¡Descarga Discurso bachiller11 y más Tesis de Bachillerato en PDF de Lengua y Literatura solo en Docsity! ¡VIVE! PERO HAZLO DE VERDAD Levanta tu mano si alguna vez te has sentido solo. Levanta tu mano si alguna vez has llorado, en silencio, en mitad de la noche, para que nadie lo notase. Levanta tu mano si alguna vez has atravesado un cuadro de tristeza absoluta, de depresión y ansiedad. ¿Sabías que, cada año, cerca de 703 000 personas se quitan la vida y muchas más intentan hacerlo? ¿Habías escuchado que, de esa cifra, más del 95 % tienen depresión u otro trastorno mental? ¿Tenías algún conocimiento de que esta es la segunda causa de muerte en niños y jóvenes de 10 a 24 años en todo el mundo? Esto es lo que la OMS y el Cincinnati Children’s Hospital Medical Center afirman. Esto es preocupante, alarmante. ¡Cada treinta segundos una persona está poniendo fin a su vida! ¿Cuántas personas, en este mismo instante, se han impuesto a sí mismas el ocaso de su existir? Lo cierto es que nadie merece atravesar una situación como esta. Nadie merece sentir que la vida pesa. Nadie merece padecer depresión y que esto concluya en el suicidio. Es increíble cómo se ha normalizado la depresión. Vemos cómo hay quienes que, incluso, romantizan este trastorno. Lo cierto es que, muchas de las cosas que han ocasionado esto, se deben a la falta de amor y apoyo por parte de la familia, a la sensación de abandono por parte de aquellos con los que se comparte un vínculo sanguíneo y, por consecuencia, en la búsqueda de un refugio, un escape de la realidad, por medio de las redes sociales, por ejemplo, que no siempre son favorables, especialmente en las edades más tempranas. Es que esto funciona como una cadena: una cosa lleva a la otra. Hoy por hoy, es común encontrar familias deshechas, desconocidos con un mismo apellido y que están erradicados en la misma casa. La gente, sencillamente, desconoce a las personas con las que, se supone, comparte tu vida. Es por ello que resulta tan sorprendente cuando alguien pone fin a su existencia: porque se vive tan ensimismados, tan encasillados en sus propios asuntos, que no vislumbran las señales de auxilio y no logran concebir la posibilidad de que esa persona “que se veía tan bien”, haya podido hacer algo así. Muchas veces escuchamos cosas como “¿Por qué ese niño tomó tal decisión?” Pero es que es muy fácil cuestionar un porqué cuando hay tanta falta de información, cuando no se conocen los síntomas de la depresión, cuando el centro del mundo eres tú mismo. Es tan triste que un niño deba buscar la atención y el cariño que no encuentra en su familia en un mundo para el que, sencillamente, no está preparado. Y es que, las redes sociales, aunque en sí mismas no son malas, pueden ser perjudiciales para la salud mental de los niños y jóvenes, ya que en ellas conviven diversas personas y converge un sinnúmero de ideas en las que no siempre estamos listos para sumergirnos, puesto
