Docsity
Docsity

Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes

Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity


Consigue puntos base para descargar
Consigue puntos base para descargar

Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium


Orientación Universidad
Orientación Universidad

Odas, canciones y soledades de Luis de Góngora, Guías, Proyectos, Investigaciones de Artes escénicas

Poetas del Siglo de OroSiglo de Oro españolLuis de Góngora

Este documento contiene una selección de obras poéticas de Luis de Góngora, uno de los poetas españoles más importantes del Siglo de Oro. Se incluyen odas como 'A Flora', 'Vida retirada' y 'Al licenciado Juan de Grial', así como canciones del alma y la Soledad Primera. Las obras de Góngora se caracterizan por su complejidad métrica y temática, con frecuentes alusiones mitológicas y uso de lenguaje metafórico.

Qué aprenderás

  • ¿Qué significado tiene la 'Soledad Primera' en el contexto de la obra de Góngora?
  • ¿Qué temas tratan las odas 'A Flora', 'Vida retirada' y 'Al licenciado Juan de Grial'?
  • ¿Cuáles son las características métricas y temáticas de la poesía de Luis de Góngora?
  • ¿Cómo utiliza Góngora el lenguaje metafórico y las alusiones mitológicas en su poesía?

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2020/2021

Subido el 28/12/2021

eduard-carmona-herrera
eduard-carmona-herrera 🇪🇸

2 documentos

1 / 12

Toggle sidebar

Vista previa parcial del texto

¡Descarga Odas, canciones y soledades de Luis de Góngora y más Guías, Proyectos, Investigaciones en PDF de Artes escénicas solo en Docsity! MÍ Generalitat de Catalunya 1 Departament d'educació 4 Institut Torre del Palau ( ANTOLOGÍA POÉTICA DEL SIGLO DE ORO LITERATURA CASTELLANA DE MODALIDAD 2% DE BACHILLERATO GARCILASO DE LA VEGA 1. SONETO XXIII En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende el corazón y lo refrena; y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto, por el hermoso cuello, blanco, enhiesto, El viento mueve, esparce y desordena; coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto, antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre. Marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera, por no hacer mudanza en su costumbre 3. SONETO X ¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas, dulces y alegres cuando Dios quería, Juntas estáis en la memoria mía, y con ella en mi muerte conjuradas! ¿Quién me dijera, cuando las pasadas horas que en tanto bien por vos me vía, que me habiáis de ser en algún día con tan grave dolor representadas? Pues en una hora junto me llevastes todo el bien que por términos me distes, lleváme junto el mal que me dejastes; si no, sospecharé que me pusistes en tantos bienes, porque deseastes verme morir entre memorias tristes. 2. SONETO V Escrito está en mi alma vuestro gesto, y cuanto yo escribir de vos deseo; vos sola lo escribisteis, yo lo leo tan solo, que aun de vos me guardo en esto. En esto estoy y estaré siempre puesto; que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo, tomando ya la fe por presupuesto. Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma mismo os quiero. Cuando tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero de verdura vistiendo y con diversas flores va esparciendo. El aire del huerto orea y ofrece mil olores al sentido; los árboles menea con un manso ruido que del oro y del cetro pone olvido. Téngase su tesoro los que de un falso leño se confían; no es mío ver el lloro de los que desconfían cuando el cierzo y el ábrego porfían. La combatida antena cruje, y en ciega noche el claro día se torna, al cielo suena confusa vocería, y la mar enriquecen a porfía. 6. ODA XI - AL LICENCIADO JUAN DE GRIAL Recoge ya en el seno el campo su hermosura, el cielo aoja con luz triste el ameno verdor, y hoja a hoja las cimas de los árboles despoja. Ya Febo inclina el paso al resplandor egeo; ya del día las horas corta escaso; ya Eolo al mediodía, soplando espesas nubes nos envía; ya el ave vengadora del Íbico navega los nublados y con voz ronca llora, y, el yugo al cuello atados, los bueyes van rompiendo los sembrados. El tiempo nos convida a los estudios nobles, y la fama, Grial, a la subida del sacro monte llama, do no podrá subir la postrer llama; A mí una pobrecilla mesa de amable paz bien abastada me basta, y la vajilla, de fino oro labrada sea de quien la mar no teme airada. Y mientras miserable- mente se están los otros abrazando con sed insaciable del peligroso mando, tendido yo a la sombra esté cantando. A la sombra tendido, de hiedra y lauro eterno coronado, puesto el atento oído al son dulce, acordado, del plectro sabiamente meneado. alarga el bien guiado paso y la cuesta vence y solo gana la cumbre del collado y, do más pura mana la fuente, satisfaz tu ardiente gana; no cures si el perdido error admira el oro y va sediento en pos de un bien fingido, que no ansí vuela el viento, cuanto es fugaz y vano aquel contento; escribe lo que Febo te dicta favorable, que lo antiguo iguala y pasa el nuevo estilo; y, caro amigo, no esperes que podré atener contigo, que yo, de un torbellino traidor acometido y derrocado del medio del camino al hondo, el plectro amado y del vuelo las alas he quebrado. SAN JUAN DE LA CRUZ 7. CANCIONES DEL ALMA... [ 1] En una noche oscura con ansias en amores inflamada ioh dichosa ventura! salí sin ser notada estando ya mi casa sosegada, a oscuras y segura por la secreta escala disfrazada, ioh dichosa ventura! a oscuras y en celada estando ya mi casa sosegada. En la noche dichosa en secreto que nadie me veía ni yo miraba cosa sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía. Aquesta me guiaba más cierto que la luz del mediodía adonde me esperaba quien yo bien me sabía en sitio donde nadie aparecía. ¡Oh noche, que guiaste! 8. CANCIONES DEL ALMA... [ 11 ] ¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro! pues ya no eres esquiva, acaba ya si quieres; rompe la tela de este dulce encuentro. ¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado, que a vida eterna sabe y toda deuda paga!, matando muerte en vida la has trocado. ¡Oh noche amable más que la alborada! ¡Oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada! En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba allí quedó dormido y yo le regalaba y el ventalle de cedros aire daba. El aire de la almena cuando yo sus cabellos esparcía con su mano serena y en mi cuello hería y todos mis sentidos suspendía. Quedéme y olvidéme el rostro recliné sobre el amado; cesó todo, y dejéme dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado. ¡Oh lámparas de fuego en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido que estaba oscuro y ciego con extraños primores calor y luz dan junto a su querido! ¡Cuán manso y amoroso recuerdas en mi seno donde secretamente solo moras y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno cuán delicadamente me enamoras! 9. La más bella niña de nuestro lugar, hoy viuda y sola y ayer por casar, viendo que sus ojos a la guerra van, a su madre dice, que escucha su mal: Dejadme llorar orillas del mar. Pues me distes, madre, en tan tierna edad tan corto el placer, tan largo el pesar, y me cautivastes de quien hoy se va y lleva las llaves de mi libertad, Dejadme llorar orillas del mar. En llorar conviertan mis ojos, de hoy más, el sabroso oficio del dulce mirar, pues que no se pueden mejor ocupar, yéndose a la guerra quien era mi paz, Déjame llorar orillas del mar. LUIS DE GÓNGORA No me pongáis freno ni queráis culpar, que lo uno es justo, lo otro por demás. Si me queréis bien, no me hagáis mal; harto peor fuera morir y callar, Dejadme llorar orillas del mar. Dulce madre mía, ¿quién no llorará, aunque tenga el pecho como un pedernal, y no dará voces viendo marchitar los más verdes años de mi mocedad? Dejadme llorar orillas del mar. Váyanse las noches, pues ido se han los ojos que hacían los míos velar; váyanse, y no vean tanta soledad, después que en mi lecho sobra la mitad, Dejadme llorar orillas del mar. 13. Mira, Zaide, que te aviso que no pases por mi calle, ni hables con mis mujeres (1), ni con mis cautivos trates, ni preguntes en qué entiendo (2) ni quién viene a visitarme, qué fiestas me dan contento o qué colores me placen; basta que son por tu causa los que (3) en el rostro me salen, corrida (4) de haber mirado moro que tan poco sabe. Confieso que eres valiente, que hiendes, rajas y partes, y que has muerto más cristianos que tienes gotas de sangre; que eres gallardo jinete, que danzas, cantas y tañes, gentilhombre bien criado cuanto puede imaginarse; blanco, rubio por extremo, LOPE DE VEGA señalado por linaje, y que pierdo mucho en perderte y gano mucho en amarte, y que si nacieras mudo fuera posible adorarte; y por este inconveniente, determino de dejarte, que eres pródigo de lengua y amargan tus libertades, y habrá menester ponerte quien quisiera sustentarte, un alcázar en el pecho y en los labios un alcaide (5), Mucho pueden con las damas los galantes de tus partes (6), porque los quieren briosos, que rompan y que desgarren; Mas tras esto, Zaide amigo, si algún convite te hacen al plato de sus favores, quiero que comas y calles... (1) mujeres: esclavas; (2) en qué entiendo: de qué me ocupo ; (3) los que, los colores que; (4) corrida: avergonzada; (5) alcaide: guardián (para que no deje salir palabras jactanciosas); (6) partes: cualidades. 14. Suelta mi manso, mayoral extraño, pues otro tienes de tu igual decoro; deja la prenda que en el alma adoro, perdida por tu bien y por mi daño. Ponle su esquila de labrado estaño y no le engañen tus collares de oro; toma en albricias este blanco toro que a las primeras yerbas cumple un año. Si pides señas, tiene el vellocino pardo, encrespado, y los ojuelos tiene como durmiendo en regalado sueño. Si piensas que no soy su dueño, Alcino, suelta y verásle si a mi choza viene, que aun tienen sal las manos de su dueño. 10 15. Ir y quedarse y con quedar partirse, partir sin alma, e ir con alma ajena, oír la dulce voz de una sirena y no poder del árbol desasirse; arder como la vela y consumirse haciendo torres sobre tierna arena; caer del cielo y ser demonio en pena, y de serlo jamás arrepentirse; hablar entre las mudas soledades, pedir pues resta sobre fe paciencia, y lo que es temporal llamar eterno; creer sospechas y negar verdades, es lo que llaman en el mundo ausencia, fuego en el alma y en la vida infierno. 16. Un soneto me manda hacer Violante; en mi vida me he visto en tal aprieto; catorce versos dicen que es soneto, burla burlando van los tres delante. Yo pensé que no hallara consonante, y estoy a la mitad de otro cuarteto, Mas si me veo en el primer terceto, no hay cosa en los cuartetos que me espante. Por el primer terceto voy entrando, y aún parece que entré con pie derecho, pues fin con este verso le voy dando. Ya estoy en el segundo, y aun sospecho que voy los trece versos acabando; contad si son catorce y ya está hecho. FRANCISCO DE QUEVEDO 17. A UN HOMBRE DE GRAN NARIZ Érase un hombre a una nariz pegado, Erase una nariz superlativa, Erase una alquitara medio viva, Erase un peje espada mal barbado; Era un reloj de sol mal encarado. Erase un elefante boca arriba, Erase una nariz sayón y escriba, Un Ovidio Nasón mal narigado. Érase el espolón de una galera, Erase una pirámide de Egito, Los doce tribus de narices era; Érase un naricísimo infinito, Frisón archinariz, caratulera, Sabañón garrafal morado y frito. 11 18. SIGNIFÍCASE LA PROPIA BREVEDAD DE LA VIDA, SIN PENSAR, Y CON PADECER, SALTEADA DE LA MUERTE Fue sueño Ayer; Mañana será tierra: Poco antes nada, y poco después humo, ¡Y destino ambiciones, y presumo Apenas punto al cerco que me cierra! Breve combate de importuna guerra, En mi defensa soy peligro sumo: Y mientras con mis armas me consumo, Menos me hospeda el cuerpo, que me entierra. Ya no es Ayer; Mañana no ha llegado; Hoy pasa, y es, y fue, con movimiento Que a la muerte me lleva despeñado. Azadas son la hora y el momento, Que ajornal de mi pena y mi cuidado, Cavan en mi vivir mi monumento. 19. PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO Madre, yo al oro me humillo, El es mi amante y mi amado, Pues de puro enamorado Anda continuo amarillo. Que pues doblón o sencillo Hace todo cuanto quiero, Poderoso caballero Es don Dinero. Nace en las Indias honrado, Donde el mundo le acompaña; Viene a morir en España, Y es en Génova enterrado. Y pues quien le trae al lado Es hermoso, aunque sea fiero, Poderoso caballero Es don Dinero. Son sus padres principales, Y es de nobles descendiente, Porque en las venas de Oriente Todas las sangres son Reales. Y pues es quien hace iguales Al rico y al pordiosero, Poderoso caballero Es don Dinero. ¿A quién no le maravilla Ver en su gloria, sin tasa, Que es lo más ruin de su casa Doña Blanca de Castilla? Mas pues que su fuerza humilla Al cobarde y al guerrero, Poderoso caballero Es don Dinero. Es tanta su majestad, Aunque son sus duelos hartos, Que aun con estar hecho cuartos No pierde su calidad. Pero pues da autoridad Al gañán y al jornalero, Poderoso caballero Es don Dinero. Más valen en cualquier tierra (Mirad si es harto sagaz) Sus escudos en la paz Que rodelas en la guerra. Pues al natural destierra Y hace propio al forastero, Poderoso caballero Es don Dinero. 20. ENSEÑA CÓMO TODAS LAS COSAS AVISAN DE LA MUERTE Miré los muros de la Patria mía, Si un tiempo fuertes, ya desmoronados, De la carrera de la edad cansados, Por quien caduca ya su valentía. Salime al Campo, vi que el Sol bebía Los arroyos del hielo desatados, Y del Monte quejosos los ganados, Que con sombras hurtó su luz al día. Entré en mi Casa; vi que, amancillada, De anciana habitación era despojos; Mi báculo más corvo y menos fuerte. Vencida de la edad sentí mi espada, Y no hallé cosa en que poner los ojos Que no fuese recuerdo de la muerte. 12
Docsity logo



Copyright © 2024 Ladybird Srl - Via Leonardo da Vinci 16, 10126, Torino, Italy - VAT 10816460017 - All rights reserved