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Diosas tejedoras en la mitología griega: Atenea, Ariadna y las Moiras, Resúmenes de Literatura Griega

Este artículo analiza las figuras mitológicas de las moiras, atenea y ariadna, todas ellas divinidades griegas simbólicamente vinculadas a tareas relacionadas con el hilado y el tejido. El estudio aborda la complejidad simbólica que rodea a estas diosas, explorando su relación con el empoderamiento femenino y la construcción de la identidad. Se analizan los paradigmas de empoderamiento femenino que se encuentran en la mitología griega, como la figura de atenea, diosa de la sabiduría, de la guerra y del telar, y la de ariadna, cuyo nombre significa etimológicamente ‘la de gran pureza’, alude asimismo al alma que se va purificando a medida que desenrosca el hilo dorado que sirve de guía por el interior del laberinto, en el camino hacia el conocimiento.

Tipo: Resúmenes

2020/2021

Subido el 11/03/2024

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¡Descarga Diosas tejedoras en la mitología griega: Atenea, Ariadna y las Moiras y más Resúmenes en PDF de Literatura Griega solo en Docsity! Feminismo/s 20, diciembre 2012, pp. 107-125 EL HILO DE LA VIDA. DIOSAS TEJEDORAS EN LA MITOLOGÍA GRIEGA olaya Fernández Guerrero Universidad Nacional de Educación a Distancia (La Rioja) Recibido: 26/6/2012 Aceptado 08/10/2012 Resumen Este artículo analiza las figuras mitológicas de las Moiras, Atenea y Ariadna, todas ellas divinidades griegas simbólicamente vinculadas a tareas relacionadas con el hila- do y el tejido. A partir de ahí, el texto construye una interpretación de estos personajes femeninos en términos de empoderamiento, pues la relectura de estas figuras permite dialogar con la tradición para hallar en ella nuevos elementos que pueden contribuir al avance del feminismo. Las Moiras, encargadas de tejer el hilo por el que se rige el destino humano, representan la invisibilidad del trabajo femenino. Atenea simboliza la sabiduría teórica y práctica, e inspira además la reivindicación del reconocimiento del valor femenino. Finalmente, Ariadna ofrece una visión realista del camino hacia el autoconocimiento y de las dificultades que pueden surgir a lo largo de él. palabras clave: Atenea, Ariadna, diosas, empoderamiento, mitología, Moiras Abstract This paper analyzes the mythological characters of the Moires, Athena and Ariadne, all of them Greek goddesses symbolically linked to tasks related to spinning and weaving. From there, the article proposes an interpretation of those feminine figures in terms of empowerment, as rereading these characters enables a dialogue with tradition to find in it new elements which can contribute to the development of feminism. The Moires, in charge of weaving the threa dwhich rules human destiny, represent the invisibility of women’s work. Athena symbolizes theoretic and practical wisdom, and she inspires a vindication of acknowledgment of female value. Lastly, Ariadne entails a realistic vision of the road to self-knowledge and the difficulties that might arise along it. Keywords: Athena, Ariadne, empowerment, goddesses, Moires, Mythology. Feminismo/s 20, diciembre 2012, pp. 107-125 El hilo de la vida. Diosas tejedoras en la mitología griega 111 Lo que el mito quiere decirnos «es ya un drama en sí mismo»9, pues en lo mítico tienen cabida lo contradictorio, lo trágico, lo caótico y, en general, todos los contenidos que se han quedado fuera del discurso racional. En el relato mítico incipit tragedia, como muy bien entendió Nietzsche, y esa com- ponente trágica transita por todos los mitos griegos, aunque aquí haremos hincapié en los protagonizados por personajes femeninos. Por ejemplo, pen- semos en Antígona (a quien su propio suegro condenó a ser enterrada viva), Medusa (decapitada por Perseo) o Perséfone (secuestrada y casada a la fuerza con Hades, dios de los infiernos); es evidente el trato violento y agresivo que estas figuras femeninas reciben por parte de los hombres. Pero además de poner de relieve y denunciar ese papel de víctimas, claramente atribuible a estos y a muchos otros personajes femeninos de la mitología griega, puede plantearse una lectura complementaria y alternativa de estos mitos en clave feminista, buscando en esas figuras elementos de aprendizaje que ayuden a comprender la condición femenina y que proporcionen un punto de apoyo desde el que articular modelos de empoderamiento inspirados en la propia tradición occidental. Las diosas griegas son una fuente de significado inago- table, y su amplia presencia en la cultura supone una invitación constante a situarnos en otros ángulos desde los que reinterpretar críticamente la tradi- ción, reivindicarla y reapropiarnos de ella y, en definitiva, intentar entender y descifrar lo aún no dicho sobre estas divinidades cargadas de simbolismo. Para comenzar a devanar el ovillo de las diosas griegas, tomamos un hilo conductor en sentido literal, ya que en diversos relatos de la mitología se esta- blece un estrecho vínculo entre figuras femeninas y labores de tejido e hilado, o de manejo de los hilos en general (y manejar los hilos… ¿no es acaso me- táfora de poder?). Es por ello que vamos a revisar aquí, a través de tres mitos protagonizados por deidades femeninas, las conexiones entre la feminidad y las tareas de hilar y tejer, así como distintas visiones del poder femenino que se entrelazan con estas figuras mitológicas. Nos referiremos también a las concepciones de la temporalidad que surgen a partir de la aproximación simbólica a esas diosas griegas puesto que, además de ser labores típicamente femeninas, «tejer e hilar son metáforas del devenir del tiempo, del desarrollo de acontecimientos»10. Esa interpretación del hilo en clave de temporalidad se verá de modo claro en el análisis de las Moiras, las tres hilanderas mitológicas encargadas de urdir los destinos humanos, que abre este estudio. La segunda figura de la que nos 9. Ibíd., p. 323. 10. dunn Mascetti, Manuela. Diosas: la canción de Eva. Barcelona, Robinbook, 1992, p. 76. Feminismo/s 20, diciembre 2012, pp. 107-125 112 Olaya Fernández Guerrero ocupamos es Atenea, diosa de la sabiduría, de la guerra y del telar, y uno de los paradigmas de empoderamiento femenino más significativos que podemos hallar en la mitología griega. Además, el relato sobre la disputa entre Atenea y Aracne a propósito de un tapiz dará pie a hablar de distintos aspectos relativos al poder y la visibilidad femenina. Este trabajo se cierra con un apartado dedi- cado a Ariadna, propietaria de un largo ovillo mágico que permite encontrar el camino para entrar y salir del laberinto del minotauro. El análisis de estos tres referentes mitológicos servirá como punto de partida y como nexo para reflexionar sobre distintos aspectos de las vidas de las mujeres y sobre los elementos de empoderamiento que éstas tienen a su alcance. 2. Las Moiras, tejedoras del destino Desde la perspectiva del tiempo, la existencia humana se caracteriza por dos notas fundamentales: la sujeción al dinamismo y al cambio irreversible (so- mos seres en devenir), y la precariedad originaria que se deriva de nuestra condición de seres finitos (somos seres mortales). Para una aproximación a esa temporalidad es crucial la noción de ‘recorrido’, referida a ese intervalo entre el nacimiento y la muerte que es el tiempo de la vida concreta por el que nos deslizamos sin saber de cuánto tiempo disponemos pero con la certeza de que ese tiempo es limitado. En la mitología griega, esta dimensión lineal e irreversible de cada vida humana en concreto está simbolizada por las tres Moiras, también denominadas Parcas en la tradición romana, que aluden al tiempo acotado y finito propio de los humanos y que se contraponen a Cro- nos, dios que encarna el tiempo cíclico de la naturaleza por el que se rige el orden cósmico. Escribe Hesíodo al inicio de su Teogonía11 que la Noche parió, sin acos- tarse con nadie, a las Moiras, ‘vengadoras implacables’: a Cloto, a Láquesis y a Átropo. En otro pasaje posterior de la misma obra, el autor incurre en una contradicción al afirmar que Zeus se unió a Temis y que fue ésta quien parió a las Moiras12. Según el mito, estas hermanas son tres viejas hilanderas que se encargan de trazar la urdimbre de la existencia humana. Cada vida en parti- cular es representada por una hebra de lino que sale de la rueca de Cloto, es medida por la vara de Láquesis y sufre el corte de las tijeras de Átropo cuando llega la hora de la muerte. Esta última Moira «es la más menuda de tamaño, 11. hesíodo. Obras y fragmentos. Teogonía. Trabajos y días. Escudo. Fragmentos. Certamen. Madrid, Gredos, 1978, p. 80. 12. hesíodo. Op. cit., p. 109. Feminismo/s 20, diciembre 2012, pp. 107-125 El hilo de la vida. Diosas tejedoras en la mitología griega 113 pero a la vez la más terrible»13. Átropo representa el momento de morir, un breve lapso de tiempo dentro de la totalidad de la vida –y por eso esta Moira es ‘la más menuda de las hermanas’– pero el que más angustia produce porque su llegada supone la cancelación definitiva del fluir del hilo de la vida. Según la primera versión del mito recogida por Hesíodo, las Moiras son hijas de la Noche. Estas hilanderas trabajan en la oscuridad y ocultas a las miradas ajenas, en un espacio inaccesible a los humanos, en ese no-lugar y no-tiempo propios de los mitos. Precisamente esa ubicación en el abismo del no-tiempo −ese tiempo ontológicamente anterior al tiempo– posibilita que las Moiras tengan entre sus manos, literalmente, el poder de decidir sobre el tiempo humano y de acotar cada existencia individual. Asimismo, este mito refleja que el trabajo típicamente femenino de tejer, y el poder que se deriva de esa labor, permanece condenado a la invisibilidad, es una tarea realizada ocultamente: las Moiras, en tanto que hijas de la Noche, permanecen reclui- das en el ámbito invisible al que pertenece todo aquello que no tiene recono- cimiento en el orden masculino, que es ilegítimo y clandestino porque forma parte de una genealogía exclusivamente femenina. A cambio de ese poder sobre las vidas humanas, las Moiras pagan un alto precio: ellas están obligadas a tejer los hilos de los destinos de otros pero nun- ca tejerán el suyo propio, y aquí reside su drama: no son ni podrán ser nunca hacedoras de su propio destino. Este mito indica de modo metafórico que la trama de lo cotidiano −representada por el hilo de la existencia que tejen las Moiras– que las mujeres confeccionan en el espacio doméstico (el espacio invisible por excelencia) tiene una influencia determinante sobre los seres humanos, pero la importancia de esa labor no es reconocida porque se desa- rrolla de modo oculto14. Las Moiras nos recuerdan que el trabajo femenino, en un sentido simbólico, ha consistido tradicionalmente en entretejer las vidas y darles trabazón, garantizando con su callada y constante labor doméstica la base de bienestar material imprescindible para subsistir y sostener la vida. Otra versión del mito afirma que las Moiras son hijas de Zeus (la inteli- gencia) y de Temis (la justicia), y desde esa perspectiva encarnan la organi- zación del tiempo vital que Zeus establece para los humanos. En esta segun- da interpretación, las Moiras ocupan igualmente un papel subordinado, ya que están sometidas al orden visible encarnado por la ley del Padre-Zeus; en 13. GraVes, Robert. Los mitos griegos. Barcelona, Círculo de Lectores, 2004, p. 49. 14. Para una reflexión más detallada sobre el poder femenino en el espacio doméstico y las limitaciones que afectan a ese poder, cf. Fernández Guerrero, Olaya. Eva en el laberinto. Una reflexión sobre el cuerpo femenino. Málaga, Universidad de Málaga, 2012, pp. 179-184. Feminismo/s 20, diciembre 2012, pp. 107-125 116 Olaya Fernández Guerrero el conocimiento y la inteligencia (encarnados por la figura de Atenea) sólo pueden ser concebidos por una mente masculina. Estas dos interpretaciones más inmediatas muestran a una Atenea sometida a la ley del padre y sujeta al orden masculino, pero también es posible ir más allá de esa primera lectura y acometer una resignificación de esta figura mitológica en términos de empo- deramiento; esa ‘segunda navegación’, como diría Platón, surge precisamente a partir de la conexión entre la combatividad, la sabiduría y la capacidad de tejer, tres elementos simbólicos que confluyen en Atenea. El relato mitológi- co atestigua que esta diosa «Tuvo su comienzo, como todos nosotros, en el interior de su madre, pero vivió el tiempo intermedio, antes de convertirse en mujer, en el interior de su padre, como todos nosotros, que pasamos esos mismos años de nuestra vida en el mundo definido patriarcalmente»20. Desde este enfoque la salida de Atenea de la cabeza del padre adoptando una actitud combativa, y la identificación de esta diosa con la labor femeni- na de tejer, puede entenderse como un acto de reivindicación pública (per- fectamente visible y audible, porque Atenea nace vestida con una armadura brillante y gritando) de un espacio de poder articulado desde el punto de vista femenino, y que se plasma en esa capacidad de diseñar tramas y darles forma, y de aplicar el conocimiento en sentido práctico. Esta diosa representa el vértice intelectual de la mujer; encarna «lo femenino no compartido con los varones»21 y que, sin embargo, puede y deber ser legítimamente reclama- do ante ellos y ante nosotras. El yo de Atenea es esencialmente «un yo con mujeres»22, de tal modo que esta diosa se convierte en referente de sororidad para todo el movimiento feminista: en su historia está contenida una reivindi- cación del valor que las propias mujeres necesitan otorgar a su feminidad y a su diferencia sexual, de tal manera que el reconocimiento de la valía femenina contribuya a afianzar la confianza de las mujeres en sí mismas y a reforzar sus peticiones de acceso al poder público, visible e institucionalizado. Atenea es la diosa virgen, patrona de las hilanderas, tejedoras y bordado- ras, es decir, de «la mujer que se queda en casa tejiendo entre mujeres, sin conocer varón, y preserva así su virginidad»23. Pero no se deja reducir a esa clandestinidad del trabajo doméstico (como sí sucede con las Moiras, como ya esta figura en el siguiente epígrafe de este estudio, dedicado a analizar el personaje de Ariadna, esposa de Dionisos. 20. downinG, Christine. Op. cit., p. 137. 21. Goñi zubieta, Carlos. Op. cit., p. 75. 22. downinG, Christine. Op. cit., p. 132. 23. Goñi zubieta, Carlos. Op. cit., p. 105. Recordemos que el ‘Partenón’, el templo de la Acrópolis ateniense dedicado a esta diosa, significa en griego ‘residencia de las vírgenes’. Feminismo/s 20, diciembre 2012, pp. 107-125 El hilo de la vida. Diosas tejedoras en la mitología griega 117 se ha visto), sino que Atenea se rebela contra la invisibilidad a la que el pen- samiento masculino-Zeus quiere someterla. Es la diosa que brota hacia arriba y pugna por salir a la luz, que busca la apertura de lo femenino y que además, en un acto de generosidad y desbordamiento, arroja su luz también sobre las tinieblas que ocultan las cosas, ya que Atenea representa el conocimiento y la clarividencia que permiten entender el mundo, captarlo y comprenderlo en su creciente complejidad. Ella no se limita a estar recluida en el ámbito domésti- co sino que transita por los mundos interior y exterior, su vocación y reivin- dicación es ser partícipe por igual de ambos espacios, y por todo ello la diosa Atenea es un referente simbólico de poder muy valioso para el feminismo. Asimismo, el hecho de que esta deidad sea patrona del tejer nos recuerda «la necesidad que tenemos de deshilar las historias tal como fueron conta- das previamente, y volver a tejer otra»24; su ejemplo nos incita a deconstruir los discursos estereotipados sobre lo femenino y a reapropiarnos críticamente de las palabras que nos designan, a tejer de nuevo la historia desde otros puntos de vista sirviéndonos para ello de las capacidades femeninas que Ate- nea reafirma, y a tomar consciencia de que «la exclusión de un imaginario femenino pone a la mujer en posición de experimentarse a sí misma sólo fragmentariamente»25. Atenea, la de los ojos de lechuza siempre bien abiertos para no perder detalle de lo que acontece en el mundo, y tan hábil con la es- pada como con la aguja, muestra que el conocimiento es algo que se entreteje, que se va construyendo y que gana complejidad y riqueza de matices a medida que insertamos nuevos elementos, que enlazamos y anudamos nuevos hilos a la urdimbre que ya teníamos. La sabiduría se adquiere paulatinamente, surge de un proceso que requiere habilidad, paciencia y constancia, y sobre todo tiempo… tiempo continuamente urdido por las Moiras, tiempo para transitar por todos los laberintos siguiendo el hilo de Ariadna, y tiempo para tejer y destejer con Penélope la vida cotidiana. El poder femenino representado por Atenea se hace particularmente pa- tente en el episodio de su disputa con Aracne, una princesa lidia famosa por su maestría con la aguja, y que se ufanaba de ser mejor tejedora que la mis- mísima diosa. Ésta, molesta por la comparación, retó a Aracne a una compe- tición que permitiese medir la destreza de ambas. Atenea tejió la escena de su propia victoria sobre Poseidón en los orígenes de la fundación de Atenas, mientras que el tapiz de Aracne representaba varios episodios de infidelidades 24. downinG, Christine. Op. cit., p. 127. 25. iriGaray, Luce. Ce sexe qui n’en est pas un. París, Éditions de Minuit, 1977, p. 29. Feminismo/s 20, diciembre 2012, pp. 107-125 118 Olaya Fernández Guerrero de los dioses olímpicos, algunos de ellos protagonizados por Zeus26. Aunque el tema elegido era sumamente irreverente, el tapiz de Aracne resultó ser más bello que el de Atenea, lo que provocó la ira de la diosa. Asustada, Aracne intentó ahorcarse, pero Atenea la salvó de la muerte transformándola en una araña27. Según este mito, Atenea muestra en su tapiz su victoria sobre Poseidón, al que se enfrentó para convertirse en deidad protectora de la recién creada ciudad de Atenas. Poseidón, dios de los mares, ofreció a los habitantes de la ciudad una fuente de agua salada, mientras que Atenea les ofreció un olivo. Los ciudadanos prefirieron el obsequio de la diosa, y en su honor nombraron a la nueva ciudad ‘Atenas’. Al tejer este tapiz Atenea recupera y da testimonio en primera persona de su propia historia, hace visible su triunfo y, de ese mo- do, inicia la construcción de un poder en femenino que busca la legitimidad, la visibilidad y el reconocimiento en el espacio político y democrático por antonomasia, la polis ateniense, a cuya génesis aparece vinculada esta diosa. Atenea es la figura femenina que lucha para que su voz sea escuchada, que toma la palabra para contar públicamente su propia historia y, al hacerlo, establece las bases de su propio proceso de empoderamiento que la lleva a convertirse en artífice y tejedora, urdidora de su destino. En contraste con el tapiz de Atenea, entendido en estos términos como un símbolo de poder, el diseño de Aracne representa distintos episodios de some- timiento en los que la mujer se reduce a objeto del deseo masculino: el rapto de Europa o la violación de Leda; en todos estos casos las figuras femeninas sufren pasivamente –y trágicamente– la imposición de la voluntad masculina. El tapiz de Aracne es más bello que el de Atenea –y desgraciadamente, aún hoy la visión de la mujer victoriosa y con poder sigue molestando a algunas personas–, y esto provoca que Atenea se enfurezca –una reacción emocional que humaniza a esta diosa y la aproxima a todas las mujeres–. Al convertirla en araña, Atenea condena a Aracne a «tejer tapices transparentes»28, de lo cual se pueden derivar varias consideraciones a pro- 26. Diego de Velázquez se inspiró en este episodio mitológico para pintar su célebre cuadro ‘Las hilanderas’, expuesto en el Museo del Prado de Madrid. 27. La historia de Atenea y Aracne puede consultarse en distintas fuentes. Además de las ya citadas anteriormente, resulta de gran belleza el relato recogido por el poeta latino Ovidio en el Libro VI de sus Metamorfosis. 28. Goñi zubieta, Carlos. Op. cit., p. 109. Los ‘tapices transparentes’ de Aracne nos re- cuerdan al interminable sudario confeccionado por Penélope, la esposa de Ulises, que, según relata Homero en La Odisea, destejía por la noche lo que tejía durante el día, y de ese modo lograba retrasar el momento de tener que elegir nuevo esposo. El análisis de la figura de Penélope, otra tejedora mitológica, supera los límites de este estudio, Feminismo/s 20, diciembre 2012, pp. 107-125 El hilo de la vida. Diosas tejedoras en la mitología griega 121 podía saber que del otro lado del laberinto estaba el otro laberinto, el del tiempo, y que en algún lugar prefijado estaba Medea’, la hechicera madrastra de Teseo, que había urdido un plan para deshacerse de él. En su encuentro con Ariadna, Teseo se aprovecha del amor que ella le profesa para lograr vencer al monstruo y aumentar así sus hazañas heroicas; desde el punto de vista masculino, «una de las razones por las que gusta el cuento de Teseo y el minotauro es porque Teseo escapa del peligro matando a la bestia y escapando del laberinto, con la ayuda, por supuesto, de una her- mosa princesa»32. Ariadna no es sujeto de su propia historia sino que funciona como recompensa, es el premio que espera al héroe si logra alcanzar su obje- tivo y vencer al minotauro. Sin embargo ese premio tiene su reverso, y acaba por convertirse en una carga excesivamente pesada que Teseo decide dejar atrás. Con respecto a Teseo, Ariadna simboliza la abnegación femenina, es la mujer que asume el papel de salvadora y que se arriesga y sacrifica por aquel a quien ama aunque sabe –o, al menos, intuye– que es muy probable que ese es- fuerzo no será valorado ni correspondido en igual medida; ella es sacrificada en aras de un bien mayor, siempre medido desde el punto de vista masculino. Pero la figura de Ariadna y los elementos asociados a ella (el hilo y el la- berinto, principalmente) adquieren otra dimensión simbólica a partir del en- cuentro con Dionisos, el dios del vino, del éxtasis místico y de la embriaguez. Después de ser abandonada por Teseo, Ariadna es cortejada por Dionisos y pronto se convierte en su esposa. Al contrario que Teseo, el dios no teme a las ataduras que la relación con Ariadna implica; se compromete con ella precisamente porque se siente atraído por su hilo y porque desea conocer en profundidad, de la mano de Ariadna, el laberinto y sus secretos. Dionisos es el dios transgresor que irrumpe en el flujo del tiempo cotidiano y lo trastoca; cuando él aparece «el ser ordenado en el tiempo, tejido con los hilos del tiem- po, se torna vacío y hueco, y da comienzo la fiesta de Dioniso, transmutador del tiempo»33. La celebración dionisíaca da paso a lo inesperado, rompe con la monotonía y posibilita el surgimiento de lo que había permanecido oculto y reprimido. Dionisos es la divinidad que reúne y conecta, que lleva a cabo la síntesis de lo heterogéneo34. Transgrede la sucesión del tiempo lineal, rompe el tejido del tiempo ordenado y tiende al ser humano un nuevo hilo cuya longitud no 32. kirk, G. S. La naturaleza de los mitos griegos. Barcelona, Paidós, 2002, p. 72. 33. jünGer, Friedrich. Mitos griegos. Barcelona, Herder, 2006, p. 163. 34. Dionisos representa la promesa de reunificación de lo disperso porque, según el relato mitológico, cuando era niño fue despedazado por los Titanes y Rea, su abuela, reunió los fragmentos y consiguió hacer revivir a Dionisos y devolverle a su figura primitiva. Feminismo/s 20, diciembre 2012, pp. 107-125 122 Olaya Fernández Guerrero está sometida a la vara de medir de las Moiras, sino que es el ovillo mágico de su esposa Ariadna, ese hilo interminable que permite desviarse del destino preestablecido y transitar infinitas veces por el laberinto de lo incierto, lo monstruoso, lo desconocido, lo inconsciente y lo aterrador… Por medio de la fiesta y la embriaguez Dionisos nos separa de la línea recta que conduce inexorablemente hacia la muerte y nos insta a adentrarnos en el caos de lo que somos, a recorrer nuestro propio laberinto siguiendo itinerarios no prefi- jados. Y el hilo de Ariadna, profunda conocedora del laberinto y hermanastra del monstruo que lo habita, servirá para que, por mucho que nos internemos en él, podamos siempre encontrar la salida. La existencia se enriquece con esa presencia de Dionisos, que permite que el tiempo de la vida se expanda y trascienda sus propios límites, algo que le sucede a la propia Ariadna tras su encuentro con él. La llegada del dios implica que «las profundidades de la realidad se han abierto, las formas elementales de todo lo que es creativo, de todo lo que es destructivo, han aflorado»35, pues Dionisos conecta lo elevado y lo subterráneo, lo visible y lo invisible, lo expresado y lo silenciado. En relación con lo femenino, «Dionisos es el amante de mujeres que tie- nen el centro en sí mismas, que no están definidas por sus relaciones con hombres concretos»36 sino que transitan por sus propios laberintos en busca de su identidad. En la unión de Dionisos y Ariadna hay un intercambio mu- tuo, él toma el hilo que ella le tiende y llega hasta el centro del laberinto, y ella, que creía conocer el laberinto, se interna otra vez en él con una nueva mirada, propiciada por la conexión entre distintos mundos que Dionisos le muestra y comparte con ella. A partir de su relación con el dios «Ariadna asu- me un poder y una trascendencia completamente nuevos»37, supera el dolor provocado por la traición de Teseo y pasa a ser la mujer que ama y es amada en igual medida, que es aceptada por el esposo en toda su complejidad porque Dionisos está dispuesto a asumir y acoger todos los laberintos que ella encie- rra. En este sentido, la unión de Ariadna y Dionisos simboliza la madurez del compromiso y la reciprocidad de la relación de pareja. Ariadna, cuyo nombre significa etimológicamente ‘la de gran pureza’, alu- de asimismo al alma que se va purificando a medida que desenrosca el hilo dorado que sirve de guía por el interior del laberinto, en el camino hacia el conocimiento. Ni Dionisos teme al laberinto, ni Ariadna siente miedo an- te la ruptura del orden establecido representado por el dios, pues sabe que 35. otto, Walter. Dyonisus: Myth and cult. Bloomington, Indiana University Press, 1965, p. 95. 36. downinG, Christine. Op. cit., p. 80. 37. downinG, Christine. Op. cit., p. 78. Feminismo/s 20, diciembre 2012, pp. 107-125 El hilo de la vida. Diosas tejedoras en la mitología griega 123 adentrándose en la senda que él le indica podrá llegar a conocer aspectos insólitos del laberinto. Ariadna nos recuerda que el conocimiento profundo de las cosas siempre implica una cierta audacia, pues requiere ir más allá de lo establecido. Acontece así que, junto a Dionisos, «Ariadna ya no es el ánima que aguarda fuera del laberinto mientras otro entra. Ella significa alma en el sentido de lo que se encuentra en el centro del laberinto»38. El laberinto simboliza a la propia Ariadna y es a ella a quien encontramos en su núcleo, porque el centro del laberinto es el punto de llegada del recorrido que Ariad- na –y que cada mujer– emprende para llegar a conocerse a sí misma y para construir y desplegar su identidad. Es más, ese punto de llegada se convierte a su vez en punto de partida, porque los recorridos posibles por un laberinto son infinitos y porque «en el centro del laberinto llegamos al punto donde uno vuelve al comienzo»39. Desde esta perspectiva, el acto de enroscar y des- enroscar el ovillo de Ariadna emula el proceso acumulativo y dinámico del autoconocimiento, que surge a partir de los distintos itinerarios que vamos trazando en el interior de nuestro laberinto, descubriendo cosas nuevas cada vez y ensartando cada aprendizaje en el hilo de la vida. El poder de Ariadna reside en su hilo mágico, que se constituye en asidero y punto de anclaje mó- vil que le permite transitar por todos los mundos (al igual que Atenea), entrar en todos los laberintos y vencer a todos los monstruos, que son metáfora de todos los miedos. Ariadna comienza a empoderarse a partir del momento en que comprende el verdadero alcance de las propiedades mágicas de su ovillo y las utiliza para sí, para internarse en su laberinto e intentar descifrarlo y darle sentido, deconstruyéndose y reconstruyéndose una y otra vez. Según el relato mitológico Ariadna muere poco después de su boda con Dionisos, pero el desconsuelo de éste es tan grande que su padre, Zeus, inter- cede para que Dionisos descienda al mundo subterráneo y rescate a su esposa, que de este modo recibe la inmortalidad. De nuevo el ovillo de Ariadna fun- ciona como un talismán que conecta los dos mundos y le permite adentrarse en la región de Hades y regresar después al mundo de los vivos, saliendo así de un laberinto, el de la muerte, del que muy pocos regresan. El hilo de Ariadna nos indica el camino hacia nuestro interior y nos alien- ta a buscar en él la fortaleza necesaria para superar las adversidades que la existencia nos plantea. Además, esta diosa nos recuerda que el autoconoci- miento y la confianza en las propias capacidades son dos elementos funda- mentales para el empoderamiento femenino. 38. Ibíd., p. 85. 39. Ibidem.
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