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El Hombre Unidimensional Marcuse intro, cap. 5, Apuntes de Sociología Contemporánea

Es una parte del libro del El Hombre Unidimensional Marcuse La introducción y el capitulo 5.

Tipo: Apuntes

2021/2022

Subido el 09/04/2024

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elizabeth-santamaria 🇨🇱

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¡Descarga El Hombre Unidimensional Marcuse intro, cap. 5 y más Apuntes en PDF de Sociología Contemporánea solo en Docsity! HERBERT MARCUSE EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL ENSAYO SOBRE LA IDEOLOGÍA DE LA SOCIEDAD INDUSTRIAL AVANZADA PLANETA-AGOSTINI INTRODUCCIÓN LA PARÁLISIS DE LA CRÍTICA: UNA SOCIEDAD SIN OPOSICIÓN ¿La amenaza de una catástrofe atómica que puede borrar a la raza humana no sirve también para proteger a las mismas fuerzas que perpetúan este peligro? Los esfuerzos para prevenir tal catástrofe encubren la búsqueda de sus causas potenciales en la sociedad industrial contemporánea. Estas causas permanecen sin ser identificadas, expuestas y atacadas por el público, porque retroceden ante la amenaza exterior manifiesta: del Oeste para el Este, del Este para el Oeste. Igualmente obvia es la necesidad de estar preparado para vivir al borde del abismo, para afrontar el reto. Nos sometemos a la producción pacífica de los medios de destrucción, al perfeccionamiento del despilfarro, al hecho de estar educados para una defensa que deforma a los defensores y aquello que defienden. Si intentamos relacionar las causas del peligro con la manera en que la sociedad está organizada y organiza a sus miembros, nos vemos obligados a enfrentarnos inmediatamente con el hecho de que la sociedad industrial avanzada es cada vez más rica, grande y mejor conforme perpetúa el peligro. La estructura de defensa hace la vida más fácil para un mayor número de gente y extiende el dominio del hombre sobre la naturaleza. Bajo estas circunstancias, nuestros medios de comunicación de masas tienen pocas dificultades para vender los intereses particulares como si fueran los de todos los hombres sensibles. Las necesidades políticas de la sociedad se convierten en necesidades y aspiraciones individuales, su satisfacción promueve los negocios y el bienestar general, y la totalidad parece tener el aspecto mismo de la Razón. Y sin embargo, esta sociedad es irracional como 19 HERBERT MARCUSE des» deben estar al alcance de la sociedad respectiva; deben ser metas definibles de la práctica. De la misma manera, la abstracción de las instituciones establecidas debe expresar una tendencia actual, esto es, su transformación debe ser la necesidad real de la población subyacente. La teoría social está relacionada con las alternativas históricas que amenazan a la sociedad establecida como fuerzas y tendencias subversivas. Los valores ligados a las alternativas se convierten en hechos al ser trasladados a la realidad mediante la práctica histórica. Los conceptos teóricos culminan en el cambio social, Pero en esta etapa, la sociedad industrial avanzada confronta la crítica con una situación que parece privarla de sus mismas bases. El progreso técnico, extendido hasta ser todo un sistema de dominación y coordinación, crea formas de vida (y de poder) que parecen reconciliar las fuerzas que se oponen al sistema y derrotar o refutar toda protesta en nombre de las perspectivas históricas de liberación del esfuerzo y la dominación. La sociedad contemporánea parece ser capaz de contener el cambio social, un cambio cualitativo que establecería instituciones esencialmente diferentes, una nueva dirección del proceso productivo, nuevas formas de existencia humana. Esta contención de cambio social es quizá el logro más singular de la sociedad industrial avanzada; la aceptación general del interés nacional, la política bipartidista, la decadencia del pluralismo, la colusión del capital y el trabajo dentro del Estado fuerte atestiguan la integración de los opuestos que es el resultado tanto como el prerrequisito de este logro. Una breve comparación entre la etapa formativa de la teoría de la sociedad industrial y su situación actual puede ayudar a mostrar cómo han sido alteradas las bases de la crítica. En sus orígenes, en la primera mitad del siglo XIX, cuando se elaboraron los primeros conceptos de las alternativas, la crítica de la sociedad industrial alcanzó la concreción en una mediación his- y la acción hacia sus alternativas históricas (posibilidades reales). 22 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL tórica entre la teoría y la práctica, los valores y los hechos, las necesidades y los fines. Esta mediación histórica se desarrolló en la conciencia y en la acción política de las dos grandes clases que se enfrentaban entre sí en la sociedad: la burguesía y el proletariado. En el mundo capitalista, éstas son todavía las clases básicas. Sin embargo, el desarrollo capitalista ha alterado la estructura y la función de estas dos clases de tal modo que ya no parecen ser agentes de la transformación histórica. Un interés absoluto en la preservación y el mejoramiento del statu quo institucional une a los antiguos antagonistas en las zonas más avanzadas de la sociedad contemporánea. Y de acuerdo con el grado en el que el progreso técnico asegura el crecimiento y la cohesión de la sociedad comunista, la misma idea de un cambio cualitativo retrocede ante las nociones realistas y una evolución no explosiva. Ante la ausencia de agentes y factores manifiestos del cambio social, la crítica regresa así a un alto nivel de abstracción. No hay ningún terreno en el que la teoría y la práctica, el pensamiento y la acción se encuentren. Incluso el análisis más empírico de las alternativas históricas apare- cen como una especulación irreal, y el compromiso con ellas un asunto de preferencia personal (o de grupo). Y sin embargo, ¿refuta la teoría esta ausencia? Ante los hechos aparentemente contradictorios, el análisis crítico sigue insistiendo en que la necesidad de un cambio cualitativo es más urgente que nunca. ¿Quién lo necesita? La respuesta sigue siendo la misma: la sociedad como totalidad, cada uno de sus miembros. La unión de una creciente productividad y una creciente destructividad; la inminente amenaza de aniquilación; la capitulación del pensamiento, la esperanza y el temor a las decisiones de los poderes existentes; la preservación de la miseria frente a una riqueza sin precedentes constituyen la más imparcial acusación: incluso si estos elementos no son la raison d'étre de esta sociedad sino sólo sus consecuencias; su pomposa racionalidad, que propaga la eficacia y el crecimiento, es en sí misma irracional. 23 HERBERT MARCUSE El hecho de que la gran mayoría de la población acepte, y sea obligada a aceptar, esta sociedad, no la hace menos irracional y menos reprobable. La distinción entre conciencia falsa y verdadera, interés real e inmediato todavía está llena de sentido. Pero esta dis- tinción misma ha de ser validada. Los hombres deben llegar a verla y encontrar su camino desde la falsa hacia la verdadera conciencia, desde su interés inmediato al real. Pero sólo pueden hacerlo si experimentan la necesidad de cambiar su forma de vida, de negar lo positivo, de rechazar. Es precisamente esta necesidad la que la sociedad establecida consigue reprimir en la medida en que es capaz de «repartir los bienes» en una escala cada vez mayor, y de usar la conquista científica de la naturaleza para la conquista científica del hombre. Enfrentada con el carácter total de los logros de la sociedad industrial avanzada, la teoría crítica se encuentra sin los elementos racionales necesarios para trascender esta sociedad. El vacío alcanza a la misma estructura teorética, porque las categorías de una teoría social crítica fueron desarrolladas durante el período en el que la necesidad de) rechazo y la subversión estaba comprendida en la acción de fuerzas sociales efectivas. Estas categorías eran conceptos esencialmente negativos y oposicionales, que definían las contradic- ciones reales en la sociedad europea en el siglo XIX. La misma categoría de «sociedad» expresaba el agudo conflicto entre la esfera social y la política; la sociedad como antagonista del Estado. Igualmente, «individuo», «clase», «privado», «familia» denotaban esferas y fuerzas que no estaban integradas todavía con las condicio- nes establecidas; eran esferas de tensión y contradicción. Con la creciente integración de la sociedad industrial, estas categorías están perdiendo su connotación crítica y tienden a hacerse términos descriptivos, falaces u operacionales. El propósito de recuperar la intención crítica de estas categorías, y de comprender cómo el intento fue anulado por la realidad social, parece ser, desde el ex- 24 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL Conforme el proyecto se desarrolla, configura todo el universo del discurso y la acción, de la cultura intelectual y material. En el medio tecnológico, la cultura, la política y la economía, se unen en un sistema omnipresente que devora o rechaza todas las alternativas. La productividad y el crecimiento potencial de este sistema estabilizan la sociedad y contienen el progreso técnico dentro del marco de la dominación. La razón tecnológica se ha hecho razón política. En la discusión de las tendencias conocidas de la civilización industrial avanzada, raras veces he dado referencias específicas. El material está reunido y descrito en la vasta literatura sociológica y psicológica sobre tecnología y cambio social, administración cien- tífica, empresas, cambios en el carácter del trabajo industrial y en la fuerza de trabajo, etc. Hay muchos análisis no ideológicos de los hechos, tales como La Sociedad Anónima moderna y la propiedad privada, de Berle y Means, los informes del Comité Económico Na- cional del 76. * Congreso sobre la Concentración del Poder Económico, las publicaciones de la AFL-CIO sobre Automatización y cambio tecnológico, y también los contenidos en News and Letters y en Correspondence en Detroit. Me gustaría subrayar la importancia vital de la obra de C. Wright Mills y de estudios que frecuentemente son mal vistos debido a la simplificación, la exageración, o la sencillez periodística: Los persuasores ocultos, Los buscadores de status, y Los creadores de despilfarro de Vance Packard, El hombre organización, de William H. Whyte, y El Estado de guerra, de Fred J. Cook pertenecen a esta categoría. Desde luego, la falta de análisis teórico en estas obras deja cubiertas y protegidas las raíces de las condiciones descritas, pero incluso dejándolas hablar por sí mismas, las condiciones lo hacen con suficiente claridad. Quizás la más clara evidencia pueda obtenerse mirando simplemente la televisión o escuchando la radio durante una hora consecutiva un par de días, sin apagarla durante los espacios comerciales y cambiando de vez en cuando de estación. 27 Mi análisis está centrado en tendencias que se dan en las sociedades contemporáneas más altamente desarrolladas. Hay amplias zonas dentro y fuera de estas sociedades en las que las tendencias descritas no prevalecen, o mejor, no prevalecen todavía. Yo proyecto estas tendencias y ofrezco algunas hipótesis, nada más. 28 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL 5. EL PENSAMIENTO NEGATIV LA LÓGICA DE PROTESTA DERROTADA «...Aquello que es no puede ser verdad». Para nuestros bien entrenados ojos y oídos, esta declaración es petulante y ridícula, o tan ofensiva como esa otra declaración que parece decir lo opuesto: «Lo que es real es racional.» Y sin embargo, dentro de la tradición del pensamiento occidental, ambas revelan, dentro de una formulación provocativamente sintética, la idea de razón que ha guiado su lógica. Más aún, ambas expresan el mismo concepto, o sea, la estructura antagónica de la realidad y del pensamiento que trata de comprender a la realidad. El mundo de la experiencia inmediata —el mundo en el que nos encontramos viviendo— debe ser comprendido, transformado, incluso subvertido para poder llegar a ser aquello que realmente es. En la ecuación Razón = Verdad = Realidad, que une los mundos subjetivo y objetivo en una unidad antagónica, la razón es el poder subversivo, el «poder de lo negativo» que establece, como razón teórica y práctica, la verdad para los hombres y las cosas; o sea, las condiciones dentro de las que los hombres y las cosas llegan a ser lo que son realmente. El intento de demostrar que esta verdad teórica y práctica no es una condición subjetiva sino objetiva fue la preocupación original del pensamiento occidental y el origen de su lógica, no en el sentido de una disciplina especial de la filosofía, sino como la forma de pensamiento apropiada para aprehender lo real como racional. El universo totalitario de la racionalidad tecnológica es la última transmutación de la idea de Razón. En este capítulo y el siguiente trataré de identificar algunas de las etapas principales en el desarrollo de esta idea: el proceso mediante el cual la lógica llegó a ser la lógica de la dominación. Tal análisis ideológico pue- 151 HERBERT MARCUSE del pensamiento aparece claramente como aquello que realmente es (en sus cualidades esenciales) y en relación antagónica con su situación contingente, inmediata. En realidad, esta evidencia de la intuición no es muy diferente de la cartesiana. No es una misteriosa facultad de la mente, ni una extraña experiencia inmediata, ni tampoco está separada del análisis conceptual. La intuición es más bien el término (preliminar) de tal análisis: el resultado de una mediación intelectual metódica. Como tal, es la mediación de la experiencia concreta. La noción de la esencia del hombre puede servir como ejemplo. Analizado en la condición en que se encuentra en su universo, el hombre parece estar en posesión de ciertas facultades y poderes que le permitirán llevar una «buena vida», esto es, una vida que sea, en lo posible, libre del esfuerzo, la dependencia y la fealdad. Alcanzar tal vida es alcanzar la «vida mejor»: vivir de acuerdo con la esencia de la naturaleza o del hombre. Desde luego, éste es todavía el deber del filósofo; es el que analiza la situación humana. Él somete la experiencia al juicio crítico y este acto contiene un juicio de valor; esto es, que la liberación del esfuerzo es preferible al esfuerzo y que una vida inteligente es preferible a una vida estúpida. Sucede que la filosofía ha nacido con estos valores. El pensamiento científico ha tenido que romper esta unión entre el juicio de valor y el análisis, porque se vio cada vez mejor que los valores filosóficos no guiaban la organización de la sociedad ni la transformación de la naturaleza. Eran inefectivos, irreales. La concepción griega contiene ya el elemento histórico: la esencia del hombre es diferente en el esclavo y en el ciudadano libre, en el griego y en el bárbaro. La civilización ha superado la estabilización ontológica de esta diferencia (al menos en teoría). Pero este desarrollo no invalida todavía la distinción entre naturaleza esencial y contingente, entre formas de existencia verdaderas y falsas; siempre que la distinción derive de un análisis lógico de la situación empírica y entienda sus potencialidades tanto como sus contingencias. 154 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL Para el Platón de los últimos Diálogos y para Aristóteles, las formas del ser son formas de movimiento: transición de la potencialidad a la actualidad, realización. El ser finito es una realización incompleta, está sujeto al cambio. Su generación es corrupción; está cubierta de negatividad. Así no es la verdadera realidad: la verdad. La indagación filosófica procede desde el mundo finito a la construcción de una realidad que no está sujeta a la dolorosa diferencia entre potencialidad y actualidad, que ha dominado su negatividad y es completa e independiente en sí misma: es libre. Este descubrimiento es obra de Logos y Eros. Los dos términos claves designan dos formas de negación; el conocimiento erótico tanto como el lógico rompe el lazo de la realidad establecida y contingente, y lucha por una verdad incompatible con ella. Logos y Eros son subjetivos y objetivos simultáneamente. El ascenso de las «bajas» a las «altas» formas de la realidad es un movimiento de la materia tanto como de la mente. De acuerdo con Aristóteles, la realidad perfecta, el dios, atrae el mundo inferior 6c ¿póuevov; él es la causa final de todo ser. Logos y Eros son en sí mismos la unidad de lo positivo y lo negativo, la creación y la destrucción. En las exigencias del pensamiento y en la locura del amor se encuentra la negación destructiva de las formas de vida establecida. La verdad transforma las formas de pensamiento y de existencia. La razón y la libertad convergen. Sin embargo, esta dinámica tiene sus límites inherentes en tanto que el carácter antagónico de la realidad, su explosión en formas de existencia verdaderas y falsas, parece ser una condición ontológica inmutable. Hay formas de existencia que nunca podrán ser «verdaderas» porque nunca podrán descansar en la realización de sus potencialidades, en el gozo de ser. En la realidad humana, toda existencia que se gasta buscando los prerrequisitos de la existencia es, pues, una existencia «falsa» y sin libertad. Obviamente, esto refleja la condición nada ontológica de la sociedad basada en la proposición de que la libertad es incompatible con la actividad encami- 155 HERBERT MARCUSE nada a cubrir las necesidades de la vida, que esta actividad es la función «natural» de una clase específica y que el conocimiento de la verdad y la verdadera existencia implica liberación de toda la dimensión de tal actividad. Ésta es en realidad la actitud pre y antitecnológica par excellence. Pero la verdadera línea divisoria entre racionalidad pretecnológica y tecnológica no se encuentra entre una sociedad basada en la falta de libertad y otra basada en la libertad. La sociedad todavía está organizada de tal modo que procurarse las necesidades de la vida constituye la ocupación de tiempo completo y permanente de clases sociales específicas, que no son, por tanto, libres y están impedidas de una existencia humana. En este sentido, la proposición clásica, de acuerdo con la cual la verdad es incompatible con la esclavitud por el trabajo socialmente necesario es válida todavía. El concepto clásico implica la proposición de que la libertad de pensamiento y de palabra debe permanecer como un privilegio de clase en tanto que esta esclavitud prevalezca. Porque el pensamiento y la palabra corresponden a un sujeto que piensa y habla, y si la vida de este último depende de la representación de una función superimpuesta, depende de la realización de los requisitos de esta función; y así, depende de aquellos que controlan estos requisitos. La línea divisoria entre el proyecto pretecnológico y el tecnológico se encuentra más bien en la manera en que se organiza la subordinación a las necesidades de la vida —de «ganarse la vida»— y en las nuevas formas de libertad y falta de libertad, verdad y falsedad que corresponden a esta organización. ¿Quién es, en la concepción clásica, el sujeto que incluye en sí la condición ontológica de lo verdadero y lo falso? Es el que domina la pura contemplación (la teoría) y el que domina la práctica guiada por la teoría, esto es, el filósofo-hombre de Estado. Desde luego, la verdad que él conoce y expone es, potencialmente, ac- 156 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL miento se mueve entre la experiencia del ser y el no-ser, la esencia y el hecho, la generación y la corrupción, la potencialidad y la actualidad. El Organon de Aristóteles abstrae de esta unidad de opuestos las formas generales de proposición y también de sus relaciones (correctas o incorrectas): partes decisivas de esta lógica formal permanecen relacionadas todavía con la metafísica aristotélica.? Con anterioridad a esta formalización, la experiencia del mundo dividido encontraba su lógica en la dialéctica platónica. En ella, los términos «sen», «no-ser», «movimiento», «el uno y lo múltiple», «identidad» y «contradicción», se conservan abiertos metódicamente, permanecen ambiguos y no están totalmente definidos. Tienen un horizonte abierto, todo un universo de significados que es gradualmente estructurado en el mismo proceso de comunicación, pero que nunca se cierra. Las proposiciones son sometidas, desarrolladas y probadas en un diálogo, en el que el interlocutor es conducido a interrogar al normalmente ininterrogable universo de la experiencia y la palabra y a entraren una nueva dimensión del discurso; además, él es libre y el discurso está dirigido a su libertad. Se supone que debe ir más allá de lo que se le ha dado: como el que habla, en su proposición, va más allá de la presentación inicial de los términos. Estos términos tienen muchos significados porque las condiciones a las que se refieren tienen muchos aspectos, implicaciones y efectos que no pueden ser aislados y estabilizados. Su desarrollo lógico corresponde al proceso de la realidad o Sache selbst. Las leyes del pensamiento son leyes de la realidad, o más bien llegan a ser las leyes de la realidad, si el pensamiento entiende la verdad de la experiencia inmediata como la apariencia de otra verdad, que es la de las formas verdaderas de la realidad: la de las Ideas. Así, hay una contradicción más que una correspondencia entre el pensamiento dialéctico y la realidad dada; el verdadero 2. Carl Prantl, Geschichte der Logik im Abendlande, Darmstadt, 1957. Vol. I, págs. 135, 211. Para un argumento contra esta interpretación ver infra, pág. 158. 159 HERBERT MARCUSE juicio juzga esta realidad no en sus propios términos, sino en términos que encierran su subversión. Y en esta subversión, la realidad lleva a su propia verdad. En la lógica clásica, el juicio que constituía el centro original del pensamiento dialéctico fue formalizado dentro de la forma proposicional «S es p». Pero esta forma oculta más que revela la proposición dialéctica básica, que afirma el carácter negativo de la realidad empírica. Juzgados a la luz de su esencia y su idea, los hombres y las cosas existen como diferentes de lo que son; consecuentemente, el pensamiento contradice aquello que es (dado), opone su verdad a la de la realidad dada. La verdad que considera el pensamiento es la idea. Como tal, en términos de la realidad dada, es «mera» idea, «mera» esencia; potencialidad. Pero la potencialidad esencial no es como las muchas posibilidades que están contenidas en el universo dado del discurso y la acción; la potencialidad esencial es de un orden muy diferente. Su realización implica una subversión del orden establecido, porque el pensamiento de acuerdo con la verdad es el compromiso de existir de acuerdo con la verdad. (En Platón los conceptos extremos que ilustran esta subversión son: la muerte como el principio de la vida del filósofo y la violenta liberación de la Caverna.) Así, el carácter subversivo de la verdad inflige sobre el pensamiento una cualidad imperativa. La lógica se centra en juicios que son, como proposiciones demostrativas, imperativos: el predicado «es», implica un «debe». Este estilo contradictorio, bidimensional del pensamiento es inherente no sólo a la lógica dialéctica, sino a toda la filosofía que intenta aprehender la realidad. Las proposiciones que definen la realidad, afirman como verdadero algo que no es (inmediatamente) cierto, así, contradicen lo que es y niegan su verdad. El juicio afir- mativo contiene una negación que desaparece en la forma proposicional (S es p). Por ejemplo, «la virtud es el conocimiento»; «la justicia es el estado en el que cada uno realiza la función para la que su naturaleza está mejor dotada»; «lo perfectamente real es lo perfecta- 160 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL mente cognoscible»; «verum est id, quod est»; «el hombre es libre»; «el Estado es la realidad de la Razón». Si estas proposiciones han de ser verdaderas, la cópula «es» implica un «deber», un desiderátum. Juzga condiciones en las que la virtud no es conocimiento, en las que los hombres no realizan la función para la que mejor los dotó la naturaleza, en las que no son libres, etcétera. O la forma categórica S- p declara que (S) no es (S); (S) es definida como otra-que-ella-misma. La verificación de la proposición envuelve un proceso en el hecho tanto como en el pensamiento: (S) debe llegar a ser aquello que es. La declaración categórica se vuelve así un imperativo categórico; no declara un hecho sino la necesidad de efectuar un hecho. Se puede leer, por ejemplo, como sigue: el hombre no es (de hecho) libre, dotado de derechos inalienables, etc., pero debe serlo, porque es libre a los ojos de Dios, por naturaleza, etc. * El pensamiento dialéctico entiende la tensión crítica entre «es» y «debe», primero como una condición ontológica, que pertenece a la estructura del ser mismo. Sin embargo, el reconocimiento de este estado del ser —su teoría— intenta desde el principio una práctica concreta. Vista a la luz de una verdad que aparece en ellos falsificada o negada, los mismos hechos dados aparecen como falsos o negativos. En consecuencia, el pensamiento es llevado, por la situación de sus objetos, a medir su verdad en términos de otra lógica, otro universo del discurso. Y esta lógica proyecta otra forma de existencia: la realización de la 3. ¿Pero por qué la proposición no dice «debe» si significa «debe»? ¿Por qué desaparece la negación en la afirmación? ¿Los orígenes metafísicos de la lógica determinaron quizás la forma aproposicional? El pensamiento presocrático, tanto como el socrático, prefigura la separación de la lógica de la ética. Si sólo aquello que es verdadero (el logos, la idea) realmente es, la realidad de la experiencia inmediata parte de y óv, de aquello que no es. Y sin embargo, estem Óv es, y para la experiencia inmediata (que es la única realidad para la mayoría de los hombres) es la única realidad que es. El doble sentido de «es» expresaría así la estructura bidimensional del único mundo. 161 HERBERT MARCUSE dad y falsedad deja de ser una preocupación existencial; * es más bien un problema de filosofía pura. El contraste entre la dialéctica de Platón y la lógica formal de Aristóteles es sorprendente. En el Organon aristotélico, el «término» silogístico (horos) está «tan vacío de significado sustancial que una letra del alfabeto es un sustituto totalmente equivalente». Así, es enteramente diferente del término «metafísico» (también horos) que designa el resultado de la definición esencial, la respuesta a la pregunta: «tí £oriv?» * Kapp mantiene contra Prantl que los «dos significados diferentes son totalmente independientes entre sí y nunca fueron mezclados por el propio Aristóteles». De todos modos, en la lógica formal, el pensamiento está organizado de una manera muy diferente a la del diálogo platónico. En esta lógica formal, el pensamiento es indiferente hacia sus objetos. Ya sea que éstos sean mentales o físicos, pertenezcan a la sociedad o a la naturaleza, se convierten en sujeto de las mismas reglas generales de organización, cálculo y conclusión; pero lo hacen como símbolos o signos funcionales, abstrayéndose de su «sustancia» particular. Esta cualidad general (cualidad cuantitativa) es la precondición de la ley y el orden —en la lógica tanto como en la sociedad—, el precio del control universal. El concepto general que ha desarrollado la lógica discur- 4. Para evitar una mala interpretación: No creo que la Frage nach dem Sein y asuntos similares sean o deban ser una preocupación existencial. Lo que estaba lleno de sentido en los orígenes del pensamiento filosófico bien puede haber llegado a carecer de sentido a su fin, y la pérdida de sentido puede no deberse a la incapacidad para pensar. La historia de la humanidad ha dado infinitas respuestas a la «pregunta sobre el ser» y las ha dado en términos muy concretos, que han probado su eficacia. El universo tecnológico es uno de ellos. Para una discusión más amplia ver cap. VI. 5. Ernst Kapp, Greek Foundations of Traditional Logic (Nueva York, Columbia University Press, 1942), pág. 29. 164 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL siva tiene sus fundamentos en la realidad de la dominación.* La Metafisica de Aristóteles establece la conexión entre concepto y control: el conocimiento de las «causas primeras» es —como conocimiento de lo universal— el conocimiento más efectivo y cierto, porque regular las causas es regular los efectos. Gracias al concepto universal, el pensamiento alcanza el dominio sobre los casos particulares. Sin embargo, el universo lógico más formalizado se refiere todavía a la estructura más general del mundo dado, experimentado; la forma pura es todavía la del contenido que formaliza. La idea misma de la lógica formal es un suceso histórico en el desarrollo de los instrumentos mentales y físicos para el control y el cálculo universal. En esta tarea, el hombre tiene que crear una armonía teórica a partir de la discordia actual, tiene que aliviar al pensamiento de las contradicciones, que hipostatizar unidades identificables y funcionales en el complejo proceso de la sociedad y la naturaleza. Bajo el mando de la lógica formal, la noción del conflicto entre esencia y apariencia es desechable, si no carente de sentido; el contenido material es neutralizado; el principio de identidad se separa del principio de contradicción (las contradicciones son la culpa del pensamiento incorrecto); las causas finales son apartadas del orden lógico. Bien definidos en su alcance y su función, los conceptos se convierten en instrumentos de predicción y de control. La lógica formal es, así, el primer paso en el largo camino hacia el pensamiento científico; sólo el primer paso, porque todavía se necesita un grado mucho más alto de abstracción y matematización para ajustar las formas de pensamiento a la racionalidad tecnológica. Los métodos del procedimiento lógico son muy diferentes en la lógica antigua y la moderna; pero la construcción de un orden universalmente válido de pensa- 6. M. Horkheimer y T. W. Adorno, Dialektik der Aufklárung (Amsterdam, 1947), pág. 25. 165 HERBERT MARCUSE miento, neutral con respecto al contenido material está más allá de toda diferencia. Mucho antes de que el hombre tecnológico y la naturaleza tecnológica aparecieran como los objetos del control y el cálculo racional, la mente se hizo susceptible a la generalización abstracta. Los términos que podían ser organizados dentro de un sistema lógico coherente, libre de contradicciones o con contradicciones aceptables, fueron separados de aquellos que no podían serlo. Se hizo una distinción entre la dimensión de pensamiento universal, calculable, «objetiva» y la particular, incalculable, subjetiva; la última entró en la ciencia sólo a través de una serie de reducciones. La lógica formal anticipa la reducción de cualidades secundarias a primarias en las que las primeras se convierten en las propiedades medibles y controlables de la física. Entonces, los elementos del pensamiento pueden ser organizados científicamente; del mismo modo que los elementos humanos pueden ser organizados en la realidad social. La racionalidad pretecnológica y tecnológica, la ontología y la tecnología, están ligadas por aquellos elementos del pensamiento que ajustan las reglas del pensamiento a las reglas del control y la dominación. Las formas de dominación pretecnológicas y tecnológicas son fundamentalmente diferentes: tan diferentes como la esclavitud lo es del trabajo asalariado libre, el paganismo del cristianismo, la ciudad-estado de la nación, la matanza de la población de una ciudad capturada de lo que eran los campos de concentración nazis. Sin embargo, la historia es todavía la historia de la dominación, y la lógica del pensamiento sigue siendo la lógica de la dominación. La lógica formal aspiraba a la validez universal de las leyes del pensamiento. Y en realidad, sin universalidad, el pensamiento sería un asunto privado, sin importancia, incapaz de comprender el menor aspecto de la existencia. El pensamiento es siempre algo más y diferente que el acto individual de pensar; si yo empiezo a pensar en personas individuales en una situación específica, las encuentro en un contexto supraindi- 166 EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL Existiendo como las contradicciones vivientes entre esencia y apariencia, los objetos del pensamiento tienen esa «negatividad interior» ? que es la cualidad específica de su concepto. La definición dialéctica define el movimiento de las cosas desde aquello que no son hasta aquello que son. El desarrollo de elementos contradictorios, que determina la estructura del objeto, también determina la estructura del pensamiento dialéctico. El objeto del pensamiento dialéctico no es ni la forma de objetividad abstracta y general, ni la forma de pensa- miento abstracta y general; ni los datos de la experiencia inmediata. La lógica dialéctica deshace las abstracciones de la lógica formal y de la filosofía trascendental, pero también niega la concreción de la experiencia inmediata. En la medida en que esta experiencia llega a descansar en las cosas, tal como ellas aparecen y son dadas, es una experiencia limitada e incluso falsa. Alcanza su verdad si se ha liberado de la objetividad engañosa que oculta los factores detrás de los hechos; esto es, si entiende su mundo como un universo histórico en el que los hechos establecidos son obra de la práctica histórica del hombre. Esta práctica (intelectual y material) es la realidad de los datos de la experiencia y la realidad que comprende la lógica dialéctica. Cuando el contenido histórico entra en el concepto dialéctico y determina metodológicamente su desarrollo y su función, el pensamiento dialéctico alcanza la concreción que liga la estructura del pensamiento con la de la realidad. La verdad lógica se convierte en verdad histórica. La tensión ontológica entre esencia y apariencia, entre «es» y «debe» llega a ser una tensión histórica, y la «negatividad interior» del mundo-objeto es comprendida como obra del sujeto histórico: el hombre, en su lucha con la naturaleza y la sociedad. La razón se convierte en razón histórica. Contradice el orden establecido de los hombres y las cosas, en nombre de las fuerzas sociales existentes que revelan el carácter irracional de este orden; porque «racional» es una forma 9. Ibid, pág, 38. 169 de pensamiento y acción que se encaja para reducir la ignorancia, la destrucción, la brutalidad y la opresión. La transformación de la dialéctica ontológica en histórica conserva la doble dimensión del pensamiento filosófico como pensamiento crítico, negativo. Pero ahora esencia y apariencia, «es» y «debe», se confrontan entre sí en el conflicto entre fuerzas reales y capacidades en la sociedad. Y se enfrentan entre sí, no como razón y sinrazón, justo y equivocado: pues ambos son uña y carne del mismo universo establecido, ambos participan de la razón y la sinrazón, lo justo y lo equivocado. El esclavo es capaz de abolir a los amos y de cooperar con ellos; los amos, de mejorar la vida del esclavo y de mejorar su forma de explotación. La idea de Razón pertenece al movimiento del pensamiento y la acción. Es una exigencia teórica y práctica. Si la lógica dialéctica entiende la contradicción como una «necesidad», que pertenece a la misma «naturaleza del pensamiento» (zur Natur der Denkbestimmungen)'* lo hace porque la contradicción pertenece a la misma naturaleza del objeto del pensamiento, a la realidad, donde razón es todavía sinrazón y lo irracional es todavía lo racional. Al contrario, toda realidad establecida se opone a la lógica de las contradicciones: favorece las formas de pensamiento que mantienen las formas de vida establecida y las formas de conducta que las reproducen y mejoran. La realidad dada tiene su propia lógica y su propia verdad; el esfuerzo por comprenderlas como tales y por trascenderlas presupone una lógica diferente, una verdad contradictoria. Éstas pertenecen a formas de pensamiento que son no operacionales en su misma estructura: son ajenas tanto al operacionalismo científico como al del sentido común; su concreción histórica se opone a la cuantificación y la matematización por un lado y al positivismo y el empirismo por otro. Así, estas formas de pensamiento parecen una reliquia del pasado, como toda la filosofía no científica y no empírica. Retroceden ante una teoría más efectiva y práctica de la Razón. 10. bid. 170
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