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COVID-19 en México: Análisis sociológico de salud y comorbilidades, Ejercicios de Biología

Biología molecularSalud PúblicaEstadística en saludEpidemiología

Un análisis sociológico de la pandemia de COVID-19 en México, basado en datos publicados por la Secretaría de Salud. Se describe la situación de los servicios médicos y la infraestructura de salud, así como el impacto de la obesidad, la diabetes y la hipertensión en el número significativo de muertes. Además, se discuten las observaciones relacionadas con la confirmación de casos y defunciones, y el proceso de registro de las mismas.

Qué aprenderás

  • ¿Cómo se registra la causa de muerte en los certificados de defunción en México?
  • ¿Cómo afectan la obesidad, la diabetes y la hipertensión al número de muertes por COVID-19 en México?
  • ¿Cómo se confirman los casos y las defunciones por COVID-19 en México?

Tipo: Ejercicios

2020/2021

Subido el 29/11/2021

deymi-angelina-martinez-sarabia
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Vista previa parcial del texto

¡Descarga COVID-19 en México: Análisis sociológico de salud y comorbilidades y más Ejercicios en PDF de Biología solo en Docsity! LA PANDEMIA DE COVID-19 EN MÉXICO Y LA OTRA EPIDEMIA DESCRIPCIÓN BREVE El argumento que aquí se presenta —cuánto contribuyen las comorbilidades en la gravedad de la enfermedad que causa el coronavirus SARS-COV2, y cuál es el riesgo o la probabilidad de morir si se combinan condiciones precisas de morbilidades previas— es limitado en su alcance, pero sus condicionamientos y efectos en la sociedad y la economía son muy amplios, pues se refieren a las normas culturales y sociales de consumo y a la estructura económica que con poder y con dinero quiere mantener el statu quo a como dé lugar. A los individuos particulares, sumidos en esta coyuntura, habría que recordarles las palabras que Hécate pronuncia en Macbeth, de Shakespeare: “Despreciando el destino, se reirá de la muerte, / llevará su esperanza más allá del temor, sabiduría y gracia. / Vosotras lo sabéis: la confianza es para los mortales la peor enemiga”. MARCO VILLARREAL [Título del curso] La pandemia de COVID-19 en México y la otra epidemia Desde una perspectiva sociológica, y sobre la base de datos publicados por la Secretaría de Salud sobre la pandemia de COVID-19 en México, se describe la situación de los servicios médicos, la infraestructura de salud y los efectos de la obesidad, la diabetes y la hipertensión en el significativo número de muertes. Se analiza la probabilidad de infectarse y fallecer en asociación con dichas comorbilidades. Resultados: desde la década de los 80 no hay un cambio significativo en los servicios, ni en la infraestructura para la salud; en ese periodo hubo un incremento exponencial de enfermos de diabetes, de hipertensión y obesidad; del total de muertos por COVID-19 registrados hasta la fecha de análisis, el 65.8% padecía al menos una de las tres co- morbilidades; finalmente, la probabilidad de fallecer por COVID-19 se incrementa en los hombres mayores de 54 años que padecen alguna co-morbilidad. l. Los rasgos de la pandemia La pandemia no ha terminado. Mientras escribo, los números de pruebas, de contagios y de muertes siguen creciendo y parece —al menos en una buena parte del mundo—, que el mal, una vez instalado, no da lugar para una reflexión sosegada de lo que velozmente se nos presenta, y que la perspectiva de obtener un tratamiento eficaz o un medio preventivo seguro, está sometida a la debilidad del progreso científico instantáneo y a la lógica del dinero, lógica que incluso trata de arrebatar ese futuro incierto; lo que está en juego para una abrumadora mayoría es una manera de vivir, sea para sostenerla pese a todo o para dinamitarla sin hacernos la engorrosa pregunta de lo que vendrá después. Lo que se ha puesto a prueba con la pandemia es la pregunta de si la enfermedad que causa el nuevo virus tiene realmente el potencial de hacer tanto daño como para frenar el mercado global, más allá de lo aconsejable; es decir, como si esa enfermedad en particular no pudiera someterse a la estadística general de pérdidas humanas por otras causas, de cifras devastadoras y claramente diferentes entre clases e individuos. ¿Cómo resarcir el daño ya provocado por el encierro de millones de personas que dejaron de producir y consumir bajo las formas establecidas, mientras que otras, bajo su cuenta y riesgo, tuvieron que salir a ganarse la vida exponiéndose y exponiendo a otros? La pandemia introdujo un dinamismo social diferente al habitual: quienes tuvieron los medios (dinero seguro, trabajo seguro), se convirtieron en usuarios emergentes de tecnologías de comunicación e información que han difuminado el contacto físico con sus audiencias, familias, amistades. Otros, tratando de superar su propia condición, se transformaron sin rechistar en productores de nuevas mercancías y en consumidores también sobrevivientes de esas mercancías de nueva factura. Desde los negocios se ha tenido que lidiar con nuevas formas de comprar y vender. Ha crecido, aunque sea temporalmente, una forma de altruismo sin generosidad, un dar porque no hay de otra, y desde instituciones públicas y privadas, desde organizaciones sociales, y de manera muy notoria desde el espacio privado, se ofrecen entretenimiento y bienes culturales 700 600 500 400 300 200 100 o SIP IIS SA (Defunciones confirmadas) Gráfica 1b Evolución de la epidemia de COVID-19 Al respecto caben dos observaciones que no se hicieron notar de manera inmediata y mucho más enfática, antes de que el número de defunciones creciera más allá de las predicciones de los modelos: la primera es sobre la confirmación del número de casos que en México se realiza por medio de la ya mencionada prueba de PCR,3 bajo los supuestos de un modelo de vigilancia epidemiológica, que consiste en la indagación de casos a partir de uno de ellos que ha sido confirmado; el rastreo intencionado poblacional de casos se hace en un periodo posterior a la vigilancia epidemiológica. Los procedimientos de pruebas rápidas no son un recurso confirmatorio robusto, pues arrojan resultados falsos, positivos o negativos, en proporciones muy altas; además, hay que subrayar que la prueba de PCR que se hace en México detecta al virus en su periodo infectante, o “en tiempo real”. La segunda observación es sobre el número de defunciones por COVID-19 y su registro; cualquier persona que haya tenido que realizar trámites para inhumar o disponer de los restos de un cadáver de un familiar o conocido sabe que lo primero es obtener un certificado de defunción en el cual se anotan, entre otros datos relevantes del fallecido, las causas de muerte, sobre la base de la Clasificación Internacional de Enfermedades, o CIE, en su edición vigente. En los hospitales ese certificado es expedido por el médico tratante; en el curso de una epidemia no es de esperar que ese paso se registre con toda prontitud y diligencia. Cuando la muerte ocurre en casa o en algún otro espacio privado o público, debe acudir un médico (o personal de salud capacitado y autorizado) y certificar la defunción. El segundo paso es presentar el certificado ante la autoridad civil para que esta expida el acta de defunción, documento que es llenado habitualmente (pero no exclusivamente, pues en casos frecuentes el trámite lo hacen los familiares) por personal de las funerarias y tramitado por ellas; el acta sirve para disponer de los restos del difunto. En el acta se asienta la causa de muerte “final” pero no es necesariamente bien asentada, de ahí que la autoridad sanitaria (SSA) y la autoridad estadística (INEGI) cotejen toda la documentación para publicar los datos de mortalidad, proceso que tarda un tiempo considerable (los datos de mortalidad más recientes son de 2018, los de 2019 se tendrán hacia octubre de este año). Las dos observaciones permiten argumentar que las cifras “ocultas” son, en efecto, el resultado de un proceso en el que intervienen muchos profesionales y se da en instancias diferentes de la administración pública, nada tienen que ver con el escamoteo de información “para que no se sepa” o cosas por el estilo. Los datos que se publican a diario, ¿cómo podrían echarse para atrás, y qué se ganaría con ello? En el cuadro 1 se exponen los datos generales de las poblaciones bajo estudio; dichos datos son distintos a los presentados al inicio de esta sección, pues la fecha de referencia es el 17 de julio (la preparación de la redacción del artículo y el procesamiento de la información requiere días o semanas). ¿Habrá cambios importantes o muy notorios en los resultados si se tomara una fecha de referencia más reciente? Por lo analizado, lo considero poco probable. Una breve reflexión final provisional La pandemia de COVID-19 no ha terminado, la otra epidemia tampoco. Cualquier conclusión sobre su evolución y su resolución debe ser provisional y cualquier tentación de afirmaciones taxativas debe dejarse de lado. Tanto la pandemia como la otra epidemia pueden explicarse y comprenderse de modos diversos y complementarios. ¿Todas las opciones interpretativas son válidas y tienen un sentido razonable y no solo argumentable? Mi opinión es que no todas. Las teorías conspirativas, más allá de su bajo nivel de comprobación, están afectadas por el resultado, pues lo cierto es que las personas enferman y mueren de COVID-19, de manera independiente de si su convicción es que el virus fue producido en un laboratorio ruso o chino o en una base militar norteamericana; o también si no creen en su existencia o sí, pero en realidad todo es un complot para disminuir la población mundial, sobre todo la población pobre, como si el virus fuera quirúrgicamente preciso y clasista. Hay teorías con bases argumentales sólidas como la de que el capitalismo global, al ser codependiente en sus circuitos mercantiles y al unir territorios en la producción, distribución y consumo de infinitas mercancías, se ha provocado un daño irreparable a sí mismo, y que por tanto las epidemias de agentes que se contagian en el medio social son incontenibles, de tal forma que se convierten en pandemias en un abrir y cerrar de ojos. La investigación sobre el origen de los virus es apasionante por sí misma, y las teorías de raíz ecologista que postulan la destrucción del hábitat de las especies silvestres y el contacto con los mercados humanos masivos como causa de esa aparición de nuevos agentes infecciosos son del todo plausibles. Estaríamos entrando en una fase en que la relación animal-humano está desgarrada y sus efectos posibles son de devastación zoonótica y humana. La norma de consumo instituida después de la Segunda Guerra Mundial no incluía solo bienes duraderos, sino también una transformación brutal de los hábitos alimentarios, entre los cuales se encuentra el consumo masivo de productos cárnicos de mamíferos terrestres domesticados, que, en el caso de los bovinos y los cerdos, incrementa el consumo de agua global, pues cada animal necesita una gran cantidad en el trascurso de su vida hasta su sacrificio; también se incrementa la producción de dióxido de carbono, metano y otros contaminantes, etc. Todas estas teorías incrementan nuestro conocimiento (hay otras referidas al crecimiento urbano) y ayudan a comprender el origen de la pandemia. Por otra parte, se han dado explicaciones sobre sus efectos en la vida económica, psíquica, social e incluso política, muy lejos del alcance explicativo de este texto. El argumento que aquí se presenta —cuánto contribuyen las comorbilidades en la gravedad de la enfermedad que causa el coronavirus SARS-COV2, y cuál es el riesgo o la probabilidad de morir si se combinan condiciones precisas de morbilidades previas— es limitado en su alcance, pero sus condicionamientos y efectos en la sociedad y la economía son muy amplios, pues se refieren a las normas culturales y sociales de consumo y a la estructura económica que con poder y con dinero quiere mantener el statu quo a como dé lugar. A los individuos particulares, sumidos en esta coyuntura, habría que recordarles las palabras que Hécate pronuncia en Macbeth, de Shakespeare: “Despreciando el destino, se reirá de la muerte, / llevará su esperanza más allá del temor, sabiduría y gracia. / Vosotras lo sabéis: la confianza es para los mortales la peor enemiga”. BIBLIOGRAFÍA Ávila, José Luis (2006). La era neoliberal. Tomo 6. Historia económica de México. Enrique Semo (Coord.). México: Océano/UNAM. Hay edición electrónica de 2014. [ Links ] Calva, José Luis (2019). “La economía mexicana en su laberinto neoliberal”. El Trimestre Económico, vol. LXXXVI (3), núm. 343, julio-septiembre, 579-622. [ Links ] Cipolla, Carlo M. (1984). ¿Quién rompió las rejas de Monte Lupo? Barcelona: Muchnik . [ Links ] (1993). Contra un enemigo mortal e invisible. Barcelona: Crítica. [ Links ] Xiaoming, Ai (2020). “Diario de Wuhan”. New Left Review, 122, mayo-junio, 20-27. [ Links ] Zimmer, Carl (2020). Un planeta de virus. Capitán Swing. Libro electrónico. [ Links ] FUENTES CCPNS. Consejo Consultivo del Programa Nacional de Solidaridad. El combate a la pobreza. El Nacional, México, 1990. [ Links ] CONAPO-CONAGUA. Consejo Nacional de Población y Comisión Nacional del Agua. Indicadores socioeconómicos e índice de marginación municipal 1990. México, 1993. [ Links ] CONAPO. Consejo Nacional de Población. Desigualdad regional y marginación municipal en México, 1990. México, 1994. [ Links ] CONAPO. 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Poder Ejecutivo Federal 2018. [ Links ] Presidencia de la República. Primer informe de Gobierno 2018-2019. México. Poder Ejecutivo Federal 2019. [ Links ] SSA. Lineamiento estandarizado para la vigilancia epidemiológica y por laboratorio de la enfermedad respiratoria viral, abril 2020. Secretaría de Salud, México, 2020. [ Links ] SSA. Primer informe de labores 2018-2019. Secretaría de Salud, México, 2019. [ Links ] SSA. Página electrónica con toda la información sobre la pandemia de COVID-19 en México. Disponible en: https://coronavirus.gob.mx/datos/. [ Links ] SSA. Secretaría de Salud. Programa Nacional de Salud 20012006. La democratización de la salud en México. Hacia un sistema universal de salud. México, 2001. [ Links ] 1 Cipolla, Carlo (1984). ¿Quién rompió las rejas de Monte Lupo? Barcelona: Muchnik. Este cuidadoso y delicioso estudio sobre la epidemia de la peste en la toscana en el siglo XVIl nos ayuda a comprender los efectos de tales desbordamientos sociales y la complicidad que tienen algunas autoridades. 2En un ensayo publicado en 2016 sobre la sociología jurídica y el estado de excepción en México en la epidemia de A/H1NM1 de 2009, argumenté que esas tentaciones se podían convertir en práctica gubernamental habitual o recurrente sin que se advirtiera claramente su contenido, más allá de algunas denuncias en medios informativos. Véase: Pamplona, Francisco.“Epidemias y política. Reflexiones sobre el “estado de excepción” desde la sociología jurídica”, en Estudios y testimonios en honor al Dr. Manuel Rodríguez Lapuente. Josefina Callicó y Evaristo Jaime González (Coord.). Gobierno del Estado de Jalisco, Guadalajara 2016, 41-66. Es de subrayar que el actual gobierno federal actúe —contra viento y marea— en un sentido más democrático, pues no ha impedido por medios autoritarios el ejercicio de la libertad y no se han violado derechos humanos; se optó por el convencimiento y por la insistencia de poner por delante la importancia de las medidas de prevención de salud pública 3Simplificando, la prueba por medio de PCR, sigla en inglés de “reacción en cadena de la polimerasa”, consiste en detectar material genético de un patógeno, en este caso el coronavirus SarsCov2, en las células del individuo infectado. 4 OCDE y Banco Mundial (2020). Panorama de la salud: Latinoamérica y el Caribe 2020. París. 5Los datos son para el grupo de edad de mayores de veinte años. En conjunto, el sobrepeso y la obesidad representan el 75.2 % de ese grupo de edad; su disminución es un verdadero reto de salud pública, cultural y, de manera relevante, en sentido contrario, de interés económico. 6La población base para los cálculos de 1931 fue tomada del Censo de 1930. 7Ver, entre otros estudios: José Luis Ávila (2006). La era neoliberal.Tomo 6. Historia económica de México. Enrique Semo (Coord.). Océano/UNAM, México. Hay edición electrónica de 2014. Un artículo reciente: José Luis Calva.“La economía mexicana en su laberinto neoliberal”, El trimestre económico, vol. LXXXVI (3), núm. 343, julioseptiembre de 2019, pp. 579-622. 8La ENSANUT 2018 refiere que alrededor del 20.6% de los hogares urbanos padece de inseguridad alimentaria de moderada a grave, mientras que ese porcentaje es del 28.9 para los hogares rurales.
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