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Filón de Alejandría: La naturaleza y origen del genio o Dios, Exámenes de Filosofía

Filón de Alejandría discute la existencia y naturaleza de Dios, su relación con el mundo y la moral en su tratado secreto. El autor recomienda honrar al genio o demonio personal encargado de nuestra vida y acciones. La filosofía de Filón abarca temas como la existencia de Dios, la creación del mundo y la moral, envueltos en fórmulas simbólicas y alegóricas.

Tipo: Exámenes

2021/2022

Subido el 24/10/2022

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¡Descarga Filón de Alejandría: La naturaleza y origen del genio o Dios y más Exámenes en PDF de Filosofía solo en Docsity! 1 13. TERCER PERÍODO DE LA FILOSOFÍA GRIEGA MOVIMIENTO DE TRANSICIÓN Mientras que las antiguas escuelas filosóficas chocaban entre sí, y se propagaban por el imperio romano, y prolongaban sus luchas seculares, y se apagaban los rudos ataques del escepticismo contra las escuelas dogmáticas, y entraban en fermentación los gérmenes del eclecticismo teosófico que brotó con fuerza y comenzaba a desenvolverse en la ciudad de Alejandro, aparecieron en diferentes tiempos y lugares ciertos filósofos, o, mejor dicho, escritores eruditos y más o menos filosóficos, que, sin pertenecer determinadamente a ninguna escuela, seguían varias direcciones y amalgamaban varias tendencias. Seguían unos la dirección positivista; dominaba en otros una especie de escepticismo satírico; algunos hacían alarde de despreocupación religiosa, y en los escritos de otros se descubre un fondo abigarrado de doctrinas y tendencias sin enlace lógico de ningún género. Son los que pudiéramos apellidar los eruditos y libre-pensadores de la época. Entre éstos pueden citarse como tipos: a) El médico Galeno, natural de Pérgamo, y que floreció en Roma bajo el imperio de Marco Aurelio. Su método es la experiencia, y su dirección el empirismo con tendencia al materialismo. Después de analizar anatómicamente los órganos del hombre y de enlazar su estructura, y de reconocer su finalidad, en lo cual se separa del materialismo y se eleva sobre los positivistas modernos, concluye por negar la espiritualidad y subsistencia del alma humana, la cual, para el médico de Pérgamo, no es más que materia refinada y una substancia perecedera y ligada a las vicisitudes y destino final del cuerpo. Con respecto a otros puntos y a ciertas cuestiones de física, de psicología, y sobre todo de lógica, Galeno sigue con bastante frecuencia las ideas y soluciones de Aristóteles, como queda indicado arriba. b) Hacia mediados del siglo primero de nuestra era, vio la luz en Queronea de Beocia Plutarco. Enseñó públicamente en Roma bajo el imperio de Trajano, y se retiró en los últimos años de su vida a Queronea, su patria. Sus Vidas paralelas de los grandes hombres de la Grecia y de la Italia han hecho su nombre popular entre los eruditos; pero para conocer sus ideas filosóficas es preciso acudir a los pequeños tratados que escribió, más o menos relacionados con la Filosofía. Plutarco manifiéstase enemigo de las supersticiones populares; quiere depurar el politeísmo de las ficciones poéticas, refundiéndolas y amalgamándolas en lo que tienen de esencial. En moral, es en parte epicúreo, en parte estoico, en parte platónico y en parte aristotélico, mezclando todas estas ideas morales con especulaciones demonológicas, con la creencia en oráculos, y con las interpretaciones de sueños y augurios, recayendo por un camino en las mismas supersticiones que había combatido por otro. En suma: Plutarco, más bien que un filósofo, es un erudito, un amante de los estudios históricos, un escritor con aficiones crítico- teosóficas. 2 c) Poco después del escritor de Queronea, apareció en escena Luciano de Samosata, el cual se encargó de generalizar y de dar vigor a los ataques parciales que Plutarco había dirigido contra algunas manifestaciones del politeísmo. El autor de los Diálogos de los muertos y de la Asamblea de los dioses, persigue con sus sarcasmos todos los cultos, y esfuérzase en extender sobre todas las religiones el soplo desecante de su irónica sonrisa. Luciano es el Voltaire del politeísmo greco-romano. Excusado parece añadir que el escritor de Samosata confunde el Cristianismo con las demás religiones; porque su espíritu, tan frívolo como corrompido, no estaba en disposición de reconocer y apreciar la sublime grandeza y los caracteres extraordinarios y divinos de la nueva religión. La distinción entre la verdad y el error, entre el bien y el mal, son palabras sin sentido para Luciano, cuya crítica ligera y mordaz, cuya sátira amarga y alguna vez cínica, tienden a aniquilar toda moral y toda religión. d) Contemporáneo de Luciano, y no muy desemejante en cuanto a doctrinas y tendencias filosóficas, fue el famoso Apuleyo, natural de Madaura, en África. Frecuentó las escuelas de Cartago, de Roma y de Atenas, y después de recorrer varios países, regresó a su patria, en la cual abrió escuela pública. La parte filosófica de su doctrina es una amalgama informe de ciertas teorías de Platón y Aristóteles. Aparte de esto, lo que caracteriza su doctrina es la predilección que manifiesta por la demonología, predilección que lleva hasta negar la providencia divina, para confiar el gobierno del mundo en general, y de los hombres en particular, a los demonios o genios que habitan la región media de la atmósfera. El autor del Asno de oro, que escribió también un tratado especial para discutir el origen y naturaleza del genio o Dios de Sócrates, aconseja y recomienda que se dé culto y honor al genio o demonio encargado de nuestra persona, nuestra vida y nuestras acciones. Haciéndolo así, cada hombre podrá alcanzar que su demonio o genio familiar le prepare bienes y evite las desgracias que pudieran sobrevenirle, por medio de sueños, de signos, y hasta por medio de apariciones visibles en caso de necesidad. Es muy posible que en la teoría demonológica de Apuleyo hayan influido ideas y reminiscencias cristianas más o menos confusas y desfiguradas, recogidas en sus viajes por la Grecia y el Asia, sin contar su comercio con los cristianos africanos. La fuerza poderosa e incontrastable de la palabra divina que llevaba en su seno el Cristianismo, déjase sentir en todos los sistemas y escritos de la época, aun a despecho y contra la voluntad de sus mismos autores. En las materias propiamente filosóficas, Apuleyo sigue generalmente a Platón y Aristóteles, según queda indicado. En su tratado De habitudine doctrinarum et nativitate Platonis, dedica un libro a exponer los dogmas (De dogmate Platonis) o doctrina de Platón: emplea otro libro en exponer la lógica y la teoría del silogismo de Aristóteles, cuyo tratado De mundo vertió además del griego al latín. LOS NUEVOS PITAGÓRICOS A este mismo movimiento de transición que se verificó por este tiempo en el seno de la Filosofía, y principalmente al movimiento sincretista y teosófico que caracteriza a las escuelas alejandrina y al neoplatonismo, expresión la más elevada de la Filosofía helénica en su tercer período, contribuyeron también los nuevos pitagóricos que en Roma y en otras regiones del 5 todo esto a la vez, era una verdadera Universidad, o sea una institución muy semejante a la que hoy conocemos con este nombre, y más todavía a la Universidad de la Edad Media. De aquí esa serie de trabajos y publicaciones de todo género que aparecen sucesivamente en Alejandría. Euclides escribe sus Elementos de geometría; el bibliotecario real Eratóstenes publica notables escritos sobre astronomía y geografía; los Setenta intérpretes traducen al griego la Biblia; Aristilo y Timocaro hacen progresar la astronomía; Apolonio de Perga perfecciona la geometría con su tratado de las Secciones cónicas: Tolomeo escribe su famoso y popular Almagesto; Hiparco descubre la precesión de los equinoccios; Estrabón cultiva y perfecciona la geografía astronómica y política; Erasistrato y Herófilo desarrollan y perfeccionan la medicina por medio del estudio de la anatomía, mientras que Eudoxio de Cizico y Dioscórides contribuyen al mismo resultado con sus publicaciones y trabajos sobre botánica, con otros ramos de historia natural. Los nombres de Tiranión y de Didimo, los de Ctesibio y Heron, los de Ammonio, Apión y Eratóstenes, los de Duris de Samos, de Aristarco, de Polybio y Manetón, demuestran que en Alejandría se cultivaban con no menor ardor la gramática, la filología, la retórica, la crítica, la historia, sin descuidar por eso las ciencias físicas, exactas y naturales. Al citado Aristarco de Samotracia atribuyen algunos la primera idea o afirmación acerca del movimiento de la tierra. Pero la verdad es que, según un pasaje explícito de Cicerón (2), este honor pertenece de justicia a Hicetas o Nicetas de Siracusa, el cual debió conocer y enseñar la moderna teoría copernicana en lo que tiene de esencial. Como no podía menos de suceder, la Filosofía griega tomó parte en el gran movimiento intelectual alejandrino, y por eso hemos visto en el período que acabamos de recorrer, que todas las grandes escuelas de la Filosofía helénica y greco-romana tuvieron profesores y representantes más o menos autorizados en Alejandría. Pero llegó una hora en que las luchas de esas escuelas entre sí y con el escepticismo, y por otro lado la gran fermentación producida por el choque de corrientes intelectuales muy diversas y encontradas, pero no menos poderosas y enérgicas, produjeron una de las manifestaciones más notables del pensamiento filosófico. Ya hemos dicho que Antíoco de Ascalón, el he-redero de la Academia escéptico-idealista de Carneades, llevó a cabo una especie de compromiso entre el dogmatismo y el escepticismo, compromiso que los sabios y filósofos de Alejandría extendieron pronto a las diferentes escuelas de la Filosofía griega, y después a los diversos sistemas teogónicos, morales y religiosos, que del Oriente y del Occidente, de la Grecia, del Asia, del Egipto y la Palestina, habían acudido a la ciudad de los Lagidas. Los sistemas filosóficos y las teogonías de los brahmanes, el ascetismo de Budha y sus discípulos, el dualismo mazdeísta y las tradiciones zoroástricas, el monoteísmo judaico y las reminiscencias de los profetas de Israel durante la cautividad babilónica, el hieratismo de los egipcios, las máximas tradicionales de la escuela pitagórica, la mitología inagotable de la Grecia y el politeísmo greco-romano, eran otras tantas corrientes que venían cruzándose y chocando entre sí y con la Filosofía griega en Alejandría. Cuando todos estos elementos se hallaban en fermentación y habían comenzado a manifestarse escuelas y tendencias filosófico-teosóficas en relación con la naturaleza de aquellos elementos, llegó repentinamente al Museum el eco lejano de la palabra del Verbo de Dios, que resonaba en las orillas del Jordán, y esta palabra no tardó en resonar dentro de los muros y en las cercanías de la ciudad de Alejandro, produciendo extraordinaria sensación por su novedad, por su elevación 6 dogmática, por su pureza moral, por sus testigos o mártires, por sus obras maravillosas, por su propaganda extraordinaria. Rechazada y tratada con desdén al principio por los sabios y filósofos alejandrinos, se vieron obligados bien pronto a contar con la nueva religión, y mientras algunos de ellos perseveraban en su hostilidad y concentraban todas las fuerzas dispersas del paganismo para extirparla, otros trataron de fundirla y conciliarla, ya con la Filosofía griega, ya con las teogonías y religiones del paganismo. Las precedentes indicaciones explican el origen y el carácter fundamental del movimiento filosófico en este tercer período de la Filosofía, y contienen a la vez la razón suficiente de la diversidad relativa de escuelas que vemos aparecer durante el mismo. El movimiento filosófico de este período es un movimiento esencialmente ecléctico y teosófico, porque así lo exigían las condiciones y elementos que le dieron origen. Preparado de lejos por la Filosofía greco-romana, favorecido en sus tendencias eclécticas y ético-religiosas por los representantes del movimiento de transición, por la fermentación intelectual de Alejandría y por el neopitagorismo, de que hemos hablado en párrafos anteriores, este movimiento filosófico adquiere y revela decididamente su carácter ecléctico-teosófico en las escuelas que llenan sus últimas etapas y que vamos a recorrer. El número y clasificación de las escuelas principales que representan este movimiento, se halla en relación con la naturaleza y predominio relativo de sus elementos filosóficos y teológicos. En armonía con estas indicaciones, reduciremos a tres las escuelas a que aludimos, y serán: la escuela greco-judaica, la escuela gnóstica, la escuela neoplatónica. a) ORIGEN DE LA ESCUELA GRECO-JUDAICA Los setenta años de la cautividad babilónica pusieron a los judíos en comunicación con la doctrina zoroástrica, a la vez que con las teorías y prácticas religiosas de la Caldea y de la India, y la influencia de esta comunicación déjase sentir en la nación hebrea después de su regreso a los hogares de la patria. Fruto en parte y resultado de esta comunicación fue sin duda la amalgama informe de paganismo y mosaismo que tomó carta de naturaleza entre los samaritanos, y es de creer que semejante comunicación influyó en la aparición y desarrollo de las sectas que dividieron a los judíos, y con especialidad en la de los esenios y terapeutas, en los cuales no es posible desconocer la influencia del misticismo oriental y búdico, y de las tradiciones astronómico-religiosas de los caldeos y asirios. Según Porrino, ciertos judíos que moraban en la Siria ocupábanse exclusivamente en la contemplación de la Divinidad, en examinar el curso de los astros durante la noche, en ofrecer víctimas a Dios, al cual dirigían también frecuentes preces. Filón escribe, hablando de los terapeutas o judíos místicos que poblaban el Egipto en su tiempo: «Su doctrina, transmitida bajo la forma de iniciación secreta, contiene investigaciones filosóficas sobre la existencia de Dios, sobre la generación del mundo y sobre la moral; envuelven estas doctrinas en fórmulas alegóricas y simbólicas, y suponen que para llegar a su conocimiento se necesita cierta inspiración divina.» A pesar de sus vicisitudes y de las persecuciones frecuentes de que fueron objeto y víctimas, es un hecho histórico indudable que los judíos se esparcieron y diseminaron en gran 7 manera por las provincias del Egipto, del Asia Menor y de la Grecia, y que la colonia judaica de Alejandría era tan importante por su número como por sus riquezas. Sus escuelas y sus ideas no podían menos de experimentar la influencia del helenismo, con el cual se hallaban en antigua y permanente comunicación, especialmente a contar desde la versión bíblica de los Setenta. De aquí el origen y el carácter peculiar de la escuela greco-judaica que floreció en Alejandría, y cuyo principal representante fue Filón, pero cuyo primer ensayo sistemático es debido a Aristóbulo. La Filosofía greco-judaica es una concepción sincrética de mosaismo y helenismo; es un ensayo de conciliación, o, mejor dicho, de fusión e identificación entre la Biblia y la Filosofía griega. Para llegar al resultado apetecido, Aristóbulo, o inventará, o echará mano de supuestos versos de Orfeo, Hesiodo y Homero que expresen la doctrina contenida en el Texto bíblico; tratará de probar que Pitágoras y Platón recibieron de los judíos sus teorías principales; buscará relaciones entre la mitología griega y la narración mosaica del Pentateuco, y, finalmente, interpretará en sentido alegórico los pasajes doctrinales e históricos del Antiguo Testamento, procurando ponerlos en armonía con las teorías de la Filosofía griega. Aunque Clemente de Alejandría y Eusebio de Cesárea enumeran a Aristóbulo entre los peripatéticos, es más probable que no seguía exclusivamente ninguna escuela griega en particular, toda vez que su pensamiento no fue otro sino conciliar y hasta establecer identidad de doctrina entre el mosaismo y el helenismo filosófico. Vivió este filósofo judío en Alejandría bajo el reinado de Tolomeo Filometor, según la opinión más probable. Desgraciadamente no han llegado hasta nosotros sus obras, de las cuales apenas se conocen más que algunos fragmentos y pasajes conservados y citados en las obras de Clemente Alejandrino y Eusebio de Cesárea. b) FILÓN DE ALEJANDRÍA Nació este filósofo judío en Alejandría, probablemente 25 o 30 años antes de Jesucristo. Eusebio y San Jerónimo dicen que pertenecía a la familia sacerdotal, y que un hermano suyo era prefecto o juez de los judíos alejandrinos. Con motivo de las persecuciones y matanza de que fueron víctimas los judíos de Alejandría y provincias vecinas, fue enviado por sus correligionarios en calidad de embajador a Roma (De legatione ad Cajum), en donde se hallaba hacia el año 40 de la era cristiana. El pensamiento filosófico de Filón es un ensayo de conciliación y armonía entre la Filosofía griega y la doctrina contenida en los libros sagrados del judaismo. Su punto de partida, a la vez que su método para llegar a este resultado, es la interpretación alegórica de aquellos libros. Cuando no basta la alegoría, el filósofo judío llama en su auxilio a la interpretación mística, sin perjuicio de exponer e interpretar a su manera las teorías de la Filosofía griega para ponerlas en armonía con la doctrina judaica. De aquí su eclectismo filosófico, que le hace acudir a Zenón, a Pitágoras y a Aristóteles cuando Platón no se presta a sus ideas, y de aquí también la oscuridad y contradicciones que se notan en sus escritos filosóficos. Unas veces habla de Dios como si fuera una mera idea, un ser abstracto e impersonal, el ser genérico: al paso que en otros pasajes enseña que Dios es un ser personal, activo y viviente, superior y distinto del mundo. a juzgar por algunos lugares de sus obras, el Verbo, o palabra de Dios, el Logos, es un ser 10 Eva es el sentido; los dos querubines del arca son los dos hemisferios del mundo; la espada de fuego que tenía el querubín del paraíso significa el sol: igneus vero gladius solem significat CRÍTICA Aparte de su carácter ecléctico, la Filosofía de Filón es esencialmente teosófica, no ya sólo en cuanto al fondo, sino hasta por parte del método y procedimiento. La teodicea preside a todas las demás partes de la Filosofía filónica, y sirve de norma para la solución de los problemas psicológicos, morales y cosmológicos. Pero no es esto sólo: mientras que la Filosofía griega marcha generalmente desde el mundo a Dios, se eleva a la concepción divina por medio del estudio y observación de la naturaleza, de la reflexión y de deducciones lógicas, Filón marcha desde Dios al mundo y al hombre; toma la religión como causa y premisa de la Filosofía, y sólo piensa en resolver los problemas de la ciencia en armonía con la idea divina preconcebida a priori Es evidente, por otro lado, que el elemento platónico es el que predomina en la Filosofía de Filón, por más que éste acuda en ocasiones a otros representantes de la Filosofía griega en demanda de ideas acomodadas a su concepción filosófico-bíblica. Los escritores que han afirmado que el Verbo del Evangelio de San Juan, o el Hijo, segunda persona de la Trinidad cristiana, trae su origen de la doctrina de Filón, o proceden con insigne mala fe, o desconocen por completo el contenido real de la Filosofía filónica. Sin contar la oscuridad, las vacilaciones y los pasajes dudosos y contradictorios del filósofo judío sobre este punto, es evidente que, aun tomados e interpretados estos pasajes en el sentido más análogo al Verbo o Logos del Cristianismo, y, por consiguiente, en el sentido más favorable a las pretensiones de los escritores aludidos, existe distancia inmensa entre el Logos de Filón y el Verbo o Logos del Evangelista. El Verbo de San Juan es igual, coeterno y consubstancial con Dios; es increado y necesario en su existencia como este mismo Dios; posee la misma esencia, con identidad y unidad numérica e individual; sus atributos son los atributos de Dios; su virtud es la virtud infinita de Dios; su causalidad es la causalidad de Dios, sin distinción ni división alguna, ni específica, ni accidental, ni individual. Por el contrario, el Logos o Verbo de Filón es un ser posterior a Dios; un ser cuya naturaleza, lejos de ser consubstancial con la de Dios, ni idéntica en número con la esencia divina, ni siquiera lo es en especie, toda vez que es inferior a Dios, como ser intermedio entre el mundo y Dios. Por otra parte, la inferioridad substancial y esencial del Logos filónico se halla evidentemente demostrada por el objeto mismo y la razón suficiente de su existencia. La existencia del Logos es necesaria, según el filósofo judío, porque Dios, en razón y a causa de la perfección y pureza de su naturaleza propia, no puede obrar directa e inmediatamente sobre la materia, la cual entra como elemento necesario en la creación del mundo. De aquí la necesidad de admitir el Logos, especie de Deus minor, cuya naturaleza, sin dejar de ser relativamente perfecta y más semejante a la de Dios que la de los demás seres, sea, sin embargo, inferior y muy diferente de la esencia divina, y capaz por lo mismo de ponerse en contacto y relación con la materia. Tal es la substancia y el fondo real del pensamiento de Filón acerca del Logos divino, el cual dista mucho ciertamente del Logos de San Juan, o sea del Verbo igual a Dios con igualdad 11 de identidad de esencia, y cuya divinidad es la divinidad misma de Dios, si es lícito hablar así: et Deus erat Verbum A falta de otras razones, bastaría fijar la consideración en la diferencia absoluta y esencial que existe entre la trinidad filónica y la Trinidad cristiana, para reconocer que nada hay de común entre el Logos de Filón y el Verbo de San Juan. La Trinidad del Cristianismo, con sus hipóstasis o personas iguales en dignidad, en perfección, en atributos, en esencia, igualmente eternas, igualmente increadas, igualmente infinitas, igualmente creadoras del mundo, igualmente distintas e infinitamente superiores al mundo por ella creado de la nada, en nada se parece a la trinidad de Filón, compuesta de Dios, del Logos y del mundo, seres que excluyen y niegan toda idea de igualdad e identidad de esencia y de atributos; trinidad en que entran elementos increados y creados, eternos y temporales, finitos e infinitos. La concepción trinitaria del filósofo judío, lo mismo que la concepción trinitaria de Platón, que le sirve de base y de norma, apenas contiene analogía lejana y como una sombra de la concepción trinitaria de la religión católica; y esto bien puede apellidarse y es verdad axiomática para quienquiera que, sin preocupaciones sistemáticas, fije la atención sobre las dos concepciones trinitarias. Los grandes elogios que tributa a los terapeutas, y el menosprecio con que habla en ocasiones de la Filosofía y de la ciencia humana, de las cuales dice que sólo sirven para evitar los errores y engaños de los sofistas (errores hallucinationesque sophistarum), buscando la verdad en una especie de contemplación divina e intuitiva, revelan marcada tendencia al misticismo en la doctrina de Filón, y explican a la vez la influencia que ejerció sobre las teorías del gnosticismo y del neoplatonismo, como la ejerció también en la tendencia alegórica que se manifestó en la escuela exegética de Alejandría. El gnosticismo pudo inspirarse en el pensamiento, o, mejor dicho, en los libros de Filón, aun con respecto a su tesis fundamental referente al origen y existencia de cosas esencialmente buenas y malas; pues el filósofo judío, obedeciendo aquí, como en otras materias, a la inconstancia y contradicciones de su pensamiento, después de indicar en una parte que Dios debe considerarse como causa del bien solamente (Deum bonorum tantummodo causan esse) y no del mal, concluye por decirnos en otra parte que, entre las cosas creadas por Dios, unas son malas por sí mismas, y otras buenas: Duas naturas invenimus creatas, factas et elaboratas a Deo, alteram ex seipsa noxiam, reprehensibilem, execrabilem; alteram utilem, laudabilemque…. Sunt enim ut bonorum, ita etiam malorum thesauri apud Deum
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