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Ensayo vida y muerte, Resúmenes de Humanidades y Ciencias Sociales

Nunca fui para ti cuando tú te fuiste yo desaparecí

Tipo: Resúmenes

2022/2023

Subido el 18/11/2023

juan-alberto-sillas-romero
juan-alberto-sillas-romero 🇲🇽

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¡Descarga Ensayo vida y muerte y más Resúmenes en PDF de Humanidades y Ciencias Sociales solo en Docsity! 1 TEATRO BREVE DEL SIGLO DE ORO El SUEÑO DEL PERRO Luis Quiñones de Benavente Versión de ERNESTO DE DIEGO PERSONAJES JULIO SANCHA MARICANDIL PEDRO ALONSO JUANA UN HOMBRE. ENTRA JULIO. JULIO. ¡Doña Sancha, doña Sancha! ¿Dónde está la mi amada? SANCHA. ¡Silencio!, que soy casada. JULIO. ¿Que casada es usted? SANCHA. Si no lo fuera, ¿qué me faltara a mí? JULIO. 2 Si tal supiera no entrara sin haberme prevenido; mas si al punto me voy, poco hay perdido. SANCHA. ¡Tenle, Maricandil, que trae cadena! MARICANDIL. Aguarde, señor don Julio. Sancha amiga, ya está acá: si viniere tu marido haz aquello que sabes. SANCHA. ¿Y es esa cosa en que puedo de todos confiarme? MARICANDIL. Amiga, el señor Julio es caballero, y si da palabra de callarlo antes sabrá morir que confesarlo; yo voy mientras habláis a la ventana, a estar de centinela. JULIO. ¡Candil mía!, No eres ya mi candil, sino mi día. MARICANDIL. Para que yo por ti, Julio, interceda, basta que tengas nombre de moneda. JULIO. Agora dime, Sancha de mis ojos qué has de hacer si viene tu marido, porque es bien que me coja apercibido. SANCHA. No me atrevo a fiar cosa tan grave... JULIO. No me conoces bien, ¡desconfianza del secreto! Aunque importe un mundo entero, te empeño yo la fe de caballero. SANCHA. ¡Ay, que propio! JULIO. ¿Qué es propio? SANCHA. Sólo tienen ya la fe que empeñar los caballeros; más usan tanto no desempeñalla, que una blanca sobre ella no se halla. 5 SANCHA. Entrósenos aquí y andaba suelto; y así, porque al abrirte no se fuera, me detuve en cogerlo antes que abriera. PEDRO ALONSO ¡Por Dios que es lindo el perro! Y es muy braco. SANCHA. Guarda que muerde. PEDRO ALONSO. ¿A tu señor, bellaco? SANCHA. Debe ser muy amigo de mujeres. JULIO. No morderé otra vez. SANCHA. ¡Cómo se queja! PEDRO ALONSO. ¡Qué lindas lanas tiene! Más, ¿no hallaste otra soga peor que la cadena? SANCHA. Estaba a mano y yo deprisa... PEDRO ALONSO. ¡Bueno! ¿A un perro que es arisco y es ajeno? ¿Quieres que se te vaya, y de ese modo perder el perro y la cadena y todo? SANCHA. No hará. PEDRO ALONSO. ¿No hará? ¡Qué boba, que pandera! Y en yéndose dirá: ¡Quién tal creyera! Atado puede estar con esta banda, mientras voy a comprar una de hierro. SANCHA. Como quieras. PEDRO ALONSO. No es muy bobo el perro. SALE. JULIO. ¡El engaño ha sido cierto! SANCHA. 6 Maricandil, ve a ver si se ha ido. MARICANDIL. Estate tranquila que ha salido; y devuelve a don Julio condición. SANCHA. “Cómo deshace el sol la niebla oscura, deshaga Rincantón esta figura” JULIO. ¿Hay más que hacer? SANCHA. No más. JULIO. Jurarte puedo que voy loco de alegría. SANCHA. Yo lo creo. JULIO. (Voite al momento a ver, dueña querida, pues con esto no temo a tu marido.) Con Dios, señoras. SALE. MARICANDIL. ¡Ya se fue. Lindamente la ha tragado! SANCHA. Nunca Julio se vio tan agostado. PEDRO ALONSO. ENTRA. ¿Fuese? SANCHA. Sí, y no del todo descontento. PEDRO ALONSO. Tampoco yo lo quedo con la presa. SANCHA. ¿Que tal? PEDRO ALONSO. Ciento cincuenta escudos pesa. MARICANDIL. Hijos, no está hecho todo con ganallo. La gala del ganar es conservallo. 7 SANCHA. Bien dice. MARICANDIL. Puesto que es Madrid tan grande, mudar nombres y barrio, Sancha mía, será como pasarnos a Turquía. PEDRO ALONSO. Eso ha de ser. MARICANDIL. Pues a la madrugada daremos lo que llaman cantonada. SALEN LOS TRES. JUANA. ENTRA. No sé si atreverme; amor es ciego y ya no puedo resistir su fuego. Las palabras no olvidaría. Las sé yo como el Ave María. ¿Julio? JULIO. ENTRA. ¿Mi bien? JUANA. ¡Julio querido! JULIO. Luego que vi salir a tu marido gocé de la ocasión; demás que vengo Juana, en aquel hechizo confiado. JUANA. ¿Es cierto? JULIO. ¡Como cierto helo probado! ¿Tomaste las palabras de memoria? JUANA. Cómo a la que v tanto en la historia. HOMBRE. FUERA. ¡Abran aquí! ¡Abran presto! JUANA. ¡Mi marido! HOMBRE. FUERA. Abran aquí. ¿Qué es esto? JUANA. Yo recelo que le vio entrar. 10 TORUVIO Si, después dirá tu madre ques el alba. ÁGUEDA Corre, mochacha, adrézale un par de huevos para que cene tu padre, y hazle luego la cama. Seguro, marido, que no os habéis acordado de plantar aquel renuevo de aceitunas que rogué que plantásedes. TORUVIO ¿Pues en qué me he detenido sino en plantalle como me rogaste? ÁGUEDA ¿Seguro? ¿Y donde lo plantaste? TORUVIO Allí junto a la higuera breval, adonde, si se os acuerda, os di un beso. MENCIGUELA Padre, bien puede entrar a cenar, que ya está adrezado todo. ÁGUEDA Marido, ¿no sabéis lo que he pensado? Que aquel renuevo de aceitunas que plantastes hoy, de aquí a seis o siete años llevará cuatro o cinco fanegas de aceitunas, y que poniendo muchas más plantas, de aquí a veinticinco o treinta años, ternéis un olivar hecho y derecho. TORUVIO Eso es la verdad mujer, que no puede dejar de ser lindo. ÁGUEDA Mirad marido: ¿sabéis lo que he pensado? Que yo cogeré la aceituna, vos la acarreareis con el asnillo, y Menciguela la venderá en la plaza. Y mira mochacha, que te mando que no la vendas a menos el celemín de a dos reales castellanos. TORUVIO ¿Cómo a dos reales castellanos? ¿No ves ques cargo de conciencia y podemos pagar ante la justicia? Basta pedir catorce o quince dineros. ÁGUEDA Callad marido, ques el veduño de la casta de los de Córdoba. TORUVIO Pues aunque sea de la casta de los de Córdoba, basta pedir lo que tengo dicho. 11 ÁGUEDA No me quebréis la cabeza. Mira mochacha que te mando que las des a menos de a dos reales castellanos. TORUVIO ¿Cómo a dos reales castellanos? Ven acá mochacha: ¿a cómo has de pedir? MENCIGUELA A como vos quisiéredes padre. TORUVIO A catorce o quince dineros. MENCIGUELA Así lo haré, padre. ÁGUEDA ¿Cómo “así lo haré, padre”? Ven aquí, mochacha: ¿a cómo has de pedir? MENCIGUELA A como mandárades, madre. ÁGUEDA A dos reales castellanos. TORUVIO ¿Cómo a dos reales castellanos? Yos prometo que si no hacéis lo que os mando, que os tengo de dar más de doscientos correonazos. ¿A como has de pedir? MENCIGUELA A como decís vos, padre. TORUVIO A catorce o quince dineros. MENCIGUELA Así lo haré, padre. ÁGUEDA ¿Cómo “así lo haré, padre”? Toma, toma y toma y haced lo que yos mando. TORUVIO Deja la mochacha. 12 MENCIGUELA ¡Ay, que me matan! ALOXA ¿Ques esto, vecinos? ¿Por qué maltratáis ansí a la mochacha? ÁGUEDA ¡Ay, señor! Este hombre que quiere echar a perder mi casa, dando las cosas a menor precio; ¡unas aceitunas que son como nueces! TORUVIO Yo juro a los huesos de mi linaje que no son aún ni como piñones. ÁGUEDA Si son. TORUVIO No son. ALOXA Señora vecina, entráos allá dentro, que yo lo averiguaré todo. ÁGUEDA Averigüe vecino, o póngase todo del quebranto. ALOXA ¿Dónde están las aceitunas? Sacaldas acá fuera, que yo las compraré, sean las que sean. TORUVIO Que no es de la manera que usted se piensa; que no están aquí las aceitunas, sino en el campo. ALOXA Pues traedlas aquí, que yo las compraré todas al precio que justo fuere. MENCIGUELA A dos reales quiere mi madre que venda el celemín. ALOXA Eso es muy caro. TORUVIO ¿No le parece a vuestra merced? 15 GALÁN. Mete mano, o por vida... PÍCARO. Ya la tengo metida. GALÁN. Desnuda la espada. PÍCARO. A las doncellas no las desnuda nadie sino ellas. GALÁN. Desabrígala, digo. PÍCARO. ¿Qué más desabrigada que conmigo? GALÁN. La hija de esa vieja, esa barbera, es la que quiero yo. PÍCARO. Y la que a mí me quiera. GALÁN. ¡Matarete! PÍCARO. Con menos baraúnda, que la que yo quiero es hija segunda. GALAN. ¿Qué segunda, si más de una no tiene? PÍCARO. ¡Oh! ¡Qué tonto viene! ¿A quien quiere? GALÁN. A su hija, que es mi diosa. PÍCARO. Yo a su bolsa, que es mucho más hermosa. GALÁN. Es como un ángel esta que yo adoro. PÍCARO. Vive Dios, que es estotra como un oro. GALÁN. Esta no habla con persona alguna. 16 PÍCARO. Estotra, triste, no ve ni sol, ni luna. GALÁN. Encerrada la deja mi enemiga. PÍCARO. Pues a ésta la trae siempre consigo. GALÁN. ¡Yo imagino sacalla! PÍCARO. Yo, queriéndola bien, pienso arañalla. GALÁN. ¿De qué manera? PÍCARO. Venga, no se aflija; que la vieja perderá bolsa e hija. GALÁN. Vamos. ¡Ay, doña Inés, nada te asombre! PÍCARO. ¡Ay doña Orosia, quien te hurtara el nombre. SALEN GALÁN Y SOLDADO. ENTRAN LA VIEJA Y LA HIJA. VIEJA. Hija mía, las doncellas, quebrada la pierna en casa. HIJA. Eso es lo que yo no haré, aunque me quiebren entrambas. VIEJA. Echáreos mi maldición. HIJA. ¡Soltárela yo! VIEJA. Picaña, no os lograréis. HIJA. Si no salgo, ¿qué diablo mas mal lograda? VIEJA. Es un caballo sin rienda la mocedad. HIJA. 17 Y las canas, una rienda sin caballo. VIEJA. No habéis de estar más en casa. HIJA. Sobre esto es el pleito. VIEJA. Raída, esperad. HIJA. ¡Miren que natas me daba, para esperar! VIEJA. La paciencia se me acaba. HIJA. Guardárala, pues en vida de mi padre tuvo tanta. VIEJA. ¿Qué decís de mi paciencia? HIJA. Señora, que quien guarda, halla. VIEJA. ¡Vive Cristo! HIJA. ¡Ay, que confiesa mi madre! VIEJA. ¿Yo, descarada? HIJA. ¿No dice que vive Cristo, y ahora h un año lo negaba? VIEJA. ¡Calla, que me desbautizas! HIJA. ¿Yo, señora? Usted lo estaba; no me eche la culpa a mí. ENTRAN EL PÍCARO Y EL GALÁN, HACIENDO ESTE MUCHAS CORTESÍAS. GALÁN. Paz sea en aquesta casa. PÍCARO. ¿Qué es paz?... y todas las paces 20 PÍCARO. Es igual. Diré con garra. “En el riñón de la corte, que no en el hígado o bazo, a la boca de un tintillo que los ojos pone blancos, estaba la bien guardada vinosamente llorando soga a soga, que hilo a hilo fuera un jarifo llanto. Con la hermana entretenida, a su madre estaba dando quien a una dorada ninfa ha de sacar de un encanto con cinco soldados, como los dedicos de la mano; a ti te lo digo hijuela, entiéndelo tu morlaco. Gatos hay que sin favor alcanzan con un araño de la más honda despensa el más costoso bocado. Gozques hay que a perros viejos, aunque estén más en el caso, le hacen soltar la presa, y ellos se quedan aullando; a ti te lo digo hijuela, entiéndelo tu, morlaco. ENTRA LA HIJA CON EL VINO. VIEJA. Señores, yo me estuviera oyendo recitar un año. HIJA. El vino. PÍCARO. La voz del ángel. HIJA. Pues a fe que es de lo caro. PÍCARO. Eche, que mientras trabaja e quiero contar un caso que me sucedió en un cerco. LA VIEJA ECHA VINO EN LA BACÍA. VIEJA. ¡Oh! Cómome yo las manos por un cuento. Oye, galán, eche por esotro lado, aunque rodee un poquito, que hay por ahí malos pasos. 21 MIENTRAS VA A APARTARLOS, EL PÍCARO SE BEBE EL VINO. GALÁN. Perdone usted. VIEJA. ¿Y el vino? PÍCARO. ¿Soy yo su padre o su hermano que me pregunta por él? Eche usted otro trago que todo entrará en la paga. VIEJA. Algo vio y vertiolo de asco. Echémosle otro más limpio. ¿Qué es esto? GALÁN. Estoila mirando las rayas. VIEJA. Pues no las mire. HIJA. Sí, señora, que es matemático. VIEJA. Más temática soy yo. Apartaos. Usted perdone el espacio. Y ahora, ¿qué se hizo del vino? PÍCARO. Debe de estar horadado el suelo de la bacía. VIEJA. ¡Qué bacía ni que horado! PÍCARO. Todo ha de entrar en la paga: vuelque usted el jarro. VIEJA. Vuélcole, y mientras le afeito, el cuento vaya. PÍCARO. De grado. En la torre de Babel, junto a Medina del Campo, 22 a una dama hermosa y rica en el pozo Airón la echaron. Nunca más salió a ver la luz; y lastimados del caso, pretendieron cierto día sacarla cinco soldados. Entraron dos a por ella; más estaba tan abajo, que alcanzarla no pudieron. Pero los tres que quedaron... LA VIEJA SIENTE QUE LA ESTAN HURGANDO EN LOS FALDONES. ¡Qué bien hecho está el faldón! A fe que era oficialazo quien lo hizo. VIEJA. Es lindo sastre, pero siga usted contando que es gustoso el cuento. PÍCARO. Digo que los dos, desesperados, metieron los tres de ayuda. METE MANO Y SACA LA BOLSA. VIEJA. ¿Sacáronla? PÍCARO. La sacaron. VIEJA. ¡Vive Cristo que me huelgo! PÍCARO. Yo y todo con ser un asno. SE BEBE TODO EL VINO, SE PONE LA BACÍA EN LA CABEZA Y FÍNGESE BORRACHO. VIEJA. ¿Qué hace? PÍCARO. Bebo para el susto desta dama que he sacado. -Mientes, que yo la saqué.- No, sino yo, y van dos cuartos. -Señores, con menos brega, que parecemos borrachos. -Pues ¿para eso me empujas, hijo de un grande bellaco? Si no viera que eras clérigo te diera treinta mil palos. 25 LA GENEROSA PALIZA de Lope de Rueda. Versión de Ernesto de Diego PERSONAJES DALAGÓN PANCORVO PERIQUILLA TOMASA GUILLERMILLO DALAGÓN ¡Que sea verdad esto, ribaldo tacaño! 26 PANCORVO Sí. Si pienso que será, pues vuestra merced lo dice. DALAGÓN En fin, que verdad es. PANCORVO ¿Lo qué, señor? DALAGÓN ¿Lo qué diz qué? Comerte la libra de los turrones de Alicante, que estaban encima del escritorio. PANCORVO Eso, no. DALAGÓN En fin, ¿que miento? PANCORVO Yo no digo que miente, sino que no es verdad. DALAGÓN ¿Que no? Espera un poco. PANCORVO ¡Ah!, paso, señor; que yo le diré quién se los ha comido. DALAGÓN Veamos quien; acabemos. PANCORVO Vuestra merced ha de saber que yo no; que yo... que... ¿Cómo se llama? ¿Como se dice? Desvíese un poco de la puerta, porque no nos oiga nadie, que Periquilla los ha traspuesto. DALAGÓN ¿Seguro de lo que dices? PANCORVO Sin falta; porque yo se ques gran comedora de turrones. Mochacha que se los come sin pan delo a la gracia de Dios. DALAGÓN ¡Periquilla! PERIQUILLA ¿Quien llama? PANCORVO Salí acá, Periquilla; el señor es, que os quiere hablar en secreto. 27 PERIQUILLA ¿Qué manda? DALAGÓN ¿Qué mando? ¡Tomos, doña bellaca, golosa! PERIQUILLA Señor, ¿por qué me da? PANCORVO Lleváos eso entretanto que lo sepáis. PERIQUILLA ¡Válame Dios, señor! ¿No sabremos por qué me dio? DALAGÓN Porque os comisteis... PANCORVO Si, por eso, porque os engolisteis... DALAGÓN ¡Calla tu! Porque os comisteis una libra de los turrones de Alicante que estaban encima del escritorio. PERIQUILLA ¿Yo? ¿Quien lo dice? DALAGÓN Este. PERIQUILLA ¿Tu lo dices? PANCORVO Yo lo dije; pero no creo que sea Periquilla señor, porque es honrada moza y no tiene menos que valer. Errado me, pecador de mí, que por decir... Tomasilla dije Periquilla. PERIQUILLA En fin, que tu yerro había de caer sobre mis espaldas. PANCORVO Calla hermanica, ten paciencia, que algún día pagaré quizá por ti. DALAGÓN Anda, pues, llama a la Tomasilla. PANCORVO ¡Tomasilla! TOMASA (DENTRO) 30 Ya salgo. ¿Qué quiere, señor? DALAGÓN Lo que quiero es esto: ¡toma, don rapaz! GUILLERMILLO ¡Ay, ay, señor, por amor de Dios! PANCORVO Dele señor, no pare, pues por amor de Dios le pide. TOMASILLA Siga señor, que agora pagarás los turrones y el salchichón de una vez. GUILLERMILLO ¡Pecador de mi! Señor, ¿a qué fin me dio? DALAGÓN ¿A qué fin, cara sin vergüenza? PANCORVO Bien lo sabéis, vergüenza sin cara. TOMASILLA Morrazo, el señor os lo dirá. GUILLERMILLO ¿Qué cosa? DALAGÓN ¿Qué cosa? Dime, desvergonzado: los turrones que estaban encima del escritorio, ¿ques dellos? GUILLERMILLO ¿Los turrones? Señor, ¿no me pidió que se los diese y los encerró de su propia mano dentro del escritorio? DALAGÓN ¡Por vida mía que dice verdad! ¿Habéis visto que gran descuido ha sido el mío? GUILLERMILLO ¿Y paréscele bien haberme dado sin culpa? PANCORVO ¿Y a mi molerme aquestas espaldas, que no parescía sino molino batán, según descargaba? PERIQUILLA Y mi... leches. TOMASILLA ¿Y que os parescen a vos éstas haciendas? 31 DALAGÓN ¿Que qué me parescen?... Por que no estéis quejosos de mi, que se partan esos turrones en cuatro partes, y en pago de la disciplina se lleve cada uno su pedazo. PANCORVO Eso es, señor; en cuanto a su propuésito, aguarde un tantico. A consulta. Tu, Perica, ¿quies turrones? PERIQUILLA Yo, ni aún vellos. PANCORVO ¿Y tu, Guillermillo? GUILLERMILLO Yo, ni gustallos. PANCORVO ¿Y tu, Tomasa? TOMASILLA Yo, de vista perdellos. PANCORVO ¿Queréis que nos esquitemos todos de la paliza? TODOS ¡¡Si!! PANCORVO Pues aguardad. Mosamo, oiga si manda. DALAGÓN ¿Qué quieres? PANCORVO Allegue a conversación, que yastamos concordados. DALAGÓN ¿Y es? TOMASILLA Señor, esta es la concordanza: kirieleisón, kirieleisones, ¿queréis probar vos los turrones? DALAGÓN ¡Paso, paso! PANCORVO ¿Pasáis? Pues yo envido. 32 TOMASILLA ¡Y yo lo que falta! PERIQUILLA ¡Y yo lo que puedo! GUILLERMILLO ¡Y yo lo que alcanzo!
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