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ESTANDARES HISTORIA DE ESPAÑA, Apuntes de Historia de España

estandares de historia de españa para la ebau

Tipo: Apuntes

2019/2020

Subido el 22/01/2020

sergiofeve
sergiofeve 🇪🇸

5

(1)

2 documentos

Vista previa parcial del texto

¡Descarga ESTANDARES HISTORIA DE ESPAÑA y más Apuntes en PDF de Historia de España solo en Docsity! BLOQUE 1 Explica las diferencias entre la economía y la organización social del Paleolítico y el Neolítico y las causas del cambio La etapa que conocemos como Paleolítico se desarrolló en la península Ibérica desde los primeros homínidos hasta el 9.000 a. C. Tradicionalmente se ha distinguen tres fases dentro de ella: Inferior (hasta el 100.000 a. C.), Medio (100.000-35.000 a. C.) y Superior (35.000-9.000 a. C.). En la primera de ellas tuvo lugar la aparición del homo antecessor, cuyos restos han sido hallados en el yacimiento Gran Dolina (Atapuerca). Los individuos de esta especie se organizaban en pequeñas hordas de cazadores- depredadores que, en ocasiones, llegaban a practicar el canibalismo. Solían asentarse en las inmediaciones de los ríos, cambiando de asentamiento varias veces a lo largo del año. Durante el Paleolítico Medio la principal especie de homínidos fue la de los neandertales, quienes compartían con el homo antecessor cuestiones como el nomadismo y una base económica y alimenticia sustentada en la caza. Ahora bien, los grupos humanos de este periodo comenzaron a buscar refugio en las cuevas. Además, en ocasiones las decoraron con pinturas rupestres, lo que parece indicar un principio de culto religioso o espiritual. Por último, gracias al desarrollo de una cultura material más sofisticada, así como a sus mayores capacidades intelectuales, pudieron comenzar a cazar animales de gran tamaño. El último periodo del Paleolítico sirvió de escenario para la aparición del homo sapiens y su expansión por el planeta. Este grupo homínido desarrolló una cultura material notablemente superior a la de sus antecesores, así como cultos espirituales más complejos, incluyendo los enterramientos individuales con ajuar funerario. Además, perfeccionaron la industria lítica con útiles de hueso y marfil profusamente decorados. En el Paleolítico Superior también surgió la pesca, el marisqueo y la recolección de frutos. Tal como se ha comentado al comienzo del texto, antes de abordar el Neolítico y sus principales diferencias con el periodo que acabamos de describir, es preciso hacer hincapié en la existencia de una etapa intermedia: el Mesolítico. Entre el 9.000 y el 6.000 a. C., la península Ibérica se sumergió en un proceso de cambio que sirvió de tránsito entre el Paleolítico y el periodo que procederemos a explicar a continuación. El Neolítico se desarrolló del 9.000 al 2.500 a. C., y su gran diferencia con el periodo anterior fue la aparición de la agricultura y la ganadería. A su vez, la existencia de cultivos y la posibilidad de domesticar ciertos animales hizo posible la aparición de asentamientos estables; hablamos, en definitiva, del final del nomadismo paleolítico, que dio paso a un proceso de sendentarización. Otro de los aspectos novedosos de los grupos humanos neolíticos con respecto a las etapas históricas anteriores tiene que ver con la fabricación en madera de instrumentos y herramientas de trabajo sofisticadas, como la azada, la hoz y los molinos de viento. A 1 BLOQUE 1 todo esto, hemos de añadir una división más compleja del trabajo, así como la aparición de diferencias sociales. Por último, es preciso hacer referencia a la existencia de prácticas funerarias y cultos religiosos mucho más avanzados que los propios del Paleolítico. De entre ellos cabe destacar los sepulcros de fosa, pertenecientes a una cultura que se desarrolló durante el IV milenio a. C. en el noreste peninsular. 2 BLOQUE 1 Resume las características de la monarquía visigoda y explica por qué alcanzó tanto poder la Iglesia y la nobleza. A lo largo de los siguientes párrafos se abordarán las principales características de la monarquía visigoda, así como la importancia de la Iglesia y la nobleza en el reino. La explicación se divide en dos grandes bloques, estando dedicado el primero a la organización de poder, y el segundo al proceso de unificación de la cultura hispanorromana y visigoda a través del marco legal y el culto religioso. Sin duda, una de las principales características del reino visigodo fue el carácter electivo de sus monarcas; es decir, la corona no pasaba de padres a hijos -no era hereditaria-, sino que el nombramiento real dependía de una votación entre la nobleza. Los reyes estaban asistidos en su labor de gobierno por la corte palatina o Aula Regia, con sede en Toledo, de la que formaban parte los principales personajes del reino. En el ámbito social y jurídico destaca la división entre visigodos e hispanorromanos. Tras la conquista de Hispania, los primeros quedaron bajo la autoridad de sus propios gobernantes, los comes civitatis, mientras que los segundos mantuvieron su propia administración municipal y provincial. Además, por encima de los poderes locales se situaron los duces, jefes militares de las provincias que contaban también con atribuciones civiles y judiciales. A las diferencias institucionales se ha de añadir la prohibición de los matrimonios mixtos y la existencia de una legislación para cada grupo. Mientras los visigodos se regían por el Código de Ervigio, los hispanorromanos lo hacían según la Lex Romana Visigothorum. Ahora bien, en el año 653, el rey Recesvinto puso fin a esta dualidad al refundir los antiguos códigos en el Liber Iudiciorum, común a los dos grupos que poblaban la Península. La unión religiosa entre visigodos e hispanorromanos se produjo en el III Concilio de Toledo del año 589, cuando el rey Recaredo abandonó la confesión arriana y se convirtió al catolicismo. Como consecuencia de este hecho, la Iglesia fue adquiriendo un importante papel, cuya principal manifestación fue el status de asamblea legislativa que adquirieron los concilios. En ellos los obispos ratificaban las decisiones de los reyes y les daban fuerza legal. Además, pasaron a actuar como jueces e inspectores de impuestos, al tiempo que, con su apoyo, respaldaban el ascenso al poder de los distintos monarcas. Por último, al poder político que adquirió la Iglesia en los últimos decenios de existencia del reino visigodo, hemos de añadir la riqueza que supuso la adquisición de grandes extensiones de tierra y numerosos esclavos. 5 BLOQUE 1 Dibuja un mapa esquemático de la península Ibérica y delimita en él las áreas ibérica y celta. En los mapas adjuntos (ver imágenes de cabecera y pie) aparecen delimitadas las dos culturas predominantes de la Península en época prerromana: íberos y celtas. Como se puede observar, los primeros ocupaba la costa levantina desde los Pirineos hasta Gades (Cádiz), mientras que los segundos extendieron su influencia por las dos mesetas y el noroeste peninsular. En color verde se representan los pueblos pertenecientes a la cultura íbera, así como el nombre de los grupos que la conformaban. Serían, de norte a sur, los vascones, iacetanos, ilergetes, lacetanos, ilercavones, edetanos, contestanos, bastetanos y bástulos. Por su parte, los celtas aparecen representados en color azul, y de entre ellos cabe destacar a los caláicos, astures, cántabros, autriganes, caristios, várdulos, berones, tumódigos, vacceos, lusitanos, vettones, carpetanos, titos, belos, célticos, oretanos, olcades y turdetanos. 6 BLOQUE 1 7 BLOQUE 2 Explica las causas de la invasión musulmana y de su rápida ocupación de la península. Una explicación de la invasión de la península Ibérica por parte de los musulmanes requiere, en primer lugar, resumir brevemente la evolución del mundo islámico hasta el año 711. A eso se dedicará la primera parte de este texto, que irá seguida de una exposición de los principales motivos que permiten explicar la desintegración del poder visigodo en apenas tres años. El último apartado estará dedicado a los acuerdos entre determinados nobles hispanos y las nuevas autoridades musulmanas. En las primeras décadas del siglo VII, un comerciante de La Meca comenzó a predicar una nueva confesión monoteísta. Su nombre era Mahoma y, en apenas una década logró convertirla en la principal religión de la península Arábiga. A partir de entonces, gracias en gran medida al impulso de la idea de la yihad o guerra santa, el Islam logró extenderse por todo el norte de África, alcanzando el extremo sur del estrecho de Gibraltar. Uno de los motivos que permite entender la rapidez de la invasión musulmana del 711 es, sin lugar a dudas, la división existente en el seno de la nobleza visigoda. La disputa entre el rey Rodrigo y los hijos del anterior monarca, Vitiza, favoreció el éxito de las expediciones de conquista comandadas por Tariq ibn Ziyad y Musa ibn Nusayr. El primero de ellos, desembarcó en la Península con siete mil hombres, a los que poco después se unieron otro cinco mil. Con ellos derrotó al ejército visigodo en la batalla de Guadalete, donde perdió la vida el propio rey Rodrigo. La derrota militar tuvo dos consecuencias funestas para el reino de Toledo. En primer lugar, convenció a Musa, gobernador de Ifriquiya, de la necesidad de cruzar el Estrecho con un nuevo ejército invasor. De esta manera, él mismo penetró en territorio peninsular con otros 12.000 soldados. Y, en segundo término, animó a los musulmanes a proseguir su avance en dirección a Toledo (712) y, una vez tomada la plaza, hacia Zaragoza (714). En definitiva, el desmoronamiento del poder visigodo, unido al empuje que aportaba la nueva religión surgida en Arabia, hizo posible que, en apenas tres años, la Península pasara a convertirse en parte del Califato Omeya de Damasco. Ahora bien, la rapidez de la conquista se debió también, en gran medida, a los pactos alcanzados por los musulmanes con los nobles visigodos. Estos últimos, temerosos de perder sus territorios y privilegios, decidieron someterse al nuevo poder dominante a cambio de mantener sus posesiones. Por tanto, aunque se dieron episodios violentos, sobre todo en forma de batallas y asedios, buena parte de la invasión se llevó a cabo por la vía del acuerdo. 10 BLOQUE 2 Representa una línea del tiempo desde 711 hasta 1474, situando en ella los principales acontecimientos históricos 711. Desembarco de Tariq en la Península. 711. Batalla de Guadalete. 714. Musa culmina la conquista de la Península. 714. Abd al-Aziz gobernador de al-Ándalus. 722. Batalla de Covadonga. 722. Fundación del reino Astur. 732. Batalla de Poitiers. 740. Rebelión de los bereberes de al-Ándalus. 778. Derrota de los carolingios en Zaragoza. 756. Abd al-Rahmán I proclama el Emirato Independiente. 785. Los carolingios establecen la Marca Hispánica. 809. Se forma el condado de Aragón. 810. Fundación del reino de Pamplona. 859. Batalla de Albelda. 880. Rebelión de Ibn Hafsun. 900. Los musulmanes conquistan Baleares. 914. Ordoño II traslada la capital a León. 929. Abd al-Rahmán III proclama el Califato en Córdoba. 931. Cambio de denominación a reino de León. 932. Independencia del condado de Castilla. 939. Batalla de Simancas. 981. al-Masur es nombrado visir del califato. 988. Independencia del condado de Barcelona con Borrell II. 1000-1035. Reinado de Sancho III “el Mayor”. 1002. Muerte de al-Mansur. 1002. Inicio de la Fitna. 1029. Sancho III incorpora el condado de Castilla a sus posesiones. 1031. Descomposición del Califato. 1031. Primeros reinos de taifas. 1035. Aragón se convierte en reino con Ramiro I. 1037. Fernando I unifica León y Castilla. 1072. Alfonso VI unifica León y Castilla. 1076. Fuero de Sepúlveda. 1085. Alfonso V conquista Toledo. 1086. Comienzo del dominio almorávide. 1086. Batalla de Sagrajas. 1094. El Cid conquista Valencia. 1099. Los almorávides conquistan Valencia. 1118. Alfonso I “el Batallador” conquista Zaragoza. 1137. Unión dinástica del reino de Aragón y el condado de Barcelona. 1144. Segundos reinos de taifas. 11 BLOQUE 2 1147. Invasión de los Almohades. 1151. Tratado de Tudilén entre Castilla y Aragón. 1170. Alfonso II de Aragón conquista Teruel. 1179. Tratado de Cazola entre Castilla y Aragón. 1188. Celebración de las primeras Cortes de León. 1195. Batalla de Alarcos. 1212. Batalla de las Navas de Tolosa. 1212. Fundación del Estudio General de Palencia. 1218. Fundación de la Universidad de Salamanca. 1229. Jaime I de Aragón conquista Mallorca. 1230. Fernando III unifica Castilla y León. 1236. Fernando III conquista Córdoba. 1238. La Corona de Aragón conquista Valencia. 1248. Fernando III conquista Sevilla. 1273. Alfonso X funda el Honrado Concejo de la Mesta. 1282. La Corona de Aragón conquista Sicilia. 1283. Pedro III jura el Privilegio General y los Fueros de Aragón. 1340. Batalla del Salado. 1343. Los musulmanes pierden Algeciras. 1348. Ordenamiento de Alcalá. 1356-1369. Guerra de los dos Pedros entre Aragón y Castilla. 1359. Se establece la Diputación General de las Cortes Catalanas. 1366-1369. Guerra Civil Castellana entre Pedro I y Enrique de Trastámara. 1385. Batalla de Aljubarrota. 1402. Jean Bethancourt inicia la conquista de Canarias. 1410. Los castellanos conquistan Antequera. 1412. Compromiso de Caspe. 1431. Primera guerra irmandiña. 1443. Se establece la Real Chanchillería en Valladolid. 1443. La Corona de Aragón conquista Nápoles. 1451. Rebelión Campesina en Mallorca. 1462-1472. Guerra civil catalana. 1467. Segunda guerra irmandiña. 1469. Matrimonio de los Reyes Católicos. 1474. Inicio de la guerra entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja. 12 BLOQUE 2 Resume los cambios económicos, sociales y culturales introducidos por los musulmanes en al-Ándalus En paralelo a su evolución política, el territorio peninsular gobernador por los musulmanes experimentó un importante desarrollo en los ámbitos económico, social y cultural entre los siglos VIII y XV. A lo largo de las siguientes líneas se resumirán los puntos más importantes que atañen a cada uno de esos tres ámbitos, haciendo especial hincapié en la pertenencia de al-Ándalus al mundo islámico, así como a su inserción dentro de la historia económica, social y cultural de la Europa Occidental. En el campo de la economía abordaremos, en primer lugar, la aportación de los musulmanes a la agricultura peninsular. En los territorios andalusíes se introdujeron mejoras en el regadío, que se manifestaron fundamentalmente en la construcción de una importante red de acequias y en la aplicación de instrumentos como la noria, basada en la teoría de los vasos comunicantes. También se generalizaron cultivos como los cítricos, el algodón y el arroz. A su vez, se intensificaron otros como la morera, de especial interés para la cría de los gusanos de seda y la consiguiente producción de tejidos de lujo. En el ámbito artesanal, tomó especial importancia el trabajo de materiales como el cuero, el pergamino, el papel y el vidrio. También se intensificaron los flujos comerciales, tanto por el desarrollo de las ciudades como por la acuñación del dinar de oro y el dirhem de plata. El intercambio de productos se llevaba a cabo en los mercados o zocos, donde se encontraban los bazares (tiendas especializadas) y las alhóndigas (almacenes). Por último, para comprender ese florecimiento comercial, hay que hacer referencia a la situación estratégica de la Península y a la pujanza económica y amplitud geográfica del Islam medieval. A la hora de abordar la cuestión social es preciso tener en cuenta que, con la invasión del 711, llegaron al territorio peninsular dos nuevos grupos étnicos. Por un lado estaba la minoría de origen árabe que formaba la élite social; es decir, eran los grandes propietarios de tierras y ocupaban altos cargos en la administración. Y, por el otro, la población de origen bereber, que tenía una posición inferior. De entre estos últimos, muchos eran miembros del ejército y de la administración, si bien la mayoría desempeñaba trabajos artesanales, agrícolas y ganaderos. Además de estos dos grupos, la sociedad andalusí estaba compuesta por muladíes – cristianos que, tras la invasión, se habían convertido al Islam-, mozárabes –personas que mantenían la fe cristiana a pesar de vivir en territorio musulmán- y judíos. Por último, hemos de hacer referencia al papel secundario al que estaba relegada la mujer en al- Ándalus, pues estaba sujeta a la autoridad del varón y su vida se desarrollaba fundamentalmente dentro de la vivienda familiar. Como consecuencia del desarrollo económico y una relativa tolerancia intelectual, se introdujeron en al-Ándalus elementos culturales procedentes de todo el mundo musulmán. Este hecho tuvo una especial importancia, pues por aquel entonces el Islam 15 BLOQUE 2 era depositario y transmisor del legado mundo clásico, especialmente de la cultura griega. Esos nuevos elementos se adoptarán siempre con dos principios básicos: el árabe como lengua y el respeto a las creencias islámicas. De entre las aportaciones andalusíes al conjunto de la cultura islámica, cabe señalar, en primer término, la filosofía de Averroes y, de manera especial, sus comentarios a la obra de Aristóteles. También alcanzaron especial relevancia los escritos en verso del poeta Ibn Hazm y los trabajos de historia de Ibn Jaldun. Ahora bien, al-Ándalus destacó sobre todo en el terreno científico, y más en concreto en matemáticas y medicina. En esta última alcanzó gran fama Abulcasis, autor de una excepcional enciclopedia médica y quirúrgica que posteriormente sería traducida al latín. 16 BLOQUE 2 Describe las grandes etapas y las causas generales que conducen al mapa político de la península Ibérica al final de la Edad Media A la hora de abordar el análisis de un marco cronológico tan amplio –desde el año 711 hasta el final del siglo XIII- podemos considerar la existencia de tres grandes etapas: el periodo de formación de los reinos cristianos, su primera expansión y el proceso de Reconquista. A su vez, teniendo en cuenta la existencia de distintas entidades territoriales, nos ha parecido conveniente distinguir los núcleos cantábricos (occidentales) de los pirenaicos (orientales). La primera etapa se inició cuando, tanto en la cordillera Cantábrica como en los Pirineos, la resistencia de los cristianos logró frenar el avance musulmán. Una vez alcanzado ese objetivo, se formaron los siguientes núcleos de resistencia cristiana:  En la parte occidental se formó el reino Astur, constituido tras la victoria del noble visigodo Pelayo en la batalla de Covadonga (722). Esta nueva entidad política, que más tarde dio lugar al reino Asturleonés y al reino de León, reivindicó la herencia del antiguo reino de Toledo.  En la zona oriental, entre el Ebro y los Pirineos, el emperador Carlomagno fundó la Marca Hispánica, que será encomendada a diversos condes francos y autóctonos. Posteriormente, durante los siglos IX y X, navarros, aragoneses y catalanes se irán independizando progresivamente de los reyes francos. Nuestro análisis de la segunda etapa, situada cronológicamente en torno a los siglos X y XI, se centrará en las dos entidades políticas más importantes del territorio cristiano de la época. La primera de ellas es el reino asturleonés, que bajo el monarca Alfonso III inició la expansión hasta el Duero hacia el año 900. Además, en la frontera oriental de este reino apareció el condado de Castilla, que terminaría de alcanzar su independencia bajo el gobierno del conde Fernán González. La segunda entidad política de interés en este segundo periodo fue el reino de Pamplona. Destacó, sin lugar a dudas, el gobierno del rey Sancho III el mayor, quien logró unificar bajo su mandato los territorios de Castilla, León y Aragón, además de su propio reino. A partir del siglo XI, coincidiendo con la desintegración del Califato de Córdoba y el advenimiento de los reinos de Taifas, los cristianos iniciaron un rápido proceso de expansión que constituye el núcleo del proceso de Reconquista. Este fue protagonizado, en la parte occidental, por la Corona de Castilla y, en la oriental, por la Corona de Aragón. A continuación resumiremos por separado la expansión de cada una de ellas:  A medidos del siglo XI, el rey Fernando I, que había logrado unificar León y Castilla bajo su poder, se hizo con el dominio de toda la cuenca del Duero. Eso permitió a su sucesor, Alfonso VI, tomar Toledo en el año 1085, situándose así la frontera en el río Tajo. Más de un siglo después, en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa (1212), Alfonso VIII derrotó a los almohades, abriendo así la posibilidad 17 BLOQUE 2 Compara la organización política de la Corona de Castilla, la Corona de Aragón y el reino de Navarra al final de la Edad Media. A la hora de analizar las diferencias en la forma de organización política de Castilla, Aragón y el reino de Navarra, se ha de tener en cuenta, como elemento determinante, el poder real de las Cortes en cada uno de esos territorios. Solo a partir de esa clave se entiende en toda su hondura el desarrollo de la monarquía autoritaria en el caso castellano y de tipo pactista en el aragonés. En esta exposición, aunque sean de menor importancia, también se tendrán en cuenta otras cuestiones como el gobierno municipal o la legislación de los reinos. Como se ha indicado en el párrafo anterior, en la Corona de Castilla se desarrolló un modelo de monarquía autoritaria, caracterizada por la acumulación de gran cantidad de poderes y facultades por parte del rey. Las instituciones tradicionales castellanas, y de manera especial el Consejo Real y las Cortes, vieron reducidas sus funciones a tareas meramente consultivas o de aprobación de los designios reales. De entre ellas cabe destacar la presentación de agravios y el voto de subsidios. En íntima relación con el incremento del poder monárquico en Castilla, se ha de situar la mejora en la recaudación de impuestos y un mayor control sobre los municipios. Estos dos cambios permitieron al rey gobernar sin contar con las Cortes, lo que afectó negativamente a su relevancia política. A su vez, como consecuencia directa de lo anterior, tanto la nobleza como el clero perdieron interés por participar en sus deliberaciones. Por su parte, en Aragón terminó por implantarse un modelo político diferente, que comúnmente se ha denominado “pactista”. En cada uno de los reinos que componían la Corona contaba con sus propias Cortes, las cuales desempeñaban importantes funciones gracias a la fortaleza de los brazos nobiliar y clerical. De entre ellas destacó la capacidad legislativa, que hacía depender al monarca de ellas para establecer nuevas leyes. Además, en la investidura que daba inicio a su mandato, se comprometía ante las Cortes a respetar los fueros y costumbres de los reinos. Por último, es interesante señalar que, cuando el monarca aragonés precisaba de aportaciones económicas y solicitaba su votación, los representantes podían hacer propuestas legislativas y peticiones a cambio de su concesión. En definitiva, a diferencia de lo que sucedía en Castilla, en la Corona de Aragón el rey se veía obligado a pactar numerosas cuestiones de gobierno con las Cortes. La situación político-institucional del reino de Navarra presentaba, en las décadas finales de la Edad Media, notables similitudes con el caso aragonés. Se trataba también de una monarquía de tipo “pactista”, en la que las Cortes tenían funciones legislativas. Además, la lucha entre clanes nobiliares por el poder contribuía a debilitar el poder de la Corona. 20 BLOQUE 2 Comenta el ámbito territorial y características de cada sistema de repoblación, así como sus causas y consecuencias Con el fin de desarrollar con claridad y de forma correcta una cuestión tan compleja como la repoblación peninsular de los territorios reconquistados, se expondrá, en primer lugar, el ámbito territorial de este proceso, así como su cronología. Posteriormente, se procederá al análisis de los distintos modelos existentes, haciendo especial hincapié en sus características, causas y consecuencias. La primera fase de la repoblación se desarrolló, a lo largo de los siglos IX y X, en el valle del Duero y la Plana de Vic. El sistema utilizado fue la presura, que en territorio catalán recibió el nombre de aprisio. Sin embargo, a la hora de atraer población a los valles del Tajo y del Ebro, los monarcas optaron por el modelo concejil. Este, utilizado fundamentalmente en los siglos XI y XII, consistía en otorgar a una ciudad o un concejo una carta puebla o fuero. Durante los últimos decenios de la Reconquista predominó el repartimiento, empleado por la Corona de Castilla en Extremadura y los valles del Guadiana y del Guadalquivir, y por Aragón en Valencia y Baleares. Una vez descrito el ámbito territorial y temporal de la repoblación, abordaremos los tres modelos citados en el párrafo anterior. El primero de ellos es la presura o aprisio, llevada a cabo por los campesinos que, contando a en ocasiones con la dirección de la nobleza o del clero, ocupaban libremente las tierras despobladas. Posteriormente, el monarca se encargaba de sancionar la legalidad de ese proceder, pues se reconocía con ello el servicio que hacían al reino al consolidar las conquistas con sus asentamientos. La principal consecuencia de la presura fue el establecimiento de una pequeña y mediana propiedad que, aún hoy, puede observarse en la estructura territorial castellana. Como se ha señalado anteriormente, con el fin de atraer a la población cristiana a los territorios reconquistados, los reyes concedieron fueros y cartas pueblas a los habitantes de los concejos que se deseaba repoblar. La principal consecuencia fue la aparición de grandes comunidades de villa y tierra integradas por una ciudad que actuaba como capital y su territorio circundante (alfoz) formado por numerosas aldeas y sus términos. La principal consecuencia fue el establecimiento de unos términos municipales amplios en los que los habitantes poseían abundantes derechos. El sistema del repartimiento fue utilizado por los monarcas para recompensar, con grandes latifundios que se denominaban donadíos, a la nobleza y las órdenes militares por su contribución en las campañas de los siglos finales de la Reconquista. Este proceder condujo a un reparto desigual de la tierra y a la aparición de un reducido grupo de terratenientes y una gran masa de jornaleros sin propiedad. 21 BLOQUE 2 Explica el origen y características del régimen señorial y la sociedad estamental en el ámbito cristiano Aunque existe una estrecha relación entre el feudalismo y la estructura social de la Edad Media, se analizaran ambas cuestiones por separado. En primer lugar, se presentará, a grandes rasgos, el origen y evolución del régimen señorial en los reinos cristianos peninsulares. Y, en segundo término, se procederá a analizar, de manera sucinta, la base ideológica de la sociedad estamental, así como los principales rasgos de cada uno de los tres grupos que la conformaban. La feudalización de la sociedad cristiana peninsular fue un proceso que comenzó en los siglos IX y X, si bien no terminó de configurarse hasta el XI y XII. A pesar de la variedad de situaciones, este proceso presentó una serie de rasgos comunes en todos los territorios:  Erosión del poder monárquico; el rey no disponía de los instrumentos necesarios para ofrecer seguridad y justicia en todos sus dominios.  Fortalecimiento, por tanto, de la nobleza -tanto laica como eclesiástica-, que fue consolidando las concesiones reales hasta lograr que pasaran a ser hereditarias.  Ausencia de un poder centralizado del Estado sustentado en una fuerza coercitiva o ejército propio, así como de un código legal público y único. Ahora bien, a partir del siglo XIII los reyes, apoyándose en las élites urbanas, comenzaron a recuperar poder a costa de la nobleza y el clero. De esta forma el gobierno central se fue reforzando progresivamente hasta la configuración, a finales del siglo XV, del Estado Moderno. En lo que se refiere a la sociedad estamental, es necesario indicar que su origen se encuentra en la corriente de pensamiento altomedieval que conocemos con el nombre de “agustinismo político”. Este modelo, que se mantuvo en Europa hasta la desaparición del Antiguo Régimen (siglos XVIII y XIX), establecía una división social en tres estamentos: nobleza, clero y estado llano. Los dos primeros grupos contaban con privilegios de tipo fiscal, jurídico y social. Por su parte, el tercero, aunque estaba formado por la inmensa mayoría de la población, carecía de ellos. 22 BLOQUE 3 Explica las causas y consecuencias de los hechos más relevantes de 1492 Antes de abordar las causas y consecuencias de los acontecimientos y procesos más relevantes del año 1492, es preciso establecer cuáles fueron. Por sus repercusiones políticas, culturales y demográficas, así como por su repercusión histórica, cabe mencionar tres: la expulsión de los judíos, la finalización de la conquista del Reino nazarí de Granada y el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón. Los dos primeros acontecimientos están estrechamente relacionados, pues formaban parte de la política de uniformidad religiosa emprendida por Isabel y Fernando. Esto respondía a la idea de que la fe cristiana era el fundamento espiritual y político de la unidad de los reinos. Al mismo tiempo, que se consideraba la homogeneidad religiosa condición sine qua non para la prosperidad y la paz interior. Sin embargo, otra causa no menos importante de ambos procesos históricos tiene que ver con la conveniencia de obtener nuevas posesiones, ya sea en tierras, rentas o súbditos. Esto se logró, como es evidente, a costa del reino granadino y de los numerosos bienes incautados o comprados a bajo precio a los judíos expulsados. Por último, otro factor a tener en cuenta en el caso de estos últimos es la animadversión hacia ellos de buena parte de la población castellana y aragonesa. Comentadas las tres causas principales de esos sucesos, se procederá a resumir las consecuencias más significativas. En primer término, se cumplió, al menos nominalmente, el principio de uniformidad religiosa citado en los párrafos anteriores. Ahora bien, al abundar en el caso de los musulmanes numerosas conversiones falsas, se generó el caldo de cultivo para una serie de revueltas que jalonaron la siguiente centuria. Conflictos que no tocaron a su fin hasta su expulsión a comienzos del siglo XVII. En definitiva, las restantes consecuencias se circunscriben al caso de los moriscos, nombre que recibían los musulmanes bautizados. En lo que se refiere al descubrimiento de América, se ha de señalar como causa fundamental el empeño personal de Cristóbal Colón por llevar a término la empresa de alcanzar las Indias, y más en concreto Catay, atravesando el llamado mar Océana (ruta occidental). A esto hemos de añadir las ventajas comerciales que suponía abrir esa nueva vía para el comercio, así como el deseo de la reina Isabel de emprender una gran tarea evangelizadora. Por último, cabe señalar, como un factor fundamental del éxito de la expedición, el avance que experimentó la navegación durante todo el siglo XV, tanto en materia de técnicas como en cartas de navegación e instrumentos (astrolabio, brújula, carabela…). Las consecuencias del descubrimiento fueron abundantes y de gran importancia para la Monarquía Hispánica. En un primer momento, América proporcionó a los reinos peninsulares nuevos territorios y súbditos, así como productos desconocidos en Europa hasta la fecha. A esto hemos de añadir la importante cantidad de metales preciosos que, procedentes del Nuevo Mundo, comenzaron a llegar a Europa desde mediados del siglo XVI. Además, alimentos autóctonos de esas tierras, como es el caso de la patata o el 25 BLOQUE 3 maíz, contribuyeron a enriquecer la dieta de los europeos. Esto fue un factor decisivo para la superación de las crisis de subsistencia y el incremento del grado de bienestar a partir del XVII. 26 BLOQUE 3 Compara los imperios territoriales de Carlos I y el de Felipe II, y explica los diferentes problemas que acarrearon Con el fin de desarrollar, de manera completa y organizada, la comparación entre las posesiones de Carlos I y Felipe II, se abordará, en primer lugar, el ámbito territorial de cada uno de esos imperios. Posteriormente se señalarán las principales diferencias entre ambos, así como los problemas a los que tuvo que enfrentarse cada uno de esos monarcas. Al iniciar su reinado en 1516, Carlos I heredó los siguientes territorios: de sus abuelos maternos –los Reyes Católicos-, las Coronas de Castilla y Aragón con sus posesiones en Italia, el norte de África y las tierras descubiertas en el continente americano. De su abuela materna, María de Borgoña, recibió el Franco Condado, los Países Bajos y Borgoña. Además, a la muerte de su abuelo paterno, Maximiliano de Austria, heredó también sus posesiones en Alemania y Austria, así como los derechos al título de emperador del Sacro Imperio Germánico. Al final de su reinado, tras las firma de la Paz de Augsburgo (1555) con los príncipes protestantes, Carlos I decidió renunciar al poder y vivir sus últimos años retirado en el monasterio de Yuste. De esta manera, dividió sus posesiones entre su hermano Fernando, a quien cedió el título imperial y los Estados alemanes, y su hijo Felipe, a quien traspasó la Monarquía Hispánica, a los que sumó los territorios borgoñones en los Países Bajos. Aunque al comienzo de su reinado Felipe II (1556) Felipe II era, tanto en territorios como en fuerza militar, el rey más poderoso del continente europeo, logró aumentar sus posesiones a lo largo de las tres décadas siguientes. A la expansión en América y en Asia, donde hemos de destacar la conquista de las islas Filipinas, hay que añadir la anexión del reino de Portugal, la llamada Unión Ibérica de 1580. A la hora de abordar las dificultades a las que se enfrentó Carlos I, se ha de tener en cuenta, en primer término, la herencia recibida: un conjunto heterogéneo de territorios que solamente tenían en común a su monarca. Estos se hallaban dispersos por Europa, así como por los recién descubiertos territorios americanos. Esos problemas de desunión territorial se contrarrestaron con una política integradora en la que el monarca se sirvió fundamentalmente de dos instrumentos: el mantenimiento de la unidad religiosa en torno al catolicismo y la idea de una monarquía universal. En lo que a política exterior se refiere, el reinado de Carlos I se caracterizó por la defensa de los intereses dinásticos de los Austrias. Tanto en su caso como en el de su hijo Felipe, los problemas que padecieron por su legado territorial se debieron a tener como primer objetivo mantener los territorios recibidos de su familia. A esto hemos de añadir los intentos por mantener la hegemonía político-militar en Europa y la defensa del catolicismo. Desde esta perspectiva se explican los principales problemas de su reinado: el enfrentamiento con Francia y con los turcos, y la lucha contra la expansión del luteranismo en Alemania. 27 BLOQUE 3 Otro efecto de la colonización para la población americana fue el enrolamiento obligatorio en plantaciones agrícolas, las llamadas encomiendas. Ahora bien, los altos niveles de mortandad que afectaron a la zona del Caribe, llevó a que los españoles optaran por trasladar africanos a América con el fin de sustituir a los indígenas ya fallecidos en las mencionadas plantaciones. 30 BLOQUE 3 Representa una línea del tiempo desde 1474 hasta 1700, situando en ella los principales acontecimientos históricos 1474. Isabel I se proclama reina de Castilla. 1474-1479. Guerra entre Isabel I y Juana la Beltraneja por el trono castellano. 1475. Concordia de Segovia. 1482-1492. Guerra de Granada. 1486. Sentencia arbitral de Guadalupe. 1492. Los Reyes Católicos conquistan Granada. 1492. Expulsión de los judíos. 1492. Descubrimiento de América. 1493. Bula Inter Caetera. 1594. Tratado de Tordesillas 1503. Se establece en Sevilla la Casa de la Contratación. 1504. Muerte de Isabel la Católica. 1505. Leyes de Toro. 1512. Leyes de Burgos. 1513. Núñez de Balboa llega al océano Pacífico. 1516. Muerte de Fernando el Católico. 1516. Carlos I, rey de Castilla y Aragón. 1518. Hernán Cortés inicia la conquista de México. 1519. Carlos I es elegido emperador. 1520. Carlos V es coronado emperador en Aquisgrán. 1520. Magallanes atraviesa el Cabo de Hornos. 1520-1522. Revuelta de las Germanías. 1520-1522. Revuelta de las Comunidades. 1521. Batalla de Villalar. 1522. Juan Sebastián Elcano da la primera vuelta al mundo. 1524. Constitución del Consejo de Indias. 1525. Batalla de Pavía. 1526. Constitución de la Liga de Cognac contra Carlos V. 1527. Sacco de Roma. 1529. Los turcos ponen cerco a Viena. 1531. Los príncipes protestantes constituyen la Liga de Smalkalda. 1532. Francisco Pizarro inicia la conquista del Perú. 1535. Constitución del virreinato de Nueva España. 1535. Carlos I toma Túnez. 1541. Carlos I fracasa al tratar de tomar Argel. 1542. Constitución del virreinato del Perú. 1542. Aprobación de las Leyes Nuevas. 1545. Inicio de las reuniones del Concilio de Trento. 1547. Carlos V derrota a los príncipes alemanes en Mühlberg. 1552. Francia y los príncipes alemanes se alían contra Carlos V. 1555. Paz de Augsburgo. 31 BLOQUE 3 1556. Abdicación de Carlos I. 1556. Felipe II, rey de la Monarquía Hispánica. 1557. Victoria de Felipe II en San Quintín. 1559. Paz de Cateau-Cambrésis entre España y Francia. 1561. La Corte se traslada a Madrid. 1567. Felipe II envía al duque de Alba a Flandes. 1568. Sublevación del príncipe de Orange en los Países Bajos. 1571. Batalla de Lepanto. 1579. Formación de la Unión de Arras. 1579. Formación de la Unión de Utrecht. 1580. Unión Ibérica. 1588. Derrota de la Armada Invencible. 1598. Paz de Vervins entre España y Francia. 1598. Felipe III, rey de la Monarquía Hispánica. 1599. Inicio del valimiento del duque de Lerma. 1604. Tratado de Londres. 1609. Tregua de los Doce Años. 1609. Expulsión de los moriscos. 1618. Inicio del valimiento del duque de Uceda. 1618-1648. Guerra de los Treinta Años. 1621. Felipe IV, rey de la Monarquía Hispánica. 1621. Inicio del valimiento del conde-duque de Olivares. 1624. Olivares presenta el Gran Memorial. 1625. Olivares presenta la Unión de Armas. 1625. Rendición de Breda. 1635. Francia declara la guerra a la Monarquía Hispánica. 1640. Rebelión de Portugal, Cataluña, Andalucía y Nápoles. 1643. Caída del conde-duque de Olivares. 1643. Derrota de Rocroi. 1644. Las tropas españolas recuperan Lérida. 1648. Paz de Westfalia. 1648. Tratado de Münster: independencia de las Provincias Unidas. 1652. Las tropas españolas conquistan Barcelona. 1659. Paz de los Pirineos. 1665. Carlos II, rey de la Monarquía Hispánica. 1665. Regencia de Mariana de Austria y valimiento de Nithard. 1668. Tratado de Lisboa: independencia de Portugal. 1669. Inicio del valimiento de Valenzuela. 1677. Gobierno de don Juan José de Austria. 1680. Gobierno del duque de Medinacelli. 1685. Gobierno del conde de Oropesa. 1697. Paz de Ryswijk con Francia. 1700. Muerte de Carlos II. 32 BLOQUE 3 Compara y comenta las rebeliones de Cataluña y Portugal de 1640 La década de 1640 fue un periodo de crisis general para la Monarquía Hispánica. A la participación en la guerra de los Treinta Años y el conflicto con las Provincias Unidas, se sumaron las rebeliones en Cataluña, Portugal, Andalucía y Nápoles. Por la relevancia de las dos primeras, centraremos el desarrollo de la pregunta en ellas, pero sin perder de vista el contexto global de crisis. En Cataluña, los sucesivos intentos de la Corona por lograr la aprobación de las Cortes del proyecto de la Unión de Armas fracasaron. El problema fiscal fue transformándose en una cuestión política que se agravó aún más por la guerra con Francia (1635-1659), ya que Cataluña se convirtió en frente de batalla. Como consecuencia, Olivares exigió al reino pagar la manutención de las tropas que luchaban en la frontera contra los franceses. En junio de 1640 se produjo una sangrienta revuelta, el llamado Corpus de Sangre, en la que fue asesinado el virrey Santa Coloma. Tras estos hechos, los sublevados buscaban el apoyo de Francia, que envió tropas al territorio catalán. Finalmente, la prolongación del conflicto y los perjuicios de la presencia francesa favorecieron la rendición de Barcelona en 1652 y la aceptación de la soberanía de Felipe IV. En paralelo, en 1640 se produjo otra rebelión en Portugal en contra del proyecto de Unión de Armas. En ese reino se añadían también las dificultades de Felipe IV para proteger el Imperio luso de ultramar (Brasil) de los ataques holandeses. La nobleza y la alta burguesía promovieron la rebelión dirigida por el duque de Braganza, quien se proclamó rey de Portugal en ese año. Los intentos de Felipe IV por recuperar Portugal fracasaron, de tal modo que su independencia terminó por consolidarse en los siguientes años. 35 BLOQUE 3 Explica los principales factores de la crisis demográfica y económica del siglo XVII, y sus consecuencias Durante el XVII, los territorios de la Monarquía Hispánica, al igual que otros reinos de Europa, experimentaron una profunda crisis de tipo económico y demográfico que contribuyó a la decadencia política desde comienzos del siglo. A lo largo de las siguientes líneas se abordarán ambos procesos, haciendo especial hincapié en los factores que los provocaron y sus principales manifestaciones. Aunque, como se ha indicado, la cuestión económica y la demográfica están estrechamente ligadas a la política, esta última apenas será mencionada por no ser objeto requerido en esta pregunta. Desde finales del siglo XVI y durante todo el XVII, tuvo lugar en los reinos peninsulares una acusada crisis demográfica. Esto condujo a un estancamiento del crecimiento de la población que, incluso en algunos territorios, experimentó un notable descenso. Al término de ese periodo, la Monarquía Hispánica había perdido casi un millón de habitantes: de los ocho millones de la centuria anterior, la cifra se había reducido a poco más de siete. En todo ese proceso de crisis demográfica cabe destacar tres causas fundamentales:  Las epidemias que afectaron a toda la península en diversas oleadas.  La reiteración de las malas cosechas, que provocaron, en varias ocasiones, crisis de subsistencia y hambrunas.  Las expulsiones de los moriscos en 1609 y 1614, que hizo disminuir la población de manera especial en Valencia, Murcia y Aragón. En el ámbito económico, el siglo XVII peninsular siguió la tendencia de los restantes territorios europeos. Esta estuvo caracterizada por una profunda crisis que tuvo graves consecuencias, especialmente, en la Hacienda Real, la producción artesanal y el comercio. Además, la coyuntura económica contribuyó a generar una mayor inestabilidad política que caracterizó a la Monarquía Hispánica a partir del segundo tercio del siglo. Las manifestaciones más destacables de esta recesión fueron las siguientes:  La crisis de las actividades textiles, sobre todo en Castilla, debido al aumento de impuestos y a la competencia extranjera.  La disminución de la llegada de metales preciosos de América.  La crisis de la Hacienda Real por el incesante aumento de los gastos en guerras. 36 BLOQUE 3 La consecuencia fundamental de la pauperización económica fue el empobrecimiento del pueblo llano y el aumento de los marginados sociales. 37 BLOQUE 4 Detalla las características del nuevo orden europeo surgido de la Paz de Utrecht y el papel de España en él En 1713 y 1714 se firmaron los tratados de Utrecht y Rasstadt, que pusieron fin a la Guerra de Sucesión y permitieron la instauración de una nueva dinastía en España, los Borbones. Estos acuerdos tuvieron una especial relevancia en la política internacional del siglo XVIII, pues establecieron un nuevo sistema de relaciones entre estados basado en la idea de equilibrio entre las distintas potencias. Como consecuencia de esos acuerdos, España perdió sus posesiones en Flandes e Italia. El primero de estos territorios pasó a manos austriacas, mientras que las posesiones italianas se repartieron entre las casas de Saboya y Austria. A pesar de estas pérdidas, la delegación borbónica logró, no sin mucho esfuerzo, conservar íntegras las posesiones americanas. Por su parte, el Reino Unido, con la adquisición de Gibraltar y Menorca, consolidaba su posición privilegiada en el mar gracias a su poderosa flota y al control de enclaves costeros de carácter estratégico. Además, los británicos lograron introducir sus productos en el mercado americano gracias a la concesión del navío de permiso y a su monopolio sobre el tráfico de esclavos de origen africano. Las restantes potencias europeas, tal como se ha comentado anteriormente, aceptaron la política de equilibrio continental, que tendía a evitar el predominio de una de ellas sobre las demás. 40 BLOQUE 4 Define qué fueron los Decretos de Nueva Planta y explica su importancia en la configuración del nuevo Estado borbónico Al finalizar la Guerra de Sucesión, uno de los principales objetivos de Felipe V fue reducir la complejidad legal e institucional de sus reinos. Con ese fin emprendió la uniformización de todos ellos utilizando Castilla como modelo, dando comienzo así la historia del Estado español como una unidad de carácter político-administrativo. una sola entidad a la manera de Castilla. En ese proceso, los Decretos de Nueva Planta fueron, sin lugar a dudas, el principal instrumento de la monarquía para llevar a cabo la reforma administrativa. Se aplicaron en Aragón y Valencia en 1707, en Mallorca en 1715 y en Cataluña en 1716. Con el término “Nueva Planta de Gobierno” se expresaba la idea de una profunda reforma del gobierno y de la administración de los territorios de la Corona de Aragón según unos criterios similares en cada reino. Significaba la sustitución del pactismo de los Austrias por el absolutismo de los Borbones, así como la asimilación al modelo castellano. En todos los territorios de la Corona de Aragón se eliminaron los Consejos de los respectivos reinos, al tiempo que se introdujeron las leyes de Castilla, sus tribunales, Chancillerías y Audiencias. Además, en lugar de contar con un virrey, la autoridad pasó a ser desempeñada por capitanes generales e intendentes. A esto hemos de añadir que los Decretos suprimían también las fronteras que separaban los reinos entre sí. Por último, se ha de destacar la conversión del castellano en la lengua oficial del reino y la unificación general del sistema de impuestos en los denominados “catastros”. 41 BLOQUE 4 Explica la política industrial de la monarquía y las medidas adoptadas respecto al comercio con América La preocupación por el fomento de la industria nacional fue una constante entre los gobernantes españoles del siglo XVIII. De entre ellos destacó la figura del ministro Pedro Rodríguez de Campomanes cuyas pensamiento económico quedó recogido, fundamentalmente en Discurso sobre el fomento de la industria popular (1774) y Discursos sobre la educación popular de los artesanos (1775). Tanto las obras de estos responsables políticos, como las medidas adoptadas durante sus mandatos, nos permiten hablar de un reformismo borbónico de corte económico en la primera centuria de gobierno de esa dinastía. Desde una óptica esencialmente mercantilista, la preocupación a la que se ha hecho referencia, se fundamentaba en la creación de una industria nacional capaz de competir con los productos extranjeros. Esto, no solo era básico para mantener una balanza comercial favorable, sino que era condición sine qua non para asegurar el abastecimiento a todos los dominios españoles, tanto peninsulares como coloniales. En tal sentido, destaca la creación de las Reales Fábricas desde las primeras décadas del XVIII. Ahora bien, fue sobre todo a partir de a mediados del siglo cuando se modificó la política con respecto a América, decidiendo incrementar la explotación colonial para aumentar su rentabilidad. La economía de aquellos territorios, basada hasta entonces en la producción agraria, se dinamizó con una fuerte actividad comercial tras la adopción de medidas como la creación de las Compañías de Comercio y con la recuperación de la minería. 42 BLOQUE 5 Describe la Guerra de la Independencia: sus causas, la composición de los bandos en conflicto y el desarrollo de los acontecimientos Hemos de situar las causas de la guerra dentro del proceso general de crisis del Antiguo Régimen; y, más en concreto, en el final del reinado de Carlos IV y del gobierno de su ministro Manuel Godoy. Esto aceleró con la invasión de las tropas napoleónicas, que entraron en la Península en virtud de lo acordado en el Tratado de Fontainebleau (1807), así como por las abdicaciones de Bayona de 1808. No en vano, en estas últimas, Carlos IV y Fernando VII, renunciaron a sus derechos sobre la Corona española, pasando estos al propio Napoleón Bonaparte. Mientras se desarrollaban esos hechos, el pueblo de Madrid se levantó contra la ocupación francesa el 2 de mayo de 1808, sirviendo de ejemplo para otros sucesos similares en diversos puntos de España. La guerra se planteó en varios escenarios: la guerrilla, la resistencia de las ciudades –los “sitios”- y las operaciones militares del ejército anglo-español. De modo genérico, se puede decir que entre los españoles hubo dos bandos: una minoría que formaba parte de los llamados “afrancesados” o colaboracionistas, y una mayoría, los “patriotas”, opuestos a los planes de los Bonaparte. En el inició de la guerra, el ejército español derrotó a los napoleónicos en la batalla de Bailén (1808). Sin embargo, una contraofensiva dirigida por el propio emperador permitió a los franceses ocupar casi todo el territorio peninsular; la excepción más destacada fue la ciudad de Cádiz. El desplazamiento, en 1810, de buena parte del ejército invasor a la campaña de Rusia, permitió que las tropas anglo-españolas se reorganizaran y comenzaran a recuperar el terreno perdido. Como consecuencia de las derrotas de Napoleón en Europa, el avance de los “patriotas” se intensificó a partir de 1812, hasta el punto de vencer en Arapiles, Vitoria y San Marcial a los franceses, quienes acabaron siendo expulsados de suelo peninsular. En 1813, Napoleón se vio obligado a firmar el Tratado de Valençay, que suponía el final de la guerra y el retorno a España del rey Fernando VII. 45 BLOQUE 5 Comenta las características esenciales de la Constitución de 1812 La revolución liberal que se inició durante la Guerra de la Independencia, contemplaba una convocatoria de cortes “generales y extraordinarias”. Finalmente estas se reunieron en Cádiz en 1810 y, tras año y medio de reuniones, promulgaron una constitución el 19 de marzo de 1812 (día de san José), por eso se le conoce como “La Pepa”. Los diputados quisieron aunar la tradición española con el nuevo espíritu revolucionario liberal. De esta manera, los principios de la constitución vinieron a ser los siguientes:  Afirmación de la soberanía nacional: el poder residía en la nación.  División de poderes: el poder legislativo correspondía a las Cortes, de una única Cámara; el poder ejecutivo quedaba en manos del rey y del gobierno por él designado; y el poder judicial era independiente.  Elección de los representantes en las Cortes por sufragio universal masculino.  Reconocimiento de los derechos y libertades individuales, así como la igualdad ante la ley. La constitución apenas pudo aplicarse debido al contexto de la guerra y a que, con la restauración absolutista de 1814, quedó abolió. Ahora bien, su espíritu y programa fueron una referencia durante la mayor parte del siglo XIX. A su vez, se convirtió en un mito para el liberalismo universal y modelo para las revoluciones burguesas en Europa. 46 BLOQUE 5 Detalla las fases del conflicto entre liberales y absolutistas durante el reinado de Fernando VII En el reinado de Fernando VII cabe distinguir tres etapas: el Sexenio Absolutista (1814-1820), el Trienio Liberal (1820-1823) y la Década Ominosa (1823-1833). Cada una de ellas guarda relación con el régimen político imperante en el país, siendo clara manifestación de la lucha entre liberales y absolutistas que se vivía, no solo en España, sino en la Europa de la época. Como su nombre indica, el Sexenio Absolutista inaugurado en 1814, estuvo marcado por la supresión de la obra liberal de Cádiz. Este proceso ha de relacionarse con el régimen de la Restauración, impuesto por las potencias europeas en el Congreso de Viena (1815) tras la derrota de Napoleón Bonaparte y la Francia revolucionaria. Una vez finalizada la Guerra de Independencia y firmado el Tratado de Valençay (1813), Fernando VII regresó a España. Sin embargo, no aceptó las reformas liberales, sino que restauró el absolutismo y persiguió a quienes participaron en la obra legislativa de Cádiz. Como consecuencia de ello, se produjo el primer exilio de la España contemporánea, que afectó tanto a los afrancesados como a los liberales. Ahora bien, entre 1814 y 1820 hubo hasta ocho pronunciamientos militares de corte liberal, de entre los cuales terminó por alcanzar su objetivo el protagonizado por Rafael del Riego. De esta manera, Fernando VII no tuvo más remedio que jurar la Constitución de 1812 y formar un gobierno integrado por destacados liberales. Además del texto constitucional, en esta etapa se recuperó también parte de la obra legislativa de Cádiz. Esta breve experiencia liberal en España tocó a su fin en 1823 con la intervención de la Santa Alianza a través del ejército francés, los llamados Cien Mil Hijos de San Luis. Estos invadieron el país y, mediante la restauración de Fernando VII en su trono absoluto, pusieron fin al régimen surgido en 1820. Los primeros años tras la vuelta al absolutismo fueron de una acentuada represión política. Se exiliaron en torno a veinte mil liberales, entre los que se encontraba lo más selecto de las clases medias ilustradas y liberales. Ahora bien, al final del reinado de Fernando VII los más absolutistas se organizaron en torno al hermano del rey, Carlos María Isidro, mientras que los liberales apoyaron a la regente María Cristina, esperando así la posibilidad de implantar el liberalismo en España. 47 BLOQUE 5 Explica las causas y desarrollo del proceso de independencia de las colonias americanas De entre las causas de la independencia cabe destacar, en primer lugar, la progresiva liberalización del comercio peninsular con América, que benefició más a los comerciantes peninsulares que a los criollos. La principal consecuencia fue que, estos últimos, se sintieron sometidos a los intereses venidos del otro lado del Atlántico. En segundo término, hay que señalar la influencia de la Revolución Americana (1776) y de la Revolución Francesa (1789) en las colonias americanas. Y, por último, la política británica, favorable a una América independiente con la que poder comerciar libremente. En lo que se refiere al proceso de independencia de las colonias españolas en América, cabe distinguir dos fases:  De 1808 a 1815, coincidiendo con la Guerra de Independencia en la Península, se generó en América un vacío legal semejante al de la España peninsular. Esto hizo posible que las colonias tuvieran una mayor libertad en su actividad política y económica, dando lugar a tentativas independentistas.  De 1816 a 1824 se desarrollaron procesos más organizados que terminaron por dar lugar a las nuevas naciones americanas. Simón Bolívar y San Martín iniciaron una serie de campañas militares que, tras la batalla de Ayacucho (1824), aseguraron la independencia de las colonias españolas de América del Sur. Por su parte, México hizo lo propio en 1821 de la mano de Agustín de Iturbide y el Plan de Iguala. 50 BLOQUE 6 Identifica el ámbito geográfico del carlismo y explica su ideario y apoyos sociales A la hora de analizar el carlismo, se ha de hacer referencia, en primer lugar, a los territorios peninsulares en los que alcanzó un mayor grado de aceptación. En líneas generales, el pretendiente Carlos María Isidro recibió un importante apoyo del ámbito rural y las pequeñas ciudades de Navarra y las provincias vascas, donde fue fundamental la labor realizada por el bajo clero local. Otro factor clave para entender el arraigo de su causa en esos territorios fue su tradicionalismo de corte foralista. La defensa de los fueros le granjeó también el apoyo de buena parte de la población catalana y aragonesa, que ansiaba recuperar los derechos y leyes propias que les habían sido arrebatados con los Decretos de Nueva Planta tras la Guerra de Sucesión. Precisamente la defensa de los regímenes forales fue uno de los principales elementos del programa ideológico del carlismo. A este se ha de añadir la defensa de la religión, el absolutismo monárquico y los privilegios sociales propios del Antiguo Régimen. En definitiva, el pretendiente a la corona mostraba su rechazo frontal al ideario liberal y al conjunto de reformas que se habían iniciado en España a raíz de las Cortes de Cádiz. Los grupos sociales que respaldaron de forma más significativa la causa carlista fueron, precisamente, los defensores del Antiguo Régimen y el tradicionalismo foralista. Aquellos, en definitiva, que se oponían con más fuerza a las reformas emprendidas por el liberalismo. De entre ellos es preciso destacar al estamento clerical -especialmente entre el bajo clero y en el ámbito rural-, a los grupos nobiliares más afectados por la abolición del régimen señorial, al campesinado pobre del noreste peninsular y a las clases medias defensoras del tradicionalismo y los fueros. 51 BLOQUE 6 Especifica las causas y consecuencias de las dos primeras guerras carlistas La primera Guerra Carlista fue un conflicto civil que se desarrolló en España entre 1833 y 1840. La causa principal era que los carlistas querían que el rey fuese el infante Carlos María Isidro y que se mantuviese el absolutismo, mientras que los liberales deseaban que fuese Isabel II para así implantar el liberalismo. Por su parte, la Segunda Guerra Carlista tuvo lugar entre 1846 y 1849, y se debió al menos en teoría, al fracaso de los intentos de casar a Isabel II con el pretendiente carlista, Carlos Luis de Borbón. El conflicto se limitó a un levantamiento popular en distintos puntos de Cataluña. Las consecuencias de las guerras carlistas deben ser tenidas en cuenta para poder entender gran parte del siglo XIX español, tanto en cuestiones políticas, como económicas. En primer lugar, hay que señalar que, la primera de ellas, fue un conflicto muy sangriento, generando un alto coste en vidas humanas. Además, en el plano político contribuyó a la definitiva inclinación de la Monarquía española hacia el liberalismo, pues el agrupamiento de los absolutistas en torno a la causa carlista convirtió a los liberales en el único apoyo al trono de Isabel II Estos conflictos también condujeron al reforzamiento del protagonismo de los militares en la política española, pues el ejército fue un elemento fundamental para la defensa del sistema liberal. En lo económico, hay que destacar los enormes gastos generados por la Primera Guerra Carlista, que pesaron como una losa sobre la pésima situación de la Hacienda española. Estas dificultades condicionaron la orientación de ciertas reformas, como la desamortización, ya que terminaron por primar las necesidades financieras del Estado. 52 BLOQUE 6 Describe las características de los partidos políticos que surgieron durante el reinado de Isabel II Durante el reinado de Isabel II (1833-1868), los partidos políticos más importantes fueron el demócrata, el progresista, la Unión Liberal, el moderado y el carlista. El orden de la relación anterior obedece a un criterio ideológico, siendo el primero de ellos el que se situaría en una posición más de izquierdas y el último el más a la derecha. Los partidos decimonónicos presentaban numerosas diferencias con los actuales, pues se trataban de agrupaciones de personas influyentes y poderosas, los llamados notables. Es decir, tenían un fuerte componente individualista, cuyas principales consecuencias eran la división interna y el enfrentamiento entre sus líderes. Además, los partidos contaban con empresas de prensa afines a su ideología que estaban al servicio de sus intereses. Estos partidos apenas tenían contacto con la realidad social de los grupos sociales más humildes, a los que, por lo general, tendían a ignorar. Esta circunstancia se veía favorecida por la escasa participación en las elecciones de una población mayoritariamente analfabeta y sumida en la pobreza, mera espectadora de la vida política centrada en Madrid y sus élites. Estas trataron por todos los medios de mantener vigente un sistema electoral en el que solo participaban los mayores contribuyentes y los grupos que contaban con una formación superior. El porcentaje de votantes osciló entre el 0,1 % y el 25% de los españoles entre 1834 y 1868. 55 BLOQUE 6 Resume las etapas de la evolución política del reinado de Isabel II desde su minoría de edad, y explica el papel de los militares Si bien distinguimos cinco etapas en el reinado de Isabel II (1833-1868), hay que tener en cuenta que las dos primeras corresponden a la minoría de edad de la reina. Por tanto, el gobierno del país no recaía sobre su persona, sino en una regencia, ejercida en primer término por su madre y, más adelante, por el general Espartero. A continuación se describen brevemente cada una de ellas, haciendo especial hincapié en el protagonismo del estamento militar durante esos años. En 1833, al fallecer el rey Fernando VII, se inició en España un periodo de convulsión política marcado por la minoría de edad de Isabel II, así como por el estallido y desarrollo de la Primera Guerra Carlista. Hasta 1840 la regencia estuvo en manos de la mujer del difunto monarca, la reina viuda María Cristina. De esta etapa cabe destacar, además del contexto bélico, la aprobación del Estatuto Real (1834), la desamortización de Mendizábal (1836) y la Constitución de 1837. Ahora bien, el progresivo desgaste de la figura de la regente, unido al ascenso y popularidad del Baldomero Espartero, llevó a un relevo en la dirección de los asuntos del Estado tras la revolución de 1840. De esta manera, este general de ideología progresista llevó, de un modo autoritario, las riendas del país durante los siguientes tres años. Ante los problemas políticos del final de la regencia de Espartero, se proclamó la mayoría de edad de Isabel II. De esta forma, en 1844 se inauguró el periodo que conocemos como la Década Moderada, caracterizada por el predominio en el gobierno de ese partido. Su principal representante, también un militar, el general Ramón María Narváez, el cual modeló un Estado centralizado y uniforme. Además, en 1845 se aprobó una nueva Constitución acorde a la ideología moderada. En 1854, una revolución de carácter progresista obligó a la reina a nombrar un gobierno dirigido por ese partido. Este se mantuvo en el poder durante todo el Bienio Progresista (1854-1856), promoviendo medidas de corte económico como la desamortización de Madoz o la Ley de Ferrocarriles. La última etapa del reinado de Isabel II se desarrolló de 1856 a 1868. Se caracterizó por el retorno del moderantismo al poder de la mano de la Unión Liberal, un grupo político fundado por el general Leopoldo O´Donnell. Fue un periodo de relativa estabilidad pero con gobiernos autoritarios que terminaron llevando a la Gloriosa Revolución de 1868 y al exilio francés de Isabel II. 56 BLOQUE 6 Compara las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz, y especifica los objetivos de una y otra La desamortización de Juan Álvarez Mendizábal (1836) coincidía con la llevada a cabo por Pascual Madoz (1855) en varios puntos. El primero de ellos es la filiación política los protagonistas, ambos miembros de partido progresista. Además, tanto los objetivos – analizados más abajo- como las consecuencias socioeconómicas de estos procesos, fueron muy similares. Por último, es necesario destacar que las desamortizaciones favorecieron especialmente a una clase social: la burguesía. A la hora de establecer diferencias entre estos dos procesos, hay que detenerse primero analizar la situación de la Hacienda Estatal en cada uno de esos momentos. Mientras la desamortización de Mendizábal estuvo espoleada por la urgente necesidad económica de la Primera Guerra Carlistas, la de Madoz se desarrolló sin esos apuros. De esta manera, los ingresos de esta última no se destinaron a un esfuerzo bélico, sino a la industrialización del país y al trazado ferroviario. En segundo lugar, se ha de hacer referencia a los afectados por estas medidas. Mientras en 1836 se desamortizaron solo bienes del clero, la de 1855 puede considerarse de carácter general, pues se incluyeron propiedades municipales y de la Iglesia. Podemos resumir los objetivos de ambas desamortizaciones agrupándolos en cuatro grandes grupos:  Económicos; ampliar la cantidad de tierra disponible en el mercado.  Financieros; mejorar la Hacienda pública a través del dinero recaudado.  Políticos; ampliar el número de simpatizantes del liberalismo, creando un sector de propietarios que se sintieran unidos al régimen liberal isabelino, en el caso de la de Mendizábal.  Sociales; crear una clase media agraria de campesinos propietarios. 57 BLOQUE 6 Describe las características esenciales de la Constitución democrática de 1869 El texto aprobado en 1869 contaba con una notable influencia de las constituciones norteamericana y belga, de 1787 y 1831 respectivamente. Estaba compuesto por ciento doce artículos, a los que se ha de añadir un preámbulo en el que se hacía referencia a la soberanía nacional de base popular. Además, su articulado incluía una amplia declaración de derechos, así como la proclamación de la separación de poderes. La característica más novedosa del texto fue el establecimiento del sufragio universal masculino, uno de los objetivos que se habían marcado los grupos revolucionarios del año anterior. A esto se ha de añadir la regulación de derechos individuales como la libertad de culto, residencia, enseñanza, reunión y asociación, expresión e inviolabilidad del domicilio. Por su parte, el monarca tenía atribuciones semejantes a las estipuladas en las constituciones anteriores. Ahora bien, en tanto que todos los poderes emanaban de la soberanía nacional, quedaba sujeto a esta. En último lugar, es necesario señalar que la constitución de 1869 instauró un sistema bicameral. Tanto los representantes del Congreso como los del Senado, se elegían por sufragio universal, si bien solo podían formar parte de esa última cámara los mayores contribuyentes y aquellos que contaban con estudios superiores. 60 BLOQUE 6 Identifica los grandes conflictos del Sexenio y explica sus consecuencias políticas En el periodo de la historia de España que conocemos como Sexenio Democrático (1868-1874), además de producirse un cambio de dinastía –sustitución de los Borbones por la casa de Saboya- y proclamarse la república, coincidieron temporalmente tres conflictos que tuvieron importantes consecuencias en las siguientes décadas. El primero fue el estallido de la Guerra de los Diez Años (1868-1878), conocida también como la Guerra Larga de Cuba. Esta dio comienzo con el Grito de Yara, protagonizado por Carlos Manuel de Céspedes, y tocó a su fin con la paz de Zanjón, ya en el periodo de la Restauración. A pesar del acuerdo alcanzado entre el Ejército Libertador y las tropas españolas, el conflicto volvió a abrirse en 1895, logrando Cuba su independencia tres años después. A esto hemos de añadir que, en 1872, aprovechando la difícil situación por la que atravesaba, los carlistas trataron de establecer un gobierno alternativo en Navarra y las provincias vascas. Se iniciaba así la Tercera Guerra Carlista, que finalizó en 1876 con la derrota del pretendiente Carlos VII. A consecuencia de ese conflicto, los dirigentes políticos de la Restauración iniciaron una tendencia centralizadora que puso fin al régimen foral vasco. En respuesta a esas medidas, el carlismo vasco-navarro viró hacia el foralismo y el nacionalismo de base étnica, católica y xenófoba. El tercer conflicto fue el del movimiento cantonal, que comenzó en Cartagena en 1873 para difundirse, posteriormente, a otros territorios de la Península. Tanto los gobiernos republicanos de Nicolás Salmerón y Emilio Castelar emplearon la fuerza militar contra los cantones, si bien la rebelión tocó tras el golpe de Estado del general Pavía. La principal consecuencia de ese episodio fue la asociación, en el imaginario colectivo, del federalismo con el desorden y la anarquía. 61 BLOQUE 7 Explica los elementos fundamentales del sistema político ideado por Cánovas De entre los elementos que permitieron configurar el régimen de la Restauración destacaron, por encima de los demás, el sistema bipartidista y el turno pacífico, denominado comúnmente “turnismo”. A continuación se procede al análisis de cada uno de ellos, haciendo hincapié en su íntima relación. A su vez, es preciso señalar que fueron posibles, en gran medida, gracias a prácticas electorales de tipo fraudulento. Antonio Cánovas del Castillo entendía que los grupos políticos debían ser instrumentos al servicio de la causa monárquica. Considera necesario superar las divisiones entre liberales, propias de periodos anteriores, con el fin de convertir a los partidos dinásticos en muros de contención capaces de detener el avance del republicanismo y el carlismo. Fue así como, a imitación del modelo británico, terminó por imponerse un sistema bipartidista dominado por conservadores, a cuyo frente se situó el propio Cánovas, y liberales, liderados por Práxedes Mateo Sagasta. Ahora bien, un correcto funcionamiento del engranaje bipartidista exigía que los partidos dinásticos se turnaran en el poder. Este objetivo se lograba mediante la manipulación o falseamiento de los resultados electorales. De esta manera, ese continuo fraude que permitía a conservadores y liberales alternarse en el poder, nos permite hablar de una democracia puramente formal; es decir, un sistema liberal sin democracia. En ese proceso desempeñaban una labor decisiva los caciques locales y comarcales, así como de los gobernadores civiles provinciales. Todo esto, claro está, con el beneplácito y apoyo de la Corona y de las élites de los partidos dinásticos. 62 BLOQUE 7 Analiza las diferentes corrientes ideológicas del movimiento obrero y campesino español, así como su evolución durante el último cuarto del siglo XIX Tal como sucedió en los restantes países de la Europa Central y Occidental, las corrientes ideológicas que más aceptación tuvieron entre los obreros y campesinos españoles fueron el anarquismo y el socialismo. A continuación se procederá a analizar cada una de ellas, prestando especial atención a sus planteamientos, dirigentes e instrumentos. El anarquismo llegó a España durante el Sexenio Democrático (1868-1874) de la mano de un discípulo de Mijaíl Bakunin, el italino Giuseppe Fanelli. En esta etapa se centró en la captación de seguidores y la acción terrorista, por lo que fueron clandestinos y perseguidos. Aún así, logró ser la ideología obrera más influyente durante el periodo de la Restauración, difundiéndose especialmente entre el campesinado andaluz y los trabajadores de las fábricas y talleres catalanes. Su oposición a toda forma de poder y la acción violenta contra miembros del gobierno y de la burguesía, hizo que se convirtieran en una amenaza contra el poder establecido. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fundado como organización de clasepor Pablo Iglesias en 1879, combinaba el ideario revolucionario marxista con medidas más acordes a la realidad finisecular, como la participación en el juego electoral. Asociado a él surgió, en 1888, la Unión General de Trabajadores (UGT), un sindicato también de orientación socialista. Toda esta actividad en pro de la defensa de los derechos del proletariado se complementó con la puesta en marcha de prensa escrita –destacó El Socialista-, Casas del Pueblo y mutuas obreras. 65 BLOQUE 7 Describe el origen desarrollo y repercusiones de la Tercera Guerra Carlista El exilio de Isabel II como consecuencia de la Gloriosa Revolución de 1868, así como la evolución política del Sexenio Democrático (1868-1874), dieron un nuevo impulso al carlismo. La causa del nuevo pretendiente, Carlos VII, se vio reforzada, tanto por la presencia en el trono de una dinastía ajena al país –la Casa de Saboya-, como por el apoyo de buena parte de la derecha; especialmente los moderados y neocatólicos. Para entender la persistencia del conflicto carlista a lo largo del siglo XIX y, de manera especial, en el periodo que nos ocupa, hay que tener en cuenta tres factores:  El rechazo del campesinado a las formas de producción capitalista.  La resistencia de los antiguos territorios forales al centralismo liberal.  La postura contraria a la secularización, promovida por los liberales, de la religiosidad tradicional. Si bien el conflicto bélico se inició en 1872, no se generalizó en el territorio vasco y navarro hasta el año siguiente. De hecho, una vez se produjo la entrada de Carlos VII en España, en esos territorios forales se organizó un Estado alternativo con legislación e instituciones propias. Ahora bien, al no prosperar los levantamientos protagonizados por los carlistas en otros territorios de la Península, su efecto se fue diluyendo poco a poco. La principal consecuencia de la derrota carlista fue la supresión del sistema foral vasco en 1876; es decir, un nuevo proceso de centralización protagonizado por el liberalismo. A su vez, esto abrió el camino para la transformación del viejo foral en un nacionalismo de base étnica, católica y xenófoba. 66 BLOQUE 7 Explica la política española respecto al problema de Cuba Una correcta compresión de la política española en Cuba ha tener en cuenta el contexto internacional de finales del XIX, caracterizado por el auge del imperialismo y el creciente expansionismo de los Estados Unidos. De hecho, la nación americana, que había iniciado su proceso de conversión en una gran potencia industrial y militar tras la Guerra de Secesión (1861-1865), desempeñó un papel fundamental en el desarrollo y desenlace del conflicto cubano. A esto hemos de añadir la política inmovilista de los gobiernos españoles con respecto a la isla y las demandas de sus pobladores. Un importante sector de la clase dirigente peninsular era partidaria de no ceder a ninguna presión reformadora planteada por los cubanos, que cada vez exigían un mayor grado de autonomía. De hecho, aunque la esclavitud en Cuba quedó abolida en 1886, las Cortes rechazaron la propuesta de descentralización presentada en 1893. De esta manera, los intereses norteamericanos en la isla, unidos a la errática política española, llevó a que en 1895 se produjera una nueva insurrección de corte independentista. Se inició así una nueva guerra en Cuba, que enfrentó, en primer término, al ejército español con los nacionalistas cubanos, y más tarde a España con los Estados Unidos. La derrota de 1898 significó la pérdida definitiva, no solo de la isla caribeña, sino también de Puerto Rico y Filipinas. 67 BLOQUE 8 Describe la evolución de la industria textil catalana, la siderurgia y la minería a lo largo del siglo XIX La industria textil catalana, si bien contaba con unas sólidas bases de origen medieval, se desarrolló con fuerza a principios del XIX gracias a la introducción del algodón en el proceso productivo. A la fabricación de este tipo de tejidos se ha de añadir la introducción de una maquinaria basada, en un primer momento, en la fuerza hidráulica y, posteriormente, en el vapor. Al margen de la materia prima y las innovaciones técnicas, la evolución del textil catalán estuvo marcada por el contexto histórico europeo y nacional. De esta manera, después de la parálisis producida por la Guerra de la Independencia (1808-1814) y la pérdida de las colonias americanas en la década de 1820, se inició un periodo de expansión que tocó a su fin la crisis económica y política de la década de 1860. Una vez superada esa situación, la industria volvió a vivir un periodo de bonanza que se prolongó hasta la pérdida de Cuba y Puerto Rico, cuyo dominio era clave al tratarse de monopolios mercantiles. Por su parte, la siderurgia estuvo supeditada a la minería del hierro y el carbón, así como a la capacidad de la iniciativa privada y estatal de explotar esos recursos naturales. Ahora bien, el atraso con respecto a otros países del entorno se explica también por la libertad de importación que estableció la Ley General de Ferrocarriles (1855), la reducida demanda interna y el atraso técnico. Después de las primeras experiencias empresariales en territorio malagueño, este sector experimentó una gran expansión a partir de 1871 gracias a la pujanza de los Altos Hornos vizcaínos. La escasa demanda a la que se ha hecho referencia a la hora de tratar la siderurgia, afectó también a la minería, que estuvo estancada hasta el último tercio del XIX. También afectaron negativamente a su desarrollo la escasez de capitales, el atraso tecnológico y la política estatal, que frenaba la inversión extranjera. Finalmente, el aumento de la demanda a partir de la década de 1870, así como las medidas librecambistas, de entre las que destacó la Ley de Bases sobre Minas (1869), favorecieron la actividad extractiva. 70 BLOQUE 8 Compara la revolución industrial con la de los países más avanzados de Europa Una vez finalizadas las Guerras Napoleónicas, la Europa continental iniciaba su proceso de industrialización siguiendo, en gran medida, el modelo británico de las décadas anteriores. Ese proceso de cambio económico estuvo acompañado, y favorecido, por un cambio en las estructuras políticas de los países; fundamentalmente con el establecimiento de instituciones de corte liberal. Sin embargo, entre 1814 y 1833, España se mantuvo aislada de esa gran transformación. Esa circunstancia, unida en el campo político a la pervivencia del régimen absolutista, permite entender algunas de las claves del atraso económico español. Ahora bien, la industrialización en España no se vio únicamente lastrada por el régimen político. De hecho, una vez se produjo el triunfo del liberalismo, el desarrollo económico continuó siendo inferior al de los países del entorno. Además, la revolución industrial española fue desigual, afectando fundamentalmente a Cataluña y el País Vasco. En definitiva, aunque a lo largo del siglo XIX fueron resolviéndose algunos de los principales problemas económicos del país, la industrialización en España fue lenta, débil y tardía en comparación con los países más avanzados de Europa. Esto se debió, tanto a la falta de poder adquisitivo de la población, como a la política proteccionista ejercida a ultranza y a la falta de inversión en el sector industrial. A esto se sumaron otros factores, como las deficientes comunicaciones terrestres, la escasez de fuentes de energía y la pérdida de las colonias americanas. 71 BLOQUE 8 Explica los objetivos de la red ferroviaria y las consecuencias de la Ley General de Ferrocarriles de 1855 Durante el bienio progresista (1854-1856), el gobierno de España aprobó la Ley General de Ferrocarriles. Se trató de una medida que, a partir de su entrada en vigor en 1855, estimuló la construcción de la red viaria básica, que era uno de los grandes anhelos del partido político en el poder. Los objetivos de la Ley de Ferrocarriles pueden resumirse en tres puntos que, a su vez, están interrelacionados:  Activar la economía nacional gracias a un medio de transporte con mayor capacidad y notablemente más rápido que el existente.  Dar salida, mediante una inversión rentable en apariencia, al excedente de capital acumulado en las últimas décadas.  Favorecer el desarrollo de la industria mediante la articulación del mercado nacional y el aumento de la demanda. A la hora de abordar las consecuencias de la Ley General de Ferrocarriles, se ha de tener en cuenta que algunas de ellas fueron positivas para el país, pero también las hubo negativas. Dentro de ese último grupo cabe destacar la escasa rentabilidad de la inversión realizada, así como los efectos de la excesiva especulación, que terminó por llevar a la crisis de 1866 y a la quiebra de numerosas entiedades financieras. Sin embargo, también se ha de destacar que la ley aprobada en 1855 revolucionó el sistema de comunicaciones en España, permitiendo crear un mercado nacional que trajo consigo el fortalecimiento de la industria. De hecho, la carga transportada pasó de 3.000 millones de toneladas en 1870 a 16.000 millones en el año 1900. 72 BLOQUE 9 Define en qué consistió el “revisionismo político” inicial del reinado de Alfonso XIII, y las principales medidas adoptadas A finales del siglo XIX, los fundamentos de la Restauración fueron puestos en cuestión por el regeneracionismo, una corriente ideológica que denunciaba, tanto los vicios del sistema –bipartidismo, turnismo y fraude electoral-, como la existencia de una oligarquía que controlaba los destinos del Estado. De esta forma, el modelo de monarquía liberal basado en la vigencia de la Constitución de 1876 y la alternancia pacífica entre conservadores y liberales fue puesto en cuestión por una serie de propuestas de modernización política, económica y social planteadas por los regeneracionistas. De manera progresiva, tanto la clase política española como la monarquía fueron aceptando los postulados del regeneracionismo. Incluso, al alcanzar la mayoría de edad Alfonso XIII (1902), los partidos dinásticos estaban encabezados por miembros de ese movimiento: Antonio Maura dirigía el Partido Conservador y José Canalejas el Liberal. Precisamente el primero de ellos puso en marcha, entre 1907 y 1909, un programa de reforma del sistema parlamentario, la llamada “revolución desde arriba”. Antonio Maura ideó también un proyecto de ley de administración local en el que se pretendía dotar de mayor autonomía a las corporaciones municipales. Además, en el texto se abría la puerta a la creación de mancomunidades y a la ampliación de las competencias provinciales. Por último, cabe destacar aquellas disposiciones de corte económico y social, como la política de intervención estatal para el fomento y la protección de la industria nacional, la creación del Instituto Nacional de Previsión, la legalización del derecho a la huelga y la ley de descanso dominical. Durante su etapa como presidente del Consejo de Ministros (1910-1912), José Canalejas realizó un importante esfuerzo para democratizar el sistema y ampliar sus bases sociales. Además, también desarrolló una importante política socio-laboral, donde destacaron medidas como la reducción de la jornada laboral, la prohibición del trabajo femenino nocturno, la ley de accidentes de trabajo y la supresión del impuesto de consumos. También debe mencionarse la llamada “Ley Candado” (1910), con la que pretendía profundizar en la secularización del Estado. 75 BLOQUE 9 Representa una línea del tiempo desde 1902 hasta 1931, situando en ella los principales acontecimientos históricos 1902. Alfonso XIII es proclamado rey. 1906. Conferencia de Algeciras. 1906. Ley de Jurisdicciones. 1906. Fundación de Solidaridad Catalana. 1907. Maura es nombrado presidente del Gobierno. 1907. Fundación de Solidaridad Obrera en Barcelona. 1907. Ley de Protección de la Industria Nacional. 1908. Fundación del Instituto Nacional de Previsión. 1909. Se inicia la guerra de Marruecos. 1909. Semana Trágica en Barcelona. 1910. Canalejas es nombrado presidente del Gobierno. 1912. Romanones es nombrado presidente del Gobierno. 1913. Dato es nombrado presidente del Gobierno. 1917. Manifiesto de las Juntas de Defensa. 1917. Huelga general revolucionaria. 1917. Creación de la Confederación Nacional Católica-Agraria. 1918. Epidemia de gripe. 1921. Desastre de Annual. 1921. Fundación del PCE. 1922. Expediente Picasso. 1923. Golpe de Estado de Primo de Rivera. 1924. Creación de la Unión Patriótica. 1925. Desembarco de Alhucemas. 1925. Se establece el Directorio civil. 1926. Termina la guerra de Marruecos. 1927. Fundación de la FAI. 1930. Dimisión de Primo de Rivera. 1930. Gobierno del general Berenguer. 1930. Pacto de San Sebastián. 1931. Gobierno del almirante Aznar. 1931. Elecciones municipales del 12 de abril. 1931. Proclamación de la Segunda República. 1931. Restablecimiento de la Generalitat de Cataluña. 1931. Decretos de Azaña para reformar el Ejército. 1931. Elecciones a Cortes Constituyentes. 1931. Promulgación de la Constitución republicana. 1931. Alcalá Zamora es nombrado presidente de la República. 1931. Comienzo del Bienio Progresista: gobierno de Manuel Azaña. 76 BLOQUE 9 Especifica la evolución de las fuerzas políticas de oposición al sistema: republicanos y nacionalistas. Las turbulencias políticas que marcaron el Sexenio Democrático, unidas a la solidez del sistema de la Restauración en sus primeros compases, condenaron al ostracismo a las fuerzas de oposición. De esta manera, hasta comienzos del siglo XX los partidos republicanos y nacionalistas se mantuvieron al margen de la vida política del país, excluidos de los órganos de decisión. Ahora bien, el progresivo desgaste del modelo ideado por Cánovas permitió que, con el paso de los años, su fuerza y apoyos se incrementaran notablemente. A comienzos del siglo XX, los grupos republicanos constituían la fuerza de oposición mas importante a la monarquía liberal y a los partidos dinásticos. De entre sus partidarios destacaban los intelectuales y amplios sectores de las clases medias, quienes identificaban el ideal de república con la democratización real del país. Además, su progresiva apertura a las reformas sociales relacionadas con la forma de vida de los obreros, les permitió ganar partidarios entre la clase trabajadora. Esa orientación hacia postulados de corte democrático y social obtuvo sus primeros frutos en las elecciones de 1903. En esos comicios las fuerzas republicanas, que concurrían en una candidatura conjunta (Unión Republicana), obtuvieron unos buenos resultados. Sin embargo, la falta de entendimiento entre los grupos que conformaban esa coalición, condujo escisión del ala más radical. De esta manera, en 1908, Alejandro Lerroux fundó el Partido Republicano Radical. De entre los nacionalismos del primer tercio del siglo XX, el catalán fue el que contó con mayor fuerza e implantación en el territorio. El escenario político en ese territorio estuvo dominado por la Lliga Regionalista, un partido de corte burgués fundado en 1901. De hecho, en su programa no se prestaban atención a las reformas sociales y, quizá por ese motivo, no contaba con el apoyo de la clase obrera, más proclive al republicanismo. Los miembros de la Lliga consideraban que se debía compatibilizar la regeneración política y la modernización económica con su reivindicación de autonomía. Eso les permitió colaborar en numerosas ocasiones con los gobiernos del turno, ya fueran conservadores o liberales. Después del fallecimiento de su fundador en 1903, en el seno del Partido Nacionalista Vasco (PNV) se inició un enfrentamiento entre el sector independentista, defensor de las ideas tradicionalistas de Sabino Arana, y el ala más moderada, de corte liberal y posibilista; es decir, los partidarios de buscar un arreglo con el gobierno de España para dotar de autonomía a las provincias vascas. El triunfo de esta segunda postura permitió que el nacionalismo se extendiera, desde su base en Vizcaya, al conjunto del País Vasco. Además, su aproximación a la burguesía industrial le dotó de una fuente de financiación que terminó por consolidar el partido hasta convertirlo en la fuerza política más importante del territorio. 77 BLOQUE 9 el contenido del informe sobre las responsabilidades de Annual elaborado por una comisión presidida por el general Picasso. Durante la dictadura, ante la dificultad para recuperar las zonas perdidas, España optó en un primer momento por una política de contención para impedir la expansión de la zona rebelde. Posteriormente se llegó a un acuerdo con el gobierno francés para organizar una acción conjunta que, en 1925, hizo posible que se desarrollará una gran operación de desembarco en Alhucemas. En los meses que siguieron a ese acontecimiento, los rebeldes rifeños no dejaron de retroceder hasta la rendición final de Abd el-Krim en 1927 ante las tropas francesas. 80 BLOQUE 9 Analiza la crisis general de 1917: sus causas, manifestaciones y consecuencias En el contexto de la crisis económica y política que afectó a España en los últimos meses de la Primera Guerra Mundial, durante el verano de 1917 el régimen de la Restauración vivió uno de sus momentos más críticos. Confluyeron en el tiempo tres conflictos que serán objeto de análisis en los siguientes párrafos. En primer lugar se ha de hacer referencia a la crisis militar, que se materializó en la formación de las Juntas de Defensa. El problema se originó por el malestar que había generado, dentro del ejército, el proyecto de reforma militar del gobierno. Pues este incluía la reducción del número de oficiales y una modificación en el sistema de ascensos. Este descontentó, que afectaba principalmente a los militares jóvenes, se puso de manifiesto con la aparición de las Juntas de Defensa y el manifiesto que estas presentaron al gobierno en junio de 1917. Finalmente, la intervención de Alfonso XIII a favor del ejército terminó por frustrar el proyecto reformista. La crisis militar fue seguida de otra de carácter político, que tuvo como principal exponente a la Asamblea de Parlamentarios. En el origen hemos de situar la interpretación que algunos grupos de oposición –republicanos, socialistas y nacionalistas- hicieron del suceso de las Juntas de Defensa. La debilidad del gobierno fue vista como una nueva señal de la creciente debilidad del Régimen de la Restauración y, por tanto, una oportunidad para reformar el sistema de forma integral. A esto se ha de añadir el cierre de las Cortes y la suspensión de las garantías constitucionales decretada por el gobierno conservador de Eduardo Dato. Como respuesta a esas medidas, el líder de la Lliga Regionalista, Francesc Cambó, convocó a todos los senadores y diputados a formar en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios. En su reunión del mes de julio, los representantes acordaron formar un nuevo gobierno provisional y dotar al país de una nueva constitución donde se abriera la posibilidad a la autonomía de algunos territorios. Sin embargo, el escaso respaldo de los distintos partidos políticos a la Asamblea –asistieron únicamente setenta de los setecientos sesenta senadores y diputados- terminó por condenar al fracaso las diversas iniciativas de sus miembros. Por último, abordaremos la crisis social, que tuvo su momento álgido en la huelga general del mes de agosto. Previamente, en marzo de 1917, la UGT y la CNT, que por entonces eran los sindicatos que agrupaban a un mayor número de trabajadores, suscribieron un manifiesto a favor del establecimiento de una república democrática. De esta manera, con el fin de terminar con la monarquía y el sistema político de la Restauración, convocaron una huelga general para el verano. Sin embargo, esta únicamente tuvo cierta incidencia en algunos sectores industriales de Madrid, Barcelona, País Vasco y Asturias. Aún así, los disturbios obligaron a que el gobierno recurriera al ejército, cuya intervención provocó más de setenta muertos. Además, el 81 BLOQUE 9 número de detenidos, entre los que se encontraban los miembros del comité de huelga, se elevó a los dos mil. 82 BLOQUE 9 Explica los factores de la evolución demográfica de España en el primer tercio del siglo XX En el primer tercio del siglo XX, con varias décadas de retraso con los países de la Europa Occidental, se desarrolló en nuestro país la transición demográfica. Se inició así un proceso de cambio en la población que se prolongó hasta mediados de esa centuria. Ahora bien, en España el descenso de las tasas de mortalidad y natalidad fue simultáneo, mientras que en los países industrializados la reducción de la primera de ellas precedió a al descenso de la segunda. Aún así, la cantidad de población del país experimentó un notable crecimiento debido al descenso más rápido de la mortalidad. En el ámbito de los movimientos naturales, es necesario señalar que, desde finales del siglo XIX, comenzó el descenso de la tasa de mortalidad, que pasó de 29‰ en 1900 a 17‰ en 1930. Este cambió fue particularmente importante en la infantil, donde el número de fallecidos de menos de un año por cada mil nacidos se redujo de 204 a 117 en ese mismo periodo de tiempo. Como consecuencia de todo esto aumentó la esperanza de vida, que pasó de 35 años en 1900 a 50 en 1930. De entre los factores que contribuyeron a ese descenso, cabe destacar la práctica desaparición de mortalidad catastrófica -con la excepción de la letal epidemia de gripe de 1918- y la mejora de las necesidades básicas -alimentación, vestido y vivienda-, así como en los servicios públicos higiénicos y sanitarios, de limpieza, alcantarillado y agua potable. Estas mejoras atenuaron e incluso acabaron con las enfermedades infecto- contagiosas que causaban la mayor parte de las defunciones, sobre todo en la infancia. Por su parte, el descenso de las tasas de natalidad fue más lento, pues pasó del 34‰ en 1900 al 28‰en 1930. Fundamentalmente se debió a la modernización de la vida urbana y la incipiente incorporación de la mujer al trabajo no doméstico, hecho que favoreció el control de la natalidad con medidas anticonceptivas elementales. El tardío pero intenso descenso de la mortalidad elevó las tasas de crecimiento natural a nivel de las europeas del siglo XIX: por encima del 1%0 anual. En lo que se refiere a los movimientos migratorios interiores y exteriores es necesario indicar que se multiplicaron a partir de fines del XIX. En los primeros años del siglo XX aumentó de forma muy notable la emigración a ultramar, teniendo un espectacular aumento hasta la Primera Guerra Mundial. El proceso migratorio interior estuvo íntimamente relacionado con el progreso del sector industrial y terciario, así como con el desarrollo urbano de este periodo. El proceso de urbanización comenzó en la segunda mitad del siglo XIX y se aceleró a partir de las décadas de 1910 y 1920 por el desarrollo de la industria. En 1930 Madrid y Barcelona superaban ya el millón de habitantes, mientras que diez capitales de provincia estaban por encima de los cien mil. Entre 1900 y 1930 la población urbana creció pero 85 BLOQUE 9 todavía estábamos lejos de la tasa de urbanización de los principales países industriales europeos. A todo esto hemos de añadir que la modernización demográfica y económica se reflejó también en la distribución de la población activa, con un descenso en la agricultura y una creciente mano de obra industrial y de servicios. 86 BLOQUE 10 Explica las causas que llevaron a la proclamación de la Segunda República y relaciona sus dificultades con la crisis económica mundial de los años 30 La Segunda República es uno de los episodios clave de la historia del siglo XX en España. Durante esos cinco años los distintos gobiernos iniciaron una política reformista que, en numerosas ocasiones, tuvo que enfrentarse a los sectores más conservadores y a la oligarquía industrial y agraria. Las tensiones se recrudecieron en los años finales del periodo republicano, desembocando en una sublevación militar que dio origen a una Guerra Civil en julio de 1936. De entre las causas que permiten entender el cambio de régimen en España hay que destacar, en primer término, las dificultades para retornar a un régimen de monarquía constitucional tras los años de la dictadura de Primo de Rivera. El agotamiento del sistema de la Restauración, así como de los propios partidos dinásticos, unido al respaldo que en su día había prestado Alfonso XIII al dictador, hacían imposible el retorno a la situación anterior. A esto hemos de añadir el compromiso para la construcción de un régimen republicano que habían alcanzado los partidos de la oposición en agosto de 1930, el llamado Pacto de San Sebastián. De esta manera, una vez convocadas las elecciones municipales para el 12 de abril de 1931 –los primeros comicios que se celebraban después de la dictadura-, socialistas y republicanos optaron por concurrir en una candidatura única y plantearlas, de facto, como un plebiscito sobre el régimen monárquico. Si bien, haciendo uso de los mecanismos propios del sistema caciquil, los partidos dinásticos obtuvieron la victoria en el conjunto del territorio, fueron derrotados en cuarenta y una de las cincuenta capitales de provincia, así como en Cataluña, Valencia y las cuencas mineras. En consecuencia, los resultados fueron interpretados como un rechazo al sistema, de tal modo que el propio monarca optó por abandonar España, proclamándose la república el día 14 de abril. Estos hechos coincidieron en el tiempo con la mayor crisis económica del siglo XX, que se inició con el crack de Wall Street en 1929. Sin embargo, la llamada Gran Depresión afectó tarde a la economía española que solo comenzó a acusar sus efectos hacia 1932. El sector más afectado fue el comercio exterior, que experimentó un descenso del 30%. De ahí que las repercusiones de la crisis fueran más evidentes en los sectores con mayor dinamismo y dependientes del consumo exterior. Hablamos, básicamente, de las exportaciones de cítricos, vino y aceite de oliva en el campo de la agricultura, si bien también se dejó notar con fuerza en la minería. Además, la recesión a nivel mundial condujo a la polarización de las posturas políticas y a la proliferación de regímenes fascistas, siendo la Alemania de Hitler el caso más significativo. Como respuesta se produjo la formación de los Frentes Populares de izquierda en varios países de Europa, tal como sucedió en España en 1936. 87 BLOQUE 10 Describe las causas, desarrollo y consecuencias de la Revolución de Asturias de 1934 En octubre de 1934, casi un año después de la victoria de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) en las elecciones generales, el presidente del Gobierno Alejandro Lerroux, del partido Republicano Radical, remodeló el ejecutivo integrando en él a tres ministros de la formación de derechas. Esto fue considerado por la izquierda como una traición a la República, pues consideraban a la CEDA, y más en concreto a su líder José María Gil Robles, enemiga declarada del régimen de 1931. De esta manera, los socialistas promovieron una insurrección popular, justificando esa acción, a todas luces ilegal, alegando que la República estaba en peligro. Al margen de los hechos acaecidos en Asturias y Cataluña, la repercusión de la huelga general revolucionaria convocada por el PSOE fue escasa en la mayor parte del territorio. El acuerdo entre socialistas, anarquistas y comunistas asturianos hizo posible la formación de una alianza obrera que emprendió una auténtica revolución social en esa región. Ante estos hechos, el gobierno declaró el estado de guerra y envió al ejército de Marruecos a poner orden en la recién bautizada República Obrera y Campesina. Como consecuencia de los enfrentamientos, asesinatos en la retaguardia y represión posterior, fallecieron más mil insurrectos y cerca de trescientos miembros de las fuerzas de seguridad. Al margen de las pérdidas humanas y materiales, los acontecimientos de 1934 dieron un nuevo impulso a las medidas contrarreformistas emprendidas por el gobierno radical- cedista. Además, las trabas políticas no solo afectaron a los partidos obreros de corte revolucionario, sino también a algunos grupos nacionalistas y a la reglamentación de los estatutos de autonomía. Todo ello contribuyó a la polarización y radicalización de la sociedad española, así como a la aparición de grandes coaliciones de derecha e izquierda en las elecciones de febrero de 1936. 90 BLOQUE 10 Explica las causas de la formación del Frente Popular y las actuaciones tras su triunfo electoral, hasta el comienzo de la guerra Una vez convocadas nuevas elecciones para febrero de 1936, los partidos de izquierdas, conscientes de que la división podía perjudicarles como había sucedido en 1933, constituyeron en el mes de enero el llamado Frente Popular. Esta coalición, válida solo para los comicios, pero no para la formación de gobierno, estaba formada por los socialistas, los comunistas y los partidos republicanos de izquierda. Además, los anarquistas de la CNT, partidarios por lo general de la abstención, hicieron campaña a favor de la alianza de izquierdas. Una vez obtenida una ajustada victoria sobre los grupos de centro-derecha, el gobierno de izquierdas inició el cumplimiento de su programa electoral aprobando una serie de medidas de urgencia. Fue así como se restableció el estatuto de autonomía de Cataluña, que había quedado en suspenso tras los sucesos de octubre de 1934. En esa misma línea, se concedió la amnistía general a los encarcelados en esos acontecimientos. También se reanudaron las reformas paralizadas durante el bienio anterior en el campo religiosos, social, agrario y militar. 91 BLOQUE 10 Representa una línea del tiempo desde 1931 hasta 1939, situando en ella los principales acontecimientos históricos 1931 II – Gobierno del almirante Aznar. 1931 IV – Elecciones municipales del 12 de abril. 1931 IV – Proclamación de la Segunda República. 1931 V – Restablecimiento de la Generalitat de Cataluña. 1931 VI – Decretos de Azaña para reformar el Ejército. 1931 VI – Elecciones a Cortes Constituyentes. 1931 XII – Promulgación de la Constitución republicana. 1931 XII – Alcalá Zamora es nombrado presidente de la República. 1931 XII – Comienzo del Bienio Progresista: gobierno de Manuel Azaña. 1932 VIII – Sublevación del general Sanjurjo. 1932 IX – Se aprueba el Estatuto de Cataluña. 1932 IX – Ley de Reforma Agraria. 1932 IX – Françesc Maciá es nombrado presidente de la Generalitat. 1933 I – Revueltas campesinas: sucesos de Casas Viejas. 1933 III – Fundación de la CEDA. 1933 X – Fundación de Falange. 1933 X – Dimisión de Manuel Azaña. 1933 XI – Gobierno de Martínez Barrio. 1933 XI – Elecciones generales. 1933 XII – Comienzo del Bienio Radical-Cedista. 1933 XII – Gobierno de Alejandro Lerroux. 1934 I – Lluis Companys es nombrado presidente de la Generalitat. 1934 X – Revolución de octubre. 1934 X – El Gobierno suspende el Estatuto de Cataluña. 1935 IX – Nueva Ley Agraria. 1935 X – Escándalo del “estraperlo”. 1935 X – Dimisión de Alejandro Lerroux. 1936 II – Elecciones del Frente Popular. 1936 II – Restablecimiento de la Generalitat. 1936 V – Gobierno de Casares Quiroga. 1936 VI – Se restablece la Ley de Reforma Agraria de 1932. 1936 VI – Se aprueba el Estatuto de Galicia. 1936 VII – Asesinato del teniente Castillo y de Calvo Sotelo. 1936 VII – Comienzo de la Guerra Civil. 1936 VII – Gobierno de Martínez Barrio. 1936 VII – Gobierno de José Giral. 1936 VII – Se forma de Junta de Defensa Nacional en Burgos. 1936 VIII – Se constituye el Comité Internacional de No Intervención. 1936 IX – Gobierno de Largo Caballero. 1936 X – Franco es nombrado “jefe del Gobierno del Estado español”. 92 BLOQUE 10 Compara la evolución política y la situación económica de los dos bandos durante la guerra Como consecuencia del estallido de la Guerra Civil en julio de 1936, el poder dentro del territorio republicano quedó fragmentado, cayendo el poder en manos de las milicias armadas de las diversas ideologías que habían apoyado al Frente Popular en las elecciones del mes de febrero. A pesar del derrumbe del orden republicano, los sucesivos gobiernos, de entre los que destacaron el del socialista Largo Caballero y el del comunista Juan Negrín, hicieron importantes esfuerzos por mantener la unidad. La falta de cohesión acabó provocando fuertes divisiones, e incluso enfrentamientos, dentro del bando republicano, con el consiguiente perjuicio para su causa. La situación fue muy distinta entre los sublevados, donde el ejército ejerció de elemento de cohesión entre los distintos grupos que integraban ese bando. En un primer momento, todos quedaron sometidos a la obediencia de la Junta de Defensa Nacional, que se disolvió en octubre de 1936 para dejar la dirección militar y política de la llamada zona nacional en manos del general Franco. Este aprovechó la duración del conflicto bélico para llevar a término la fusión de la Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FE de las JONS) y la Comunión Tradicionalista. De esta manera, el Decreto de Unificación de abril de 1937, le permitió sentar las bases de un régimen de partido único cercano a los fascismos europeos. Al principio del conflicto, la zona republicana contaba con mayor cantidad de población, así como con las principales zonas industriales y de agricultura de exportación. Sin embargo, la principal zona cerealista (Castilla la Vieja-León) estaba en manos de los nacionales. De esta manera, pronto surgieron problemas con el suministro de las ciudades, saturadas de refugiados, y del ejército. Además, se sufrió la escasez de materias primas como algodón, petróleo o carbón, ya que las empresas suministradoras de otros países desconfiaban de la solvencia económica republicana. A esto se unía la retirada de capitales extranjeros por temor a las colectivizaciones. En definitiva, la producción agrícola e industrial descendió muchísimo. Así, la industria siderúrgica vasca solo alcanzó, en el primer semestre de 1937, entre el 5% y el 10% de la producción de 1929. En parte, esto se debió al aislamiento que esta zona sufría con respecto al resto del territorio republicano. En estas circunstancias, la República recurrió al oro y divisas depositadas en el Banco de España para adquirir armamento del extranjero, especialmente de la URSS. Por su parte, el territorio controlado por el otro bando estaba formado, en su mayor parte, por tierras de cultivo y ganadería, además de algunas zonas mineras. De esta manera, los sublevados tuvieron menos problemas de abastecimiento que los republicanos. Ahora bien, se trataba de una economía desequilibrada, que sólo se potenció cuando sus tropas conquistaron Bilbao y la franja cantábrica en otoño de 1937). A esto se ha de añadir que, durante la guerra, pudieron contar con créditos a 95 BLOQUE 10 largo plazo de Alemania y de Italia de empresas petroleras como la TEXACO de EE.UU. 96 BLOQUE 10 Especifica los costes humanos y las consecuencias económicas y sociales de la guerra Desde julio de 1936 hasta abril de 1939, España sufrió los destrozos materiales y sociales de una cruenta guerra civil. Iniciada por un golpe de Estado militar, el conflicto acabó enfrentando a los partidarios de la España tradicional, católica y de pequeños y grandes propietarios con la España progresista, anticlerical, obrera y campesina. La consecuencia más inmediata, después de la guerra, fue la pérdida de vidas humanas. Se calculan en torno a las 150.000 las víctimas de las represiones de uno y otro bando, y otras tantas en el frente; lo que eleva el número de muertos por encima del medio millón. Al margen de las pérdidas humanas por fallecimiento, desde el punto de vista social la consecuencia más importante fue el exilio de más de medio millón de españoles. Es cierto que muchos de ellos volvieron a la Península en los meses que siguieron al final de la Guerra Civil. Sin embargo, por temor a la represión franquista, algo más de 150.000 continuaron viviendo en el extranjero. Además, tanto la población que había desarrollado actividades políticas en grupos de izquierdas como sus familiares, fueron estigmatizados por el bando vencedor. En cuanto a las pérdidas materiales, España retrocedió al nivel de renta de 1914. No en vano, la riqueza nacional se vio reducida en un 15% y la deuda pública ascendía a 20.000 millones de dólares. El conflicto afectó de manera especial a las comunicaciones, especialmente ferroviarias. Además, en torno a quinientas mil viviendas fueron destruidas total o parcialmente, a lo que se ha de añadir los desperfectos causados en escuelas, hospitales, universidades, edificios administrativos… Como consecuencia de los bombardeos y de las citadas pérdidas humanas la producción industrial se vio reducida en un tercio y se perdieron 225.000 toneladas en marina mercante. Esto se debió también, en gran medida, a la falta de materias primas y a las carencias energéticas. Por último, en el campo de la agricultura, la producción descendió cerca de un 25%, lo que afectó a la subsistencia durante la guerra y los primeros años de la postguerra; y, en esa misma línea, se ha de situar la reducción de la cabaña ganadera a la mitad. Además, el inicio de la II Guerra Mundial impedirá que España mantenga unas relaciones comerciales normales, sin duda necesarias para su reconstrucción. Tanto el conflicto, como el aislamiento de posguerra llevarán al régimen español a emprender un nacionalismo económico basado en la autarquía. 97
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