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Estándares Bloques 3 y 4 Historia de España, Exámenes selectividad de Historia de España

Estándares resueltos para selectividad

Tipo: Exámenes selectividad

2019/2020

Subido el 18/05/2020

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4.4

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¡Descarga Estándares Bloques 3 y 4 Historia de España y más Exámenes selectividad en PDF de Historia de España solo en Docsity! 1 - BLOQUES 3 y 4 (25%) ESTÁNDARES RELACIONADOS EL BLOQUE 3 DEFINE EL CONCEPTO DE UNIÓN DINÁSTICA APLICADO A CASTILLA Y ARAGÓN EN TIEMPOS DE LOS REYES CATÓLICOS Y DESCRIBE LAS CARACTERÍSTICAS DEL NUEVO ESTADO Tras el matrimonio de los RR.CC y su posterior acceso a sus respectivos tronos se consuma la unión dinástica entre la Corona de Castilla y la de Aragón. En principio se trata sólo de una unión dinástica, de carácter personal, pero no institucional, ya que los distintos reinos aunque están gobernados por los mismos monarcas, conserva cada uno sus fueros y leyes, sus instituciones y lengua, sus costumbres, fronteras y monedas…De hecho no se autoriza a los aragoneses a participar en el comercio americano. No se trata por tanto de una unión territorial o nacional ni siquiera una fusión de reinos, sin embargo esta unión meramente dinástica llegará a ser mucho más que una reversible y vulnerable unión personal, poniéndose en marcha importantes proyectos en común. Castilla desempeñará desde el principio un papel hegemónico debido a su tamaño, población y recursos, y se iniciará un paulatino proceso de castellanización de todos los territorios. De ella los reyes obtienen la mayor parte de los recursos fiscales y militares para levar a cabo sus conquistas y expediciones, tanto la americana como otras. En 1475 Isabel y Fernando habían llegado a un acuerdo –la Concordia de Segovia- en el que fijaron las bases de un sistema de gobierno conjunto. En Castilla Fernando sería rey consorte y, aunque los dos tendrían capacidad de tomar decisiones políticas y las órdenes reales irían firmadas por ambos, Isabel tendría en exclusiva los derechos sucesorios. En Aragón sólo Fernando podía ostentar el título de rey, pero mediante un decreto firmado en 1481 se concedía a Isabel la corregencia. Por otra parte, los RR.CC. no adoptaron el título de reyes de España; se titulaban “rey e reyna de Castilla, de León, de Aragón, de Sicilia, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras e de Gibraltar e de Guipúzcoa, conde e condesa de Barcelona, e señores de Vizcaya e de Molina, duques de Atenas y Neopatria, condes de Rosellón y de Cerdeña, marqueses de Oristán e de Gociano”. Una muestra de la provisionalidad de esta unión entre ambas Coronas es que estuvo a punto de desaparecer a la muerte de Isabel en 1504 cuando surgieron importantes problemas. Castilla quedó bajo el gobierno de su hija Juana y Fernando pasó a ser exclusivamente rey de Aragón. Pero la muerte de Felipe el Hermoso, marido de Juana, y la pérdida de la razón de esta, convirtió a Fernando nuevamente en regente de Castilla, pero nada más. Además Fernando se había vuelto a casar llegando incluso a tener un hijo con Germana de Foix, hijo que falleció pero que de no haber ocurrido es posible que hubiese sido rey de Aragón. Estos hechos permitieron que ambas coronas recayesen en un mismo heredero: Carlos, hijo mayor de Juana y Felipe, nieto de los RR.CC. y futuro Carlos I de España y V de Alemania. La organización de un estado moderno: consolidación de la monarquía autoritaria Aunque los Reyes Católicos, no unificaron las estructuras políticas de los distintos reinos, ya que cada uno de ellos mantuvo sus fueros e instituciones propias, sí que reforzaron los órganos e instituciones que potenciaban el poder real. 2 Su política institucional se orientó a crear una monarquía autoritaria y fuerte tratando de limitar el poder político de la nobleza y controlar a la Iglesia y a las ciudades. Los RR.CC. no pretenden debilitar a la nobleza en el terreno social y económico pero si someter políticamente a los nobles más díscolos. Para ello atrajeron hacia la Corte a la alta nobleza generando una nobleza cortesana cuyo poder, influencia y prestigio dependía de la Corona. En definitiva, van imponiendo el modelo de Monarquía autoritaria (al menos en Castilla), que pervivirá durante los siglos XVI y XVII como etapa de transición, hacia la monarquía absoluta a partir del S.XVIII. De este modo, cuando en 1484 se reavivó en Cataluña el conflicto de los campesinos de remença contra los nobles (es la 2ª guerra remença), Fernando derrotó a los payeses y se comprometió a mediar entre los dos bandos. Así en la Sentencia Arbitral de Guadalupe de 1486 estableció la eliminación de la remença y los malos usos, pero respetó los derechos económicos de los nobles. Así mismo, en Castilla afianzaron su posición económica consolidando el mayorazgo con las leyes de Toro de 1505. En Castilla, fue donde pudieron aplicar de manera más eficaz su política autoritaria y centralizadora, siendo relativamente fácil el fortalecimiento del estado y el poder real, ya que las Cortes castellanas hacía tiempo que no constituían un serio obstáculo para la autoridad de los reyes. Por ello, Castilla consolidará su hegemonía sobre el resto de reinos peninsulares con esta nueva Monarquía Hispánica; de hecho, los monarcas en raras ocasiones se ausentaron de Castilla. La reorganización del Estado La restructuración del nuevo Estado se hace básicamente sin crear instituciones nuevas, sino reformando las ya existentes: En 1480 se reorganizó el Consejo Real de Castilla que se constituye en el principal órgano de gobierno y, aunque sigue formado por nobles y eclesiásticos, los monarcas integraron en él a funcionarios fieles y eficientes. Las atribuciones del Consejo fueron muy amplias: asesoramiento real, tribunal supremo, hacienda, etc. Posteriormente se crearán otros consejos más especializados como el Consejo de la Inquisición, el Consejo de las Órdenes Militares o el de Cruzada. Por otra parte, las Cortes de Castilla cada vez se reúnen menos, quedando limitadas sus funciones a recibir el juramento de los sucesores al trono y a la aprobación de los subsidios extraordinarios que se solicitaban. Se crearon nuevos cargos como los Secretarios Reales, recayendo en personas de confianza real que actuaban como enlaces entre la Corona y los Consejos. En 1476 se reorganizó la antigua institución de la Santa Hermandad para restablecer la paz interior, someter a la nobleza insubordinada y perseguir a los delincuentes. Costeada por los municipios, actuarán en todo el reino incluidos los dominios señoriales. Respecto a la administración municipal se revitalizó el cargo de Corregidor, cargo de designación real que se situaba al frente de los municipios con amplias atribuciones administrativas, judiciales y militares. Con ellos se afianzó la autoridad real sobre las ciudades frente a las oligarquías urbanas. Para atender a las crecientes necesidades del Estado se reorganizó la Hacienda y la recaudación de impuestos haciéndola más eficaz. El aumento de los ingresos con los impuestos ordinarios hace perder importancia a las contribuciones extraordinarias solicitadas a las Cortes, lo que permitirá no depender tanto de ellas económicamente. El incremento de los ingresos permitirá organizar un ejército moderno, profesional y permanente, al servicio de la corona, prescindiendo cada vez más de las mesnadas de nobles y concejos, lo que contribuye a reforzar el poder real. Se reforma la justicia afianzando la autoridad real y escalonando las distintas instancias. La justicia es impartida en primera instancia por los corregidores, en segunda por las Chancillerias o Audiencias (a la ya existente de Valladolid se unirá la de Granada creada en 1505) y por último, el Consejo Real actúa como tribunal supremo. 5 El descubrimiento de América El descubrimiento de América supone la culminación del proceso de expansión atlántica, viéndose favorecido por toda una serie de progresos técnicos en la navegación (nuevas embarcaciones como la carabela y el desarrollo de los portulanos, la brújula y el astrolabio) y el avance del conocimiento científico que difunde la idea de la esfericidad de la Tierra, siendo por tanto posible llegar a las Indias orientales por el oeste. Por otra parte, la amenaza turca en el Mediterráneo (conquista de Constantinopla en 1453 e interrupción de la ruta de la seda) hace necesaria la búsqueda de nuevas rutas hacia las Indias y Extremo Oriente para obtener oro, marfil, esclavos, seda, piedras preciosas y sobre todo las especias muy apreciadas en Europa. En esta empresa de buscar una nueva ruta hacia la India bordeando el continente africano, navegando primero hacia el sur y después al este, Portugal lleva ventaja con sus exploraciones por la costa africana. El avance lusitano resultaba esperanzador pero corría el riesgo de chocar con el castellano según lo firmado en 1479 entre ambas potencias en el Tratado de Alcaçovas-Toledo. En él se establecía que a Portugal le pertenecían los archipiélagos de Azores, Madeira y Cabo Verde, además de las islas que encontrara en su navegación hacia el sur y a Castilla se le atribuían las Islas Canarias a cambio de no penetrar en el territorio acotado para los portugueses. El acuerdo resultaba especialmente favorable para Portugal y no dejaba otra salida a Castilla que la expansión por el oeste. La conquista del archipiélago canario y su dominio resultaron fundamentales. Las islas además de ser punto clave para las expediciones atlánticas hacia las Indias, serán también lugar de ensayo de métodos de colonización que luego se aplicaran en América. Un método de conquista muy utilizado fue el de las capitulaciones o acuerdos, por los que la corona cede el protagonismo de la conquista a particulares a los que otorga amplios beneficios si la empresa tiene éxito, a cambio de imponer el sistema político y jurídico castellano sobre lo conquistado. También, se implantó un sistema de explotación económica basado en la importación de mano de obra esclava destinada a trabajar en las plantaciones de caña de azúcar ante el escaso número de indígenas supervivientes. Consecuencias del descubrimiento de América: - Aumento de la tensión con Portugal. El Papa Alejandro VI, a petición de os RR,CC. mediante las llamadas Bulas Alejandrinas (1493), confirmará el derecho de los RR.CC. a conquistar y evangelizar los territorios descubiertos. En una de ellas, la Inter Caetera, establecerá la delimitación de las áreas de influencia de ambas monarquías señalando los límites en una línea situada a 100 leguas al oeste de la Azores: el oeste para Castilla y el este para Portugal. Al no aceptar Portugal la solución Papal es preciso suscribir un nuevo acuerdo, el Tratado de Tordesillas (1494) por el que la línea divisoria se trasladaba 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, con esta nueva demarcación Portugal adquiere derechos sobre Brasil. - Planteamiento de la “polémica de los justos títulos” porque otras potencias europeas no consideran que las bulas Papales, ni los tratados con Portugal sean suficientes para otorgar el derecho de dominio a la Corona española sobre los nuevos territorios ultramarinos descubiertos y sobre su población, postura que incluso dentro de España y desde algunos sectores eclesiásticos, también se pone en duda. - Puesta en marcha de todo un complejo sistema organizativo y legal para atender a la administración y control de tan extensos territorios, que supondrá la puesta en vigor de todo un conjunto de leyes, ordenanzas y normativas específicas conocidas como las Leyes de Indias, junto con la creación de nuevas instituciones necesarias para su gobierno como: el Consejo de Indias, la Casa de Contratación, los Virreinatos, Gobernaciones, Corregimientos, Audiencias, etc… - Consecuencias demográficas como la emigración de la población europea hacia el Nuevo Mundo donde espera obtener grandes beneficios, la mezcla de la población europea con la población autóctona americana, lo que supone un intenso mestizaje y la transmisión cultural. 6 - Importantes consecuencias económicas en cuanto que la hegemonía comercial pasa del Mediterráneo al Atlántico, siendo los puertos más importantes: Lisboa, Sevilla, Londres o Amberes, todos ellos atlánticos. También se transforma radicalmente la actividad agrícola de Europa y se genera un intenso comercio por la llegada de nuevos productos, como tintes (el palo de Brasil, índigo, cochinilla), chocolate, vainilla, cacao, tomate, patata, maíz, piña americana, azúcar, tabaco, caucho, látex, etc., algunos de los cuales se aclimatan como nuevos cultivos en Europa, como: el maíz, la patata, el tomate y el tabaco… Junto con la partida hacia a América de muchos productos y cultivos europeos como: el trigo, la vid, el caballo, la vaca, el cerdo y las técnicas de cultivo europeas. Tampoco hay que olvidar que la llegada de grandes cantidades de oro y sobre todo de plata provocó importantes consecuencias en España y Europa. como: a) Una subida espectacular de los precios (inflación) a consecuencia de una mayor circulación de dinero, conocida como la “revolución de los precios”, que comienza en Castilla y se extiende por el resto de los territorios de la monarquía hispánica y Europa. b) Un incremento enorme en la demanda de productos (alimentos y productos elaborados) por parte de los colonos americanos que favorece el desarrollo comercial y artesanal de países como Holanda, Inglaterra o Alemania, ya que dada la incapacidad de las manufacturas españolas de atender al rápido incremento de la demanda de productos manufacturados, se disparan los precios de dichos productos adoptándose, como medida de protección a los consumidores hispanos, la importación desde Europa de muchos de los productos que se enviaban hacia América junto con la prohibición de exportar a Europa productos elaborados, desaprovechándose con ello la oportunidad de un buen desarrollo artesanal y mercantil en España. - Otras consecuencias son: la aparición dos inmensos imperios coloniales, el de Portugal y el de España y un conocimiento más fiel del mundo al descubrirse un nuevo continente, América, lo que demuestra la esfericidad de la Tierra. En muy pocos años las tierras conocidas se multiplicaron de forma espectacular y se produce un importante avance científico: se perfecciona la cartografía, los instrumentos de navegación, la construcción naval,… COMPARA LOS IMPERIOS TERRITORIALES DE CARLOS I DE FELIPE II Y EXPLICA LOS DIFERENTES PROBLEMAS QUE ACARREARON 1.- EL IMPERIO DE CARLOS V 1.1 Los dominios de Carlos I Carlos I, hijo de Juana la Loca y de Felipe el Hermoso, recibió una gran herencia territorial: a) De parte de los Reyes Católicos -sus abuelos maternos-, heredó la Corona de Castilla (con el reino de Navarra y América) y la Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia, Cerdeña y el reino de Nápoles y Sicilia). b) De parte de María de Borgoña -su abuela paterna-, heredó los Países Bajos y el Franco Condado. c) En 1519 a la muerte del emperador alemán Maximiliano I -su abuelo paterno- de la dinastía de los Habsburgo, recibió los territorios patrimoniales de Austria, que formaban parte del Sacro Imperio Romano Germánico. También en 1519 fue elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, como Carlos V, sucediendo así a su abuelo Maximiliano. Pero para ello tuvo que recurrir entre otros, a cuantiosos préstamos de banqueros alemanes, pues la corona imperial era electiva y la designación del nuevo titular correspondía a un reducido grupo de príncipes electores, cuya voluntad era necesario comprar con promesas e importantes sumas de dinero. 7 La gran extensión de los dominios de Carlos I le dotaba de un gran poder y de la hegemonía en Europa, pero ese gran imperio presentaba también dos inconvenientes: una gran vulnerabilidad, ya que estaba compuesto de territorios muy dispersos que podían ser atacados por numerosos frentes; y una considerable dificultad de gobierno, no solo por su dispersión, sino porque cada territorio tenia sus propias leyes e instituciones. 1.2 Los conflictos internos de comienzos del reinado (1519-1522) La revuelta de las comunidades en Castilla Carlos I se había educado en Flandes y su lengua natal era el francés. Cuando llegó a España en 1517, lo hizo rodeado de consejeros flamencos y empezó a conceder altos cargos a extranjeros. Por si esto fuera poco, tras la muerte de su abuelo Maximiliano I en 1519, concentró su interés en ser elegido emperador de Alemania y se desentendió en gran medida de sus dominios españoles. Todo esto provocó en Castilla un movimiento de abierta hostilidad hacia el nuevo rey, al que se veía como un extranjero solo preocupado por satisfacer sus ambiciones europeas. En 1520, mientras Carlos I estaba en Alemania, las principales ciudades castellanas se sublevaron y sustituyeron el poder municipal por comunas, integradas por artesanos, comerciantes y miembros de la baja nobleza y del bajo clero. Un movimiento de tan heterogénea composición social había de tener necesariamente reivindicaciones muy diversas. Entre las reclamaciones principales cabe destacar: a) El regreso de Carlos a España. b) La exclusión de los extranjeros de los cargos políticos y un mayor protagonismo político de las Cortes. d) La reducción de los impuestos y de los gastos de la Corte. e) La limitación y el control de la exportación de la lana, que beneficiaba a la monarquía por los impuestos que cobraba, pero privaba a la industria textil castellana de materia prima. La radicalización del conflicto acabó incorporando a los campesinos, que convirtieron la revuelta comunera en rebelión antiseñorial contra los abusos de la nobleza, por lo que ésta, que hasta entonces había permanecido al margen del conflicto, unió sus fuerzas a las del rey para acabar con los comuneros que fueron derrotados en Villalar (1521), siendo sus principales lideres -Bravo, Padilla y Maldonado-, ajusticiados. La derrota del movimiento comunero consolidó una estrecha alianza entre la monarquía (poder político) y la alta nobleza (poder económico y social), lo que dejaría a Castilla anclada en un conservadurismo social y económico, mas orientado hacia los valores de la Edad Media que hacia los de los tiempos modernos. Las Germanías de Valencia La sublevación de las Germanías fue casi simultánea a la de las Comunidades en Castilla pero no estuvieron relacionadas. En este caso el escenario inicial fue Valencia y acabo extendiéndose también a Mallorca. En 1519 los gremios de artesanos de Valencia solicitaron permiso para reclutar una milicia o hermandad -germanía en valenciano-, con el fin de defender la costa contra las amenazas de los piratas berberiscos. Tras su concesión, se reunieron en Junta y propusieron la reducción de los privilegios nobiliarios. El conflicto se fue radicalizando y acabo en rebelión abierta cuando, ante un brote de peste, la nobleza y las autoridades locales abandonaron la ciudad de Valencia. A diferencia del movimiento comunero castellano, la rebelión de las Germanías fue desde el principio una clara rebelión antiseñorial. 10 poder, y estipuló que en lo sucesivo correspondería al monarca designar al Justicia de Aragón. Antonio Pérez, por su parte, consiguió huir a Francia donde difundió graves acusaciones de abusos y crímenes contra Felipe II, que sirvieron de base, junto con otros testimonios, para la propagación de la leyenda negra sobre Felipe II y España por Europa. 2.4 Los conflictos exteriores La política exterior de Felipe II se inspiró en lo esencial en los mismos principios que la de Carlos I: la hegemonía en Europa, la lucha contra los turcos en el Mediterráneo y la defensa de la ortodoxia católica. Sin embargo la situación internacional había cambiado siendo los escenarios diferentes: por la Paz de Chateau-Cambresis (1559) Francia renunció a reclamar sus derechos sobre Italia y el Imperio alemán ya no incumbía a la monarquía hispana. Pero en cambio, surgieron nuevos problemas, como la sublevación de los Países Bajos y la rivalidad con Inglaterra, junto con una nueva intervención en Franciia por motivos político-religiosos. La intervención en Francia Otra vez la cuestión religiosa y el problema de Flandes provocaran nuevas tensiones con Francia. Hugonotes y católicos franceses luchan por el poder y al contar los católicos con el apoyo español, los hugonotes deciden ayudar a los rebeldes flamencos. El hecho de que a partir de 1584 hubiese posibilidades de que en el trono francés se instalase un monarca protestante, Enrique de Borbón, hizo que España se aliase con la Liga de los Católicos franceses ayudándolos financiera y militarmente (Duque de Guisa). Al morir Enrique III (1589), Enrique de Borbón (primo y sucesor) inicia la guerra para hacerse con el trono francés a lo que Felipe II envía tropas desde Flandes a Paris al mando de Alejandro Farnesio proponiendo como reina de Francia a su hija Isabel Clara Eugenia (hija de Isabel de Valois). Sin embargo el conflicto se solucionó con la repentina conversión al catolicismo de Enrique de Borbón y con el tratado de Vervins (mayo de 1598) firmado entre ambas naciones. La sublevación de los países Bajos (1568-1648) Los Países Bajos formaban parte de la monarquía hispánica y estaban compuestos de diecisiete provincias federadas que abarcaban el actual territorio de Bélgica, Holanda -cuyo nombre real es Países Bajos, ya que Holanda es tan solo una provincia de los mismos-, Luxemburgo y parte del norte de Francia (Artois). Su importante burguesía de artesanos y comerciantes los había convertido en zonas ricas y prosperas de claro signo capitalista, por lo que eran objeto predilecto de la presión fiscal de la Corona. En las provincias del norte, el protestantismo de Calvino había ganado numerosos adeptos y Felipe II, al perseguirlo, desencadenó una rebelión que aglutinó a amplios sectores descontentos con la dominación española: disidentes religiosos, ricos burgueses cuyos impuestos financiaban una política ajena a ellos o incluso hostil -muchos eran calvinistas- y ciertos sectores de la nobleza. La guerra contra los rebeldes holandeses se convirtió en uno de los mayores problemas de la monarquía y absorbió numerosos recursos militares y financieros. Al final del reinado de Felipe II, las siete provincias del norte, bajo el nombre de Provincias Unidas, se habían independizado de hecho. Pero el conflicto se prolongó con treguas y altibajos hasta 1648, en el que España, derrotada en la Guerra de los Treinta Años, acabó reconociendo su independencia. En cambio, las diez provincias del sur, de población católica, permanecieron dentro de la monarquía hispánica. 11 La ofensiva contra los turcos (1570-71) Los dominios en Italia obligaban a estar vigilantes ante la amenaza de la expansión turca por el Mediterráneo, cuyos ataques en la zona eran constantes. Por ello, la monarquía hispánica, Venecia y la Santa Sede formaron en 1570 la Liga Santa y organizaron una flota que se enfrentó a los turcos en las costas griegas de Lepanto (1571), victoria que frenó el avance turco, pero que no supuso en absoluto su derrota definitiva, ni el fin de la piratería musulmana en el Mediterráneo. La guerra contra Inglaterra (1585-1604) Hasta mediados de siglo las relaciones con Inglaterra habían sido cordiales. De hecho, Felipe II, antes de suceder a su padre Carlos I, fue rey consorte de Inglaterra, como esposo de la reina María Tudor. Pero el matrimonio no tuvo descendencia y, con el ascenso al trono de Isabel I en 1558, las relaciones amistosas dieron paso la rivalidad. A lo largo de la segunda mitad del siglo XVI, Inglaterra experimentó un importante crecimiento demográfico y económico que la impulsó al comercio colonial, en el que España era su máximo rival, sobre todo desde la incorporación del imperio portugués en 1580. Para debilitar a la monarquía hispánica, Inglaterra apoyaba a los sublevados holandeses y hostigaba mediante la piratería el comercio en el Atlántico. Hasta 1585 la guerra había sido encubierta, no declarada, pero desde ese año las hostilidades fueron abiertas. En 1588 Felipe II decidió invadir las Islas Británicas preparando una gran flota, la Gran Armada (el popularizado nombre de Armada Invencible es posterior), pero la campaña acabó en un rotundo fracaso de graves consecuencias, sobre todo psicológicas: a los ojos de muchos contemporáneos significó la pérdida del favor divino, del que no se dudaba tras éxitos como el de Lepanto. La paz con Inglaterra no sería posible hasta 1604, tras la muerte de Isabel I, ya durante el reinado de Felipe III. 2.5 La exploración del Pacífico. Las Islas Filipinas. Prácticamente concluida la exploración de América durante el reinado anterior, Felipe II propició, aunque con menos entusiasmo, la del océano Pacífico, recorrido por vez primera en la expedición de Magallanes y Elcano. En las islas Filipinas -así nombradas en honor a Felipe II- Legazpi fundó Manila en 1571, que se convirtió en un activo mercado en el que confluían comerciantes chinos, hindúes, malayos y árabes. Para su explotación comercial se organizó el Galeón de Manila, que una vez al año hacia la travesía de ida y vuelta entre esta ciudad y Acapulco. A Nueva España se transportaban principalmente especias y manufacturas chinas (sedas, lacas y porcelanas), a cambio de plata mexicana. En cualquier caso, el número de colonos asentados en Filipinas fue muy reducido y la administraci6n española tuvo allí un escaso desarrollo. ANALIZA LA POLÍTICA RESPECTO A AMÉRICA EN EL S. XVI Y SUS CONSECUIENCIAS PARA ESPAÑA Y EUROPA Y PARA LA POBLACIÓN AMERICANA 1.- El gobierno y la administración de América Los asuntos americanos se llevaban desde España , especialmente a través de dos instituciones: a) El Consejo de Indias, con jurisdicción sobre todos los territorios y organismos americanos, y entre cuyas funciones estaban la de elaborar la legislación de Indias, nombrar cargos y fiscalizar los asuntos económicos relativos a América. 12 b) La Casa de Contratación de Sevilla, fundada por los Reyes Católicos y cuyo cometido era organizar, registrar y controlar el comercio y la navegación con América. Aunque América pertenecía a la Corona de Castilla, sus peculiaridades y lejanía explican el que las instituciones de la administración territorial allí establecidas adquiriesen rasgos propios, destacando: a) Los virreinatos eran la circunscripción de rango superior. Existían dos al principìo: el de Nueva España, con capital en México, creado en 1535; y el de Perú, con capital en Lima, creado en 1544. El límite entre uno y otro estaba en Panamá. Los virreyes, como en el resto de la monarquía hispánica, tenían amplísimos poderes en su calidad de representantes del rey. b) Las gobernaciones y las capitanías generales eran circunscripciones equivalentes a provincias, regidas por gobernadores o capitanes generales, subordinados a los virreyes. La diferencia esencial entre unas y otras era, que las capitanías generales se encontraban en las zonas fronterizas o donde la presencia militar era más necesaria. c) Los corregimientos eran similares a las gobernaciones en cuanto a funciones, pero de menor dimensión, generalmente una ciudad y su territorio circundante y estaban a cargo de un corregidor. d) Las Audiencias eran, como en otras partes de la monarquía, los tribunales superiores de justicia. Pero en América tenían además importantes funciones gubernativas al servicio de los virreyes. En el siglo XVI se crearon diez Audiencias, a las que se añadieron posteriormente otras tres. Sus límites jurisdiccionales coinciden a grandes rasgos con los de los nuevos países que surgirán tras el proceso de independencia del siglo XIX. Por último, la unidad administrativa más básica lo constituía los cabildos o ayuntamientos de las ciudades, en las que residía la población blanca y cuya organización era similar a la de los municipios castellanos. 2.- La explotación comercial de América El descubrimiento y posterior colonización de América convirtió a la monarquía hispánica en una gran potencia económica y colonial, que intentó sacar el máximo beneficio de aquellas tierras mediante las siguientes medidas: a) La explotación sistemática de las minas americanas, especialmente las de plata de Zacatecas (México) y Potosí (Perú), de cuya producción la Corona obtenía, en concepto de impuesto e1 20% o quinto real, que constituía uno de sus principales ingresos. b) El monopolio del comercio con América, que se realizaba por el siguiente procedimiento: cualquier mercancía, española o extranjera, que se quisiera vender en el Nuevo Mundo debía ser registrada en la Casa de Contratación de Sevilla y pagar a la Corona los impuestos correspondientes. De Sevilla partía en la flota de Indias, compuesta por un grupo de barcos mercantes armados y escoltados por navíos de guerra para defenderse de los ataques de piratas y corsarios; la flota de Indias llevaba las mercancías a los puertos centroamericanos y después regresaba nuevamente a Sevilla con mercancías americanas, oro y plata. El oro y la plata eran acuñados en la Ceca o Casa de la Moneda de Sevilla; una parte era para la Corona (el quinto real y otros impuestos) y otra se destinaba al pago de las mercancías enviadas en el viaje de ida a América. Sin embargo, la explotación española del Nuevo Mundo tuvo que enfrentarse a dos graves problemas: a) Los ataques de piratas, corsarios y flotas de guerra de países enemigos, que trataban de apoderarse de los importantes cargamentos de oro y plata que traía la flota de Indias de regreso a Sevilla, vitales para la monarquía. b) El contrabando europeo con América, que burlaba el monopolio español y que suponía privar a la monarquía de importantes ingresos en concepto de impuestos comerciales. 15 XVII, Francia se erigió como la nueva gran potencia europea. No obstante, España continuó su guerra en solitario contra Francia hasta la Paz de los Pirineos (1659), donde se confirmó el declive definitivo de la monarquía hispánica y supuso la cesión a Francia del Rosellón y la Cerdaña -territorios catalanes situados al otro lado de los Pirineos-, la región del Artois y algunas otras plazas flamencas. En conclusión, el reinado de Felipe IV se desenvolvió en un escenario de guerra permanente, que dejó arruinada a la monarquía y al país, en un estado de agotamiento económico y de postración. Sin embargo, antes de que la guerra diera al traste con todo, el nuevo monarca, y en particular su valido, el conde duque de Olivares, habían iniciado el reinado con un ambicioso programa de gobierno que pretendía reformar todo lo necesario para devolver a la monarquía hispánica su perdida grandeza. EXPLICA LOS PRINCIPALES PROYECTOS DE REFORMA DEL CONDE DUQUE DE OLIVARES El ideario del conde duque de Olivares se apoyaba en dos principios fundamentales que inspiraban todo su programa de gobierno: a) La «reputación», que exigía volver a la tradición imperial de prestigio y recuperar el protagonismo en el exterior. Su consecuencia inmediata fue la reanudación de la guerra contra Holanda al finalizar la Tregua de los Doce Años (1621) y una activa participación en los conflictos europeos. b) La «reformación», que se plasmó en una serie de ambiciosos proyectos interiores, cuya finalidad última era fortalecer la monarquía y evitar su decadencia. Sin embargo, la población recibió mal sus proyectos de reforma que abarcaban todos los ámbitos, desde la economía hasta las costumbres y la moral; siendo boicoteada por los grupos sociales que podían sentirse perjudicados. Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde Duque de Olivares (1587-1645): Tercer hijo del conde de Olivares, nació en Roma y por no ser primogénito inició estudios de Cánones en la universidad de Salamanca, para dedicarse a la carrera eclesiástica. Pero la temprana muerte de sus dos hermanos mayores y poco después la de su padre le permitieron heredar el titulo y el mayorazgo de su casa. Permaneció un tiempo en Sevilla ocupándose de sus dominios y se casó con Isabel de Velasco, dama de honor de la reina Margarita, lo que le facilitó su ingreso en la Corte. A partir de entonces, su carrera política fue muy similar a la del duque de Lerma. En 1615 fue nombrado gentilhombre de cámara del príncipe, cargo desde el cual se ganó la confianza del heredero. Cuando accedió al trono Felipe IV en 1621, Olivares fue nombrado sumiller de corps y un año más tarde caballerizo mayor, con lo que podía ejercer un absoluto control sobre la persona del monarca y su entorno más inmediato. También como Lerma, se convirtió en el valido del nuevo rey, persiguió y desplazó a los miembros de la camarilla de su predecesor, para después ocupar esos cargos con sus allegados. Igualmente aprovechó su posición para engrandecer su linaje, pero lo hizo con más discreción y mesura que Lerma. Y a diferencia de este, Olivares si tenía un proyecto de gobierno y una inagotable capacidad de trabajo. Pero su talante autoritario, sus errores políticos y las circunstancias desfavorables provocaron su caída en desgracia y Felipe IV prescindió de sus servicios en 1643. Olivares se retiró a Loeches y después a la localidad zamorana de Toro, donde murió dos años después. Además, la situación de guerra casi permanente exigía soluciones urgentes e inmediatas lo que obligaba a aplazar unas reformas y proyectos que requerían tiempo y paz para su realización, destacando entre ellos los siguientes: 16 Proyecto de creación de un banco estatal: la red nacional de erarios Olivares pretendía crear una red nacional de erarios que liberase a la Corona de su dependencia de la banca extranjera. La idea no era nueva, pero si sus características. Estos erarios actuarían como bancos: pagarían un interés a quienes depositaran su dinero en ellos y concederían prestamos a la Corona, que así obtendría la ayuda de sus súbditos y no se endeudaría con extranjeros. Pero para constituir la red de erarios se necesitaba un capital fundacional, que debían aportar obligatoriamente y en proporción a su riqueza todos los súbditos, cuya fortuna superase una cierta cantidad (2.000 ducados). Las Cortes se opusieron a la obligatoriedad de esta aportación inicial, ya que habría supuesto una investigación sobre las fortunas privadas y a cambio aceptaron el aumento de un impuesto que gravaba productos de primer a necesidad. De este modo fracasó un proyecto innovador y se sustituyó por un recurso tradicional de efectos limitados. Proyecto de unifidad jurídica e institucional de la monarquía Para Olivares el asunto político más importante era la unificación de la monarquía bajo unas mismas leyes e instituciones, según el modelo de Castilla. En su opinión, una monarquía unitaria facilitaría el gobierno de todos los territorios y la solidaridad entre todos sus habitantes. Propuso en el Memorial secreto o Gran Memorial de 1624 dirigido a Felipe IV, que debería convertirse en «rey de España» y no de una suma de territorios, para ello le proponía tres vías posibles: a) Fomentar los matrimonios entre naturales de Castilla y de otros territorios y conceder beneficios y dignidades en Castilla a los originarios de otros reinos. Sería la vía más conveniente, aunque la más lenta. b) Negociar en cada territorio la modificación de sus leyes, pero con la presencia de un poderoso ejército que sugiriera la posibilidad de imponer los cambios por la fuerza. c) Aprovechar la presencia de ese cuerpo de ejército para fomentar rebeliones populares, que justificaran una intervención militar para después, aplicando el derecho de conquista, eliminar los fueros locales e imponer las leyes de Castilla. Esta sería la vía más rápida, aunque no la más deseable. Sin embargo, este proyecto político ni siquiera se intentó, ya que la primera vía era demasiado complicada y lenta; y las otras dos, demasiado arriesgadas en un contexto de guerra y amenaza exterior constante. Proyecto de un ejército nacional permanente: La unión de Armas La Unión de Armas pretendía crear un ejército permanente integrado por 140.000 hombres reclutados en todos los reinos de la monarquía, en proporción a su población y riqueza. De ese modo cualquier territorio que fuese atacado por el enemigo seria socorrido por una fuerza de 20.000 hombres (la séptima parte de ese ejército); o lo que es lo mismo, se podrían atender hasta siete frentes simultáneos. Olivares pretendía con este proyecto tres objetivos: a) La creación de un poderoso y eficaz ejército. b) La distribución del coste de la guerra entre todos los territorios de la monarquía, descargando a Castilla de un peso que llevaba prácticamente en solitario. c) El fortalecimiento, por medio de la colaboración en el ejercito, de lazos de solidaridad entre todos los súbditos, independientemente de su lugar de origen. Sin embargo, en la Unión de Armas la distribución de las cargas estaba muy lejos de ser ajustada y proporcional a la población real de los distintos territorios: a Castilla le correspondía una aportación de 17 hombres solo tres veces superior a la de Cataluña, cuando tenía una población quince veces mayor. En cualquier caso, el proyecto fracasó por la oposición de las Cortes de la Corona de Aragón, que recelan de una monarquía a la que consideraban ajena, y de una medida que iba en contra de lo establecido en sus fueros. Al final, las Cortes de Aragón y de Valencia se negaron a aportar hombres, pero concedieron sendas sumas de dinero; pero las de Cataluña ni hombres ni dinero. COMPARA Y COMENTA LAS REBELIONES DE CATALUÑA Y PORTUGAL DE 1640 La crisis de 1640 y la caída de Olivares Las necesidades financieras de la monarquía a causa de la Guerra de los Treinta Años obligaron a aplazar las reformas proyectadas y a recurrir a algunas medidas que agravaron aun más la crisis social y económica, sobre todo en Castilla, además de problemas políticos. Se implantaron nuevos impuestos, se vendieron cargos públicos, se convirtió en señoríos tierras de realengo a cambio de dinero, etc… En consecuencia, el descontento social y la oposición a la política de Olivares se generalizó, asi: a) En los territorios periféricos (Portugal, Aragón, Valencia y Cataluña) las pretensiones unitarias y centralistas de Olivares fueron muy rechazadas. b) Los miembros de la alta nobleza se quejan del escaso protagonismo político que les concedía el autoritarismo del valido. c) Las clases populares denuncian su agotamiento económico y la presión fiscal que sufren. Por estos motivos los conflictos: y protestas fueron constantes desencadenándose rebeliones en muchas partes: Vizcaya (1632), Cataluña (1640-1652), Portugal (1640-1668), Andalucía (1641)…. El momento más crítico para la monarquía se alcanzo en 1640, cuando estallaron las rebeliones independentistas de Cataluña y Portugal. Con ellos la impopularidad del valido fue en aumento y Felipe IV lo apartó de la política en 1643, muriendo dos años después. Pero su caída no fue suficiente para restablecer la paz social, ya que las rebeliones de Cataluña y Portugal continuaron, y brotaron nuevos estallidos populares en Andalucía (entre 1647 y 1652), Nápoles (1647) y en Sicilia (1647). La rebelión de Cataluña (1640-52) La causa inmediata de la rebelión catalana fueron los desmanes cometidos sobre la población por parte de los soldados castellanos e italianos destinados en el frente catalán con motivo de la guerra contra Francia. Hubo enfrentamientos entre campesinos y soldados en diferentes partes y la rebelión se extendió a la ciudad de Barcelona, donde un grupo de rebeldes disfrazados de segadores iniciaron un gran motín y asesinaron al virrey en la festividad del Corpus Christi (Corpus de Sangre de 1640). Pero en realidad fue una revuelta anticentralista, que empujó a los catalanes a buscar el apoyo del rey francés, Luis XIII, al que nombraron conde de Barcelona. Sin embargo, la crisis económica, unida a un nuevo brote de peste y a la opresión francesa, peor que la castellana, provocó el agotamiento de los catalanes, que se rindieron en 1652 a las tropas de don Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV, bajo la condición de que se respetaran sus antiguos fueros. Cataluña mantendría vivo durante mucho tiempo el amargo recuerdo de su vinculación a Francia. La rebelión e independencia de Portugal (1640-68) En amplios sectores de la sociedad portuguesa se consideraba que la incorporación de su reino a la monarquía hispánica en tiempos de Felipe II les había acarreado más inconvenientes que ventajas: Portugal había atraído hacia sus territorios coloniales a los enemigos de España, como los holandeses, 20 Por tanto, la expansión demográfica y económica que caracterizaría al siglo XVIII había comenzado ya en el último cuarto del siglo XVII, al margen del declive político que atravesaba la monarquía. Las repercusiones sociales de la crisis La crisis del siglo XVII afectó, en mayor o menor medida a todas las capas sociales, que reaccionaron de formas distintas en un afán de compensar y superar las dificultades de la época: La nobleza experimentó un considerable aumento numérico, como consecuencia de las ventas de títulos, hábitos de las órdenes Militares e hidalguías, a las que con tanta frecuencia recurrió la Corona en su búsqueda desesperada de nuevas fuentes de ingresos. Por su parte, el descenso demográfico y la crisis agraria provocaron una disminución de las rentas señoriales que obligó a la nobleza a endeudarse para poder mantener su lujoso tren de vida. Igualmente creció el número de religiosos, aunque en este caso por un motivo diferente: ingresar en el clero, como medio de vida, era una buena solución en tiempos de dificultades económicas. Por otra parte, la escasa burguesía tenía como máxima aspiración abandonar sus negocios e invertir sus beneficios en tierras, señoríos y rentas fijas -como los juros o títulos de deuda pública-, e incluso en la adquisición de un título nobiliario. Esta actitud, calificada como «traición de la burguesía», se ha achacado a menudo a la mentalidad nobiliaria, antiburguesa y rentista imperante en la sociedad española desde la expulsión de los judíos. Sin embargo, se olvida que en una época de crisis económica y de grandes incertidumbres para los negocios, la inversión en tierras y en rentas fijas no es solo cuestión de mentalidad, sino también de un comportamiento económico prudente. En cuanto al campesinado, especialmente el de Castilla, fue sin duda el sector social más afectado por la crisis económica y por la voracidad fiscal de la Corona. Muchos pequeños campesinos se vieron forzados a endeudarse, debido malas cosechas u otras dificultades, y con frecuencia no poder devolver los préstamos a sus acreedores perdiendo sus tierras y teniendo que emigrar. Esto agravó aun más la situación de los que permanecieron en las aldeas, pues al reducirse su número les correspondió una cuota mayor de impuestos. No sorprende, por tanto, que se produjera un resurgimiento del bandolerismo, como intento desesperado de escapar de la miseria. Por último, la pobreza era especialmente visible en las ciudades más grandes (Madrid, Sevilla), que se convirtieron en refugio de inmigrantes arruinados procedentes del medio rural. Muchos de ellos acabaron engrosando el cada vez más numeroso colectivo de pícaros y mendigos, que constituían una imagen habitual del escenario urbano, reflejado perfectamente en la literatura y el arte de nuestro Siglo de Oro. 21 ESTÁNDARES RELACIONADOS CON EL BLOQUE 4 EXPLICA LAS CAUSAS DE LA GUERRA DE SUCESIÓN Y LA COMPOSICIÓN DE LOS BANDOS EN CONFLICTO La Guerra de Sucesión 1701-14: una contienda civil y europea En 1700 murió sin descendencia Carlos II, último rey español de la dinastía de los Habsburgo. Los dos candidatos con más derechos al trono eran el archiduque Carlos de Austria, de la rama austriaca de los Habsburgo, y Felipe de Anjou, de la casa de Borbón. Carlos II había nombrado como heredero a este último, que era nieto de Luís XIV de Francia, el monarca más poderoso de Europa en ese momento, y por tanto, el mejor aliado posible para garantizar la integridad territorial de la debilitada monarquía hispánica. En un principio, Felipe V fue aceptado sin oposición tanto en España como en Europa, salvo por parte del emperador de Austria, que no había reconocido el testamento de Carlos II y había iniciado las hostilidades en Italia. Pero pronto las potencias europeas se alarmaron ante la posibilidad de que se formara un poderoso bloque francoespañol. El temor estaba justificado porque Luis XIV obraba como si fuera el rey efectivo de España, y además, había reconocido los derechos sucesorios de Felipe V al trono francés. Esto podría conducir en un futuro a la unión de Francia y España bajo una misma Corona, cuya hegemonía seria indiscutible. En consecuencia, Inglaterra y Holanda decidieron apoyar a Austria en su lucha por instalar al pretendiente austriaco en el trono español, lo que desencadenó la Guerra de Sucesión española, el primer conflicto armado del siglo XVIII en Europa. Posteriormente se unieron a la alianza Portugal y el ducado de Saboya. La Guerra de Sucesión fue al mismo tiempo una contienda europea y una guerra civil española: a) Como guerra europea se enfrentaron el bando franco-español y la Gran Alianza antiborbónica (Austria, Inglaterra, Holanda, Portugal y Saboya). b) Como guerra civil española en general, los territorios de la Corona de Aragón se inclinaron por el archiduque Carlos de Austria, y los de la Corona de Castilla apoyaron a Felipe V, aunque hubo partidarios de uno y otro pretendiente en ambas Coronas. En 1711 la contienda entró en una nueva fase a raíz de la elección del archiduque Carlos de Austria como emperador de Alemania, tras la muerte de su hermano. Este cambio de situación planteaba una nueva amenaza para Europa en el caso de que a Carlos se le proclamara también rey de España, ya que se formaría un gran bloque hispanoalemán como en los tiempos de Carlos I. Ante esta posibilidad, Inglaterra presionó para finalizar la guerra y se iniciaron unas largas negociaciones que condujeron finalmente a la Paz de Utrecht de 1713. No obstante, Austria quedo fuera de esta paz, ya que no renunciaba al trono español, y la guerra continuó en Cataluña hasta el 11 de septiembre de 1714, día en que las tropas borbónicas entraron Barcelona tras un largo asedio. Finalizada ya la contienda, todavía se mantuvo como último reducto austracista, durante casi un año más, el reino de Mallorca, que capitulo en 1715. 22 DETALLA LAS CARACTERÍSTICAS DEL NUEVO ORDEN EUROPEO SURGIDO DE LA PAZ DE UTRECH Y EL PAPEL DE ESPAÑA EN ÉL La paz de Utrecht Se denomina genéricamente Paz de Utrecht a una serie de tratados bilaterales entre los contendientes de la Guerra de Sucesión, El primero y fundamental fue el tratado de paz y amistad francobritanica firmado en dicha ciudad holandesa en el año 1712. Inglaterra fue la gran vencedora del conflicto e inició un imparable ascenso como nueva potencia mundial. A través de diferentes tratados, obtuvo todo tipo de ventajas: a) Militares, como la demolición de la base naval francesa de Dunquerke. b) Mercantiles, como el asiento de negros -monopolio para introducir esclavos negros en la América española durante treinta años- y el navío de permiso -autorización para enviar a América un navío al año con 500 toneladas de mercancías para su venta-:. Ambas concesiones fueron utilizadas por Inglaterra para camuflar un amplísimo contrabando con el nuevo Mundo. c) Territoriales, como la obtención de Gibraltar y Menorca, que facilitaban la penetración inglesa en el Mediterráneo, y Terranova, cedida por Francia, de gran importancia pesquera y estratégicamente situada para la posterior adquisición de Canadá. España, por el contrario, fue la gran perdedora, ya que, a cambio del reconocimiento de Felipe V como rey, tuvo que ceder sus territorios europeos: a Saboya se le adjudicó Sicilia; al emperador Carlos de Austria, los Países Bajos, el ducado de Milán, Nápoles y Cerdeña. Posteriormente Austria y Saboya intercambiaron Sicilia y Cerdeña. Portugal se anexionó la colonia de Sacramento (Uruguay). El nuevo equilibrio europeo La Paz de Utrecht no se limitó a poner fin a la Guerra de Sucesi6n española, sino que también acabó con la hegemonía ejercida por Francia en la segunda mitad del siglo XVII e inauguró un nuevo orden internacional, basado en el equilibrio entre tres grandes potencias rivales, en torno a las cuales se agruparán, según las circunstancias de cada momento, las demás naciones europeas: a) Francia conservaba su primacía en el terreno intelectual, pero estaba agotada por el esfuerzo bélico impuesto por Luis XIV. b) Austria era el territorio más extenso y poblado de Europa tras las adquisiciones de Utrecht, pero tenía como debilidad la falta de unidad de su imperio. c) Inglaterra se convirtió en la gran potencia del siglo sobre la base de su fuerza marítima y comercial. El nuevo sistema se basaba en la rivalidad latente entre los Estados, que se aliaban formando bloques opuestos, pero de igual poder, lo que garantizaba la paz mediante un inestable equilibrio entre ellos. En el llamado Siglo de las Luces la razón alcanzó incluso a las guerras, que fueron menos frecuentes y más profesionales: solo se iniciaban si existían posibilidades reales de victoria, y acababan cuando se reconocía la superioridad militar del enemigo. Las paces también fueron más equitativas y pretendían recomponer el equilibrio roto. En este nuevo orden europeo España, que había sido la gran potencia hegemónica desde el siglo XVI hasta el final de la Guerra de los Treinta Años en 1648, quedó relegada a potencia de segundo rango, como aliada de Francia, y rival de Inglaterra y Austria. Desde el final de la Guerra de Sucesión hasta 1730, la política exterior de Felipe V se orientó a recuperar las antiguas posesiones españolas en Italia, lo que suponía la revisión del sistema salido de Utrecht; política a la que contribuyó la presión de Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V, que aspiraba a que sus hijos ocupasen tronos italianos. 25 particulares podían cargar sus mercancías, y una vez registradas en Cádiz en barcos autorizados poder partir para América cuando quisiesen. Esta medida resulto también insuficiente, por lo que se avanzó un paso más en liberalización. 2) Con los decretos de 1765 y 1778 se autorizó el libre comercio directo desde los puertos peninsulares con los americanos y se suprimió definitivamente el monopolio del puerto de Cádiz. Esto supuso la decadencia de las compañías privilegiadas y monopolísticas creadas en la primera mitad del siglo, pero fue un gran estimulo para la industria y el comercio, en especial para Cataluña. Como resultado de estas medidas el comercio con América aumentó notablemente a lo largo del siglo, pero aquel continente era un mercado demasiado grande para la escasa capacidad productiva de la industria peninsular. En consecuencia, la mayoría de las manufacturas enviadas a América eran extranjeras, predominando en la exportación propiamente española, sobre todo, los productos agrícolas. Por otra parte, el volumen del contrabando era muy elevado; en opinión de algunos, incluso superior al del comercio legal. ESPECIFICA LAS CAUSAS DEL DESPEGUE ECONÓMICO DE CATALUÑA EN EL SIGLO XVIII Cataluña representaba, dentro del conjunto de la economía española del siglo XVIII, un caso particular, pues en esta centuria experimentó un despegue económico que la convirtió en la zona más dinámica y avanzada de España, y la única encaminada con una trayectoria firme hacia la revolución industrial. La explicación radica en parte en la situación especial del campo catalán. Desde la Edad Media, los propietarios feudales catalanes habían cedido el disfrute de la tierra a los campesinos mediante contratos perpetuos o de muy largo plazo a cambio de una renta fija (censos enfitéuticos). Con el paso del tiempo y la inflación, dicha renta había quedado reducida a una cantidad simbólica, lo que convertía al campesino catalán en propietario de hecho de la tierra que trabajaba teniendo, por tanto, incentivos para realizar mejoras en ella, como plantar vides para la comercialización de vinos u otros cultivos. Pero el efecto beneficioso de la enfiteusis no acababa solo en el campo, puesto que repercutía también en la producción industrial y en el comercio. El campesinado, al orientar su producción al mercado y no al autoconsumo, disponía de más ingresos y compraba en los mercados aquello que necesitaba y no producía. Esta demanda campesina estimulo la producción industrial catalana que fue reinvirtiendo parte de sus beneficios en la creación de nuevas industrias, iniciándose así un crecimiento continuo. Por otra parte, la industria catalana, fundamentalmente la textil se vio favorecida también por la política proteccionista de la Corona, que prohibió la importación de ciertos productos extranjeros, como las telas de Asia, para evitar que pudieran hacer la competencia a las españolas. Por último, la liberalización del comercio con América resultó también especialmente beneficiosa para Cataluña, ya que desde el puerto de Barcelona se exportaban a América productos locales en su gran mayoría (vinos, aguardientes y textiles). 26 COMENTA LAS IDEAS FUNDAMENTALES DE LA ILUSTRACIÓN Y DEFINE EL CONCEPTO DE DESPOTISMO ILUSTRADO La razón como principio, el progreso como fin La Ilustración fue el fenómeno cultural e intelectual de mayor trascendencia en la Europa del siglo XVIII, también conocido como Siglo de las Luces. Su origen y mayor desarrollo estuvieron en Francia, aunque sus fuentes procedían también de otros países en especial de Inglaterra, y también de épocas anteriores. El pensamiento ilustrado partía de los logros de la revolución científica del siglo XVII, que llevaron a la conclusión de que la naturaleza se regía por leyes comprensibles para la razón humana y que por tanto podían ser formuladas científicamente. En consecuencia, la sociedad se debía organizar racionalmente, rechazando muchas de las viejas creencias y prácticas sociales tradicionales, basadas más en la fe que en la razón.. Así, las dos grandes consignas de este siglo XVIII, expansivo y optimista, fueron el progreso y la felicidad popular, entendida ésta en el sentido actual de bienestar social. La Ilustración se basó, por tanto, en el culto a la razón, ya que ésta no solo podía explicar las leyes de la naturaleza, sino también el funcionamiento de la sociedad y el comportamiento humano, e incluso perfeccionarlos. Por esta razón los Ilustrados van a ser críticos con las bases políticas, sociales y culturales del Antiguo Régimen, postulando, en el aspecto político el reformismo del viejo Estado, en cuya aplicación práctica encajaría el denominado Despotismo ilustrado. Los límites de la crítica ilustrada al Antiguo Régimen El pensamiento ilustrado fue un fenómeno minoritario que se redujo a algunos círculos intelectuales de la nobleza y del clero y a algunos plebeyos cultos. No obstante, contó con el apoyo de la monarquía, que coincidía con ellos en el deseo de modernización y progreso del país. Pero, siendo para gran parte de sus promotores miembros de los estamentos privilegiados, su crítica no podía perseguir la liquidación del Antiguo Régimen, sino solo las reformas necesarias para racionalizarlo sin destruir sus bases fundamentales. En este sentido no se cuestionaba la monarquía absoluta y solo se pretendía que el rey actuara acorde a los dictados de la razón y en beneficio del reino. Tampoco se planteaba acabar con la sociedad estamental, ni con los privilegios de la nobleza y el clero, sino que estos estamentos, como clase dirigente, desempeñaran un papel activo al servicio del reino para ser merecedores de tales privilegios. No obstante, la crítica que la Ilustración emprendió contra la sociedad tradicional abrió camino a posteriores planteamientos más radicales, como los defendidos por Voltaire, Montesquieu y Rousseau (división de poderes, soberanía nacional, igualdad jurídica,…) que sí exigían la sustitución del Antiguo Régimen por un nuevo modelo de sociedad, basado en los principios del liberalismo, en especial tras el estallido de la Revolución francesa en 1789. El despotismo ilustrado En relación con el propósito de racionalizar la aplicación política del Antiguo Régimen a los principios de la Ilustración, pero sin destruirlo, se impuso en la Europa del siglo XVIII, como ideal político el despotismo ilustrado, que en definitiva se puede definir como el intento de adaptar el absolutismo monárquico y su práctica a las ideas de racionalidad y orden natural de la Ilustración, cuyo programa y filosofía se resume en una frase: «todo para el pueblo, pero sin el pueblo», en base a dos principios fundamentales: a) El poder absoluto de la monarquía, lo que no suponía ninguna ruptura con la tradición política anterior. 27 b) El ideal del rey filósofo que era una consecuencia lógica del carácter aristocrático del pensamiento ilustrado. Solo un rey filósofo, asistido por las minorías ilustradas del país, sabía lo que convenía a sus súbditos y estaba en condiciones de impulsar la reforma racional de la sociedad en todos los aspectos necesarios para el progreso y la felicidad de su pueblo: especialmente en la educación (para que fuera útil), en la economía (para que aumentara la producción y la riqueza), en la política respecto a la Iglesia (para que cumpliera su función con moralidad y eficacia), etc. El despotismo ilustrado de Carlos III En España, el reinado de Carlos III es el que mejor responde al modelo de despotismo ilustrado y supone la aplicación de la manera más común de gobernar en la Europa de su tiempo (Federico II de Prusia, Catalina II de Rusia y José II de Austria), mezcla de racionalidad y modernidad (ilustración), y de inmovilismo y autoritarismo (absolutismo). Por ello, el objetivo de las reformas políticas, sociales y económicas emprendidas será el de modernizar y enriquecer el país, pero sin tocar el orden social y el absolutismo político. El gobierno del rey debe procurar el beneficio y bienestar de su pueblo pero sin contar con él. Para ello Carlos III se rodeó de ministros y consejeros reformistas, como el conde de Aranda, el conde de Floridablanca y, sobre todo Campomanes. Empezó por la reforma de Madrid, una de las capitales más sucias y pobres de Europa: se empedraron sus calles, se instalaron farolas de aceite para su alumbrado, se construyeron paseos monumentales, se regulo el sistema de evacuación de residuos, etc. No es extraño, por tanto, que se le haya considerado el mejor alcalde de Madrid. Asimismo, potenció una política económica para la modernizar y mejorar de las estructuras productivas y comerciales de España. También emprendió reformas en la educación, la administración de justicia y el ejército, que adquirió un carácter más profesional y al servicio del Estado. Pero lo que mejor reflejó el espíritu ilustrado de su reinado fue su afán de extender a todas las capas sociales su deseo de modernización y reforma. La Ilustración llegó a España con cierto retraso respecto a Europa, constituyendo los reinados de Felipe V y de Fernando VI una etapa previa y preparatoria, en la que el espíritu de cambio se canalizó esencialmente a través de dos grupos minoritarios: a) Los novatores, término despectivo empleado contra quienes, desde finales del siglo XVII, aspiraban a una cierta renovación en el panorama intelectual. b) Los proyectistas, nueva denominación que se aplicó en el siglo XVIII a quienes, como los arbitristas del siglo anterior, pretendían ofrecer remedios a los problemas del país. Pero por encima de todos ellos, en la primera mitad del siglo destacaron dos figuras que representan el espíritu crítico de los comienzos de la Ilustración española: el benedictino Benito J. Feijoo, autor del Teatro crítico universal, y el erudito valenciano Gregorio Mayans. Sin embargo, el pleno desarrollo de la Ilustración en España se produjo en la segunda mitad del siglo, con Carlos III, que, como se ha visto en el apartado anterior, fue uno de los monarcas europeos que mejor encarnó los ideales ilustrados. Durante su reinado tuvieron un gran protagonismo, además de los ministros ya citados (Aranda, Flo- ridablanca y Campomanes), grandes intelectuales de la talla de Jovellanos y Olavide, cuya colaboración en algunos de los proyectos de reforma del monarca fue muy destacada.
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