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HISTORIA ANTIGUA DE ESPAÑA, Apuntes de Historia antigua

Apuntes del manual de historia antigua de la UNED del TEMA 0. INTRODUCCIÓN: LOS NOMBRES DEL EXTREMO OCCIDENTE (PENÍNSULA IBÉRICA) EN LA ANTIGÜEDAD. Asignatura impartida por Gregorio de Frutos Reyes en 3º de Historia curso 2017-2018

Tipo: Apuntes

2018/2019

Subido el 23/05/2019

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¡Descarga HISTORIA ANTIGUA DE ESPAÑA y más Apuntes en PDF de Historia antigua solo en Docsity! HISTORIA ANTIGUA DE ESPAÑA TEMA 0. INTRODUCCIÓN: LOS NOMBRES DEL EXTREMO OCCIDENTE (PENÍNSULA IBÉRICA) EN LA ANTIGÜEDAD La vida de los pueblos de España en el periodo que discurre entre 1200-218 a.C tuvo eco en las fuentes escritas; y su valor, importancia y fiabilidad exigen puntualizaciones de carácter general, si bien cada autor, en sus respectivos cometidos, someterá a una crítica más concreta y detallada estas fuentes literarias. Estas fuentes escritas coindice cronológicamente con el periodo de la Prehistoria en lo que respecta a los siglos XII al III a.C. Las fuentes arqueológicas para esta época, los pueblos de la meseta y el norte, para los cuales se carece casi en absoluto de referencias escritas hasta que son objeto de anexión por el imperialismo romano. Se centra el estudio en las franjas costeras mediterráneas y de Andalucía oriental, que recibieron gentes colonizadores griegas o fenicias y donde se produjo la eclosión económica y social de Tartesos y la civilización ibérica. Tales hechos importantes merecieron la atención de los historiadores griegos y latinos o de los escritores de la Biblia. Nuestra protohistoria se inicia en torno a 1200 a.C con la aparición del reino de Tartesos y la fundación de Cádiz; integra la historia de las colonizaciones fenicia y griega y del reino de Tartesos y la civilización ibérica que por los colonizadores accedieron a la escritura. El estudio de los pueblos prerromanos del interior y de la franja atlántica está formado por el conocimiento que se tiene de ellos a través de las descripciones de los historiadores o geógrafos y por epigrafía romana. Dentro de la literatura antigua (bíblica, griega o latina) contiene datos para el conocimiento de los pueblos de la ibérica prerromana, hay una gran variedad de fuentes cuya fiabilidad crece a medida que nuestro país es conocido en el mundo culto, y que aumenta con el proceso de los tiempos entre 1200 y 218 a.C, y se hace fiable a partir de la presencia de Roma en la Península. Entre los más antiguos testimonios y noticias de Iberia figuran una serie de relatos míticos: libros de Homero, relatos Argonautas, leyendas de Hércules, con su expedición a las Columnas de Hércules, mito de La Atlántida, recogido en Platón y ciertas alusiones bíblicas del relato del Génesis. De todos estos testimonios solo podemos retener el hecho geográfico y la idea de que nuestras tierras ricas en metales, agricultura y ganadería ya eran visitadas por navegantes orientales. Estos viajes ya durante el II milenio a.C no se interrumpieron y se incrementaron por los colonizadores cretenses, griegos y fenicios en busca de metales y, así lo confirma la arqueología. Estos itinerarios eran también conocidos y fielmente constatados como ocultados para evitar la competencia comercial. Se han hallado datos concretos como los periplos de Hannón e Himilcón. El más amplio de estos itinerarios, un periplo marsellés que describió la ruta de Marsella hacia el Atlántico, sirvió de base a la obra Avieno. Estos datos de viajes y tradiciones marineras, recogidos parcialmente por escritores griegos: Heródoto, Hecateo, Éforo; estos periplos suelen ofrecer datos anteriores al siglo XII a.C y se refieren exclusivamente a nuestras costas de uno y otro lado del Estrecho de Gibraltar. El interés de las fuentes literarias aumenta con los historiadores y geógrafos clásicos que describen las guerras de Roma o las tierras hispánicas conquistadas para Roma y se ocupan de describir a los pueblos indígenas y sus costumbres atávicas ante de que fueran ganadas para la civilización romana. Sobresalen Tito Livo y Polibio junto a Estrabón, Plinio, Tolemeo, Justino, Dión Cassio, Floro, Orosio. Completan los informes utilizables las inscripciones ibéricas y tartésicas y la consignación de ciudades en el amplísimo número de monedas acuñadas en Hispania bajo el gobierno de Roma. Entre las fuentes antiguas destacan la Ora Marítima, escrita por Avieno, en la que hace una descripción de las costas de Iberia, desde Galicia hasta los Pirineos. Rufo Festo Avieno nació en Italia en el siglo IV a.C y fue procónsul de la Bética. Escribió en verso su Ora Marítima copiando itinerarios antiquísimos de navegantes, recopilados por un marinero púnico del siglo VI a.C. Los nombres más antiguos que han sido interpretados como posibles alusiones a la Península Ibérica están contenidos en textos asirios y egipcios anteriores al I milenio a.C. Se referían al extremo occidental de un mundo que en aquellos tiempos todavía era muy poco conocido. Los nombres del Extremo Occidente (Península Ibérica) en la Antigüedad son los siguientes: 1. Las designaciones orientales son bastantes imprecisas en sus descripciones. Se presuponen ciertos conocimientos por el apoyo de los testimonios arqueológicos, presentes desde al menos el II milenio a.C. 2. Anaku: los antiguos asirios llamaron así a la Península Ibérica, que traducido sería “Tierra de Estaño”. Es una denominación que procede de un texto cuneiforme asirio de 1800 a.C: “Anaku, Kaptara, los países de allende el Mar Superior; Dilmun, Magan, los países del Mar Inferior y los países entre los que nace y muere el sol, conquistado tres veces por Sargón, rey del mundo”. Se trata de una referencia indirecta sobre el extremo occidental, en la cual Sargón aparece como el rey del mundo y, que los asirios al dominar a los fenicios consiguen con ello monopolizar el comercio. En el texto, se habla de dos mares: el mar superior que hace referencia al Mar Mediterráneo y, el mar inferior que sería el Golfo Pérsico. Estos dos mares se relacionan con Mesopotamia, es decir, el Creciente Fértil. 3. Meshesh: los sirios-palestinos en el siglo X a.C la denominaron la “Tierra de los Massienos de los Pueblos del Mar”. Esta denominación (término semita) procede de un libro bíblico no canónico (apócrifo), llamado «Pequeño Génesis», que tomó sus referencias de fuentes fenicias fechadas en el año 1000 a.C. Hay una referencia al remoto occidente, tomada de un antiguo pueblo situado en el sur de la P. Ibérica (s. García y Bellido). Describe un mapamundi persa (planisferio). Los pueblos del mar anteriores a los fenicios que llegaron a la P. Ibérica por las columnas de Hércules (estrecho de Gibraltar, Cádiz). Hay relación con Egipto, ya que aparecen datos sobre los pueblos invasores. Los anales egipcios son fuentes fiables. 4. Tarsis: en la Biblia y en los ámbitos fenicio y púnico se denominaba Tarschich a unos lugares en los que había riquezas. Hay quien ha querido ver en la palabra Tartessos se indica la existencia de una “Hiberia” y el río “Hiberus”. Originalmente se refería a la comarca y a las gentes localizadas en la zona de la costa de este lugar. Seguramente las costas de Huelva pudieron ser un punto privilegiado de conexión directa de los griegos con los tartesos, como también lo había sido para las primeras navegaciones fenicias. Pero pronto adquiriría el nombre de “Iberia” un sentido más genérico para aplicarse al conjunto del territorio conocido por los griegos con el que tenían una relación más o menos directa, es decir, la parte meridional y mediterránea peninsular. Este es el significado que tenía en el siglo V a.C para el geógrafo e historiador griego Heródoto. En época romana se amplió el valor alusivo del nombre a toda la Península Ibérica, a pesar que la formaban pueblos con costumbres distintas, prevaleciendo el criterio geográfico al cultural. Así, Estrabón en su obra Geografía utiliza el nombre “Iberia” para referirse a este territorio. Había otra “Iberia” en Asia Menor, en el Cáucaso y a orillas del Ponto (el Mar Negro), territorio situado en la actual Georgia, que los griegos debieron conocer en sus tempranas navegaciones por este mar oriental. Pero no se sabe cuál de las dos recibió el nombre primero. Estrabón dejó escrito que el nombre era el mismo porque ambas tenían minas de oro, aunque indicaba que no había relación étnica ni cultural entre los dos lugares. Nombre de origen griego, ha perdurado hasta hoy. Los primeros testimonios son cuestionables y polémicos (recopilaciones indirectas): O. Marítima: Hiberia, Hiberi, Hiberus (río). Sólo aparecen estos nombres y no Hispania e Hispani. Aparece escrito con “h”, sin justificación alguna. Los primeros testimonios son recopilaciones indirectas, que son conocidos como epitomes. Proviene de los textos griegos muy antiguos, recogidos por R.F. Avieno en su escrito, anteriores al siglo VI a.C. Hecateo de Mileto (500 a.C) cita varias localidades de la P. Ibérica situándolas en un lugar que designaba como Iberia. Citas directas y fuera de dudas, de primera mano, seria Heródoto de Halicarnaso (mitad siglo V a.C), quien buscaba la verdad sin mitología de por medio (paso del mito al logos): cita tanto Iberia como sus habitantes (iberos). Es el autor de los 9 libros de la Historia, sobre las Guerras Medicas (I, 163; VII, 165). Desde el siglo V a.C en adelante los testimonios abundan y se hacen corrientes. Podemos decir que el nombre de Iberia es no sólo universal para el mundo griego, sino que además, es el único usado y conocido por ellos. Extensión del nombre de Iberia: En principio sólo se aplica a una pequeña porción de la P. Ibérica (región de la provincia de Huelva). Más tarde su designación se extiende a otras zonas desde el Estrecho al Mediterráneo, desde el Cabo de S. Vicente hasta el Ródano, para acabar luego, ya en tiempos romanos, designando a toda la P. Ibérica, equivalente al término latino Hispania y a la actual P. Ibérica. Esto lo prueba Polibio, a principios del siglo II a. C. Origen del nombre Iberia: • La Ora Marítima: procede de la región de Huelva, donde se cita a un río, Hiberus (¿Tinto u Odiel?). (O. M. v. 248-255).Por tanto, su primitiva ubicación se encuentra más allá de las Columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar). Estos nombres aplicados a la zona de Huelva no se vuelven a repetir en noticias de autores posteriores. • Pseudo- Escimno (199, v) del siglo V a.C: Menciona a unos Iberos localizados en la región de Huelva junto a tartesios. • Quizás la denominación provenga de la similitud de esta zona peninsular con otra ubicada en el Ponto Euxino (Mar Negro), que ya conocían los griegos anteriormente: paisaje, riqueza minera, etc. 8. El nombre de Hispania: nombre usado por los latinos para denominar a la Península Ibérica. Sus habitantes eran llamados Hispani. La referencia más antigua la tenemos en Ennio (hacia el 200 a.C) en su obra Anales de 503 a.C, la cual está perdida y solo se tienen algunas menciones de otros autores sobre esta obra. En el siglo II a.C dicha denominación se empezaría a generalizar, que coincide con el término de la II Guerra Púnica y la presencia permanente de Roma en la Península Ibérica. De todas formas, son escasos los testimonios escritos de esta época. Los testimonios aumentan vertiginosamente a partir del siglo I a.C: Plinio habla en su obra de la espada hispánica (gladius hispaniae). Los griegos que escribieron en esta época siguieron utilizando el nombre de Iberia o Iberi como sinónimo de Hispania. Encontramos plena identificación de ambos término a partir de los testimonios de Estrabón (III, 4, 19) y de la época de Augusto. Su extensión coincide siempre con toda la Península. Suele aparecer con cierta frecuencia en plural (Hispaiae) aludiendo a las diversas provincias en que se encontraba dividida. En cuanto al origen del nombre de Hispania hay diversas propuestas: • De origen fenicio, acaso derivado de «saphan» y equivalente a «cuniculus» que significa «conejo», animal que era muy abundante en la P. Ibérica pero desconocido de los fenicios y griegos. A él se le añade la «y» con la que los fenicios expresaban la idea de «isla o costa», dando «isephan-im» de ahí el término latino «Ispania o tierra de conejos». Los romanos lo adoptaron de los cartagineses, que, a su vez, lo heredarían de los tirios. Los romanos añadieron una «h» por razones desconocidas. Esta hipótesis fue propuesta por primera vez por S. Bochart, en 1646, y aceptada por Schulten y García y Bellido entre otros. • Hipótesis que relacionan el origen del término con las tempranas navegaciones fenicias a la Península Ibérica: C. M. Trigueros (1767) la derivaba de la palabra «Sephan» que se traduce como «el Norte», que era la situación de la P. Ibérica para los fenicios que seguían la ruta costera de África. Esta hipótesis fue compartida por J. M. Solá- Solé, (1960) y por J. L. Cunchillos, que la hace original etimológicamente del semítico noroccidental de fines del II milenio a.C. Hay quienes relacionan el vocablo Hispania con actividades extractivas mineras como Hoefer (1842), o bien como «Isla/Costa donde se baten y forjan metales», o como «costa de los forjadores». Esta hipótesis ofrecerá claras connotaciones con la palabra Tarsis.
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