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EL TEATRO ESPAÑOL DEL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX, Apuntes de Música

Asignatura: Lengua castelllana y literatura, Profesor: Hitos Hurtado, Carrera: Musicología, Universidad: UCM

Tipo: Apuntes

2014/2015

Subido el 20/05/2015

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¡Descarga EL TEATRO ESPAÑOL DEL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX y más Apuntes en PDF de Música solo en Docsity! EL TEATRO ESPAÑOL DEL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX. Cuando se inicia el siglo XX, la escena española está dominada por el drama de Echegaray, grandilocuente y exagerado, mientras ignora las tendencias renovadoras que se producen en otros géneros literarios (Modernismo, Vanguardias...). Se producen tímidos intentos de renovación a finales del siglo XIX, pero sin éxito de público, es decir, sin perspectivas de marcar un rumbo para los dramaturgos posteriores. Algunos de estos intentos: Pérez Galdós: Realidad (1892), Joaquín Dicenta: Juan José (1895) y Jacinto Benavente: El nido ajeno (1894). Con este panorama, podemos hablar de dos grandes bloques: el teatro comercial, llamado también por algunos “teatro conservador” y el teatro intelectual o teatro innovador. El teatro comercial está dominado por el poder de grandes empresarios y compañías que funcionan de acuerdo con los gustos del público (unas veces burgués, otras popular) que paga su entrada. Pero no todo el teatro comercial es homogéneo. Conviene distinguir matices en la producción de los distintos autores: a) Por una parte está el teatro más conservador en el que perviven obras del mismo Echegaray. b) Apartado propio tiene Jacinto Benavente (1866-1975) quien dio a la comedia de salón o alta comedia un lugar primordial entre las piezas dramáticas. Sus obras se caracterizan por la ausencia de conflictos profundos y por la estructura sólida. En algunas ocasiones se le ha comparado con dramaturgos europeos como Ibsen o Chejov, aunque reconociendo que sus obras (las de Benavente) carecen de la profundidad de las de estos escritores. Jacinto Benavente escribe tres tipos de obras: • Alta comedia burguesa. Los protagonistas son personajes contemporáneos burgueses que plantean situaciones cotidianas y en las que la resolución siempre es conservadora: Rosas de otoño. • Dramas rurales. Se desarrollan en el campo y los conflictos suelen tener que ver con las pasiones descontroladas. Muy exageradas en el lenguaje y en los personajes: La malquerida. • Teatro simbólico. Es el que mejor ha resistido el paso del tiempo al tratar conflictos generales: Los intereses creados. Esta obra enlaza con la comedia del arte italiana. c) Un lugar importante en el teatro comercial de estos primeros años del siglo lo ocupa el teatro poético, teatro que tendrá prolongación en la posguerra en autores como José Mª Pemán. En la época que estudiamos, este teatro se puede considerar herencia del Modernismo de principios de siglo. Por una parte estarían los Hermanos Machado que realizan una labor de traducción y también de creación original. Más éxito tuvo Eduardo Marquina (1879-1946) con un teatro que daba la espalda a los problemas contemporáneos para inspirarse en el pasado heroico de España. Formalmente son obras más cercanas al drama romántico que a su época: En Flandes se ha puesto el sol (1911) d) El teatro popular o teatro cómico se caracteriza por tener mucho público de capas sociales más bajas, aunque triunfa también entre la burguesía. Se podría decir que es la herencia del teatro popular que discurre a través del paso, el sainete y el entremés. Generalmente son obras cortas que presentan conflictos muy elementales, con pocos personajes y lenguaje muy desenfadado y coloquial. Reproducen los rasgos de la lengua local. Por una parte están los Hermanos Álvarez Quintero, andaluces. Escribieron más de doscientas piezas de géneros menores dramáticos: sainetes, zarzuelas, operetas, etc.: Sangre gorda (1909). Por otra parte, en Madrid está Carlos Arniches (1866-1943) de quien se dice que no imitó la lengua de los madrileños sino que creó lo que se ha considerado la forma chulesca de hablar. Creador de sainetes con una cierta moraleja conservadora, pero también autor de algunas piezas largas entre las que destaca La señorita de Trevelez (1926) por su profundidad y por la visión crítica que da de la sociedad de su tiempo. En cuanto al teatro intelectual o innovador, los autores que se plantearon ir “más allá” de la comedia de salón que se estaba representando en los teatros son muchos, pero todos tienen en común que no triunfan como autores dramáticos. Dos son las razones de este fracaso: a) La preocupación por hacer algo diferente les lleva a escribir un teatro irrepresentable. Apreciado por los lectores, eso sí, pero no por los empresarios que debían financiar los montajes. b) El público al que interesaban estas piezas era minoritario ya que en muchos casos exigían del espectador una formación y una capacidad de concentración digna de estudios profundos. Podemos hablar de distintos intentos renovadores: El teatro de la generación de 1898 que va desde la preocupación por el paso del tiempo de Azorín, plasmado en obras como La arañita en el espejo, hasta las obras de Unamuno, más representadas, en las que se aplica la estética de la desnudez: pocos personajes, ausencia de pasiones, racionalización...: Fedra (1910) Ramón Mª del Valle- Inclán (1866-1936) es el ejemplo perfecto de autor que se consideraba no representable. Podemos distinguir en su teatro cuatro estilos: )a El teatro modernista: Voces de gesta (1911). Teatro en verso localizado en la Edad Media en el que se defienden valores arcaicos cercanos al carlismo. )b Teatro mítico caracterizado por personajes que representan pasiones brutales y que son protagonistas de un mundo que se derrumba, el de la sociedad feudal: Comedias bárbaras: Romance de lobos (1907) Águila de blasón (1907) y Cara de plata (1923). )c Las farsas en las que caricaturiza a todo lo que tenga que ver con el poder: monarquía, ejército, Iglesia, política... La marquesa Rosalinda (1912), Farsa y licencia de la reina castiza (1920) )d Los esperpentos son las piezas que mejor definen el estilo de Valle- Inclán. Él mismo explicó en Luces de bohemia (1920) en qué consiste este estilo: se trata de buscar, mediante la deformación, la verdadera esencia del ser humano que Valle-Inclán considera decadente y perversa. Es una visión pesimista de la existencia que rompe definitivamente con el teatro burgués. En cuanto al estilo, exige una formación por parte del lector-espectador porque Valle no renuncia a construir sus obras con un lenguaje simbólico, preciso, lleno de imágenes sugerentes. Este mismo estilo se reproduce en las acotaciones.
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