¡Descarga Guía 4ta Sesión Consejo Técnico Escolar y Taller Formación Docentes y más Transcripciones en PDF de Filosofía solo en Docsity! Orientaciones para la Cuarta Sesión Ordinaria del Consejo Técnico Escolar y el Taller Intensivo de Formación Continua para Docentes 26 de enero de 2024 Ciclo Escolar 2023-2024 Es necesario sumar saberes Fals Borda, O. (2005). Es necesario sumar saberes. Entre Maestros. Revista Para Maestros de Educación Básica, 5 (12), 92-99. Universidad Pedagógica Nacional. https://editorial.upnvirtual.edu.mx/index.php/revistas/entre-maestr-s
han sido marginados, siendo que
tienen tanto o más inteligencia
que aquellas élites que segura-
mente han venido desperdiciando
sus vidas en aquello que hubiera
podido ser mejor.
Esta nueva visión-misión ten-
dría que llevar a huir de esas to-
rres de marfil académicas donde
sus habitantes no experimentan
sino procesos de autoobjetividad,
de mutua alabanza o falsación de
procesos autopoiéticos como diría
Maturana, que no tienen sentido
en el mundo actual. Y, si es así, y
se derruyen esas torres de marfil,
tan falsas en cuanto al conocimien-
to mismo, tendría que cambiar
también el lenguaje de la escuela
y el lenguaje de la universidad,
para que lo que se reflexione y se
discuta no sea del exclusivo mono-
polio de esos grupos privilegiados,
y se termine la jerga usual de las
profesiones, haciendo que estas se
hagan accesibles a los públicos en
general y que cualquier persona,
aunque no sea doctor o profesor,
entienda, y participe y sea feliz con
lo que participa.
Porque no es posible que el
conocimiento sea sólo considerado
formalmente con base en un diplo-
ma o en una tesis, sino también en
la experiencia vital y en la vivencia
de cada cual. Reflexionar para
entenderse y no para autorrepli-
carse, la obligación de compartir
lo que uno ha aprendido y lo que
uno ha descubierto, y no como en
siglos pasados en Europa donde
los científicos tendían a esconder
lo aprendido para que otro colega
«no le robara su descubrimiento».
Compartir el conocimiento ten-
dría que ser una de esas grandes
expresiones de la nueva escuela,
e internamente tendríamos que
pensar en otra estructura de las
escuelas. Y si empezamos con la
universidad estancada, no pode-
mos seguir imaginándola con la
actual estructura departamentali-
zada o con facultades disciplinares.
Éstas no son sino réplicas, muchas
veces mal hechas, de las fórmulas
de Guillermo de Humboldt, que
existían en Alemania desde co-
mienzos del siglo XIX, cuando se
sentían ciertas tendencias a la es-
pecialización o a los enfoques
especiales en las disciplinas. Fue
un paso adelante, y así lo acepto;
pero hoy, cuando los problemas
que experimentamos desbordan
por regla general lo específico de
cada disciplina, cuando se nece-
sita asumir visiones de conjunto
u holísticas de tales problemas,
persistir en una división a ultranza
del trabajo por disciplinas es un
error,
Por eso, reinventar la universi
dad o reinventar la escuela con base
en proyectos conjuntos relacio-
nados con problemas específicos
de la sociedad es un deber. ¿Por
qué no se ha hecho? Parece haber
ciertos procesos en que el holismo
o las visiones de conjunto son im-
portantes y además, que están de
moda con las nuevas tendencias
de la globalización. ¿Por qué no se
han adoptado? Me imagino que
porque alrededor de cada depar-
tamento y de cada disciplina o de
cada facultad se ha constituido un
interés creado de los profesores
respectivos, de los maestros.
Para ellos parecería más impor-
tante defender su puesto que cam-
biar el contexto, siendo que esto
último es indispensable. El enfoque
hacia los problemas y las visiones
de conjunto obligan a reinventar la
escuela, y a terminar esa tendencia
de explotar la búsqueda del cono-
cimiento que nuestra gente tiene,
para acumular capital.
Ya dijimos que en una escuela
o en una universidad, lo que hay
que acumular es conocimiento,
no dinero, acumular buena vo-
luntad, acumular una filosofía de
vida colectiva que ayude a resolver
tantos problemas que tenemos. Esa
es la primera premisa que quiero
desarrollar, con la necesidad de la
contextualización y de la búsqueda
de la autonomía, de la invención
con base en nuestras realidades.
Eso es fácil de entender si se
estudia la historia de las ciencias.
Enfoquémonos desde el punto de
vista de cómo surgen los paradig-
mas dominantes. Por ejemplo, es-
toy casi seguro de que este tipo de
tensión en las escuelas de su época
motivó la revolución educativa
en los tiempos de Descartes, en
el siglo XVIL Allá había también
una rebelión contra las formas y
el sentido de las escuelas como ve-
nían, de las escuelas escolásticas, las
escuelas monásticas y de tenden-
cias elitistas de las universidades
que se habían fundado en el siglo
XI en Salerno, luego en Bolonia,
Salamanca, Upsala, donde había
que hablar en latín. La transmisión
del conocimiento que habían he-
redado los monjes en el Medioevo
se retoma por este tipo de unidad,
llevando a la repetición y a la au-
toridad, hasta cuando Descartes
protesta: ¡Quiero que me entiendan
en mi lengua y no en latín! ¡Vaya
qué rebelión! Quería escribir su
Tratado sobre el Método en francés.
Pero eso le valió que lo expulsaran
de la Universidad de Leiden. Por
supuesto, los intereses creados
alrededor del latín empezaron a
defenderse y hasta añadieron mo-
tivos religiosos.
Ese primer Descartes cumple
una función transformadora de
reinvención de las instituciones
educativas de su época, inspirado
en el impulso cientifista que venía
con Newton, Galileo, Leibnitz.
Entonces, ocurre lo impensable:
lo que Descartes enseñaba como
rebelión lo retoman sus seguidores
como tradición. Aquello que hu-
biera sido un reto permanente para
las sociedades europeas, mantener
unas escuelas vivas y sintonizadas
con la gente, pasa a ser la base de
un paradigma pasivo, donde el
dualismo es la regla y la autoridad
dice la palabra final. Otra vez hay
una reedición de las tradiciones
medievales a otro nivel, el para-
digma cartesiano, que indudable-
mente tuvo efectos muy grandes
en el desarrollo científico; fue con-
virtiéndose en un interés creado,
y con el paso de los tiempos hasta
hoy sigue siendo un paradigma
dominante en las ciencias sociales,
económicas, naturales y físicas.
El establecimiento de aquellas
instituciones refleja este paradigma
dominante, Pero uno diría que al
positivismo también le llegó su
hora. No provino de la protesta de
grupos como el nuestro, a través
de un movimiento sentimental o
deseoso de un cambio de entidad
para las escuelas. El cambio pro-
vino del reto de otra élite: la de
los físicos. Hacia 1920 aparece la
rebelión de los físicos cuánticos,
con dos principios, que a partir
de ese momento, transforman el
saber y el sentir de las ciencias
en general: uno, el principio an-
trópico de Niels Bóhr, el físico
danés que hizo ver que aún en las
disciplinas de la física, el obser-
vador humano era importante,
especialmente al examinar y medir
las dimensiones y movimiento
de las partículas últimas de la
materia. Ahí estaba el problema:
¿las partículas son partículas o
son ondas? El observador debía
decidir, de allí el “principio antró-
pico”. El otro, gran principio es el
Es necesario sumar saberes
Hacia 1920 aparece
la rebelión de los
¡cos cuánticos, con
dos principios, que a
partir de ese momento,
transforman el saber y el
sentir de las ciencias en
general
entre maesti
“Tenemos que
acercarnos a las
ciencias sociales y
aprender de ellas,
porque son antrópicas
e indeterminadas,
igualmente”
de la indeterminación de Werner
Heisenberg, quien sostuvo que Y
realidad no puede asirse midiendo
o contando, sino juzgando y por eso
la determinación de la naturaleza
de esas partículas, es imposible”
¿Contra quiénes se rebelaron es-
tos dos físicos europeos?, contra
los intereses creados de la Física
en las universidades rutinarias.
Aunque no echaron a Bóbr de la
Universidad de Dinamarca ni a
Heinserbeg de la de Alemania, el
que defendió los intereses creados
fue Einstein al no poder admitir
esos dos principios. Lo confesó
con una frase muy interesante:
“Dios no juega a los dados”. Pero
aquellos demostraron que sí, que
Dios era tan poderoso que hasta
con los dados podía jugar. A partir
de allí, la Física se transformó y
con ella todas aquellas ciencias
como la mía, las sociales, empeza-
ron a recibir el impacto de la nueva
visión científica con un nuevo
paradigma. Hasta ese momento las
ciencias sociales y las ciencias na-
turales iban cada cual por su lado.
En las sociales tuvimos la orden
de nuestros profesores de imitar a
los físicos, porque de lo contrario
no éramos científicos serios. Pero
entonces aquellos gigantes de la
física cuántica dicen: “Zénemos
que acercarnos a las ciencias socia-
les y aprender de ellas, porque son
antrópicas e indeterminadas, igual-
mente”. Ese ha sido un gran reto al
positivismo cartesiano.
Los paradigmas de las cien-
cias en las universidades están
cambiando hoy, como lo reco-
noce Thomas Khun, cuyo texto
recomiendo. Khun reconoce que
estos paradigmas desde Descartes
para acá tienen características de
cerramiento, con sus “sabios pe-
rros guardianes” que son los que
deciden si lo que se hace o se pu-
blica es o no científico. Esto es
cerrar el conocimiento, como un
dogma, disminuirlo, descolocarlo
en relación con la realidad. Estos
paradigmas se han cerrado y, por
lo tanto, no tienen futuro. Ya no
solamente de la Física cuántica
ha salido este reto al positivismo,
al funcionalismo parsoniano o al
mecanicismo newtoniano, sino
que también ya hay otras teorías
y otros preparadigmas que han
salido a flote. Voy a mencionar-
los, simplemente para no tomar
tanto tiempo, son la teoría de
sistemas de Bertanlanffy, la teoría
crítica de la escuela de Frankfurt y
de Habermas, la teoría del caos de
Prigogine y de Mandelbrot, y por
último, la teoría de la Investiga-
ción-Acción-Participación (1AP).
Estamos pues, en buena com-
pañía, pero para que surgiera esta
posibilidad paradigmática en las
ciencias sociales de la investigación
participativa, ocurrió práctica-
mente la reedición de lo que pasó
en el siglo XVII con Descartes. Los
que iniciamos la IAP en los años
70 tuvimos que hacerlo dejando