Docsity
Docsity

Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes

Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity


Consigue puntos base para descargar
Consigue puntos base para descargar

Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium


Orientación Universidad
Orientación Universidad

El Impacto de la Personalidad en el Liderazgo Presidencial Norteamericano - Prof. Azcona, Apuntes de Periodismo

Este artículo de la revista psicología política, publicado en 1997 por fred i. Greenstein de la universidad de princeton, analiza el papel de la personalidad en el liderazgo presidencial norteamericano, utilizando el caso de la intervención estadounidense en vietnam durante las presidencias de eisenhower y johnson. El autor argumenta que la personalidad del presidente es crucial para los resultados políticos, especialmente en asuntos internacionales.

Tipo: Apuntes

2013/2014

Subido el 14/05/2014

periodismoyaudi
periodismoyaudi 🇪🇸

3.5

(55)

40 documentos

1 / 9

Toggle sidebar

Documentos relacionados


Vista previa parcial del texto

¡Descarga El Impacto de la Personalidad en el Liderazgo Presidencial Norteamericano - Prof. Azcona y más Apuntes en PDF de Periodismo solo en Docsity! Psicología Política, Nº 15, 1997, 7-15 EL IMPACTO DE LA PERSONALIDAD EN EL LIDERAZGO PRESIDENCIAL NORTEAMERICANO Fred I. Greenstein Universidad de Princeton RESUMEN A pesar de que muchos intelectuales están convencidos de que la historia está de- terminada por fuerzas impersonales, la presidencia americana está constituida de tal forma que hace que el jefe del ejecuti- vo tenga un papel central en los resultados políticos, especialmente, aunque no exclu- sivamente, en los asuntos internacionales. Esto hace que sea importante y necesario analizar la personalidad del presidente. Este artículo describe las características que se deben valorar en el análisis de la psicología política presidencial. De esta forma, el estudio de la personalidad polí- tica adquiere una orientación prin- cipalmente política. ABSTRACT In spite of the conviction of many intel- lectuals that history is determined by im- personal forces, the American presidency is so constituted as to make the incumbent chief executive highly consequential for political outcomes, particulary, but not exclusively, in international affairs. This makes the president’s personality cru- cially important and very much in need of analysis. This article briefly spells put a number of the attributes that demand attention in the analysis of presidential political psychology. In so doing it takes a mainly political approach to the analysis of political personality. El 1 de abril de 1954, el presidente Dwight D. Eisenhower convocó a los importantes consejeros de su política exterior para debatir un problema bélico decisivo. Unidades de las fuerzas militares de los Estados Unidos y Francia fueron atacadas por fuerzas comunistas dirigidas por Ho Chi Min en Dien Bien Phu, una fortaleza al noroeste de Vietnam. Eisenhower y los aliados pensaban que si desaparecía la resistencia francesa de Dien Bien Phu en Indochina, gran parte del Sur de Asia pasaría a estar bajo el control comunista. Aunque Eisenhower había tomado la decisión de atacar por aire para liberar Dien Bien Phu, una acción que muy probablemente llevaría a una intervención a gran escala por parte de la Unión Soviética en Indochina, reconsideró la decisión y optó por la vía diplomática que culminó en un 8 Psicología Política, No. 15, Noviembre 1997 tratado de paz entre las fuerzas de la oposición, y la división del Vietnam en un Norte comunista y un Sur no comunista. Un miembro de la administración de Eisenhower, que estuvo en desacuerdo con la decisión de no intervenir, fue su vicepresidente, Richard Nixon, el siguiente hombre de estado en la línea de sucesión a la presidencia. ¿Habría intervenido Nixon si hubiese sido el presidente, tal como sucedió un año y medio más tarde cuando Eisenhower sufrió un ataque al corazón? Aun- que no lo podemos saber con certeza, parece probable que lo hubiera hecho si tenemos en cuenta sus valoraciones en aquel momento y en los años siguientes. Once años más tarde, el presidente Lyndon B. Johnson se enfrentó al dilema que vivió Eisenhower en 1954. Esta vez el Gobierno del Vietnam del Sur, apoyado por América, estaba en peligro de desaparecer. En Enero de 1965 Johnson fue aconsejado por el Consejo de Seguridad Nacional y su Se- cretario de Defensa, que le plantearon que sus opciones eran la negociación y “salvar lo poco que puede ser conservado sin añadir más riesgos para nuestro ejército”, o bien “usar nuestro poder militar en el lejano Este para forzar un cambio en la política comunista”. Johnson intentó hacer lo último, primero ordenando el bombardeo de Vietnam del Norte, luego enviando tropas americanas para custodiar las bases aéreas americanas en el Vietnam del Sur, y después firmando un conjunto de compromisos para enviar más tropas. La guerra desencadenada fue un desastre político. En 1968 había medio millón de tropas americanas en Vietnam, al mismo tiempo que Johnson anunciaba que intentaría establecer negociaciones con los comunistas y que no volvería a presentarse a la reelección. Como ocurrió en 1954, el vicepresidente no estuvo de acuerdo con las acciones del presidente. El 15 de febrero de 1965, una semana después del bombardeo inicial del Vietnam del Norte, el vicepresidente Hubert H. Humphrey envió a Johnson una nota confidencial en la que le advertía del peligro de llegar a verse involucrado en una guerra impopular. Le instaba a utilizar sus grandes habilidades políticas para encontrar una solución en el Vietnam. La reacción de Johnson fue expresar su irritación contra Humphrey por atreverse a dar una opinión y le excluyó de sus encuentros en Vietnam hasta que el vicepresidente apoyara públicamente el esfuerzo militar americano en el Sur de Asia. ¿Si Humphrey hubiese sido presidente, habría tomado unas decisiones distintas de las que tomó el presidente? De nuevo es El impacto de la personalidad en el ... 11 Las tres premisas tienen dificultades. El argumento de que la personalidad presidencial carece de interés porque resulta difícil de estudiar, no tiene más mérito que el del borracho que pierde sus llaves en un callejón oscuro y las busca en una calle iluminada, diciendo “aquí hay más luz”. Si son oscuras las relaciones entre la personalidad de los actores políticos y sus conductas políticas, mayor razón existe aún para intentar investigarlas. Tampoco es muy acertado afirmar que al prestar atención a los individuos se excluye la atención a los contextos y que las características aleatorias de personalidad las convierte en poco merecedoras de estudio, como se puede ver considerando la siguiente analogía. Supongamos que las instituciones y otros canales del proceso político fueran la estructura de circuitos de una computadora compleja y que los presidentes y los demás líderes fueran los mecanismos de control. La atención a las características de los controles no elimina la atención hacia los mecanismos que se activan. Todo lo contrario. Todavía sería más urgente conocer las características de actuación de los controles si sus propiedades de operación fuesen al azar, con capacidad de activarse momentos inadecuados, provocando así la pérdida de información importante y otros posibles desperfectos, exponiendo el sistema en definitiva al peligro de un fallo general (para un debate más completo, ver Greenstein, 1969 y 1992). Desgraciadamente no existe suficiente estudio sistemático de las características personales que los presidentes americanos aportan a sus responsabilidades. Aunque existe una gran cantidad de literatura sobre los individuos que han ocupado la presidencia americana a lo largo de los años, en su gran mayoría son descriptivos y no intentan valorar el impacto de los presidentes sobre los acontecimientos; y los pocos buenos son normativos e intentan identificar a los grandes presidentes. A lo largo de mis investigaciones intenté clasificar explícitamente a los presidentes en términos de su importancia. La grandeza o importancia está en los ojos de quien mira. Resulta inevitable discrepar sobre los méritos de las líneas de actuación de los presidentes. No existe ningún criterio objetivo que permita a liberales y conservadores ponerse de acuerdo sobre la bondad de la política de la Gran Sociedad de Johnson o los esfuerzos de Ronald Reagan al intentar evitarlas. Por el contrario, encuentro más útil intentar identificar las cualidades que les permiten alcanzar las metas y aquellas otras que se lo impiden, y en al- gunos casos que les conducen a ellos y gobiernos a la derrota. Bajo este punto de vista, me parece menos importante examinar los elementos de personalidad que pueden interesar a psicólogos clínicos o de la personalidad (Hall y Lindzey, 1970; Murray, 1968) y, sin embargo, me parece más útil 12 Psicología Política, No. 15, Noviembre 1997 centrarse en aspectos más explícitamente políticos de la psicología política individual —por ejemplo, habilidades y sistemas de creencias. Para terminar, desarrollaré una lista de cualidades presidenciales importantes —rasgos que merecen la atención en el estudio de los presidentes americanos y seguramente en los líderes de otras muchas instituciones y en los sistemas políticos en general. 1. Habilidades. Un tipo de habilidad es el compromiso. Un comentarista del presidente Johnson en la etapa inicial de su carrera política, cuando era un brillante líder parlamentario, dijo que Johnson tenía una particular facilidad para forjar minorías legislativas (Huitt, 1961). Pero un tipo todavía más llamativo de habilidad es la invención. Franklin D. Roosevelt tenía dotes para ello. El programa Lend Lease de ayuda a Gran Bretaña en vísperas de que América entrase en la II Guerra Mundial constituye un buen ejemplo. Roosevelt realizó su propósito de ayudar a Gran Bretaña en un momento en que peligraba su supervivencia, y esto a pesar de que existía una ley que prohibía la ayuda y los préstamos al exterior. Rooselvet planteó la ayuda en términos de que Estados Unidos proporcionaban a Gran Bretaña la custodia temporal de bienes militares, que serían devueltos después de la guerra. El decía que era como cuando prestamos a nuestro vecino una manguera para que pueda apagar el fuego de su tejado. No deseamos que nos pague, solamente que nos devuelva la manguera cuando ya no la necesite. 2. Objetivos. Un aspecto de los objetivos es la capacidad de plantearse metas alcanzables —en el sentido de que sean políticamente factibles y viables en la práctica. Sobre este último punto, Lyndon Johnson es otro caso a señalar. Ningún presidente le ha superado como hombre experimentado de la política americana. Sin embargo Johnson carecía del sentido de la eficacia de la política. De hecho su instinto para encontrar un termino medio fue fatal para su presidencia, puesto que le llevó a fijar a corto plazo lo que era desastroso a largo plazo. En el verano de 1965 Johnson manifestó una gran habilidad política. Consiguió realizar un compromiso militar abstracto sin provocar una protesta nacional. Al conseguir que no hubiera un debate nacional sobre el Vietnam, también consiguió evitar el rechazo a la legislación sobre asistencia social, rechazo que se hubiera producido si se El impacto de la personalidad en el ... 13 hacia evidente que la nación estaba envuelta en un compromiso internacional muy amplio y muy costoso2. Los objetivos tienen otro aspecto —el de la constancia. Herbert Hoover llamó camaleón a Franklin Roosevelt, porque su política era incierta y variable. El defecto de Hoover era la rigidez, pero Roosevelt fue en el fondo inconstante en la política que decía apoyar. Este carácter esquivo provocaba constantes incertidumbres y dificultades tácticas en sus aliados. Y, lo que todavía es más importante, afectaba al contenido de su política. Los programas de la Nueva Frontera no tuvieron un patrón coherente. Algunos eran inflacionistas, mientras que otros no lo eran. A veces estimulaban los esfuerzos económicos no-gubernamentales, mientras que otros los inhibían. Todo esto condujo a la guerra después de la Depresión. Recientemente hemos tenido un ejemplo sorprendente de política presidencial cuando el presidente Bush afirmó de forma inequívoca que no apoyaría un aumento de los impuestos (“Lea en mis labios, ningún nuevo impuesto”), y a continuación aceptó un incremento de las tasas. (Hay muchos ejemplos más en el caso de Clinton). Debemos mencionar también, dentro del apartado de los objetivos, la visión estratégica, la capacidad de plantear objetivos realizables. La política exterior del presidente Richard Nixon es un buen ejemplo. Decidió acabar con la implicación militar americana en el Vietnam, mejorar las relaciones con la Unión Soviética, y establecer unas relaciones de trabajo con la República China, y cumplió exactamente con lo que pretendía. 3. Capacidad de Persuasión. Un presidente con grandes habilidades retóricas puede mantener su popularidad y ser políticamente fuerte, incluso cuando fracasa su política. El presidente John F. Kennedy es un buen ejemplo. Tuvo sus mayores cuotas de popularidad al mes siguiente de su gran fracaso —el desembarco frustrado de los disidentes cubanos en Bahía de Cochinos, en 1961. Por el contrario, Bill Clinton no supo vender su política al público en el comienzo de su presidencia y, como consecuencia, no se le reconocieron muchos de sus logros. 4. Capacidad Organizativa. Hace referencia tanto a la habilidad de uti- lizar mecanismos formales para organizar el equipo del presidente, como a la 2 También evitó hacer declaraciones de guerra, o determinar como se interpretaría lo que había conseguido. Llegó a no valorar la duración del conflicto, o los niveles de tropas que se requerirían eventualmente, o el posible efecto de la guerra en su ambicioso apoyo político interno, o incluso el probable efecto de dicho programa, que condujo a un aumento de la inflación y el establecimiento de acuerdos (Burke y Greenstein, 1989).
Docsity logo



Copyright © 2024 Ladybird Srl - Via Leonardo da Vinci 16, 10126, Torino, Italy - VAT 10816460017 - All rights reserved