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La Historia Clínica de Rosa de Lima: Una Santa o una Enferma?, Apuntes de Estadística

Este documento analiza la vida de rosa de lima, considerada la primera santa católica de américa, y plantea la hipótesis de que en realidad padecía esquizofrenia. El texto explica los síntomas de esta enfermedad mental y cómo se relacionan con las supuestas virtudes de rosa. Además, se discute la rapidez de su canonización y las posibles motivaciones políticas detrás de ella.

Tipo: Apuntes

2021/2022

Subido el 04/10/2022

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estefany-dona-inche-nunez 🇵🇪

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¡Descarga La Historia Clínica de Rosa de Lima: Una Santa o una Enferma? y más Apuntes en PDF de Estadística solo en Docsity! Argumento de la Historia clínica de Rosa de Lima En el texto Historia clínica de Rosa de Lima, escrita por Virgilio Roel Pineda, relata la historia de Isabel que era conocida con el nombre de Rosa, una mujer muy bella de ascendencia española dedicada a una vida de piedad donde experimentó una serie de manifestaciones celestiales y recurría al autocastigo que provocaron su muerte un 24 de agosto de 1617, a los treinta y un años de edad, siendo canonizada en 1671 por el papa Clemente X. También se revela que la canonización un error, ya que no consideraron que Rosa padeciera de esquizofrenia, un trastorno que trae como consecuencia el deterioro cognitivo. Considero que La rapidez del proceso de canonización, desde luego, respondió a un asunto equívoco. Clemente X no sabía, no podía saber, que en realidad no canonizaba a una santa, sino a una dócil mujer con profundas heridas mentales. En otras palabras, la primera santa católica de América no era una elegida de Dios, sino de la psicopatología. Pruebas al canto: quien sufre de enfermedades mentales experimenta una distorsión de los pensamientos y sentimientos. En este caso, la enfermedad que más se nos asemeja es la esquizofrenia. Este término fue introducido por el psiquiatra suizo Bleuler, en 1911, pero el trastorno ya había sido identificado por el psiquiatra alemán Kraepelin, en 1896, bajo el nombre de “demencia precoz”, denotando que las personas afectadas necesariamente sufren graves deterioros cognitivos y comportamentales, similares a las demencias experimentadas por algunas personas ancianas, pero en este caso en una edad juvenil.   Lo que caracteriza a la esquizofrenia es que afecta a la persona de una forma total, por lo que quien la padece comienza a sentir, pensar y hablar de forma diferente a como lo hacía antes. Dicha persona puede empezar a estar extraña, más aislada, puede evitar salir con amigos, duerme poco o demasiado, hable solo o se ría sin motivo aparente (aunque estos síntomas no tienen por qué aparecer en todos los pacientes). Situándonos en el caso de Rosa de Lima, sería conveniente analizar sus posibles virtudes desde este ángulo. Y debemos empezar por el principal signo psiquiátrico de la esquizofrenia: las alucinaciones. Estas se constituyen en engaños de los sentidos, percepciones interiores que se producen sin un estimulo externo. Como sabemos, pueden ser de tipo auditivas, táctiles, visuales, gustativas y olfativas. En ese rango, las manifestaciones celestiales descritas por ella misma se condicen con los signos visuales; oír la voz de Dios con las auditivas; tocar la mano llagada de Cristo con las táctiles; y oler la sangre del hijo de Dios con las olfativas. Cuando Rosa de Lima nos cuenta que el demonio la molestaba con violentas tentaciones, en realidad nos está hablando de otra manifestación de la dolencia: el delirio. Este se trata de una convicción errónea de origen patológico que se manifiesta a pesar de razones contrarias y sensatas. El alcance con la realidad está restringido. El paciente ve el delirio como la única realidad válida. Sus tipos son de persecución, de culpa, de grandeza, místico, somático y de referencia. El delirio de Rosa de Lima era, decididamente, el místico. Otro rasgo que descubre sus cualidades delirantes es su excesivo apego por la autodestrucción: sus constantes flagelaciones y autotorturas nos acercan a una conducta parasuicida, peculiaridad primordial del delirio. Lo mismo ocurre con el estado de éxtasis, característica clínica del misticismo mórbido. ¿Y cuál era el tipo de esquizofrenia que padecía nuestra reina? Veamos: la esquizofrenia paranoide se caracteriza por el predominio de ideas delirantes y alucinaciones, sobre todo auditivas. Los delirios y las alucinaciones a veces constituyen una unidad. Es la más frecuente, suele iniciarse entre los 20 y 30 años y es la que mejor evoluciona a pesar de la aparatosidad del cuadro. Calzan aquí, como podemos ver, las supuestas virtudes consagradas de Rosa de Lima, además de la edad. Sin embargo, también está plenamente identificada la esquizofrenia catatónica, en la que predomina el trastorno del movimiento o movimientos motores. Los expertos hablan de "estupor catatónico". A pesar de tener la conciencia despierta, el enfermo no reacciona a los intentos de entrar en contacto con él. Su rostro permanece inmóvil e inexpresivo, no se percibe ningún movimiento interior e incluso fuertes estímulos de dolor pueden no provocar reacción alguna. En los casos más graves pueden llegar a no hablar, ni comer, ni beber durante periodos lo suficientemente largos como para que peligre su vida. ¿Éxtasis místico? Clínicamente, la mezcla de dos o más tipos se llama “esquizofrenia indiferenciada”, en la cual no predomina un síntoma concreto para el diagnóstico. Viendo así las cosas, se presenta la siguiente pregunta: ¿por qué la iglesia canonizó tan pronto a una persona que tenía estas manifestaciones concretas? Puede ser porque en el siglo XVII era fácil confundir las disfunciones mentales con algún tipo de santidad. Pero también puede ser –y es lo más probable– por la necesidad política de tener un primer santo americano para oficializar el credo católico en las nuevas tierras españolas. Lamentablemente no son muchos, los que saben que quien estuvo a punto de ser canonizado en lugar de Rosa de Lima fue el carismático limeño Nicolás de Ayllón. El siglo XVII, constituye para el caso peruano, una etapa de efervescencia religiosa. En ningún otro territorio regido por la monarquía católica, se verá tamaña confluencia de santos, y aspirantes a la santidad. En este contexto vivió Nicolás de Ayllón. Su padre fue cacique, por ello Nicolás fue cantor (un oficio reservado a los de la élite), creció en un ambiente de gran religiosidad hasta hacerse adulto. Su protector fue Juan Ayllón, un cura, quien a los 8 años lo llevará al Convento de Zaña y luego a Lima. Sin embrago, en 1848 Nicolás se separa de su protector y se hace aprendiz de sastre. En esos años mantenía una relación extraconyugal con una mestiza, lo cual sería años mas tarde un motivo de arrepentimiento constante, ya que contraería matrimonio con Jacinta Montoya. Trabajando como sastre, y dueño de su propio taller, invertiría gran parte de su capital en confeccionar unos lienzos para las imágenes de las iglesias. Ciertamente, Nicolás fue un indio devoto, mas esto no fue suficiente razón para no hacerse de una amante mestiza. Es conocido el hecho que numerosos hombres de iglesia, se convirtieron luego de varios años de vida profana. Tal es el famoso caso de San Agustín. Este mismo fenómeno sufrió Nicolás Ayllón, quien ya casado con Jacinta Montoya, haría votos de castidad, se mudaría al barrio de la Iglesia de San Juan de Dios, al mismo tiempo que cambiaría su nombre por el de Juan de Dios, convirtiendo su hogar en una casa de recogimiento para mujeres desamparadas. Se cuenta que llegaba a adentrarse en las casas de citas, ofreciéndoles dinero a las meretrices con la condición que dejen esa vida que tanto ofendía a Dios A Nicolás se le atribuyeron poderes curativos milagrosos: bastaba con rozarle el cuerpo. Después de muerto, empezó a ser venerado en el Virreinato como un verdadero santo.  Juan Stenssoro, importante sociólogo boliviano, cataloga al personaje como un santo social, en el sentido que éste ha ido tejiendo una amplia red que sustentará su fama de santidad, hábilmente su influencia y punto de contacto abarcó tanto a franciscanos, como a jesuitas, mercedarios, dominicos, etc. El ámbito privado de Nicolás Ayllón es abiertamente interétnico y social: su esposa es mestiza, alberga en su casa a mujeres criollas, españolas y negras.  Luego de muerto, el más variado espectro étnico se declararía seguidor del ya considerado santo indio, Nicolás era la manifestación de la devoción de indios, negros y mestizos. Por aquel entonces, la canonización y proclamación oficial de un santo
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