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Grecia La civilización micénica Los Siglos Oscuros, Apuntes de Historia antigua

Asignatura: Poder y sociedad en el mundo clásico, Profesor: pina pina, Carrera: Historia, Universidad: UMA

Tipo: Apuntes

2013/2014

Subido el 28/05/2014

davidluyx
davidluyx 🇪🇸

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¡Descarga Grecia La civilización micénica Los Siglos Oscuros y más Apuntes en PDF de Historia antigua solo en Docsity! Grecia La civilización micénica La cultura micénica, que dará lugar a la cultura griega posteriormente, fue descubierta hace relativamente poco -en 1876 concretamente se excava el primer yacimiento de esta época-. Y no será hasta la década de los cincuenta cuando tengamos extensos estudios sobre esta cultura, al igual que sucedía con la minoica, y en donde la relacionaba cronológicamente con la micénica. Una cultura que tiene una cronología que va del 1600 al 1200 a.C., aunque su época de gran esplendor comenzó hacia el 1400, cuando el mundo minoico, por un fenómeno natural, desaparece, dejando vía libre para que los estados micénicos dominen el Egeo. ¿Cómo fue descubierta? El descubrimiento se lo debemos al alemán Heinrich Schliemann y su afán por demostrar que la Miada y la Odisea estaban basadas en un escenario real, mucho antes de que Homero pusiera por escritos dichos relatos. De esta forma, Schliemann, gran conocedor de esta obra, se lanzó por su cuenta y riesgo a descubrir Troya, la cual encontró. Sin extenderme en detalles, el descubrimiento hizo pensar que, si esta ciudad existió realmente, probablemente el resto de ciudades, mencionadas en la las obras homéricas, también. De ese modo, Schliemann se trasladó a Grecia en donde escavó la ciudad sobre la cual, supuestamente, había reinado Agamenón -que había capitaneado a los aqueos durante la guerra de Troya-. Las ruinas de esta ciudad eran conocidas desde la Antigüedad, pero fue el arqueólogo alemán el primero en realizar una excavación en ella, realizando importantes descubrimientos: una cultura material hasta entonces desconocida. Como consecuencia de estos descubrimientos, la historia griega se amplió a un tiempo anterior al siglo VIII, a una cultura que se le dará el nombre de micénica, en honor a esta ciudad. Por otra parte, la obra de Homero comenzó a ser analizada como una fuente histórica, y no como una mera composición literaria. Algunos de los detalles que en ésta se dan, como la continua mención a las armas de cobre, o el uso del carro, entre otros, permiten observar el recuerdo de algunas características del pasado micénico que habían perdurado hasta el siglo VIII a.C. en el relato. Otros detalles, sin embargo, son rellenados con las características propias de la cultura griega del siglo octavo, y que veremos en su momento, en otro tema. Antes de comenzar con los orígenes de dicha cultura -la micénica-, hay que realizar una importante aclaración. Micenas es uno de los más de cuatrocientos yacimientos, de esta época, encontrados en la Península Balcánica, que, por ser el primero, dio nombre a toda la cultura. En ningún caso, se trata de un Estado único, o de la historia de dicha ciudad, sino que existieron una multitud de reinos o principados, de mayor o menor extensión, con más o menos poder, que eran gobernados por un rey, que residía en una determinada ciudad, donde se alzaba un palacio -una de las construcciones que caracterizan al mundo micénico- desde el cual se gobernaba y administraba el territorio. Heládico Antiguo y Medio La Edad del Bronce, en la que se desarrolla el mundo micénico -y también el minoico en la isla de Creta-, comenzando por su etapa más antigua, el Broce Antiguo o Heládico Antiguo -hacia el 3000 a.C. - Como indica su nombre, la etapa comienza con la asunción del uso de los metales -el bronce-, que ya habían sido ensayados en el calcolítico, poniéndose al nivel de sus vecinos insulares y minorasiáticos. Hacia el 1900, que es cuando se denotan importantes cambios, se inició el Heládico Medio, que se le conocerá como cultura miniaca, por el yacimiento de Minias de Orcómeno, que se caracteriza por su cerámica bruñida. A lo largo de esta etapa se observa un aumento de la población, pero al mismo tiempo una disminución de los yacimientos, lo que quiere decir que la población tiende a congregarse en centros más amplios, buscando los lugares más propicios para la protección. En este momento surgen las tumbas de pozo -que se mantendrán en el Heládico Reciente-, muchas de las cuales han sido encontradas en el exterior de la fortaleza de Micenas -que son anteriores a las que Schliemann encontró en su interior-, en donde aún no se encuentran carros de guerras. La época de esplendor: palacios y guerreros y comercio La cultura del Heládico Medio evolucionó, en el Heládico Reciente, a la cultura micénica propiamente dicha. Aparecen nuevas formas de vida, en donde destacó el gusto por la guerra -carácter que no se da en la cultura minoica-, y por una casta de guerrero que poseían costosas armas de bronce. Ante todo se introduce el carro de guerra, tantas veces mencionado en la Illiada, y sobre el cual luchan los aristócratas, elevados a la categoría de héroes en la tradición clásica. Este carácter guerrero se puede observar en las tumbas descubiertas en Micenas, por el propio Schliemann. Unas tumbas de pozo en donde al parecer fueron enterrados los príncipes de Micenas, en los cuales además del rico armamento, se encontraban máscaras de oro -la más famosa lleva el nombre de Máscara de Agamenón-, Estas tumbas de pozo fueron sustituidas en el siglo XV por enterramientos en sepultura de bóveda -thólos-, de dimensiones gigantes en ocasiones, en donde destaca el Tesoro de Atreo -nombre erróneamente puesto por el propio Schliemann-. El agrupamiento humano se da ahora en poblaciones amplias, ciudades -aunque también existieron zonas rurales-, las cuales son dominadas por los palacios, que se encuentran en las zonas más altas de éstas, y en donde reside el monarca que domina una amplia extensión de tierra. No nos sorprende en absoluto. Se vuelve a repetir lo mismo que en aquel momento se estaba produciendo en la isla de Creta. Sin embargo, los palacios micénicos tienen una tipología distinta. Mientras los palacios cretenses parecen ser una superposición de habitaciones, y abiertos hacia el exterior, los micénicos están rodeados por sólidos muros, con torres y bastiones, y situados en las acrópolis. Construidos con grandes piedras -que los griegos, más tarde, otorgaron su construcción a los cíclopes-, estas fortificaciones estaban abiertas por puertas monumentales, coronadas con bajorrelieves de leones -cuyo estilo parece influencia oriental- cuyo máximo exponente se encuentra en Micenas -la Puerta de los Leones-, en donde se hallaban, a lo largo de la rampa de acceso al palacio, las tumbas dinásticas antes comentadas. En el centro de estos palacios, se encuentra una especie salón del trono, llamado mégaron -un claro ejemplo de esta sala se encuentra en el palacio de Pilos-, a cual se llega atravesando un patio porticado. El complejo está rodeado por una segunda muralla, y a su alrededor tenían casas adosadas. En la propia Atenas, en su acrópolis -donde en época clásica se levantaron los templos-, existió uno de estos palacios de los que aún quedan restos de su muralla. Estos palacios estaban cubiertos por ricos frescos, inspirados desde luego en los cretenses, aunque más hieráticos, apareciendo temas de procesiones de mujeres, despedidas de guerreros y cazadores. Sin embargo, este tipo de palacios micénicos pertenecen a una época posterior a la de su original construcción. Los primeros fueron abiertos como los cretenses, y parece que todas las defensas se desarrollaron, ante todo, en el Heladico Reciente III, más o menos hacia el 1400, cuando los junto con el rey, de la religión. Un lugar importante ocupan los artesanos como broncistas, alfareros, orfebres, bataneros, curtidores, entre otros, de los cuales provenía la riqueza de estos palacios, y con los cuales comerciaban. Por debajo de estos, la gran parte de la sociedad se ocupaba de la agricultura y ganadería. Es muy posible que existieran también esclavos, aunque se desconoce si los términos que aparecen en las tablillas identifica a estos, y en su caso, si estos eran únicamente esclavos públicos, pertenecientes a los palacios, o por el contrario también existían esclavos privados. El fin de los micénicos Hacia el 1200, ésta civilización cae por circunstancias violentas, entrando en un periodo de oscuridad -los llamados siglos oscuros-, en donde ya no poseemos ningún tipo de documentación escrita hasta el siglo VIII a.C. ¿Cómo una brillante civilización pudo caer en apenas unas décadas? Los datos arqueológicos que tenemos indican la destrucción de los palacios, que intentaron reforzar sus fortificaciones, y amplios movimientos de población a lo largo del territorio. Las tablillas de los palacios, que son del último año de vida de estos, nos hablan de movilización de tropas y recursos militares, lo que indica que hubo algún tipo de ataque. Sea como fuera, el mundo micénico cayó violentamente, iniciándose una etapa en la que las estructuras estatales han quedado desechas, abandonándose la escritura. Se iniciaba un proceso migratorio, que se observa en la distribución dialectal del griego en el territorio, aunque muchas poblaciones se mantuvieron, gracias a los jefes locales -los futuros basileis—. Así, ciudades como Atenas y Tebas, siguieron teniendo una continuidad poblacional -por ello los atenienses se consideraban autóctonos-. Muchas de las características micénicas se mantuvieron, especialmente en aspectos religiosos Los Siglos Oscuros Entre la caída del mundo micénico, hacia el 1200, y el inicio del arcaísmo griego, en el siglo VIII a.C., se produce un periodo que ha sido llamado por los historiadores Edad Oscura o Siglos Oscuros. La denominación se debe, ante todo, a que carecemos de documentación que nos permita conocer con exactitud este periodo de la historia griega. No poseemos fuentes escritas, puesto que, con la caída de los palacios y la administración que utilizaba la escritura, ésta desapareció. Aunque, claro está, esta oscuridad es cada vez menor. Las fuentes arqueológicas nos han proporcionado en los últimos años una amplia cantidad de datos, hasta el punto que muchos son los que consideran que esa etiqueta de "Siglos Oscuros" ya no tiene lógica alguna, y que tan solo viene a confundir. Muchos son partidarios de llamarlo Medievo griego o Época homérica. Pese a todo, seguir una línea cronológica de este periodo es difícil, en cuanto que su estudio parte de lo que conocemos del siglo VIII. Es decir, sabemos que en Grecia, en ese siglo, están conformadas las pólels, sus instituciones, y una aristocracia que las domina. Está ideado el alfabeto, y es el momento en que se pusieron por escrito los poemas homéricos, y cuando escribe Hesiodo sus obras. ¿Cómo surgió todo esto? Es evidente que se fue forjando a lo largo de estos siglos de oscuridad -ahora ya más alumbrados-. Por tanto, la cuestión es conocer este proceso de surgimiento, desde la caída del mundo micénico hasta el siglo VIII, en donde la obra homérica -conformada oralmente en este periodo- puede resultar de gran ayuda. ¿Continuidad o ruptura? La Época oscura está caracterizada, por una parte, por una ruptura respecto al mundo micénico -no hay duda-, pero por otro lado no podemos concebir que esta fuera total, sino que la cultura micénica, en muchos aspectos, se mantuvo a lo largo de estos siglos, evolucionando, y dando lugar a la cultura griega clásica -mucho mejor conocida-. Nada se destruye de la noche a la mañana, y mucho menos las personas. Éstas, de una forma o de otra, siguieron y mantuvieron la cultura micénica. Costumbres, religión y tradiciones difícilmente se podían perder. Ni tampoco olvidaron su pasado, el cual lo transformaron en mitos. Convirtieron a los antiguos reyes, en los héroes de las leyendas. En general, la crisis del 1200 a.C. afectó a todo el territorio heleno, especialmente a la zona continental, aunque, como ya se dijo en otra ocasión, no todo el territorio se vio afectado de la misma forma. Hubo lugares en donde se intentó la recuperación de los palacios, otros que tuvieron una continuación poblacional, mientras que la mayoría de los centros políticos cayeron y fueron abandonados. A finales del Heládico Reciente, se observa que en el Peloponeso existe una caída generalizada de los centros de poder, y la arqueología muestra una paralización de la actividad de la gran mayoría de los asentamientos. Es el caso de Micenas, que fue abandonada de por vida, y ni siquiera en los siglos siguientes se produjo una nueva ocupación. Solo unos cuantos asentamientos del Peloponeso parecen presentar una continuidad. La ruptura quizás fue mayor ante la presión doria . Por tanto, se produjo un abandono del territorio, cuyos habitantes migraron hacia el Este, y, posteriormente, una progresiva ocupación doria del Peloponeso. Por el contrario, regiones como el Ática, Élide, Argólide, y otros lugares del Norte, salvo en Tesalia, parece que hubo una mayor continuidad de la población. El caso más evidente es el de Atenas. Sin embargo, la supervivencia de estas poblaciones, en general, se caracterizó por un empobrecimiento de la cultura micénica, la cual es denominada ahora como submicénica. Ello se observa bien en la cerámica -que suele ser el fósil director para denotar los cambios-. Así, de la cerámica submicénica -del siglo XIII al XI a.C - se pasó a la llamada cerámica protogeométrica -S. XI- IX-, para evolucionar a la geométrica a partir del siglo IX -llamada así por la decoración geométrica de éstas-. Lo que desde luego no sobrevivió, en ningún caso, fue la pirámide social, la estructura económica, el sistema político, y la escritura -el lineal B-. Ésta última se perdió hasta tal punto que ni siquiera en los poemas homéricos aparece mencionada, más allá de una sola vez en la Miada: "Eludía matarlo, pues sentía escrúpulos en su ánimo; pero lo envió a Licia y le entregó luctuosos signos, mortíferos la mayoría, que había grabado en una tablilla doble...", (Iliada VI, 167-170). Estos "luctuosos signos" quizás estén haciendo referencia al lineal B, solo conocido por los miembros de la administración en época micénica, y que eran desconocidos para el resto de la población. Aún con todo, tampoco podemos estar seguros si es un recuerdo de dicha escritura. La conformación de la nueva sociedad y la organización política Sabemos que las sociedades micénicas estaban encabezadas por la monarquía. Sin embargo, el siglo VIII -al inicio del arcaísmo griego- nos arroja unas sociedades gobernadas por oligarquías. Es evidente que éstas se tuvieron que ir gestando a lo largo de los Siglos Oscuros. ¿Cómo se produjo este cambio? En esta ocasión, poseemos una fuente escrita, Homero, que quizás nos arroje algo de luz sobre la sociedad. Debemos pensar que el proceso de formación de nuevas sociedades no fue similar, pero cabría preguntarse ¿sobrevivieron las monarquías, o las formas de gobierno monárquicas, una vez desaparecidos los palacios? Es posible que sí, aunque con muchas matizaciones. Algunas ciudades, que mantuvieron su población -como fue el caso de Atenas-, conservaron sus monarquías durante un tiempo, pero perdiendo su poder progresivamente. Éste tendría que ser compartido con otras familias -que conformaron una aristocracia-, que ya en el pasado habían ocupado altas posiciones en la sociedad micénica, u otras que surgen aprovechando las circunstancias del momento -primitivos círculos militares, o los primeros habitantes de ciudades que se fundaron ex novo como las jonias-. Estos aristócratas son nombrados en la obra homérica con el término basileús, que significa rey. Así, en el país de los feacios, nos dice Homero: "doce reyes ilustres aquí sobre el pueblo gobiernan como jefes, y yo al lado de ellos me cuento el treceno". (Homero, Odisea, VIII 390-391), Y en Itaca sucede algo similar: "Pero hay otros reyes en Itaca, jóvenes unos y mayores los otros..." (Homero, Odisea I, 394).De esta forma, existía una oligarquía, en donde uno de sus miembros ocupa una posición superior -herencia del recuerdo de esa monarquía micénica-. Por ello, en ítaca, Ulises es el primero de varios reyes. Con el paso del tiempo, y la conformación de instituciones, se acabaría por homogeneizar al grupo oligárquico. El siglo VIII comenzaba con unas sociedades en manos de los áristoi, los nobles, cuya unidad dará lugar a la polis. Son familias que tienen un comportamiento distinto al resto de la población, que se han autoengrandecido y han enraízan sus orígenes con el mito, o con los propios héroes. Tienen antepasados, tienen una vida desocupada, controlan a la sociedad, dedican tiempo a practicar distintas destrezas, son los líderes en el combate. Y, ante todo, se caracterizan por la hospitalidad entre familias, es la cultura del obsequio. Por otra parte, la supervivencia de las monarquías no significa que los antiguos principados mantuvieran su unidad. Aldeas, comunidades agrícolas, y grupos de población que abandonaron sus respectivos territorios, se conformaron en gené -clanes-. Éstas estaban dirigidas por una familia, o varias que conformaban la oligarquía. La unidad de cada genos se daba de acuerdo a un antepasado común, mítico, o héroe fundador de ésta. En un momento dado, se dieron procesos de sinecismo, en donde distintas gené se agruparon para dar lugar a la polis -quizás en un proceso que tuvo distintos estadios, como phylai o tribus, que serían las unidades de distintas gené-, con unas instituciones definidas, en torno a un centro urbano, que domina un territorio concreto. Finalmente, ¿Cómo se produjo el reparto de la tierra? Las migraciones debieron llevar en muchos casos luchas. En primer lugar, la caída de los palacios hizo que muchas de las tierras de estos no serían ahora de nadie, aunque probablemente siguieron siendo cultivas por quienes ya lo hacían, adueñándose de ellas, al menos en los lugares donde la población se mantuvo. En todo caso, se produjo un proceso de apropiación, tanto de los nuevos grupos -las gené- como entre los miembros de éstas. Aquellas familias más poderosas se apropiarían de la mayor parte de la tierra, que se convirtió también en la base para el surgimiento de una aristocracia ligada a la tierra, y de donde obtiene su riqueza. Muchos relatos de luchas entre aristócratas -el combate sin igual entre héroes- quizás tenga que ver con la apropiación, o la forma de acabar con las disputas relacionadas con la tierra. De todas formas, la existencia de dos reyes o basileis colegiados-sin precedente en Grecia- quizás haga pensar que la eunomía se produjo en el siglo IX. Posiblemente el poder real tuvo que ser compartido como consecuencia de una primitiva oligarquía, que acabó repartiendo el poder real entre dos familias: los Agiadas y los Euripóntidas -que pasaban la corona de padres a hijos-. Con un poder fuerte en un comienzo, acabarían por convertirse en un generalato militar, especialmente cuando ya en época arcaica se estableció el eforado. Junto con el poder real, los otros dos pilares de la constitución espartana fueron la asamblea general de ciudadanos, llamada apélla y un consejo, conocido como gerousía, compuesto por treinta miembros -28 ancianos y dos basileis Esta inicial constitución iría evolucionando, hasta quedar conformada en el siglo VII tal cual la conocemos en época clásica. Conclusión De todo esto podemos sacar varias conclusiones. Que el 1200 supuso la caída de los centros del poder, probablemente como consecuencia de la llegada de los pueblos del mar. Ello conllevó, especialmente en el Peloponeso, un abandono del territorio, cuya población se trasladó hasta el Ática, y desde allí, por la presión demográfica, se fueron trasladando a lo largo de los primeros siglos de ésta Época oscura a lo largo de las Cicladas y de la costa jónica. Al tiempo que los dorios, desde el noroeste penetraban en el Peloponeso. A lo largo de estos siglos se produce una evolución de la cultura micénica, al tiempo que se va produciendo una reordenación política en torno a las gené, dominadas por familias que componen la aristocracia. Por tanto, el poder recayó en grupos oligárquicos. En un momento dado, estas gené se agruparon, en un proceso llamado sinecismo, conformando las polis y sus instituciones, tal y como las conocemos en el siglo VIII. La Polis arcaica: el siglo VIII a.C Destruido el mundo micénico -ya fuera por unas causas u otras- y tras un largo proceso de cambio -al tiempo que de mantenimiento de la cultura micénica en ciertos aspectos- conocido como Siglos Oscuros, se va fraguando el mundo griego propiamente dicho. Así, en el siglo VIII a.C., momento en que tradicionalmente se dice que comienza la Época Arcaica de la historia griega, nos encontramos constituidas todas las poleis, Ciudades-Estado, que protagonizaran toda la Grecia clásica. ¿Qué hecho ha permitido limitar a los historiadores la Época Oscura de la Arcaica? Varias obras de la literatura universal, las de Homero y las de Hesíodo, que han sido datadas en este momento -el siglo VIII a.C. - De nuevo, tras la caída de los palacios micénicos, poseemos fuentes escritas que nos permiten desentrañar la historia griega de una forma más veraz, ayudando, por otra parte, a una mejor interpretación del material arqueológico. Es por ello que, parece lógico retornar a ellas de una forma más profunda, así como comentar las de Hesíodo. Gracias a ellas podemos ser capaces de explicar la situación de las poleis griegas en el siglo VIII. La cuestión homérica La Illiada y la Odisea son las obras literarias más conocidas de la Antigüedad. En su momento, constituyeron la base e identidad de la cultura griega, y toda la educación del mundo clásico giró en torno a ellas. Todo griego instruido -al igual que los romanos más adelante- aprendía el relato de dichas obras de memoria. De hecho, la oralidad fue la forma en que estas obras, que comenzaron a gestarse seguramente desde Época Micénica, se trasmitieron a lo largo de los Siglos Oscuros. Hoy en día, estamos seguros que éstas no fueron escritas por Homero. Éste, quizás, no existió o, posiblemente, pudo ser quien primeramente las pusiera por escrito, bajo el resurgimiento de la escritura y el uso del alfabeto en el siglo VIII. Ello conllevó a que el relato quedara congelado para la posterioridad, es decir, que ya no sería modificado con el paso del tiempo. La Miada nos cuenta la Guerra de Troya, mientras que la Odisea nos narra el largo viaje de Odiseo o Ulises desde Troya hasta su amada tierra, ítaca. No fueron los únicos relatos épicos que existieron, sino sólo los únicos que se conservaron. Sabemos, por fragmentos, que existieron otros tantos poemas épicos que narraban los regresos de muchos de los héroes que habían participado en tan larga guerra. Además de la narración, para historiadores y lingüistas actuales, las obras homéricas suponen mucho más. Partiendo de la idea de que fueron orales durante siglos -como se acaba de decir-, se entiende que en ellas se tienen elementos de diversas épocas. Si bien, los acuerdos sobre qué pertenece a cada una de ellas ha sido tema de amplias discusiones, dando lugar a la denominada "cuestión homérica". Bajo este nombre existen todo un conjunto de preguntas de difícil respuesta: ¿Hasta que punto su contenido representa un hecho real en época micénica?, ¿constituye la continuación de una épica micénica?, ¿se trataban de distintos poemas que fueron agrupados cuando fueron puestos por escrito?, ¿representan una sociedad anterior a la polis? Que la obra homérica tiene elementos del pasado micénico es algo que más o menos es aceptado por la gran mayoría. Incluso algunos, creen que la organización que nos muestra Homero difícilmente nos está reflejando la época del siglo VIII, sino que es la época micénica. Otros, sin embargo,piensan que existe muy poco de micénico. Éstos alegan que el origen de la conformación no puede provenir en ningún caso de Época Micénica. Otra serie de investigadores creen que está reflejando el mundo de los Siglos Oscuros, pensando que éstos, en realidad, no fueron tan pobres como nos parecen a priori. Por otra parte, otros tantos estudiosos encuentran el reflejo del orden de cosas del siglo VIII. Algunos, incluso, van más allá y piensan que, en realidad la Illiada y la Odisea nos están hablando de la realidad existente en el siglo VII. En cierta medida, todas las investigaciones encuentran respaldos, aunque muchas se encuentran basadas en particularidades, que intentan dar una ley general para ambos poemas, mientras que otros, observando lo general, intentan aplicarlo a lo particular. Pese a todo, parece obvio defender que los poemas contienen elementos micénicos. Nos cuentan la Guerra de Troya, por tanto, parece lógico que fuera en ese punto cuando se iniciara la creación oral de estos poemas. Algunos creen que incluso los nombres de los monarcas que allí se citan son en realidad personajes reales, los cuales vivieron en época micénica, o al menos muchos de ellos. Estaríamos hablando, entonces, de una continuidad de lo micénico. Hay muchos elementos que aparecen en las obras y que la arqueología ha demostrado que existieron. Armas u objetos que quizás sólo son mencionados para un único personaje. Así se menciona un gran escudo, cascos realizados con colmillos de jabalí, grebas metálicas, espadas tachonadas de plata, corazas de bronce, entre otros, que no eran conocidos ya en los Siglos Oscuros. Todo ello fue perdurando de generación en generación, pese a que todos esos objetos eran ya inexistentes. En todo caso, pese a todas las teorías lanzadas, mantengamos, quizás, la más canónica. De esta forma, deberíamos creer que, si bien iniciada la tradición oral de ambos poemas en Época Micénica, éstos sufrieron multitud de modificaciones a lo largo de los Siglos Oscuros para ir adecuándose a las formas sociales, económicas y políticas del presente, de tal forma que muchos de los elementos pertenecen al momento en que se pusieron por escrito, es decir, pertenecen a la polis arcaica -lo que nos permite la reconstrucción de ésta en el siglo VIII-. Las poleis En el siglo VIII, momento en que tradicionalmente arrancaba la historia griega, ya estaban constituidas las poleis griegas y sus instituciones conformadas -estas aparecen en las obras homéricas, aunque no se mencionen por su nombre-, las cuales ya contaban con una serie de problemas internos que ocasionaran la gran colonización griega del Mediterráneo. De hecho, era el siglo VIII, el momento en que tradicionalmente se fijaba para el inicio de la civilización griega como si, anteriormente, nada hubiera existido. El descubrimiento de las culturas minoicas y, en especial, de la micénica, cambiarían esta visión -que pese a todo todavía se mantiene-. Así, el siglo VIII, más bien escogido por ser el momento en que aparecen las obras homéricas y las de Hesíodo, sería algo así como el zenit de una nueva sociedad aristocrática y su correspondiente organización política en ciudades, gestadas a lo largo de los Siglos Oscuros. Todo ello, que ya comenzaba a entrar en crisis precisamente en este siglo, será modificado en los dos siglos siguientes, cuando surgirá una sociedad en donde el peso político recaerá en un grupo mayor de ciudadanos propietarios de tierra, que contribuirán a la defensa de sus ciudades mediante un nuevo ejército de tipo hoplita. De cualquier forma, la pregunta de obligada respuesta es: ¿qué es la polis? Su traducción meramente por ciudad sería errónea. La polis griega supone mucho más que un hábitat urbano -Asty- y organizado físicamente en un territorio. La polis hace referencia ante todo a la comunidad, a los ciudadanos que la componen, independientemente de que éstos vivan en zonas rurales -chora-, pues esta última zona se considera, igualmente, como parte de la polis. Unos ciudadanos que, además, están organizados mediante instituciones en donde estos tienen derechos y obligaciones. En los Siglos Oscuros se habían ido conformando estas poleis, normalmente mediante sinecismos de distintos hábitats y grupos. Aunque, haciendo referencia a que la comunidad es más importante que el propio centro urbano, tenemos el caso de Esparta en la que, si bien se produjo una unión de diversos grupos, nunca se creó un centro urbano unido, sino que éste será, a lo largo de toda la historia espartana, un hábitat disperso que ni siquiera se dotará de una muralla -aunque esto último fue, más bien, por el propio carácter espartano y sus circunstancias-. Las poleis, además, son Estados; mejor dicho, Ciudades-Estado, puesto que cada una es independiente del resto. Grecia nunca, jamás, fue una unidad en la Antigüedad, más allá de un sentimiento común -por religión y costumbres- de pertenencia a un mismo pueblo que, además, era la civilización frente a otros pueblos -los que no hablaban el griego- que consideraban barbaros. El término Grecia, por otra parte, ni siquiera era conocido por ellos mismos, puesto que fue la forma en que los romanos nombraron al territorio de la Hélade. Término, este último, que fue el que sí usaron los griegos para nombrar al territorio en donde habitaban los griegos. toma la palabra -tras coger el bastón-, y les persuade de lo contrario. En ese momento, un hombre del pueblo se atreve a hablar, y es reprendido por Odiseo, puesto que solo los aristócratas tenían derecho a hablar. Finalmente, nos encontramos las magistraturas. La desaparición de los monarcas a lo largo de los Siglos Oscuros, y la formación de una aristocracia que toma el poder, debió llevar pareja la creación, además de las ya mencionadas instituciones, la elección de magistrados que oficialmente llevaban a cabo muchas de las funciones que anteriormente había tenido el rey, así como servir de instrumento para que las decisiones de la Asamblea y la Boulé se llevaran a cabo. Cada ciudad poseerá estas figuras -que varían de unas a otras-, que se van haciendo cada vez más complejas. Todo ello se debe tomar como aproximaciones. Carecemos de los datos suficientes para afirmar como las diversas hipótesis vertidas son del todo verdaderas. Además, debemos tener en cuenta que lo que estamos llamando Grecia es un conjunto de cientos de ciudades independientes, cuya organización, aunque parecida, no es igual en ninguna de ella -ni en el siglo VIII, ni más tarde-. La aristocracia Como se viene diciendo desde el principio, en este siglo que tratamos, las ciudades griegas están dominadas por la aristocracia -los áristoi- bajo la denominación homérica de basileis. Su significado en griego es rey: pero éste debe ser dejado a un lago para no distorsionar su verdadero concepto en Homero; que sería, usando la terminología latina, el de pater familias. De hecho, en la lliada, incluso Agamenón no se le presenta como el único basileus, sino el más importante entre otros iguales. Esta aristocracia es, más o menos, como una nobleza de estirpe con un estilo diferente de actuar respecto al resto de la comunidad. Estos pertenecen a un génos o familia entendida en un carácter amplio -serían las antiguas agrupaciones de población, tras las caída de los palacios micénicos, que acabaron por unirse dando lugar a comunidades más amplias que conformaron las poleis-, los cuales cuentan con un oikos -la casa y su patrimonio-. Este oikos es dominado por un jefe, el basileus, en donde vive con mujer e hijos aunque estos estén casados, así como miembros inmediatos a la familia. En ella se encuentran también los esclavos. Dichas familias se mantuvieron dirigiendo las nuevas comunidades, las poleis, de forma conjunta, conformándose en un grupo social por encima del demos. Estos dominan las principales instituciones de la ciudad como hemos visto. No obstante, en algunas sigue existiendo incluso la monarquía, aunque siempre gobernando -básicamente con poderes muy limitados- junto a estos aristócratas. Se acaba de decir que el basileus, ante todo, posee su oikos, en donde se encuentra su patrimonio, que se traduce primordialmente en una amplia extensión de tierra - kleros- que normalmente ha sido heredara. Esta tierra es importante, puesto que es la forma con la que mantiene su fortuna y estatus, la cual es trabajada por esclavos y por mano de obra contratada. La posesión de estas tierras no implica que la sociedad quedara atada o dependiente a los aristócratas, como si sucedía en la Edad Media. La población, a excepción de los esclavos, es libre y no están sometidos por medio de la tierra. El poder que ejercen los aristócratas lo hacen por medio de las instituciones. En cuanto a la casa del basileus, ésta no poseía grandes atributos. Se caracterizaba por un patio central, en torno al cual se encuentra el establo, las habitaciones privadas, la galería para huéspedes, un lugar para guardar la riqueza y armas -lo que llamaríamos cámara del tesoro-, y, finalmente, una gran sala o mégaron. Esta última estancia o cuarto era de gran importancia puesto que era donde el basileus ejercía su poder central dentro del oikos. Era de grandes dimensiones, con asientos junto a las paredes y una chimenea en el centro. Estas casas estaban, por norma general, apartadas del núcleo de la ciudad, puesto que estaban ubicadas en las propiedades territoriales. Si bien, algunos aristócratas prefirieron asentar sus casas dentro de la propia ciudad. Cuando un basileus moría, su patrimonio se repartía entre los hijos a partes iguales, e incluso los hijos bastardos parece que podrían tener cierta consideración ya que, en un pasaje de la Odisea (XIV, 202 y ss.), se dice que Odiseo era bastardo, pero que su padre le consideró hijo legítimo, pese a que de éste recibió poco más que una casa. Esta aristocracia, por otra parte, esta unida, incluso más allá de sus propias comunidades, por lazos de hospitalidad, que eran además propiciados mediante matrimonios. Dicha hospitalidad se daba, en especial, mediante el regalo, que se otorgaba ante todo cuando un noble llegaba al oikos de otro. Éste último debía acogerle, agasajarle y ofrecerle regalos para que continuara su viaje -puesto que lo normal era viajar sin nada- Esta misma hospitalidad debía ser igualmente ofrecida cuando el anfitrión se convertía en otra ocasión en viajero. Hesíodo y el resto de la sociedad Si Homero se centra básicamente en la aristocracia, Hesíodo lo hace en el resto de la población, en especial en los pequeños propietarios -que serán los que en los siguientes siglos tendrán el protagonismo principal-, reprochando a los basileis esa situación de superioridad y su forma de vida. Este escribió varias obras, entre las que destacan la Teogonia, en donde se nos da el origen de los dioses y de los hombres. De la misma manera, se conservan Los trabajos de los días, en donde Hesíodo da toda una serie de consejos para el mantenimiento de los campos y de la economía familiar, básicamente autárquica. De Hesíodo no poseemos muchos datos, más allá de algunos que se desprenden de sus propias obras. Éste, tras la ruina de su padre, se había asentado en Beoda, en donde entró en litigio con su hermano, Perses, por la herencia de esas tierras. El litigio fue ganado por éste último, sin embargo, acabó arruinándose. Es por ello que el poema de Los Trabajos y los días, Hesíodo da toda una serie de recomendaciones para sacar rendimiento a las propiedades. A lo largo de este poeta podemos observar la sociedad de Beocia, la cual podemos extrapolar más allá de ésta. En cualquier caso, Hesíodo nos muestra un amplio grupo social de pequeños propietarios que se autoabastecen, y que serán en el futuro aquellos que, en la reforma militar hoplita, portarán su fuerza y sus armas para mantener la independencia de sus ciudades y sus propiedades, y con ello un mayor peso en la toma de decisiones de la polis, anteriormente en monopolio de la aristocracia. Debemos advertir, de nuevo, que se trata de una sociedad en donde existe un amplio grupo de hombres libres, el cual cubre desde la aristocracia hasta el jornalero, independientemente de las desigualdades económicas de ellos. Frente a todos estos están los ciudadanos no libres, los esclavos, que se encuentran dentro de los oikos de la aristocracia y en su caso del de los pequeños propietarios. De igual forma, existe otro grupo, el de los extranjeros, personas procedentes de otros lugares de Grecia o del resto del mundo conocido, que se asentaban en la ciudad para residir allí, pero que no poseían los derechos que sí tenían los ciudadanos. En cualquiera de los casos, dentro del conjunto de hombres libres, la peor condición social era la de jornalero, es decir, aquella persona que, sin posesión de recursos propios, se ve obligada a la venta de su fuerza de trabajo. Ello se observa cuando Aquiles le dice a Odiseo en el Hades: "preferiría estar en la tierra como jornalero de un hombre sin apenas recursos para vivir, antes que reinar sobre todos los cuerpos de los muertos" (Odisea, XI, 488 y ss ). El jornalero, por tanto, estaba básicamente a la misma altura que un mendigo. El trabajo asalariado era el peor de los infortunios para un hombre, lo que conllevó, más adelante, a un aumento de la esclavitud, pues era difícil que los ciudadanos se prestaran para trabajar tierras ajenas. Debemos, en todo caso, hacer una diferencia con la población espartana. Sabemos que dentro de ella existía un grupo que podemos identificar como la aristocracia, pero ya en el siglo VIII se comenzó a gestar una sociedad espartana en donde todos sus miembros tenían, más o menos, una posición de igualdad. Todos ellos, tras la conquista de Mesenia, recibieron amplias parcelas de terreno -kléroi-, las cuales eran cultivadas por hilotas. Éstos debieron ser, en principio, la población predoria que existía en Laconia -aunque quizás ya sometidos a este estatuto por la población aquea, antes de la llegada de los dorios- y más tarde la población de Mesenia, los cuales eran básicamente esclavos. En cualquier caso, estas posesiones permitieron al cuerpo de espartanos dedicarse exclusivamente a la guerra o al entrenamiento para ella. Debemos recordar, por otra parte, que existían los periecos -hombres libres que vivían en la periferia de Laconia, pero políticamente sometidos a los designios de Esparta-, los cuales luchaban junto a los espartanos, siendo designados como lacedemonios. En cierta medida, el siglo VIII a.C. parece el punto de inflexión entre el culmen de la sociedad aristocrática, que dominaba las poleis conformadas a lo largo de los Siglos Oscuros, y el comienzo de una remodelación de las instituciones y de la propia sociedad, que se dará a lo largo de la Grecia Arcaica, en donde veremos una mayor institucionalización política, o al menos una mejor definición de los organismos por los que se organiza la polis, en donde tendrá que ver mucho el establecimiento de la ley escrita, así como un nuevo modelo de organización militar que dejará fuera del primer plano a la aristocracia, para dárselo a la falange hoplita compuesta por los pequeños y medianos propietarios de tierra. Pese a todo, los modelos políticos que se escogerá en cada polis serán distintos, yendo desde la democracia a la oligarquía, así como la tiranía en ciertos momentos. En cualquier caso, las poleis, con serias dificultades poblacionales ya en este siglo que hemos visto, deberán comenzar un proceso colonizador por el Mediterráneo. La colonización griega Las causas de la colonización Las poleis del siglo VIII padecían un grave problema social que puede describirse como la interrelación de dos factos: el aumento demográfico y el empobrecimiento generalizado de gran parte de la población. El primero, el aumento de ciudadanos, provocaba inevitablemente una falta de recursos para sostener a todos los individuos, pues la extensión de las poleis, a excepción de algunos casos, era reducida. De esta forma, una amplia capa del cuerpo de ciudadanos quedaba totalmente desprovista de tierras para cultivar. Debemos recordar que la propiedad de esta no era solo un medio para sobrevivir, sino un prestigio social. Conjuntamente con este factor, actuó el segundo ya mencionado: el empobrecimiento de los dirigirse-. La responsabilidad recaía, de nuevo, en el oikistes, del que debemos suponer que anteriormente había recibido noticias de territorios adecuados para un nuevo asentamiento. También podemos creer que muchas veces el oikistes era elegido precisamente porque él mismo conocía de primera mano estos territorios. No obstante, se pretendía hacer creer que era el oráculo de Delfos el que elegía el lugar, y quizás no falte razón, pues podríamos pensar que allí se guardó información sobre las tierras susceptibles de ser colonizadas y, por tanto, esa sería la principal razón por la que el fundador iba a Delfos. Allí recibía dicha información en forma de oráculo. Parece que la sanción religiosa de este santuario prácticamente se convirtió en un requisito ineludible, al menos si la expedición quería gozar de la ayuda de los dioses. No obstante, las primeras fundaciones no consultaron este santuario, puesto que la tradición es posterior. Eso sí, muchas de estas primeras colonias no dudaron en falsificar su propia historia para presentarnos el preceptivo oráculo. Los lugares que se escogían eran promontorios, que fueran fácilmente defendibles, con buenos fondeaderos y tierra fértil. Por otra parte, por mucho que la colonia se asentara en lugares "de nadie", existía en los alrededores población indígena. La idea general que dan muchos historiadores es que hubiera sido imposible el establecimiento de una colonia sin que existiera una colaboración por parte de la población nativa. Como se ha dicho, los colonos no componen una expedición militar, su intención no es conquistar, sino establecerse para vivir. Por tanto, el oikistes debía mantener previamente conversaciones con estas poblaciones, las cuales darían su visto bueno para la fundación de la ciudad. Así, se dieron pactos de diversa índole, en donde no faltaron incluso acuerdos matrimoniales. De hecho, el número de colonos debía de ser a veces tan escaso que la fundación se realizaba también con aporte de indígenas, especialmente mujeres, pues los colonos, en su mayoría, solían ser hombres. Acordado ya el lugar de asentamiento, el oikistes delimitaba la parte que sería la ciudad -asty- de aquella parte que sería el campo -chora-. Dentro de la primera, delimitaba los espacios públicos de los espacios privados -estos últimos repartidos entre los colonos-. Del mismo modo, en la parte que sería rural, se dividía en lotes de tierra, los cuales se entregaban a los nuevos habitantes. También dictaba las primeras normas legislativas por las que se regiría la ciudad, así como sus instituciones. Normalmente, se solían establecer las mismas normas que las de la metrópolis, aunque esto no tenía que ser siempre así. Estos primeros colonos se encargaban, por tanto, de construir sus respectivas poleis desde cero, por lo que muchos de ellos, o al menos las generaciones futuras de estos, se convertían en los áristoi de las mismas, frente a la población posterior que llegaba a la colonia una vez que esta ya estaba levantada. Con el paso del tiempo, muchas colonias acabaron por tener los mismos problemas que la metrópoli, lo que llevó a la creación de otras colonias por parte de estas mismas. Se las suele llamar a estas fundaciones secundarias, las cuales fueron frecuentes en el siglo VII. Los lugares de colonización El primer lugar de colonización, tanto por antigüedad como por intensidad, fue Sicilia y el sur de Italia o Magna Grecia -de hecho, esta zona del Mediterráneo a veces superó culturalmente a las metrópolis-. La más antigua fundación es la de Cumas, fundada a mediados del siglo VIII, así como Naxos, que lo fue en el 734 a.C. En ambos casos sus habitantes procedían de la isla de Eubea. No fueron los únicos, otras colonias fueron fundadas en los años sucesivos por los corintios -como Siracusa-, por los megareos, por los lochos, por los espartanos -es el caso de Tarento-, por los aqueos, por los rodios, por los cretenses y por colofonios. Más tarde, estas mismas colonias fundarían también en esta área otra serie de colonias. La intensidad de esta colonización llevó a crear un territorio totalmente helenizado -al menos bordeando las costas-, especialmente en Sicilia. No es de extrañar que hoy en día podamos decir que lo mejor de Grecia se encuentra, precisamente, en esta isla. Otro lugar de colonización fueron las islas del norte del Egeo, los promontorios que se extendían a lo largo de las costas macedónicas y tracias, los estrechos que comunican con el mar Negro (Helesponto, Propóntide y Bosforo), así como este mismo -conocido en la Antigüedad como Ponto Euxino-. Pese a todo, a excepción del mar Negro, el resto eran zonas que, en principio, se encuentran lo suficientemente cercanas a la Grecia tradicional como para considerar que se trató de una prolongación de esta. Los primeros en colonizar las regiones del Egeo septentrional fueron también los euboicos, tanto Calcis como Eritrea. También se interesaron prontamente las poleis jónias, como por ejemplo Mileto. En toco caso, a día de hoy existe un amplio debate sobre las colonias en esta regiones en el siglo VIII, especialmente en los estrechos, puesto que muchos dudan que se dieran en este siglo, sino en el siguiente. En todo caso, el interés por toda esta zona de los estrechos se dio en el siglo VII. Entre otras se fundó Potidea por corintio; Selimbria, Caledonia y Bizancio -la futura Constantinopla- por Mégara. Y la ya mencionada Mileto fue, ante todo, la gran colonizadora tanto de los estrechos como del mar Negro: Abidos, Apolonia Póntica, Berezan-Borístenes, Sinope, Istria y Tanais. Podríamos pensar que la colonización de los estrechos era una causa estratégica para controlar el paso de importantes recursos económicos entre el mar Negro y el Egeo, pero ni mucho menos. La causa es la que hemos comentado párrafos arriba. Solo más adelante muchas de estas ciudades, como Bizancio y Calcedonia, se dieron cuenta de su posición estratégica. Cabe destacar de las colonias del mar Negro la despreocupación por conocer los territorios interiores, así como a la población indígena. El propio Heródoto dice que no encontró información precisa de dichas tierras. Mientras la Magna Grecia y Sicilia fue un foco de helenización de las poblaciones indígenas, este fenómeno paso desapercibido en el mar Negro. También el norte de África tuvo alguna colonia griega, aunque en menor grado. No podemos decir con seguridad el motivo de este hecho, aunque algunos han apuntado que la presencia fenicia en dichas zonas impidió la colonización griega, pese a que el argumento tampoco se sostiene al existir serias dudas sobre si las fundaciones fenicias eran en realidad colonias o meramente asentamientos comerciales. El debate parece abierto. En el occidente del Mediterráneo -el levante de la Península Ibérica y el sur de la Galia- la presencia griega fue más bien tardía. De hecho, la mayoría de colonias que nos podemos encontrar aquí se realizaron a finales del siglo VII y principios del VI. Como ocurrió en otras zonas, los primeros en llegar fueron los comerciantes, que también lo hicieron de forma tardía. En especial fue Focea, sin prácticamente competencia, la que tuvo amplio interés por comerciar con estas tierras tan lejanas -se sabe que se comerció con Tarteso-, Así fue como se fundó Masalia hacia el 600 a.C., una de las pocas colonias griegas del Mediterráneo -el resto eran meramente factorías, como la famosa Emporion-, Fue Masalia la que acabó por controlar el comercio occidental, así como llevar a cabo la fundación de nuevas colonias. Es cierto, por otra parte, que las colonias que se fundaron desde Masalia o desde otras colonias -las segundas colonizaciones-, además de disminuir la población, tenían muchas veces como objetivo el control de rutas comerciales, por eso las metrópolis intentaron controlar a estas. Pero la realidad fue que pocas veces consiguieron que las nuevas colonias se prestaran a mantenerse atadas políticamente a las ciudades de origen. En definitiva, podemos decir que la colonización presto un servicio a las poleis para solucionar el problema demográfico y social. Pero más allá de ello, a largo plazo permitió la apertura de nuevas rutas comerciales y la afluencia de recursos económicos desde diversos puntos del Mediterráneo. Junto a ello, la cultura griega traspasó el ámbito tradicional de esta. Se crearon nuevos focos desde donde esta cultura era irradiara a culturas indígenas. Pero no se quiere decir con esto que dichas poblaciones indígenas fuera helenizadas, sino que se produjo una aculturación, es decir, tomaron elementos griegos y los interpretaron de acuerdo a sus propias culturas. Legisladores y tiranos Legisladores La legislación escrita y los primeros legisladores En el Arcaísmo Pleno (750-550 BC), se produce la transformación de la Polis y la Stasis, calmada solo en parte por la colonización. Una de las principales exigencias de las clases inferiores era que hubiese unas leyes escritas para toda la ciudad que las protegiesen de la arbitrariedad de los Aristoi. Estos impartían justicia por encargo divino (Diké), aunque en teoría debían hacerlo con rectas sentencias (Themistes) y basándose en las costumbres (Nomoi). Durante los siglos VII-VI BC, la propia nobleza eligió a algunos de sus miembros que gozaban de gran prestigio por su conocimiento y moralidad, para que ejerciesen el cargo de legisladores durante un período de tiempo (5-10 años) y sin poder transmitirlo por herencia. Su papel no era fácil: debían hacer concesiones que neutralizasen las luchas de las clases inferiores y al mismo tiempo no cuestionasen el poder de la aristocracia. Los legisladores fueron llamados indistintamente Thesmóthetes y Nomóthetes, puesto que en su labor legislativa se basaban en las sentencias y las costumbres. Por su papel como conciliadores entre estamentos sociales, fueron también llamados Aysimnetes ('árbitros') y Dialectos ('mediadores'). Las primeras leyes (primera mitad del siglo VII BC) constituyen la primera documentación oficial dirigida a los ciudadanos en general que demuestra que en este momento ya existe una población que utilizaba una lengua y un alfabeto comúnmente establecidos. Los primeros legisladores surgieron en las Apoikías de la Magna Grecia, quizás por el menor peso de la tradición y la afluencia masiva de gente que aconsejaba reglamentar las relaciones sociales. Conocemos a los primeros legisladores por las referencias que a ellos hicieron los autores posteriores, especialmente ARISTÓTELES (siglo IV BC), aunque el único de ellos del que existen datos fehacientes es Solón de Atenas (principios del siglo VI BC). En cualquier caso, varias inscripciones de la época (como la Inscripción de Espensicio en Creta) y otras posteriores que reproducen copias de las arcaicas, son prueba fehaciente de la labor legislativa llevada a cabo durante los siglos VII-VI El ejemplo de Atenas La sociedad aristocrática de Atenas Atenas se encuentra en el Ática, región centro-oriental de Grecia continental que constituye una pequeña península con forma de triángulo invertido, separada de Beocia al Norte por el monte Citerón. El Ática se dividía en 3 zonas: Pedión (la llanura central), Paralía (la costa) y Diacría (la montaña). Es una región de dialecto y cultura jonias, que mantuvo un régimen monárquico desde su fundación como Estado unificado en época micénica (siglos XIV-XIII BC). La leyenda atribuye dicha fundación al héroe Teseo, quien venció al Minotauro, lo que significó la liberación del Ática del dominio de la Creta minoica. El paso al régimen aristocrático se sitúa hacia el siglo XI BC, coincidiendo con la llegada de los jonios. En la Administración central, encontramos las siguientes instituciones: 1. Arcontado (Magistrados). Existen 3 magistrados principales: Arconte Epónimo (magistrado que daba nombre al año, con poder ejecutivo), Arconte Basileus (rey, que acabará relegado a sus funciones religiosas) y Arconte Polemarco (jefe supremo del ejército). Con Solón (principios del siglo VI BC), se añaden 6 magistrados más, que son los Arcontes Thesmóthetes (administradores de justicia), y el mandato pasa de vitalicio a decenal. Con Clístenes (finales del siglo VI BC), serán 10 Arcontes y con mandato anual. 2. Areópago (Consejo). Los Arcontes que cesaban en el cargo pasaban a formar parte del Consejo del Areópago, cuyo objetivo es asegurar el mantenimiento del régimen aristocrático. Para ello se le asignaron las siguientes funciones: examinar a los Arcontes antes y después de ocupar su cargo, velar por el cumplimiento de las leyes, administrar los asuntos más importantes de la ciudad y ejercer el poder judicial. 3. Eklesía (Asamblea). Se desconocen sus funciones y su composición originarias, aunque tal vez podrían elegir a los Arcontes. La Administración territorial se dividía en 12 Tribus y 48 Naucrarías (circunscripciones navales, correspondiendo 4 por cada Tribu). Cada Naucraría era dirigida por un Naucraro, cuya principal función consistía en proporcionar un navío totalmente equipado al Estado. Más adelante, servirán también como unidad de reclutamiento militar y para la recaudación de impuestos. La Constitución de Atenas de ARISTÓTELES (siglo IV BC) contiene valiosísima información acerca de organización social arcaica del Ática. Explica que se dividía en 4 Fileas ('tribus') al frente de cada una de las cuales estaba un Filobasileus. A su vez, cada Filea se dividía en 3 Fatrías ('hermandades') y estas en varios Gene ('clanes') formados por varias familias. El número total de Gene no pasaba de 100 y los Gene aristocráticos agrupaban muchas menos familias que los campesinos. La propiedad era privada y se transmitía de padres a hijos, pero en ningún caso podía salir del Genos. En la estructura social fueron distinguiéndose distintos grupos: 1. Eupátridas (aristocracia, literalmente 'los bien nacidos'). Familias terratenientes, que acaparan las mayores y mejores tierras y los cargos públicos. 2. Geomores (campesinos). Familias que cultivan sus propias tierras, generalmente de pequeño tamaño y menos fértiles. 3. Demiurgos (artesanos). Eran aceptados en las Fileas y las Fatrías, pero no en los Gene, por lo que carecían de derechos políticos pese a ser hombres libres. 4. Thetes (jornaleros). Eran aceptados en las Fileas, pero no en las Fatrías ni en los Gene, por lo que también carecían de derechos políticos pese a ser hombres libres. La arqueología nos presenta una Atenas como una ciudad económicamente próspera. En ella floreció la cerámica de estilo Geométrico, que fue objeto de comercio. La evolución económica y social en la Época Arcaica fue similar a la del resto del mundo griego, pero algo más retardada y con peculiaridades: Atenas no buscó una solución a la Stasis y la Stenojoría en la colonización y las reformas militares se retrasaron hasta principios del siglo VI BC (implantación del ejército de Hoplitas). No obstante, la lucha de clases se agudizó igualmente: la acumulación de tierra y riqueza por parte de los Eupátridas contrastaba con el rampante endeudamiento y empobrecimiento del campesinado. En este Demos empobrecido se apoyarán artesanos y comerciantes en su lucha por el poder político. La intentona golpista de Cilón y el legislador Dracón Hacia el 630 BC, el noble Cilón llevó a cabo el primer intento de acabar con los desórdenes sociales. Debido a su victoria en los Juegos Olímpicos (fiesta deportiva celebrada desde el siglo VIII BC en la ciudad de Olimpia, en el Peloponeso, en honor a los dioses olímpicos), gozaba de gran prestigio entre los atenienses. El apoyo del tirano de Mégara (ciudad del Ática) y la respuesta favorable del Oráculo de Delfos le impulsaron a intentar un golpe de Estado, pero se encontró con la oposición de una parte del Arcontado que reprimió la tentativa con la masacre de quienes participaron en ella. Sin embargo, no están claros los apoyos ni los objetivos del levantamiento de Cilón. Según MOSSÉ, no se trataría de un intento de imponer una Tiranía, sino que debe interpretarse en el marco de las luchas entre las facciones aristocráticas que en aquel tiempo se encontraban desunidas. El Demos exigía entonces unas leyes escritas que evitaran las arbitrariedades y el desorden provocado por las luchas entre las facciones de la aristocracia. Según la tradición, esta misión fue encomendada al legislador Dracón hacia el 625 BC. A Dracón se le atribuye un código penal, que consistía seguramente en una recopilación de normas consuetudinarias que Dracón publicó y dotó de fuerza vinculante para todos los atenienses. Dracón dejó fama de severo, seguramente porque arrebató de las manos de la nobleza el monopolio de la interpretación y la ejecución de la justicia (sin tocar su poder político, económico y social). Sin embargo, no modificó el sistema judicial, limitándose a introducir 3 principios que lograron una justicia más equitativa: la igualdad ante la ley, la individualidad de la pena (desde ahora tanto el criminal como la víctima son considerados aisladamente y no como miembros de un clan o una familia) y la intencionalidad. Los asesinatos premeditados eran juzgados por el Areópago, única institución autorizada para aplicar la pena de muerte. Los asesinatos no premeditados eran juzgados por el colegio de los Epetai (órgano formado por 30 aristócratas mayores de 50 años), castigándose con el destierro pero sin pérdida de bienes ni derechos políticos. Los homicidios en defensa propia no eran castigados. El Derecho draconiano contemplaba también otros aspectos, como las penas contra la ociosidad. La reforma de Solón 1. La legislación draconiana no consiguió resolver los problemas sociales, por lo que fue necesaria una reforma mucho más profunda, llevada a cabo por Solón a principios del siglo VI BC. Solón era un aristócrata, pero su actividad viajera le proporcionó una ideología muy distinta a la de los Eupátridas. Alcanzó el cargo de Arconte Epónimo en el 594 BC. Solón es el legislador de Atenas por excelencia y el único del que existen datos fehacientes. Su código de leyes, conservado en fragmentos, regula todos los campos de la vida ciudadana (político, penal, civil y comercial). También le corresponde una vasta obra literaria, que ha llegado en gran parte a nosotros y nos permite conocer su ideología. Acepta la importancia de las tradiciones y la religión, pero por primera vez separa la religiosidad de los problemas civiles para enfrentarse a ellos con sentido racional y práctico. Se da cuenta de la caducidad de la sociedad gentilicia tradicional y de la necesidad de integrar en ella a artesanos y comerciantes. Propone como solución a los conflictos entre aristocracia y clases inferiores la Eunomía (buen gobierno y orden), que se contrapone a la Disonomía (mal gobierno y desorden). Para Solón, la Eunomía implica que los nobles abandonen su orgullo y su abuso de poder y que el pueblo se conforme con los derechos que la reforma soloniana le atribuye. En el 594 BC, Solón fue investido Arconte Epónimo con poderes extraordinarios para reformar en profundidad la constitución de la ciudad. Dispuso un paquete de reformas que abrieron la puerta a la Democracia ateniense, pudiendo agruparse en tres bloques: 1. Reforma social. Consciente de la amenaza de una rebelión, Solón proclamó en primer lugar la Seisactía (abolición general de las deudas sin que los nobles tuvieran derecho a ninguna indemnización). Acto seguido, para evitar que la situación se repitiese, redujo la tasa de interés y prohibió que las personas garantizasen sus propios préstamos. Gracias a esta reforma, se terminó con la esclavitud de muchos ciudadanos reducidos a ella por causa de sus deudas y se produjo un nuevo aumento demográfico. El segundo punto de la reforma social fue la división de la población en 4 categorías según un censo económico (en función de la cantidad de cereal poseída medida en Medimnos): Pentacosiomedimnos (> 500 Medimnos: terratenientes, artesanos y comerciantes), Hippeis (> 300 Medimnos: dueños de un caballo), Zeugitas (> 200 Medimnos: dueños de un par de bueyes) y Thetes (< 200 Medimnos: jornaleros). Solo los integrantes de la primera clase censada tenían plenos derechos políticos y podían elegir y ser elegidos para el Arcontado. Las otras tres clases parecen obedecer a un ordenamiento militar: caballeros (Hippeis), Hoplitas (Zeugitas) y remeros (Thetes). Así se dio entrada en las instituciones políticas a los nuevos ricos (artesanos y comerciantes). En tercer lugar, podemos mencionar algunas leyes sociales de Solón: limitación de la patria potestad (eliminación del derecho de vida o muerte del padre sobre sus hijos y prohibición de vender a los hijos y de obligarles a mendigar), limitación de los gastos suntuarios llevados a cabo sobre todo en las ceremonias funerarias aristocráticas, etc. 2. Reforma institucional. Amplió el Arcontado de 3 a 9 miembros (Epónimo, Basileus, Polemarco y 6 Thesmóthetes). Al cargo de Arconte solo podían acceder los miembros de la primera clase censada (Pentacosiomedimnos). La Eklesía (institución principal de la Polis) era la asamblea formada por las cuatro clases censadas, presidida por el Arconte Epónimo, y en ella se debatían y decidían las cuestiones más importantes de la Polis. A la Eklesía correspondía la elección de los Arcontes y los miembros del nuevo tribunal popular (Heliea), la aprobación de todas las leyes y la decisión última sobre la guerra y la paz. Los 9 Arcontes eran elegidos por sorteo entre 40 candidatos (10 por cada Filea) en la Eklesía. Los 6000 miembros de la Heliea eran elegidos por sorteo entre todos los ciudadanos también el desarrollo económico y de expansión comercial que impulsaba y por la necesidad de afianzarse en un poder que había tomado ilegalmente. En su segundo exilio, Pisístrato había hecho contactos de carácter privado que después elevó a política de Estado. Le ayudó la coyuntura favorable: debilitamiento fenicio ante el empuje asirio en el Levante mediterráneo y temor en el Egeo ante la amenaza persa. Vida y obra de los Pisistrátidas Pisístrato murió por enfermedad hacia el 530 BC y sus dos hijos Hipias e Hiparco se hicieron cargo conjuntamente del poder. Intentaron continuar la política de tolerancia y buenas relaciones de su padre, pero la coyuntura había cambiado: al Norte amenazaba la Liga Beocia; al Sur amenazaba la Liga del Peloponeso; y en el Egeo y Anatolia el Imperio Persa ya dominaba las ciudades griegas. En el año 514 BC, dos jóvenes aristócratas asesinaron a Hiparco. Tras el atentado, la Tiranía de Hipias se volvió más autoritaria, recelando de los contactos exteriores y cambiando la política de tolerancia interior por un régimen represivo (persecución de los sospechosos, reforzamiento de su guardia personal, etc.) Ello hizo que la Tiranía apareciera ante los atenienses como un régimen despótico y violento, lo que contribuyó a acelerar su caída. En el 510 BC, Esparta atacó Atenas con el apoyo del pueblo ateniense y expulsó al exilio al tirano Hipias, quien buscó refugio en Persia. Posteriormente, Clístenes evitará la instauración de un régimen oligárquico controlado por Esparta. El gobierno de Pisístrato obtuvo la valoración positiva de todos los escritores de la Antigüedad. Solo el régimen arbitrario y represivo de Hipias cambió la imagen que los atenienses tenían de la Tiranía. En general, los Pisístradas consolidaron las reformas solonianas (establecimiento de un gobierno central por encima de las familias aristocráticas, corrección de las graves desigualdades económicas y sociales, etc.) y dejaron una situación económica y social estable, preparando el tránsito a la Democracia. La reforma de Clístenes La caída de los Pisístradas en el 510 BC hizo que volviesen a surgir las disputas entre las familias aristocráticas agrupadas en torno a distintas facciones políticas. Así surgió el conflicto entre Clístenes (del Genos de los Alcmeónidas) e Iságoras (del Genos de los Filaidas). Clístenes estaba interesado en continuar las reformas de Solón y contaba con el apoyo popular, mientras que Iságoras pretendía la instauración de un régimen oligárquico y era apoyado por Esparta. Finalmente, Clístenes logró acceder al Arcontado en el 507 BC. A partir de ahí, comienza la rivalidad entre Atenas y Esparta. La reforma de Solón había supuesto una primera apertura de las instituciones al Demos y la expansión económica de la segunda mitad del siglo VI BC y el apoyo dado por la Tiranía a las clases populares habían cambiado la correlación de fuerzas sociales. Sin embargo, la vida política seguía estando dominada por los Gene, que excluían a artesanos y jornaleros. Por otra parte, los ciudadanos censados en las dos últimas clases (Zeugitas y Thetes) se habían fortalecido y exigían una mayor participación en las instituciones. Por último, en los últimos tiempos se habían incorporado gran cantidad de extranjeros (Metecos, Libertos y jornaleros), siendo cada vez mayor su peso social y económico. Los Metecos eran extranjeros domiciliados en la Polis (comerciantes o artesanos que pagaban un impuesto a la ciudad) y los Libertos eran los esclavos manumitidos. Unos y otros podían poseer bienes muebles pero no tierras y nunca eran considerados ciudadanos. Clístenes se ganó el apoyo de toda esta masa con una propuesta de reforma que perseguía dos objetivos: otorgar la soberanía al Demos y ampliar el ámbito de la ciudadanía. En el discurso, se sustituye la Eunomía (buen gobierno y orden) por el nuevo concepto de la Isonomía (igualdad ciudadana en la repartición de los cargos públicos, que no igualdad ante la ley). Las medidas llevadas a cabo pueden agruparse en dos coordenadas: territorial-administrativa e institucional. Reforma territorial-administrativa Clístenes dividió a la población del Ática en 3 niveles: Démos, Tritties y Fileas. La mayor parte de la población del Ática ya vivía en comunidades rurales llamadas Démos, que Clístenes convirtió en unidades administrativas y extendió a los barrios urbanos. El número de habitantes de un Démos era de 100-300 ciudadanos adultos (mayores de 18 años). El Démos tenía su propia asamblea (Ágora), en la que participaban todos los ciudadanos y que elegía a su propio dirigente (Demarca). Cada Démos gestionaba los asuntos locales y proporcionaba listas de ciudadanos para desarrollar la vida política y clasificados militarmente (caballeros, Hoplitas y remeros). Lo más importante es que los ciudadanos ahora participan en la vida política ya no en función de su pertenencia a los Gene sino a los Démos, lo cual supone una igualación de derechos políticos. Con ello también se amplió el ámbito de ciudadanía, haciéndose extensible a otros individuos del Ática cuya ciudadanía no se conseguía por el antiguo sistema gentilicio (aunque los extranjeros nunca llegaron a alcanzarla). Una vez constituidos los Démos, se dividió el Ática en 3 regiones: el Asty (la ciudad), la Paralía (la costa) y la Mesogea (el interior). Cada región se dividió a su vez en 10 circunscripciones (Tritties), como medio de repartición de los Démos entre las Fileas. Clístenes creó 10 Fileas que sustituyeron a las 4 antiguas, basándose en un principio territorial en sustitución del antiguo principio gentilicio. Cada Filea estaba formada por 3 Tritties: una del Asty, una de la Paralía y una de la Mesogea, lo cual impidió que tuviese una continuidad geográfica y pudiese identificarse con determinados intereses locales, así como también sirvió para superar la oposición campo-ciudad. Las 10 Fileas proporcionaban la estructura militar básica del Estado, pero su misión principal estaba dirigida a la reforma institucional. Cada Filea debía asignar anualmente y por sorteo 50 de sus miembros mayores de 30 años (distribuidos entre los Démos en proporción a su población) que formarían parte de la Bulé de la ciudad. Reforma institucional Clístenes respetó en lo esencial las instituciones solonianas (las elecciones y sorteos no varían), pero introdujo cambios en su organización y competencias: 1. El Arcontado siguió siendo aristocrático (formado únicamente por Pentacosiomedimnos), pero aumentó a 10 Arcontes (uno por cada Filea). Se convirtió en el órgano ejecutivo (salvo el Arconte Polemarco, que era el jefe del ejército). Bajo la autoridad del Arconte Polemarco, fueron elegidos además 10 Strategoi (uno por cada Filea, al mando de cada uno de los 10 regimientos tribales). Los cargos de Arconte y de Stratego son anuales, pero este último es además reelegible, lo que a la larga permitirá que los Strategoi se conviertan en la máxima autoridad de Atenas (esto sucederá durante las Guerras Médicas, entre 490-480 BC). 2. El Areópago se mantuvo, pero perdió parte de sus atribuciones a favor de otros órganos: la vigilancia del cumplimiento de las leyes pasó a la Bulé, el enjuiciamiento de los delitos comunes pasó a la Heliea y el enjuiciamiento de los delitos de traición al Estado (Lessa Maiestas) pasó a la Eklesía. 3. La Eklesía fue liberada de la presidencia del Arconte Epónimo en favor del Epístate y asumió funciones judiciales (enjuiciamiento de los delitos de traición al Estado y apelación de los delitos mayores). 4. La Bulé («Consejo de los 500») se convirtió en el supremo órgano de dirección y representante de todo el pueblo. Ahora estaba formada por 50 Buletas de cada Filea, mayores de 30 años y de todas las clases censadas. Su cargo era anual y solo podían ejercerlo dos veces en la vida y no durante dos años seguidos. La Bulé preparaba los asuntos a tratar por la Eklesía y aprobaba el orden del día, debiendo la Eklesía decidir finalmente sobre estos asuntos y solo sobre ellos. También se encargaba de que se ejecutasen las decisiones de la Eklesía. La Bulé era un órgano permanente, pero no se exigía a los 500 buletas una presencia constante durante todo el año (ya que los Buletas debían ocuparse también de sus propios intereses). Se decidió que los 50 miembros pertenecientes a una misma Filea estuviesen permanentemente en sus funciones durante una décima parte del año (Pritanía), decidiéndose los turnos de las Pritanías por sorteo. Al menos un tercio de la Pritanía debía permanecer también por la noche en el recinto. Al frente de la Pritanía estaba el Epístate, que presidía la Bulé y la Eklesía durante un día. La Eklesía era convocada por el Epístate y debía reunirse al menos una vez por cada Pritanía (10 veces al año). 5. El tribunal popular (Heliea) se mantuvo, teniendo como misión el enjuiciamiento de los delitos comunes y la apelación de los delitos menores. Como cláusula de salvaguardia del régimen político, se instituyó el Ostracismo: alejamiento del Ática y de la vida política de cualquier individuo que fuese considerado por la asamblea como una amenaza para la soberanía popular. El ciudadano ostracitado debía abandonar el Ática en el plazo de 10 días y domiciliarse donde quisiera durante 10 años. A su regreso, recuperaba su posición en la Polis. Se trataba de una sanción política, no judicial. Clístenes fue, tras Solón, la segunda base para que en Atenas se implantase la Democracia. No obstante, la palabra Democracia era aún desconocida en tiempos de Clístenes, por lo que resultan más adecuadas las palabras de ARISTÓTELES: «Clístenes estableció una constitución favorable al pueblo». Esparta y Atenas Esparta Orígenes del Estado espartano hasta las Guerras Mesenias El Estado espartano surge en el valle de Laconia/Lacedemonia (valle del río Eurotas, en el sureste de la península del Peloponeso). Dicho valle está rodeado de cadenas montañosas de difícil acceso que provocan su aislamiento geográfico. Esparta representa el prototipo de sociedad ordenada y disciplinada que supedita las libertades individuales a los intereses y la grandeza del Estado. Ha fascinado a pensadores de todos los tiempos, desde PLATÓN y ARISTÓTELES hasta los ideólogos nazis. Hacia el 1100 BC, se produce el colapso de los reinos micénicos coincidiendo con la llegada de Sistema educativo La educación (Agogé) es un elemento primordial en la Constitución espartana y está enfocada a la formación y vida militares de sus ciudadanos. Desde su nacimiento, el aspirante a Espartiata pertenece a la comunidad y no a sus padres (hasta el punto de que es el Estado y no los padres quien toma la decisión sobre la vida o la muerte de los recién nacidos). Entre el nacimiento y los 7 años de edad (etapa de la Anatrophé), la comunidad cede la tutela del niño a su madre, pero entre los 7 y los 20 (etapa del Eirenado) el joven se integra en grupos de educación colectiva y a partir de los 20 depende de un educador (Paidónomos). Su educación comprendía nociones básicas de escritura y lectura, música y gimnasia, pero sobre todo se basaba en el adiestramiento militar. Se les inculcaban los valores de obediencia, camaradería y servicio a la comunidad y se les imponía toda clase de privaciones e inclemencias (hambre, frío, etc.) Este sistema implicaba ritos ancestrales, severos castigos (incluyendo el látigo) y unas pruebas competitivas muy duras en los festivales de las Gimmopedias. Al final de la etapa del Eirenado, el joven era considerado ya un guerrero espartano y como tal tenía derecho a un lote de tierra (Kleros) y a participar en las Sissitías (lugar donde se reunían y comían en comunidad los guerreros espartanos) y tenía también la obligación de pagar una cuota a la Sissitía con el producto de su Kleros. Sin embargo, la plena ciudadanía (Espartiata) se adquiría a los 30 años, teniendo entonces derecho a participar en la Apella y a tener su propia casa. Desde los 20 hasta los 60 años, el ciudadano espartano se encontraba en situación de servicio militar permanente y prácticamente esa era la única misión que se les exigía como ciudadanos. Con una sólida organización (basada en los 5 poblados) y una férrea disciplina, el ejército espartano se convirtió en el más poderoso de Grecia. Estructura económica La base de la economía espartana era la agricultura (cebada, vid y hortalizas) y, tras ella, la ganadería (ovino y porcino). Progresivamente se desarrollaron la artesanía y el comercio. El peso de la economía recaía sobre los Periecos y los Hilotas, que carecían de derechos políticos. La originalidad espartana está en el reparto de tierras: 1. Chora (propiedad del Estado). Son todas las tierras que se encontraban en torno a la ciudad de Esparta y estaban divididas en lotes (Kleros), que se asignaban a los Espartiatas en usufructo, no podiendo venderse pero sí heredarse. Sin embargo, estos Espartiatas no las cultivaban por sí mismos, sino por medio de los Hilotas. 2. Perioikis (el primer tercio pertenece a los Espartiatas, el segundo tercio a los Periecos y el tercer tercio al Estado). Eran básicamente las tierras de Mesenia. 3. A partir del 550 BC, se produce un gran declive económico y cultural. No están claras las causas de ello. STUBBS lo atribuye a la ocupación por los persas de las ciudades de Asia Menor y la consiguiente pérdida de esos mercados, pero hoy parece que las causas debieron de ser sobre todo de origen interno (como la excesiva inamovilidad de las instituciones espartanas, que no fueron capaces de adaptarse a los tiempos). Sociedad, religión y cultura espartanas La población de Esparta se dividía en varios estamentos: 1. Espartiatas u Homoioi ('los iguales'). Son los ciudadanos de pleno derecho, considerados descendientes de los dorios y los Heráclidas. Constituyeron siempre una minoría de la población total y además su número decreció progresivamente debido a las pérdidas ocasionadas por la guerra. En teoría entre ellos existían únicamente diferencias derivadas de la edad y el grado militar, pero en la práctica existieron notables diferencias de riqueza. Para que un habitante de Esparta se integrase en la categoría de los Espartiatas, debía reunir 3 requisitos: nacimiento de madre y padre espartanos y pertenencientes a esta misma categoría (prohibición de los matrimonios mixtos con extranjeros y con gentes de categorías inferiores), adscripción a una Sissitía (y pago de la cuota correspondiente) y sumisión a la disciplina. Los Espartiatas se dedicaban exclusivamente al entrenamiento militar y la participación en las instituciones políticas. Poseían las mejores tierras, que no cultivaban por sí mismos sino por medio de los Hilotas. No tenían vida familiar con sus esposas, pues debían dedicar la mayor parte de su tiempo a sus compañeros y la única misión del matrimonio era la de procrear niños fuertes y saludables para servir al Estado. Los guerreros espartiatas integran la infantería (como Hoplitas) y la caballería, pero no la marina. 2. Periecos. Vivían en pequeñas comunidades independientes en la periferia. Cultivaban la tierra y se dedicaban al comercio y a la artesanía, siendo un elemento básico de la economía espartana. Los Periecos no tenían la condición de ciudadanos, pero sí pertenecían a la comunidad espartana y tenían obligaciones con ella: contribución económica para el mantenimiento de las propiedades regias y de culto e integración en la marina del ejército espartano (de la que estaban excluidos los Espartiatas). No podían participar de la vida política del Estado, pero estaban exentos de la dura disciplina militar de los Espartiatas y gozaban de gran libertad. Además, acapararon el campo económico y algunos llegaron a enriquecerse a costa de los Espartiatas. 3. Hilotas. En cuanto a su origen, los Espartiatas presumían de que los Hilotas eran los descendientes de los habitantes originarios de Laconia reducidos a servidumbre por los conquistadores dorios y Heráclidas. A ellos se sumaron los nuevos Hilotas mesenios, quienes conservaron su identidad hasta recobrar la independencia en el 371 BC. Los Hilotas eran siervos adscritos a la tierra (Kleros), que no podían abandonar. Debían entregar al Espartiata una cantidad del producto cosechado prefijada por el Estado. Servían en el ejército como ayudantes de los Hoplitas o bien se integraban en la marina junto a los Periecos. Sin embargo, los Espartiatas no tenían ningún derecho personal sobre los Hilotas y solo el Estado (concretamente, la Apella) podía manumitirlos. Cuando conseguían la libertad (por concesión del Estado o por haber prosperado lo suficiente como para poder comprarla), podrían desempeñar diversas funciones (quizás como mercaderes, artesanos o marinos), pero nunca alcanzaban la ciudadanía. Existen además varias categorías intermedias en Esparta (ciudadanos que han perdido parte de sus derechos): los hijos de padre espartiata y madre de categoría inferior (Mothaces), los hijos ilegítimos de padre espartiata (Partenios o «hijos de doncellas») y aquellos guerreros que no habían pagado su cuota o habían recibido un castigo (Hipomeiones). No hay un status social intermedio para los aspirantes a Espartiata que no superen las duras pruebas encaminadas a convertirlos en guerreros o que por algún otro motivo hayan sido expulsados de la comunidad. La situación de todos ellos es la misma: hombres que no pueden acceder a la categoría de Espartiata y, por lo tanto, de guerreros; y que, en consecuencia, tampoco reciben el correspondiente lote de tierras, por lo que no pueden vivir en Esparta y se ven avocados a la emigración. Debido a la originalidad de la sociedad espartana, la mujer desempeñó en ella un papel muy distinto al del resto de mujeres griegas. Los autores griegos en general criticaron su excesiva libertad y su autoritarismo. La mujer espartana no se ocupaba de ninguna labor doméstica (confiándose a las sirvientas), sino que se dedicaba al aprendizaje de la música y la poesía y a los ejercicios gimnásticos. El gozar de una buena salud era fundamental para la mujer espartana, en cuanto procreadora de hijos saludables para servir al Estado. Debido a las obligaciones del marido con la comunidad, la vida familiar era escasa y la mujer gozó de gran libertad en su vida social al tiempo que administraba la economía de la casa. La gran libertad de la mujer en su vida social contrastaba con la enorme disciplina exigida al marido. La religión espartana refleja una sociedad fuertemente militarizada. Como en el resto de las Poleis griegas, tuvo gran importancia el culto del dios Apolo y su Oráculo de Delfos. En honor de Apolo, se celebraba la festividad religiosa de las Karneas. De entre los héroes míticos griegos, destacó Heracles (de cuya estirpe, los Heráclidas, descendían los reyes). Pero la divinidad espartana por excelencia es Ártemis Orthia, quien, además de mantener sus atributos de fertilidad, es la diosa de la caza, la guerra y la educación de los hijos. En las fiestas dedicadas a los dioses, se ensalzaban los valores militaristas y se organizaban carreras, luchas y exhibiciones gimnásticas. La Pentecontecía ateniense La Democracia Radical y su funcionamiento: las reformas de Efialtes y Pericles Se llama Pentecontecía al período de 50 años (478-429 BC) que se caracteriza por la consolidación del Imperio ateniense, la instauración en Atenas de la Democracia Radical y el extraordinario florecimiento económico y cultural del mundo griego. Todo ello terminará con el estallido de la Guerra del Peloponeso. Las fuentes documentales principales de este período son TUCÍDIDES y JENOFONTE (segunda mitad del siglo V BC), DIODORO DE SICILIA (siglo I BC) y PLUTARCO (siglos I-II AC). Durante la Pentecontecía, destacaron en Atenas una serie de dirigentes (Strategoi) que tenían en común pertenecer a las grandes familias aristocráticas atenienses, aunque unos se inclinaron por defender los intereses oligárquicos (básicamente Arístides y Cimón, que gobernaron entre 478-462 BC) y otros las nuevas tendencias democráticas (básicamente Efialtes y Pericles, que gobernaron entre 462-429 BC). Arístides fue el impulsor de la creación de la Liga Ático-Délica y Cimón afianzó el poder de Atenas en el Egeo. Efialtes y Pericles realizaron importantes reformas internas. El Stratego Efialtes tuvo el protagonismo político tras la muerte de Cimón y se dedicó a la reforma del Areópago, órgano controlado por la oligarquía. Lo despojó de sus principales funciones administrativas y judiciales, quedando solo como tribunal de penas capitales y delitos de tipo religioso. Sus antiguas funciones pasaron a la Bulé y a la Heliea, representantes del pueblo. Efialtes fue asesinado en circunstancias misteriosas, pero sus reformas fueron continuadas por Pericles. Pericles pertenecía por parte de madre al Genos de los Alcmeónidas, de fuertes convicciones
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