¡Descarga Expedición a orán 1732 y más Apuntes en PDF de Historia Moderna solo en Docsity! LA EXPEDICIÓN CONTRA ORÁN DEL AÑO 1732. EL EMBARQU
DE TROPAS POR EL PUERTO DE ALICANTE
ARMANDO ALBEROLA ROMÁ
Universidad de Alicante
Durante la edad moderna, y sobre todo en
el siglo XVIII, la ciudad de Alicante se perfila
como uno de los principales enclaves comerciales
del Mediterráneo español. Su puerto, considera-
do en el siglo XVII como uno de los más impor-
tantes de España, se convierte en el Setecientos
en punto de reterencia obligado para los navíos
procedentes del norte del continente curopco y
del propio Mediterráneo. Estrechamente vincula-
do con su entorno rural, del que obtenía produe-
tos que posteriormente eran exportados, las exce-
lentes condiciones naturales de la rada alicantina
influyeron favorablemente en el desarrollo de las
actividades mercantiles que marcaron cl devenir
de la ciudad, Así, desde el siglo XVl, el puerto
alicantino actuó como un eficaz enclave exporta-
dor de las mercancías castellanas hacia Italia, a la
vez que se constituyó en receptor y redistribuidor
de productos arribados desde diferentes lugares
de la geografía mediterránea mediante la navegas
ción de cabotaje", Por ello, no debe extrañar que
la ciudad de Alicante se convirtiera en un intere-
sante centro de atracción para comerciantes y
mercaderes extranjeros, que se asentaron cn el
núcleo urbano y establecieron compañías comer-
ciales, y que además el puerto fuera empleado
para diseñar acciones que desbordaron el marco
estrictamente comercial. Precisamente en este úl-
timo contexto cabe inscribir la reconquista de
Orán, tema objeto de este breve artículo?
Los Tratados de Utrech firmados en el año
1713 pusieron fin a la Guerra de Sucesión a la co-
rona española, conflicto que desde cl verano de
1705 había asolado las tierras peninsulares pese a
que las hostilidades se habían roto en el continen-
te europeo en la primavera de 1701. Las cláusulas
contenidas en estos tratados representaron, por
un lado, una considerable merma de los territo-
rios hasta entonces pertenecientes a la monarquía
hispánica y, por otro, supusieron la consagración
191
de Inglaterra como nueva potencia hegemónica
dentro del concierto internacional merccd « la
aplicación de un eficaz sistema de equilibrio, de-
nominado balance of powers. hecho a su medida
y conveniencia,
Adcmás de la cesión por parle española de
determinadas ventajas de tipo comercial a Ingla-
terra, lo que más repercusiones negativas desper-
tó fueron las pérdidas territoriales. Así, Gibraltar
y Menorca pasaron a pertenecer a Inglaterra; los
Países Bajos, el Milanesado y Cerdeña fueron
anexionadas por el Imperio; Sicilia se convirtió en
territorio saboyano aunque posteriormente sería
objeto de trueque con Cerdeña y, en última ins-
tancia, Portugal vio engrandecidos sus territorios
brasileños hasta las orillas del Mar de la Plata.
Con cllo, fundamentalmente y por lo que hace a
las posesiones estriclamente mediterráneas, se
dislocaba la vieja comunidad hispánica asentada
a ambas orillas del Mediterráneo occidental!.
La pérdida de las posesiones italianas siem-
pre fue sentida por Felipe V, máxima cuando en
la corte española dejaban notar su presencia e in-
fluencia buen número de súbditos italianos entre
los que descollaba sobremanera el futuro carde-
nal Julio Alberoni, a la sazón enviado del duque
de Parma. La llegada a España de Isabel de Far-
nesio, heredera del ducado parmesano y con de-
techos al de Toscana, para contraer matrimonio
con el monarca español tras las hábiles gestiones
desplegadas por Alberoni, se reveló decisiva para
determinar las iniciativas y acciones a emprender
en el Mediterráneo.
El rápido nacimiento de los infantes Carlos
y Felipe, el creciente influjo que la nueva reina
ejercía sobre Alberoni y las conexiones familiares
que ésta tenía con los territorios italianos fueron
factores decisivos para que las ambiciones de la
Farnesio se orientaran hacia la recuperación de
las antiguas posesiones españolas en la península
itálica al objeto de poder instalar en ellas a sus
dos hijos. La labor desarrollada por Alberoni
desde el gobierno para poder hacer frente a estos
deseos consistió, fundamentalmente, en reorgani-
zar la maquinaria estatal y las finanzas de la mo-
narquía, así como impulsar de nuevo el comercio
y el tráfico con el continente americano. Para ello
se valió de individuos de indudable valía, cntre
los que cabe destacar a José Patiño. Éste resultó
ser un excelente colaborador de Alberoni y consi-
guió, desde su puesto de Intendente General de
Marina para el que fue nombrado cl 28 de enero
de 1717, poner en marcha una serie de iniciativas
tendentes a recuperar y reorganizar la antigua flo-
ta española, prácticamente desaparecida tras la
Guerra de Sucesión”. La empresa requería, cier-
tamente, tiempo y medios económicos pero la im-
paciencia de Alberoni y de la reina aceleró sobre-
manera los proyectos y trastocó todas las previ-
siones.
Esta primera fase del rcinado de Felipe Y es
calificada como de iredenmtismo mediterráneo,
caractorizándose por la escasa cobertura diplomá-
tica y la reacción violenta a las cláusulas de Utre-
ch. Se saldó con los intentos de reconquistar Cer-
deña y Sicilia en los años 1717 y 1718, intentos
desbaratados tras la firma de la denominada Cua-
druple Alianza y la destrucción de parte de la fo-
ta hispana en cl cabo Passaro por la escuadra in-
glesa mandada por el almirante Bing. Estos he-
chos, a la postre, supusieron un apartamiento
temporal de José Patiño de las instancias de po-
der y precipitaron la caída del cardenal Alberoni,
consumada a primeros de diciembre del año
1719,
Sin embargo, tras asumir en los meses de
mayo y noviembre de 1726 las Secretarías de Ma-
rina e Indias y de Hacienda respectivamente, co-
rrespondería a José Patiño la ardua tarea de con-
ciliar los intereses personales de la Farnesio con
las aspiraciones irredentistas de Felipe V para in-
cardinarlos en un ambicioso plan mediterráneo,
Para ello se proponía la recuperación por la fuer-
za de las armas de Nápoles, Sicilia y Orán además
de utilizar, igualmente, las bases de Mallorca, Ibi-
za y Berbería. Con ello perseguía poner freno a
las incursiones de piratas norteafricanos y asimis-
mo, incomodar a la supcrioridad exhibida por In-
glaterra desde Utrech una vez que sinticra ame-
nazadas las posesiones de Menorca y Gibraltar”.
por tanto, en este contexto general donde se
inscribe la recuperación de la plaza de Orán, per-
dida en 1708 en plena Guerra de Sucesión por la
defección del conde de Santa Cruz, responsable
de la flota española del Mediterráneo.
La empresa, no obstante, no resultó fácil
como consecuencia del estado de postración en
que se hallaba la armada española tras los efectos
192
de la contienda sucesoria. Á este estado habría
que añadir las continuas maniobras desplegadas
por Francia al objeto de evitar un renacimiento
de la flota hispana que pudiera amenazar sus pro-
pios intereses. Pese a estas dificultades se con
truyeron algunas unidades en Cataluña, Guipúz-
coa y Galicia, se compraron barcos a Génova o
se recurrió a otros medios con el fin de suplir las
carencias. Así, el interés por resolver esta silua-
ción y por iniciar una activa política de fomento
de las construcciones navales es observable desde
1713, año en que José Patiño se hizo cargo de la
Superintendencia de Cataluñaó. Consciente de las
dificultades que entrañaba el no disponer de unos
adecuados astilleros distribuidos por la geografía
peninsular, Patiño no dudó en emplear el fleta-
mento de todo tipo de embarcaciones para incor-
porarlas al real servicio? y, a tenor de las exigen-
cias crecientes de la política [elipista, el número
de navíos Metados se fue incrementando conside-
rablemente conforme avanzaba el tiempo hasta
alcanzar cotas elevadas en la década de los trein-
ta.
Los planes de reorganización de la marina
española fueron puestos en marcha, de manera
definitiva y sio trabas de ningún tipo, tras el as-
censo de Patiño a la Secretaría de Marina e 1n-
dias una vez supcrado cl desastre del cabo Passa-
ro y el período de marginación a que fue someti-
do durante el gobierno de Ripperdá". Así, entre
1726 y 1736 se construyeron o adquirieron una
cincuentena de buques de guerra, con la consi-
guiente alarma del embajador inglés Kcenc:; pero
fue a partir de 1730 cuando, como consecuencia
de la firma de tratados de paz con Francia e Tn-
glaterra, se inició una febril actividad flctadora de
barcos mercantes para emplearlos en el transpor-
Le
El mantenimiento de la política de rearme
por parte española sumió en profundas preocupa-
ciones a las distintas cancillerías europeas, que no
acertaban a «adivinar con certeza el motivo y des-
tino final de la misma. Durante largo tiempo se
mantuvo en secreto el destino de la gran expedi-
ción que se aprestaba hasta que, próxima ya su
partida desde el puerto de Alicante, se hizo públi
co que consistía en recuperar el enclave norteafri-
cano perdido en 1708.
LA REUNIÓN Y EMBARQUE DE LAS TROPAS
La elección del puerto de Alicante como
base de agrupamiento y como punto de partida
de la expedición estaba sobradamente justificada
Su rada ofrecía las condiciones más idóneas para
el atraque de buques de gran calado: amplitud,
profundidad, suelo rocoso que permitía un ancla-
sable de la empresa, tuvo lugar a las sico de la
mañana del día 18 de abril de 1732 estando presi-
dida por el protocolo propia de estas ocasiones:
salvas de ordenanza, formación de dos regimicn-
tos que custodiaron el paso de Montemar por las
calles de la ciudad, salutación de los oficiales, re-
gimiento de honores, etc”,
Pese a que el ritmo en los preparativos no
decayó, los problemas fundamentales siguieron
sin tencr solución. Así, las tartanas —barcos fun-
damentales para el transporte de las caballerías—
continuaban siendo escasas, no pasando de trein-
ta y cuatro las ancladas en el puerto de Alicante
y sin expectativas de que en el de Barcelona las
cosas fueran mucho mejor. Sin embargo la exis-
tencia de scis gabarras de unos treinta pics de lar-
go remediaba algo la situación, ya que podían
transportar hasta una docena de caballos y, ade-
más, resultaban útiles a la hora de desembarcar
compañías de soldados. Estas gabarras o ponto-
nes fueron acondicionados con un cañón de 8 li-
bras, una batería de seis cañones con metralla y
con un puente portátil de quince pies de largo al
objeto de facilitar los desembarcos%,
A primeros de mayo se comenzaron a resol-
ver los problemas de carencia de bugues para
transporte al confirmarse la disposición de más de
sesenta gabarras procedentes de Sanlúcar y Cá-
diz. Igualmente comenzaban a tencr visos de so-
lución las dificultades de intendencia, aunque se
agravaron los de residencia llegándose incluso a
plantear la utilización de las mansiones de los
cónsules de Francia e Inglaterra como alojamien-
los para altos oficiales de la armada, aungue no
e llegara a tal extremo”
A lo largo del mes de mayo hubo un conti-
nuo trasiego de buques de guerra y transporte cn
la rada alicantina. El día ocho entraba en el puer-
to el “Galicia” procedente de Barcolona, tras sos-
tener un encuentro con corsarios berberiscos en
las costas de Peñíscola. Dos días más tarde arri-
baba cl “Tlércules” comandando un convoy inte-
grado por 32 navíos, todos ellos extranjeros salvo
una taríana española, en los que embarcaron el
segundo regimiento de España, el tercer batallón
del regimiento Suizo y abundante munición de
guerra y boca. El día once hizo su aparición e)
“Andalucía”, navío de guerra acompañado de
diez gabarras españolas, dos tartanas y catorce
barcos ingleses cargados de harina y municiones.
Los dos barcos de guerra citados anteriormente
partieron hacia Barcelona el día 15 de mayo para
escoltar un convoy de tropas y municiones, res-
tando en Alicante el “Andalucía”. Mientras tanto
seguían entrando en el puerto de Alicante galeras
transportando marincría, A fines de mes se con-
gregaban 25 barcos destinados al acarrco de bue-
yes y carneros, cantidad ciertamento signilicativa
y que hizo exclamar al cónsul de Francia.
“Cola fait croire que cést veritablement a Oran
qwen ira. Tl semble que dans tout autre endroit il ne
serolt_pas necessaire de tent de lourage Wy bes-
tau
EL EMBARQUE DE LA EXPEDICIÓN Y LAS
DIFICULTADES DE ULTIMA HORA
Tas tropas que componían el ejército que co-
mandaba el conde de Montemar se evalúan, se-
gún diferentes fuentes de la época entre los vein-
tiséis mil y treinta mil hombres, componiendo el
grueso de estas fuerzas la infantería. Respecto de
la armada, a cuyo frente se encontraba don Fran-
cisco Cornejo, las cifras que se barajan coinciden
en señalar un número máximo de 600 barcos de
diferentes tipos y tonelaje”. Según Laugier de
“lassy, que establece en 525 el número de bu-
ques", fueron empleados 214 en el acomodo de
los diferentes cuerpos expedicionarios: 46 navíos,
22 fragatas, 45 saetías, 10 pingues, 6 balandras, 2
urcas, 76 tartanas, 2 polucras, 3 paquebotes y 2
gabarras. La artillería, municiones, víveres y per-
trechos se cargaron en otros 213 buques, reser-
vándose 57 para las tarcas propias del desembar-
co en las costas oranesas*,
A partir del año 1720 la ciudad de Alicante
puede decirse que comenzó a superar las secuelas
que, en su trama urbana, dejó la Guerra de Suce-
sión. Sin embargo, es a partir de la década de los
treinta de este siglo XVTT cuando conoció, en
palabras de Ramos Hidalgo, el inicio de un vigo-
roso proceso de urbanización y ampliación del pa-
rímetro urbano*, A la vez, y restañadas las heri-
das del conflicto sucesorio, el ritmo demográfico
se tornó ascendente manteniéndose en esa línca
hasta mediados de la centuria. El gran auge de las
actividades mercantiles, sobre todo a través dol
puerto, dotó a la ciudad de cierto aire populoso
y cosmopolita que, evidentemente, se vería alte-
rado por la aparición y estancia de navíos de gue-
rra.
Es indudable que el enorme movimiento de
tropas afectó sobremanera al normal desarrollo
de la vida ciudadana. Los jesuitas Juan Bautista
Maltés y Lorenzo López deseriben muy gráfica-
mente en su Crónica la situación en que se vio in-
mersa Alicante.
“A esta sazón confluyó a esta ciudad tanto gentío
de fuera, assí de cavalleros y personas de media esfo-
ra, como de varios paysanos, que lormuban otro exer-
cito, el qual con tanta tropa de militares parecía en la
ciudad una confusa Babilonia (...). Eran de ver los in-
numerables vagageros que traían para el abasto quan-
tas vituallas eran necosarias. y podía apcteces el gus-
to. Por cl mar venían también dulces y vinos estrange-
ros: de mado que nada faltaba para la nocesidad y
para el regata”
195
De todos modos, para evitar el posible desabaste-
cimiento de productos de primera necesidad y la
previsible alza incontrolada de los precios, el ca-
bildo ciudadano arbitró las oportunas medidas co-
rrectoras. A tal efccto nombró comisarios a tres
vecinos de la ciudad con el fin de que se desplaza-
ran a las diferentes villas y ciudades de la gober-
nación para establecer, de común acuerdo con las
autoridades de estos núcleos, un eficaz sistema de
abastecimiento diario a la ciudad de Alicante”,
Igualmente se dictaron las órdenes precisas que
penmiticran la entrada de vinos procedentes de
otros lugares ajenos a la gobernación alicantina,
decisión absolutamente imprescindible por cuanto
la ciudad gozaba desde el año 1510 del denomina-
do Privilegio de inhúbición del vino forastero; esto
es, la facultad de impedir el acceso al mercado de
todos los vinos elaborados fuera de los límites de
su jurisdicción”, No parece que se padecieran n
cesidades entro la población, aunque la excesiva
acumulación de gentes de muy variada condición
y las precarias condiciones de salubridad propias
del núcleo urbano% desataron una epidemia de
celiología no definida por las fuentes, pero que
motivó cl internamiento de ua buen número de
soldados en el Hospital del Rey”.
Entretanto, las abundantes deserciones ob-
servadas en el seno del cuerpo expedicionario, so-
bre todo por lo que hace a la infantería, aconseja-
ron el inicio del embarque de tropas y bastimen-
tos, tareas que comenzaron el día 2 de junio, se-
gún la puntual información suministrada por el
cónsul de Francia. En primera instancia ocuparon
los navíos los contingentes de caballería clogiosa-
mente tratados por el informante*, dilatándose la
operación hasta el día 8 del mismo mes como
consecuencia del fuerte viento reinante. Las noti-
cias recibidas por el conde de Montemar de que
el contingente reunido en Cataluña había partido
del puerto de Barcelona ese mismo día ocho, le
decidió a embarcar a los 22 batallones acantona-
dos en la ciudad, operación que se ultimó al día
siguiente. Sin embargo, el cónsul no se aventura
todavía, en su carta del día 4 de junio, a citar a
Orán como destino final de la expedición aunque
deja entrever que el objetivo se sitúa en cl conti-
nente africano”. La fecha de partida sigue sicn-
do, asimismo, una incógnita, aunque sus cálculos
efectuados en función del tiempo que pudieran
tardar en arribar los buques procedentes de Bar-
celona lc hacen predecir el día 15 de ese mismo
mes de junio. Lo cierto es que no anduvo desen-
caminado, en esta ocasión, el cónsul. El día seis
Felipe V firmaba un manificsto en Sevilla en el
que disponía lo siguiente
«(...) he resuelto no dilatar el de recobrar la im-
portante plaza de Orán (...). Para el logro de este im-
portante fin he mandado juntar en Alicante un exerci-
196
10 de hasta treinta mil Infantes y Cavallos, proveíddos
de todos los Viveres. Antilleria. Municiones y pertre-
chos correspondientes «1 cualquier ardua empresa.
baxo las ordenes del Capitan General conde de Mon-
temar (...) de cuyas experiencias y valor me prometo
cualquier exito favorable y glorioso, para que embar-
cados en el considerable número de embarcaciones
prevenidas (...) pasen inmediatamente a la recupera-
ción de la plaza de Orán"*
Sin embargo los problemas, lejos de ulanar-
se, persistieron puesto que el Capitán General de
Valencia, principe de Campoflorido se tropezó
con la firme decisión de los capitanes de los bar-
cos mercantes flctados que se negaban a partir si
antes no se les satisfacian las cantidades acorda-
das en concepto de flete. El problema no era nue:
vo. Desgraciadamente la Real Hacienda había re-
sultado ser una mala pagadora a lo largo de los
meses de preparación del contingente armado y
había acabado con la paciencia de quienes habían
visto como sus buques eran requisados para el
real servicio. El anuncio de que las cantidades ]lc-
gadas a Alicante para hacer frente a esos pagos
no alcanzarían para todos los fletados desencade-
nó la polémica. Los capitanes y patrones ingleses
amenazaron con no hacerse a la mar, obligando
a Campoflorido a dispensarles un trato preferen-
tc. Ante esta situación, el cónsul de Francia nego-
ció directamente con el Capitán General la igual-
dad de trato para con sus compatriotas. Ánte los
negativos resultados de la gestión se produjo, la
víspera del embarque definitivo, un plante total
por parte de los franceses tras negarse a partir sin
hacer cobrado lo estipulado. Ante el cariz toma-
do por los acontecimientos intervino el propio
conde de Montemar quien, tras empeñar su pala-
bra de honor como garantía del cobro de lo adeu-
dado, rogó al cónsul de Francia que convenciera
a sus compatriotas. Lejos de solucionarse, la sí-
tuación se tornó más compleja al persistir las acti-
tudes y anunciarse el empleo de la fuerza por par-
te de los responsables españoles. Así, el cónsul
inglós fue amenazado con la expulsión, junto con
sus familiaros, si los capitanes ingleses se negaban
a purtir. Paralelamente, el Capitán General de la
flota y los oficiales de su Estado Mayor, acompa-
ñados de soldados, recorricron las calles de la po-
blación arrestando a todos los capitanes que en-
contraron para, posteriormente, obligarlos a em-
barcarse. Por este procedimiento accedió a los
buques la mayoría de capitanes, donde sufrieron
malos tratos y amenazas por la actitud que habían
mantenido".
En la tarde del día 10 de junio arribaron a
Alicante algunos de los navíos procedentes de
Barcelona y, en opinión del cónsul, el resto
“arrivora selon les apparences dans tom ce jour
vu demaja matin tout as plus tard, ainsi il paroit que
toute la flotíe pourra mettre a la voile ou aprés de-
main vendredí ou le samedy 14 de ce mois. Je crois
quan compte qu'elle jra a Oran”
Ti 15 de junio zarpó de Alicante la flota
mandada por don Francisco Cornejo con el ejér-
cito de Memtemar a bordo y, tras cierto retraso 4
la altura del cabo de Palos motivado por la caren-
cia de vientos propicios, se dirigió a la costa nor-
teafricana. El desembarco frente a Orán se pro-
dujo el día 29 del mismo mes de junio, aunque la
conquista de la plaza no se consumó hasta el día
dos del mes siguiente*, quedando aquella al man-
do del marqués de Santa Cruz en calidad de go-
bernador. Culminada la conquista, las noticias de
los hechos llegaron hasta la ciudad de Alicante,
NOTAS
U Para el conocimiento de la ciudad de Alicante durante el si-
glo XVII, y en especial el papel desempeñado por el puer-
to. resulta imprescindible la consulta de GIMÉNLZ 1.Ó-
PEZ. E.: Alicante en el siglo Y VII Economía de una cíu-
dad portuaria cn el Antiguo Régimen. institució “Alfons el
Magnánim". Valencia, 1981
? En relación con este tema del papel desempañado por el
puerto de Alicante durante el reinado del primer borbón, ya
realicé una aproximación en mi trabajo "El port d'Alacant
en la política meditorránia de Folip V: la reconquesta d'Orá
, en Homenatge al doctor Scbastiá García Martinez
cultura, Educació ¡ Ciencia de la Generalitat
. 1988. Volumen IL, pp. 285-297. En
el Nletamento de
barcos realizado por la Real Hacienda tras la reconquista de
la plaza argelina con el lin de poder abastecerla regularmen-
te de los productos de primera necesidad. Recientemente me
he ocupado el papel del puerto alicantino cn las expedicio-
nes mediteyráneas en el artículo “En torno a la política revi-
sionista de Felipe V: los [letamentos de buques extranjeros
en el puerto de Alicante y su empleo en la cxpodición a Si-
cilia del año 1718”, en Revista de Historia Moderna, m.2 10
(Alicante, 1991). pp. 21
3 En torno a esta cuestión ver la excelente síntesis realizada
por JOVER ZAMORA, J, M, y HERNÁNDEZ SANDOI-
CA, H.: “España y los Tratados de Utrecl”, en La época
de los primeros borbones. La nueva monarquía y su posición
en Furopa. Madrid, 1987, pp. 340 y ss. Respecto a la Guerra
S ver KAMEN, H.: La Guerra de Sucesión en
1700-1715. Bareclona, 1974. Un excelente estudio
acerca de los avatares del conflicto suecsorio en la ciudad de
Alicante así como de lus consecuencias posteriores on PRA-
DELLS NADAL, J.: Del foralismo al centralismo. Alicante,
1700-1725, Universidad-Caja de Ahorros Provincial. Alican-
10, 1904
Valen
este trabajo analizaba. fundamentalmente
ama.
197
donde fueron celebradas con salvas de cañones y
un solemne Tedeum en la colegial de San Nico-
lás%, A partir de ese instante la ciudad que tan
importante papel había desempeñado como lugar
de reunión de toda la flota, se convirtió en un en-
clave de cierta relevancia desde donde abastecer
a Orán de todos aquellos artículos de primera ne-
cesidad de que carecía la plaza africana% a la vez
que se consolidaba el puerto aliantino como el
más importante del Mediterráneo español junto
con los de Barcclona y Málaga.
+IOVER ZAMORA: ]. M.: Política mediterránea y política
atlántica en la España de Feijóo, Oviedo, 1956, pág. 9
5 Para una visión general de este asunto ver OZZANÁM, D.:
“Los instrumentos de la política exterior”. en JOVER ZA-
MORA. J. M. (dir.): La época de los primeros borbones.
La nueva monarquía y su posición en Europa. Madrid, 1987,
pp. 459 y ss. En torno a la figura de Patiño ver el ya clásico
trabajo de BETHENCOURT MASSIEU, A.: Patiño en la
política internacional de Felipo Y, Estudios y Documentos,
1. Valladolid, 1954,
* DOMÍNGUEZ ORTIZ, A jociedad y Estado en, ol siglo
XVI español. Barcelona, 1976, pp. 55:56. Acerca de la po-
Loa de Albcioni. ver VALSECH E Ta política ¡abia
na de Alberoni. Aspecios y problemas”, cn Cuadernos de
investigación histórica. Madrid (1978). n. 2. pp. 479-492, A
Alberola Romá: “En torno a la recia a de Poli
po Wo.
? BETHENCOURT MASSIEU, A.: Patíño e
pp. 8-9 y 2:23.
¿Una visión de toda esta problemática de la lota española
durante el siglo XVII se puede hallar en FERNÁNDEZ
DURO, A.: La armada española, Madrid, 1895-1903, 9 vo-
lúmenes (hay reedición en facsímil publicada por cl Museo
Naval. Madrid, 1972-1973). WAI.KER, G.: Política españo»
la y comercio colomiul (1700-1789). Bareciona, 1979. PÉ-
REZ MALLAINA, P, E.: “La marina de guerra en dos co-
wienzos del siglo XVI11”, en Revista general de marina, Maz
drid (1980), pp. 137-155. MERINO NAVARRO, J. P.: La
armada española en el siglo XVIII. Madrid. 1981. PÉREZ.
MALLAINA, P. L.: Politica naval española en el Atlántico.
1700-1715. Sevilla, 1982. MAR . VALVERDE, C
“Constitución y organización de la armada de Felipe Y", en
Temas de Historia Militar Madrid, 1983. vol. T, pp. 365-311.
% MERCADER RIBA. J Felip Y i Catalunya. Barcelona.
1985 (2. cd.), pág.
en la política...