una introducción y de una colección de veinticinco milagros de la Virgen. La obra pertenece al género medieval denominado mester de clerecía. Este nace en el siglo XII a manos de clérigos, autores cultos, que quieren difundir el conocimiento de las universidades. Para que este llegue a más personas utilizan las lenguas romances. Todo esto se adscribe en una época en la que dichas lenguas están tomando prestigio. Gracias al concilio de Letrán se empiezan a utilizar para dar sermones, e incluso entran en el campo de las instituciones civiles. El verso utilizado por estos clérigos es la cuaderna vía, estrofa formada por cuatro versos alejandrinos que comparten las misma rima consonante (AAAA). Utiliza esta estrofa porque se asemeja a la prosa, que es un mejor vehículo para la transmisión de conocimientos, pero sin perder las ventajas que da el verso: el ritmo y la rima, que ayudan a la memorización. Otra razón para la elección de este metro es que asemeja las lenguas romances al latín. Para ello utilizaban recursos literarios como la dialefa: que consistía en deshacer los diptongos. La finalidad de las obras del mester de clerecía es la de enseñar. Tratan temas históricos como El libro de Aleixandre, religiosos como es el caso de la obra que estamos analizando. La obra de Berceo se enmarca en una época con un gran fervor mariano. Se hacía hincapié en la figura de la Virgen como madre de Cristo y como intercesora entre Él y la humanidad. Esta idea es clave para entender esta obra. Los Milagros de Nuestra Señora está formada por una introducción y veinticinco milagros. Desde la introducción, Berceo articula y da forma a su obra, dotándola de unidad y cohesión. Nos habla de la Virgen de manera alegórica: como un prado ideal (locus amoenus) donde los romeros cansados pueden descansar. El romero cansado representa a todos los hombres. Así Berceo nos está presentando a María como salvación y refugio para la humanidad. Los milagros siguientes sirven para probar esta imagen que se ha dado de María. Funcionan casi a la manera de los exempla (género muy popular en la Edad Media): son ejemplos que certifican lo que se ha dicho sobre la Virgen en la introducción: que es salvadora de los hombres, intercesora ante Dios… Berceo consigue de esta manera que su obra no sea una simple recopilación de milagros, sino que tenga una unidad y una finalidad. (Fernando Baños, p 9) El milagro en el que nos vamos a centrar aquí es el segundo: El sacristán fornicario. Este milagro, como la mayoría de los que conforman este libro, no es original de Berceo, sino que se puede encontrar en recopilaciones de milagros latinas. Se nos narra la historia de un sacristán pecador, pero muy devoto de la Virgen. Durante una de sus “correrías nocturnas” muere ahogado. Tras su muerte, hay una pelea entre ángeles y demonios por su alma, que gracias a la intervención de María y, gracias a ella, de su Hijo, el sacristán es resucitado. Este les cuenta a los demás lo que le ha pasado y a partir de ese momento fue un cristiano ejemplar. En este milagro se nos presenta una historia bastante común en esta colección: el pecador muy devoto de la Virgen y que por esta razón es salvado. Al principio de la composición se hace mucho hincapié en este hecho. Se repite al menos tres veces (estrofas: 76, 77, 80) lo buen servidor de la Virgen que es, porque esta es la razón que le va a salvar del infierno (estrofa 89) No se olvidaba nunca de hacer una reverencia ante la estatua de María, ni cuando se dirigía a pecar. Esto deja en el oyente una idea muy clara: la Virgen es buena con los que la son fieles aunque sean pecadores; lo que supondría un inmediato fervor por su figura. Esto se puede enlazar con la finalidad oculta de la obra: atraer a los peregrinos al monasterio de San Millán de Suso, algo apartado del Camino de Santiago, donde podrían rezar a la Virgen para ganarse su salvación. En la primera estrofa el narrador se dirige directamente a los oyentes, utilizando el vocativo “amigos”. Esto nos da pistas del modo de transmisión de la obra: era oral. El narrador le pide al público que espere porque va a contar otro milagro. Esta estrofa sirve para anunciar el siguiente milagro que se va a contar y así atraer la atención de los oyentes. Este primer verso y el último sirven también para suavizar el paso de un milagro a otro, y así se van entrelazando las diferentes historias, y poner en relieve la unidad de la obra, de acuerdo con la introducción (Fernando Baños, p 29). En esta última estrofa vemos el uso de los incontables: no se pueden contar. Muy usado durante la obra de Berceo. Pide la benevolencia del público ante este hecho, y espera que con su selección se queden contentos (captatio benevolentia) Algo reseñable de este milagro es la pelea entre demonios y ángeles por el alma del sacristán. Y sobre todo la intervención del diablo que cuestiona la salvación del pecador porque dice que va en contra de los que dicen los Evangelios (91). María se excusa diciendo que no hay que hacer caso a lo que dice una “cativa bestia”, un argumento bastante insuficiente ante la lógica del argumento del demonio: el muerto debe ser juzgado de acuerdo a si ha sido bueno o malo. La Virgen se nos presenta en esta historia como intercesora entre Cristo y los hombres se deja muy claro que quien tiene el poder es su hijo, pero le ha dado plenos poderes (92) para actuar, y es Él a quien acuden para resolverlo (94). Se establece una gradación entre los seres divinos: los ángeles, que no pueden hacer nada por el sacristán, la Virgen, que, aunque su Hijo le ha dado plenos poderes, es cuestionada por los demonios y Cristo, Rey Todopoderoso. Destaca el uso de la figura retórica de la amplificación: repetición de la misma idea formulada con palabras diferentes. Esto nos demuestra la conciencia estética de Berceo: su obra no es una simple traducción de las fuentes latinas, sino que añade elementos mediante la amplificación o el uso de diálogos. (Fernando Baños, p 211)
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