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Orientación Universidad
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Frankenstein educador reflexión, Ejercicios de Didáctica General

Resumen y reflexión de la obra

Tipo: Ejercicios

2020/2021
En oferta
30 Puntos
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Subido el 09/01/2021

cris-castello
cris-castello 🇪🇸

4.5

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¡Descarga Frankenstein educador reflexión y más Ejercicios en PDF de Didáctica General solo en Docsity! CRISTINA CASTELLÓ BELTRÁN. 1º-GRUPO BLANCO TERTULIA Frankenstein educador, Philippe Meirieu RESUMEN DEL CONTENIDO Cuando los seres humanos llegamos al mundo, llegamos desnudos tanto literalmente como metafóricamente. No posee conocimiento alguno y es por esto por lo que debe ser educado, necesita que haya personas adultas que le conduzcan e instruyan en su camino de aprendizaje, en el que adquiere de manera progresiva las capacidades mentales y físicas que le permitirán sobrevivir en un mundo en que es tan necesario y a la vez tan complicado sobrevivir. En un mundo en el que se nace y, más pronto o más tarde, se muere. Es aquí donde surge la pregunta que da pie a esta obra de Philippe Meirieu: ¿se puede ser educador sin ser Frankenstein? Es decir, ¿se puede educar sin “hacer” o fabricar al que es educado? Esta educación ha de introducir al ser humano no solo a la inteligencia a nivel tradicionalmente académico (matemáticas, resolución de conflictos de la vida diaria...) sino a una inteligencia histórica, una inteligencia que le permita resolver preguntas como qué sentido tiene la historia en la que ha aterrizado al nacer. Por tanto, necesita ser introducido en este “de donde vengo” para poder ser capaz de construirse como miembro de la sociedad. Pigmalión, la obra de Rousseau permite hacer un paralelo con el mito y la educación, entendiendo la educación como la fabricación de alguien. Como todo fabricante, el educador quiere poner en el otro, la persona a la que educa, todo su empeño en equiparle lo mejor posible para su vida futura, tanto a nivel personal, como profesional. Siempre deben emplearse todos los medios necesarios para que puedan obtenerse los resultados deseados, pero no podemos saber si alguien ha buscado o encontrado todos esos medios. Es por esto que no debemos evitar a toda costa formar una imagen de alguien, ya que esta probablemente sea errónea y determinará la evolución de esa persona. Tanto en Pigmalión como con el cuento de Pinocho encontramos la misma intención de llegar a saber cómo se puede fabricar un ser humano. Aquí podemos ver la importancia que tiene conducir la educación del ser humano hacia la construcción del propio yo, del yo con criterio y valor propio y no ser “el tú de otra persona”, no ser un títere creado con la intención de ser manipulado. Conducirlo a que sea alguien que, con los conocimientos adquiridos por el educador, sea capaz de imaginar y de hacer cosas que no estén dictadas por nadie. Tal como le ocurre al amo del pasaje del libro de Hegel, el educador cuando no logra alcanzar su objetivo porque el educado se revela, se niega a seguir sus pasos, piensa que todo el esfuerzo realizado ha sido en vano entonces queda insatisfecho. Pero, el problema es que el objetivo último de la educación es “crear” hombres verdaderamente libres que no están sometidos a ningún “amo”. El amo por tanto no debería educar para fabricar un hombre para sí mismo sino formarlo para sí mismo. El clarísimo ejemplo de confusión entre educación y fabricación es el del mismo Frankenstein. Este quiso crearlo conforme su deseo de crear a alguien que esté a su servicio y que le haga sentirse importante. Sin embargo, la criatura escapa de su poder para ser libre, sin ataduras a su creador. Por tanto, según las exigencias de la revolución copernicana, la educación debe pretender que el ser humano entre en contacto con el mundo, que lo conozca poco a poco hasta que pueda permanecer en el solo, sin ayuda y apoyo de un adulto o maestro. Se trata pues de acompañarlo, a formarlo , y no manipular ni moldearlo. Además, este acompañamiento basado en la transmisión de conocimientos debe concebirse como un proyecto que ayuda y contribuye a su desarrollo. Gracias a estos el niño se construye, se supera y modifica las expectativas que los demás tienen sobre él. Para todo esto, el educado y de ser educado hacia la autonomía, hacia la capacidad de constituir el “yo en el mundo” completamente mediante un acompañamiento que será progresivamente más ligero hasta ser eliminado tras alabanzas la autonomía total. Concluyendo, la escuela debe estar orientada a enseñar aquello que los maestros saben para así que los alumnos puedan descubrir quiénes son ellos mismos a través del conocimiento sobre la cultura. Educar es por tanto introducir al el ser humano en ese universo cultural donde hay miedo, preocupación y angustia y ahí puedan descubrirse a ellos mismos. FRAGMENTO 4: Pero hay que resistirse a la tentación de erradicar la resistencia. Porque la resistencia es un signo. Un signo de que ahí hay alguien. Como Pinocho en el leño. Una vocecilla dice: <<¡Ay!¡Conmigo no se hace lo que se quiere! Primero, no entiendo nada. Segundo, no alcanzo a entender. Y, tercero, ¿estás seguro de que es así como hay que enfocarlo? ¿Y si ese método, a mí, no me vale?» Porque, hoy lo sabemos sin ninguna duda, «no hay dos alumnos que aprendan del mismo modo». Con lo visto a lo largo de este cuatrimestre en esta asignatura, Didáctica General, este fragmento es un resumen de lo que falla en el currículum actual. Continuamos pretendiendo que todos los niños aprendan y apliquen los mismos conocimientos y de la misma forma. ¿A caso no tenemos cada uno necesidades diferentes, intereses diferentes y formas de aprender diferentes? El alumno cuando no es capaz de lograr el objetivo que se le establece se frustra y se siente inútil, menos que los demás, pero ojalá no reaccionaran así sino planteándole al maestro: ¿crees que esta es la forma adecuada para que yo pueda alcanzar este objetivo? FRAGMENTO 5: Y es que el problema, para desembarazarse del paradigma de «la educación como fabricación», consiste en instalar la preocupación por la transferencia en el núcleo mismo del aprendizaje, en forma de preocupación por el poder emancipador de los aprendizajes y de voluntad de permitir a aquél que sabe que sepa que sabe, que sepa para qué sirve lo que sabe, qué puede hacer con ello y dónde puede utilizarlo, a qué preguntas responde lo que sabe, cómo podrá hacerlo suyo, desviarlo para crear soluciones nuevas y proferir palabras inéditas ante situaciones imprevistas. La exigencia de transferencia se enfrenta a la «pedagogía del camello», esa que consiste en acumular saberes sin ocuparse de su empleo, dando por supuesto, simplemente, «que seguro que servirán algún día para algo». Este último fragmento lo he seleccionado porque también se ve reflejado en él la importancia de la finalidad última del currículum escolar. Y me da que pensar porque hoy mismo, en pleno siglo XXI todavía se responde a la pregunta de si el contenido del currículum sirve para algo en su totalidad con un no. Prácticamente toda la vida académica desde primaria hasta bachiller se basa en aprender memorizando y escupiendo en un examen aquello que se supone que los alumnos, según la edad que tenga, deben saber. Llegas a la universidad y te das cuenta de que más que aprender para prepararte para el futuro (que es lo que “vendemos”), aprendemos para tener una determinada nota en las PAU y entrar en la universidad, si tú nota te lo permite, claro. Debemos plantearnos todos y cada uno de los días si aquello que en el aula estamos viendo es realmente útil y sepan utilizar lo que han aprendido en su vida, a la hora de tomar decisiones y enfrentarse a los problemas del día a día. REFLEXIÓN CRÍTICA Tras haber leído el libro Frankenstein Educador he reflexionado profundamente sobre el verdadero significado de educar. Y me pregunto si realmente se puede educar sin fabricar, sin morir en el intento. La respuesta es sí, y de hecho es lo óptimo. La educación ha de guiarse por el objetivo de unir al alumno con el mundo en el que vivimos, donde pueda encontrarse a sí mismo, encontrar su rol, comprender de dónde viene y también a donde va. De esta forma podrá ser capaz de entender la importancia de que sea educado por un adulto, para algún día poder ser uno libre, responsable y con la capacidad de controlar la voluntad. La educación, como lo hizo Frankenstein, se ha llevado a cabo como la fabricación de niños creyendo que puede oponer en el mundo a los seres humanos pero sin acompañarle en este, dando por terminado todo el trabajo cuando realmente solo entendemos el montaje. Porque, como dice Meirieu, un cuerpo es mucho más que un montón de carne. Es el lugar donde la persona se proyecta, se construye como un ser humano, donde convive en sociedad como parte de la humanidad. Futuros maestros y actuales maestros, reaccionemos y actuemos ante esta gran necesidad de cambiar y reescribir la educación, haciendo de ella un medio para formar y acompañar a los alumnos a ser partícipes de la humanidad. Dejemos de considerar más importante las tablas de multiplicar o saberse todos y cada uno de los tipos de seres vivos que existen (que ojo, no deja de ser importante), y centrémonos en que los alumnos sean capaces de saber por qué estudian y para qué les sirve todo lo que se les dice en la escuela, para que de esta forma los introduzcamos en el mundo para así poder, algún día, sobrevivir en él sin nuestra ayuda.
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