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El conflicto entre Ana Ozores y la Regenta: deseo o destrucción, Apuntes de Literatura

Resumen: En 1880 Leopoldo Alas, Clarín, afirmaba en su conocido artículo El libre examen y nuestra literatura presente que la novela era “el vehículo que ...

Tipo: Apuntes

2021/2022

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¡Descarga El conflicto entre Ana Ozores y la Regenta: deseo o destrucción y más Apuntes en PDF de Literatura solo en Docsity! Libreto #25 | 12/2020: 37-52 - ISBN 978-989-54784-4-6 | 10.21747/9789895478415/lib25a4 37 El conflicto entre Ana Ozores y la Regenta: deseo o destrucción Pilar Nicolás Martinez Universidade do Porto - CITCEM Resumen: En 1880 Leopoldo Alas, Clarín, afirmaba en su conocido artículo El libre examen y nuestra literatura presente que la novela era “el vehículo que las letras escogen en nuestro tiempo para llevar al pensamiento general, a la cultura común, el germen fecundo de la vida contemporánea […]” (Alas 2001: 57). Esta consideración entroncaba con el intenso debate li- terario que se generó en la prensa, y del que Alas fue uno de los principales argumentadores, sobre los propósitos y la estética del movimiento naturalista en España. Para Clarín, la novela (entendida como el género clave para mostrar y reflexionar sobre la sociedad de su tiempo) albergaba una intencionalidad de carácter reformista: la posibilidad de, a través de “nuestra revolución literaria” (ibidem), atacar las costumbres y “las ideas sustentadas al abrigo de la Iglesia por el fanatismo secular” (idem: 58). En la base de la “importancia social” (idem: 54) de la literatura se sustenta la concepción de Leopoldo Alas al escribir La Regenta (1884-1885). Novela en la cual se presenta un crudo retrato de las relaciones humanas en una imaginada ciudad de provincias: Vetusta. En este contexto, la protagonista, Ana Ozores, pasará a ser el objeto principal de la disputa que se establece entre dos fuerzas de poder. Una representada por la iglesia, en la figura del Magistral, y otra representada por la oligarquía de la ciudad, que a través del donjuán Don Álvaro Mesía, quiere dominar y doblegar a la pieza más preciada de la ciudad: la Regenta. Mujer inmersa en una lucha (a veces enfermiza) entre su impulso natural, la relación con su cuerpo y su sexualidad, la emoción y espiritualidad con las que pretende trascender el ambiente degradado y rutinario que la rodea, contrapuesto al peso de las demandas sociales, de la cultura hipócrita de la apariencia y las exigencias de conducta impuestas a las mujeres como detentoras de la honra en una sociedad patriarcal. Saltarse la norma a la vista de todos supondrá su exclusión social, la censura y el aislamiento implacable de un medio despiadado ante lo que representa la libertad individual. Libreto #25 | 12/2020: 37-52 - ISBN 978-989-54784-4-6 | 10.21747/9789895478415/lib25a438 Pilar Nicolás Martínez Palabras clave: literatura española, siglo XIX, naturalismo, novela de adulterio, La Regenta Abstract: In 1880 Leopoldo Alas, Clarín, affirmed in his well-known article El libre examen y nuestra literatura presente that the novel was “the vehicle that literature chooses in our time to carry general thought, common culture, the fertile germ of contemporary life […]” (Alas 2001: 57). This consideration was connected to the intense literary debate that was generated in the press, and of which Alas was one of the main argumentators, about the purposes and aesthetics of the Naturalism movement in Spain. For Clarín, the novel (un- derstood as the key genre for showing and reflecting the society of its time) harbored a reformist intention: the possibility of, through “our literary revolution” (ibidem), attacking customs and “sustained ideas sheltered from the Church by secular fanaticism” (idem: 58). The conception of Leopoldo Alas in writing La Regenta (1884-1885) is based on the idea of the “social importance” (idem: 54) of literature. A novel where a crude portrait of human relations is presented in an imagined provincial city: Vetusta. In this context, the protago- nist, Ana Ozores, will become the main object of the dispute that is established between two power forces. One represented by the church, in the figure of the Magistral, and another represented by the city’s oligarchy, who through Don Álvaro Mesía, wants to dominate and subdue the most precious piece of the city: la Regenta. A woman immersed in a (sometimes sickly) struggle between her natural drive, her relationship with her body and her sexuality, the emotion and spirituality with which she tries to transcend the degraded environment and the routine that surrounds her, as opposed to the weight of social demands, of the hypo- critical culture of appearance and the demands of conduct imposed on women as holders of honor in a patriarchal society. Skipping the norm in the sight of all will suppose their social exclusion, censorship and the implacable isolation of a ruthless environment in front of what individual freedom represents. Keywords: Spanish literature, 19th century, naturalism, adultery novel, La Regenta 1. El ideario de Clarín sobre el que se edifica La Regenta Leopoldo Alas, Clarín, (1852-1901) escribió La Regenta durante dos años y medio, esto es, entre el otoño de 1883 y la primavera de 1885 (Cabezas apud Oleza 2012: 40). Publicándose su primer tomo en diciembre de 1884 y el segundo en junio de 1885. No obstante, fue una novela largamente meditada por su autor. A propósito, es frecuente citar la relación que tiene su trama y personajes con relatos de Clarín compuestos anteriormente; como, por ejemplo, El diablo en Semana Santa, que apareció por pri- mera vez en el periódico La Unión en 18801 (Richmond 1986: 500), y cuyo protagonista es un canónigo (un magistral bien parecido) que se siente atraído por una jueza. La similitud es evidente, pero las preocupaciones reformistas del escritor se evidencian Libreto #25 | 12/2020: 37-52 - ISBN 978-989-54784-4-6 | 10.21747/9789895478415/lib25a4 Práticas e memórias de exclusão: o romance de adultério do século XIX 41 crítica especializada. Pero este interesante asunto nos desviaría del tema principal del artículo y conviene centrarse en lo que sí tienen en común y que se refleja en La Regenta; entendamos entonces que, como señala Juan Oleza: “El naturalismo es, pues, la primera gran apuesta en cuestión de la posibilidad de un pacto entre liber- tad y disciplina colectiva, entre deseo personal y realidad social”, siendo esta últi- ma la que “impone siempre sus condiciones” (2012: 18). De ahí que la protagonista femenina, Ana Ozores, se debata en un tormentoso conflicto interno. Por un lado, se siente diferente y superior a quienes la rodean, por lo que busca la soledad o un alma gemela. Pero, por otro lado, tiene la necesidad de sentirse aceptada, integrada y admirada por la clase privilegiada de la ciudad de Vetusta. En un juego cínico de apariencias e hipocresías todos se divierten en ver quién se llevará la más rica pieza de la ciudad, pues desde joven se la ha cosificado. En La Regenta todo gira en torno a lo previamente establecido, a lo irremediable, pero, en la profusión de matices que el lector llega a conocer de cada personaje y de cada trama, se acaba por percibir, como apunta José-Carlos Mainer, “la visión entrevista de ámbitos nuevos del corazón humano: quizá los narradores de 1880 tenían razón al pensar que la libertad es solamente un sueño en la víspera de que suceda lo inevitable” (2012: 155). En este sentido se explica el título de este trabajo, en el cual se pone el foco en el conflicto entre Ana Ozores, como individuo, como mujer que ansía una vida diferente y plena, y la Regenta, es decir, el estatus que esta mujer ocupa en sociedad, lo que demandan de ella y lo que debe ser o aparentar ser para integrarse, pese a que como sujeto se sienta hondamente insatisfecha. Al contrario de lo que creyó el realismo, no hay en La Regenta una posibilidad de pacto entre el individuo y el medio que lo rodea. La desconfianza en los poderes del individuo, que acompañó a la crisis del sistema libe- ral, se traduce en el naturalismo por su reducción a una pieza del complejo mecanismo de la vida, regido por leyes supraindividuales que emanan de la especie y del medio, y que le empujan a adaptarse o, de lo contrario, lo destruyen. (López Quintáns 2007: 48) En definitiva, lo que se pretende es poner de relieve la complejidad de la prota- gonista y la dualidad en la que vive. En su doble dimensión, la personal e íntima y la social, en la forma como los otros la ven y la condicionan. Aspectos sobre los que se reflexionará a continuación, centrándonos en el análisis de los rasgos que definen a este personaje y cómo la persecución de sus anhelos la conducirá al desclasamiento o la destrucción social. II. La construcción de Ana Ozores La novela arranca esbozando el retrato del ambicioso Magistral que observa y considera la ciudad de Vetusta como su presa. Sin embargo, el primer personaje que se describe con profusión de detalles es su protagonista femenina, la intención es Libreto #25 | 12/2020: 37-52 - ISBN 978-989-54784-4-6 | 10.21747/9789895478415/lib25a4 Pilar Nicolás Martínez 42 concentrar la atención de los lectores en los rasgos individuales, físicos y de carácter, de esta mujer. Así el capítulo III comienza presentando a Ana Ozores, ya adulta, en la intimidad de su cuarto. Va a cambiar de confesor y director espiritual, pasando del Arcipreste don Cayetano Ripamilán al Magistral don Fermín de Pas, y para ello deberá realizar al día siguiente una confesión general. Este acto desencadena la narración de los sucesos clave de su vida, asistiendo (a lo largo de los capítulos III, IV y V) a la infancia, adolescencia y juventud de esta atormentada mujer. Desde el punto de vista del naturalismo, se pretende demostrar la influencia del medio en un individuo, algo más importante para el novelista (y para el resto de los naturalistas españoles) que el peso de la herencia genética. Clarín, en cambio, está interesado en que observemos a una mujer “determinada” por una dura infancia. El primer revés en la vida de Ana Ozores es el hecho de que su madre muriese el día de su nacimiento. El narrador incide en numerosas ocasiones sobre esta desdicha: “Se acordó de que no había conocido a su madre. Tal vez de esta desgracia nacían sus mayores pecados.” (Alas 2012, cap. III: 218). No solo es huérfana de madre, sino que va a ser criada con crueldad por una mujer seca, severa y mezquina, en quien su padre delegó su educación. Esta circunstancia se relaciona con la sensación permanente de soledad de Ana Ozores y la tristeza de no haber sentido el amor. Lo irónico es que del infortunio que marca su vida (la falta de su madre) derive el defecto que la sociedad influyente de Vetusta reprocha a la joven: el ser hija de una plebeya. Desde fuera, se juzga con severidad el error de su padre, don Carlos Ozores, que – aun emparentado con la nobleza – optó por casarse por amor con una joven costurera italiana. A propósito, el comentario de uno de los canónigos de la catedral delata un ruin clasismo: – Abominable – añadió Glocester inclinándose –. Representa una alianza nefasta en que la sangre, a todas luces azul, de los Ozores, se mezcló en mal hora con sangre plebeya; y lo que es lo peor... según todos sabemos, representa esa niña la poco meticulosa moralidad de su madre, de su infausta... (Alas 2012, cap. V: 281) El posterior comportamiento de la Regenta, considerado como deshonesto por su grupo social, se explica para ellos por sus orígenes impuros, mientras que el na- rrador ofrece una mirada compasiva insistiendo en que sus problemas derivan de la falta de cariño y abandono infantil. Como consecuencia de las murmuraciones, la Ana adulta será una mujer atrapada en el opresivo ambiente de Vetusta y presa de constantes crisis nerviosas producto de sus frustraciones y recuerdos traumáticos. El determinismo de La Regenta no es el meramente material y fisiológico, sino una fuer- za más sutil y poderosa, un estado de opinión general – fundamentado en una moral Libreto #25 | 12/2020: 37-52 - ISBN 978-989-54784-4-6 | 10.21747/9789895478415/lib25a4 Práticas e memórias de exclusão: o romance de adultério do século XIX 43 cosificada, manipulada a uso personal, y como arma arrojadiza – que acaba venciendo la resistencia del personaje central, Ana Ozores. (Martínez Torrón 1982: 286) A la pérdida de su madre se une la falta de cuidado y atención de su padre: don Carlos Ozores. Declarado liberal y librepensador, involucrado durante la niñez de Ana en conspiraciones políticas que le mantuvieron alejado de la niña; de él se asevera: “De sus defectos su hija fue la víctima” (Alas 2012, cap. IV: 247). Al mismo tiempo, y pese a las ideas reformistas de su progenitor, la desconsideración que este tenía por las mujeres reducía a su hija a un mero adorno, sin respetarla como una igual. Además don Carlos la trataba como si fuese ella el arte, como si no tuviera sexo. Era aque- lla una educación neutra. A pesar de que Ozores pedía a grito pelado la emancipación de la mujer y aplaudía cada vez que en París una dama quemaba la cara con vitriolo a su amante, en el fondo de su conciencia tenía a la hembra por un ser inferior, como un buen animal doméstico. (idem, cap. IV: 262) Ilustrativo es que, en no pocas ocasiones, se compare a la Regenta con un objeto bello, digno de ser mostrado. Por ejemplo, se dice: En poco tiempo se consolidó la fama de aquella hermosura y Anita Ozores fue por acla- mación la muchacha más bonita del pueblo. Cuando llegaba un forastero, se le enseñaba la torre de la catedral, el Paseo de Verano, y, si era posible, la sobrina de las de Ozores. Eran las tres maravillas de la población. (Alas 2012, cap. V: 291) Se la codicia y se la quiere conquistar por avaricia y envidia, por acumular un valor preciado, ignorando deliberadamente las cualidades de su persona. Ella es consciente de esto y como reacción siente en su juventud gran vergüenza ante el modo como sus tías paternas aluden a su figura, comparándola con un buen pedazo de carne. Bajo la opinión e intereses de sus tías su belleza es vista como un negocio, algo que la salvará de la pobreza: “Para doña Águeda la belleza de Ana era uno de los mejores embutidos; estaba orgullosa de aquella cara, como pudiera estarlo de una morcilla.” (idem, cap. V: 297) El desinterés de don Carlos por su hija incide en el descuido de su formación. La educación constituía un asunto central para los autores naturalistas españoles. Recor- demos que la considerada como primera novela de este movimiento, La desheredada de Pérez Galdós, comenzaba con la siguiente dedicatoria: Saliendo a relucir aquí, sin saber cómo ni por qué, algunas dolencias sociales, nacidas de la falta de nutrición y del poco uso que se viene haciendo de los benéficos reconstituyentes llamados Aritmética, Lógica, Moral y Sentido Común, convendría dedicar estas páginas... Libreto #25 | 12/2020: 37-52 - ISBN 978-989-54784-4-6 | 10.21747/9789895478415/lib25a4 Pilar Nicolás Martínez 46 […], aplicó sus potencias con intensidad increíble al enigma que tanta influencia tenía en su vida, que a tantas precauciones obligaba al aya; quiso saber lo que era aquel pecado de que la acusaban, y en la maldad de doña Camila y en la torpe vida, mal disimulada, de esta mujer, se afiló la malicia de la niña que fue comprendiendo en qué consistía tener honor y en qué perderlo. (Alas 2012, cap. IV: 255) En este ambiente, aprende a desenvolverse con total disimulo, aunque con esa actitud fuese en contra de su propia naturaleza. Su comportamiento moral giraba, como piedra angular, en torno al mantenimiento intachable de su honra, en ello estri- baba su propio honor y, ante todo, el de su marido. Creyó en una gran injusticia que era la ley del mundo, porque Dios quería, tuvo miedo de lo que los hombres opinaban de todas las acciones, y contradiciendo poderosos instintos de su naturaleza, vivió en perpetua escuela de disimulo, contuvo los impulsos de espontánea alegría; y ella, antes altiva, capaz de oponerse al mundo entero, se declaró vencida, siguió la conducta moral que se le impuso, sin discutirla, ciegamente, sin fe en ella, pero sin hacer traición nunca. (idem, cap. IV: 256) Aquí entramos en el aspecto determinante que incita el adulterio de la Regenta relacionado con la costumbre entre las clases acomodadas (aunque no fuera exclusivo de ellos), de los matrimonios acordados o precipitados, en los que la mujer se casaba muy joven y solía haber gran diferencia de edad entre los novios. La malcasada o mal- maridada es un tema recurrente en la literatura, pero en el siglo XIX vuelve con fuerza, ya no como asunto objeto de chanza o desencadenante del drama, sino como debate público. Los liberales avisan en sus escritos y condenan, con fines aleccionadores, so- bre las nefastas consecuencias de un mal matrimonio. Quería emanciparse; pero ¿cómo? Ella no podía ganarse la vida trabajando; antes la hubie- ran asesinado las Ozores; no había manera decorosa de salir de allí a no ser el matrimonio o el convento. (idem, cap. V: 301) – ¿No es una temeridad casarse sin amor? ¿No decían que su vocación religiosa era falsa, que ella no servía para esposa de Jesús porque no le amaba bastante? Pues si tampoco amaba a don Víctor, tampoco debía casarse con él. (idem, cap. V: 310) No le amaba, no; pero procuraría amarle. (idem, cap. V: 316) Clarín se junta a esta corriente, tomando el testigo (con variantes) que había de- jado Mariano José de Larra en su célebre artículo Casarse pronto y mal, publicado en El Pobrecito Hablador. Revista Satírica de Costumbres en 1832;5 además, de la obvia Libreto #25 | 12/2020: 37-52 - ISBN 978-989-54784-4-6 | 10.21747/9789895478415/lib25a4 Práticas e memórias de exclusão: o romance de adultério do século XIX 47 cercanía con Madame Bovary (1856-1857) de Gustave Flaubert. Continuamente Ana Ozores reflexiona sobre su matrimonio. Cavilaciones que reflejan su dualidad entre el agradecimiento que siente por el hombre que la salvó de un incierto futuro – ya que ella tenía linaje, pero no dinero – y su desilusión, pues ni lo ama ni lo desea. Y ahora estaba casada. Era un crimen, pero un crimen verdadero, no como el de la barca de Trébol, pensar en otros hombres. Don Víctor era la muralla de la China de sus ensueños. Toda fantástica aparición que rebasara de aquellos cinco pies y varias pulgadas de hom- bre que tenía al lado, era un delito. Todo había concluido... sin haber empezado. (Alas 2012, cap. V: 317) El novelista, con acierto, huye de achacar el comportamiento de la malcasada a un esposo despreciable o cruel, para el escritor el tema es más complejo. Al contrario, Víctor Quintanar es un hombre bueno y amable con su esposa, pero Leopoldo Alas lo retrata como un padre que, con más de veinte años de diferencia con Ana, la cuida y atiende como si fuera su hija y no su mujer y, mucho menos, su amante. La luna la miraba a ella con un ojo solo, metido el otro en el abismo; los eucaliptus de Frí- gilis inclinando leve y majestuosamente su copa, se acercaban unos a otros, cuchichean- do, como diciéndose discretamente lo que pensaban de aquella loca, de aquella mujer sin madre, sin hijos, sin amor, que había jurado fidelidad eterna a un hombre que prefería un buen macho de perdiz a todas las caricias conyugales. (idem, cap. X: 454) El gran defecto de Quintanar es no querer ser consciente de la insatisfacción de su esposa, no planteárselo siquiera y, en consecuencia, ponerle en bandeja (sin que ese fuese su propósito) un amante con el que colmar su sexualidad (inexistente con él), carencia sentida por la protagonista en numerosas ocasiones. Sentía en las entrañas gritos de protesta, que le parecía que reclamaban con suprema elocuencia, inspirados por la justicia, derechos de la carne, derechos de la hermosura. (idem, cap. X: 461) – Son los nervios, Quintanar. […] – […] debo condenar y condeno esta vida que haces, y desde mañana mismo otra nueva. Iremos a todas partes y, si me apuras, le mando a Paco o al mismísimo Mesía, el Tenorio, el simpático Tenorio, que te enamoren. – ¡Qué atrocidad…! (Alas 2012, cap. X, p. 467) Libreto #25 | 12/2020: 37-52 - ISBN 978-989-54784-4-6 | 10.21747/9789895478415/lib25a4 Pilar Nicolás Martínez 48 Al contrario de otras mujeres adulteras de la novela de la segunda mitad del siglo XIX, la fabulación del amor romántico no está muy clara en Ana Ozores como motivo de su infidelidad. Ana al igual que Emma Bovary es una dedicada lectora; pero no de folletines románticos sino, por un lado, (como se ha visto) de literatura mística, y, por el otro, de mitología pagana: sensual y voluptuosa. Características que acom- pañan siempre a la descripción física de la protagonista. ¡La bacante!, la fanática de la naturaleza, ebria de los juegos de su vida lozana y salvaje; el placer sin tregua, el placer sin medida, sin miedo; […]. (Alas 2011, cap. XXVIII: 504) La Regenta es un libro con una marcada carga erótica, principal motivo, junto con el anticlericalismo, de la escandalosa acogida que tuvo cuando se publicó y su censura en periodos autoritarios como el franquismo. En el retrato de la sociedad de Vetusta: vacía y superficial, las infidelidades encubiertas están a la orden del día. Con todo, la frustración sexual y el conflicto interior entre deseo y realidad es, especialmente, patente tanto en la protagonista femenina como en el protagonista masculino. Al Ma- gistral, cada vez más atraído por la Regenta, le pesan sus ropas eclesiásticas. De ello se queja ante sí mismo, en el capítulo XXVII: Oh, si le fuera lícito vestir su traje de cazador, su zamarra ceñida, su pantalón fuerte y apretado al muslo, sus botas de montar, su chambergo, entonces sí, iría de paisano, y la vanidad le decía que en tal caso no tendría que temer el parangón con el arrogante mozo a quien aborrecía. Sí, a quien aborrecía. Don Fermín ya no se lo ocultaba a sí mismo. No daba nombre a su pasión, pero reconocía todos sus derechos y estaba muy lejos de sentir remordimientos. «Él era cura, cura, una cosa ridícula, puestas las cosas en el estado a que habían llegado.» Había comprendido que Ana sentía repugnancia ante el canónigo en cuanto el canónigo quería demostrarle que además era hombre. (idem, cap. XXVII: 464) Ciertamente, Ana Ozores siente desagrado al darse cuenta de los terribles celos que padece don Fermín de Pas (su antiguo hermano del alma) e imaginar a su director espiritual como amante: ¿Pues no estaba bien claro que todo aquello eran celos? ¡No faltaba más! ¡qué horror! ¡qué asco! ¡amores con un clérigo! […] Y le parecía que el pecado de querer a un Mesía era ya poco menos que nada, sobre todo si servía para huir de los amores de un Magistral… ¿Pero qué se habría figurado aquel señor cura? (Alas 2011, cap. XXVIII: 488) Con la maestría y sutilidad que le caracteriza, Leopoldo Alas no va a narrar la pri- mera vez que Ana Ozores y Álvaro Mesía están juntos como amantes, así se produce una elipsis entre los capítulos XXVIII y XXIX, para que el lector se reencuentre con la Libreto #25 | 12/2020: 37-52 - ISBN 978-989-54784-4-6 | 10.21747/9789895478415/lib25a4 Práticas e memórias de exclusão: o romance de adultério do século XIX 51 Ana observaba mucho. Se creía superior a los que la rodeaban, y pensaba que debía de haber en otra parte una sociedad que viviese como ella quisiera vivir y que tuviese sus mismas ideas. Pero entre tanto Vetusta era su cárcel, la necia rutina, un mar de hielo que la tenía sujeta, inmóvil. Sus tías, las jóvenes aristócratas, las beatas, todo aquello era más fuerte que ella; no podía luchar, se rendía a discreción y se reservaba el derecho a despreciar a su tirano, viviendo de sueños. (Alas 2012, cap. V: 308) Notas * Pilar Nicolás Martínez é Doctora en Literatura Española y Teoría de la Literatura por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) con la tesis doctoral titulada El teatro español en Lisboa en la segunda mitad del siglo XIX. Trabaja en la Faculdade de Letras da Universidade do Porto como docente de literatura española, español como lengua extranjera (ELE) y formadora y tutora de profeso- res de español en formación inicial. Sus principales áreas de investigación están relacionadas con la literatura española contemporánea, sobre todo el periodo de la Restauración a la Segunda República y sus conexiones con Portugal y, en general, los Estudios Ibéricos literarios y culturales comparados. 1 Un año después, en 1881, Alas incorporará este relato en la publicación de su libro Solos de Clarín. 2 Clarín consideraba que, gracias a esta revolución (iniciada en Cádiz, el 18 de septiembre de 1868), “la conciencia nacional despertó, quizá por vez primera, de su sueño inmemorial” (Alas 2012: 54) y se considera el momento en el que “eclosiona verdaderamente la novela ‘realista’ española” (Rodríguez Puértolas 2001, párr. 3). 3 El periodo central del naturalismo en España se suele delimitar entre 1881, con la publicación de La desheredada de Pérez Galdós, y 1887 con La madre naturaleza de Emilia Pardo Bazán (Oleza 2012: 12). 4 “Se trataría así de una novelística de signo burgués-radical (Clarín y Galdós de nuevo) frente a otra de signo tradicionalista y aun feudal (Pereda como ejemplo máximo), con una serie intermedia de varia- bles de diferentes niveles de conservadurismo” (Rodríguez Puértolas 2001, párr. 3). 5 Larra contaba el caso de un jovencísimo sobrino que presa de impulsos románticos había contraído matrimonio con una igualmente joven e inexperta muchacha. El final de la historia es trágico y mora- lizante, apuntando como causa del infortunio a la incorrecta y demasiado liberal educación, que los padres dieron a su sobrino. Libreto #25 | 12/2020: 37-52 - ISBN 978-989-54784-4-6 | 10.21747/9789895478415/lib25a4 Pilar Nicolás Martínez 52 Bibliografia Alas, Leopoldo (2001), “El libre examen y nuestra literatura presente”, Solos de Clarín, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 51-62, <https://bit.ly/2CEorjO> (último acceso en 19/07/2020). –– (2011), La Regenta, tomo II, edición de Juan Oleza, Madrid, Cátedra. –– (2012), La Regenta, tomo I, edición de Juan Oleza, Madrid, Cátedra. Godón, Nuria (2015), “La singular prostitución de La Regenta”, Hispania, vol. 98, n.º 2, 252-263, <https://doi.org/10.1353/hpn.2015.0063> (último acceso en 19/07/2020). López Quintáns, Javier (2007), “El movimiento naturalista en España: los autores de la segunda mitad del XIX ante Zola”, Per Abbat. Boletín filológico de actualización académica y didáctica, n.º 4, 33-57, <https://bit.ly/3g0sQMo> (último acceso en 19/07/2020). Mainer, José-Carlos (2012), La escritura desatada. El mundo de las novelas, Palencia, Menoscuarto ediciones. Martínez Torrón, Diego (1982), “El naturalismo en La Regenta”, Cuadernos Hispanoamericanos, n.º 380, 257-297, <https://bit.ly/2ZUr75F> (último acceso en 19/07/2020). Oleza, Juan (2011), “Introducción y notas”, La Regenta, tomo II, Madrid, Cátedra, 11-59. – – (2012), “Introducción y notas”, La Regenta, tomo I, Madrid, Cátedra, 11-131. Palacio Valdés, Armando / Leopoldo Alas (1882), La literatura en 1881, Madrid, Alfredo de Carlos Hierro editor, <http://bit.ly/2CRRSva>, (último acceso en 19/07/2020). Pérez Galdós, Benito (2012), La desheredada, edición de Germán Gullón, Madrid, Cátedra. Richmond, Carolyn (1986), “Gérmenes de La Regenta en tres cuentos de Clarín”, Actas del octavo Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, volumen II, Madrid, Ediciones Istmo, 499-506, <http://bit.ly/379tGT6>, (último acceso en 19/07/2020). Rodríguez Puértolas, Julio (2001), “Clarín: Literatura y modernidad”, Clarín, espejo de una época. Actas del Congreso Internacional celebrado en la Universidad San Pablo-CEU, organizadoras M.ª del Pilar García Pinacho e Isabel Pérez Cuenca, <http://bit.ly/35mz03X>, (último acceso en 19/07/2020). Sotelo Vázquez, Marisa (2013), Realismo y naturalismo en España: la novela. Antología de textos, Barcelona, Publicacions e Edicions de la Universitat de Barcelona.
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