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Actos humanos y su moralidad: Libertad, voluntad y conciencia, Resúmenes de Historia

TeologíaÉticaFilosofía

Este documento de la Universidad de Piura, publicado en el curso de Teología y Vida Cristiana, discute sobre la naturaleza moral de los actos humanos. El texto aborda temas como la libertad humana, la intervención de la voluntad y la afectividad en los actos, las alteraciones psíquicas que afectan la moralidad, y la importancia de la conciencia moral. Además, se analiza la autoridad de la conciencia y las fuentes de la moralidad según el Catecismo de la Iglesia Católica y la encíclica Veritatis Splendor.

Qué aprenderás

  • ¿Cómo influye la conciencia en el juicio moral de los actos humanos?
  • ¿Qué papel desempeña la voluntad en los actos morales?
  • ¿Cómo se relaciona la libertad humana con la moralidad de los actos?

Tipo: Resúmenes

2020/2021

Subido el 06/05/2022

joel-g-r
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¡Descarga Actos humanos y su moralidad: Libertad, voluntad y conciencia y más Resúmenes en PDF de Historia solo en Docsity! Teología 2 2021 - II Página 1 de 10 Actos humanos y su moralidad. La conciencia. HUMANIDADES Actos humanos y su moralidad. La conciencia. 1. EL ACTO HUMANO ES LIBRE Y MORAL Acto humano es sinónimo de acción humana. Ésta presupone ser consciente y voluntaria. A la vez que la acción humana es considerada como medio ordinario para alcanzar un fin propuesto. Es decir, a través de nuestras acciones obtemos aquello que buscamos o mediante ellas incidimos en la realidad del modo que consideramos conveniente. El que las acciones humanas sean conscientes y voluntarias nos lleva a hablar de acciones libres, puesto que, en principio, actuamos sabiendo y queriendo lo que hacemos. Como hemos visto en la unidad pasada, el ejercicio de la libertad presupone ausencia de cualquier presión externa (coacción) o interna (psicológica) al acto humano. Los actos realizados en libertad son valorados moralmente y exigen también la responsabilidad del sujeto que ejecuta el acto para reconocer la autoría de dicho acto y las consecuencias producidas. La moralidad de un acto, en líneas generales, dependerá de la conformidad o disconformidad con la dignidad de las personas, con la ley moral natural y el fin último. Estos tres elementos se enmarcan dentro la condición de criatura que posee el hombre y, más aún, en su condición de hijo de Dios por el bautismo. Sabemos, por experiencia, que actuamos por diversos motivos o razones que nos mueven a la acción. Pero, proponemos considerar que nuestras acciones se realizan por alguna razón o motivo, pero dentro del marco de una relación o de un conjunto de relaciones que nos sirven de orientación de lo que debemos hacer y de lo que no. Concluimos, pues que la moralidad de los actos humanos se caracteriza por los elementos de racionalidad, libertad y relacionalidad. Notas de clases Universidad de Piura Teología y Vida Cristiana Página 2 de 10 Actos humanos y su moralidad. La conciencia. LA ADVERTENCIA CONSCIENTE DEL ENTENDIMIENTO Aquí nos referimos a la función de nuestra inteligencia con miras a la regulación de la conducta humana. Tal uso de la inteligencia recibe el nombre de razón o entendimiento práctico, pues sus juicios están orientados a realizar, en la práctica, lo que se conoce1. Para que podamos hablar de acto moral, éste tiene que ser realizado con conocimiento, pero no sólo con conocimiento formal del fin que se busca, sino también con advertencia o conocimiento de las implicaciones morales del acto. Éste último es un conocimiento directivo y normativo2. Cabe hablar de distintas clases de advertencia: actual / habitual; plena / semiplena; distinta / genérica. Para obrar moralmente, es suficiente que haya —al menos— advertencia habitual. A su vez, distinguir la plenitud o semiplenitud de la advertencia es una ayuda para aclarar la conciencia respecto al consentimiento y la ejecución de un acto que pueda suponer pecado para quien lo realiza3. LA INTERVENCIÓN DE LA VOLUNTAD La voluntariedad, es decir, “el tender consciente y deliberadamente hacia el fin, es un elemento constitutivo esencial del acto moral” 4. Esto se explica también porque si la persona que actúa no es la causa de su acto, tal acción no es voluntaria (ibid.). Más aún, la voluntariedad es lo que determina el objeto moral de las acciones, pues responde a qué es lo que moralmente quiere el agente5. Se llama “consentimiento” a la intervención de la voluntad en promover el acto humano, y no sólo a la simple aceptación. Es el nombre que designa el acto propio de la voluntad en la acción. Ese acto es complejo, pues involucra tanto la intención de querer el fin —previo consejo de la inteligencia— como la elección de los medios. Con la intención y la elección queda completo el acto elícito de la voluntad. 1 Cf. SARMIENTO, A., MOLINA, E. Y TRIGO, T. Teología Moral Fundamental, Pamplona: Eunsa, 2013, 208. 2 Cf. SARMIENTO, A., MOLINA, E. Y TRIGO, T. Teología Moral Fundamental, 209. 3 Cf. Ibid., 209-210. 4 Cf. Ibid., 211. 5 En la voluntad, hay distinción entre actos elícitos y actos imperados; según sean causados por la voluntad de una manera o de otra. Se habla de un acto elícito cuando son producidos por la voluntad de modo inmediato, como amar, odiar, desear, etc. En cambio, los actos imperados son aquellos mandados por ella para que los realice otra facultad distinta de la voluntad; cf. SARMIENTO, A., MOLINA, E. Y TRIGO, T. Teología Moral Fundamental, 209, 211. Los actos voluntarios pueden ser también considerados directos o indirectos. En el primer caso se busca realizar la acción por sí misma o como medio. El acto voluntario indirecto, que también es llamado “voluntario in causa”, no se quiere por sí mismo ni como fin ni como medio, pero es consecuencia de un acto previo realizado voluntariamente. No obstante, el acto voluntario indirecto es imputable a la persona que lo realiza porque debió ser advertida previamente, al menos de modo confuso o genérico, y se haya podido evitar, y se tenga el deber de impedir o de no haber causado el acto; ibid., 212. Universidad de Piura Teología y Vida Cristiana Página 5 de 10 Actos humanos y su moralidad. La conciencia. “--- La capacidad de conocer el valor moral de los actos que realiza (la autoconciencia que la persona tiene a la vez de la bondad o maldad de sí misma y de lo que hace = conciencia moral). En este último sentido ―el que se considera aquí― se habla también de la conciencia en dos acepciones, según la terminología clásica: en sentido amplio (conciencia habitual16) y en sentido estricto (conciencia actual17)”18. Para referirse a la conciencia como juicio, presentan lo siguiente: “a) La conciencia moral es el juicio de la razón práctica sobre la bondad o maldad de las acciones singulares y concretas a la luz de los principios de la ley moral natural”19. “b) La persona formula ese juicio a la luz de la ley moral natural. El juicio de la conciencia es personalísimo: en ese dictamen, que tiene lugar en el interior del corazón o «sagrario del hombre», nadie lo puede sustituir. Ello, sin embargo, no quiere decir que la verdad moral sea una creación de la libertad humana” 20. “c) El juicio de la conciencia es el resultado del encuentro entre la ley moral y la libertad, en el interior del corazón de la persona” 21. Presentan como propiedades de la conciencia: --- “a) se da siempre en todo acto libre; --- b) no obliga por sí mismo; --- c) puede ser erróneo o equivocado; --- d) ha de conformarse libremente con la verdad” 22. Toda persona, sea o no cristiana, por poseer la luz de la razón práctica puede realizar el juicio de conciencia partiendo de la ayuda de un hábito denominado sindéresis; el cual es entendido como una disposición natural e innata, reflejo de la Sabiduría y de la Bondad de Dios23. Además de esa luz que ofrece la sindéresis, para realizar el juicio de conciencia se 16 Destacan que “con la expresión «conciencia habitual» se alude al hábito de los primeros principios, gracias al cual conocemos ley moral natural, y también a la connaturalidad para el bien, propia de la vida virtuosa, etc. Se suele describir como «la sabiduría moral de la persona»” (p. 446). 17 Mientras que, para esa expresión, «conciencia actual» la reservan “para designar el acto de la razón práctica que dictamina sobre la moralidad de las acciones concretas de la persona. Es el dictamen o juicio de la conciencia.” (p. 446). 18 Cf. SARMIENTO, A., MOLINA, E. Y TRIGO, T. Teología Moral Fundamental, 445. 19 Cf. Ibid., 460. 20 Cf. Ibid. 21 Cf. Ibid., 461. 22 Cf. Ibid. 23 Cf. Ibid., 464. Universidad de Piura Teología y Vida Cristiana Página 6 de 10 Actos humanos y su moralidad. La conciencia. necesita también de la ciencia moral —el cual es entendido como el conocimiento de las normas o preceptos que explicitan y completan las verdades morales fundamentales señaladas por la sindéresis—24. Para que el juicio moral sea verdadero se requiere también el ejercicio de las virtudes, que nos hacen conocer el bien por connaturalidad25. En especial se precisa de la virtud de la prudencia26. LA AUTORIDAD DE LA CONCIENCIA La conciencia es, para el sujeto que actúa, la norma próxima y subjetiva de la moralidad porque “la conformidad con la propia conciencia es el criterio primero e inmediato que la persona debe observar en el obrar moral” 27. Por ser esto así, “obliga a obrar aquí y ahora en una determinada dirección y sentido, pero lo hace solo con una autoridad relativa —pues puede ser errónea—; no es una norma autónoma ni exclusiva de la moralidad” 28. Sostener que la conciencia es norma «normada» de la moralidad, quiere decir que, si bien vincula a la persona de un modo determinado, “pero no lo hace por sí misma, sino en virtud de la relación que guarda con la Ley (Ley moral natural) y de la que ésta tiene con la verdad”29. En definitiva, porque la conciencia “no se presenta con una autoridad que proviene de ella misma, sino de la ley moral, la voz de Dios que resuena en su interior30. 3. LAS FUENTES (ELEMENTOS) DE LA MORALIDAD EN EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA Concepto de acto humano: una vez más El número 1749 de este documento define los actos humanos como aquellos que, tras un juicio de conciencia, son realizados voluntaria y libremente. El punto de partida es la libertad humana, en virtud de la cual convierte al hombre en un sujeto moral; que es lo mismo decir 24 Cf. Ibid., 465. 25 Cf. Ibid. 26 Cf. Ibid., 466. 27 Cf. Ibid., 469-470. 28 Cf. Ibid., 470. 29 Cf. Ibid. 30 Cf. Ibid. Universidad de Piura Teología y Vida Cristiana Página 7 de 10 Actos humanos y su moralidad. La conciencia. que tales actos son moralmente calificables de buenos o de malos. Las fuentes de la moralidad Más adelante, en el número 1750, presenta como fuentes de la moralidad de los actos humanos al objeto, la intención y las circunstancias. Éstos son los elementos constitutivos de la moralidad. De la conformidad de estos elementos con respect a la ley moral natural depende que un acto sea calificado de bueno o de malo. • El primer elemento, abordado en el número 1751, trata de un objeto elegido, el cual es que es un bien al que tiende deliberadamente la voluntad de quien actúa. Dicho objeto constituye, por así decir, en la materia de un acto humano, y es lo que especifica moralmente el acto del querer, según el reconocimiento y el juicio de la razón. De ahí, la importancia de las reglas objetivas de la moralidad, que enuncian el orden racional del bien y del mal, atestiguado por la conciencia. • Acerca de la intención, que apunta a un fin, nos habla el número 1752 del Catecismo. Dicha intención se sitúa, más bien, del lado del sujeto que actúa, y es un elemento esencial en la calificación moral de la acción. El fin designa el objetivo buscado con la acción realizada o por realizar. La intención, mientras tanto, es un movimiento de la voluntad hacia un fin; que mira el término del obrar, pues apunta al bien esperado de una acción emprendida. En ese sentido, ese bien esperado sería, pues, el fin del sujeto de la acción. El número 1753 nos recuerda que una intención buena no hace ni bueno ni justo un comportamiento en sí mismo desordenado: el fin no justifica los medios. Nos señala que, por el contrario, una intención mala sobreañadida convierte en malo un acto que, de suyo, puede ser bueno. • En relación a las circunstancias, el número 1754, sostiene que en ellas están también comprendidas las consecuencias. Estas circunstancias son elementos secundarios de un acto moral, y tan solo contribuyen a agravar o disminuir la bondad o malicia moral de los actos humanos; pues pueden atenuar o aumentar la responsabilidad del que obra. No pueden, de suyo, modificar la calidad moral de los actos. Los números 1755 y 1756, enlazan los elementos anteriores para definir qué actos son buenos y cuáles no. Así, los actos moralmente buenos son los que suponen a la vez la bondad del objeto, de la intención y de las circunstancias. Y que para que un acto humano deje de ser bueno, basta con que el objeto de la elección vicie el conjunto de todo el acto por comportar un desorden de la voluntad. Es erróneo, por tanto, juzgar la moralidad de los actos humanos considerando solo la intención que los inspira o las circunstancias que son su marco; ya que hay actos que, de por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias y de las intenciones, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto (se trata de los actos intrísecamente malos). No está permitido, pues, hacer el mal para obtener un bien.
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