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Estudio y análisis sobre los cantos de La Ilíada a partir de los teóricos, Monografías, Ensayos de Literatura Griega

Estudio y análisis sobre los cantos de La Ilíada a partir de los teóricos

Tipo: Monografías, Ensayos

2015/2016

Subido el 26/09/2021

danielchamorro
danielchamorro 🇦🇷

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¡Descarga Estudio y análisis sobre los cantos de La Ilíada a partir de los teóricos y más Monografías, Ensayos en PDF de Literatura Griega solo en Docsity! MATERIA: LITERATURA GRIEGA I TRABAJO PRÁCTICO N' 2 TEMA: ILÍADA- LA “MÍMESIS? ÉPICA”. POFESORAS: ANA TABARES-ALEJANDRA CONSTANTINI ALUMNO: MARTÍN RUIZ FECHA DE ENTREGA: 23/09/2015 CONSIGNAS 1-Extraer fragmentos del texto que ejemplifiquen las siguientes características del relato homérico señaladas por Bassett. a- historicidad b- progresividad temporal c-continuidad temporal d- continuidad espacial e- movimiento en el espacio f -personalidad (diálogos y distintos tipos de discurso directo) g- relatos enmarcados en diálogos h- léxis eiroméne 2- Extraer interposiciones del narrador en el relato y explicar su función discursiva. a- Apelación a las Musas b- Apelación a algún personaje c- Descripción de objetos (historia) d- Viñeta de personajes e- Símil . Ejemplificar y analizar la función de los siguientes recursos formularios según S. Bassett: . epítetos tradicionales . fórmulas de diversa extensión (frase, verso, grupo de versos) . escenas típicas “Hablándoles de tal suerte y con altaneras voces, los despidió. Contra su voluntad fuéronse los heraldos por la orilla del estéril mar, llegaron a las tiendas y naves de los mirmidones, y hallaron al rey cerca de su tienda y de su negra nave. Aquiles, al verlos, no se alegró. Ellos se turbaron, y, habiendo hecho una reverencia, paráronse sin decir ni preguntar nada” (I:vv.326-330) e. Movimiento en el espacio Cambios de lugares relacionados con los movimientos de los personajes. En este caso, Atenea baja del cielo, aplaca a Aquiles y vuelve al Olimpo. “[...] Vino Atenea del cielo: [...] Púsose detrás del Pelida y le tiró de la blonda cabellera. Aquiles, sorprendido, volvióse y al instante conoció a Palas Atenea, cuyos ojos centelleaban de un modo terrible [...]. La diosa regresó al Olimpo!...]” (I: vv.195-220). En este ejemplo es Tetis quien marca el cambio de escenario. Sale del mar, sube al Olimpo y regresa a su sitio: “Cuando, después de aquel día, apareció la duodécima aurora, los sempiternos dioses volvieron al Olimpo con Zeus a la cabeza. Tetis no olvidó entonces el encargo de su hijo: saliendo de entre las olas del mar, subió muy de mañana al gran cielo y al Olimpo, y halló al largo vidente Cronida sentado aparte de los demás dioses en la más alta de las muchas cumbres del monte” (1.v.493-500). En este caso, el cambio de lugar relaciona con Helena quien se encuentra en el palacio tejiendo y luego se traslada hacia las puertas Esceas. “Y Helena salió al momento de la habitación, cubierta con blanco velo, derramando tiernas lágrimas; sin que fuera sola, pues la acompañaban dos doncellas, Etra, hija de Piteo, y Clímene, la de ojos de novilla. Pronto llegaron a las puertas Esceas.” “Allí, sobre las puertas Esceas [...]”([H.v.141-145). f. Personalidad Discursos únicos Plegaria De Crises hacia Apolo pidiéndole castigar a los aqueos: “¡Óyeme, tú que llevas arco de plata, proteges a Crisa y a la divina Cila, a imperas en Ténedos poderosamente! ¡Oh Esminteo! Si alguna vez adorné tu gracioso templo o quemé en tu honor pingiies muslos de toros o de cabras, cúmpleme este voto: ¡Paguen los dánaos mis lágrimas con tus flechas!” (I: v.40.ss). De Aquiles a Tetis para que interceda ante Zeus: “Ya que me pariste de corta vida, el olímpico Zeus altitonante debía honrarme y no lo hace en modo alguno [...]” (I:vv.352ss). Plegaria de Teano a Atenea, pedida por Héctor para apartar de la batalla a Diómedes: “Veneranda Atenea, protectora de la ciudad, divina entre las diosas! ¡Quiébrale la lanza a Diómedes y concédenos que caiga de pechos en el suelo, ante las puertas Esceas, para que to sacrifiquemos en este templo doce vacas de un año, no sujetas aún al yugo, si de este modo to apiadas de la ciudad y de las esposas y tiernos niños de los troyanos!”(VLE vv.305-310). Soliloquio Odiseo ”Odiseo, famoso por su lanza, se quedó solo; ningún argivo permaneció a su lado, porque el terror los poseía a todos. Y gimiendo, a su magnánimo espíritu así le hablaba: -¡Ay de mí! ¿Qué me ocurrirá? Muy malo es huir, temiendo a la muchedumbre, y peor aún que me cojan quedándome solo, pues a los demás dánaos el Cronión los puso en fuga. Mas ¿por qué en tales cosas me hace pensar el corazón? Sé que los cobardes huyen del combate, y quien descuella en la batalla debe mantenerse firme, ya sea herido, ya a otro hiera. (XI: vv. 404-410). Héctor antes de morir —¡Ay de mí! Si traspongo las puertas y el muro, el primero en dirigirme baldones será Polidamante, el cual me aconsejaba que trajera el ejército a la ciudad la noche funesta en que el divinal Aquiles decidió volver a la pelea. Pero yo no me dejé persuadir -mucho mejor hubiera sido aceptar su consejo--, y ahora que he causado la ruina del ejército con mi imprudencia temo a los troyanos y a las troyanas, de rozagantes peplos, y que alguien menos valiente que yo exclame: «Héctor, fiado en su pujanza, perdió las tropas». Así hablarán; y preferible fuera volver a la población después de matar a Aquiles, o morir gloriosamente delante de ella. ¿Y si ahora, dejando en el suelo el abollonado escudo y el fuerte casco y apoyando la pica contra el muro, saliera al encuentro del irreprensible Aquiles, le dijera que permitía a los Atridas llevarse a Helena y las riquezas que Alejandro trajo a Ilio en las cóncavas naves, que esto fue to que originó la guerra, y le ofreciera repartir a los aqueos la mitad de lo que la ciudad contiene; y más tarde tomara juramento a los troyanos de que, sin ocultar nada, formarían dos lotes con cuantos bienes existen dentro de esta hermosa ciudad?... Mas ¿por qué en tales cosas me hace pensar el corazón? [...] (XXIL: v.100-130) Voz de grupo “Ellos, aunque afligidos, rieron con gusto y no faltó quien dijera a su vecino:*-¡Oh dioses! Muchas cosas buenas hizo Ulises, ya dando consejos saludables, ya preparando la guerra; pero esto es lo mejor que ha ejecutado entre los argivos: hacer callar al insolente charlatán, cuyo ánimo osado no lo impulsará en lo sucesivo a zaherir con injuriosas palabras a los reyes. -Así hablaba la multitud” (II: vv.270.ss). “Asombráronse cuantos la vieron, así los troyanos, domadores de caballos, como los aqueos, de hermosas grebas, y no faltó quien dijera a su vecino: O empezará nuevamente el funesto combate y la terrible pelea, o Zeus, árbitro de la guerra humana, pondrá amistad entre ambos pueblos. De esta manera hablaban algunos de los aqueos y de los troyanos” (IV: vv.80ss). Mensaje repetido por un mensajero “Mas cuando le faltaba poco para llegar al alto muro de la ciudad, el padre de los hombres y de los dioses bajó del cielo con el relámpago en la mano, se sentó en una de las cumbres del Ida, abundante en manantiales, y llamó a Iris, la de doradas alas, para que le sirviese de mensajera: —¡Anda, ve, rápida Iris! Dile a Héctor estas palabras: Mientras vea que Agamenón, pastor de hombres, se agita entre los combatientes delanteros y destroza filas de hombres, retírese y ordene al pueblo que combata con los enemigos en la encarnizada batalla. Mas así que aquél, herido de lanza o de flecha, suba al carro, le daré fuerzas para matar enemigos hasta que llegue a las naves de muchos bancos, se ponga el sol y comience la sagrada noche. Así dijo; y la veloz Iris, de pies ligeros como el viento, no dejó de obedecerlo. Descendió de los montes ideos a la sagrada llio, y, hallando al divino Héctor, hijo del belicoso Príamo, de pie en el sólido carro, se detuvo a su lado, y le habló de esta manera: -¡Héctor, hijo de Príamo, que en prudencia igualas a Zeus! El padre Zeus me manda para que te diga lo siguiente: Mientras veas que Agamenón, pastor de hombres, se agita entre los combatientes delanteros y destroza sus filas, retírate de la lucha y ordena al pueblo que combata con los enemigos en la encarnizada batalla. Mas así que aquél, herido de lanza o de flecha, suba al carro, te dará fuerzas para matar enemigos hasta que llegues a las naves de muchos bancos, se ponga el sol y comience la sagrada noche.” (XI: vv.185-200) “Al fin creyó que lo mejor sería enviar un pernicioso sueño al Atrida Agamenón; y, hablándole, pronunció estas aladas palabras: -Anda, ve pernicioso Sueño, encamínate a las veleras naves aqueas, introdúcete en la tienda de Agamenón Atrida, y dile cuidadosamente lo que voy a encargarte. Ordénale que arme a los De Odiseo a las tropas para que no abandonen la lucha: “Cuando encontraba a un rey o a un capitán eximio, parábase y lo detenía con suaves palabras. ¡Ilustre! No es digno de ti temblar como un cobarde. Deténte y haz que los demás se detengan también.” (II: vv.190ss) De Aquiles a las topas con el fin de cercar Troya: El divino Aquiles, ligero de pies, tan pronto como hubo despojado el cadáver, se puso en medio de los aqueos y pronunció estas aladas palabras: -¡Oh amigos, capitanes y príncipes de los argivos! Ya que los dioses nos concedieron vencer a ese guerrero que causó mucho más daño que todos los otros juntos, ea, sin dejar las armas cerquemos la ciudad para conocer cuál es el propósito de los troyanos.” (XXIL: v.375 -380) De Zeus hacia los demás dioses para que no intervengan en la guerra: “¡Oídme todos, dioses y diosas, para que os manifieste lo que en el pecho mi corazón me dicta! Ninguno de vosotros, sea varón o hembra, se atreva a transgredir mi mandato; antes bien, asentid todos, a fin de que cuanto antes lleve a cabo lo que pretendo. El dios que intente separarse de los demás y socorrer a los troyanos o a los dánaos, como yo lo vea, volverá afrentosamente golpeado al Olimpo”(VIII:vv.8ss) Lamento fúnebre De los padres de Héctor: “La madre, al verlo, se arrancaba los cabellos; y, arrojando de sí el blanco velo, prorrumpió en tristísimos sollozos. El padre suspiraba lastimeramente, y alrededor de él y por la ciudad el pueblo gemía y se lamentaba” (XXII v.405 ss). “Así habló llorando, y los ciudadanos suspiraron. Y Hécabe comenzó entre las troyanas el funeral lamento: -¡Oh hijo! ¡Ay de mí, desgraciada! ¿Por qué, después de haber padecido terribles penas, seguiré viviendo ahora que has muerto tú? Día y noche eras en la ciudad motivo de orgullo para mí y el baluarte de todos, de los troyanos y de las troyanas, que to saludaban como a un dios. Vivo, constituías una excelsa gloria para ellos; pero ya la muerte y la Parca to alcanzaron. Así dijo llorando [...]” (XXII vs.429.ss) De Aquiles ante la muerte de Patroclo: “Y el Pelida comenzó entre ellos el funeral lamento colocando sus manos homicidas sobre el pecho de su amigo: -¡Alégrate, oh Patroclo, aunque estés en el Hades! Ya voy a cumplirte cuanto te prometiera: he traído arrastrando el cadáver de Héctor, que entregaré a los perros para que lo despedacen cruelmente; y degollaré ante tu pira a doce hijos de troyanos ilustres, por la cólera que me causó tu muerte. Dijo; y, para tratar ignominiosamente al divino Héctor, lo tendió boca abajo en el polvo [...] “(XXI v.15-20) g- Relatos enmarcados en diálogos Mito de Tideo, padre de Diómedes “En viendo a aquél, el rey Agamenón lo reprendió, profiriendo estas aladas palabras: ¡Ay, hijo del aguerrido Tideo, domador de caballos! ¿Por qué tiemblas? ¿Por qué miras azorado el espacio que de los enemigos nos separa? No solía Tideo temblar de este modo, sino que, adelantándose a sus compañeros, peleaba con el enemigo. Así lo refieren quienes to vieron combatir, pues yo no to presencié ni to vi, y dicen que a todos superaba. Estuvo en Micenas, no para guerrear, sino como huésped, junto con el divino Polinices, cuando ambos reclutaban tropas para dirigirse contra los sagrados muros de Teba. Mucho nos rogaron que les diéramos auxiliares ilustres, y los ciudadanos querían concedérselos y prestaban asenso a lo que se les pedía; pero Zeus, con funestas señales, les hizo variar de opinión. Volviéronse aquéllos; después de andar mucho, llegaron al Asopo, cuyas orillas pueblan juncales y prados, y los aqueos nombraron embajador a Tideo para que fuera a Teba. En el palacio del fuerte Eteocles encontrábanse muchos cadmeos reunidos en banquete; pero ni a11í, siendo huésped y solo entre tantos, se turbó el eximio jinete Tideo: los desafiaba y vencía fácilmente en toda clase de luchas. ¡De tal suerte lo protegía Atenea! Cuando se fue, irritados los cadmeos, aguijadores de caballos, pusieron en emboscada a cincuenta jóvenes al mando de dos jefes: Meón Hemónida, que parecía un inmortal, y Polifonte, intrépido hijo de Autófono. A todos les dio Tideo ignominiosa muerte menos a uno, a Meón, a quien permitió, acatando divinales indicaciones, que volviera a la ciudad. Tal fue Tideo etolio, y el hijo que engendró le es inferior en el combate y superior en el ágora”. (IV: vv370- 400) Mito sobre la duración de la guerra de Troya “Tened paciencia, amigos, y aguardad un poco más, para que sepamos si fue verídica la predicción de Calcante. Bien grabada la tenemos en la memoria, y todos vosotros, los que no habéis sido arrebatados día tras día por las parcas de la muerte, sois testigos de lo que ocurrió en Áulide cuando se reunieron las naves aqueas que cantos males habían de traer a Príamo y a los troyanos. En sacros altares inmolábamos hecatombes perfectas a los inmortales, junto a una fuente y a la sombra de un hermoso plátano a cuyo pie manaba agua cristalina. Allí se nos ofreció un gran portento. Un horrible dragón de roja espalda, que el mismo Olímpico sacara a la luz, saltó de debajo del altar al plátano. En la rama cimera de éste hallábanse los hijuelos recién nacidos de un ave, que medrosos se acurrucaban debajo de las hojas; eran ocho, y, con la madre que los parió, nueve. El dragón devoró a los pajarillos, que piaban lastimeramente; la madre revoleaba en torno de sus hijos quejándose, y aquél volvióse y la cogió por el ala, mientras ella chillaba. Después que el dragón se hubo comido al ave y a los polluelos, el dios que lo había mostrado obró en él un prodigio: el hijo del artero Crono transformólo en piedra, y nosotros, inmóviles, admirábamos lo que ocurría. De este modo, las grandes y portentosas acciones de los dioses interrumpieron las hecatombes.” (II: vv. 300-330) Néstor. Mito como ejemplo de prudencia y obediencia “Pero levantóse Néstor, suave en el hablar, elocuente orador de los pilios, de cuya boca las palabras fluían más dulces que la miel -había visto perecer dos generaciones de hombres de voz articulada que nacieron y se criaron con él en la divina Pilos y reinaba sobre la tercera-, y benévolo los arengó diciendo: -¡Oh dioses! ¡Qué motivo de pesar tan grande le ha llegado a la tierra aquea! Alegrananse Príamo y sus hijos, y regocijaríanse los demás troyanos en su corazón, si oyeran las palabras con que disputáis vosotros, los primeros de los dánaos así en el consejo como en el combate. Pero dejaos convencer, ya que ambos sois más jóvenes que yo. En otro tiempo traté con hombres aún más esforzados que vosotros, y jamás me desdeñaron. No he visto todavía ni veré hombres como Pirítoo, Driante, pastor de pueblos, Ceneo, Exadio, Polifemo, igual a un dios, y Teseo Egeida, que parecía un in- mortal. Criáronse éstos los más fuertes de los hombres; muy fuertes eran y con otros muy fuertes combatieron: con los montaraces centauros, a quienes exterminaron de un modo estupendo. Y yo estuve en su compañía -habiendo acudido desde Pilos, desde lejos, desde esa apartada tierra, porque ellos mismos me llamaron- y combatí según mis fuerzas. Con tales hombres no pelearía ninguno de los mortales que hoy pueblan la tierra; no obstante lo cual, seguían mis consejos y escuchaban mis palabras. Prestadme también vosotros obediencia, que es lo mejor que podéis hacer.” (I:vv.260-280) Mito que muestra el padecimiento de los dioses. Dione-Afrodita “Sufre el dolor, hija mía, y sopórtalo aunque estés afligida; que muchos de los que habitamos olímpicos palacios hemos tenido que tolerar ofensas de los hombres, a quienes excitamos para causarnos, unos dioses a otros, horribles males.- Las toleró Ares cuando Oto y el fornido Efialtes, hijos de Aloeo, lo tuvieron trece meses atado con fuertes cadenas en una cárcel de bronce: allí pereciera el dios insaciable de combate, si su madrastra, la bellísima Eribea, no lo hubiese participado a Hermes, quien sacó furtivamente de la cárcel a Ares casi exánime, pues las crueles ataduras lo agobiaban.- Las toleró Hera cuando el vigoroso hijo de Anfitrión hirióla en el pecho diestro con trifurcada flecha; vehementísimo dolor atormentó entonces a la diosa.- Y las toleró también el ingente [...]”(V:380-) h- Léxis eiroméne El primer y último orador se repite; y la última persona mencionada es quien la despide: *“Idomeneo quitó la vida a Festo, hijo de Boro el meonio, que había llegado de la fértil Tarne, hiriéndolo con la formidable lanza en el hombro derecho, cuando subía al carro: desplomóse Festo, tinieblas horribles to envolvieron y los servidores de Idomeneo lo despojaron de la armadura. El Atrida Menelao mató con la aguda pica a Escamandrio, hijo de Estrofio, ejercitado en la caza. A tan excelente cazador la misma Ártemis le había enseñado a tirar a cuantas fieras crían las selvas de los montes. Mas no le valió ni Ártemis, que se complace en tirar flechas, ni el arte de arrojarlas en que tanto descollaba: tuvo que huir, y el Atrida Menelao, famoso por su lanza, lo hirió con un dardo en la espalda, entre los hombros, y le atravesó el pecho. Cayó de cara y sus armas resonaron.” (V: vv.43-50). 2.e- Símiles “Como una mujer meonia o caria tiñe en púrpura el marfil que ha de adornar el freno de un caballo, muchos jinetes desean llevarlo y aquélla lo guarda en su casa para un rey a fin de que sea ornamento para el caballo y motivo de gloria para el caballero; de la misma manera, oh Menelao, se tiñeron de sangre tus bien formados muslos, las piernas, y más abajo los hermosos tobillos”(IV:vv141-148). “Cayó el guerrero en el polvo como el terso álamo nacido en la orilla de una espaciosa laguna y coronado de ramas que corta el carrero con el hierro reluciente, para hacer las pinas de un hermoso carro, dejando que el tronco se seque en la ribera [...]” (IV:vv.485- 489). “[...] y la gente del pueblo acudió presurosa. Como de la hendedura de un peñasco salen sin cesar enjambres copiosos de abejas que vuelan arracimadas sobre las flores primaverales y unas revolotean a este lado y otras a aquél; así las numerosas familias de guerreros marchaban en grupos, por la baja ribera, desde las naves y tiendas al ágora [...]” (IL: v85.ss). “El ágora como las grandes olas que en el mar Icario levantan el Euro y el Noto cayendo impetuosos de las nubes amontonadas por el padre Zeus. Como el Céfiro mueve con violento soplo un crecido trigal y se cierne sobre las espigas, de igual manera se movió toda el ágora.” (I:vv.143.ss) Pares de símiles. Empleados para referirse a Héctor en una breve secuencia narrativa. La segunda comparación es más larga que la primera. “[...]y cayó en la batalla como tempestad que viene de lo alto y alborota el violáceo Ponto [...]”.(XI:v.297) “Como se ve extendiendo una nube desde el Olimpo al cielo, después de un día sereno, cuando Zeus prepara una tempestad; así los teucros huyeron de las naves, dando gritos, y ya no fue con orden como traspasaron el foso”. (XI: 298-) 3.a Epítetos tradicionales “deiforme Alejandro” “Hera, la diosa de los níveos brazos”. “Héctor, el de tremolante casco”. “Héctor, domador de caballos”. “Héctor, matador de hombres”. “Ártemis, que se complace en tirar flechas”. “los celestes sempiternos dioses”. “los troyanos, domadores de caballos”. “Eneas, caudillo de los teucros”. Formulas de diversa extensión ¡Oh, Aquiles, hijo de Peleo, el más valiente de todos los aqueos! “Ares, Ares, funesto a los mortales, manchado de homicidios, demoledor de murallas!” “¡Paris, el de más hermosa figura, mujeriego, seductor!” “Néstor, suave en el hablar, elocuente orador de los pilios, de cuya boca las palabras fluían más dulces que la miel”. ““Aqueos que solo con arco sabéis combatir y nunca os cansáis de proferir amenazas”. “¡Laertíada, del linaje de Zeus! ¡Odiseo, fecundo en ardides! Variación del mismo epíteto (XXIV:vv.748) ¡Héctor, el hijo más amado de mi corazón! (XXIV: vv762) ¡Héctor, el cuñado más querido de mi corazón! Repetición de epíteto (XL vv.395) “Odiseo, famoso por su lanza” (XL vv.4001) “Odiseo, famoso por su lanza”. 3. c- Escenas típicas Escena típica de desembarco. “Cuando arribaron al profundo puerto, amainaron las velas, guardándolas en la negra nave; abatieron rápidamente por medio de cuerdas el mástil hasta la crujía, y llevaron la nave, a fuerza de remos, al fondeadero. Echaron anclas y ataron las amarras, saltaron a la playa, desembarcaron las víctimas de la hecatombe para Apolo, el que hiere de lejos, y Criseida salió de la nave surcadora del ponto”. (II: vv.435-440) Escena típica de hecatombe y festín. “Hecha la rogativa y esparcida la mola, cogieron las víctimas por la cabeza, que tiraron hacia atrás, y las degollaron y desollaron; en seguida cortaron los muslos, y, después de pringarlos con gordura por uno y otro lado y de cubrirlos con trozos de carne, el anciano los puso sobre la leña encendida y los roció de vino tinto. Cerca de él, unos jóvenes tenían en las manos asadores de cinco puntas. Quemados los muslos, probaron las entrañas, y, dividiendo lo restante en pedazos muy pequeños, lo atravesaron con pinchos, lo asaron cuidadosamente y lo retiraron del fuego. Terminada la faena y dispuesto el banquete, comieron, y nadie careció de su respectiva porción [...]”(I:vv.460-470). Escena típica de vestimenta para el duelo. “El divino Alejandro, esposo de Helena, la de hermosa cabellera, vistió una magnífica armadura: púsose en las piernas elegantes grebas ajustadas con broches de plata; protegió el
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