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Frankenstein, Mary Shelley - Literatura del Siglo XIX - Resumen, Resúmenes de Literatura del Siglo XIX

La narración comienza a través de cartas enviadas por Robert Walton a su hermana Margaret. En estas se cuenta como Robert emprende una gran aventura en un viaje hacia el Polo Norte. Es un hombre valiente, pero en su gran empresa necesita a un amigo. Habiendo llegado ya casi al Polo Norte su barco se queda congelado en el hielo, pero él no quiere irse sin haber logrado cumplir su sueño. Un día, de repente ven un trineo tirado por perros q transportaba una gigantesca figura humana. A la mañana sig

Tipo: Resúmenes

2011/2012

Subido el 07/06/2012

placida17
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¡Descarga Frankenstein, Mary Shelley - Literatura del Siglo XIX - Resumen y más Resúmenes en PDF de Literatura del Siglo XIX solo en Docsity! Bibliografía Frakenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley (1818) La narración comienza a través de cartas enviadas por Robert Walton a su hermana Margaret. En estas se cuenta como Robert emprende una gran aventura en un viaje hacia el Polo Norte. Es un hombre valiente, pero en su gran empresa necesita a un amigo. Habiendo llegado ya casi al Polo Norte su barco se queda congelado en el hielo, pero él no quiere irse sin haber logrado cumplir su sueño. Un día, de repente ven un trineo tirado por perros q transportaba una gigantesca figura humana. A la mañana siguiente el capitán subió a bordo un hombre en mal estado de salud que pretendía continuar su viaje, también en trineo. Unos días después, se recuperó lo suficiente para poder hablar; y así el capitán logró comprender como había podido llegar hasta allí y porqué. El doctor Frankenstein comenzó a narrárselo al Capitán: Nací en Nápoles, aunque soy de Ginebra; de buena familia. Se me crió con mucha ternura, pero mi madre quería tener una niña. Un día paseando junto a una cabaña cerca de un lago, donde habían muchos chiquillos morenos y una precosa niña rubia y muy hermosa. La adoptaron. Nos queríamos mucho y nos llamábamos cariñosamente primo y prima. Siempre quería aprender todo cuanto pudiera. Con diecisiete años mis padres consideraron oportuno que fuera a la universidad de Ingolstadt a estudiar, pero mi madre falleció. Retrase mi ida hasta que en mi familia se apaciguara un poco el dolor. En cuanto a mi amigo Clerval su padre no le permitió ir a la universidad como él hubiera querido. Cuando empecé a estudiar, ya allí, el primer profesor que visité me dijo que el tiempo que había empleado en estudiar ciertos libros había sido una pérdida de tiempo, ya que, según él, eso eran unas sartas de mentiras. Al poco tiempo conocí a otro de mis profesores que hizo que recuperara mis sueños. Al poco tiempo, emprendí el proyecto de crear un ser humano. Estuve largo tiempo encerrado, adelgacé y empalidecí considerablemente. Por la noche iba a los cementerios a recolectar los materiales que necesitaba, nadie podrá conocer todos los horrores que pasé. Al cabo de unos meses, una siniestra noche, la vida empezó a florecer en aquel monstruoso cuerpo inerte. No pudiendo contemplar aquel horrible espectáculo salí y fui a mi cuarto. Conseguí conciliar el sueño, no sin espantosas pesadillas, pero, en mitad de la noche, apareció ahí. Presa del horror escape corriendo al patio y allí pase la noche. Al amanecer, cuando el portero abrió la verja, salí, huyendo del monstruo, por la ciudad. Recorrí las calles sin apenas fijarme en nada tembloroso y sin mirar atrás. Al final me detuve enfrente de un albergue donde paran las diligencias y allí estaba Clerval. Por primera vez en muchos meses me sentí tranquilo y alegre. Pero al recordar los últimos sucesos caí enfermo. Clerval me estuvo cuidando. Cuando me recuperé me entregó una carta en la que mi familia me anunciaba una desgracia más: mi hermano William había muerto. Se creía que le había matado la sirvienta, Justine. Regresé a mi hogar, y aunque mi familia comenzaba a dudar de su inocencia yo sabía que ella no había sido la que le había matado. Tuve grandes cargos de conciencia, pero no pudimos hacer nada porque no se la juzgara. Fue ahorcada. En casa reinaba una profunda tristeza, pero yo no podía hacer nada por consolarles ya que la mía era mayor e 1 irremediable, y esto los entristecía mucho más, sobre todo a Elisabeth, que tanto me amaba. En una de mis depresiones decidí hacer una excursión al lago de Chamonix. Al llegar descansé en el albergue. Al día siguiente emprendí mi recorrido por el valle y,por suerte, esa noche también pude descansar. A pesar de que llovía torrencialmente y la niebla hice ensillar mi caballo ascendí por el Montanvert. Gritando a los dioses pidiéndoles un poco de felicidad, me percaté de que una figura humana se movía a lo lejos a una velocidad sobrenatural hacia mí. Muy a mi pesar resulto ser la bestia que yo había creado. Se dirigió a mí como si fuera su Dios. Me convenció que escuchara sus plegarias, y me llevó a su cabaña situada en una ladera del monte. Comprendí las obligaciones que un creador tiene con el ser al que había dado vida. Este engendro comenzó su relato al llegar. Me dijo que había tenido múltiples dificultades en el primer periodo de vida, y que poco a poco fue descubriendo los sentidos y percatándose del medio en el que se encontraba y del rechazo de la gente por su aspecto. Fue escondiéndose de la muchedumbre, y un día descubrió una hoguera descubriendo sus beneficios, sus peligros y cómo hacerla. Pero los alimentos escaseaban en aquella zona y se dirigió hacia una cabaña, pero los habitantes al verle emprendieron una cacería contra él. Al fin encontró un cobertizo en el que esconderse. Dio la casualidad de que éste tenía un agujero por el cuál podía observar a la familia que habitaba la casa. Gradualmente, fue aprendiendo el idioma, costumbres, las expresiones de los sentimientos, etc. Siguió con atención la vida de esta familia y llegó a quererles como si fuera la suya propia. Esperando una igual aceptación por su parte, decide presentarse al abuelo ciego. El hombre charla con él sin ningún prejuicio, pero en el instante en que le descubre las intenciones de hacerse amigo suyo éste se asusta y a su vez llega el resto de su familia. El hijo le agredió y le expulso de la casa. Se sintió muy desdichado. Además, a los días se mudaron. Un día, caminando cerca del sendero salvó a una niña que se estaba ahogando en el lago; mientras intentaba reanimarla apareció un campesino que se la arrebató de las manos y al intentar hablar con él le disparó en un hombro. Permaneció varias semanas oculto en el bosque, cada día le dolía más la herida, ya que no tenía medios para extraer la bala. Sus deseos de venganza se acrecentaban cada día más. Cuando la herida cicatrizó, emprendió de nuevo la marcha, la felicidad le pareció una burla. Pasaba las noches en los campos, hasta que un día le despertó un chiquillo y pensó en secuestrarlo para que le enseñara, pero sus esperanzas se vieron rotas cuando el niño le insultó y para su sorpresa le dijo que su padre era el Sr. Frankenstein. Aquí vio la gran oportunidad de vengarse de mi, por lo tanto no dudó en estrangular al pequeño. Al contemplar su cadáver, le arrancó una cadena con el retrato de una mujer adorable. Se alegró de saber que también podía hacer sufrir. Enloquecido, fue a ocultarse y tropezó por casualidad con un cobertizo. Al entrar descubrió a una joven durmiendo. Le entristeció enormemente saber que ella nunca le dedicaría una sonrisa, así que se inclinó sobre ella y le metió la cadena en uno de sus bolsillos (prueba por la que la acusaron de la muerte del niño). Por esto me exigió que creara una mujer semejante a él. Yo me negué, aunque por supuesto él estaba dispuesto a discutirlo cuanto hiciera falta. El monstruo me prometió no permitir que nunca otro ser humano le volviera a ver, evidentemente, también me negué a esto, pero al final me convenció. 2
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