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EL ASNO DE ORO: UN REFLEJO DE LA SOCIEDAD ROMANA, Apuntes de Literatura Latina

EL ASNO DE ORO: UN REFLEJO DE LA SOCIEDAD ROMANA

Tipo: Apuntes

2019/2020

Subido el 15/11/2020

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¡Descarga EL ASNO DE ORO: UN REFLEJO DE LA SOCIEDAD ROMANA y más Apuntes en PDF de Literatura Latina solo en Docsity! Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 271 EL ASNO DE ORO: UN REFLEJO DE LA SOCIEDAD ROMANA José Luis Urbano Barranco* Email: l32urbaj@uco.es Resumen: Este trabajo pretende realizar un análisis de los diferentes sectores de la sociedad romana en época altoimperial que aparecen representados en Las Metamorfosis de Apuleyo. Así pues, el objetivo principal es tratar de comprender cómo actuaba un romano en este momento, además de establecer una imagen de las relaciones que se daban entre diferentes grupos sociales. Así pues, se pretende resaltar a aquellos individuos pertenecientes a los grupos más alejados del poder, como por ejemplo las mujeres, los fuera de la ley o los esclavos. Además, se abordará la cuestión de las creencias populares y su manifestación en la sociedad. Palabras clave: magia, élite, esclavitud, fuera de la ley, mujer. THE GOLDEN ASS: A REFLECTION OF ROMAN SOCIETY. Abstract: This work intends to make an analysis of the different sectors of Roman society in the high imperial period that are represented in the Metamorphoses of Apuleyo. Thus, the main objective is to try to understand how a Roman was acting at this moment, as well as to establish an image of the relationships that were given between different social groups. Thus, it is intended to highlight those individuals belonging to the most distant groups of power, such as women, outlaws or slaves. In addition, the question of popular beliefs and their manifestation in society will be addressed. Keywords: magic, elite, slavery, outlaw, women. * Departamento de Ciencias de la Antigüedad y de la Edad Media, en el Área de Conocimiento de Historia Antigua. Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 272 1. INTRODUCCIÓN. En primer lugar, se desarrolla una Introducción en la que se plantean las diferentes partes de este estudio, seguida de dos epígrafes concernientes a los Objetivos que se han planteado en el trabajo y a la Metodología empleada para ello. A continuación, se expone la biografía del autor, Lucio Apuleyo, y posteriormente comienza el corpus de la investigación propiamente dicho a través de cuatro capítulos que abordan los cuatro temas principales en los que se ha centrado este trabajo: las creencias populares, haciendo un especial énfasis en las religiones procedentes de la parte oriental del Imperio, así como de la magia; las relaciones entre la élite y la gente común, destacando los abusos de las autoridades y los primeros indicios de cambios en la vida política municipal; los grupos marginales, siendo básicamente los que aparecen en la obra los esclavos y los fuera de la ley; y la mujer romana, para indagar en su papel en la sociedad del momento. Finalmente, se expondrán una serie de conclusiones que contribuyan a establecer una visión más certera y real de lo que fue la sociedad romana, para poder comprender mejor cómo se desarrollaba el día a día de un habitante del Imperio y qué tipo de relaciones se daban entre los diferentes componentes de la sociedad. 2. OBJETIVOS. Partiendo de un objetivo general, este trabajo pretende indagar sobre la sociedad romana del Alto Imperio, destacando especialmente los aspectos menos tratados en las fuentes clásicas como pueden ser los sectores marginales o la figura de la mujer, todo ello gracias a la excepcional información dada por Apuleyo en su Las Metamorfosis. Además, el resto de sus obras sirve de complemento para la investigación, especialmente en los temas relacionados con la magia y con la mujer. Del mismo modo, el trabajo se sustenta en buena medida por los estudios de investigadores contemporáneos que se centran en este campo de investigación, como R. Étienne, R. Knapp, M. J. Hidalgo de la Vega, J. F. Rodríguez Neila o J. Toner. Así pues, este estudio consistirá en contrastar la información de Apuleyo con la que proporciona la bibliografía actual. Por consiguiente, se pueden destacar los siguientes objetivos: Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 275 Pero su mayor gloria le vino de la mano de su última obra, El asno de oro o Las Metamorfosis, una novela que debió de ser escrita después del 160 (Kenney, 1982: 778-780), donde se narra la aventura de Lucio, el cual, llevado por un ferviente deseo de aprender sobre la magia, acaba convertido en asno. Tras una larga odisea que le llevará a padecer diferentes situaciones y a múltiples amos, sus penurias terminarán de la mano de la diosa Isis, que le permitirá recobrar finalmente su forma original. En lo que se refiere a Las Metamorfosis, existe un amplio debate historiográfico sobre su autor original, que ya puso de manifiesto Focio, patriarca de Constantinopla, en el siglo IX. Este debate gira entorno a la figura del escritor griego Luciano, coetáneo a Apuleyo, el cual escribe una obra que, salvo algunos aspectos, es idéntica a El asno de oro. La obra de Luciano, que recibe el nombre de Lucio o El asno, tiene por argumento el mismo que el del texto de Apuleyo, solo que de una manera más resumida. Por ello, desde antiguo existe la duda sobre quién es el autor original de la historia, si fue Apuleyo el que copió la novela de Luciano y le introdujo más contenido, o si fue Luciano quien publicó la de Apuleyo reduciendo su extensión. Por si fuera poco, existe otra hipótesis que asegura que ninguno de los dos autores fue el auténtico creador de la historia, sino que se trata de una invención de un tal Lucio de Patras. Esta idea parte de que la obra tiene un carácter autobiográfico, por lo que el nombre del protagonista de El asno de Luciano debe de ser el auténtico nombre del creador de la historia. Esta teoría es la de mayor inconsistencia de las tres, principalmente debido a la falta de datos acerca de Lucio de Patras. Finalmente, Apuleyo quedó asentado en Cartago, siendo honrado en diferentes ocasiones por el senado local de dicha ciudad y por otras muchas comunidades cívicas de su provincia natal con distintas dignidades (Rodríguez Neila, 2016: 156). Se pierden los datos sobre su vida a partir del 170 d. C., por lo que se presupone que el momento de su fallecimiento debió de estar cerca de esa fecha. 4.2. Las creencias populares: las religiones orientales y la magia. La religión era uno de los principales pilares de los pueblos de la Antigüedad, a través de la cual se podían explicar los diferentes ciclos de la vida. Por su parte, la religión romana se basaba en la creencia de que el mundo era regido por una serie de divinidades, las cuales estaban asociadas a los diferentes aspectos de la vida de los hombres. Además, la religión romana poseía una característica añadida: el sincretismo y la adopción de dioses extranjeros como propios. En este sentido destacan los llamados cultos orientales o mistéricos, Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 276 asociados a deidades provenientes de Anatolia, Persia o Egipto, que en Las Metamorfosis aparecen ejemplificados en los cultos de la diosa siria, de Isis y de Osiris. La religión isíaca es una de las claves de la historia, ya que gracias a la intervención de Isis (Apul., Met., XI, 6), Lucio recupera su forma humana. El protagonista, durante su plegaria a la diosa, nombra otras divinidades (Apul., Met., IX, 2) autóctonas romanas, aludiendo a que son diferentes nombres o aspectos de una misma diosa femenina: Ceres nutricia, Venus celestial, Diana y Proserpina. Así mismo, cuando la propia diosa se aparece ante él le señala otros diferentes nombres que diversos pueblos le dan: Minerva Cecropia para los atenienses autóctonos; Venus Pafia para los isleños de Chipre; Diana Dictyrnna para los saeteros de Creta; Proserpina Estigia para los sicilianos trilingües; Ceres Actea para la antigua Eleusis; para unos soy Juno, para otros Bellona, para los de más allá Rhamnusia; los pueblos del Sol naciente y los que reciben sus últimos rayos de poniente, las dos Etiopías y los egipcios poderosos por su antigua sabiduría me honran con un culto propio y me conocen por mi verdadero nombre: soy la reina Isis (Apul., Met., XI, 5). Estos diferentes tratamientos o formas de una misma divinidad son una muestra del fuerte sincretismo religioso que generalmente se daba en la Antigüedad, y concretamente en Roma, como se refleja en la adopción de nuevas divinidades o mantenimiento de cultos indígenas prerromanos en las diferentes partes del Imperio. Además, la asimilación de todas las principales diosas grecorromanas en una figura universal y omnipresente podría ser considerado como un “intento” de creación de un monoteísmo pagano (Hidalgo de la Vega, 1986: 138), precedente junto al culto a Mitra (Campos Méndez, 2004: 33-44) del cristianismo. El rito de iniciación que se realizaba en estas religiones orientales aparece bien representado en Las Metamorfosis, siendo el propio Lucio quien lo realiza para entrar en el culto, llegando a ser sacerdote de la diosa. Según Apuleyo, el ritual comenzaba con la participación en una ceremonia pública de Isis, seguida de una iniciación en solitario, que en el caso de Lucio es dirigida y auxiliada por el sumo sacerdote, llamado Mitra. El nombre de este sacerdote es a su vez muy significativo, ya que lo comparte con la deidad irania Mitra. ¿Se cambió el nombre este individuo al iniciarse en los cultos orientales o era su nombre de nacimiento? De ser esto último, sería un indicio de que los cultos mistéricos eran traídos y dirigidos por gentes de origen oriental. Para poder comenzar con el rito iniciático, Lucio necesita conocer previamente cómo se desarrollan las ceremonias, las fiestas y el culto tanto público como privado de Isis y Osiris. Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 277 En dicha iniciación se aprecian las siguientes partes principales (Campos Méndez, 2004: 146- 147): 1. La llamada divina. 2. Los ritos preliminares. 3. La asistencia de la diosa y del sacerdote. 4. La vida en el santuario. Lucio tiene que establecerse en una de las estancias del templo, desde donde sigue detenidamente los ritos preliminares que el sacerdote realiza en el templo y mantiene contactos con la diosa por medio de sueños y relaciones personales con Mitra, quien le aconseja y prepara para tal momento. Además, el iniciado debe de abstenerse de tomar alimentos profanos y prohibidos, básicamente carne y bebidas alcohólicas, así como practicar la castidad y el silencio. Vid. Fig. 2. Estatua de Isis. Foto cedida por el Prf. Dr. Enrique Melchor Gil. Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 280 En este banquete se vuelve a reflejar la corrupción de estos sacerdotes, ya que, al volver de los baños, traen consigo a un joven labriego. Lucio-asno contempla lo que para él es el máximo de la depravación: el joven muchacho desnudo boca arriba mientras los sacerdotes a su alrededor «lo asediaban con sus bocas execrables» (Apul., Met., VIII, 28). Así mismo, los sacerdotes son representados como hombres afeminados, llamándose entre sí “hijitas” o “palomitas” (Apul., Met., VIII, 26). Lo más probable es que estos individuos sean eunucos, pero Apuleyo no especifica el motivo de su castración. El paralelo se encontraría en el culto a Cibeles, en el que los sacerdotes debían de castrarse como paso previo a su iniciación (VV. AA., 1993: 600). Vid. Fig. 3. Lucio-asno en una procesión con los sacerdotes de la diosa siria. Frescos del palacio de Rocca dei Rossi (San Secondo Parmense, Parma). Pero la corrupción de este clero no termina aquí. Con motivo de una ceremonia celebrada en secreto, los sacerdotes habían robado un cántaro de oro (Apul., Met., IX, 9), el cual lo habían escondido entre los almohadones de la estatua de la diosa. En su huida, el grupo es interceptado por una multitud y son apresados. Pese a que se descubre el delito, los sacerdotes no se alteran por ello, sino que justifican su acción afirmando que se trata de un presente de la gran diosa Madre3 a la diosa siria. Apuleyo no menciona el destino final de los sacerdotes, solo que son encarcelados, posiblemente a la espera de un juicio. 3 Esta “diosa Madre” es interpretada como uno de los nombres de Cibeles (Apuleyo, El asno de oro, Madrid, 1983, p. 242). Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 281 Las festividades religiosas también tienen acto de presencia en Las Metamorfosis, en el festival de la Risa y en la procesión de Isis. Ambas fiestas presentan características contrapuestas, siendo la primera una celebración popular carnavalesca, mientras que la segunda se trata de un solemne desfile. Al día siguiente de llegar Lucio a Hípata, en Tesalia, se celebra la fiesta dedicada al dios de la Risa. Según refleja Apuleyo, se trata de una festividad local de esta ciudad (Apul., Met., II, 31), dedicada posiblemente al genius protector de la comunidad cívica. Como bien indica su nombre, la fiesta buscaba generar diversión sea como fuese, por lo que las bromas eran el recurso más frecuente. Lucio se ve inmerso en una de estas bromas cuando es apresado por el homicidio de tres jóvenes (Apul., Met., III, 2-9). El protagonista es juzgado y declarado culpable, y los magistrados encargados de juzgarle ordenan que descubra los cadáveres de los muchachos, los cuales habían sido llevados hasta allí. Cuando Lucio tira del manto que cubre los cuerpos y descubre que se trata de tres odres, pero con rajas allí donde los tres ladrones habían recibido sus heridas. Posteriormente, toda la ciudad estalla en risas a expensas de Lucio. Vid. Fig. 4. Localización de la ciudad de Hípata en Tesalia, Grecia. La contraparte a este alegre festival se encuentra en la procesión de la diosa Isis. Se trata de una fiesta que afecta a toda la ciudad, pero que se centra en un desfile, el cual consta de dos partes bien diferenciadas. La primera tiene un carácter alegre y es llevada a cabo por una multitud de gente de la ciudad. Destaca que los participantes aparecen disfrazados de diferentes oficios o Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 282 personajes, encontrando hombres vestidos como soldado, cazador, magistrado, mujer, pescador, gladiador o filósofo (Apul., Met., XI, 8). El ritual se ve complementado con animales, los cuales también aparecen disfrazados: una osa vestida como una mujer de la élite, un mono que representaba a Ganímedes o un asno con alas que, junto a un anciano, representaban a Pegaso y Belerofonte. Esta procesión continúa con la parte más solemne y principal, en la que desfilan los iniciados seguidos de las imágenes de los dioses (Apul., Met., XI, 11). Con respecto a los iniciados y sacerdotes egipcios se puede apreciar que Apuleyo da una imagen muy distinta a la del clero sirio, pues los primeros aparecen representados con gran solemnidad, vistiendo con prendas de lino blancas, las mujeres con la cabeza velada y los hombres rapados. Tras realizarse una procesión con los iniciados, el cortejo continúa con las representaciones de los dioses egipcios, en concreto de Anubis, de una divinidad representada como una vaca a dos patas4 y de otra representación anicónica que consistía en una urna circular y un áspid. Lo más probable es que esta fiesta sea la llamada Isia (Étienne, 1995: 255) o la Inventio Osiridis (VV. AA., 1993: 605), una celebración que conmemoraba el descubrimiento del cuerpo de Osiris por Isis. Esta alegría se manifestaba por medio de danzas, música y representaciones de escenas mitológicas. Dicha festividad se encuentra atestiguada en Pompeya, ciudad que celebraba otra conmemoración a Isis como patrona de los marineros, la llamada Navigium Isidis. Todo esto pone de manifiesto el importante arraigo de los cultos orientales en la propia Italia. Apuleyo también parece hacer una pequeña referencia al cristianismo5, cuando Lucio- asno es comprado por un molinero (Apul., Met., IX, 14). Aquí, cuando el protagonista menciona por primera vez a la mujer del molinero lo hace afirmando que adora a un solo dios, siendo retratada de sacrílega: «despreciaba y pisoteaba los poderes divinos; por toda religión, proclamaba sacrílegamente la existencia de un dios único […]». Esta visión tan negativa del cristianismo parece ser algo común entre los autores latinos del siglo II. La religión cristiana fue vista como otra más de las muchas de origen oriental que se extendieron por todo el Imperio romano. Pero sin duda el cristianismo fue la peor vista por los miembros más conservadores de la sociedad, ya que no se adecuaba a la 4 Posiblemente se trate de Hathor, diosa de la fertilidad y el amor, representada como una mujer con cuernos de bóvido y un disco solar, como una mujer con cabeza de vaca o simplemente como una vaca. 5 Lo más probable es que se trate de la fe cristiana, pero no se puede descartar el judaísmo. Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 285 Las Metamorfosis es la historia de Telifrón, rico ciudadano de Hípata, el cual es la víctima y narrador de los hechos. Telifrón fue contratado para vigilar un cadáver y evitar que fuese atacado de noche por magas, las cuales habían estado sustrayendo diferentes partes de los cuerpos de los fallecidos de la ciudad. Al tener Telifrón el mismo nombre que el difunto que debía custodiar, las magas le cortan las orejas y la nariz, y se las sustituyen por órganos de cera. Continuando con la historia de Telifrón surge la figura de Zatclas (Apul., Met., II, 28), un sacerdote egipcio descrito a la manera del clero de Isis, vistiendo prendas blancas de lino y con la cabeza rapada, al cual se le encomienda devolver a la vida al fallecido. El fin de la resurrección es hacer que el propio difunto sea quien aclare las extrañas causas de su muerte. Este adivino cuenta con una alta consideración entre los principales de la ciudad, siendo reverenciado por ello. Este estatus puede venir dado por el hecho de que la nigromancia tenía fama de ser una magia muy habitual en Egipto (Montero, 1997: 322-323), siendo cuna de nigromantes de fama reconocida. Por su parte, la magia metamórfica es una de las piezas clave de la historia, ya que afecta directamente al propio protagonista. Para ello, Lucio se embadurna el cuerpo con un ungüento sustraído de la habitación de Pánfila. Pero, en lugar de transformarse en búho como acababa de hacer Pánfila y él mismo deseaba, por un error de Fotis termina por transformarse en asno (Apul., Met., III, 24). Además de esta metamorfosis, se narran otros tipos de transformaciones. Meroe convierte a su amante infiel en castor, aun tabernero rival en rana y a un abogado en carnero (Apul., Met., I, 9). Por su parte, la maga de Tesalia de la historia de Telifrón se transforma en comadreja para entrar en la sala donde está el cadáver (Apul., Met., II, 25). Y por último está el ya mencionado caso de Pánfila. En la acción de hechicería intervienen elementos comunes a toda acción mágica: la espada, la esponja, la sangre y el conjuro. En otros casos se emplean ingredientes más específicos, como miembros de cadáveres, cabellos de las víctimas o libaciones. Con estos elementos los hechiceros realizan ungüentos como el que usa el propio Lucio o pócimas. Los adivinos son personajes que aparecen repetidamente en la obra. Se les representa como hombres que recorrían las ciudades y que se dedicaban a pronunciar diferentes oráculos, siempre y cuando el solicitante aportara dinero para ello. El primer adivino que aparece en la obra es Diófanes, de origen caldeo, el cual es pagado por Lucio Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 286 cuando se encontraba en Corinto para conocer cómo se le iba a presentar el viaje que estaba a punto de iniciar (Apul., Met., II, 12). Según cuenta Apuleyo en boca de Lucio, este Diófanes había conseguido alterar el desarrollo normal de la ciudad de Corinto. Aunque el adivino consigue hacerse con una buena cantidad de dinero, durante su estancia en Hípata, es engañado por un supuesto mercader. Este mercader aprovecha la soberbia de Diófanes para entretenerlo y robarle todo lo que había ganado ese día, siendo la burla de todo el que estaba allí. Los sacerdotes de la diosa siria son otros personajes dedicados a emitir oráculos a todo aquel que lo precise. Pero, si el caso de Diófanes puede verse como una sátira a los adivinos que se ganaban la vida con ello, el caso de estos sacerdotes es aún más paradigmático. En este sentido, Apuleyo comenta que este grupo siempre daba el mismo oráculo para todo el mundo, fuese cual fuese la cuestión que les planteasen: «por eso trabajan la tierra los bueyes uncidos, para que en el futuro surjan ricas mieses» (Apul., Met., IX, 8). De esta manera, para todas las preguntas sobre negocios o empresas de cualquier tipo, como el matrimonio, compra de tierras, la realización de un viaje o el resultado de una batalla, la respuesta de los sacerdotes es de que se inicie dicha acción, ya que la diosa siria es propicia para ello. En los dos casos anteriores Apuleyo realiza una crítica a los adivinos, mostrándolos como charlatanes que se aprovechan del desconocimiento del pueblo. Pese a ello estos adivinos se hacen con una buena suma de dinero por sus oráculos, lo que demuestra la importancia que tenían entre todo el conjunto de la sociedad6. 4.3. La relación entre las élites municipales y los grupos sociales no privilegiados. Por lo general, las clases inferiores siempre han tenido que estar sujetas a la arbitrariedad de la élite económica y política de la sociedad, por lo que en más de una ocasión el ciudadano corriente podía ser maltratado por algún miembro de los grupos privilegiados de la sociedad romana. En Las Metamorfosis, Apuleyo nos deja reflejado cómo la élite podía 6 La importancia dada por los sectores populares de la sociedad romana a las prácticas de adivinación ha sido resaltada por J. Toner en su obra Setenta millones de romanos, La cultura del pueblo en la antigua Roma, (Barcelona, 2012, pp. 68-80), en la que muestra la gran difusión que tuvieron oráculos como el de Astrampsico, del que se nos han conservado numerosas copias en papiros procedentes del Egipto romano. Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 287 actuar tanto de forma negligente y abusiva contra la persona común, como a su favor, ofreciéndole al pueblo tiempo de ocio y disfrute (Blánquez Pérez, 1987: 119-131). Resulta evidente que los miembros de las élites locales podían cometer abusos contra aquellos que socialmente estaban por debajo de ellos (Rodríguez Neila, 2003: 101-154). El primer testimonio de este tipo de prácticas se aprecia desde el primer momento en que Lucio llega a la ciudad de Hípata, y allí se encuentra con Pitias, un antiguo compañero suyo que ocupaba la magistratura de edil (Apul., Met. I, 24 y 25). En esta escena Pitias ordena destruir el puesto de un viejo pescador debido a que consideró excesivo el precio al que había vendido el pescado a Lucio. Piteas no duda en hacer uso de su autoridad y ordena a los lictores que lo acompañaban desbaratar el negocio del anciano. Apuleyo trata esta imagen como una sátira de las atribuciones de ciertos magistrados, ya que, pese a ser una de las primeras magistraturas en ocuparse durante la realización del cursus honorum, estos se rodeaban con todos los atributos de su dignidad, ejemplificándose en este caso, ya que el edil va acompañado de lictores, uno de los principales símbolos del gobierno municipal. Los ediles eran unos magistrados que debían de hacerse cargo del abastecimiento de la ciudad, es decir, poseían potestad sobre el mantenimiento de la cura annonae local (Pérez Zurita, 2011: 230-234). Además, otra de las atribuciones de la edilidad era vigilar que en el mercado local se hiciera un uso correcto de las pesas y las medidas, con el fin de evitar los fraudes. Pese a estas prerrogativas, Apuleyo nos deja constatado que sus funciones no se centraban exclusivamente en estos asuntos, sino que también podían actuar directamente contra cualquiera que los propios ediles decretasen culpable de fraude. Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 290 decide llevarse al animal para servir de bestia de carga en su campamento, aludiendo que es necesario para el ejército. El hortelano intenta que no se lleve a su asno, suplicándole, apelando a que él mismo sirvió en la milicia y mintiéndole al afirmar lo mal animal que es. El soldado, ya harto de la situación, golpea al hortelano, derribándolo de su montura. En este punto la respuesta del hortelano es muy diferente a la que cabría esperar, pues, en lugar de agachar la cabeza y resignarse por su pérdida, decide hacerle frente al legionario, dejándolo inconsciente. Vid. Fig. 6. Epígrafe con los símbolos de autoridad de un magistrado municipal romano, la silla y las fasces (CIL XII, 1029, Avennio), que representan su capacidad para imponer y administrar justicia. Para evitar las futuras represalias, el hortelano se esconde en la casa de un vecino suyo, aunque no le sirve de mucho, pues el soldado y un grupo de compañeros deciden ir a las autoridades, mintiendo sobre lo sucedido7. Aquí entra en juego una vez más el estatus de cada una de las partes de la acusación. Pese a que en el caso del terrateniente y el campesino 7 Los soldados acusan al hortelano de haberse encontrado un cáliz de plata del comandante del campamento y no querer devolverlo. Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 291 las autoridades locales no se manifiestan a favor de ninguno de los bandos enfrentados, por lo que se entiende que tácitamente dan su apoyo al primero, en este asunto los magistrados se reúnen para comprobar lo sucedido. Es más, las autoridades deciden llevar a cabo un registro de la vivienda del vecino para encontrar al acusado. Todo ello viene dado por la importancia que el comandante de los soldados tiene en la ciudad, por lo que el gobierno local actúa en contra del hortelano pese a la injusticia, solo para evitar una mala situación frente al comandante. Para evitar que el peso de la élite cayese sobre los miembros de los grupos inferiores, estos solían adoptar una posición servil hacia los primeros (Toner, 2012: 53-55). Pero ¿de qué forma podía actuar la gente del común para evitar las injusticias de sus gobernantes? Es probable que la respuesta más eficaz fuese dejar de estar bajo el sometimiento de la ley, es decir, convertirse en forajido, abandonando la ciudad y recurriendo al robo para subsistir, como bien refleja Apuleyo en Las Metamorfosis con todos los casos de bandidos. Otra opción aparentemente eficaz sería evitar a la élite en todo lo posible, resolviendo los propios problemas entre la gente común. Esto sería algo bastante recurrente, siempre y cuando ambas partes estuvieran de acuerdo y no afectase a los intereses de las clases superiores. En relación a la última idea se encuentra la escena de la muerte de la compañía de bandidos que secuestran a Gracia. En Las Metamorfosis no se hace referencia a que las autoridades se impliquen en resolver el crimen y llevar a los secuestradores ante la justicia. Al contrario, se trata de Tlepólemo, el prometido de la joven, el cual se hace pasar por un famoso forajido para entrar en la banda, e incluso ser elegido nuevo jefe. El joven se las ingenia para hacer que todos los bandidos queden inconscientes después de la embriaguez causada por la celebración de tener nuevo líder. Después de rescatar a Gracia, Tlepólemo reúne a un grupo de ciudadanos y deciden dar muerte a los bandidos, despeñando a unos por la montaña y decapitando a otros (Apul., Met., VII, 13). Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 292 Vid. Fig. 7. Tlepólemo rescata a Gracia de los bandidos. Frescos del palacio de Rocca dei Rossi (San Secondo Parmense, Parma). Este caso sirve de ejemplo para demostrar como la justicia podía ser tomada por el conjunto de la ciudadanía, sin tener en cuenta la intervención de la autoridad local (Wolff, 2003: 221-225). El resultado es positivo no solo para la ciudad, sino para todo habitante del Imperio, ya que se ha puesto fin a un mal que afecta a toda la sociedad, aunque como se verá más adelante, estos individuos fuera de la ley solían actuar contra los intereses de la élite, a la vez que podían ayudar a la gente común. Pero estos abusos no solo se hacían al descubierto y de manera “legal” es decir, respaldados por otros miembros de la autoridad local. Apuleyo recoge el caso de jóvenes de los sectores privilegiados de la sociedad romana que formaban grupos dedicados a atacar a los habitantes de las ciudades cuando llegaba la noche, causando en buena parte de los casos la muerte. Este fenómeno queda reflejado en Las Metamorfosis, cuando Fotis aconseja a Lucio volver pronto a casa de Milón, rico hombre de Hípata que actúa como anfitrión del protagonista, para evitar a estas bandas: «[…] vuelve pronto de la cena. Pues una pandilla de locos, jóvenes de las mejores familias, perturban la tranquilidad pública; podrás ver, al pasar, gente degollada en plena calle» (Apul., Met., II, 18). La otra cara de la relación entre los grupos superiores y los inferiores se refleja en el evergetismo. En Las Metamorfosis se pueden encontrar varios casos en los que este fenómeno tan típicamente romano se manifiesta. Así, Demócares, rico ciudadano de Platea, se había comprometido ofrecer un combate de gladiadores a los habitantes de su ciudad, dándose en su casa los preparativos pertinentes para organizar tal espectáculo (Apul., Met., Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 295 abusaba de la gente común, la clase dominante evitaba como fuese que el pueblo se levantase en su contra, provocando una revuelta violenta. La élite continuó acumulando poder en los siglos posteriores, y la resistencia de la gente común ante los abusos de la autoridad no eran más que escaramuzas (Toner, 2012: 259- 264), de las cuales, como se aprecia en Las Metamorfosis, no solían salir bien parados. Tampoco se encuentran motivos con peso político que originasen un levantamiento, sino que los motines contra el poder local estaban asociados principalmente a problemas de abastecimiento y carestía de productos básicos, como trigo y aceite. Estos alzamientos solían tener un carácter violento, originado por el comportamiento de la propia élite: las autoridades en lugar de buscar formas de resolver el problema desde sus inicios, se marchaban a sus propiedades rurales, eludiendo sus responsabilidades con la ciudad y con los ciudadanos. Por su parte, las grandes rebeliones de carácter político contra el poder fueron muy escasas y su fin llegó de forma rápida y eficaz. 4.4. Los grupos marginales: esclavos y bandidos. Durante toda la historia de la humanidad, el reflejo que nos han querido dejar las civilizaciones pasadas siempre ha estado relacionado con los principales personajes de su momento, los cuales, por lo general, pertenecen a la élite política y económica. Así pues, encontramos una serie de individuos que aparecen de soslayo en las fuentes, siempre en un segundo plano, ajenos forzosamente a no poder dejar su huella en la historia: los marginados. Para conocer a estos grupos sociales Las Metamorfosis es una obra fundamental, ya que en ella Apuleyo, al describir diferentes aspectos de la vida cotidiana desde la perspectiva del asno, aprovecha para mostrarnos la sociedad y a los grupos más humildes tal y como eran. La esclavitud aparece reflejada continuamente en Las Metamorfosis, apareciendo varios esclavos típicos de la literatura latina de la época. La propia metamorfosis de Lucio puede ser vista como una metáfora de la reducción a la esclavitud, pasando de amo en amo continuamente de diferentes modos. Uno de los pasajes que permiten afirmar esta comparación la encontramos en la subasta del propio Lucio en un mercado local (Apul., Met., VIII, 24), cuando se le pregunta al pregonero por la edad y el lugar de procedencia del animal. El pregonero no duda en mentir en ambas cuestiones, afirmando que el asno tiene unos cinco años de edad y que procede de Capadocia. Además, el pregonero afirma que puede que se esté vendiendo a un ciudadano romano, por lo que incumpliría la Lex Cornelia. Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 296 Sobre este asunto no queda claro la ley citada por Apuleyo, ya que las ventas de esclavos eran reguladas por la Lex Fabia y no la Cornelia (López Barja de Quiroga, 2007: 310), la cual prohibía la reducción a esclavos de ciudadanos romanos y su venta. ¿Está intentando Apuleyo dar a entender que los propios vendedores desconocían la legislación sobre la esclavitud o que no les importaban vender como esclavo a un ciudadano romano?, ¿se trata de un mero error del autor? En este sentido destaca el hecho de que los animales con los que interactúa Lucio- asno son ejemplos de cómo podían darse las relaciones entre varios esclavos propiedad de una misma persona. Así, cuando Lucio-asno es llevado a la cuadra de Milón, es recluido junto a otro asno y su antiguo caballo (Apul., Met., III, 26-27). Este último, en el momento en que se disponen a comer, obliga violentamente a Lucio a echarse a un lado, arrinconándolo en un extremo del establo. ¿Se dieron malos tratos entre los propios esclavos de una misma casa a la hora de compartir los recursos que les suministraban los amos? Parece ser que, aun compartiendo la misma suerte, no por ello los esclavos desaprovechaban este tipo de situaciones, empleando la fuerza si fuera necesario para obtener más beneficio (Alföldy, 2012: 201-208). Desde su perspectiva, Lucio-asno puede ver cómo es el verdadero trato que se da a los esclavos, siempre teniendo en cuenta la propia idiosincrasia de cada amo. Hay pocas situaciones en las que Lucio-asno no se encuentre a disgusto con su propietario. Una de ellas es cuando, después de salvar a la doncella Gracia de la compañía de bandidos que la tenían secuestrada, es “recompensado” siendo llevado a un prado donde sería semental para las yeguas por el resto de su vida, aunque esto no llegará a cumplirse (Apul., Met., VII, 14). El otro momento en el que Lucio-asno se muestra feliz (o al menos no desdichado) con su situación es cuando es comprado por un campesino, veterano del ejército, el cual se dedica a cultivar su huerto y vender lo cosechado en el mercado local (Apul., Met., IX, 31). Pese a la pobreza con la que asno y amo deben de subsistir, Lucio aprecia el buen trato que tiene del campesino, especialmente el tiempo de descanso que le otorga diariamente mientras este trabaja la tierra. Pero el resto de los amos no tratarán de igual manera a Lucio. Por lo general, la violencia será un recurso más que frecuente para obligarle a que continúe con su tarea. ¿Tan malo era el comportamiento de los amos con sus esclavos? Si aceptamos que Lucio-asno sea Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 297 una metáfora de la esclavitud, se puede ver que los dueños por lo general abusaron en gran medida de sus esclavos. Puede que el dicho romano que decía que el peor trato hacia los esclavos lo daban los propios esclavos fuese cierto. El mejor ejemplo de esto en Las Metamorfosis lo encontramos en el joven esclavo encargado de recoger leña del monte (Apul., Met., VII, 17). Bajo el cargo de este individuo, Lucio-asno recibe brutales palizas, dejándole el anca derecha ensangrentada. Además de esta tortura, el joven se divierte al colocarle espinas en el rabo para que se hiriese con cada movimiento o también intenta en varias ocasiones castrarlo (Apul., Met., VII, 20-22). Vid. Fig. 8. Lucio-asno sufre las vejaciones del joven. Frescos del palacio de Rocca dei Rossi (San Secondo Parmense, Parma). Por suerte para Lucio, el joven muere a consecuencia del ataque de un oso. Cuando Lucio-asno regresa al lugar de descarga de la leña, la madre del muchacho le recrimina por no haber luchado contra el oso para defender al joven (Apul., Met., VII, 27). La legislación romana obligaba a un esclavo a ayudar a su amo cuando este estaba en peligro, hasta el punto de anteponer su vida a la de su propietario. Apuleyo muestra aquí lo absurdo que podía resultar esperar auxilio de un esclavo al que se aterroriza y tortura cruelmente (López Barja de Quiroga, 2007: 311). Otra muestra de la mala situación de los esclavos, debido a la violencia sobre ellos, la encontramos en la descripción de Lucio-asno cuando es comprado por un molinero. Después de un duro de día de trabajo, es conducido al establo, donde se detiene para contemplar a Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 300 Vid. Fig. 9. Ladrones escapando con el botín después de robar en la casa de Milón. Frescos del palacio de Rocca dei Rossi (San Secondo Parmense, Parma). Conectando con lo anterior, los bandidos debieron de contar con una red de información dentro de las ciudades que les permitiera conocer cómo se encontraba su próximo objetivo de robo, así como las medidas que las autoridades llevan a cabo (Knapp, 2015: 229). Lo comentado viene ejemplificado en los asaltos contra Crísero y Milón. En el primer caso un miembro de la compañía de bandidos se infiltra en la propia casa para conocer dónde se ocultan los objetos de valor y valorar las dificultades del asalto (Apul., Met., 7.1). Por su parte, en la segunda ocasión los bandoleros son informados por un agente suyo sobre las noticias del saqueo del hogar de Milón. ¿Contaban los bandidos con personas “dentro de la legalidad” en las ciudades que les informaban de los movimientos de las autoridades o eran los propios bandoleros los que se infiltraban para obtener la información? Lo más lógico es pensar que no todos los bandidos eran individuos conocidos por la sociedad, por lo que cabría suponer que les sería relativamente simple pasar desapercibidos en la ciudad. A esto se le puede añadir el hecho de que, si, como aparece en Las Metamorfosis, los bandidos son recibidos amistosamente por un grupo de aldeanos en su propia comunidad, no sería de extrañar que lo mismo ocurriese en el ámbito urbano. Pero las ciudades no eran grandes centros de población como hoy las conocemos, además sus habitantes tenían un contacto mayor entre sí que en la actualidad. Es por ello que quizá lo bandoleros fueran bien conocidos, pero solo en sus regiones de origen, salvo los casos de los jefes más importantes y famosos. Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 301 En lo que se refiere a la organización de las compañías de bandidos, estas presentaban una estructura basada en los collegia civiles. El botín se reparte entre todos los miembros de forma equitativa y se requiere de la votación para la admisión de nuevos miembros o la elección de alguno de ellos para el liderazgo de la banda. A su vez, los ladrones actuaban como soldados. Esto no es del todo extraño, teniendo en cuenta que muchas de estas bandas debieron de nutrirse de desertores del propio ejército, e incluso jefes militares, que introducirían el reglamento militar (Hidalgo de la Vega, 1986: 62-63). Las compañías de bandidos significarán un grave problema para la estabilidad dentro del Imperio, cuando, en la segunda mitad del siglo II a. C., se asista a la formación de bandas de hasta miles de individuos mandados por antiguos jefes del ejército pasados a la deserción. De este modo los líderes de estas compañías que aparecen en Las Metamorfosis son un buen ejemplo de la situación y de la existencia de ladrones famosos y conocidos por la sociedad (Hidalgo de la Vega, 1986: 64-65). Por tanto, se puede afirmar que los ladrones formarían parte del paisaje natural, siendo un elemento más de la vida cotidiana. 4.5. La mujer romana. La figura de la mujer aparece sucesivamente en Las Metamorfosis, siendo reflejada de muy diferentes maneras por el autor. Así, por ejemplo, la mujer perteneciente los grupos privilegiados aparece en una contraposición muy marcada a la de la mujer de las clases humildes. Además, se encuentran las referencias a la mujer como hechicera, o desempeñando algunos oficios. Uno de los aspectos más significativos de la mujer en el mundo grecorromano era que debía de estar siempre bajo la autoridad del varón, ya sea el padre o el marido (Knapp, 2015: 77-78). Pero en el ámbito doméstico, las condiciones eran mucho más igualitarias. Esta situación de dependencia haría esperar que la mujer en la obra de Apuleyo apareciese en segundo plano. Sin embargo, son contados los casos en los que la mujer en Las Metamorfosis aparezca con un estatus inferior al del hombre en su propio hogar. En primer lugar, la mujer que pertenecía a la élite gozaba de una forma de vida muy diferente a la del resto de mujeres. Al igual que en el caso de los hombres, la mujer de las clases superiores disfrutaba de unas condiciones de vida mucho mejores que el resto de habitantes del Imperio, y aparece participando en grandes banquetes en los que los principales de la ciudad se reunían. De esta manera, el banquete que ofrece la rica Birrena, pariente de Lucio es un testimonio paradigmático de lo señalado (Apul., Met., II, 7). Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 302 En toda la obra no se hace ninguna referencia al esposo de Birrena, por lo que se puede suponer que se trate de una viuda. Por tanto, se trataría de un claro ejemplo de la capacidad que poseía la mujer para disponer libremente de su patrimonio. Birrena es representada como mujer bien vestida, con tejidos nobles y muchas joyas, además de ir acompañada de un gran séquito de siervos. La riqueza de esta mujer queda aún más patente en la majestuosidad de su vivienda (Apul., Met., II, 2-), la cual es descrita con un gran atrio decorado con esculturas que representan el mito de Diana y Acteón9. Otro caso similar, fuera de Las Metamorfosis, pero reflejado en otra de las obras de Apuleyo, la Apología, refleja también la riqueza de la que disponía la esposa del propio autor, Pudentilla. En la Apología aparece que esta rica mujer de Oea poseía cuatro millones de sestercios (Apul., Apol., 87), una suma más que considerable para la época. Además, la mujer de la élite también se preocupó por obtener honores gracias a la realización de donaciones públicas. De nuevo Pudentilla es un buen ejemplo de esto, cuando, con motivo del matrimonio de uno de sus hijos, realizó una sportula de cincuenta mil sestercios entre el pueblo. Se trata de una suma enormemente elevada, tanto que Apuleyo decidió llevar a cabo la ceremonia de su propio matrimonio con Pudentilla en una villa propiedad de esta última, para evitar tener que realizar otra donación al pueblo de semejante envergadura. Tanto del caso de Birrena como el de Pudentilla se puede extraer que la mujer romana podía disponer de su patrimonio a su antojo, sin tener que rendir cuentas a ningún varón. Aunque claro está, habría que resaltar el hecho de que ambas carecían de una autoridad masculina superior, es decir, un padre o un marido, por lo que ellas mismas actuarían como cabezas de su familia de pleno derecho. Aun así, la mujer romana, independientemente del orden social al que perteneciera, podía disponer y manejar una serie de bienes propios (Buigues Oliver, 2014: 67-69), principalmente la dote y otro tipo de bienes que la mujer traía de la casa de sus padres y los aportaba al nuevo hogar. La mujer estaba desligada completamente de la vida política de su ciudad, pero podía acceder a otros cargos de importancia mediante la ocupación de sacerdocios. Asumiendo estos puestos de honor y realizando donaciones cívicas, las mujeres de la élite podían ser recompensadas tanto por el Senado local como por el pueblo con la obtención de estatuas 9 Acteón ve a Diana bañarse desnuda, tras lo cual la diosa convierte al joven en un ciervo. Esta escena puede ser vista como una premonición de la odisea que le espera a Lucio. Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 305 La infidelidad es un recurso recurrente en Las Metamorfosis, aunque siempre promovida por las mujeres. Por lo general, la mujer es quien desea tener relaciones extramatrimoniales con hombres diferentes a sus esposos. Así el caso de Pánfila es muy paradigmático, ya que aparece representada como una esposa que acepta su situación de inferioridad con respecto a su marido. Sin embargo, esto no es más que una mera ilusión elaborada por la propia Pánfila, pues según su esclava Fotis su ama mantiene relaciones con mucha frecuencia con diferentes muchachos (Apul., Met., II, 5) de la ciudad. La magia tiene su función en este aspecto, ya que es a través de artes mágicas como esta hechicera consigue cautivar a los jóvenes. El caso de la madrastra que se enamora de su hijastro10 es otro ejemplo de cómo la mujer se deja llevar por sus pasiones, hasta tal punto de asesinar a su propio hijo. Otro caso narrado por Apuleyo es el de una mujer que engaña a su esposo cuando este se encuentra fuera del hogar trabajando, hasta un día en que el hombre vuelve antes de lo provisto (Apul., Met., IX, 5-7). Pero la astucia de la mujer es superior a la de su marido, ya que hace que su amante se introduzca en una tinaja y miente diciendo que aquel individuo quería comprarla, y por lo tanto estaba revisando que no tuviese ninguna grieta. Apuleyo también refleja cómo no siempre era culpa de la mujer la infidelidad, aunque esta no tiene inconvenientes para engañar a su marido con otro. En este sentido el autor menciona a Filatero, joven que se enamora perdidamente de Areté, esposa de Bárbaro, apodado Escorpión por su agrio carácter (Apul., Met., IX, 17). Pese a que la mujer no es la promotora de la infidelidad, no pone ningún tipo de impedimentos para que esta se lleve a cabo. Por lo tanto, la mujer aparece como más propensa que el varón para ser infiel, lo que puede entenderse por una incapacidad para mantener un voto o promesa. Esto se podría interpretar como que la mujer se deja llevar por sus pasiones con una facilidad mucho mayor a la del varón. Si Apuleyo refleja el pensamiento que se tenía en su época de las mujeres, esta idea de la mujer como ser de voluntad débil y quebradiza, que se dejaba guiar por sus pasiones más mundanas, debió de servir de justificación para ese sometimiento y dependencia legal que tenían de los hombres. 10 Caso ya mencionado en el apartado 2 (Apul., Met., X, 2-12). Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 306 Aunque la infidelidad era castigada tanto para el hombre como para la mujer, los primeros nunca estuvieron limitados a la hora de mantener relaciones con prostitutas, sino que en la antigua Roma se aceptaba que esto pasase (Torres González, 2017). Es más, era preferible que el varón desatase sus impulsos sexuales con una prostituta en lugar de con su propia esposa, lo que demuestra la importancia de la institución del matrimonio, así como de la propia imagen de la mujer. La magia, y concretamente la hechicería, eran artes que se identificaban con la mujer. La hechicería es la primera característica que se liga a la mujer en Las Metamorfosis. Esta mención se refiere a Meroe, la cual es capaz de alterar la naturaleza a su antojo, así como convertir a diferentes personas en animales: un antiguo amante lo transformó en castor, a un carpintero en rana y a un abogado en borrego (Apul., Met., I, 8-10). Además, hace que la mujer de uno de sus amantes esté permanentemente encinta. La mujer como hechicera vuelve a hacer acto de presencia con el personaje de Pánfila, la mujer de Milón, la cual tiene similares habilidades que las dos mujeres citadas anteriormente (Apul., Met., II, 5-6). Pánfila, al igual que Meroe, emplea sus poderes para deshacerse de sus enemigos, así como de los amantes que ya no quieren estar con ella. Convierte a hombres en borregos o piedras, o simplemente los elimina. Por lo general, la mujer siempre es representada en Las Metamorfosis como el origen de problemas, especialmente en el caso de Lucio, el cual se convierte en asno por el error de Fotis. También es la mujer la causante indirecta de la muerte de los hombres, los cuales sucumben a su belleza y se dan muerte unos a otros. El mejor ejemplo de lo señalado se encuentra en el caso de Gracia y Tlepólemo, ya que este es asesinado por un amigo suyo quien esperaba así poder casarse con Gracia (Apul., Met., VIII, 4-6). El resto de mujeres que aparecen en la obra siguen actuando en la historia como desencadenantes de males para los hombres: Meroe y Pánfila son hechiceras que castigan a todo aquel que le sea contrario, los casos anteriores de Fotis y Gracia o las repetidas infidelidades y asesinatos pasionales son buena muestra de ello. El retrato que ofrece Apuleyo de la mujer es devastador. Pero no cesa aquí la mala imagen de las mujeres. Uno de los casos más llamativos lo encontramos cerca del final de la odisea de Lucio-asno, cuando este es propiedad de Tiaso, un rico ciudadano que enseña al protagonista diferentes trucos con los que entretener a la gente y así ganar popularidad ante las inminentes elecciones municipales (Apul., Met., X, 17). Entre los “admiradores” del asno se encontraba una mujer, perteneciente a la élite local, la Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 307 cual «se quedó encantada de mis múltiples monerías; insensiblemente pasó de la constante admiración a una increíble pasión; sin poner remedio a su extraño capricho, cual nueva Pasifae11». Tras esto, Tiaso no duda en concederle a la mujer su capricho y deja que pase toda la noche con Lucio-asno (Apul., Met., X, 20-23). Vid. Fig. 11. Lucio-asno se dispone a pasar la noche con la mujer. Frescos del palacio de Rocca dei Rossi (San Secondo Parmense, Parma). Este caso puede ser interpretado de dos maneras distintas. Por un lado, puede que Apuleyo quiera reflejar hasta qué punto la mujer se dejaba llevar por sus pasiones más lascivas, reforzando la idea de la mujer como ser de voluntad débil que había que tener bajo control. Pero, por otro lado, es posible que el autor quiera dejar constancia con este hecho hasta qué punto era capaz de llegar la depravación humana, especialmente entre la élite, la cual aprovecha su posición para saciar todos sus deseos. Así mismo, todo lo femenino es tratado en la obra con connotaciones negativas, por lo que aquello relacionado con la mujer es visto como algo que está mal. El caso de la hechicería tratada como un arte propio de mujeres lo demuestra claramente. Además, otro buen ejemplo de lo comentado se aprecia en el caso de los sacerdotes de la diosa siria que son representados con personalidades femeninas llamándose entre sí “hijitas” o “palomitas” (Apul., Met., VIII, 26), o más claramente cuando están realizándose cortes a ellos mismos en 11 Pasífae fue esposa del rey Minos y madre del Minotauro. Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 310 nuestros días del Imperio durante el gobierno de los Antoninos (96-192) (Gómez Pantoja, 2003: 617-638) como una de las etapas de la historia de Roma mayor esplendor, Las Metamorfosis refleja la inestabilidad interna existente. Las compañías de bandidos debieron de ser un fenómeno muy extendido por todo el Imperio, aunque siempre a nivel regional (Shaw, 2004: 326-340). Estas bandas serían engrosadas por desertores del ejército, lo que demuestra que la deserción era algo común. Quizás con la deserción se intentaba evitar ser enviado a defender las fronteras o bien a participar en las campañas militares contra el Imperio Parto. Por su parte, Apuleyo también mostró cómo actuaba la mujer romana. Entre la mujer de la élite y la de los grupos inferiores se puede apreciar que existía una gran diferenciación, aunque similar a la existente en el caso de los hombres. También se puede apreciar que la vida de la mujer no quedaba restringida al ámbito doméstico, sino que podía actuar de un modo similar al del hombre, aunque la política siempre le estuvo vedada. Una de las interpretaciones que se pueden sacar del conjunto de la historia narrada en Las Metamorfosis está íntimamente relacionada con la figura de la mujer. De este modo, la trasformación de Lucio viene de la mano de una mujer, Fotis, una esclava con la cual el protagonista mantiene relaciones sexuales. A su vez, el retorno a su forma humana es obra de otra figura femenina, en este caso encarnada en la máxima representación de la mujer para Apuleyo: la diosa Isis. El protagonista se convierte en asno debido a la influencia de una mujer que se deja llevar por sus pasiones carnales, sin ningún tipo de virtud apreciable más que la belleza seductora. Por el contrario, solo la verdadera representación del ideal de la mujer, simbolizado con Isis, que para el autor es el culmen de todas las divinidades femeninas, es la que trae al hombre de su estado animal y le devuelve su conciencia humana. Es decir, la mujer puede hacer que el hombre no sea más que una bestia siempre y cuando ella solo desee dar rienda suelta a sus deseos más básicos, mientras que la mujer (o quizá en un sentido más concreto la esposa) virtuosa y pura es la que hace al hombre un verdadero ser racional. Como conclusión final, cabe destacar la gran importancia que tiene la obra de Apuleyo para comprender cómo funcionaba la sociedad romana del Alto Imperio, especialmente de los grupos que por su posición social han quedado olvidados por la historia. Sin embargo, desde la perspectiva de Lucio, el autor ha podido reflejar a través de la sátira cómo solía transcurrir la vida diaria de estos grupos, mostrando además ciertos aspectos que las fuentes dan de lado, como la importancia de las creencias mágicas y religiosas, la Revista Anahgramas. Número V. Año 2018. Urbano Barranco. Pp271-314. 311 influencia del mundo oriental, los abusos de la élite contra el pueblo, la situación de los marginados o el papel de la mujer. Y es que desde la posición marginal y casi invisible que Apuleyo otorga a Lucio como asno, el autor nos ofrece una visión única de los diferentes componentes de la sociedad romana. 6. BIBLIOGRAFÍA. 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