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Introducción a la vida y obra de Platón: su pensamiento metafísico y ético, Resúmenes de Historia de la Filosofía

Platón (427 a. C.-347 a. C.), filósofo griego, nació en Atenas. Su vida estuvo marcada por viajes y persecuciones. Su pensamiento se centra en la distinción entre el mundo sensible y el mundo inteligible, donde las ideas son las realidades auténticas y los modelos de las cosas sensibles. El mundo sensible imita y participa del inteligible. Platón ofrece distintas explicaciones sobre cómo obtener conocimiento de las ideas, como la Teoría de la Reminiscencia. Su antropología concibe al ser humano como un alma inmaterial unida a un cuerpo. La ética platónica busca que la razón domine las pasiones. El pensamiento de Platón ha inspirado a generaciones de filósofos.

Tipo: Resúmenes

2020/2021

Subido el 12/12/2021

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¡Descarga Introducción a la vida y obra de Platón: su pensamiento metafísico y ético y más Resúmenes en PDF de Historia de la Filosofía solo en Docsity! Unidad 2. La Filosofía de Platón 1. Introducción a la vida y obra de Platón Platón nació en Atenas en el año 427. Sus padres procedían de familias nobles; por ello, como otros jóvenes de su condición social, estuvo inclinado hacia la política. Su nacimiento coincidió con el declive de la democracia de Pericles. Sus primeros años estarán marcados por la guerra del Peloponeso, en la que se enfrentaron Esparta y Atenas. Tras su victoria, Esparta impuso a Atenas unas duras condiciones de paz, de manera que ésta última perdió su hegemonía y quedó sometida a un gobierno oligárquico, el de los Treinta tiranos. En el año 403, cuando Platón tenía alrededor de veinticuatro años, se restableció la democracia. Entre los años 407 y 399, estuvo vinculado al círculo de Sócrates, aunque antes ya había sido alumno de Crátilo, seguidor de Heráclito. La infuencia que recibió de Sócrates habría de marcarle toda su vida. Al ser Sócrates condenado a muerte en el 399, Platón huyó de Atenas, por miedo a posibles represalias, y se refugió en Megara. A la edad de 40 años, en el 387, se embarcó hacia la Magna Grecia, estableciendo contacto con la comunidad pitagórica de Tarento, regida por el filósofo y matemático Arquitas. De allí, pasó a Siracusa, en Sicilia, donde entabló amistad con Dion, quien lo animó para que convenciera al tirano Dionisio | "El Viejo", para implantar sus ideales sociales. El resultado fue decepcionante y Platón acabó siendo expulsado de Siracusa y vendido como esclavo. De vuelta a Atenas, hacia el año 386, fundó la Academia, siguiendo el modelo de las comunidades pitagóricas. Con ocasión de la muerte de Dionisio | en el año 367 y la subida al trono de su hijo Dionisio Il “El Joven”, Dion creyó ver la oportunidad de reanudar en Sicilia el programa platónico. Platón volvió a Sicilia, pero el resultado fue igualmente decepcionante. Aún habría de realizar un tercer viaje en el 360 con consecuencias aún más desastrosas que los anteriores. A su regreso a Atenas, Platón dedicó los trece últimos años de su vida a revisar y corregir su pensamiento. 2. El pensamiento de Platón 3.1. La Teoría de las Ideas Para Platón, la auténtica realidad es el mundo inteligible, el mundo captado por la inteligencia, porque es el ámbito de lo permanente y el que explica toda la realidad. En este ámbito de la realidad están las ideas o formas permanentes de la realidad. Las ideas no son simples conceptos presentes en la mente humana, sino auténticas realidades que poseen las mismas características del ser de Parménides: son únicas, inmutables, ingeneradas e imperecederas. Pero, además, son las esencias y modelos de las cosas sensibles, aunque están fuera de las cosas sensibles, en un mundo aparte. No son principios inmanentes sino radicalmente trascendentes. Desde su trascendencia, organizan el mundo sensible. El Mundo de las Ideas es, por lo tanto, el mundo real y perfecto. En él, todas las Ideas se relacionan y coordinan, están jerarquizadas y organizadas racionalmente. La jerarquía de las Ideas va, de abajo a arriba, de las Ideas menos generales (de las que participan menos Ideas) a las más abstractas (de las que participan más Ideas): Ideas de los seres sensibles; Ideas matemáticas; Ideas éticas, estéticas y políticas; y, en la cúspide, la idea de Bien. La idea de Bien (de Perfección) es el fundamento ontológico ya que todas las Ideas participan plenamente de la idea de Bien porque esta idea hace posible que las Ideas existan y que sean perfectas y racionales. Igualmente, el Bien hará que los seres sensibles sean más o menos perfectos según el grado en que participen de su idea (cumpliendo así su finalidad: teleología). La idea de Bien es también el fundamento epistemológico de la realidad: las Ideas no son conocidas plenamente (su racionalidad y perfección) hasta que no se conoce la idea de Bien. Pero en el mundo inteligible no sólo están las ideas. También afirma que en el mundo de las ideas están las almas humanas. Es su lugar propio. Por eso, cuando están encerradas en un cuerpo sensible, todo su afán será volver a su lugar natural, donde pueden contemplar las ideas, que es su función propia. Por último, entre este mundo y el mundo sensible se encuentra el Demiurgo, un ser intermedio que tiene, como veremos, la función de artesano y ordenador cósmico. - La cosmología platónica: el mundo sensible El mundo sensible es el mundo que se ofrece a los sentidos, múltiple y cambiante. En efecto, las cosas de este mundo sensible nacen y perecen, están sujetas a la generación y la corrupción, y en continuo cambio (tal y como afirmaba Heráclito), por lo que no se puede decir que sea plenamente. Sin embargo, tiene un cierto ser. Como veremos, el ser que tiene es participado de las ideas: el mundo sensible imita y participa del inteligible, es decir, es imagen del mundo inteligible y toma su ser del mismo. En el libro del Timeo, que recoge su cosmología, explica Platón cómo es el mundo sensible y cómo se constituye. La formación del mundo sensible a imagen del inteligible se debe a un artífice que modela el cosmos tomando como modelo las ideas que puede contemplar directamente. Se trata del Demiurgo. El Demiurgo (palabra griega que significa «artesano ») es un ser intermedio entre los seres del mundo sensible y los del inteligible. Se trata de una inteligencia ordenadora (aunque no creadora, pues la idea de creación es totalmente ajena al mundo griego). Para los griegos, en general, la materia y el espacio existieron desde siempre. Por lo tanto, el Demiurgoo de Platón es una mera inteligencia ordenadora de una materia preexistente y amofa. La función del Demiurgo es ordenar la realidad sensible tomando como modelo el orden y jerarquía del mundo de las ideas que él contempla. Del caos extrae el cosmos. - Relación entre el mundo de las ideas y el mundo sensible Las ideas son los modelos y la esencia de las cosas sensibles. Esto significa que las cosas sensibles participan su ser y su forma de las ideas, es decir, toman de ellas su ser y su forma. A causa de lo anterior, las cosas sensibles imitan (mímesis) a las ideas, por lo que tienden a su perfección: el Bien. Asimismo, las ideas están presentes en las cosas sensibles en tanto que su esencia, de manera que las ideas son la causa final o finalidad de las cosas. Todas las cosas sensibles, todo el cosmos, tienen como fin último la idea de Bien, es decir, imitan la perfección del Bien y tienden al Bien. Esta concepción que Platón tiene del cosmos es teleológica. Platón distingue tres partes o funciones en el alma: - Alma racional: en ella reside la facultad de pensar, de poder contemplar las esencias etemas. Es inmortal. - Alma irascible: sería el responsable de los afectos nobles, como la fogosidad, el valor, etc. Es mortal. - Alma concupiscible: se encarga de las funciones fisiológicas primarias: alimentación, reproducción sexual, conservación, etc. Es mortal. El alma es inmortal. Una vez separada del cuerpo en el trance de la muerte, persiste indefinidamente. Los argumentos que expone Platón en el Fedón, para tratar de demostrar la inmortalidad del alma, son los siguientes: - El alma es una sustancia simple y homogénea. Por tanto, no se ve afectada por la muerte, ya que sólo muere -se descompone- lo que es compuesto. - Si aprender es recordar, es necesario admitir que el alma ha preexistido a su unión con el cuerpo. El alma es, por tanto, independiente del cuerpo. - El alma es causa de vida, principio vital, por lo que nada tiene que ver con su opuesto, la muerte. - El alma posee la facultad de conocer las ideas, que son eternas; y, como lo semejante es conocido sólo por lo semejante, el alma debe compartir la misma naturaleza de las ideas y ser también etema. Platón está convencido de la existencia de un juicio de las almas tras la muerte. La vida que lleve cada hombre influirá en el destino que su alma tendrá tras su muerte. Por su parte, el cuerpo es material, compuesto, y, por ello, sometido a corrupción. Pertenece al mundo sensible y es el responsable tanto del mal como de la ignorancia, porque crea necesidades al alma y le impide buscar la verdad. Es el origen de las pasiones, las enemistades, las discordias -que conducen a las guerras-, los temores, las enfermedades, etc., así como de la ignorancia. La unión cuerpo-alma es un estado accidental y transitorio, y, sobre todo, antinatural, porque el lugar propio del alma es el mundo de las Ideas. El cuerpo es una pesada carga de la que nuestra alma tiene que liberarse poco a poco. De ahí que, mientras el alma permanezca unida al cuerpo, su tarea fundamental ha de ser la de purificarse, que es tanto como oponerse al cuerpo y sus demandas. 3.4. La ética platónica La ética de Platón se inspira directamente en los planteamientos de Sócrates. Al igual que su maestro, Platón creía que los valores morales son universales y objetivos. Según Platón, el bien y la justicia existen por sí mismos y son iguales para todas las personas en todos los lugares y en todas las épocas. Esta visión contrasta con la teoría relativista que defendían los sofistas, y que tanto Sócrates como Platón rechazaron con contundencia. Platón también era partidario del intelectualismo moral socrático. De acuerdo con esta visión, si alguien se comporta incorrectamente no es porque sea un malvado, sino que actúa así por ignorancia. Cuando se conoce de verdad en qué consiste el auténtico bien (que es único e igual para todos), entonces necesariamente se actúa bien. Quien se comporta mal en realidad lo hace porque está equivocado y cree que con su conducta puede obtener un bien, lo cual es un lamentable error. Así, el problema de la ética se reduce, en el fondo, a aprehender la Idea de Bien, porque una vez que hayamos conseguido captar qué es el auténtico bien, nuestro comportamiento será siempre bueno y moralmente adecuado. El problema, sin embargo, es que no todo el mundo está capacitado para llegar a contemplar la Idea de Bien. Para Platón el Bien es la realidad suprema que preside toda la jerarquía de Ideas en el mundo inteligible . Esta Idea, la más importante de todas, es también la más difícil de captar. Para llegar hasta ella hace falta recorrer un largo y complicado proceso de ascensión dialéctica que requiere años de esfuerzo y dedicación. Además, solo podrán acceder a la Idea de Bien quienes estén dispuestos a preocuparse únicamente del alma y de la razón, renunciando ascéticamente a dejarse llevar por los deseos y las pasiones corporales. Esto significa que solo unas pocas personas son realmente capaces de comprender en qué consiste el verdadero bien. Para ellos, el problema de la moralidad quedará resuelto cuando capten la Idea de Bien, ya que entonces obrarán siempre de manera adecuada. Pero ¿cómo deberían actuar las demás personas que no pueden aspirar a contemplar la Idea de Bien? - Las virtudes y la justicia De acuerdo con Platón, las únicas personas que pueden aspirar a captar la Idea de Bien son las que tienen un alma predominantemente racional. Los demás seres humanos, en los que domina el alma irascible o apetitiva, son incapaces de realizar la ascensión dialéctica, por lo que jamás podrán contemplar las Ideas en sí mismas. Pero estas personas también pueden comportarse de forma moralmente adecuada dentro de los límites que les impone su específico tipo de alma. Platón pensaba que cada tipo de alma está asociado a una forma de vida característica, que es la más conveniente para ese tipo de personas. A cada una de estas formas de vida está asociada una virtud o excelencia, que se corresponde con las cualidades que son más deseables para esa clase de seres humanos. Una persona en la que predomina el alma racional será excelente si cultiva su inteligencia. En cambio, cuando en alguien destaca el alma irascible, la virtud que debe esforzarse en desarrollar es la valentía. Finalmente, los que tienen un alma predominantemente apetitiva deben intentar cultivar la moderación o templanza, para que los deseos no acaben por dominarlos. De este modo, incluso quienes tienen un tipo de alma menos noble pueden intentar llevar una vida virtuosa y satisfactoria. Sin embargo, por encima de todas estas cualidades se encuentra la virtud más importante de todas, que es la justicia. Platón creía que, para que en un individuo reine la justicia, es preciso que la dimensión racional de su alma controle las partes irascible y apetitiva. Solo puede alcanzarse la justicia cuando la razón es capaz de dominar nuestras pasiones y nuestros deseos. En el diálogo Fedro, Platón explica esta teoría comparando el alma humana con un carro guiado por un auriga y tirado por dos caballos alados. Uno de los caballos es noble y bueno, pero el otro es perezoso y desobediente. El auriga representa el alma racional, mientras que el caballo noble se corresponde con el alma irascible, y el caballo desobediente, con el alma apetitiva. La alegoría pretende mostrar que el carro (nuestra vida) solo podrá avanzar si el auriga (la razón) consigue dominar y controlar a los dos caballos (la pasión y los deseos) sin dejar que estos se desboquen. Platón nos presenta en este mito unos caballos alados, porque el objetivo del auriga es ascender hacia el cielo, que representa el mundo de las Ideas. Pero si el auriga es incapaz de mantener el control de los dos caballos, el carro (que representa nuestra vida) se desequilibrará y acabará por precipitarse hacia el suelo, haciéndonos caer en el mundo sensible, material e imperfecto. 3.5. Política en Platón. La ciudad ideal La obra de Platón muestra una evidente finalidad política. Y esto tiene una clara explicación: si bien es cierto que el fin del ser humano es la felicidad, ésta sólo se puede encontrar en comunidad con otros humanos. El intento de Platón, por tanto, será indicar cómo tiene que organizarse esa comunidad para que las personas puedan ser felices. Sin duda, se sentía movido a ello por su temprana vocación política, pero también por la experiencia de la decadencia de la democracia en Atenas y la forma del poder por parte de formas políticas oligárquicas y tiránicas. Tanto oligarquía como tiranía son para Platón formas degradadas de gobierno, por lo que intenta proponer un sistema político utópico (lo que no quiere decir irrealizable, sino ideal), en el que se busque el bien común y la justicia. Esto será lo que permita a los ciudadanos y ciudadanas vivir su vida personal y colectiva felizmente. Pero, de un modo destacado, marcó su pensamiento la gravísima injusticia de la condena y muerte de su maestro Sócrates, que tan de cerca vivió. El sistema político que propone Platón tratará de evitar que se repitan injusticias de este calibre. De ahí su interés por investigar sobre la justicia, afirmando que sólo en un Estado justo pueden las personas llegar a ser justas y, a su vez, sólo las personas justas pueden dar lugar a un Estado justo.
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