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La Transformación Económica y Política de Europa: Edad Moderna, Apuntes de Historia Económica

Historia de EuropaHistoria de la EconomíaHistoria del ComercioHistoria de la Monarquía

La transición de la europa medieval a la edad moderna, caracterizada por el crecimiento de los estados y el capitalismo inicial. Se analiza el papel de los monarcas, señores feudales y mercaderes en este proceso, así como la intervención estatal en la economía y el nacionalismo económico. Se destaca la importancia de las exploraciones geográficas y la influencia del mercantilismo.

Qué aprenderás

  • ¿Cómo influyó el mercantilismo en las relaciones internacionales?
  • ¿Cómo se convirtió la monarquía en estado durante la Edad Moderna?
  • ¿Qué papel jugaron los señores feudales en el comercio y la economía?

Tipo: Apuntes

2017/2018

Subido el 14/01/2018

rosi1797
rosi1797 🇪🇸

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¡Descarga La Transformación Económica y Política de Europa: Edad Moderna y más Apuntes en PDF de Historia Económica solo en Docsity! Tema 2 Feudalismo tardío y capitalismo 1. Reyes, señores y mercaderes La superación de la recesión económica del bajo medioevo y de la primera crisis del feudalismo fue seguida de una etapa de transformaciones rápidas e importantes, que pusieron en marcha las estructuras políticas y económicas de la sociedad europea de los siglos XVI a XVIII (Edad Moderna). El poder está en manos de las monarquías, que rápidamente se transforman en estados a través de la creación de estructuras de gestión y de control en los campos judicial, fiscal, administrativo, militar y eclesiástico. La nueva estructura estatal asegura la preeminencia de la monarquía y la fidelidad de los señores feudales, condición básica para optar a los cargos de nombramiento real y a las rentas que éstos proporcionan. La Iglesia quedó igualmente incorporada al aparato del estado y era dispensadora de rentas. La pugna medieval entre la Iglesia y el poder temporal se resolvió a favor de éste último. Así sucedió en los países que siguieron la reforma protestante, mientras que hubo matices en los países que se mantuvieron fieles a Roma. En el orden económico, las actividades que exigían arriesgar capital fueron cada vez más importantes. Este capitalismo inicial, más comercial y financiero que productor, dependía del marco feudal. Los señores feudales son los principales proveedores de productos agrarios comerciables, los principales adquirientes de productos de lujo y, junto con las monarquías, los principales demandantes de crédito. Los capitalistas también obtenían beneficios como arrendatarios de derechos señoriales, recaudadores de impuestos y mediadores en el traslado de capitales. La mentalidad de estos hombres de negocios era más feudal que capitalista, consideraban la acumulación de capital como un paso para convertirse en terratenientes rentistas. Los comerciantes, como grupo, buscaban el apoyo de las monarquías para obtener una legislación favorable, privilegios en otros estados o conquistas territoriales que les permitieran ampliar el área de negocios. Por otro lado, los grandes descubrimientos geográficos del siglo xv (el descubrimiento de América y el de la ruta marítima a la India) representan la culminación de una larga etapa de exploraciones que acababan en asaltos y saqueos, y cuyo botín era adquirido por los comerciantes. La alianza del mercader y del príncipe no acababa aquí. De hecho, los reyes consideraban la economía como subordinada a la política. Los estados modernos intensificaron su intervención en la economía con la finalidad de aumentar el poder del monarca: es lo que se denomina mercantilismo. Este parte de la idea de que el poder del monarca depende de los impuestos que sus súbditos le pueden proporcionar sin poner en peligro sus economías. Por lo tanto, la riqueza es la mejor base para la potencia política. Por otro lado, el comercio era en aquella época la forma más rápida de adquirir riqueza. La escasez de moneda provoca deflación, dificulta el cobro de los impuestos y crea malestar social. Estas actuaciones, guiadas por el principio equivocado de que la masa monetaria existente era invariable, y que por lo tanto las ganancias de un país son pérdidas de otro, obstaculizaron el comercio y comportaron un freno al crecimiento económico a lo largo de toda la Edad Moderna. 6. Nacionalismo e imperialismo económicos Las políticas económicas de las naciones-estado en el período de la segunda logística de Europa tenían un doble propósito: construir una potencia económica para fortalecer el Estado y usar su poder para promover el crecimiento económico y enriquecer a la nación. Los estados buscaban obtener ingresos para mantener su creciente poder militar, lo que les llevó a promulgar políticas que fueron en detrimento de actividades verdaderamente productivas. Los que elaboraban las políticas tenían que enfrentarse con los deseos contrapuestos tanto de sus propios súbditos como de las naciones-estado rivales. En los tiempos medievales, los municipios y otras unidades de gobierno locales poseían un amplio poder de control y regulación económicos (peajes y aranceles). Los gremios locales de mercaderes y artesanos fijaban los salarios y los precios, y regulaban las condiciones de trabajo. Las políticas de nacionalismo económico representaban un traspaso de esas funciones del nivel local al nivel nacional, en un intento del gobierno central por unificar el Estado tanto económica como políticamente. Los soberanos de Europa competían agresivamente entre sí por extender su territorio y controlar sus posesiones y su comercio de ultramar. De este modo, el nacionalismo económico agravó los antagonismos que habían engendrado las diferencias religiosas y las rivalidades dinásticas entre los soberanos de Europa. 1. Mercantilismo: un término incorrecto Adam Smith, filósofo escocés de la Ilustración y fundador de la ciencia económica moderna escribió el sistema mercantil. Desde su punto de vista, estas políticas eran perversas porque interferían con la «libertad natural» de los individuos y daban lugar a lo que los modernos economistas llaman mala distribución de recursos. Declaró que las políticas eran concebidas por los mercaderes e impuestas subrepticiamente a los soberanos y gobernantes que ignoraban los asuntos económicos. Las naciones, argumentaban ellos, se enriquecerían siempre que vendieran más a los extranjeros de lo que ellas compraban fuera, considerando la diferencia, o la «balanza comercial», en oro y plata. De ahí que favorecieran las políticas que estimulaban las exportaciones y penalizaban las importaciones para crear una «balanza comercial favorable» para el conjunto de la nación. En la última parte del siglo XIX un buen número de historiadores y economistas alemanes invirtieron por completo este concepto. En palabras de Schmoller, el mercantilismo «en esencia no es más que construcción de Estado, no construir Estado en sentido estricto, sino construir Estado y economía nacional al mismo tiempo». En vista de la generalización de estos conceptos erróneos y estas simplificaciones excesivas, difícilmente puede darse demasiada importancia al hecho de que el precioso y pequeño «sistema» subyacente a la política económica no fuera más que la necesidad de obtener ingresos por parte de gobiernos con presiones financieras, en verdad no había un consenso general ni en la teoría ni en la política. Pero había algunos temas o elementos de política económica comunes, resultado de la similitud de necesidades y circunstancias de los que elaboraban la política; es decir, los dirigentes o las clases dirigentes reales. Pero igual de importantes eran las diferencias de los dirigentes. A pesar de las similitudes, cada nación tenía una política económica particular derivada de las peculiaridades de las tradiciones locales y nacionales, las circunstancias geográficas y el carácter del propio Estado. El nacionalismo de las primitivas naciones- estado descansaba en una base de clase, no popular, la clave de las diferencias nacionales en política económica debería buscarse en la diversa composición e intereses de las clases dirigentes.
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