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El paititi y las expediciones en la selva, Traducciones de Historia

Tema controversial que aún no se explica por completo dónde se busca entender la tan grande cantidad de tesoros que tenían los incas

Tipo: Traducciones

2020/2021

Subido el 19/04/2022

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¡Descarga El paititi y las expediciones en la selva y más Traducciones en PDF de Historia solo en Docsity! EL PAITITI Y LAS EXPEDICIONES INCAS EN LA SELVA AL ESTE DEL CUSCO Este trabajo fue escrito en el año 2007 para el libro de artículos “Atlas Amazónico del Cusco”, edición que nunca vio luz. Aquí se ofrece una versión revisada del artículo. Introducción El término ‘Paititi’ por lo general se vincula estrechamente con las posibles expediciones y/o migraciones desde la serranía andina hacia la selva amazónica. La palabra ‘Paititi’ en las diversas fuentes históricas puede designar un río, una laguna, una región, una montaña o aludir al nombre propio de un jefe de cierto grupo étnico en la selva alta o en las llanuras. El hipotético origen histórico y los vínculos geográficos de las numerosas leyendas del Paititi son tratados con mayor detenimiento en el artículo “La tierra del Paititi y el lago Rogoaguado” (Tyuleneva 2007 y 2010). El presente texto, en cambio, está enfocado en el otro lado del problema, en las fuentes escritas acerca de las entradas de los ejércitos cusqueños en los vastos e inhóspitos territorios de la Amazonía. El tema de la expansión del imperio Tawantinsuyu hacia el oriente, cada año genera mayor interés entre los investigadores. Surgen nuevos datos históricos y evidencias arqueológicas. El círculo de fuentes crece y sus interpretaciones se vuelven más precisas y sofisticadas. No pretendemos proporcionar grandes revelaciones en este campo, que ha sido labrado intensamente por varios destacados especialistas (Levillier 1976, Saignes 1985, Renard Casevitz, Saignes y Taylor 1988, Pärssinen [1992] 2003, Siiriäinen y Pärssinen 2001, Pärssinen y Siiriäinen 2003, entre otros), sino compilar, organizar y comparar los textos ya conocidos y publicados, que narran las expediciones conquistadoras incas. Para no extender demasiado el área de nuestro estudio, nos limitaremos estrictamente a los relatos de las entradas incas al este del Cusco, dejando de lado tanto la nutrida historia de las expediciones españolas en busca de la ‘noticia rica’, como las descripciones geográficas per se. Los arriba mencionados trabajos de nuestros antecesores, han citado y analizado la gran mayoría de los documentos que sirven como base para nuestro artículo. No obstante, nos queda cierto espacio de acción. Cada historiador generalmente da preferencia a algunas fuentes frente a otras. Las interpretaciones, en muchos casos, son discutibles. Haciendo nuevas comparaciones de textos conocidos, a veces podemos obtener conclusiones inesperadas. Un detalle que resulta bastante irritante en muchos estudios históricos es el de las citas fragmentadas de las fuentes. El historiador extrae del texto original la parte que considera la más importante y resume el resto, dejando al lector la libertad de acudir a la fuente si lo desea. Cuanto mayor es la cantidad de documentos citados, mayor es el problema, porque el lector se ve obligado a una gran travesía por las bibliotecas para llegar a apreciar plenamente el contenido del estudio. Además, hay que tomar en cuenta que no todas las fuentes son de fácil acceso. Tratando de evitar este defecto, hemos reunido en el anexo todos los textos a los que hacemos referencia. De esta manera damos al lector la oportunidad de analizarlos independientemente y notar detalles que, tal vez, escaparon de nuestra vista. El anexo presenta fragmentos de diversa extensión tomados de quince autores. Las citas están dispuestas en orden cronológico, según la fecha de cada fuente, por lo tanto su secuencia en el anexo no coincide con el orden de mención en el artículo. Entrada a los ‘antis’ de los tiempos de Inca Roca Aunque la mayoría de los cronistas omite este episodio, hay varios autores quienes hablan de las primeras incursiones incas a los ‘antis’ y ‘chunchos’ en los tiempos de Inca Roca. ‘Antis’ y ‘chunchos’ son términos genéricos aplicados por la tradición andina a los grupos étnicos selváticos. Posiblemente, se originaron en ciertas regiones específicas y en el principio designaban a algunas etnias concretas, pero su uso por parte de los cronistas es, en muchos casos, indiscriminado. Algunos autores, desde la época colonial, intentaron delinear las supuestas fronteras geográficas correspondientes a cada uno de estos términos. En uno de los trabajos de France-Marie Renard de Casevitz (1981) los ‘antis’ se identifican como un conjunto de grupos étnicos Arawak que poblaban la corriente baja del río Apurimac (actualmente machiguengas y ashánincas). El análisis del término ‘chunchos’ por Thierry Saignes (1981: 154) sugiere que bajo este nombre se conocían varios grupos de la familia lingüística Tacana (y posiblemente también Pano), hoy en gran parte desaparecidos, que habitaban entre los ríos Beni y Madre de Dios. Los ‘antis’ al parecer son varios grupos de la familia lingüística arawak de las cuencas del Madre de Dios y del Ucayali. Muy a menudo en estas palabras se percibe un matiz despectivo, son sinónimos de la barbarie. Los textos de Cieza de León, Betanzos, Garcilaso (Anexos 02a, 03, 09b), tanto como muchos otros, transmiten una imagen claramente denigrante de los pueblos amazónicos: son caníbales, andan desnudos, no cultivan la tierra, no tienen poder político centralizado, en otras palabras, no gozan de los ‘logros de la civilización’. Puede parecer que esta imagen es producto de una visión europea, pero lo más probable es que este desprecio haya sido heredado por los españoles de la población nativa de la sierra. Los incas y otros pueblos andinos ‘civilizados’ se sentían, antes de la llegada de los europeos, indudablemente superiores frente a las tribus del bosque tropical. Volviendo a los tiempos de Inca Roca, encontramos una curiosa referencia a este gobernante en la “Nueva Corónica” de Guaman Poma (Anexo 11a). El cronista nativo afirma que, para conquistar a los chunchos, Inca Roca, junto con su hijo, se convertían en jaguares. En muchos grupos amazónicos existía, y todavía persiste, la creencia de que una persona con poderes especiales (jefe o brujo) puede convertirse en jaguar para vengarse de sus enemigos y adquirir influencia y respeto entre sus vecinos. Hemos recogido numerosas leyendas sobre ‘tigre-gentes’ en las temporadas de trabajo de campo 2005 y 2006 en el departamento del Beni, Bolivia (véase Tyuleneva 2006, 2010). El hijo del Inca Roca, quien se transformaba en jaguar y bajo esta forma se dedicaba a la conquista de los chunchos, según Guaman Poma se llamaba Otorongo Achachi. El cronista dedica a este personaje un capítulo entero, con su respectiva ilustración. El mismo nombre de este guerrero pone en evidencia su vínculo con la selva: Otorongo (o  Opatari – pueblo y Opataries – etnia (Sarmiento) / Opatarisuyo – provincia (Cabello de Balboa) / Patari Suyo – provincia (Murúa) / Opataris – etnia (Pachacuti) / Opatari – provincia (Memoria)  Condin Xabana – jefe de los andes (Sarmiento)  Manosuyo – provincia (Sarmiento) / Mamansuyo – provincia (Cabello de Balboa) / Manan Suyo – provincia (Murúa)  Manobambas - etnia (Cabello de Balboa) / Mano Pampa - etnia (Murúa) / Manupampa – provincia (Memoria)  Mañaries – etnia (Sarmiento) / Manari Suyo (Murúa) / Manares – etnia (Pachacuti) / Manari – provincia (Memoria)  Yanaximes, en quechua significa ‘bocas negras’ – etnia, lo mismo que Mañaries (Sarmiento) / etnia que pinta bocas y dientes de negro, lo mismo que Manobambas (Cabello de Balboa)  Río Tono (Sarmiento)  Chiponauas – etnia (Sarmiento) / Chipomaguas - etnia (Cabello de Balboa) / Chiponahuas – etnia (Murúa)  Camata – camino (Sarmiento)  Vinchincayna, Cantaguancuru, Nutanguari – jefes locales tomados prisioneros (Sarmiento) / Vinchi Cayna, Santa Guancuiro, Nutanguari (Cabello de Balboa) / vinchin caina, catahuan cuyru, Nutan Huari (Murúa) / guamauio, vinchincayna, uariço (Memoria)  Guanca Uillca – provincia (Pachacuti)  Guarmi Auca – etnia de las mujeres guerreras (Pachacuti)  Escay Oyas (‘Iskay uya’ en quechua – dos caras) - etnia y región, tierra rica que posteriormente fue llamada El Dorado (Pachacuti)  Paucarmayo – provincia (Memoria)  Tomina – provincia (Memoria)  Yscayssingas – etnia, en quechua significa ‘dos narices’ (Memoria)  Yanpussi – provincia (Memoria)  Paucarguambo – provincia (Memoria)  Ualapi – provincia (Memoria)  Chicoria – provincia (Memoria) El documento llamado “La Memoria de las Provincias” (Anexo 04), de la probanza de los descendientes del Inca Tupac Yupanqui (panaca Capac Ayllu), fue publicado y analizado en 1985 por John Rowe, con una exhaustiva comparación de la etnonimia y la toponimia de la “Memoria” con los textos de Sarmiento de Gamboa, Murúa, Cabello de Balboa y Juan Álvarez Maldonado. El informe de este último autor, que contiene muchos datos valiosos, no ha sido incluido completo en nuestro anexo, porque en su mayor parte consiste en descripciones geográficas y relatos de la expedición del mismo Maldonado, lo cual no cabe dentro de nuestro marco de narraciones sobre expediciones incas. Maldonado usa muchos nombres semejantes a los de la “Memoria” y de otras fuentes que tratamos aquí. Estos nombres son: Paucarmayo, Iscaycingas, Opatari, Manari, Cayanpuxes (=yanpussi de la ‘Memoria’), Paucarguambo, Manopampa, Paitite (río, laguna y provincia). Logramos identificar y localizar con cierta precisión tan solo unos cuantos de estos etnónimos y topónimos. Opatari (u Opataries), nombre de un grupo étnico, región o asentamiento, que mencionan casi todos los autores anteriormente enumerados, que probablemente se encontraba en las cercanías del río Madre de Dios en su corriente alta. Al parecer, era un lugar fortificado de importancia. Es difícil decir si su comienzo fue mérito de los pobladores locales o de las tropas incas. Juan Álvarez Maldonado, en su famosa frustrada expedición de 1567-69, llegó hasta lo que él llamaba ‘la fortaleza de Opatari’, se instaló ahí por un tiempo bastante prolongado e hizo un intento de fundar un pueblo destinado a ser el trampolín para sus futuras conquistas. El sitio aún no está localizado en el terreno. Manari (o Manaries), fueron identificados por Renard de Casevitz (1981) como uno de los grupos de habla arawak que poblaban la corriente baja del río Apurimac (actualmente machiguengas y ashánincas). Manosuyu (Sarmiento, Cabello de Balboa, Murúa) y Manopampa (Cabello de Balboa, Murúa, Memoria) pueden ser referencias a una misma zona, aunque dos de los autores que hablan de ella diferencian estos dos términos explícitamente. De todos modos, ‘Mano’ en definitiva debe ser vinculado con el actual nombre del río Manu. Río Tono (Sarmiento) actualmente es un afluente de Alto Madre de Dios. Al parecer, en las épocas pasadas este hidrónimo tenía mayor importancia y alcance. Puede ser que haya sido aplicado a toda la alta corriente del Madre de Dios o a cierto tramo de ese río. (No hay que olvidar que en la geografía tradicional un mismo río generalmente tiene varios diferentes nombres, puestos por varias etnias o correspondientes a sus diferentes tramos.) Valle de Amaro (Sarmiento) puede ser interpretado como valle de Amarumayu que generalmente se identifica con el Madre de Dios. Pilcopata (Sarmiento) es un pueblo que existe hasta el día de hoy en la parte alta del río Madre de Dios. Ya nos hemos topado con él en el capítulo de Garcilaso sobre la conquista del Inca Roca. La toponimia enumerada hasta aquí, corresponde a la cuenca del Madre de Dios. Los nombres que siguen parecen agruparse en los vastos territorios conocidos en la época de la Colonia como Carabaya y Apolobamba. La gran región aurífera de Carabaya, mencionada por los Quipucamayos y por Pachacuti Yamqui, se extiende hacia el sudeste del Cusco, en las vertientes orientales de los Andes. Con Carabaya, hacia el sur, colinda Apolobamba (valle de Apolo mencionado por los Quipucamayos). Al sur de Apolobamba, en los límites con Larecaja, se encuentra el río y el pueblo de Camata, por donde, según Sarmiento, pasó el Capitán Apo Curimache llevando sus tropas hacia el río Paititi. Por Camata pasaba una importante ruta comercial entre la sierra y la selva, desde los tiempos prehispánicos hasta la época colonial. El pueblo de Ayavire, mencionado por los Quipocamayos, no parece ser el Ayaviri del altiplano, porque en el texto figura en un contexto selvático. En el trabajo de Renard Casevitz, Saignes y Tayor (1988:102) se sugiere la existencia de otro centro poblado con el mismo nombre, un pequeño centro administrativo inca, cerca del río Tuichi en la región de Apolobamba. El nombre Tomina fue interpretado por John Rowe, quien publicó la fuente en la que se encuentra esta palabra (Rowe 1985), como un error de transcripción. Rowe creyó que ‘Tomina’ debería leerse como ‘camino’. Sin embargo, existe una localidad con este nombre en la corriente baja del río Guapay, en la frontera chiriguana (Saignes 1981: 160-163). De los cronistas citados, únicamente Pachacuti Yamqui nombra entre las provincias colonizadas por los incas la de Guarmi Aucas, mujeres guerreras. Más aun, el autor añade el siguiente anecdótico detalle, ya notado por Ana María Lorandi (1999:148): una parte de la tropa inca se queda entre las Guarmi Aucas en calidad de ‘garañones’ (sementales) (Anexo 10b). Otro cronista que hace referencia a Guarmi Aucas en otro contexto es Guaman Poma. Las menciona entre las etnias selváticas, junto a los antis y los chunchos ([1040]: p.1114; [1083]: p.1156; [1084]: p.1158). Se acostumbra pensar que las amazonas eran un lejano eco de los mitos clásicos del Viejo Mundo, multiplicado por la efervescente imaginación de los conquistadores. Sin embargo la presencia de las ‘mujeres guerreras’ en los escritos de los dos autores nativos, con su respectiva denominación en quechua, puede significar que era un elemento de la tradición oral andina, anterior a la llegada de los españoles. Varios historiadores han tratado de localizar el río Paititi, mencionado por los Quipucamayos, Sarmiento, Maldonado y por muchos otros autores coloniales. El intento más audaz y mejor fundamentado fue el de Martti Pärssinen y Ari Siiriäinen (2003:97-99), quienes atribuyen el nombre ‘Paititi’ al río Madre de Dios cerca de su confluencia con el Beni, así como a las tierras circundantes. Rowe (1985:211) identifica el río Paititi con el Madeira. Nuestro punto de vista al respecto es un tanto distinto y se explica en detalle en el artículo “La Tierra del Paititi y el lago Rogoaguado” (Tyuleneva 2007 y 2010). En breves palabras, nos parece más probable que bajo el nombre ‘Paititi’ se conociera cierto tramo del río Beni y/o su brazo, hoy casi desaparecido, que figura en los mapas modernos como río Tapado. Varios de los textos reunidos en el anexo hablan de las fortalezas construidas por los incas sobre el río Paititi. Las encontramos en la relación de los Quipucamayos de Vaca de Castro (Anexo 01) y en el informe de Juan Álvarez Maldonado (Anexo 05). Sarmiento habla de los ‘mojones’ que puso el capitán Apo Curimache cerca del río Paititi para marcar el territorio conquistado. Se puede suponer que bajo los ‘mojones’ se entienden las mismas fortalezas. Es probable que las fortalezas de las crónicas no hayan estado directamente sobre el río, que en la antigüedad se llamaba Paititi, sino en toda una vasta región alrededor de él. En los años 2001-2003 la expedición Finlandesa-Boliviana, dirigida por Martti Pärssinen y Ari Siiriäinen, hizo excavaciones en el polémico sitio arqueológico llamado “Las Piedras”, en las cercanías de la ciudad de Riberalta y de la confluencia de los ríos Beni y Madre de Dios. El sitio fortificado, con estructuras de cantería rústica, es el único en su género en aquella zona. A lo largo de muchos años se especulaba acerca de su posible origen inca. Durante las excavaciones fueron encontrados varios fragmentos de cerámica inca imperial (Pärssinen y Siiriäinen 2003), sin embargo la conclusión definitiva acerca de su posible construcción y ocupación por los incas queda pendiente. Un elemento más del relato de Garcilaso que lo acerca al testimonio de Alcaya, es el hecho de que, según ambos, los expedicionarios deciden quedarse en el punto final de su viaje, se establecen entre la población local y nunca más vuelven a los Andes. En ambas versiones, su intento de retornar a Cusco después de mucho tiempo (Garcilaso) o enviar embajada al Inca (Alcaya) se frustra por la llegada de los españoles. Más bien, en el itinerario de la expedición los dos textos discrepan. Según Alcaya, el viaje del sobrino del Inca comenzó por la zona de Santa Cruz de la Sierra (cabeceras del Mamoré), mientras Garcilaso describe la bajada en balsas por el río Amarumayu, que parece ser el Madre de Dios (Sarmiento menciona el valle de Amaro hablando del viaje de Tupac Yupanqui). Para alcanzar los Llanos de Mojos, los expedicionarios tendrían que haber llegado hasta la confluencia del Beni con Mamoré y luego haber navegado por el Mamoré aguas arriba o, en otro caso, haber hecho un buen tramo del viaje por tierra. Si se tratara de los mojos de Apolobamba, la ruta no pudo haber pasado por el Madre de Dios. A diferencia de Alcaya, Garcilaso no menciona el término Paititi en relación con este episodio, usando sistemáticamente el nombre ‘musus’ en su lugar. El mismo Garcilaso, al final de su narración, expresa algunas dudas acerca de su veracidad, diciendo que hasta aquel momento nadie había tenido la oportunidad de llegar a esas tierras lejanas y comprobar los hechos. Entradas de los tiempos de Huayna Capac Las narraciones sobre expediciones incas de los tiempos de Huayna Capac son menos numerosas y refieren mayormente a la zona de Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra. Una de estas referencias nos la proporciona Murúa (Anexo 12c). Se trata de una empresa militar dirigida contra la invasión de los chiriguana en la zona de la fortaleza Usco Turo (Cuscotoro según otras transcripciones). La expedición encabezada por el capitán Yasca tuvo éxito y los chiriguana fueron vencidos, algunos de ellos terminaron como prisioneros de guerra y fueron enviados ante los ojos del emperador. Aparentemente, el mismo episodio histórico es descrito por Diego Felipe de Alcaya en la primera parte de su relación (Lizarazu [1636-38]1906:125-133). Esa narración antecede al relato de la expedición al Paititi que comentamos antes. Los hechos narrados por Alcaya giran no alrededor de Cuscotoro, sino alrededor de Samaipata. Esta discrepancia puede no tener mayor importancia, dado que las dos fortalezas están ubicadas relativamente cerca una de la otra, por lo tanto se puede decir que se trata de la misma zona. El centro del conflicto también es una invasión chiriguana que concluye en la victoria de las tropas incas y el aprisionamiento de los vencidos. Este parecido entre las dos narraciones nos permite colocar tentativamente todo el relato de Alcaya, incluyendo la entrada al Paititi, dentro de la época de Huayna Capac. Entre las fuentes sobre nuestro tema de estudio, el texto de Alcaya es una verdadera joya literaria. A ese extraordinario documento está dedicado otro artículo del presente libro, por lo tanto no lo incluimos en nuestros anexos. Por su extensión, el relato supera la narración de Garcilaso y da mayor cantidad de referencias geográficas que, al parecer, se descifran con relativa facilidad y son bastante coherentes entre sí. Roberto Levillier (1976) y Martti Pärssinen (2003), han analizado este documento llegando aproximadamente a las mismas conclusiones. Nosotros hemos dedicado a este texto una buena parte de nuestro artículo del año 2003. Según Alcaya, el sobrino del Inca llamado Manco, comienza su travesía por el río Guapay hacia abajo, luego viaja por tierra en dirección Noreste, hasta llegar a otro caudaloso río denominado Manattí, el cual tanto Levillier como Pärssinen identifican con el Guaporé (o Iténez). Para cruzar el río, los soldados de Manco construyen un puente de crisneja y suben a las montañas al otro lado del río, montañas que parecen coincidir perfectamente en el mapa con la Sierra de Paresis o con su vertiente septentrional, la Sierra de Pacaas Novos. En esta sierra funda Manco su reino del Paititi. La lógica y facilidad de esta interpretación es realmente tentadora. Hace cuatro años gustosamente caímos en la trampa. Sin embargo, con el tiempo notamos varios detalles contradictorios. Uno de ellos es el puente de crisneja. El río Guaporé corre por los llanos. Como tantos otros ríos de las llanuras amazónicas, es muy ancho, con riberas relativamente bajas e inestables. Los puentes colgantes del modelo inca funcionan bien en la sierra, donde los lechos de los ríos son más angostos, las riberas más altas y constituidas por rocas que proporcionan un buen soporte para las bases del puente. Después de observar el río Guaporé en vivo, nos resultó muy difícil imaginar sobre él un puente colgante de crisneja, construido según las normas de la ingeniería inca. Obviamente, con este pequeño detalle no podemos negar la validez de la lectura del texto de Alcaya, que ubica la colonia inca en la Sierra de Paresis, pero esta incoherencia conduce a la idea de que toda la narración no puede ser tomada literalmente en su totalidad. Una fuente muy interesante y poco conocida son los testimonios de unos nativos de la zona de Cochabamba recogidos por Francisco de Angulo. De ellos reproducimos en el anexo dos fragmentos que nos parecen especialmente informativos (Anexo 08). Ambos narran una expedición inca de los tiempos cercanos a la conquista, posiblemente en el reinado de Huayna Capac, que, pasando por aquellos lugares, intentó llegar a los llanos de Mojos, pero terminó en un rotundo fracaso. Según el cacique Higuabe (Anexo 09b), los incas fueron vencidos y exterminados por los pacajes, quienes luego ‘tomaron su apellido’. El otro cacique, llamado Naje, ofrece un relato un tanto diferente: los incas, al entrar en esas tierras para conquistarlas, recibieron la noticia sobre la invasión española y prefirieron no volver a la sierra, mezclándose con la población local. En esta última versión, que alude a los ‘incas refugiados’, se percibe cierto parentesco con las narraciones de Garcilaso y de Alcaya. Uno de los grandes méritos del testimonio de Higuabe y de varios otros testimonios del mismo documento, es la abundancia de topónimos que marcan el camino desde el pueblo de Amos hasta los llanos de Mojos. Muchos de ellos, por supuesto, hoy han desaparecido, pero quizá un exhaustivo estudio en el campo permitiría identificar algunos de ellos. Entre los puntos enumerados figuran dos supuestas fortalezas incas: Characa y Epore. Al igual que el texto de Alcaya, los testimonios de los caciques hablan de un puente de crisneja construido por los incas. Las “Informaciones” de Francisco de Angulo han sido analizadas, por un lado, en el trabajo de Renard Casevitz, Saignes y Taylor y, por otro lado, en el estudio de Pärssinen y Siiriäinen, con resultados bastante diferentes. El primero de estos trabajos localiza el pueblo de Amos, el punto donde fueron recogidos los testimonios, en el alto Chaparé (afluente de Mamoré), cerca de Cochabamba. Los autores del estudio consideran que las narraciones de los caciques son versiones ‘realistas’ de la misma expedición que está descrita en forma idealizada en el texto de Alcaya. El puente de crisnejas es el mismo que menciona Alcaya, pero cruza no el Guaporé, sino el Chaparé, un río serrano de menor tamaño. La expedición no lleva a la fundación de un nuevo reino, sino a la muerte o, en el mejor caso, a la dispersión de sus participantes. Pärssinen y Siiriäinen, partidarios de la lectura directa del texto de Alcaya, según la cual el río Manattí sería el Guaporé y los incas subieron a la Sierra de Paresis, dan por sentado que Alcaya y los caciques de Angulo hablan de dos acontecimientos diferentes. El puente de crisneja no era el mismo que el mencionado por Alcaya, y la desafortunada expedición inca referida por los caciques iba en dirección del río Beni. Todavía queda poco clara la ubicación de las dos fortalezas incas, Characa y Epore, cuyos nombres se encuentran en la “Relación” de Francisco de Angulo. Pärssinen y Siiriäinen suponen que ‘Epore’ puede ser una versión del nombre del río Apere, uno de los grandes afluentes del Mamoré, y que la fortaleza estaría en la desembocadura de este río en el Mamoré. Sin embargo, todavía no hay pruebas disponibles de esta suposición. Se podría asociar estos dos puntos con las arriba comentadas fortalezas sobre el río Paititi, lo cual, sin embargo, también quedaría por el momento en el ámbito de especulaciones. Además de los polémicos textos de los que ya hablamos, tenemos una referencia suelta de Murúa, que también parece caber en la época de Huayna Capac. Murúa menciona al príncipe Ausitopa, hermano de Huayna Capac, quien se hizo famoso como guerrero luchando contra “abachiris, curiamunas y piriamunas, que están junto a la gran provincia de Paititi” (Anexo 12d). Los ‘abachiris’ probablemente son ‘aguachiles’ que figuran en otros escritos, un grupo étnico hoy extinto que vivía en la selva alta sobre la orilla occidental del río Beni, en Apolobamba. El breve homenaje a Ausitopa en el texto de Murúa está acompañado de una pequeña descripción de la tierra del Paititi. Resumiendo todo lo dicho en este capítulo, las fuentes sobre las expediciones incas tardías son más complejas y más difíciles de interpretar, lo cual no les resta importancia. Conclusiones Hemos delineado, a grandes rasgos, las tres etapas cronológicas de las expediciones militares incas a la selva. La primera abarca zonas limitadas en las cabeceras del Madre de Dios. La segunda se extiende más allá por el Madre de Dios y llega hasta Carabaya y Apolobamba. La tercera parte de la zona de Cochabamba y Santa Cruz. Esta delineación es muy aproximada y no pretende trazar con precisión los límites de la penetración inca en los Andes Orientales y la Amazonía. ANEXOS ANEXO 01 QUIPUCAMAYOS RELACIÓN DE LA DESCENDENCIA, GOBIERNO Y CONQUISTA DE LOS INCAS 1542 (1974) Inga Yupangue fué a quien llamaron Pachacuti Inga, que su interpretación es “mudamientos de tiempo”. Fué hijo y subcesor de Viraco//cha Inga. Conquistó hasta lo último de los Charcas, hasta los Chichas e Diaguitas y todas las poblaciones de la Cordillera de Andes y Carabaya y por bajo hasta los términos de Quito y toda la costa de Tarapacá, que no le quedó cosa en la costa que no la tuviese subjeta y debajo de su señorío; y lo que no podía por armas y guerra, los trajo a sí con halagos y dádivas, que fueron las provincias de los Chunchos y Mojos y Andes hasta tener sus fortalezas junto al río Patite y gente de guarnición en ellas. Pobló pueblos en Ayavire, Cane y el valle de Apolo, provincia de los Chunchos. (pp. 38-39) ANEXO 02 PEDRO DE CIEZA DE LEÓN CRÓNICA DEL PERÚ: PRIMERA PARTE Y SEGUNDA PARTE 1553 (1984-1985) A) Capítulo XCV. De las montañas de los Andes y de su gran espessura: y de las grandes culebras que en ellas se crían: y de las malas costumbres de los Indios que binen en lo interior de la montaña. Esta cordillera de sierras que se llama de los Andes se tiene por vna de las grandes del mundo porque su principios es desde el estrecho de Magallanes, a lo que se ha visto y cree. Y viene de largo por todo este reyno del Perú y atrauiessa tantas tierras y prouincias que no se puede dezir. Toda está llena de altos cerros, algunos de ellos bien poblados de nieue, y otros de bocas de fuego. Son muy dificultosas estas sierras y montañas por su espcssura y porque lo más del tiempo llueue en ellas y la tierra es tan sombría, que es menester yr con gran tino: porque las rayzes de los árboles salen debaxo della, y ocupan todo el monte: y quando quieren passar cauallos se recibe más trabajo en hazer los caminos. Fama es entre los Orejones del Cuzco, que Topaynga Yupangue atravessó con grande exército esta montaña: y que fueron muy difíciles de conquistar y atraer a su señorío muchas gentes de las que en ellas abitauan. En las faldas dellas a las vertientes de la mar del Sur eran los naturales de buena razón, y que todos andauan vestidos, y se gouernaron por las leyes y costumbres de los ingas. Y por el consiguiente a las vertientes de la otra mar a la parte del nascimiento del Sol, es público que los naturales son de menos razón y entendimiento: los quales crían gran cantidad de Coca, que es vna yerua preciada entre los Indios como diré en el capítu//lo siguiente. Y como estas montañas sean tan grandes, puedesse tener ser verdad lo que dizen de auer en ellas muchos animales, assí como ossos Tigres, Leones, Dantas, puercos, y gaticos pintados con otras salvaginas muchas y que son de ver. Y también se han visto por algunos Españoles vnas culebras tan grandes que parecen vigas, y estas se dize, que aunque se sienten encima dellas, y sea su grandeza tan / monstruosa, y de talle tan fiero no haze mal ni se muestran fieras en matar ni hazer daño a ninguno. Tratando yo en el Cuzco sobre estos culebros con los Indios, me contaron una cosa que aquí diré, la qual escrivo porque me la certificaron: y es que en tiempo de Topa Yupangue hijo que fue de Viracoche Ynga, salieron por su mandado ciertos capitanes con mucha gente de guerra a visitar estos Andes, y a someter los Indios que pudiessen al Imperio de los Ingas. Y que entrados en los montes, esta culebras mataron a todos los más de los que yuan con los capitanes ya dichos: y que fue el daño tanto que el Inga mostró por ello gran sentimiento. Lo qual visto por vna vieja encantadora le dixo que la dexasse yr a los Andes, que ella adormiría las culebras de tal manera que nunca hiziessen mal. Y dándole licencia fue adonde auían recebido el daño. Y allí haziendo sus conjuros, y diziendo ciertas palabras las boluío de fíeras y brauas en tan mansas y bouas como agora están. Esto puede ser fición o fábula que estos dizen. Pero lo que agora se vee es, que estas culebras con ser tan grandes ningún daño hazen. Estos Andes, adonde los Ingas tuuieron aposentos y casas principales, en partes fueron muy poblados. La tierra es muy fértil porque se da bien el mayz y yuca, con las otras rayzes que ellos siembran: y fructas ay muchas y muy excellentes. Y los más de los Españoles vezinos del Cuzco han ya hecho plantar naranjos y limas, Higueras, parrales, y otras plantas de España: sin lo qual se hazen grandes platanales: y ay piñas sabrosas y muy olorosas. Bien adentro destas montañas y espessuras afirman que ay gente tan rústica, que ni tienen casa ni ropa: antes andan como animales: matando con flechas aues y bestias las que pueden para comer. Y que no tienen señores ni capitanes: saluo que por las cueuas y huecos de árboles se allegan, vnos en vnas partes y otros en otras. En las más de las quales dizen también (que yo no las he visto) que ay vnas monas muy grandes que andan por los árboles con las quales por tenta//ción del demonio (que siempre busca como y por donde los hombres cometerán mayores pecado y más graues) estos usan con ellas como mugeres. Y afirman que algunas parían monstruos, que tenían las cabecas y miembros deshonestos como hombres, y las manos y pies como mona. Son según dizen de pequeños cuerpos y de talle monstruoso y vellosos. En fin parescerán (si es verdad que los ay) al demonio su padre. Dizen más que no tienen habla, sino vn gemido o aullido temeroso. (Primera parte, Fol. 120v.- 121, pp. 263-265) B) [Topa Ingá hace una expedición a Chile, después retorna al Cusco.] Y con la jente que convino llevar entró [Topa Ynga] en los Andes y pasó gran travajo por la espeçura de la montaña y conquistó algunos pueblos de aquella rejión y mandó senbrar muchas sementeras de coca y que la llevasen al Cuzco, donde él dio la buelta. (Segunda parte, Capítulo LXI, fol. 74, p.177) ANEXO 03 JUAN DE BETANZOS SUMA Y NARRACIÓN DE LOS INCAS 1551 (1987) Capítulo XXVIII En que trata de cómo Topa Ynga Yupangue salió de la ciudad del Cuzco a conquistar la provincia de los Andes y cómo sujetó todo lo más que della pudo sujetar y de las cosas y casos que allá le acaecieron E viendo Yamque Yupangue que su hermano Topa Ynga Yupangue era ya señor y que había mucho tiempo que en el Cuzco estaban ociosos y que no se sabía de la provincia de Andesuyo y paresciéndole que sería bien que su hermano Topa Ynga Yupangue se partiese con su gente de guerra y fuesen en demanda desta provincia y su gente y que viese que arte de tierra era y esto ansi pensado estando los dos juntos un día dijo el Yamque Yupangue a Topa Ynga Yupangue que ya era señor y que le parecía que debía como señor que era de ir por la provincia de Andesuyo y conquistar y sujetar debajo de su dominio las gentes que en ella hallase y viese que arte y ser de tierra tenía e oído por Topa Ynga Yupangue y paresciéndole bien lo que le decía su hermano díjole que le placía y luego mandó juntar su gente de guerra y teniendo noticia que era tierra estéril de sal junta que fue la gente la hicieron proveer de todo proveimiento y siendo proveídos ansi mismo de los depósitos de sal de cada uno de la sal que ansi podían llevar Topa Ynga Yupangue mandó levantar su campo y ansi se partió de la ciudad del Cuzco y fue por la provincia de los Andes e Yamque Yupangue quedóse en la ciudad del Cuzco a ver y entender en lo que más conviniese al bien y salud de su padre Ynga Yupangue el cual dicen que se desistió del estado y borla a fin de quedarse en la ciudad del Cuzco viendo que todos sus hermanos eran mancebos y su padre Ynga Yupangue no podía ya gobernar por ser tan viejo como era y por ver que los señores de la ciudad del Cuzco eran muchos y que reinaba de cada día en ellos gran presunción y que sus hermanos ansi mismo eran mancebos y que podría ser que andando él en la guerra y su hermano Topa Ynga Yupangue que por ser su padre de tanta edad y tan viejo muriese estando ellos fuera de la ciudad y que por su fin y muerte los señores del Cuzco deudos de aquellas madres en quien su padre había habido aquellos hijos quisiesen nombrar por señor alguno de aquellos hijos bastardos de Ynga Yupangue por lo cual y con lo cual ansi en la ciudad como entre ellos hubiese división y guerras lo cual se podía remediar con dejar el estado y darle a Topa Ynga su hermano y él estarse siempre en la ciudad del Cuzco y que mediante estar él en la ciudad del Cuzco entendería en proveer lo que más conviniese al bien de la ciudad y moradores della en todo lo que ansi se ofreciese en toda la tierra y que su hermano Topa Ynga Yupángue andando en la // guerra andaría en ella que a él le hiciese enojo y perjuicio y como ansi quedase en la ciudad Yamque Yupangue luego dió orden de poblar la gente que ansi trujo del Quito en los valles y redondez del Cuzco y ansi los pasó mitimaes y todo el tiempo que ansi tardó, en su conquista y descubrimiento Topa Ynga Yupangue siempre entendió Yamque Yupangue en regalar a su padre dándole a comer cosas que más y mejores le paresció y ansi mismo entendía en bien y sustentación de su pueblo y de lo a él sujeto y en buen gobierno dello y como Topa YngaYupangue hubiese salido del Cuzco con su gente de guerra en la manera que ya habeis oído llegado que fue a Caxaroma que es cuarenta leguas de la ciudad del Cuzco lo cual tenía sujeto su padre mucho tiempo había informóse en el pueblo de Caxaroma de los náturales della qué gentes eran los que de allí delante había ansi por aquel derecho que él iba como a la una mano de la costa y que si era tierra de sierras o montañas como hasta allí había visto y de que manera dijéronle y que era una tierra que siempre llovía en ella y que los pueblos de las gentes que por aquella tierra había que era una casa sóla larga y grande en cada parte do gente había y que en cada casa de aquellas se metían y cabían mil y dos mil hombres dellos y que allí vivian todos juntos teniendo dentro en cada casa destas cada uno por sí su atajo de casa y vivienda do asi moraba y vivía y que era una gente que andaba desnuda a causa de ser la tierra tan caliente y que era gente muy viciosa y de muy poco trabajo y que siempre traían sus arcos y flechas y que se andaban a caza de papagayos y de micos y de las aves que ansi podían haber y que comían carne humana y que todos los más tenían unos con otros guerras y no a fin de sujetar unos a otros y los que ansi eran presos ansi de los unos como de los otros los llevaban a sus pueblos y hacían gran fiesta y comíanselos y que era gente tan bellaca que si tomaban por caso alguno o alguna mujer peleando que le paresciese bien que la tenía por mujer y después de haber parido dél una o dos veces llamaba a los parientes cada y cuando que a él se le antojaba y mataba esta mujer y hacíales fiestas y comíansela todos y que hacían algunas sementeras de maíz y yuca y que sembraban algunas calabazas y que estos eran los mantenimientos que tenían y que no tenían sepulturas que cuando ansi alguno se moría dellos que se juntaban todos sus parientes y que no le lloraban si no que mostraban estar ansi tristes todos juntos y que hacían cierta manera de su sentimiento sin echar lágrima y que esto hecho que hacían piezas el tal muerto y le repartían entre sí mismo y se lo comían y que los huesos destos después de los haber muy bien roidos que los juntaban todos juntos y que los colgaban en lo alto de la pared de la casa donde había vivido y en aquel derecho de su aposento y que allí le ponían su arco y flechas y plumajes y que toda aquella tierra era estéril de sal a cualquier parte que por ella fuesen y sabido esto por el Ynga mandó que en todo su campo se tuviese gran guardia en la sal que ansi cada uno llevaba y mandó a sus capitanes que mandasen que cada uno la comiese por regla la que ansi cada uno llevaba y que desque viesen que ya los de su campo andando por aquélla conquista hubiesen comido las tres partes de la sal que ansi cada uno llevaba que le avisasen porque desde allí donde se lo dijesen se volvería y ansi luego mandó marchar su campo y anduvo por aquella provincia de los Andes llevando su gente toda derramada por ellos y echala // a una parte y a otra y como ansi fuese unos daban en casas de la manera que la noticia tenía otros hallaban en orillas de ríos metidos en rancherías que ansi tenían hechas y ansi fue sujetando todas las más que pudo hallar y haber y como fuese la voz por toda aquella provincia de como él la andaba conquistando algunos caciques destos indios les salían de paz y lo que ansi le daban cuando de paz le salían eran papagayos y micos y otros animalejos que llaman perico ligero que tienen unos hociquillos largos y las colas muy largas y son animalejos torpes en su andar y dábanle ansi mismo algunas plumas y plumajes y algún oro en polvo porque lo mejor que hay en esta provincia como es tierra muy montuosa y de muchas y grandes pedradas y do más el sol reverbera y hiere ansi como sale es en aquella provincia a esta causa es tierra de oro y haylo en ella y ansi mismo le ofrescían cañutos de cañas duces llenas de miel y arcos y flechas muy pintadas y a estos tales que ansi le daban obediencia dábanles el sal que la tenían ellos en más que otra cosa que les diese y por verlos venir ansi desnudos según su usanza dábales algunas camisetas y mantas y hacíanselas vestir con las cuales andaban ansi aquel día y la noche llegada íbanse a sus rancherías y otro día en la mañana parescían delante del Ynga desnudos en cueros según su usanza y como el Ynga los viese reíase y prosupuso de traellos todos los que ansi hubiese de guerra y de paz a la ciudad del Cuzco y mandó ir su gente por la una parte y por la otra ansi en ala porque es la tierra montuosa y muy espesa y de grandes ríos y quebradas y era falta de comida y yendo la gente de aquella manera no podría la gente los unos o los otros de topar con comida y la otra que yendo ansi todos derramados los unos o los otros toparían con gente por aquellos montes porque por ellos no había caminos ni se divisaban pueblos y desta manera anduvo por aquellos montes y provincias de los Andes conquistando los que se le mostraban de guerra y haciendo bien a los que se le mostraban de paz hasta tanto que sus capitanes le dijeron que para lo que había que conquistar por allí bastaba lo que ansi habían andado y visto porque los capitanes no entendían en otra cosa si no en ir haciendo caminos y talando montes por orden del Ynga iba siempre en andas la demás gente buscando comida y cuando ansi topaban algunas gentes en breve los asían a ellos y a sus capitanes y como el Yaga viese que ya era tiempo de se volver y que no tenía noticia de que hubiese muy mucha gente de allí adelante y que ya la gente que ansi llevaba le comenzaba a adolecer dió la vuelta para la ciudad del Cuzco en la cual metió muy muchos de los animalejos y papagayos de los ya contados y algún oro en polvo y algunos tigres y culebrones amaro que ellos llaman y algunos pocos prisioneros y otros que ansi mismo le salieron de paz en la cual jornada él anduvo dos años y como volviese al Cuzco Conquistó Topa Inga y sus capitanes desta vez cuatro grandes naciones. La primera fué la de los indios llamados Opataries y la otra llamada Manosuyo y la tercera se dice de los Mañaries o Yanaximes, que quiere decir los de las bocas negras, y la provincia del Rio y la provincia de los Chunchos. Y por el río de Tono abajo anduvo mucha tierra y llegó hasta los Chiponauas. Y por el camino, que agora llaman de Camata, embió otro grande capitán suyo llamado Apo Curimache, el cual fué la vuelta del nascimiento del sol y caminó hasta el río, de que agora nuevamente se ha tenido noticia, llamado el Paytite, adonde puso los mojones // del Inga Topa. Y en las conquistas destas naciones dichas prendieron Topa Inga y sus capitanes a los cinches siguientes: Vinchincayna, Cantaguancuru, Nutanguari. Y estando en esta conquista un indio del Collao llamado Coaquiri, se huyó de su compañía y se vino al Collao y echó nueva que Topa Inga Yupangui era muerto, y diciendo a todos que se alzasen, que ya no había inga, quél sería su capitán. Y luego se nombró Pachacuti Inga y se alzaron los Collas y lo tomaron por su capitán. Esta nueva fué a Topa Inga a los Andes, donde andaba conquistando, y determinó salir a allanar los Collas y castigallos. Y así salió Topa Inga y quedóse en los Andes Otorongo Achachi acabando de conquistar los Andes, y dejóle mandado que, acabada la conquista, se saliese al Pirú, y no entrase triumphando en el Cuzco hasta quél viniese. [Topa Inga reprime la rebellón de los Collas y hace una incursión a Chile] // Y juntos estos despojos [de la expedición de Topa Inga a los Collas y Chile] con los de Otorongo Achachi, que ya había venido de los Andes, adonde había andado tres años, y estaba en Paucartambo aguardando a su hermano, entró en el Cuzco con muy grande triumpho. (pp.143-146) ANEXO 07 MIGUEL CABELLO BALBOA MISCELÁNEA ANTÁRTICA 1586 (1951) A) Siendo muy niño Yaguarguaca (legitimo heredero que digimos ser) tuvieron atreuimiento ciertos principales de la parte de Andes suyo, de hurtarlo de entre los pañales de la cuna, y con mucha presteza llevarlo á sus tierras que no estauan muy lejanas de las de el Cuzco, y auiendo venido aver el recien traydo Ynfante todos los que alli cerca bibian, lloro el niño sangre (cosa admirable y no vista) de lo qual los Yndios que hicieron tal insulto tomaron agueros siniestros y con la brevedad que les fue posible (temerosos de sus futuros daños) bolbieron a poner // el Ynfante en el mismo lugar de donde lo auian tomado, y dieron la obediencia al Yngaruca su padre y publicaron portentoso llanto de el muchacho y por este acaecimiento fue llamado Yaguarguaca. (Capítulo 13, pp. 293-294) B) …Puso [Topa Ynga] el pensamiento en ir á ampliar, y engrandecer su Ymperio; por aquella parte que á el Cuzco nace el Sol, que es la marcacion de Andes suyo en esta coyuntura le vinieron a dar la obediencia los de las Provincias de Chumbivillcas, y los de Cuntisuyo y muchas naciones de gentes de los llanos a quien llamauan Yungas, y en primicias de su obediencia les mando que le embiasse cada nacion de las nuevamente confederadas alguna cantidad de gente de guerra, y gastadores para la jornada que intenraua hacer á Andes suyo, y ansi lo hicieron todos los mas cumplidamente que les fue posible. Ayuntado un buen exercito señaló por su Governador (p a que quedasse en el Cuzco) á Amaro Topa Ynga hermano suyo; porque su padre estaua ya muy viejo, y impedido para el govierno, y quiso que Topayupangui su hermano, y Atorongo, y Achache, y Apoc chalco yupangui (primos suios) le acompañasen en este viage, y auiendo salido de el Cuzco, paso de la otra parte de la gran Cordillera vertientes a el mar de el Norte donde no se podran escruir los trabajos que padecieron ansi con sobre saltos de enemigos que como gente suelta barbara y sin orden les acometían adesora sin aguardar a llevar ni dar la victoria, porque era su orden yr tan sin orden que quando les querian los de el Cuzco acometer no hallauan en quien hacer golpe porque descariados cada uno por su parte se entrauan por la maleza de sus entrañas donde no podian ser auidos. Fatigauales ansi mismo demasiadamente los anchos, y furiosos rios que hallauan las importunas lluvias que sobre ellos llovian, los intensos calores, y aborchornados valles por donde andauan, y las muchas hambres que padecian, y lo que mas guerra les hacia era no hallar a quien hacerla, hasta que auiendo penetrado lo muy interior de aquellos intractables asperezas dieron con algunas gentes // que mostraron corage, y les hicieron rostro, y ansi fueronlas conquistando con continuas victorias. Señorearonse de quatro Provincias, llamadas Opatarisuyo, y Mamansuyo, y Chunchos, y Chipomaguas, y de alli llegaron a los Manobambas gentes que por gala se ponen con artificio de yeruas, y vejucos las bocas, y dientes negros: que no aumenta poco su fealda, y estrañeza prendio el Ynga á los Caciques, y Señores de estas Provincias llamados Vinchi Cayna, y Santa Guancuiro, y Topayupangui (hermano de el Topa Ynga) como mozo valiente, y determinado acometio por su persona á un Cacique de aquellos llamado Nutanguari, y a fuerza de brazos lo vencio, y prendio, que no poco terror causo en toda la tierra el valeroso hecho de este Ynga por la gran reputación en que Nutanguari estava de valiente en la general opinion. [...] [En la ausencia de Topa Inca se difunde el rumor en la provincia del Collao sobre su muerte en la expedición selvática. Se subleva el Collao. Topa Ynga de prisa sale de la selva para combatir a los rebeldes] dejando por Regente de lo que hasta entonces auia conquistado á Otorongo Achache. [...] Quando de su hermano Otorongo se partio le dejo la mitad de la gente que lleuaua y le dio por instrucion que se entretubiesse conquistando algunas tierras, y quando le pareciesse, se saliesse por Pilco, y lo aguirdasse en Paucartambo, y que por manera ninguna no entrasse en el Cuico hasta que el volviesse; porque asi combenia á la solemnidad de su triumpho, con tal horden se quedo Otorongo en las tierras de Andes suyo, y Topa Ynga con muy lucido, y reforzado Exercito entró en el Collao. (Capítulo 18, pp.334- 336) ANEXO 08 FRANCISCO DE ANGULO INFORMACIONES HECHAS POR EL CAPITÁN..., SOBRE EL DESCUBRIMIENTO DE LA PROVINCIA DE COROCORO Y DEMÁS INMEDIATAS 1588 (1906) A) TESTIMONIO DEL CACIQUE NAJE DE AMOS Preguntado á este Cacique, pues dize que su padre seruía la Ynga, diga ques la causa cómo no conquistó y sojuzgó estas provincias el dicho Ynga, dixo: que, estando conquistando las dichas provincias, vino nueua que los españoles auían entrado en la tierra del Pirú; y que, como trayan ffama de gente que todo lo conquistaba, y que auian vencido á vno de los Yngas, no pasó // más gente á la conquista desta provincia, antes, la que avía entrado del Pirú para la conquista, se conformaron con los de la tierra, é hizieron pases y se quedaron con ellos, de miedo de no salir al Pirú. Y que, aunque no obieran entrado en la tierra los españoles, tiene este declarante por cosa cierta que el Ynga no fuera poderosso para conquistar estas provincias, antes entiende que, si la gente destas provincias dieran en salir al Pirú, le conquistara, porque son muchos yndios, en tanta suma, que son como arena. (pp.92-93) B) CACIQUE HIGUABE (O HIGUABA) DE CURO Preguntado a este Cacique en qué entendía en este pueblo, dixo: que le tenía el Ynga en él para guarda de vna puente de cresnexas, para que la adereçase, porque por ella pasaua toda la gente de guerra que los Yngas del Pirú embiaua al conquistar los llanos, é con horden que daua á sus Capitanes que los yndios que se diesen de paz los rregalasen é los amparasen debazo de su amparo, y a los que no les obedesciesen que los matasen a todos, sin que quedase hombre. Y tuuieron vna batalla, tan mortal é tan sanguinosa que murieron en ella tanto número de yndios de la parte del Ynga é de la parte de vn Cacique con quien vbo la batalla: se llamaua Tiguaguaro Pacaxa; el qual venció al dicho Ynga é lo mató, y puso su cuerpo en guarda é custodia de suerte que, como á cosa vencida con tanto trauajo, la tienen con mucha veneración en parte donde nadie llegue á él; y que fué tanta la mortandad que en esta batalla vbo, que así corria grandes arroyos de sangre. É que por auer los dichos Pacaxes vencido la batalla al Ynga tomaron el apellido del propio Ynga. Preguntado á este Cacique, pues dice que estaua puesto por el Ynga por guarda de la puente, que diga é declare que de la dicha puente al fuerte que hizo el dicho Ynga quántas dormidas // ay, y cómo se llama el asiento del dicho fuerte, y qué yndios ay en él, dixo: que de la dicha puente, que es dos tiros de arcabuz más adelante de este pueblo, el camino del Ynga en la mano van á hazer noche Curo; é desde el pueblo de Curo, se ba á Aybusi; y desde ay á Cupi, donde este declarante hera su pueblo; y de ay se ba a Cocoma; y desde ay á Characa, que es los Mamaguacies; y de ay á Yalima; y desde allí á Sicuire; y desde allí se va á Characa, ques la fortaleza, que dize abrá más de quatro mill yndios; y que de aquí del dicho Characa se ba de pueblo en pueblo hasta dar en el camino de los Andes, que cae á mano derecha, donde ay grandes provincias de yndios; y que se a de tomar la mano yzquierda para yr al asiento de Corocoro, donde abrá veynte pueblos á él subjetos; y que de Corocoro se va a Epore, ques otra fortaleza del dicho Ynga, ques la tierra adentro, donde tiene tanta frontera de yndios, que son como arena; y que desde esta fortaleza é pueblo se boluió el Ynga, por ver que hera poco su poderío para conquistar los dichos yndios. Y que el Cacique y Señor de toda la tierra adentro se llama Ynocori, é que son todos los yndios bestidos. (pp.101-102) ANEXO 09 GARCILASO DE LA VEGA COMENTARIOS REALES DE LOS INCAS 1609 (1995) A) Pasados algunos años que el rey Inca Roca gastó en paz y quietud en el gobierno de sus reinos le pareció enviar al príncipe heredero llamado Yáhuar Huácac, su hijo, a la conquista de Antisuyu (que es al levante del Cozco y cerca de la ciudad), porque por aquella banda no se había alargado su imperio más de lo que el primer Inca Manco Cápac dejó ganado hasta el río Paucartampu. […] Tampoco lo hurtaron [a Yáhuar Huácac] cuando niño como otro historiador dice, que son cosas muy ajenas de la veneración en que los indios tenían a sus Incas. Ni en los ayos y criados diputados para el servicio y guarda del príncipe había tanto descuido que lo dejaran hurtar ni indio tan atrevido // que lo hiciera, aunque pudiera. Antes, si tal imaginara entendiera que -sin ponerlo por obra, sólo por haberlo imaginado- se había de abrir la tierra y tragárselo a él y a toda su parentela, pueblo y provincia. Porque, como otras veces lo hemos dicho, adoraban a sus reyes por dioses hijos de su dios el sol y los tenían en suma veneración, más que cualquier otra gentilidad a sus dioses. […] El rey Inca Roca (como decíamos) determinó enviar a la conquista de Antisuyu a su hijo, para lo cual mandó apercibir 15 mil hombres de guerra y tres maeses de campo que le dio por acompañados y consejeros. Enviolo bien industriado de lo que debía hacer. El príncipe // fue con buen suceso hasta el río Paucartampu y pasó adelante a Challapampa y redujo los pocos indios que por aquella región halló. De allí pasó a Pillcupata, donde mandó poblar cuatro pueblos de gente advenediza. De Pillcupata pasó a Hauisca y a Tunu, que son las primeras chacras de cuca que los indios tuvieron (que es aquella hierba que los indios tánto estiman). (La heredad llamada Hauisca fue, después, de Garcilaso de la Vega mi señor, de la cual me hizo merced por donación en vida —y yo la perdí, por venirme a España.) Para entrar a estos valles donde se cría la cuca se pasa por una cuesta llamada Cañac huay, que tiene cinco leguas de bajada casi perpendicular, que pone grima y espanto sólo el mirarla, cuánto más subir y bajar por ella. Porque por toda ella sube el camino en forma de culebra, dando vueltas a una mano y a otra. […] Con estas cosas se admiraron tanto los Musus que holgaron de recibir la amistad de los Incas y de abrazar su idolatría, sus leyes y costumbres, porque les parecían buenas. Y que prometían gobernarse por ellas y adorar al sol por su principal dios, mas que no querían reconocer vasallaje al Inca pues que no los había vencido y sujetado con las armas. Empero que holgaban de ser sus amigos y confederados y que, por vía de amistad, harían todo lo que conviniese al servicio del Inca, mas no por vasallaje: que ellos querían ser libres como lo habían sido sus pasados. Debajo de esta amistad dejaron los Musus a los Incas poblar en su tierra, que eran poco más de mil cuando llegaron a ella porque con las guerras y largos caminos se habían gastado los demás. Y los Musus les dieron sus hijas por mujeres y holgaron mucho con su parentesco (y hoy día los tienen en mucha veneración y se gobiernan por ellos en paz y en guerra). // Y luego que entre ellos se asentó la amistad y parentela, eligieron embajadores de los más nobles para que fuesen al Cozco a adorar por hijo del sol al Inca y confirmar la amistad y parentesco que con los suyos habían celebrado. Y por la aspereza y maleza del camino, de montañas bravísimas, ciénagas y pantanos hicieron un grandísimo cerco para salir al Cozco, donde el Inca los recibió con mucha afabilidad y les hizo grandes favores y mercedes. Mandó que les diesen larga noticia de la corte, de sus leyes y costumbres y de su idolatría, con las cuales cosas volvieron los Musus muy contentos a su tierra. Y esta amistad y confederación duró hasta que los españoles entraron en la tierra y la ganaron. Particularmente dicen los Incas que en tiempo de Huaina Cápac quisieron los descendientes de los Incas que poblaron en los Musus volverse al Cozco porque les parecía que, no teniendo que hacer más servicio al Inca que estarse quedos, estaban mejor en su patria que fuera de ella. Y que teniendo ya concertada su partida para venirse todos al Cozco con sus mujeres e hijos tuvieron nueva cómo el Inca Huaina Cápac estaba muerto y que los españoles habían ganado la tierra y que el imperio y señorío de los Incas se había perdido, con lo cual acordaron de quedarse de hecho. Y que los Musus los tienen, como dijimos, en mucha veneración y que se gobiernan por ellos en paz y en guerra. Y dicen que por aquel paraje lleva ya el río seis leguas de ancho y que tardan en pasarlo en sus canoas dos días. CAPÍTULO XV Rastros que de aquella jornada se han hallado Todo lo que en suma hemos dicho (de esta conquista y descubrimiento que el rey Inca Yupanqui mandó hacer por aquel río abajo) lo cuentan los Incas muy largamente, jactándose de las proezas de sus antepasados. Y dicen muy grandes batallas que en el río y fuera de él tuvieron y muchas provincias que sujetaron, con grandes hazañas que hicieron. Mas yo, por parecerme algunas de ellas increíbles para la poca gente que fue —y también porque como hasta ahora no poseen los españoles aquella parte de tierra que los incas conquistaron en los Antis, no pudiendo mostrarla con el dedo como se ha hecho de toda la demás que hasta aquí se ha referido— me pareció no mezclar cosas fabulosas (o que lo parecen) con historia verdadera. Porque de aquella parte de tierra no se tiene hoy tan entera y distinta noticia como de la que los nuestros poseen, aunque // es verdad que de aquellos hechos han hallado los españoles en estos tiempos grandes rasgos (como luego veremos). (Libro sétimo, tomo 2, pp. 450-455) ANEXO 10 JOAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA RELACIÓN DE LAS ANTIGÜEDADES DESTE REYNO DEL PIRÚ ca. 1613 (1993) A) Al fin el dicho ynga [Ttopa Ynga Yupangui] manda a pregonar nueba conquista y entrada a los Andes. Y assi lleva treçientos mill hombres, y para ello les nombra por general del exérçito a Otorongo Achachi y luego a Kapac Uari y Apo Quibacta y a otro de los Chillqui y a Papres, y otro de Cana etc. Y estos hazen muy bien su conquista a las provincias de Manare<su> y Opatari, hasta los confines de Guanca Uillca, y hazia arriba llega hasta en derecho de Carabaya, en donde los vido una provincia, todos mugeres, llamado Guarmi Auca. Al fin passa a la otra // banda <passando por un río muy caudalossíssimo, y como no abía quien passase, halla unos monaços temerarios que abía sido de un curaca de essa provincia de los Manares, el qual passa a la otra banda, y con el yndio que sambollin para tirar maromas o simpas después. Ardid jamás oyda de que si espantan los Iscay Oyas, assi llamado. A esta provincia se llama Dorado etc.> en donde halló un reyno grande, llamado Escay Oya, rica tierra, y la gente della mucha más belicossa que quantos naçiones de por acá, los quales dizen que se sustenta con carne humana. Y lo que es de echar ponssoñas y venenossas, saben como gente que tienen pactos con los demonios y son grandes flecheros, con quien an abidos dos batallas muy reñidíssimas. Y en la terçera vez, los del ynga a los contrarios le hazen rendir, porque aunque los de por acá no eran tanto como ellos en ánimo y fuerça, sólo an llevado ventaja de armas y la gente con buena horden y conçierto, y todos bestidos de oro y plata y plumerías. Al fin con esto les da espanto muy grande. Dizen que en este tiempo, quando estava ya para numerar a todas las provincias y gente della, para dejar hordenanças, le llegó la nueba que como el Topa Ynga Yupangui abia desterrado a una provincia sujeto de un capitán para los Chiriguanaes, de cuya nueba el capitán Apo Quibacta manda pregonar a sus súbditos, estando en los Andes. Al fin viene con su gente, bolviendo a su tierra, dejando a el exérçito del ynga con su general Otorongo Achachi, de que fueron la caussa que los Escay Oyas y Opataris y Manares se toma // sus armas, porque el dicho Otorongo Achachi, en faltando otro miembro, estaba medio manco. En semejantes ocaçiones, los governadores no abían de hazer tales agrabios a los vasallos etc., porque, por falta de aquel capitán, se venieron el real del ynga <al Cuzco>, dejando la conquista hecha, que por lo menos los trabajos de tres exérçitos no fueron de poco valor, y tantas muertes, que si en aquel tiempo obieran dejado la hordenança, el día de oy, estubiera sujeto a la corona de Castilla, prinçipalmente obieran ssido cristianos. (f.27v.-f.28v., pp. 236-238) B) Y entonçes despacha a un capitán con veynte // mill hombres y otros veynte a los Guarmes Aucas, los quales dos capitanes llegan hasta los Coquimbos y Chilles y Tucman, muy bien, trayéndoles mucho oro. Y los enemigos no hazen tanto daño en los de acá, antes con poca façelidad fueron sujetados, y los Guarme Aucas lo mismo, y en donde los deja una compañía de gente para que servieran de garañones, y de allí trae gran cantidad de oro feníssimo para el Cuzco. (f.28r. –f.29, pp. 238-239) ANEXO 11 FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA NUEVA CORÓNICA Y BUEN GOBIERNO 1615 (1987) A) Fue [Ynga Roca] hombre largo y ancho, fuerte y gran hablón y hablaua con trueno, gran xugador y putaniero, amigo de quitar hazienda de los pobres. Demás de la conquista de su padre conquistó todo Ande Suyo. Dizen que se tornaua otorongo él y su hijo. Y ací conquistó todo Chuncho. […] Esto dicho Ynga comensó a comer coca y la prendió en los Andes y ací le enseñó a otros yndios en este rreyno. Y tubo otros hijos uastardos auquiconas y hijas nustaconas. Y dizen que en los Chunchos tiene hijos y casta deste dicho Ynga porque más del año rrecidía allá. Y otros dizen que no le conquistó, cino que hizo amistad y conpañía. ([103], tomo A p. 96) B) El sesto capitán Otorongo Achachi, por otro nombre le llamaron Apo Camac Ynga: Fue hijo de Ynga Roca. Este dicho capitín Otorongo conquistó Ande Suyo, Chuncho, toda la montaña. Fue señor que dizen que para auello de conquistar, se tornó otorongo, tigre; se tornaron el dicho su padre y su hijo. Este dicho su hijo dizen que murió en los Andes y dizen que tiene hijo en los Andes que parió una yndia chuncho. Y ancí por ello los Yngas se llamaron Otorongo Achachi, Amaro Ynga y tiene en sus armas pintado. Estos dichos Yngas trageron coca y lo comieron y ací se enseñaron los demás yndios en este rreyno. Porque en la cierra no se planta coca ni lo ay, cino que se tray de la montaña. Y ací no lo dexan el uicio y mal costumbre cin prouecho, porque quien lo toma lo tiene sólo en la boca ni traga ni lo come; es como tauaquero. Aunque no lo a menester el cuerpo, lo toma. ([156], tomo A, p. 148) ANEXO 12 MARTÍN DE MURUA HISTORIA GENERAL DEL PERÚ 1616 (1987) A) Concluido con su matrimonio, [Tupa Ynga Yupanqui] hizo juntar un innumerable ejército de todas las naciones sujetas a él, y salió del Cuzco a la conquista de los Andes, y llevó consigo por capitanes a Topa Yupanqui, su hermano, y a Otoronco Achache y a Pochalco Yupanqui. Entrando en los Andes fue prosiguiendo en su conquista y llegó hasta la otra parte de la cordillera, donde pasó infinitos trabajos, por ser tierra de montaña y los ríos por allí son muy crecidos y caudalosos, y así fue excesiva la dificultad para pasarlos, que en muchas partes se vio a punto de perderse. Tuvo grandes rencuentros y sucesos famosos en las batallas, donde mostró bien su valor e industria. Conquistó allá dentro, en los Andes, cuatro provincias llamadas o Patari Suyo, indios andes, y otra Manan Suyo, y otra Manari Suyo, y otra de Chunchos. Y pasó hasta los Chiponahuas y Mano Pampa, que es una gente que tienen las bocas negras y pintadas las caras como negros, todo hecho aposta. Y hubo alarma sorprendiendo en las batallas a los caciques destas provincias, llamados vinchin caina y catahuan cuyru. En una batalla muy reñida su hermano Tupa Yupanqui prendió por su mano a uno de los caciques, llamado Nutan Huari, de suerte que se extendió su fama y nombre por todas aquellas regiones, que aunque al presen//te no tenemos dellas entera noticia, bien se entiende y presume ser amplísimas y muy pobladas de diversas gentes, sino que la dificultad de pasar estas montañas y cordilleras, y aun haber pocos en este reino, que, sacados aparte los intereses de riqueza, traten de extender el nombre de Cristo y meter su estandarte entre estas bárbaras naciones. [Llegan noticias de la rebelión en el Collao.] // Esta nueva sintió con grande extremo Tupa Ynga Yupanqui, viendo que mediante este alzamiento se le cortaba el hilo de sus victorias y conquistas, y así acordó de venir a remediar lo del Callao. Dejando nombrado en los Andes por Gobernador a Otorongo Ochache, su hermano, y que con la gente que le señaló, que fue un buen ejército, prosiguiese en la conquista todo cuanto pudiese, y que acabada la guerra saliese y no entrase en el Cuzco con triunfo ninguno, sino le aguardase en Paucartambo y en Pilco, mientras él concluía lo del Collao, volviese, y entonces entrase con todo triunfando en el Cuzco. [Tupa Ingá reprime la rebelión de los Collas, va a Chile y vuelve al Cusco.]// …Llegando cerca del Cuzco envió a llamar a su hermano Otoronco Achache, que estaba aguardándole con los despojos de la conquista de los Andes y con el ejército que allá había dejado en Paucartambo, doce leguas del Cuzco. (Capítulos XXIV-XXV, pp. 87-91) B) …Pasó [Huayna Capac] adelante hacia los charcas y entonces quiso entrar a conquistar los mojos y cbiriguanaes, pero viendo que la gente de los chiriguanaes // era pobre y desnuda, sin habitación y casa cierta, y lo poco que aventuraba ganar sujetándolos, no hizo caso dellos, sino vínose a Cochabamba y allí conociendo la fertilidad y abundancia de la tierra, bastante para sustentar infinitos miliares de indios y siendo los naturales della pocos en número, hizo y mando que viniesen gran muchedumbre de mitimas de otras partes, los cuales se poblaron allí y hizo a Cochabamba cabeza de provincia… (Capítulo XXX, pp. 108-109) C)
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