¡Descarga DESIGUALDAD ENTRE LOS HOMBRES y más Apuntes en PDF de Filosofía moderna solo en Docsity! LA DESIGUALDAD ENTRE LOS HOMBRES la naturaleza ha hecho a todos los hombres iguales, ellos mismo se han convertido en la causa de su propia desigualdad. Para determinar el origen de esta desigualdad, Rousseau se remonta al conocimiento de la propia naturaleza para establecer qué es lo que ha cambiado respecto de su estado primitivo. En el Estado natural ningún hombre tenía vicios ni virtudes, pues su único interés era el de la conservación. Así, pues, por el Estado natural todos somos buenos, pero por el Estado social los hombres son malos. Parece ser que el origen de la desigualdad social reside en el derecho de propiedad, puesto que los primeros que comenzaron a tomar las cosas con carácter exclusivo, fueron los que dieron origen a una sociedad civil desigual. La sociedad y las leyes que garantizan la propiedad privada, consolidaron el progreso de los conflictos sociales, es decir de la desigualdad. Así, pues, se ha probado que el Estado de desigualdad de los hombres ha tenido su origen en la sociedad civil. El hombre que creía encontrar mediante el pacto social, la vía libre hacia su libertad, lo único que encontró fue el sometimiento y, por lo tanto, la esclavitud. Así que para destruir este orden injusto se hace indispensable romper los lazos de una sociedad opresora y llevar al hombre nuevamente a su estado primitivo. Rousseau, en el fondo, lo que quiere es acabar con la injusticia tratando de allanar las diferencias entre una y otra clase. Pero es posible que no piense en la instauración de un orden social distinto. Respecto de la educación asegura que el hombre en sus primeros tiempos carecía de todo acto de perversión, de vicio, pero su naturaleza buena se convirtió en naturaleza mala, por lo cual se hace necesario el proceso educativo. Esta nueva educación ha de comenzar por los propios padres, que deben procurar a su hijo un tipo de formación independiente de la estructura social, despertándole sensaciones e ideas sin sacarlo de su propia naturaleza. Para esto se requiere alejarse de la sociedad, dejar todos sus miembros libres, permitiéndoles un crecimiento adecuado. Una reflexión que nos deja esto es que el hombre salvaje y el hombre civilizado difieren de tal modo por el corazón y por las inclinaciones, que aquello que constituye la felicidad suprema de uno reduciría al otro a la desesperación. El primero sólo disfruta del reposo y de la libertad, sólo pretende vivir y permanecer ocioso, y la ataraxia misma del estoico no se aproxima a su profunda indiferencia por todo lo demás. El ciudadano, por el contrario, siempre activo, suda, se agita, se atormenta incesantemente buscando ocupaciones todavía más laboriosas; trabaja hasta la muerte, y aun corre a ella para poder vivir, o renuncia a la vida para adquirir la inmortalidad. hay una especie de hombres que tienen en mucha estima las miradas del resto del mundo, que saben ser felices y estar contentos de sí mismos guiándose más por la opinión ajena que por la propia. Tal es, en efecto, la verdadera causa de todas las diferencias; el salvaje vive en sí mismo; el hombre sociable,
