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Orientación Universidad
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Evolución de la diplomacia a la nueva historia en Relaciones Internacionales., Apuntes de Finanzas

Este texto traza el camino de la historiografía de las relaciones internacionales desde la historia diplomática hasta la nueva historia. Se abordan las dificultades para explicar el impacto de la primera guerra mundial y la necesidad de una nueva metodología interdisciplinaria. Se mencionan obras clave y autores como marc bloch, lucien febvre y georges duroselle.

Tipo: Apuntes

2014/2015

Subido el 18/01/2015

lauraakashsingh1
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¡Descarga Evolución de la diplomacia a la nueva historia en Relaciones Internacionales. y más Apuntes en PDF de Finanzas solo en Docsity! DE LA HISTORIA DIPLOMATICA A LA HISTORIA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES: ALGO MAS QUE EL CAMBIO DE UN TERMINO Juan Carlos Pereira Castañares Universidad Complutense de Madrid 1. Presentación de una corriente historiográfica El estudio y la explicación de los eventos internacionales hasta el estalli- do de la I Guerra Mundial, parecía haber sido satisfactorio con la aplicación de los presupuestos metodológicos que se habían hecho desde la Filosofía. la Diplomacia, el Derecho de Gentes o Derecho Internacional y la Historia Diplomática. Es el período que vendrá a caracterizarse como el «estudio clásico de las relaciones internacionales» \. Los especialistas en estas materias trataban de responder a un interrogan- te planteado desde el Renacimiento: ¿Es la sociedad internacional. por com- paración con las sociedades nacionales, una sociedad anárquica. en la que la lucha por el poder se convierte en el objetivo básico de los Estados? Desde Maquiavelo a Hegel, se tratará de razonar la respuesta a esta cuestión, po- niendo de manifiesto el papel central y superior que ocupaba el ESTADO en la vida internacional; la competencia casi exclusiva de los monarcas o jefes de Estado en la decisiones en política exterior, que debían responder siempre al «interés nacional» y estar sujetas al lógico secreto. aun a costa de los per- juicios que podía provocar la utilización de la fuerza sobre el derecho. y todo ello sin posibilidad de que la sociedad en conjunto, u otros órganos políticos. pudieran controlar esa acción estatal, dado que ésta se incluía en el denomi- nado «poder exterior», término acuñado por Locke en 1690. que se distin- guía de los tres poderes clásicos, en palabras del jurista español Antonio de Luna2, porque «no apela jamás al mandato y a la obediencia, sino a la per- suación en la negociación, o, si ésta fracasa, a la violencia en la guerra)). 1 Vid. ARENAL, C. del. Introducción a las Relaciones Internacionales. Madrid. 1987,3.' ed.; MERLE. M.: Sociología de las Relaciones Internacionales. Madrid. 1991; R. MESA: Teoría y práctica de las Relaciones Internacionales. Madrid, 1980. 2 LL:-;A. A. de: «El poder exterior», en Las relaciones illlernacionales en la era de la guerra fría. Madrid. 1962. pp. 219-220. Historia Contemporánea 7.155-182 156 Juan Carlos Pereira Castañares En esta interpretación de la realidad internacional la Historia Diplomá- tica tuvo un papel destacado, e incluso, en palabras de M. Merle, se podía afirmar que el propio estudio de las relaciones internacionales ha «consti- tuido durante largo tiempo un campo reservado a la investigación de los historiadores espacializados»3. En efecto, los historiadores desde la Edad Media se ocuparon de analizar los hechos internacionales a través de los tratados firmados entre los Estados y más concretamente de los «diplomas» o «actas plegadas en un forro y emanadas por los soberanos», que eran en- tregadas por los «diplomáticos», o agentes cualificados nombrados por los jefes de Estado, desarrollándose así una singular «Historia de los Tratados». Desde el siglo XVIII, el objeto de la investigación histórica se ampliará al análisis de la acción diplomática de los gobiernos e incluso de los «grandes hombres de Estado». De este modo, la Historia Diplomática tenía dos obje- tivos básicos: a) la recopilación y comentario de los documentos oficiales y secretos por medio de los cuales los monarcas o los jefes de Estado se co- municaban entre sí y entre sus representantes, así como de los tratados fir- mados entre los Estados; y b) el estudio de las iniciativas o actitudes de los gobiernos, sus decisiones y el resultado de las mismas, es decir, el estudio de las relaciones entre los Estados. El desarrollo de esta labor hasta el siglo xx tuvo una vertiente positiva, pues se iniciará con ella la Historia de los Tratados, (considerados por el abbé de Mably en 1748 como «los archivos de las naciones»), con la obra de lean Tillet en 1577, alentada desde 1815 por la firma de más de 10.000 tratados internacionales hasta 1914; impulsándose, a su vez, una historio- grafía político internacional, cuya evolución estaba marcada por los cam- bios de monarcas o dinastías, y en la que «las relaciones políticas entre los estados, que alimentan el forcejeo diplomático cotidiano y culminan en las grandes tensiones generalizadoras de conflictos, se destacan indiscutible- mente sobre las demás»4. Por contra, el excesivo culto al documento, la falta de una reflexión teórica sobre el objeto y el método de la Historia Di- plomática, la difícil aceptación de una interdisciplinariedad en los estudios internacionales, la incapacidad de muchos historiadores de aprehender en su integridad los cambios tan trascendentales que se estaban desarrollando en la sociedad internacional desde principios del siglo XX, así como las trans- formaciones políticas y sociales que se estaban produciendo en el seno de los Estados, que atacaban directamente el indiscutible poder de los monar- cas y los principios del Antiguo Régimen, fueron relegando el papel de la Historia Diplomática y de los historiadores interesados en estos temas. Será en el período de entreguerras cuando observemos la primera de las grandes transformaciones que sufre la Historia Diplomática. Un cambio 3 MERLE, M.: Sociologia de las Relaciones Internacionales. Madrid, 1980,2." ed, pp. 59-62. 4 TRUYOL, A.: La teoría de las relaciones internacionales como sociologia. Madrid, 1973, p. 64. De la Historia diplomática a la Historia de las relaciones internacionales... 159 L. Febvre sostuvo un combate permanente contra la tradicional historia di- plomática, ironizando «sur ces médiocres historiens, incapables de com- prendre la vocation véritable, mondialiste, planétaire, des relations interna- tionales entre 1871 et 1914», e incluso considerando que el único cambio que se había producido entre los historiadores interesados en este campo de la historia era el de la terminología9 . Un olvido ¿intencionado, quizá? que conti- nuó aún en la etapa en la que Renouvin superó la historia diplomática. como quedó patente en el hecho de que solamente en limitadas ocasiones se citaran en «Annales» los trabajos más importantes de este historiador francés 10. No obstante, con la publicación entre 1953 y 1958 de la obra «Histoire des Relations Internationales», en ocho volúmenes, de los cuales cuatro los escribirá Renouvin, comenzará a verse el fruto de su larga reflexión y traba- joll. En ella destacará que la Historia Diplomática se centraba en estudiar el «papel desempeñado por los hombres, jefes de Estado, ministros y sus cola- boradores y agentes. El historiador admite, o parece admitir, que la evolu- ción de las relaciones entre los estados depende, sobre todo, de los puntos de vista personales de estos hombres, de sus caracteres. de sus habilidades o de sus errores». Esta perspectiva no se debía rechazar radicalmente. pero sí era insuficiente para comprender la evolución histórica de la sociedad interna- cional; una perspectiva, además, que seguía basándose en la primacía del documento diplomático como fuente válida -para el estudio de las relaciones internacionales. Por ello, sostenía que había que acercar esta corriente a las nuevas tendencias de la investigación histórica, integrar la Historia de las Relaciones Internacionales en el marco de la historia general y por ello <das relaciones entre los Gobiernos no son ya el aspecto más interesante; lo que importa es la historia de las relaciones internacionales entre los pueblos», o. como escribirá en otra ocasión, la «Historia de las Relaciones Internaciona- les es inseparable de la historia de las civilizaciones». En 1964, P. Renouvin y su colaborador y continuador de su labor en la Sorbonne desde 1964, J. B. Duroselle, publicarán una obra titulada <<lntro- duction a l' histoire des re lations internationales» 12, que representará una " Cfr. FEBVRE. L.: Combates por la Historia. Barcelona. 1974. pp. 95-105. 10 Se debe incluir aquí entre las escasas referencias. la elogiosa crítica de Marc Ferro al traba- jo de Renouvin y Duroselle Introducrion á I'histoire des relations internationales. aparecida en Annales. XX-I (1965), pp. 175-178. 11 Cfr. RENOUVIN, P. (dir.). Histoire des Relations Internationales París, 1953-1958, en la que colaboran F. L. Ganshof en la Edad Media, Gaston Zeller para la Historia Moderna y P. Renou- vin para la edad contemporánea hasta 1945, realizando también una interesante introducción que merece ser leída. En España se tradujo por la editorial Aguilar en 1969. 12 RENOl.:VIN, P. DUROSELLE, J. B.: Introducrion a l' histoire des relations internarionales. Pa- rís. 1964, traducida al español en 1968 por la editorial Ria1p con el sorprendente título de Intro- duccion a la Política Internacional. que demostraba tanto el desconocimiento existente en Espa- ña sobre la historia de las relaciones internacionales como la confusión terminológica. Para comprender la importancia de la obra en la historiografía francesa cfr. FREYMOND, J.: «L'histoire des relations intemationales vingt ans apres», en Relations Internationales, 41 (1985). pp. 5-12. 160 Juan Carlos Pereira Castañares aportación teórica más concreta que la anterior. El punto central de sus plan- teamientos se recogen en esta cita: «Para comprender la acción diplomática, hay que tratar de percibir las in- fluencias que orientan su curso. Las condiciones geográficas, los movimientos demográficos, los intereses económicos y financieros, los rasgos de la menta- lidad colectiva y las grandes corrientes sentimentales son las fuerzas profun- das que han ido formando la urdimbre de las relaciones entre grupos humanos y, en gran medida, han determinado su carácter. El hombre de Estado no pue- de desentenderse de ellas al decidir o proyectar; está sometido a su influencia y ha de calibrar necesariamente los límites que imponen a su actividad (...) Por ello, estudiar las relaciones internacionales sin tener muy en cuenta las ideas personales, los métodos y las reacciones sentimentales del hombre de Estado supone marginar un factor importante, y, en muchos casos, esencial»13. De esta manera, Renouvin y Duroselle apuestan por una renovación en el objeto de la Historia de las Relaciones Internacionales: el estudio de las «fuerzas profundas» que han orientado la evolución histórica de las relacio- nes internacionales, los acontecimientos destacados de las mismas o las de- cisiones de los dirigentes, sin determinismos o jerarquización anticipada. Un concepto que Renouvin nunca definió exactamente y que Duroselle se atrevió a hacer recientemente: «le propose qu'on considere comme "profon- des" les forces, si vagues soient-elles, exercées par de grandes collectivitées humaines»14. Este cambio conceptual exigió la elaboración de una nueva metodología de la investigación, que rompiera con la primacía del docu- mento escrito, básicamente el diplomático, como fuente histórica única; apostando por un enfoque científico, la «historia como problema»; basándo- se en el conocimiento interdisciplinar para la comprensión y explicación de los hechos históricos, especialmente de las relaciones internacionales, la so- ciología y la ciencia política, y aceptándose la perspectiva «totalizadora», de acuerdo a los presupuestos de la «Nueva Historia». Todo ello, sin duda, sin olvidar la influencia que los trabajos de F. Braudel, A. Toynbee o R. Aron tuvieron sobre los historiadores franceses 15. De este modo la «escuela francesa» de Historia de las Relaciones Inter- nacionales, se impuso principalmente en Europa Occidental, aunque J. B. Du- roselle recientemente ha rechazado tal denominación, apostando más bien por considerarla como un movimiento dinámico en el que los participantes son libres 16. En 1974, Duroselle tomará la iniciativa de crear la revista 13 Ihíd. p. 2. 14 DUROSELLE, J. B. L' histoire des relations internationales vue par un historien. Paper pre- sentado a la «Conference on the History and Methodology of Intemational Relations», celebrada en Perugia (Italia), en 1989. 15 DUROSELLE, J. B.: «De l'histoire diplomatique a l'histoire des relations intemationales», en Mélanges Pierre Renouvin. Etudes d' histoire des relations internationales, París, 1966, pp. 1-15. 16 DUROSELLE, J. B.: L' histoire... , p. 20. De la Historia diplomática a la Historia de las relaciones internacionales... 161 «Relations Internationales», junto con el historiador suizo J. Freymond, que publicada por varias instituciones francesas y suizas, centradas en torno al Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra, se convirtió en el principal, y casi único durante muchos años, órgano de en- cuentro y difusión de las investigaciones de los historiadores de las relacio- nes internacionales, seguidores, principalmente, de la corriente Renouvin- Duroselle. En 1985, la revista publicaba en sus números 41-42 un balance del panorama historiográfico en esta corriente bajo el título « Vingt ans d'histoire des relations internationales», así como un análisis individualiza- do sobre la situación de la misma en varios países, entre ellos España, que puede servir al lector interesado para tener una visión de conjunto del desa- rrollo de esta corriente historiográfica l ? Desde los años cincuenta, Durose- lle publicará un amplio conjunto de obras en las que se irán recogiendo sus planteamientos metodológicos y los nuevos temas de investigación que van integrando en esta corriente, entre los que destacaría la «Histoire diplomati- que de 1919 a nos jours», hoy todavía manual obligatorio en varias univer- sidades europeas y no traducido al español, «La Décadence (1932-1939»> y «L'abime, 1939-1945»18. No obstante, será en 1981, cuando Duroselle es- criba una nueva aportación teórica a esta corriente en el libro titulado «Tout Empire périra», cuyo subtítulo «Une vision théorique des relations interna- tionales»lY, nos indica ya que trata de afrontar uno de los retos que hoy te- nemos los especialistas en esta materia: el debate entre «teoría» e «historia» de las relaciones internacionales. Un debate que Duroselle resuelve bien, como señala Vigezzi 20 pues «La teoria, cosl, si potrebbe dire, mostra la straordinaria ricchezza di una storia delle relazioni internazionali, colta nel corso delle piú diverse epoche, vista nei piú diversi aspetti», que con las categorías por él establecidas permite al estudioso afrontar los problemas del análisis histórico de la sociedad inter- nacional «si trati dello Stato, delle clasi dirigenti, o delle varie forme della vita sociale rispetto ai rapporti con l'estero, delle decisioni e dei mille as- petti che in politica internazionali possono prendere il «calcolo» e il «ris- chio» delle forze in campo, delle «frontiere» o dello «straniero», della pace o della guerra, del molo delle informazioni o di quello delle immagini». No obstante, los planteamientos de Duroselle provocaran algunas críticas en el colectivo de historiadores de las relaciones internacionales. 17 Relations Internationales, 41-42 (1985). IH Vid. VV.AA.: Enjeux et Puissances. Pour une histoire des relations internationales au XXe siécle. Mélanges en!' honneur de 1. B. Duroselle. París. 1986. I~ DUROS ELLE, J. B.: Tout Empire périra. Vision théorique des relations internationales. Pa- rís. 1981. ,(1 VIGEZZI, B.: ',Teorici .. e ..Storici .. delle rela:ioni illferna:ionali a confronto: due monolog- hi, un dialogo e una storia da scriwre. Paper presentado a la «Conference on the History and Methodology of Intemationa1 Relations». celebrada em Perugia (Italia). en 1989. p. 18. 164 Juan Carlos Pereira Castañares actividades e investigaciones en curso, y ha realizado hasta el momento un gran número de seminarios y congresos sobre la metodología y la enseñanza de la Historia de las Relaciones Internacionales, así como sobre los temas más relevantes que se manifiestan en las últimas tendencias en la investiga- ción: del concepto de neutralidad a la importancia de las fronteras, de los conflictos entre Estado y Nación a la confrontación entre grandes y peque- ñas potencias. Resultado de las actividades de la Comisión y de la «escuela italiana», fue la convocatoria de un Congreso sobre Historia y Metodología de las Re- laciones Internacionales, que se celebró en Perugia en 1989. Fue el primer encuentro internacional de los especialistas en esta materia, cuya cifra de asistentes se elevó a 150 historiadores e investigadores en la historia de las relaciones internacionales. En esta reunión científica, se abordaron básica- mente cinco grandes temas: la situación de la enseñanza y la investigación en los diferentes Estados sobre Historia de las Relaciones Internacionales; el debate entre teoría e historia de las relaciones internacionales; las relacio- nes entre este corriente historiográfica y otras ciencias sociales como la economía, la sociología, la ciencia política o la geografía; y el debate entre «Estados» y «Naciones» desde 1945. La Historia de las Relaciones Interna- cionales, definida por R. Girault como «l'histoire des relations que des hommes séparés par des frontieres ont pu nouer entre eux tant sur le plan politique, économique ou culturel, ces mots étant entendu dans le sens le plus large», fue objeto de un amplio debate, del que surgieron tres conclu- siones principales: en primer lugar, la necesidad de teorizar, de reflexionar sobre el objeto y el método de la materia a la que nos estabamos dedicando en la docencia y en la investigación en nuestros respectivos estados, con el fin de combinar equilibradamente la «teoría» y la «historia» de las relacio- nes internacionales; en segundo lugar, la necesidad de establecer los límites -cronológicos de esta corriente en los que se puede aplicar la metodología de la misma en el contexto de una historia general; y en tercer lugar, una nueva necesidad de definir el objeto, más o menos preciso, de la investigación teó- rica en esta corriente: el acontecimiento internacional, los fenómenos inter- nacionales, las tendencias de los pueblos y sus dirigentes o las «fuerzas pro- fundas». La «escuela italiana» de historia de las relaciones internacionales tiene un doble origen: por un lado, del desarrollo de una historia de los tratados (definida por Mario Toscano como «la historia de la parte del derecho inter- nacional que está fundada en los tratados») y de una historia diplomática, que se difundirá en Italia especialmente durante el período de entreguerras26; y por otro lado, del desarrollo de una historia internacional en las facultades y 26 TOSCANO, M.: Storia dei Trattati e Politica Internazionale. Turin, 1963 y «Gli studi del1e re1azioni intemaziona1i in Italia», en la Storiografia italiana degli ultimi vent' anni. Milano, 1970. De la Historia diplomática a la Historia de las relaciones internacionales... 165 escuelas de ciencias políticas, necesitadas de un conocimiento histórico para la comprensión del presente. Después de la segunda posguerra, se man- tuvo una sólida corriente de investigadores y trabajos en historia diplomáti- ca y de los tratados, continuadora de la inciada por Mario Toscano, que se plasmó, entre otras cosas, en la publicación de importantes colecciones de documentos diplomáticos italianos iniciadas en 1952. No obstante. la in- fluencia de la «escuela francesa» de historia de las relaciones internaciona- les comenzó a ser patente en los centros universitarios. especialmente por la tradución de una serie de obras de Renouvin. Duroselle y otros historiado- res, que formaron a muchos juristas y politólogos, y en menor grado a los historiadores27 . Será ya en la década de los ochenta cuando un sector de los historiado- res italianos especializados en temas internacionales, apuesten por la reno- vación metodológica y desarrollen nuevas líneas de investigación, partiendo de las ya existentes historia diplomática e historia internacional. Así pues aprovechando los trabajos ya existentes; utilizando los medios existentes en los diversos institutos y centros, públicos y privados, especializados en rela- ciones internacionales; impulsando un debate nacional sobre lo escrito en esta materia en las historiografías de Francia, Gran Bretaña, EEUU y Ale- mania, para adaptar lo ya analizado al caso italiano: y apostando seriamente por el estudio de la hoy llamada «Historia del Mundo Actual». desde una perspectiva histórico-internacional. la «escuela italiana» comenzó a ofrecer sus primeros resultados. La aparición en 1985 de la revista «Storia delle Relazioni Internaziona- li», editada por la «Accademia Europea di Studi Internazionali de Floren- cia» y dirigida por Ennio Di Nolfo, supuso uno de los primeros «anuncios» de esta vitalidad. Hoyes, sin duda, una de las revistas más prestigiosas de esta corriente historiográfica, junto con «Relations Internationales». El fuer- te incremento de investigadores y publicaciones sobre temas inéditos en la historiografía o necesitados de nuevas investigaciones a la luz de la renova- da metodología y la diversidad de fuentes, como las relacionadas con la po- lítica exterior italiana desde la unidad, las relaciones bilaterales. la historia de la diplomacia, la acción multilateral de los gobiernos, la importancia de la emigración italiana por el mundo y sus repercusiones en la política exterior, la historia de las relaciones entre el Estado y la Iglesia o la actitud de Italia ante el proceso de construcción europea desde 1945 y el desarrollo de la «Guerra Fría», siguen constituyendo hoy, en mi opinión, los temas de estudio más relevantes de esta escuela, que se discuten, en el objeto y en el método, en los frecuentes coloquios y congresos que la comunidad de historiadores de las relaciones internacionales celebra en Italia de forma periódica. Una 27 DI NOLFO, E.: «Gli studi di storia delle relazioni intemazionali in Italia», en Storia delle re- la:ioni inrerrra:ionali. 2 (1986). pp. 189-197. 166 Juan Carlos Pereira Castañares «escuela», por cierto, que también encontramos diversa en cuanto a sus lí- neas de investigación, metodología y planteamientos, pudiendo distinguirse cuatro grupos: el que continúa con el desarrollo de una historia diplomática y de los tratados, centrada en Roma en torno a P. Pastorelli y G. L. André; el grupo que ha ampliado los trabajos históricos desarrollados por F. Cha- bod, en especial sobre las «Tendencias de la opinión pública», centrado en Milán en torno a B. Vigezzi y E. Decleva; la historiografía marxista encabe- zada por F. D' Amoja en Perugia; y el grupo de investigación creado en tor- no a Ennio Di Nolfo en Florencia, más centrados en el estudio preciso e in- terdisciplinar, y menos totalizador, de la historia de las relaciones internacionales desde la 11 Guerra Mundial, especialmente28. 2. La historiografía española sobre relaciones internacionales Escribíamos hace ya unos años que en la sociedad española en general y en la historiografía en particular, se estaba produciendo un cambio signifi- cativo en el sentido de que los asuntos internacionales, la historia de otros Estados y la acción exterior española, estaban comenzando a ser objeto de atención destacada, en especial si considerabamos la triste y sorprendente situación existente hasta mediados de la década de los ochenta, en un Esta- do que había abandonado su tradicional neutralidad, se había integrado en la Europa comunitaria y cuya transición política era objeto de interés y estudio en varios Estados29. Los estudios oficiales realizados por el Centro de Inves- tigaciones Sociológicas, demostraban que aunque en 1986, por ejemplo, el interés por la política internacional en la sociedad española era aún limitado (sólo un tercio de los españoles decía interesarse mucho o bastante por estos temas), los índices eran más elevados, por ejemplo, que los que ofrecían los que recogían el interés por la política en general. En 1989 una nueva encuesta relativa a la opinión pública española ante Europa y los europeos, demostraba, según el c.I.S., que aproximadamente la mitad de los entrevis- tados afirmaban que les interesaba mucho o bastante los acontecimientos y noticias del extranjero30. Sin duda, muchos de nosotros que nos dedicamos a la docencia o a la investigación sobre estos temas, habremos podido observar 28 Cfr. DI NOLFO, E.: «Storia deBe Relazioni Internazionali», en VV.AA.: Studi Internaziona- li. Torino, 1990, pp. 71-111 yel apéndice bibliográfico en pp. 259-261. 29 PEREIRA, J. C.: «Reflexiones sobre la historia de las relaciones internacionales y de la polí- tica exterior española», en Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea, 8 (1987), pp. 269- 289 Y «Spain and the History of International Relations: a hopeful future». Paper presentado a la «Conference on the History and Methodology of International Relations» celebrada en Perugia (Italia) en 1989. 30 Cfr. CENTRO DE INVESTIGACIONES SOCIOLOGICAS: Actitudes y opiniones de los españoles ante las relaciones internacionales. Estudios y Encuestas, 7, Madrid, 1987 y La opinión pública espaiiola ante Europa y los europeos. Estudios y Encuestas, 17, Madrid, 1989. De la Historia diplomática a la Historia de las relaciones internacionales... 169 Esta nueva generación de historiadores españoles ha estado condiciona- da en la realización de sus actividades docentes e investigadoras, en mi opi- nión, por varios factores: a) La existencia de una tradición e incluso de una corriente de estudios sobre Historia Diplomática, muy limitada en el tiempo y muy individuali- zada y ello a pesar, como señala Arenap3, de que las aportaciones que se ha- cen desde esta perspectiva sean «más significativas e importantes». que las que aportaban las realizadas desde el derecho internacional, para la explica- ción de las relaciones internacionales en España en el siglo XIX. Entre 1841 y 1848, incluso, el término «relaciones internacionales» pasará a sustituir al de «historia diplomática», mucho antes que en otros Estados europeos. En este sentido, sólo cabe citar a historiadores muy concretos que de forma au- tónoma, y sin excesivo apoyo oficiala de la opinión pública, trataron de de- sarrollar una tarea necesaria y similar a la que se estaba realizando en otros estados. De forma destacada, siempre. hay que señalar la figura de Jerónimo Becker, con una amplia y desconocida obra que se extiende temáticamente desde el siglo XVIII a principios del siglo xx. Asimismo, los trabajos de Ma- nuel de Marliani, Facundo Goñi, Eusebio Alonso Pesquera o el Marqués de Villaurrutia. b) No ha habido tampoco un gran desarrollo de la Historia de los Tra- tados y Documentos Diplomáticos. Si bien es en el siglo XVIlI. con la obra de José Antonio Abreu que abarca de 1598 a 1700, cuando se inicia en Es- paña las colecciones de tratados por iniciativa real. su continuación se verá frenada por el desinterés, la falta de medios y la desorganización existente en los centros oficiales en los que se encontraban los documentos a recopi- lar, sistematizar y estudiar. Así. de 1740-1752, habrá que saltar en el tiempo hasta 1843, fecha en la que aparece la obra de Alejandro del Cantillo: de ahí a 1858, con el trabajo no oficial de Eustaquio Toledano. al igual que el pu- blicado por P. Soler y Guardiola en 1895; el marqués de Olivart continuará la obra de los anteriores con apoyo oficial en algún caso. y por iniciativa propia en otros, entre 1904 y 1911. De esos años, de forma sorprendente, hay esperar al año 1977 cuando aparezca de forma oficial la continuación del trabajo de Olivart a través de la llamada «Colección de Tratados Inte- nacionales suscritos por España. Bilaterales», que hasta la actualidad abar- ca hasta 1943 en los seis tomos publicados por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Una obra incompleta, aunque importante. que no se ha visto acompañada por una colección de documentos diplomáticos, siendo Espa- ña el único Estado de Europa Occidental que no cuenta de forma oficial con un trabajo de este tipo. 3' ARE~AL. C. del: La teoría de las relaciones internacionales en España. Madrid, 1979. p. 26; cfr. la primera pane del libro de PEREIRA. J. C. Introducción al estudio de la política exterior de España (siglos XIX y XX). Madrid. 1983. 170 Juan Carlos Pereira Castañares c) Tampoco se puede decir que el desarrollo de la disciplina de relacio- nes internacionales haya influido en los historiadores especialistas en este área científica. Como indica Arenal, la influencia de la historia diplomática hasta los años sesenta del siglo XIX, y del derecho internacional desde ese momento hasta el inicio de la década de los cincuenta, imposibilitan, junto a otros factores internos, el desarrollo autónomo de las relaciones internacio- nales. Los años 1957, que marca el inicio de una teoría de las relaciones in- ternacionales en España como disciplina independiente y científica, y 1973, que supone la consolidación de esta materia y el establecimiento por vez pri- mera en nuestro país de una especialidad en «Estudios Internacionmales» en la Universidad, son muestras del retraso en el que vive España en estecampo y la poca influencia, pues, que el desarrollo de esta disciplina pudo tener entre los historiadores. En los últimos años, la falta de diálogo, el desconoci- miento de la labor realizada por ambos colectivos de internacionalistas e in- cluso, por qué no decirlo, las suspicacias surgidas en algunos momentos, con algunas excepciones dignas de destacar, tampoco han beneficiado el desarro- llo constructivo de una sólida escuela española de internacionalistas34. d) La labor de los historiadores de las relaciones internacionales en Es- paña ha estado también condicionada, como hemos señalado anteriormente, por el relegamiento al que han estado sometidos por la historiografía espa- ñola. Un dominio de la historiografía nacionalista y positivista desde los años cuarenta del siglo XX; la influencia de la Escuela de los Annales y el materialismo histórico desde los años cincuenta; el desarrollo de una histo- ria económico-social que resultará hegemónica durante largo tiempo, y el impacto que ha tenido la creación de un nuevo modelo de organización aq- ministrativo-territorial en España desde 1978, el Estado de las Autonomías, que ha impulsado de forma extrema el desarrollo de una historiografía local o regional, podían explicar por sí mismas la ausencia o el limitado interés de una historia que no cumplía con los requisitos exigidos para ser conside- rada como tal en la historiografía española. No obstante, habrá más razones que explicarían este hecho y que irían desde el escaso interés y desarrollo de una historiografía no peninsular en los planes de estudios universitarios; el desconocimiento de lenguas extranjeras, al menos como instrumento de trabajo, que impiden la lectura de obras básicas que tampoco suelen ser tra- ducidas al español por la poca demanda que existe sobre ellas; los limitados contactos de historiadores españoles con colegas y centros de investigación extranjeros; la escasa utilización del recurso de la historia comparada o el poco interés y valoración oficial por la historia en general y por la historia de las relaciones internacionales en particular, que se observa también en la sociedad española, son también factores que han dificultado enormemente esta labor hasta hace poco tiempo. 34 ARENAL, C. del: La teoría ... , especialmente p. 69 Yss. De la Historia diplomática a la Historia de las relaciones internacionales... 171 e) No podemos olvidar tampoco los limitados «alicientes» que para la investigación en este campo han existido y existen en España. No sólo quiero hacer referencia con ello a la desorganizaión, dispersión y dificul- tades burocráticas, a las que hay que hacer frente para la consulta de las fuentes necesarias para el desarrollo de nuestras investigaciones, espe- cialmente en el archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, aunque algo se ha solucionado con las nuevas disposiciones legislativas y aún la distancia con respecto a otros centros de investigación extranjeros es abrumadora. También he de referirme al desinterés oficial por esta ver- tiente de la acción exterior del Estado. puesto ya de manifiesto en otros apartados de este trabajo, imcomprensible en un país que cuenta con uno de los pasados histórico internacionales más rico y complicado de estu- diar. sin cuyo conocimiento en muchos casos es difícil adoptar las deci- siones o establecer los objetvos más convenientes en la elaboración de la política exterior actuaP5. f) En último lugar. creo necesario destacar la ausencia de un debate interno entre los historiadores de las relaciones internacionales. no sólo entre la teoría y la historia de nuestra materia, sino sobre la adaptación de los parámetros y la metodología adoptada en otros estados a las peculiares características de España. Una potencia media, situada en la periferia del continente europeo, que ha basculado en su acción exterior entre el Atlán- tico y el Mediterránero, entre Europa y Africa. La influencia casi hegemó- nica de la «escuela francesa» de historia de las relaciones internacionales. ha conducido al desarrollo de una historiografía basada casi exclusiva- mente en la teoría multifactorial de las «fuerzas profundas». sin discusión. Teoría aplicada al estudio de la política exterior española. especialmente hasta la 11 República, y de las relaciones bilaterales con no más de cuatro o cinco estados europeos. Un predominio, pues, de la perspectiva hori- zontal y europea, que se ha ido completando desde hace poco más de un lustro con nuevas aportaciones que en la actualidad están ya ofreciendo sus resultados a la comunidad científica de historiadores españoles y ex- tranjeros. Expuestos los condicionantes que han estado presentes en nuestra labor durante los últimos años, vamos a pasar a analizar los resultados de la misma. Unos resultados que los vamos a centrar. por falta de espacio y por el mayor interés que tienen en la actualidad, en el siglo xx. entendiendo por éste desde la 1 Guerra Mundial hasta 1975. Con ello no queremos dejar de des- tacar las aportaciones de historiadores como Jesús Pabón. José María Jo- ver, María V. López Cordón, Rosario de la Torre. Luis Alvarez Gutiérrez, ]j Cfr. PEREIRA. J. C. (dir.): Fuentes y Centros de Im'estigación para el estudio de la política exterior de España. Paper presentado en colaboración en la reunión de la Commission of History of intemational Relations, celebrada en Madrid en 1990 y NIÑo.A.: «las fuentes para el estudio de la política e~terior española» en Studia Histórica. vol. VI-VV (1990), pp. 93-104. 174 Juan Carlos Pereira Castañares y resultados-, sin el conocimiento exacto de los medios que esa acción re- quiere para el logro de los objetivos previstos. Legislación, instituciones, medios humanos y recursos económicos y técnicos, deben corresponder al «status» del actor estatal y a los objetivos establecidos por los dirigentes políticos. Por ello, los estudios sobre la Administración exterior, constituida por el conjunto de órganos que promueven, dirigen y ejecutan la política ex- terior estatal, deben ser considerados básicos. Pocos son aún los trabajos históricos publicados sobre esta materia, aunque pronto las investigaciones en curso proporcionarán nuevas publica- ciones. Una de las primeras aproximaciones fue la de A. Viñas, al estudiar la Administación de la política económica exterior en 1980 y el Ministerio de Asuntos Exteriores durante el franquismo en 198543 . Sobre la persona- lidad de los ministros de Estado/Asuntos Exteriores son aún escasas las investigaciones, aunque podrían citarse los útiles trabajos sobre las elites ministeriales españoles de J. M. Cuenca y S. Miranda44, así como la inte- resante investigación de M.ª J. Cava sobre José Félix de Lequerica45 . Los estudios sobre la diplomacia española son escasos incluso entre los diplo- máticos españoles, aunque la Historia de la Diplomacia Española, que ac- tualmente está publicando Miguel Angel Ochoa, podrá paliar brillantemente este déficit. No obstante, entre los historiadores que se han acercado a este tema sobresalen A. Martínez y J. C. Pereira, y con una perspectiva muy concreta M. Casanova46 . En la actualidad, se están realizando dos investi- gaciones financiadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores, en las que un grupo de jóvenes historiadores dirigidos por J. Martínez Cardos y J. C. Pereira, están elaborando una historia del Ministerio de Asuntos Exteriores desde 1938 hasta la actualidad, así como un amplio estudio sobre el «Insti- tuto Libre de Enseñanza de las Carreras Diplomáticas y Consular y Centro de Estudios Marroquíes», fundado en 1911 y la «Escuela Diplomática», cre- ada en 1942. Tras la denominada «Gran Guerra», el nuevo orden internacional post- bélico dio lugar a la creación de la Sociedad de Naciones. Con ello no sólo se inició una nueva etapa en la evolución de las relaciones internacionales, 43 VIÑAS, A.: «La Administración de la política económica exterior en España, 1936-1979», en Cuadernos Económicos de ICE, 13 (1980), pp. 159-247 Y «La política exterior española du- rante el franquismo y el Ministerio de Asuntos Exteriores», en Guerra, Dinero y Dictadura, Ma- drid, 1984. 44 Vid. CUENCA, J. M.; MIRANDA, S.: «La elite ministerial franquista», en Revista de Estudios Políticos, 57 (1987), pp. 107-148. 45 CAVA, M."J.: Los Diplomáticos de Franco. Deusto, 1989. 46 MARTlNEZ, A.: «La reforma del cuerpo diplomático por Primo de Rivera» en Revista Inter- nacional de Sociología, 35, (1980), pp. 409-442; PEREIRA, J. C.: «Primo de Rivera y la diploma- cia española en Hispanoamérica: el instrumento de un objetivo», en Quinto Centenario, 10 (1986), pp. 131-156 YCASANOVA, M.: «Depuración de funcionarios diplomáticos durante la gue- rra civil», en Espacio, Tiempo y Forma, 1 (1987), pp. 363-378. De la Historia diplomática a la Historia de las relaciones internacionales... 175 sino que también se institucionalizó la denominada diplomacia multilateral entre los Estados, que se había ido gestando en el último tercio del siglo XIX y que se convertirá para todas las naciones, incluida España, naturalmente, en una de las vertientes más activas y complejas de sus respectivas acciones exteriores a lo largo del siglo xx. El estudio histórico de la actividad de España en la Sociedad de Nacio- nes no se ha iniciado de una forma profunda hasta la década de los ochen- ta, si bien en algunos trabajos anteriores como los de G. Sole'o, se había rea- lizado una primera aproximación al tema centrado en los primeros años veinte. La publicación de la Tesis de F. Quintana en 198948 , ha supuesto la aplicación de una nueva metodología en el estudio de las relaciones de España con el organismo ginebrino durante la 11 República, al hacer un replanteamiento del papel español como pequeña potencia y sus posibilida- des y limitaciones en el ámbito de la diplomacia multilateral en los años treinta. Recientes trabajos de otros historiadores, como J. L. Neila49 , han puesto de manifiesto la importancia que tuvo la elaboración de una política de seguridad colectiva y defensa nacional en la España republicana, en el contexto de la Sociedad de Naciones. Asimismo y a pesar de ocuparse pre- ferentemente de las relaciones de España con Hispanoamérica, debemos aludir a la Tesis de N. Tabanera, ya que dedica algunos capítulos al proceso de elaboración y puesta en práctica de una diplomacia multilareral de Es- paña en Américaso. Tras el paréntesis de la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial, la España de Franco se convirtió en un Estado aislado internacionalmente, aunque no totalmente, y, por lo tanto, alejado hasta la década de los cin- cuenta de los organismos internacionales más importantes. Quizá por esta razón los trabajos históricos sobre la diplomacia multilateral franquista son, verdaderamente, muy limitados. En este sentido, no obstante, podíamos in- cluir aquí el libro de F. Portero, en el que se estudia la posición de España en el nuevo orden internacional, la actitud de las grandes potencias y el de- bate sobre la llamada «cuestión española» hasta 1950, así como el trabajo de P. Martínez LiBo sobre la actitud de Francia ante esta cuestión) l. Las rela- ciones de España con los organismos económicos internacionales y su inci- "7 SOLEo G.: «La incorporación de España a la Sociedad de Naciones». en Hispania. 132 (1976), pp. 131-169. "' QUI"TA"A, F.: Madariaga y la diplomacia repuhlicana en la Sociedad de Naciones. Ma- drid, 1989. "9 NEILA, J. L.: «España y el modelo de integración de la Sociedad de las Naciones. 1919- 1939: una aproximación historiográfica» en Hispania, L/3, 176 (1990), pp. 1373-1391. 50 TABANERA, N.: Las relaciones entre España e Hispanoamérica durante la Segunda Repú- hlica Española. 1931 -1939: la Acción Diplomática Repuhlicana. Valencia, 1990. 51 PORTERO, F.: Franco aislado. La cuestión española (1945-1959). Madrid, 1989 y MARTI- NEZ, P.: «Francia y la cuestión española en el Tercer Período de Sesiones de la Asamblea de las Naciones Unidas», en España y ONU-U (1948-1949). Madrid. 1985. ------------------------------------- 176 Juan Carlos Pereira Castañares dencia sobre las relaciones comerciales han sido magníficamente estudiadas en una obra conjunta en la que han participado A. Viñas y otros autores52 , y aunque publicada en 1979 no ha perdido actualidad. En lo que respecta al papel de España en la política de seguridad occidental desde 1945, la obra de referencia sigue siendo la de A. Marquina, aunque no podamos incluirle como historiador, y las únicas aproximaciones desde nuestra perspectiva al tema han sido las realizadas en la obra colectiva titulada España, Portugal y la OTAN 53. Una vez planteado el estado de la cuestión sobre la Administración ex- terior y la diplomacia multilateral, estamos en condiciones de abordar la úl- tima de las partes de este trabajo, la que hace referencia a los objetivos con- cretos de la política exterior española en el siglo xx. Sin ninguna duda, en el pasado y, aún más, en el presente de la acción exterior española, Europa ha sido el principal objetivo exterior. No sólo ra- zones geográficas, sino también políticas, culturales o económicas han contribuido a esta realidad. No obstante, estas relaciones han estado carac- terizadas, a nuestro entender, por dos notas: en primer lugar, por la dialéc- tica europeización-casticismo; en segundo lugar, por la peculiar imagen que de Europa se tiene (un área limitada por no más de cuatro o cinco esta- dos). Una aproximación general a esta situación se puede encontrar en dos artículos de investigación histórica escritos por J. M.ª Jover y J. C. Perei- ra54• En efecto, la idea de Europa para los dirigentes políticos y opinión pú- blica en general se ha materializado en cinco estados, con los que se han mantenido las más continuas e intensas relaciones bilaterales: a) Gran Bretaña, sobre cuyas relaciones históricas han trabajado J. C. Pe- reira y J. Tusell hasta 1931, J. F. Pertierra durante la 11 República, E. Mora- diellos durante la Guerra Civil y E. del Pozo en el primer franquism055 . b) Francia, sobre cuyas relaciones históricas han trabajado A. Niño, desde una perspectiva cultural y hasta 1931, F. Paez durante la 11 República; J. M.ª Borras y, desde una perspectiva histórico-militar, J. Martínez Parrilla 52 VIÑAS, A. Yotros: Política comercial exterior de España, 1931-1975. Madrid, 1979. 53 TORRE, H. de la (Coord.): España, Portugal y la OTAN. Mérida, 1989. 54 JOVER, J. M.: «La percepción española de los conflictos europeos: notas históricas para su entendimiento», en Revista de Occidente, 57, (1986), pp.5-42 Y PEREIRA, J. C.: «Las dictadura ibéricas ante la Europa de la unidad: España», en TORRE. H. de la (Cord.) Portugal, España y Eu- ropa. Cien años de desafío (1890-1990). Mérida, 1991. 55 Vid. PEREIRA, J. c.: Las relaciones entre España y Gran Bretaña durante el reinado de Al- fonso XIll (1919-1931). Madrid, 1984; TusELL, J.-GARCIA, G.: El Dictador y el mediador. Espa- ña-Gran Bretaña, 1923-1930. Madrid, 1986; PERTIERRA, J. F.: Las relaciones hispano-británicas durante la 11 República Española, 1931-1936. Madrid, 1984; MORADIELLOS, E.: Neutralidad be- névola. Oviedo, 1990; Pozo, E. del: «Gibraltar en el marco de la firma de los acuerdos hispano- norteamericanos, septiembre 1953», en Bulletin d' histoire contemporaine de l' Espagne. 8-9 (1989), pp. 52-55. De la Historia diplomática a la Historia de las relaciones internacionales... 179 europea había impedido, serán los integrados por tres continentes: América, Africa y Asia. Sobre ellos no se ha escrito mucho desde nuestra perspectiva hasta hace pocos años y bien podría hablarse ya de la existencia de una re- gionalización en las investigaciones sobre historia de las relaciones interna- cionales contemporáneas. Con respecto a América, a pesar de ser uno de los objetivos más perma- nentes en la historia y el presente de la política exterior española contempo- ránea, no cuenta aún con un destacado número de monografías. El único trabajo que de forma general analiza las relaciones entre España e Iberoa- mérica es el escrito recientemente por J. C. Pereira y A. Cervantes Las rela- ciones diplomáticas entre España y América. Madrid. 1992. Sobre EEUU la producción historiográfica española sigue siendo sorprendentemente muy escasa y sólo cabe citar el trabajo básico de A. Viñas Los pactos secretos de Franco con Estados Unidos. Bases, Ayudas. recorte de soberanía. Barcelo- na, 1981. Con respecto a Iberoamérica las aproximaciones históricas a co- yunturas concretas o a Estados (principalmente Argetina y México). han sido varias y caben citarse los de A. Niño. E. González-F. Liman. L. Delga- do. M. González o S. Enrich, entre las más destacadas67 • Las investigaciones históricas sobre las relaciones de España con los Es- tados afroasiáticos son aún escasas, aunque en los últimos cinco años se han observado cambios importantes en esta realidad. La labor de las asociacio- nes anteriormente citadas, la realización de congresos. así como las activi- dades y publicaciones de J. U. Martínez Carreras. V. Morales y J. B. Vilar, han contribuido a este notable cambio. Con respecto a Africa, el centro de atención privilegiado ha sido el de Marruecos, por su destacado papel en la política exterior, y sobre el que ha escrito principalmente V. Morales68 . Sobre otros ámbitos geográficos merecen destacarse los trabajos de J. c. Martínez Carreras, J. B. Vilar, B. Hernández, P. Oliver, R. Sevillano y L. E. Togores69 • Con respecto al mundo asiático, sobresalen dos ámbitos: el de las relaciones lic ~1r';O. A.: «L'expansion culturelle espagnole en Amérique hispanique (1898-1936)>>. en Relations Illternatiollales, 50 (1987). pp. 197-213: GO~ZALEZ. E.-LI\lo\. F.: La Hispanidad como illJtrumellto de comhate. Madrid. 1988: DELGADO. L.: Diplomacia Fanl{uista .\ política cultural hacia Iheroamérica. 1939-1953. Madrid. 1988: GO:-¡ZALEZ. M.: «La Alianza Franco-Perón: una aproximación crítica desde la perspectiva de la dependencia». en Hispallia. 167 , 19891: E~RICH. S.: Historia diplomática elllre España e Iheroamérica en el cOlllerlO de las relaCIones inrernaciolla- les. 11955-1985). Madrid. 1989. 6' MORALES. V.: El colonialismo hispano-fi'allcés en Marruecos (1898 19271. Madrid, 1976 y España y el Norte de AFica. El Protectorado de Marruecos (1921-1956). Madrid, 1984. 69 MARTINEZ CARRERAS, J. D.: Historia de la descoloni~ación 1919-1986. Las independencias de Asia -" Ají·ha. Madrid. 1987; VILAR, J. B.: Los españoles en la Argelia francesa (/830-1914). Murcia. 1989; HERNANDEZ, B.: Historia de las relaciolles EspGlia-Sudáfrica ell el siglo xx. Ma- drid. 1988; OLlVER, P.: Sahara. Drama de ulla des('()lini~acióll (1960-19871. Palma de Mallorca. 1987; SEVILLANO. R.: Los orígenes de la descololli~ación afl'lcana a través de la prensa española (1956-1962). Madrid. 1986. TOGORES, L. E.: «El Alzamiento y la guerra civil (1936-39) en las colonias españolas de Guinea. Ifni y Sahara», en Estudios Aji-icanos, 4-5 (1987-88). 180 Juan Carlos Pereira Castañares con Israel y los judíos, en el que se cuentan interesantes estudios de I. Oon- zález y A. Marquina-O. L Ospina7o; y el de las relaciones con Extremo Oriente, en el que destacan las interesantes y riguosas aportaciones de algu- nas obras colectivas y de historiadores como F. Roda07!. 3. Los retos de una corriente historiográfica Al hacer un balance de la situación en la que se encuentran en la actua- lidad los estudios históricos sobre relaciones internacionales en España, destacaría, en primer lugar, que las carencias son aún importantes, pero que la labor realizada hasta el momento, en función de la situación desde la que partíamos, ha sido satisfactoria. Los grupos de trabajo e investigación se encuentran aún muy concentra- dos en las universidades de Madrid y en el e.S.Le.; existiendo, por otro lado, historiadores que a título individual y con gran esfuerzo por su parte, han desarrollado y están realizando una destacada labor por la difusión de esta materia entre los alumnos y sus compañeros de trabajo. Resaltaría la actividad que se está llevando a cabo en Murcia, Valencia, Salamanca, Cá- ceres o Bilbao. Sin duda, la reforma de los planes de estudio universitarios, en los que encontraremos asignaturas como «Historia del Mundo Actual», con carácter obligatorio, o «Historia de las Relaciones Internacionales», «Historia de la Política Exterior Española» o «Historia de la Integración Eu- ropea», con carácter optativo, impulsarán un renovado interés por estas áre- as de estudio. La creación de la «Comisión Española de Historia de las Relaciones In- ternacionales», ha sido también una muestra de este cambio que se ha podi- do observar en los últimos años. Entre sus actividades futuras se encuentra la publicación de un boletín que se hará llegar a sus asociados y a los cen- tros de investigación y estudios sobre relaciones internacionales en España y el extranjero. A su vez, está prevista la realización de un primer encuentro entre íos especialistas en esta materia, para realizar un balance historiográfi- co conjunto sobre lo escrito hasta el momento, así como para elaborar cuá- les han de ser las líneas de investigación prioritarias en los próximos años. Con ello, sin duda, la Historia de las Relaciones Internacionales en España se asentará definitivamente en la comunidad científica de ciencias sociales. 70 GONZALEZ, 1.: «El problema del racismo y los judíos en el fascismo italiano y su incidencia en el Gobierno de Burgosen el año 1938», en Hispania, Tomo XLVII (1987), pp. 309-335; MARQUINA, A. OSPINA, G. 1.: España y los judíos en el siglo xx. Madrid, 1987 y el volúmen co- lectivo Encuentros en Sefarad. Ciudad Real, 1987. 71 VV.AA.: El Extremo Oriente Ibérico. Investigaciones históricas: Metodología y estado de la cuestión. Madrid, 1989 y RODAo, F. (Coord). Estudios sobre Filipinas y las islas del Pacifico. Madrid, 1989. De la Historia diplomática a la Historia de las relaciones internacionales... ISI Por último, será necesario, en mi opinión, realizar las siguientes tareas en el seno de esta corriente historiográfica: a) En cuanto al objeto de la materia sería necesario hacer un esfuerzo para definir la historia de las relaciones internacionales. Me atrevería, inclu- so, a hacer ese esfuerzo modestamente señalando que tiene por objeto el es- tudio histórico de las relaciones sociales que se establecen entre individuos, grupos humanos y Estados, que trascienden los límites nacionales y se desa- rrollan en un medio específico como es el internacional, en constante trans- formación y en el que las rivalidades entre los cada vez más numerosos ac- tores serán constantes. b) En cuanto a la metodología a emplear considero importante que no se desprecie, ni se olvide en la investigación, la validez en los límites preci- sos, de la historia diplomática, así como las aportaciones de la «escuela francesa», en especial la teoría multifactorial de las «fuerzas profundas», que ahora parece que se quiere infravalorar en algunos sectores. Aprove- chándose de todo ello y enriqueciéndolo con las aportaciones del Derecho Internacional Público, de la disciplina de relaciones internacionales y de la sociología, podremos elaborar una historia que ha de ser menos totalizadora que la que se nos exigía hasta el momento, más científica y abierta y, en particular, que nos permita explicar un pasado internacional en función de un presente. La reflexión sobre este apartado debe ser prioritaria. c) En cuanto a los temas a estudiar creo preciso completar el estudio de la política exterior española, tanto en la época contemporánea como en otros períodos históricos y hacer con cierta periodicidad un balance de la misma. Junto a ello, sería conveniente también completar los trabajos sobre relaciones bilaterales con aquellos Estados con los que España ha manteni- do especiales relaciones, y afrontar las de aquellos otros con los que las re- laciones hayan sido más discontinuas, pero que han tenido una importancia o han sido decisivas en épocas históricas, tales como las que se han desarro- llado con los diferentes Estados de Iberoamérica o EEUU. Rusia y la URSS. algunos Estados árabes o europeos como Egipto. Bélgica. Polonia. o con Is- rael y Japón. Una vez realizada esta tarea o en paralelo. podría estudiarse también un conjunto de temas necesitados de trabajos rigurosos. tales como: - La Administración Exterior del Estado, tanto en lo que se refiere a los órganos centrales como periféricos. - El proceso de toma de decisiones en política exterior - El papel del Parlamento, los partidos políticos y la opinión pública, como elementos de control e influencia en la elaboración y ejecución de la política exterior. - La mentalidad colectiva de la sociedad española frente a las relacio- nes internacionales del Estado. - La necesaria redefinición de objetivos y resultados, en función del «status» que España ha tenido en la sociedad internacional; Estado
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