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El poema de Gilgamesh, Resúmenes de Historia de Oriente Próximo

El poema comienza con la descripción de la ciudad de Uruk y con la presentación del personaje principal de la obra, Gilgamesh.

Tipo: Resúmenes

2017/2018

Subido el 31/01/2022

almaan23
almaan23 🇪🇸

4.5

(2)

10 documentos

Vista previa parcial del texto

¡Descarga El poema de Gilgamesh y más Resúmenes en PDF de Historia de Oriente Próximo solo en Docsity! El poema de Gilgamesh Rafael Jiménez Zamudio Álvaro Martínez Andrés – Grupo 110 En la primera tablilla, el poema comienza con la descripción de la ciudad de Uruk y con la presentación del personaje principal de la obra, Gilgamesh. Éste es un ser divino en dos tercios de su existencia, quedando el restante reservado para la condición humana. Era un monarca, cuya actuación dejaba mucho que desear, de hecho los ciudadanos de su territorio, se quejarán al padre de los dioses, Anu. El dios decide acudir a Aruru, creadora de Gilgamesh, para que engendre un doble del rey, que le pudiera hacer frente, para que de esta forma, el original entrase en razón y dejase a un lado su tiránico gobierno. Aruru hace caso de las indicaciones dadas por Anu, y amasa en arcilla un ser salvaje, de igual fuerza que Gilgamesh, al que bautizará como Enkidu. La misión de este primitivo hombre es acotar las provincias de Uruk, y proteger a los animales de los ataques de los cazadores. En un momento dado, Enkidu sufre un encontronazo con uno de estos tramperos, la noticia llega al rey que solicita la presencia de ese extraordinario ser en palacio. La misión de llevarlo ante el monarca fue encomendada a una hermosa hieródula, llamada Shamkhat. Al verla, Enkidu quedó prendado por su belleza, y comenzó a tomar conciencia de su naturaleza humana. Shamkhat le habló sobre la civilización, le contó cómo vivían las gentes en las ciudades, y le manifestó los deseos de Gilgamesh por conocerlo. Enkidu, tras haber pasado este tiempo con la hieródula, se sintió desplazado del ambiente animalesco en el que había vivido hasta ahora, y decidió viajar con ella para conocer a Gilgamesh. En la segunda tablilla se narra cómo Enkidu empieza a adaptarse a la civilización, gracias a la inestimable ayuda de Shamkhat. Una vez en Uruk, los dos protagonistas de la historia se conocen, y se produce una cruenta batalla entre ellos. El poema describe el enfrentamiento como un cataclismo, una lucha de grandes proporciones de la que Enkidu sale victorioso. Sin embargo, tras la tempestad llega la calma, y ambos contendientes se profesarán una sincera e inquebrantable amistad a partir de este acontecimiento. Incluso, el poema deja entrever que la relación sobrepasa el ámbito de la amistad, dando lugar a varios episodios de homosexualidad. Es tan fuerte el vínculo creado entre ambos, que Gilgamesh solicita a su madre, Ninsun, que acoja a Enkidu como si de su propio hijo se tratara. En la tercera tablilla se ve a un Enkidu totalmente civilizado, pero que sufre por la añoranza que siente hacia su anterior vida, echa de menos su estado primitivo, en el que tan feliz había sido. Gilgamesh trata de sacar a su amigo de esta fase melancólica y le habla de las múltiples aventuras que tiene planeadas para ambos, y hace especial hincapié en ir a combatir contra Humbaba. Este ser, es un viejo conocido de Enkidu, ya que ambos coincidieron en la estepa donde antes éste vivía. Gilgamesh, quería acabar con este gigante escupidor de fuego, porque vigilaba el frondoso Bosque de los Cedros, lugar donde vivían exclusivamente los dioses. La siguiente tablilla, la cuarta, nos muestra los sueños que tiene Enkidu, previos a la campaña en el Bosque. Estos episodios, serán interpretados por Gilgamesh como buenos augurios, aumentando aún más sus ansias por emprender tan arriesgada hazaña. El rey decide invocar al dios Shamash para solicitar su protección en el viaje, tras conseguirlo los dos amigos pondrán rumbo hacia el Bosque, donde se enfrentarán al gigante, recubierto siempre por flamígeras capas. En la quinta tablilla podemos leer las peripecias que van viviendo los dos amigos a lo largo del viaje, hasta que llegan a las puertas del Bosque. Allí se encuentran con Humbaba, el guardián, contra el que lucharán y al que Enkidu dará muerte. En cuanto el protector de la morada de los dioses muere, el Bosque se personifica y comienza a lamentar la muerte de su vigilante, en ese momento una espesa niebla cae sobre Gilgamesh y Enkidu, por lo que deciden ponerse a talar cedros del bosque. El más alto de todos lo cogerá Enkidu para tallar sobre el la puerta del templo de Enlil, situado en Nippur. Por su parte Gilgamesh cortará la cabeza de Humbaba y se la llevará de vuelta a Uruk. La sexta tablilla comienza con Gilgamesh bañándose en un lago, tras el baño se viste con sus atavíos reales. Esta escena es importante porque la diosa Ishtar observa atentamente cómo el monarca se asea, y queda prendida por su atractivo. Ishtar le propone al rey de Uruk su amor, explicándole las múltiples ventajas que le proporcionaría a Gilgamesh una relación con ella. El Poema de Gilgamesh puede ser el ejemplo literario más claro sobre la mentalidad sumerio-acadia. Uno de los temas principales es la relación entre civilización y barbarie, manifestado en la relación que se establece entre Gilgamesh y Enkidu. Este proceso de acercamiento, rebasa lo ficticio y se sitúa en el centro de un fenómeno típico mesopotámico; el contraste entre la estepa y la tierra de regadío. Esta realidad evidente, se manifestaba en la codicia de los pueblos nómadas que periódicamente invadían las ciudades de la llanura aluvial mesopotámica. Este proceso de relación entre ambos ámbitos está muy bien descrito en el Poema, porque el autor supo diseñar los dos principales personajes en función de los extremos socio- culturales que vivía Mesopotamia en sus dos primeros milenios de historia. En un lado tenemos a Gilgamesh, rey de Uruk, exponente de una espléndida civilización urbana. En el otro, a Enkidu, un ser rudo, bárbaro, que apenas deja entrever algunos rasgos humanos en su naturaleza animal. Podríamos decir que en Uruk, cuna de Gilgamesh, comenzó a brillar la luz de la civilización, por eso el autor de esta obra nos presenta la ciudad como un centro bullicioso y cotidiano, muy distinto al resto del mundo entonces conocido. El poeta nos guía a través de las anchas calzadas y grandes plazas de Uruk, también por sus palacios y templos, incluso nos habla de los huertos. En sus líneas, nos invita a ascender a lo más alto de sus murallas y de su torre escalonada, para que desde ese punto podamos presenciar desde el panorama urbano encerrado entre sus muros, hasta sus límites, los campos labrados y el río, el Éufrates. Fuera de las murallas se abre el ancho mundo ajeno, hostil, bárbaro e ignorado, en una sucesión caótica de desiertos y montañas, donde habitan monstruos y semidioses. Más allá, lindando con la ultratumba, el océano, también conocido como las Aguas de la Muerte. El texto entero gira en torno a la figura de Gilgamesh, personaje sumerio que vivió hacia el 2650 a.C. siendo el quinto rey de la ciudad de Uruk, como así puntualiza la Lista real sumeria. Lo que está claro es que el protagonista del poema es un personaje mítico, puesto que ha sufrido el tradicional proceso deformador producido por la acumulación de leyendas. El Poema de Gilgamesh constituye, por su cronología y por su contenido argumental, la primera de las grandes epopeyas de la historia de la literatura. Los personajes que aparecen en el poema se mueven en tres planos ambientales; el divino, el mítico y el humano. El factor común que los une a todos es el escenario donde se desarrolla la acción general, la tierra, concretamente, la rica llanura de Uruk, y la estepa que la rodeaba. En el poema encontramos varios personajes que desarrollan su acción en el plano divino; Anu, Aruru, Shamash e Ishtar. Éstos son los dioses y diosas pertenecientes a la mitología mesopotámica que aparecen en el texto. Pasamos al segundo plano, el mítico. El primero que destacamos es Gilgamesh, del que podríamos decir que es un héroe con una vida que expresa una idea determinada, es decir su proceso vital no es una combinación fortuita de hechos y experiencias maravillosas, sino una evolución que parte desde hechos puramente materiales y humanos, y llega hasta la espiritualización final. En segundo lugar tenemos a Utanapishtim, el personaje salvado del diluvio. Este individuo tiene su origen en un antiguo mito, el mismo del que posteriormente se nutrirá la Biblia para hablar de Noé, que quedó en la memoria colectiva de la humanidad y a su vez fue plasmado por escrito en sucesivas ocasiones. Humbaba, encargado de custodiar su sagrada morada, representa la figura simbólica y universal del dragón, un animal fantástico que aparece en la mayoría de los mitos y leyendas, y que cumple una función esencial en todos los relatos; la vigilancia. Gilgamesh y Enkidu acaban con el dragón, como luego harán Apolo, Perseo, San Jorge o San Miguel. El Toro Celeste es otro personaje cargado de simbolismo. El poema nos habla de un ser monstruoso, cuyos cuernos son capaces de almacenar 1500 litros de aceite. Este ser, puede representar a la muerte, puesto que fue creado única y exclusivamente para esa función, matar. En el plano humano tenemos que destacar a Shamkhat, la hieródula a la que Gilgamesh encomienda la misión de llevar a Enkidu desde su estado salvaje hacia el de la civilización. Enkidu, según narra el poema, vivía en un estado muy primitivo que apenas se diferenciaba del de los animales. Shamkhat le inicia en el uso del pan y de la bebida fermentada, dos actividades básicas en la civilización mesopotámica. Enkidu, para la mentalidad tradicional mesopotámica carecía de todo aquello que hacía de la vida humana, algo digno de ser vivido, porque no hacía uso del pan (hasta la llegada de Shamkhat) y desarrollaba su vida en completa desnudez. Otro aspecto interesante es la transformación psicológica de Enkidu, cuya vida se desarrolla en dos fases opuestas; la barbarie y la civilización. Aunque ha sido creado como un doble de Gilgamesh, y por tanto se sobreentiende su naturaleza humana, Enkidu es un ser irracional. Se nos presenta en el poema como el último residuo de un pasado tenebroso y remoto, donde los hombres pastaban, bebían agua de las charcas y caminaban a cuatro patas. Su relación con Shamkhat dará un vuelco a su vida, y le hará tomar conciencia de su condición humana. Este punto del texto es clave, porque comienzan a darse una serie de fenómenos que desembocan en la incorporación de Enkidu a la vida civilizada de Uruk. Pero igual que al principio del poema observamos la transformación de Enkidu, conforme el relato avanza, vemos como Gilgamesh realiza el camino a la inversa. A partir de la muerte de su amigo, el rey de Uruk comenzará a sentir un fuerte rechazo por su cultura y civilización, y tratará de buscar en el mundo de la naturaleza, la paz que ha perdido. Volviendo a Enkidu, percibimos como el contacto con Shamkhat le hace olvidar su origen, el lugar donde había nacido. Por supuesto, el cambio de vida se ve reflejado en su cuerpo, experimentando diversos cambios físicos. Podríamos decir que su pasado primitivo va desapareciendo y surgen en él nuevas características, entre ellas, el despertar de su inteligencia. Conforme pasaba el tiempo, y el proceso de civilización iba avanzando, Enkidu comenzaba a sentir cierta nostalgia hacia otro género de vida, más acorde a su nueva condición humana. Enkidu decide marchar a Uruk, donde se desarrolla la vida más digna que la mentalidad mesopotámica puede imaginar. Una vida civilizada basada en una economía agropecuaria y con un alto contenido social. Por tanto, el poeta deja entrever que Enkidu ha promocionado de una vida bárbara y primitiva, a una civilizada, ha dejado atrás su irracionalidad para dar paso a los elementos que el imaginario mesopotámico entiende que son acordes con su cultura; el pan, las vestimentas, la bebida fermentada, las relaciones sexuales, la convivencia en comunidad, los cultos religiosos y la aceptación de una orden social. Por último, me parece interesante cómo el poema aborda el tema de la inmortalidad, ya que según los planteamientos mesopotámicos, el hombre no podía alcanzar la inmortalidad, pero sí la gloria. El hombre debía tomar la escala humana como módulo orientativo, para relacionar sus posibilidades con hechos lógicos, para de esta manera
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