derecho y poder I, resumen parcial, Resúmenes de Teoría del Derecho

¡Descarga derecho y poder I, resumen parcial y más Resúmenes en PDF de Teoría del Derecho solo en Docsity! III. Derecho y poder PLANTILLA 1. La definición del poder La diferenciación de las normas jurídicas de otras normas que regulan la vida humana en sociedad nos ha terminado conduciendo a hablar de autoridades y sanciones que conllevan el uso de la fuerza, el poder de usar la fuerza, ya que el derecho es una realidad política y que su conocimiento y comprensión exige una mínima atención a sus relaciones con el poder. Entre ambas realidades se dan relaciones muy estrechas. Por una parte, parece fuera de duda que quien crea y pone en vigor las normas del derecho está ejerciendo un cierto poder. Al menos en cierta medida, legislar es mandar lo que también quiere decir que tiene poder. La noción de poder es vaga. Para superar esta oscuridad la teoría jurídica se vale de la conocida distinción de entre poder, influencia y autoridad (Laswell y Kaplan). -La influencia lo hace, bien utilizando un predominio de origen afectivo, social o de otra especie del influyente sobre el influenciado. -En cuanto a la autoridad, es algo que se da cuando se sigue a otro o el criterio de otro por el crédito que este ofrece en virtud de poseer en grado eminente y demostrado cualidades excepcionales de orden espiritual, moral o intelectual. -El poder es la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad, dicho esto “las normas jurídicas pretenden imponerse sobre sus destinatarios”. Como el poder que se ejerce a través del Derecho no pretende tanto influir como imponer normas a sus destinatarios, se comprende entonces que sea con el poder político, sobre todo cuando se institucionaliza en el Estado, con el que más estrechamente se vincule al derecho. 2. El poder político como presupuesto del Derecho tratamos de determinar si y en qué medida el derecho es simplemente la expresión de los que tienen el poder o, por el contrario, es una realidad más o menos independiente de éste. Podemos distinguir dos formas de articular esta relación. 1. La identificación del derecho con el poder (realismo jurídico-político). El derecho sería lo que puede imponerse como tal, es una expresión más del poder político, un mero factum político. Entre las más conocidas versiones de este realismo jurídico-político se encuentran algunos textos de los sofistas,que dice «es verdadero y justo lo que agrada al más fuerte» (Gorgias, sofista). Ya en la Modernidad, Hobbes justificará su defensa de una concepción imperativista de las leyes con la famosa proclama «Auctoritas, non veritas, facit legem». Con esta afirmación marca la senda que luego seguirá el positivismo jurídico decimonónico. 2. La supremacía del derecho sobre el poder. El empeño por evitar la reducción del derecho al poder está presente en toda la tradición iusnaturalista que, sin negar que el papel del poder y las instituciones en el Derecho, rechaza que este sea únicamente expresión de la voluntad estatal. Con anterioridad al nacimiento del Estado Moderno, el Derecho era de carácter consuetudinario/costumbrista y, en menor medida, doctrinario y jurisprudencial. Dichas fuentes se caracterizaban por su pluralismo dando lugar a un marco normativo heterogéneo y fragmentario. En el primer nivel, el derecho se origina también en organizaciones internacionales,, con un elevado grado de juridificación y/o institucionalización(ejemplo de la mafia), que aprueban normas vinculantes en ámbitos que hasta hace poco estaban bajo la soberanía exclusiva de los Estados. Por otra parte, se ha producido un proceso de codificación por parte de organismos internacionales en materias como el derecho comercial o mercantil, a la vez que desarrollado una autentica costumbre internacional. 31 Derecho, Poder y Sociedad 3. El poder como objeto del derecho. De la lógica del poder al Estado de Derecho El poder político no puede presentarse a la larga como pura fuerza. Como dijo Tayllerand a Napoleón, «con las bayonetas puede hacerse cualquier cosa, menos sentarse sobre ellas». De ahí que los detentadores del poder hayan manifestado siempre una tendencia a mostrarse, ante quienes reclaman obediencia, como algo más o algo distinto de la mera imposición coactiva de una voluntad. El hombre ha tratado constantemente de eludir, de neutralizar o sublimar el hecho radical y terrible de estar sometido a otro hombre. Como el poder implica una relación de mando y obediencia, y ha de ejercerse por el hombre, resulta, entonces, que hay que dar a ese hecho un sentido o una forma que lo transfigure, hasta hacerle perder su carácter de dominación infrahumana (García Pelayo). Todo poder que aspire a estabilizarse debe contar, además de con la fuerza, con un conjunto de creencias que justifiquen su existencia y funcionamiento. De ahí que Weber señale que el poder, esto es, la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una relación social haya buscado siempre transformarse en dominación, es decir, en la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato. El poder se convierte en dominación cuando logra legitimarse, esto es, cuando sus mandatos hacen referencia a algún valor o creencia comúnmente aceptado y que forma parte del consenso del grupo. Esta legitimidad puede descansar bien en las cualidades excepcionales que se atribuyen a una persona (dominación carismática), bien en la que creencia en la validez de lo que siempre existió (dominación tradicional) o en la creencia en la legalidad (dominación legal). Sobre todo, a partir de la modernidad, la transformación del poder en dominio legítimo viene descansando, en mayor o menor medida, en la idea de que es un poder que se expresa a través del derecho, que manda por medio de normas jurídicas. No hay duda de que la actuación del poder a través del derecho en sociedades con un cierto tamaño responde a la necesidad de lograr ejercer un control social eficaz. Para que los mandatos del poder puedan ser obedecidos, es necesario que éste mande a través de normas jurídicas públicas, claras, generales y estables y no mediante decisiones que, o cambian continuamente, o se mantienen en secreto, o no son inteligibles para los ciudadanos. Aunque sea cierto, pues, que el primer motivo que impulse al poder a actuar por medio del Derecho sea muchas veces prudencial, esto es, autointeresado, todo poder que crea derecho y actúa según derecho ha entrado en un cierto ámbito de racionalidad que, con frecuencia, termina también moralizándolo. La sola formulación normativa del Derecho, con independencia de los contenidos exigidos a través de este, su