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Tipos de Actos en el Análisis de Comunicación y Coactuación - Prof. 1498, Apuntes de Comunicación Audiovisual

Este documento analiza los tipos de actos que intervienen en los comportamientos, distinguiendo entre actos expresivos y ejecutivos. Se examina la interrelación entre comunicación y coactuación, y se plantea el tema a partir de su característica común de comportamiento. Se propone un ejemplo para diferenciar ambas clases de actos y se discuten sus diferentes tipos.

Tipo: Apuntes

2014/2015

Subido el 10/09/2015

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¡Descarga Tipos de Actos en el Análisis de Comunicación y Coactuación - Prof. 1498 y más Apuntes en PDF de Comunicación Audiovisual solo en Docsity!         Las formas posibles de interacción    Manuel MARTIN SERRANO              REFERENCIA PARA LAS CITAS DE ESTA PUBLICACIÓN Y DE SUS CONTENIDOS:    MARTIN  SERRANO,  Manuel  (1982):  “Las  formas  posibles  de  interacción”,  en  MARTIN  SERRANO,  Manuel  et  al.:  Teoría  de  la  Comunicación.  I.  Epistemología  y  análisis  de  la  referencia.  Madrid:  Alberto  Corazón  (segunda  edición,  revisada  y  ampliada;  primera  edición 1981), pp. 45‐64. ISBN: 84‐7053‐229‐4.    Recuperado el __ de __________ de 2____, de http://eprints.ucm.es/13103/         UTILIZACIÓN DE ESTE DEPÓSITO:     Usted es libre de copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra bajo las siguientes  condiciones, que corresponden a la licencia Creative Commons que protege este texto:    Reconocimiento.  Debe  reconocer  y  citar  al  autor  original,  utilizando  la  “REFERENCIA  PARA  LAS  CITAS  DE  ESTA  PUBLICACION  Y  DE  SUS  CONTENIDOS”  (véase  recuadro  superior).    No comercial. No puede utilizar esta obra para fines comerciales.    Sin obras derivadas. No se puede alterar,  transformar, o generar una obra derivada a  partir de esta obra.    Reading ANÁLISIS DE LOS COMPORTAMIENTOS:  LOS ACTOS EJECUTIVOS Y COMUNICATIVOS    Presentación y estudio documental por Daniel Franco Romo      En  E‐Prints  se  tiene  acceso  a  una  selección  de  la  obra  original  de  Manuel  Martín  Serrano  (véase:  “Publicaciones  de  Manuel  Martín  Serrano  disponibles  en  E‐Prints.  Selección  sistematizada”*,  en  http://eprints.ucm.es/11107/).    Entre  esas  aportaciones,  destaca  el  trabajo  sistemático  dedicado  a  fundamentar  las  ciencias  del  comportamiento.  Lo  plantea  en  1981  y  lo  concluye  con  la  publicación,  en  2007,  de  Teoría  de  la  Comunicación.  La  comunicación,  la  vida  y  la  sociedad  (Madrid:  McGraw‐Hill).  En  este  Reading  se  han  seleccionado textos que permiten seguir ese recorrido teórico y  metodológico, en los siguientes campos:    1.  Los  comportamientos  interactivos.  Origen  y  modalidades.  El  autor  comenzó  a  investigar  las  características  propias  de  los  comportamientos  interactivos,  para  profundizar  en  la  génesis  y  peculiaridades de las interacciones comunicativas. Ese objetivo requería identificar los vínculos evolutivos  que  tiene  la comunicación con  las otras actividades que  le han precedido en  la Naturaleza. El  resultado  final  ha  sido  una  Paleontología  de  los  comportamientos  interactivos,  que  abarca  desde  las  primeras  interacciones  en  el  reino  animal  hasta  las  formas  más  complejas  de  las  interacciones  humanas.  “Las  acciones  que  implican  a  otros:  complicaciones  e  interacciones”  (http://eprints.ucm.es/13100/)  documenta en E‐Prints este planteamiento, con el que se ha abierto un nuevo campo de estudios para las  ciencias del comportamiento.    2. Tipos de actos que intervienen en los comportamientos. Manuel Martín Serrano identifica dos formas  de  actuación:  “Actos  ejecutivos  y  actos  expresivos”  (véase  en  el  depósito  del  mismo  nombre:  http://eprints.ucm.es/13101/).  Esta  distinción  permite  diferenciar  las  actuaciones  comunicativas  y  no  comunicativas y por ello se ha convertido en fundamento de la Teoría de la Comunicación. El esclarecimiento  de la estructura de los comportamientos queda reflejado en “Un modelo de los comportamientos interactivos  que incorpora la comunicación y la ejecución” (http://eprints.ucm.es/13102/).    3.  La  dinámica  de  los  comportamientos:  recursos  a  la  comunicación  y  a  la  ejecución.  Los  actos  expresivos  y  ejecutivos  se  sustituyen,  solapan,  excluyen  a  lo  largo  del  proceso  de  interacción.  Las  modalidades  de  los  comportamientos  remiten  a  esa  dinámica  [acción  (ejecutiva)‐comunicación].  Se  ha  seleccionado el texto que corresponde a este depósito: “Las formas posibles de interacción”.    4. Las especializaciones de los comportamientos comunicativos. En los seres humanos y antes en los  animales gregarios, Manuel Martín Serrano distingue entre “Indicaciones instrumentales y referidas a los  efectos  de  la  interacción”  (http://eprints.ucm.es/13104/).  El  autor  ha  mostrado  que  las  segundas  cumplen un papel esencial en la hominización y la humanización (véase en el depósito “La comunicación  en la existencia de la humanidad y de sus sociedades”, http://eprints.ucm.es/13112/).      5. Las características distintivas de  los comportamientos humanos. Con el bagaje  teórico precedente,  se  puede  abordar  el  estudio  de  lo  que  tiene  de  específico  la  comunicación  humana. Manuel Martín  Serrano  lo  expone en Teoría de  la Comunicación. La comunicación,  la vida y  la sociedad. Una de esas características es  la  capacidad  humana  de  poner  la  comunicación  donde  estaba  la  acción  ejecutiva.  Está  documentada  en  “La  transferencia de la ejecución a la indicación en los comportamientos humanos” (http://eprints.ucm.es/13105/).    6.  Los  cambios  sociohistóricos que  experimentan  los  comportamientos humanos. Manuel  Martín  Serrano  muestra  que  en  las  sociedades  humanas  existe  una  orientación  que  lleva  a  la  sustitución  progresiva  de  la  acción  ejecutiva  por  la  indicación.  Esa  observación  se  detalla  en  el  texto  “Acción/comunicación, en las ciencias  y en los  comportamientos” (http://eprints.ucm.es/13106/).    7.  Aplicaciones  de  los  análisis  de  la  dinámica  de  los  comportamientos.  El  conocimiento  de  la   dinámica acción ejecutiva/comunicación tiene aplicaciones teóricas y prácticas en las Ciencias de la Vida,  Psicosociales,  Históricas  y  Culturales,  Comunicativas.  “Las  relaciones  macrosociológicas  entre  acción  y  comunicación”  (http://eprints.ucm.es/13107/)  es un  ejemplo de análisis macrosociológico  en el  campo  de las comunicaciones públicas.  2 2. TIPOLOGIAS DE COMPORTAMIENTOS Cabe distinguir entre tres tipologías de comportamientos2: 1. Autónomos El logro que persigue el comportamiento del ser vivo puede ser satisfecho exclusivamente por las tareas que lleve a cabo el propio sujeto. En esta categoría de comportamientos entran la mayor parte de las conductas que están regidas por el sistema nervioso autónomo, pero no sólo estos comportamientos involuntarios, sino, además, otras conductas que persiguen unos logros somáticos (por ejemplo, la conservación del organismo en buen estado mediante el ejercicio), territorial (desplazarse a un lugar determinado), perceptivo (seleccionar o prestar atención a determinados estímulos) o cognitivo (elaborar, reflexionar sobre determinadas ideas o hechos). Por definición, la comunicación es una clase de comportamiento que afecta al menos a dos seres vivos. En consecuencia, la comunicación no pertenece a la categoría de los comportamientos autónomos, aunque los comportamientos autónomos pueden en algunas ocasiones complicar a otros seres vivos, como se verá oportunamente3. 2. Heterónomos o interactivos El logro que persigue el comportamiento del ser vivo «A» sólo puede ser satisfecho con la participación de otro ser vivo. El Otro debe participar como agente, como paciente o como ambas cosas, de la acción que afecta a «A», o que «A» desencadena. En esta categoría de comportamientos entran la mayor parte de las conductas que están orientadas al logro de la reproducción de la especie, en los animales bisexuados; las conductas encaminadas a la satisfacción de necesidades alimenticias, en las especies depredadoras, y las conductas en las que existe alguna división del trabajo, entre las especies sociales4. Las conductas comunicativas, por definición, pertenecen a la categoría de los compartamientos heterónomos o interactivos. 3. Opcionales El logro que persigue el comportamiento del ser vivo, puede ser satisfecho sin la participación de Otro, pero, igualmente, puede alcanzarse implicando a Otro5. Por ejemplo, un 2 El análisis que ahora se ofrece, referido a los tipos de actos, correspondería más bien a una Teoría de la Acción que a una Teoría de la Comunicación. En esta ocasión sólo se avanza lo preciso para las necesidades que plantea este tema. 3 Entre los comportamientos de carácter autónomo existen algunos que nunca se sustituyen por comportamientos comunicativos, que podemos denominar «automatismos». Por ejemplo, es un automatismo retirar la mano del fuego. Cuando en la evolución se ha conservado un automatismo, cabe asegurar que su sustitución por un comportamiento comunicativo carecía de eficacia para la especie, como se comprenden bien en el ejemplo sugerido. 4 La participación del Otro se da por establecida cuando el Otro está implicado en el comportamiento del sujeto, aunque esa implicación exista contra la voluntad del Otro; por ejemplo, la relación depredador–pieza de caza supone un cazador y un cazado, sin que la oposición de la víctima afecte a la existencia de esta clase de interacción. 5 Existen objetivos autónomos que no requieren necesariamente la interacción, porque su logro no se ve afectado ni mediado obligatoriamente por la existencia de Otros; por ejemplo, en determinadas circunstancias, numerosos animales pueden satisfacer sus necesidades alimenticias sin interactuar comunicativamente ni coactivamente con Otros. En cambio en la mayor parte de las especies, cierta clase de objetivos requieren necesariamente la interacción; por ejemplo, el adiestramiento de las crías. A medida que se asciende en las MARTIN SERRANO, Manuel (1982): “Las formas posibles de interacción”, en MARTIN SERRANO, Manuel et al.: Teoría de la Comunicación. I. Epistemología y análisis de la referencia. Madrid: Alberto Corazón (segunda edición, revisada y ampliada; primera edición 1981), pp. 45-64. Recuperado de E-Prints: http://eprints.ucm.es/13103/ 3 niño que sepa tomar los alimentos, puede nutrirse por sí mismo (supuesta la existencia de comida); pero, optativamente, puede conseguir otro tanto solicitando que la madre le lleve el alimento a la boca. Según el camino que finalmente siga el comportamiento opcional, se convierte en otro autónomo o heterónomo, razón por la cual no se profundizará más en sus características. 3. TIPOLOGIAS DE ACTOS Cualquiera que sea la tipología del comportamiento, el logro de un objetivo determinado, pone en juego una secuencia de actos. Sea un comportamiento orientado a depositar una barca en la playa arrastrándola desde el mar. Participan el patrón, que dirige la maniobra y tira, y un grupo de marineros, que tira de una cuerda. En este ejemplo, el comportamiento de cada actor es heterónomo, lo cual no afecta al análisis. El comportamiento del patrón puede dividirse en los siguientes actos: T1 T2 T3 T4 T5 ...Tn Acto expresivo Acto ejecutivo Acto ejecutivo Acto expresivo Acto ejecutivo ... ¡«Ahup»! Tirar de la cuerda Dejar de tirar ¡«Ahup»! Tirar de la cuerda ... Tiempo: t1 t2 t3 t4 t5 ...tn El ejemplo —intencionadamente sencillo y recurrente–– permite diferenciar dos clases de actos, ambos orientados a un mismo objetivo (depositar la barca) y cuyas diferencias es posible comprender después de lo expuesto en el tema primero Apliquemos aquellos análisis a este ejemplo: • Los actos expresivos y los actos ejecutivos movilizan igualmente energía. En el caso de los actos expresivos, esa energía, aplicada sobre los órganos fonológicos, produce una secuencia de señales, relacionadas con una representación; las señales son adecuadas para lograr una interacción con el Otro, pero su eficacia no procede de la cantidad de energía que comportan, sino de la información que poseen. Los Otros no se mueven porque los desplazamientos del aire que acompañan al ¡«Ahup»! les empujen, sino porque se representan que, a la percepción de los estímulos generados por las señales, debe de seguirle el efecto de tirar de la cuerda. En el caso de los actos ejecutivos, la energía que se moviliza suele ser mayor; se aplica inmediatamente como gasto energético destinado a producir un cambio en el objeto (en este caso, trasladar de lugar la barca). • Los actos expresivos, una vez cumplidos, pueden no conseguir ningún efecto: por ejemplo, los marineros pueden captar el ¡«Ahup»!, y no moverse. También puede ocurrir que consigan efectos distintos a los que espera Ego; por ejemplo, algunos de los marineros podrían representarse que ¡«Ahup»! no es una indicación para que tire, sino para que él, a su vez, exprese algo, por ejemplo «ya voy». En cambio, el acto ejecutivo, en tanto que no contradiga las leyes de la física, logra siempre su efecto del modo prescrito por esas leyes: supuesta la suficiente aplicación de escalas biológicas, la satisfacción de las necesidades más primarias está condicionada en mayor medida por la existencia de formas de interacción comunicativas, coactivas, o por ambas. En la especie humana, si excluimos las respuestas automáticas, no existe objetivo material o cultural que el hombre pueda satisfacer sin tener en cuenta la existencia de los Otros; en consecuencia, toda necesidad, todo proyecto humano, se manifiesta, o bien como comunicación, o bien como actuación, o de ambas formas. MARTIN SERRANO, Manuel (1982): “Las formas posibles de interacción”, en MARTIN SERRANO, Manuel et al.: Teoría de la Comunicación. I. Epistemología y análisis de la referencia. Madrid: Alberto Corazón (segunda edición, revisada y ampliada; primera edición 1981), pp. 45-64. Recuperado de E-Prints: http://eprints.ucm.es/13103/ 4 energía, la barca no puede dejar de moverse cuando se tira de la cuerda, ni de hacerlo precisamente en la dirección que corresponde a la diagonal del paralelogramo de fuerzas. • Cabe imaginar que la ausencia en este comportamiento de actos expresivos, tal vez, haría más complicado, desordenado o largo el cumplimiento del objetivo, pero nada se opone a que los marineros y el patrón, en una relación heterónoma que consistiese sólo en tirar de la cuerda, acabasen trasladando la barca; incluso el patrón solo, en un comportamiento autónomo, podría alcanzar este objetivo si fuese lo bastante fuerte. Por el contrario, los actos expresivos, sin la existencia de los ejecutivos, por sí solos, serían tan ineficaces como un conjuro para mover la barca de sitio: cabría multiplicar el número de expresiones, por ejemplo, incluyendo los gestos de las manos con los que suele indicarse «tirad» o expresiones tales como «moveos», «ánimo», etc. El logro del objetivo seguiría dependiendo de los actos ejecutivos de tirar de la cuerda. 3.1. Tipología de actos ejecutivos El ejemplo precedente permite proponer una distinción entre los actos ejecutivoss desde el punto de vista del objetivo que persigue el comporta miento: 1) Actos ejecutivos sustituibles por actos expresivos El comportamiento puede tener éxito y alcanzar su fin. Así, cuando ejecuciones orientadas a coordinar el empuje de los marinos —por ejemplo, colocarles a unos detrás de otros—, pueden ser sustituidas por expresiones que alcanzan el mismo resultado. 2) Actos ejecutiuvs no sustituibles por actos expresivos El comportamiento no puede alcanzar su fin. Por ejemplo, si se pretendiese sustituir el empuje aplicado por los marinos a la barca, por la expresión «¡muévete!». En general, cuando el comportamiento incluye como logro un objetivo que implica una modificación de cualquier objeto del ecosistema, como ocurre en este caso («mover la barca»), es necesaria la inclusión de algún acto ejecutivo para alcanzar el resultado que el agente espera. 3.2. Tipología de actos expresivos Un nuevo ejemplo permitirá aclarar una distinción semejante entre los actos expresivos. Sea un comportamiento orientado a enseñar «qué es la educación». Participan el padre, que educa al hijo, y el hijo. El comportamiento del padre puede contener este repertorio de actos: T1 T2 T3 T4 ...Tn Acto expresivo Acto ejecutivo Acto expresivo Acto expresivo ... «Siéntate en la mesa» Guiarle las manos al niño mientras utiliza el cubierto «No lo cojas como un puñal» ¿Sabés que son las «buenas maneras»? ... Tiempo: t1 t2 t3 t4 ...tn MARTIN SERRANO, Manuel (1982): “Las formas posibles de interacción”, en MARTIN SERRANO, Manuel et al.: Teoría de la Comunicación. I. Epistemología y análisis de la referencia. Madrid: Alberto Corazón (segunda edición, revisada y ampliada; primera edición 1981), pp. 45-64. Recuperado de E-Prints: http://eprints.ucm.es/13103/ 7 2.ª Que los actos ejecutivos a los que vienen a sustituir las expresiones comunicativas no sean esenciales para la consumación del objetivo. Con el objeto de ilustrar algunos pasos de la vía de la coactuación a la vía de la comunicación que han resultado viables, recogemos algunos ejemplos que el lector ya conoce: EJEMPLOS DE COACTUACIÓN QUE PUEDEN SER EFICAZMENTE SUSTITUIDOS, EN TODO O EN PARTE, POR EL USO DE EXPRESIONES COMUNICATIVAS: COACTUACIONES COMUNICACIONES Conducir a Alter a un lugar en el que hay alimentos. Ejecutar una «danza» que muestre a Alter la distancia y la dirección en la que se encuentra el alimento. Asegurar la cópula inmovilizando, por medios químicos o mecánicos, al macho o a la hembra. Ejecutar un repertorio de movimientos «de cortejo» que expresen la disponibilidad sexual, para lograr la aproximación del macho o de la hembra. Perseguir a la presa. Imitar los sonidos que emite la propia presa para lograr con el engaño su aproximación. 6. DIFERENCIAS ENTRE COMUNICACION Y COACTUACION 6.1. La interacción comunicativa mediante actos expresivos comparte con la interacción mediante actos ejecutivos un mismo objetivo Tanto a nivel biológico como social, cuando Ego lleva a cabo una comunicación, lo hace para obtener del otro, con el otro, por medio del otro, contra el otro, o apartando al otro, alguna clase de resultado en el que está interesado. La comunicación, precisamente por ser un mecanismo de interacción alternativa a la coactuación, no se distingue de esta última a nivel de sus objetivos, sino a nivel de sus procedimientos. Cuando el ser vivo comunica con otro, le informa a propósito de algo que concierne a Ego, a Alter o a ambos; cuando Ego ejecuta algo sobre otro, los estímulos van encaminados a lograr una reacción para que el otro haga (o deje de hacer) alguna cosa, como respuesta directamente atribuible a la presión del acto ejecutivo sobre el otro. Por ejemplo, si el padre le dice a la madre «el nene está llorando», en esta interacción comunicativa no existe expresamente una referencia a una acción; sin embargo, es posible que el propósito implícito se logre; la madre se levantará de la cama y tomará al niño en brazos para callarle. Alternativamente, los actos de levantarse (el padre), tomar al niño, despertar a la madre y ponérselo en los brazos, sería otra opción que obtendría los mismos resultados aunque la madre pudiese sentirse molesta por este comportamiento expeditivo. 6.2. La interacción comunicativa se diferencia de la interacción mediante actos ejecutivos en los procedimientos que utiliza para alcanzar sus objetivos. A nivel de los procedimientos, la distinción entre coactuación y comunicación se establece por su distinto grado de riesgo. Un ejemplo permitirá comprender la diferencia. MARTIN SERRANO, Manuel (1982): “Las formas posibles de interacción”, en MARTIN SERRANO, Manuel et al.: Teoría de la Comunicación. I. Epistemología y análisis de la referencia. Madrid: Alberto Corazón (segunda edición, revisada y ampliada; primera edición 1981), pp. 45-64. Recuperado de E-Prints: http://eprints.ucm.es/13103/ 8 Sea una madre interesada en lograr que su hijo pequeño beba un jarabe. Para conseguir su propósito, puede optar por dos comportamientos: uno ejecutivo y otro expresivo. Puede actuar tapándole al niño la nariz y obligándole a ingerir el brebaje. Supuesta la prepotencia del primer agente sobre el segundo (como ocurre en este caso), la coactuación no ofrece riesgo alguno de fallo. Alternativamente, la madre a quien repugne el recurso a la fuerza, puede optar por convencer al niño de que debe beberse el jarabe. Recurrirá al argumento razonable, el halago, el soborno, la amenaza, para alcanzar su objetivo. Sin embargo (en tanto que no pase a los hechos, en cuyo caso acaba la relación comunicativa), la madre puede fracasar en su empeño. El niño puede ser demasiado pequeño y no comprender lo que pretende la madre; si la comprende, el niño puede optar entre obedecer o desobedecer a la madre. En términos comunicativos, es libre de tomar en cuenta la información que la madre le proporciona para su propio comportamiento o no tomar en consideración esa información. Generalizando este ejemplo a toda clase de situaciones en las que la comunicación haya sustituido a la coactuación, el riesgo de que la comunicación sea un procedimiento ineficaz para alcanzar los fines de Ego, surge de diversas causas: • Las expresiones que Ego utiliza pueden no ser comprendidas o las señales no ser captadas por el otro Actor al que van destinadas. Así, el hombre no está en condiciones de captar la longitud de onda que poseen los sonidos de aviso con los que ciertos ofidios comunican que se está invadiendo su hábitat, razón por la cual el animal puede pasar de la advertencia comunicativa a la acción agresiva, una vez fracasada la vía comunicativa como procedimiento de interacción para alejar al intruso. En este sentido, la comunicación aparece ya a nivel biológico, como una alternativa a la agresión9. • El Actor con el que se comunica puede captar las señales y comprender las expresiones y, sin embargo, en uso de su libertad, no avenirse a satisfacer las expectativas del otro. Por ejemplo, el animal que realiza una danza de cortejo ha optado por una vía biológica comunicativa para asegurar su reproducción. Este mecanismo ofrece riesgos de fracaso si la potencial pareja no se aviene a la cópula. En cambio, la especie que se reproduce por un método ejecutivo, como puede ser sembrar con los genes del macho el medio ambiente que envuelve a la hembra (la cual resultará fecundada al azar) dispone de un mecanismo en el que el fracaso sólo existe si no existen hembras fecundables10. 7. DIALECTICA ACCION EJECUTIVA–COMUNICACION, EN EL COMPORTAMIENTO 7.1. Secuencias en la combinación de actos ejecutivos con expresiones Hemos afirmado que tanto la coactuación como la comunicación son modos de interacción. Los seres vivos, cuando hacen uso de un modo, no por ello excluyen al otro; por el contrario, la mayor parte de los comportamientos orientados a un único objetivo combinan actos ejecutivos y expresiones comunicativas11. La combinación entre actos expresivos y actos 9 En términos generales, cabe afirmar que las especies dotadas de la posibilidad de expresar sus necesidades a los otros por procedimientos comunicativos (como la especie humana) pasan a la acción de fuerza sólo cuando se derrumba la interacción comunicativa. Esta observación es opuesta a la que mantienen algunos etólogos, empeñados en derivar los comportamientos comunicativos de las pautas de agresión, a mi juicio erróneamente. 10 Se comprende que la ventaja de la vía comunicativa para la reproducción de las especies radica en que permite que la elección de la hembra selecciona mejor los genes que la selección efectuada por el azar. 11 Por otra parte, es posible comunicar a propósito de algo y hacer al mismo tiempo otra cosa que nada tiene que ver con el objeto de referencia de la comunicación. Las señoras que tejen jerseys y charlan al mismo tiempo ilustran esta capacidad. En estos comportamientos se establecen unas relaciones de sincronía, a nivel del ritmo de ejecución y de comunicación, todavía poco estudiadas. (entre los autores que han investigado este tema, Cf. MARTIN SERRANO, Manuel (1982): “Las formas posibles de interacción”, en MARTIN SERRANO, Manuel et al.: Teoría de la Comunicación. I. Epistemología y análisis de la referencia. Madrid: Alberto Corazón (segunda edición, revisada y ampliada; primera edición 1981), pp. 45-64. Recuperado de E-Prints: http://eprints.ucm.es/13103/ 9 ejecutivos para lograr un mismo objetivo puede efectuarse de modo acrónico y de modo sincrónico: a) Se establece una combinación acrónica cuando en la secuencia del comportamiento una (o varias) manifestaciones expresivas siguen a uno o varios actos ejecutivos (o viceversa); pero actos ejecutivos y expresivos no aparecen al mismo tiempo. Así, en muchos juegos de competición física el participante indica al otro que «está preparado», y a partir de esa comunicación ambos pasarán a la ejecución. Por ejemplo, en las carreras de niños están diferenciadas las secuencias «preparados», «listos», «ya». Las combinaciones acrónicas son más bien raras en los comportamientos de los seres vivos. b) Lo habitual es que exista una sincronia entre manifestaciones expresiuas y actos ejecutiuos; es decir, que la comunicación y la coactuación se efectúen al mismo tiempo. 7.2. Funciones de la combinación de actos ejecutivos con expresiones a) Las ejecuciones pueden confirmar la información que las expresiones proporcionan o pueden desmentirla: — Ocurre frecuentemente que algún acto ejecutivo viene a reforzar el valor o el significado de la expresión, o se utiliza para hacerla posible. Así las películas enseñan que las palabras se legitiman en las declaraciones amorosas con el beso. Incluso existen actos ejecutivos que están destinados exclusivamente a crear las condiciones necesarias para la comunicación. Esta clase de actos son muy frecuentes en los rituales; se supone que la ingestión de ciertas drogas (por ejemplo la mescalina entre los mejicanos), la ejecución de ciertas danzas (por ejemplo entre los Nuer) son comportamientos previos a la relación comunicativa con los otros miembros del grupo. Las personas tímidas o inhibidas, en las comunicaciones personales, recurren a mecanismos similares con el mismo objeto. El uso de actos ejecutivos como refuerzo de la comunicación es mucho más frecuente en aquellas especies para las que la comunicación posee un valor por sí mismo, al margen de su función instrumental. Esta inversión del primitivo fin biológico (emplear la expresión para ahorrar el acto ejecutivo; ahora servirse del acto ejecutivo para promover la comunicación), aparece por primera vez en los animales que juegan; y el juego puede ser interpretado, desde la perspectiva que aquí se sugiere, como un aprendizaje de la técnica de la comunicación por medio de la coactuación. — En otras ocasiones el acto ejecutivo niega o contradice la información que ofrece la expresión comunicativa, o se utiliza para excluirla. Por ejemplo, un saludo cortés a nivel de las fórmulas verbales puede estar desmentido por el comportamiento de quien no abandona la tarea en la que estaba ocupado cuando se presentó Alter; la mentira del niño pequeño se denuncia por su comportamiento si sale corriendo. El animal que juega puede expresar corporalmente las posturas de la agresión (por ejemplo, saltar sobre el otro), cuando en realidad se prepara para una falsa huida12; etc. A. Moles: «Microsociología de la vida cotidiana» y «Teoría de los actos».) En estos casos el subsistema de comportamiento al que pertenecen los actos ejecutivos es, en principio, diferente del subsistema en el que intervienen los actos expresivos, por lo cual se trata de un análisis diferente al que ahora se está ofreciendo. 12 Esta contradicción entre la información que el animal ofrece a través de su comportamiento expresivo y ejecutivo, se observa muy bien en el juego de los cánidos. Si se entiende por «mentira» el desacuerdo existente entre lo que el actor expresa y lo que hace, el uso de la mentira no es un privilegio reservado a los hombres, ya fue descubierta por los animales superiores. Esta observación contradice la afirmación de algunos autores, para quienes la capacidad de mentir sería el rasgo específico de la comunicación humana. MARTIN SERRANO, Manuel (1982): “Las formas posibles de interacción”, en MARTIN SERRANO, Manuel et al.: Teoría de la Comunicación. I. Epistemología y análisis de la referencia. Madrid: Alberto Corazón (segunda edición, revisada y ampliada; primera edición 1981), pp. 45-64. Recuperado de E-Prints: http://eprints.ucm.es/13103/
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