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Visiones misteriosas: La transformación de Lucio en el templo de la Luna, Apuntes de Historia

En este documento se describe una visiones misteriosa en la que lucio recibe una profética revelación durante un sueño. Allí se describe una solemne procesión en honor a la luna, donde el asno participa, y lucio se transforma en hombre. Después de despertar, lucio se encuentra rodeado de personas vestidas de diferentes maneras, representando a dioses y diosas, y finalmente es recibido por los sacerdotes y transformado por la diosa. La descripción detalla los detalles de la procesión, las apariencias de los dioses y diosas, y la transformación de lucio.

Tipo: Apuntes

2011/2012

Subido el 09/10/2012

arcadio86
arcadio86 🇦🇷

4.5

(123)

525 documentos

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¡Descarga Visiones misteriosas: La transformación de Lucio en el templo de la Luna y más Apuntes en PDF de Historia solo en Docsity! docsity.com mi mandado el pueblo, aunque esté muy apretado, se apartará y te dará lugar; y ninguno, aunque estés entre las alegres ceremonias y fiestas, se espantará en ver esta cara deforme que traes, ni tampoco acusará maliciosamente ni interpretará en mala parte que tu figura súbitamente sea tornada en hombre. »De una cosa te acordarás y tendrás siempre escondida en lo íntimo de tu corazón: que todo el tiempo de tu vida que de aquí en adelante vivieres, hasta el ultimo término de ella, todo aquello que vives lo debes, con mucha razón, a aquella por cuyo beneficio tornas a estar entre los hombres. Tú vivirás bienaventurado y vivirás glorioso, sin amparo y tutela, y cuando vivieres, acabado el espacio de tu vida, y entrares en el infierno, allí en aquel soterraño medio redondo, me verás que alumbro a las tinieblas del río Aqueronte y que reino de los palacios secretos del infierno; y tú, que estarás y moriras en los Campos Elíseos, muchas veces me adorarás como a tu abogada propia. Además de esto, sepas que si con servicios continuos, actos religiosos y perpetua castidad, merecieres mi gracia, yo te podré alargar, y a mí solamente conviene prolongarte la vida, allende el tiempo constituido a tu hada [7] En esta manera acabada la habla de esta venerable vi-sión, desapareció delante de mis ojos, tornándose en sí misma, Capítulo II En el cual se describe, con muy grande elocuencia, una solemne procesión que los sacerdotes hicieron a la Luna, en la cual procesión el asno apañó las rosas de las manos del gran sacerdote, y comidas, se volvió hombre. No tardó mucho que yo, despierto de aquel sueño, me levan, té con un pavor y gozo, y asimismo mezclado de un gran sudor, maravillándome mucho de tan clara presencia de ente diosa poderosa, y rociándome con el agua de la mar, estando muy atento a sus grandes mandamientos, recolegía entro mí la orden de su monición. En esto no tardó mucho que el sol dorado salió, apartando las tinieblas de la noche obscura, y llegándome a la ciudad, yo vi que la gente y pueblo de ella henchían todas las plazas en hábito religioso y triunfante, con tanta alegría, que además del placer que yo tenía, me parecía que todas las cosas se alegraban en tal manera, que hasta los bueyes y brutos animales y todas las cosas y aun el mismo día, sentía yo que con alegres gestos se gozaban, porque el día sereno y apacible había seguido a la lluvia que otro día antes había hecho. En tal manera, que los pajaritos y avecillas, alegrándose del vapor del verano, sonaban cantos muy dulces y suaves, halagando blandamente a la madre de las estrellas, principio de los tiempos, señora de todo el mundo. ¿Qué puedo decir sino que los árboles, así los que dan fruto como los que se contentan con solamente su sombra, meneando y alzando las ramas, con el viento austro, se reían y alegraban con el nuevo nacimiento de sus hojas y con el manso movimiento de sus ramos chiflaban y hacían un dulce estrépito? El mar, amansado de la tormenta y tempestad> y depuesto el rumor e hinchazón de las ondas, estaba templado y con muy grandísimo reposo. El cielo, habiendo lanzado de sí las obscuras nubes, relumbraba con la severidad y resplandor de su propia lumbre. [8] He aquí donde vienen delante de la procesión, poco a poco, muchas maneras de juegos muy hermosamente adornados, así en las voces como en los otros actos y gestos. Uno venía en hábito de caballero, ceñido con su banda; otro vestida su vestidura y zapatos de caza, con un venablo en la mano, representando un cazador; otro vestido con una ropa de seda y chapines dorados y otros ornamentos de mujer, con una cabellera en la cabeza, andando pomposamente, mintiendo con su gesto persona de mujer; otro iba armado con quijote y capacete y barbera y con su broquel en la mano, que parecía salía del juego de la esgrima; no faltaba otro que le seguía, vestido de púrpura y con insignias de se-nador, y tras éste, otro, con su bordón, esclavina y alpargates y con sus barbas de cabrón, representaba y fingía de persona de filósofo; otro iba con diversas cañas, la una para cazar aves con visco, y otra para pescar con anzuelo. Además de esto vi asimismo que llevaban una osa mansa, sentada en una silla y vestida en hábitos (la mujer casada y honrada; otro llevaba una mona con un sombrerete velloso en la cabeza, vestida con un sayo amarillo, con una capa de oro, que parecía a Ganimedes, aquel pastor troyano que Júpiter arrebató para su servicio; tras esto vi que iba allí un asno con alas, que 13 docsity.com representaba aquel caballo Belerofonte, y cerca de él andaba un viejo, que podía decir, quien lo viese, que era Pegaso, como quiera que podía reírse y burlar de entrambos a dos. [9] Entre estas cosas de juego que popularmente allí se hacían, ya se aparejaba y venía la fiesta y pompa de mi propia diosa que me había de salvar y escapar de tanta tribulación¡ y delante de ella venían muchas mujeres resplandecientes con vestiduras blancas y alegres, con diversas guirnaldas de flores que traían, las cuales henchían de flores que sacaban de sus senos las calles y plazas por donde venía la fiesta r procesión. Otras llevaban en las espaldas unos espejos resplandecientes, por mostrar a la diosa que venía tras ellas el servicio y fiesta que le hacían. Otras había que traían muy hermosos peines de marfil en las manos, haciendo actos y gestos con los brazos, volviendo los dedos a una parte y a otra, fingiendo que peinaban y adornaban los cabellos de la reina Isis. Otras había que rociaban las plazas con muchos ungüentos olorosos> derramando bálsamo con una almarraja. Además de esto, iba muy gran muchedumbre de hombres y mujeres con sus candelas y hachas y cirios y con otro género de lumbre artificial, favoreciendo y honrando las estrellas celestiales. Después iban muy muchos instrumentos (la muy suave música, así como sinfonías muy suaves y flautas y chirimías que cantaban muy dulce y suavemente, a las cuales seguía una danza de muy hermosas doncellas con sus alcandoras blancas, cantando un canto muy gracioso, el cual en favor de las musas, ordenó aquel sabio poeta, en el cual u contenía el argumento y ordenanza de toda la fiesta. Otros también había que iban cantando canciones de mayores vistos, y otros con trompetas, dedicadas al gran dios de Egipto Serapis, los cuales, con las trompetas retorcidas, puestas a la oreja derecha, cantaban aquellos versos familiares del templo y de la diosa; otros muchos había que iban haciendo lugar por donde pasase la fiesta. [ 10] En esto vino una gran muchedumbre de hombres y mujeres de toda suerte y edad, relumbrando con vestiduras de lino puro y muy blanco, y mezcláronse con los sacerdotes que allí iban. Las unas llevaban los cabellos untados con olores y ligados en limpios y blandos trenzados; los hombres llevaban las cabezas raídas, reluciéndoles las coronas, como estrellas terrenales de gran religión, tañendo y haciendo dulce sonido con panderos y sonajas de alambre y de plata, y aun también de oro; y aquellos principales sacerdotes, que iban vestidos de aquellas vestiduras blancas hasta los pies llevaban las alhajas e insignias de sus poderosos dioses. El primero de los cuales llevaba una lámpara resplandeciente, no semejante a nuestra lumbre con que nos alumbramos en las cenas de la noche; pero era un jarro de oro, que tenía la boca ancha, por donde echaba la llama de la lumbre largamente. El segundo iba vestido semejante a éste; pero llevaba en ambas manos un altar, que quiere decir auxilio, al cual la providencia de la soberana diosa, que es ayudadora, le dio este propio nombre. Iba el tercero y llevaba en la mano una palma con hoja de oro muy sutilmente labrada, y en la otra un caduceo, que es instrumento de Mercurio. El cuarto mostraba un indicio y señal de equidad; conviene a saber: que llevaba la mano izquierda extendida, la cual, por ser de su natura perezosa y que no es astuta ni maliciosa, parece que es más aparejada y conveniente a la igualdad y razón, que no la mano derecha. Este mismo llevaba en la otra mano un vaso de oro redondo y hecho a manera de pecho, del cual salía leche. El quinto llevaba una criba de oro llena de ramos dorados. Otro también llevaba un cántaro grande. No tardaron tras de esto de salir los dioses que tuvieron por bien de andar sobre pies humanos. Y aquí venía una cosa espantable, que era Mercurio, mensajero del cielo y del abismo, con la cara ahora negra, ahora de oro, alzando la cerviz y cabeza de perro, el cual traía en la mano izquierda un caduceo y en la derecha sacudía una palma. Tras de él seguía una vaca levantada en su estado> la cual es figura de la diosa, madre de todas las cosas. Porque como la vaca es provechosa y útil, así lo es esta diosa, la cual imagen o figura llevaba en cuna de sus hombros uno de aquellos sacerdotes con pasos muy pomposos. Otro había que llevaba un cofre donde iban todas las cosas secretas de aquella magnífica religión. Otro asimismo llevaba en su regazo la muy venerable figura de su diosa soberana, la cual no era de bestia, ni de ave ni de otra fiera, ni tampoco era semejante a figura de hombre; mas por una astuta invención y novedad, para argumento inefable de la reverencia y gran silencio de su secreta religión, era una cosa de oro resplandeciente figurado de esta manera: un vaso pulidamente obrado, por abajo redondo y de partes (lo fuera bien esculpido, con figuras y simulacros de los egipcios; la boca no 14
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